jueves, 6 de diciembre de 2007

Todo o Nada
(Dos miradas a Warhol)

La disputa que a veces surge en el interior de la redacción, o en el propio seno de encajabaja, se ha trasladado esta vez hasta La Casa Encencida de Madrid, centro cultural interesantísimo que programa una ambiciosa exposición sobre Andy Warhol. Allí nuestro colaborador Quique Falcón quería gritar ¡todo!, para que Mario Benito le replicara ¡nada! también a pleno pulmón, pero se nos acercó un exótico guarda jurado para pedirnos que allí habláramos en voz baja. Ofrecemos, pues, aquí dos miradas a la persona y la obra de tan... de Warhol. Una a favor, la otra en contra.


Todo

"Todo es bello". Empecemos con una de las famosas frases de Warhol que nos muestra a un hombre dispuesto a crear arte con una lata de tomate, un zapato o una cicatriz. Te puede gustar o no, pero él se atrevió a experimentar nuevas formas. Decadente, narcisista, estrafalario, provocador... Éstos eran sus materiales. Si nos centramos en su versión más conocida podremos decir que lo de Warhol no fue la tela y el óleo sino la serigrafía. Nunca podremos compararle con los pintores que adornan el Museo de El Prado, pero probablemente sea más conocido que muchos de ellos. ¿Por qué? ¿Era un genio de la pintura? No. Fue el primer artista multimedia.

En estos días estaría rodando el anuncio de ‘Freixenet’ con Scorsese o diseñando un nuevo logotipo para Nike. Porque lo que el vendía no eran paisajes ni bodegones. Era su marca. Una nueva visión de la sociedad a través de sus obras. Cambió la mirada artística y unió el arte con la cotidianeidad. No es cómo pintaba es a quién o qué salía en su obra y todo lo que ello significaba (Jackie Kennedy, Marilyn, Elvis). Iconos culturales de una época en la capital del mundo del arte, Nueva York. Donde se reunía la contracultura más vanguardista que ha habido nunca en EEUU. Capote, Ginsberg, Lou Reed, Man Ray, Mapplethorpe, Lietchestein, poetas, fotógrafos, cineastas, deportistas, cantantes. Todos ellos girando alrededor del universo de Warhol. Llevó los objetos domésticos a categoría de obras de arte.

Andy Warhol fue diseñador de prensa (Vogue), pintor, cineasta (‘The Chealse girls’), escritor, editor, productor musical (The Velvet Underground)... y un largo etcétera de ocupaciones relacionadas con todo tipo de expresiones artísticas. Personalmente, me gustan algunas partes determinadas de su obra, otras no tanto, pero reconozco su valía. Y, sobre todo, muchos días cuando estoy diseñando una página y tengo la ocurrencia de repetir, cortar o girar alguna foto, se aparece el peculiar rostro de Warhol y me dice: "Eso es mío".

Quique Falcón



Nada

No es sólo que no encuentre arte y sobre todo emoción o pasión en las obras de Warhol. No es sólo que no me interese. Es que me cabrea. Por nada, pero me cabrea profundamente, porque no es enfado, es cabreo. Y como se trata de algo irracional, mi cabreo, pues no llego a entenderme del todo. Tal vez mi rechazo se deba a que como me parece nada lo que hizo y tan bien supo vender, lo supongo un engaño, y las mentiras me indignan, más al ver la cara de gilipollas que se me queda, se nos queda, cuando nos estafan. Un gesto de bobo que suele estar relacionado, más que por lo que nos roban, por lo tonto que te sientes habiéndote dejado engañar. ¡Ah!, perdón, que no es la obra, que el arte es él, Warhol, su icono y todo eso. Pues peor todavía, porque entonces la cara de gilipollas no es la mía, sino la suya, con esos pelos, con esos ojos vacíos detrás de los que no parece haber nada... es que le miro y...

...Y así, ofuscado, con las cejas apretadas, en estado de shock, puede que no vea que el fallo es mío, que no quiera reflexionar o no sepa despojarme de cualquier pasión, de toda idea, apartar mi alma como debía pintar sus fotitos el propio Warhol, apóstol de lo cutre, figura del ‘kitch’, maestro supremo de la chapuza, de profesión famoso con la suerte de haber nacido en el sitio adecuado, Nueva York, justo en el momento en el que el mal gusto se convirtió en supuesta contracultura. Además de caerles en gracia a quienes tenían poder y dinero. Hasta hoy. O hasta siempre.

Puesto que sus obras (las fotocopias esas que luego pintaba quiero decir) cada vez se cotizan más y su nombre, su icono y todo eso, crecen con los años. Es posible que pervivan en la historia del arte, lo admito, estoy incluso convencido de que aumentará la legión de los que admiran aquello que les dicen que es moderno y transgresor, dispuestos todos en fila a dejarse engañar por este embaucador con pelos de haberse levantado hace un momento, peluca electrizada lo llamaba, el muy...

Lo feliz que sería en estos tiempos de famoseo banal, de telebasura de la nada donde gentes sin nada que ofrecer tienen los quince minutos de fama que él proclamó como derecho universal. Lo contento que se iba a poner ahora que las artes se devalúan y por todos lados llueve purpurina, polvo de diamante sintético, decía. Si es que era un genio. Sí. Si el arte fuera tan sólo comunicación, Warhol sería un genio; pero el arte es mucho más, porque se trata de comunicar, pero de comunicar "algo".

Mario Benito

No hay comentarios:

Publicar un comentario