Los aficionados al fútbol se dividen entre quienes van a ver las jugadas personales del crack del momento y los que admiran el juego colectivo de su equipo. Aunque se pueden hacer otras muchas clasificaciones, hoy nos interesa ésta, en la que parecen ganar por mayoría los integrantes del primer grupo porque lo que toca ahora es admirar la jugadita personal, el malabarismo más propio del circo que las televisiones repiten durante toda la semana hasta que llega la jornada siguiente para retransmitir nuevos regates, bicicletas, rabonas, chilenas y el gol del siglo que se marca cada siete días, mejor en acción individual. No obstante, todavía quedamos algunos amantes del juego colectivo, de esas jugadas mágicas de absoluta precisión y velocidad, ejecutadas al primer toque entre varios jugadores. Una asombrosa combinación de inteligencias.
También en el diseño existe el juego preciosista e individual de los llamados artistas y el juego colectivo de una buena sección de maquetación de un periódico, donde los autores somos el conjunto y el resultado es una obra colectiva, el periódico, que además de piezas personales en forma de columnas de opinión se construye con un lenguaje que también se califica como lenguaje colectivo por algunos autores (imprescindible "El lenguaje de la prensa", de Bernardino M. Hernando, 1990) y que no por ello deja de tener personalidad. Los periódicos bien hechos la tienen y resulta interesantísima. Es como si todas las páginas estuviesen diseñadas y escritas por una sola mano pero con la participación real de muchas. Cada día. Y no todos los días las mismas, nos vamos turnando.
El máximo exponente de este lenguaje periodístico lo representa el semanario inglés ‘The Economist’, publicación dedicada a la economía y la política en la que no se firman los textos y en donde brillantísimos redactores aspiran en cada artículo a alcanzar ese lenguaje colectivo ideal, propio de la publicación para la que trabajan, una de las más prestigiosas e influyentes del mundo por cierto. Sólo los directores salientes tienen derecho a firmar un editorial y su lema es "muchas manos escriben pero hablan con una voz colectiva. Lo que se escribe es más importante que quien lo escribe".
También en el diseño existe el juego preciosista e individual de los llamados artistas y el juego colectivo de una buena sección de maquetación de un periódico, donde los autores somos el conjunto y el resultado es una obra colectiva, el periódico, que además de piezas personales en forma de columnas de opinión se construye con un lenguaje que también se califica como lenguaje colectivo por algunos autores (imprescindible "El lenguaje de la prensa", de Bernardino M. Hernando, 1990) y que no por ello deja de tener personalidad. Los periódicos bien hechos la tienen y resulta interesantísima. Es como si todas las páginas estuviesen diseñadas y escritas por una sola mano pero con la participación real de muchas. Cada día. Y no todos los días las mismas, nos vamos turnando.
El máximo exponente de este lenguaje periodístico lo representa el semanario inglés ‘The Economist’, publicación dedicada a la economía y la política en la que no se firman los textos y en donde brillantísimos redactores aspiran en cada artículo a alcanzar ese lenguaje colectivo ideal, propio de la publicación para la que trabajan, una de las más prestigiosas e influyentes del mundo por cierto. Sólo los directores salientes tienen derecho a firmar un editorial y su lema es "muchas manos escriben pero hablan con una voz colectiva. Lo que se escribe es más importante que quien lo escribe".
Claro que hablábamos de fútbol, y en este sentido no quisiera que se enfadase nuestro muy querido Baruch allá en su Buenos Aires pero tengo que decir, no puedo callarlo por más tiempo Norbi, tengo que confesar a los admiradores del mencionadísimo delantero del Barcelona Leo Messi que su juego excesivamente individualista ("chupón" se llama acá, no sé allá) es un claro ejemplo de lo que las televisiones promocionan machaconamente, tal vez, sólo tal vez, de manera sobrevalorada. El chico vale, tiene maneras, hace cositas, eso no podría negarlo, pero para ser el mejor del mundo como le están bautizando últimamente le haría falta, en primer lugar, no jugar en el Barça y, después, que se retirase un futbolista, perdón un Futbolista, que juega en la misma liga con una entrega, una calidad nunca reconocida y un espíritu de equipo que nadie hasta la fecha ha tenido y que los adocenados periodistas deportivos nunca calificarán como "el mejor del mundo" porque encarna valores colectivos, como los grandes periódicos. ¿Les suena Raúl González, delantero eterno del Real Madrid?
Algunas veces forzamos las analogías, como los futbolistas los regates. No son comparables Raúl y Messi. No pueden serlo. Uno está llegando de forma estelar al final de una carrera deportiva brillantísima. El otro ha irrumpido en el mundo del fútbol a golpe de regates estelares y de plumas deseosas de nuevos héroes.
ResponderEliminarAún ha de (re-)correr mucho Leo para que llegue a la órbita blanca. Como dice la canción, "caminante no hay camino, se hace camino al andar".
Ah, gracias por diseñar estos textos. Muchas manos para un blog divergente.
No estoy de acuerdo en que el diseño de un periódico deba tener "unidad de destino en lo universal". El lector agradece que de vez en cuando se rompa el molde y se liberen de ciertas ataduras páginas que, de esta manera, multiplican su valor gracias a la libertad bien interpretada. El orden es necesario, de acuerdo, pero nunca a costa de doblegar un buen diseño; el lector lo agradece y la ordenación del periódico se puede mantener perfectamente
ResponderEliminarQuerido anónimo, creo que el artículo se refiere a juego colectivo frente a individual (no a un orden que se tenga que romper o a moldes opresores y ataduras, que ya hemos tratado por ser un tema muy frecuente).
ResponderEliminarDesde aquí hago llegar también hasta aquel rincón que claro que se puede comparar a esos dos jugadores (y sobre todo los estilos de juego, insisto en que el tema es individual frente a colectivo), porque cuando a alguien le nombran el mejor del mundo, es siempre porque se le compara... con todos los demás.
Un saludo y gracias por vuestros amables comentarios
Me he acordado leyendo el post de Mario de que hace algunos, no muchos, años la revista Interviú firmaba también quien había maquetado cada reportaje. Aparecia el nombre del diseñador en los bordes de los márgenes. No lo he vuelto a ver en ninguna otra publicación.
ResponderEliminarHablando de Raúl, creo que en las redacciones (incluyendo la sección de maquetación) hay mucho Raúles en el otro sentido de la palabra: gente que fue grande y dejó de serlo, pero a fuerza de más nombre que trabajo efectivo quedó en el puesto (con sueldo incluido) entorpeciendo la llegada de nuevos valores. Aún pueden volver a dar alguna que otra tarde de gloria como las de antaño, pero a precio de muchos años chupando del bote.
ResponderEliminarPara mal pensados que ya se le ocurran nombres he de jurar que no pienso en nadie concreto con esto, aunque cada uno siempre se hace idea de alguien en la cabeza cuando oye cosas así
Te equivocas con Raúl porque fue grande y lo sigue siendo. Tal vez quien debiera pensar en que su mejor tiempo ya pasó, si es que alguna vez lo tuvo, no es otro que... Luis Aragonés
ResponderEliminarFeliz Navidad a todos
De nuevo la casualidad o las cookies me llevan a este blog y daré mi opinión sobre el tema, aunque con una corta reflexión de 2minutos.
ResponderEliminarLa diferencia fundamental radica en QUÉ se busca. Pues lo importante debe ser el beneficio del grupo y no el propio, ya que este último se puede conseguir de ambas formas, tanto individual como colectivamente mientras que el otro, dificilmente. Retomando las analogías futbolísticas entre estos dos jugadores, me hago eco de las palabras de "desde mi rincón" aunque con la esperanza de que Messi jamás entre en la "órbita blanca". Y no porque "se haga camino al andar" sino porque tanto las condiciones como la situación en la que ambos se encuentran es totalmente diferente, así como la del fútbol actual que, perdonenmé, muy señores míos pero, es bastante deplorable e incluso aberrante en lo que al plano economico se refiere. Por otro lado, vivimos en una sociedad en la que TODO es diseño, todo se mira, se lee, se relee y se reescribe tantas veces que uno ya no sabe lo que esta viendo o leyendo. Todo tiene un objetivo, un por qué y un para qué y practicamente ya nada es fruto de una casualidad o producto de un azar o un destino (sea cual sea y esté donde esté escrito, reescrito, leido y releido)Es una pena pero no se preocupen porque aunque todo tiempo pasado NO fue mejor, señores, todo cambiará, porque no daremos mas de nosotros, por suerte o por desgracia.
Unos ojos acostumbrados a ver y en parte cansados de lo que ven.
Tengan stedes una feliz salida y mejor entrada de año. Paz y bien.