A uno le gusta pararse un par de minutitos más,si se puede, para buscarle las vueltas a los temas. Ante lo aburrido de las soluciones evidentes, siempre existen otras más arriesgadas, diferentes. Cuesta trabajo encontrarlas y valor aplicarlas. Por eso me ha gustado mucho la edición gráfica que en EL PAÍS se hizo con uno de los temas fuertes del pasado lunes. La guerra abierta entre Alonso y Hamilton y la que se ha montado en McLaren.
Frente a una edición gráfica clásica (el podio, la carrera, las reacciones), algo distinto. Ni una sola foto de carrera. Ni un solo coche. Sólo primeros planos, de gran fuerza, que ilustran perfectamente el estado anímico de cada uno de los implicados en la refriega. Y esto, que como cualquier cuestión de criterio, puede ser discutible, a mí me gusta. Porque ayuda a centrar la información. Porque apuestas. Y porque no haces lo de siempre. Al fin y al cabo, después de todo el follón del fin de semana... ¿A quién le importa lo que pasó en la carrera? Era un poco lo de menos. La noticia estaba en sus consecuencias. Y ahí están esos primeros planos para expresar la hipocresía de Hamilton, esa sonrisa de satisfacción del que saborea su triunfo vía traición, la perplejidad y resignación de Alonso, esperando su momento, y el absoluto desbordamiento de Ron Dennis, que se tapa la cara como quién no quiere ver lo que se le avecina.
Me gustan estas apuestas. Me parecen valientes y originales. Y no tienen porqué funcionar siempre, pero en este caso, funciona. Quizá porque el tema trasciende lo simplemente deportivo y nos toca la fibra sensible, por lo flagrante de la injusticia. Y ahí, cuando se ha tomado partido, el dramatismo de los primeros planos es el vehículo perfecto para trasmitir la información. Es un buen ejemplo de cómo una buena edición gráfica aporta valores añadidos a una información.
Así es, Javi. Coincido contigo. Las fotos reflejan muy bien lo que realmente interesa. Sobre todo, me quedo con la imagen de Ron Dennis.
ResponderEliminarY muy bien pillado, el fallo en la portada.
Un abrazo