"¡Ah!, otra cosa. No descuides los detalles. Los detalles son importantes", aconseja Ted Cole a Eddie como escritor consagrado al joven aprendiz, personajes ambos de la magnífica novela "Una mujer difícil" (1999) del norteamericano John Irving (existe versión cinematográfica también muy buena con el mismo título, "The Door in the Floor", en la versión en inglés original, del año 2004, con Jeff Bridges en el papel de Ted Cole, fantástico, como a su vez está fantástica una madura Kim Bassinger interpretando a su atormentada mujer Marion).
Le habla de los detalles porque en literatura ayudan a que "veamos" algo, a que veamos o visualicemos interiormente aquello sobre lo que el autor quiere incidir, en ocasiones con el propósito de lograr un efecto emocional en los lectores, en otras para que almacenemos en la memoria algo que necesitaremos para entender la historia más adelante y que sea así nuestra mente quien la cierre y la termine del todo. Es muy difícil, claro. Como lo es también en el diseño periodístico, no os impacientéis que ya llego, donde los detalles ayudan a lograr la excelencia, a que el acabado perfecto, o muy cuidado al menos porque la perfección tal vez sea imposible, acompañe a contenidos de calidad. Forma y contenidos retroalimentándose en lo que a su calidad se refiere. Son el factor que hace de algo bueno, algo excelente. Y es muy difícil también, claro está.
Es difícil porque no están muchas veces ahí a la vista, de una manera evidente, esos detalles que necesitamos cuidar. Juegan a esconderse, o es torpeza nuestra no encontrarlos cuando alguien, con aparente facilidad, nos los hace ver. ¡Joder, claro! El acabado general es sólo cuestión de paciencia, algo de tiempo que no siempre tenemos, saber y trabajo. Pero si en literatura es fundamental destacar sólo los detalles adecuados y ocultar otros, labor ésta para la que no existen fórmulas más allá del talento y la creatividad artística, imposibles de aprender, también en el diseño existen detalles que antes de dar con ellos sencillamente no existían.
Hicimos esta página hace ya tiempo, a finales de diciembre. Pero los detalles en apariencia insignificantes siguen en mi cabeza. Es una página muy sencilla, sin estridencias ni pretensiones. Una página corriente de periódico que se apoya en una magnífica imagen del artista recientemente fallecido Albert Ràfols-Casamada. El texto de opinión a cuatro columnas falsas, más anchas que las cinco columnas naturales, reflexiona sobre la "elegancia de lo abstracto". Debajo hay un faldón sobre una noticia diferente con una pequeña fotografía. Todo es correcto, es la estructura adecuada (a la primera, de estas veces que luego intentas otras opciones y sólo la estropean), los colores de la imagen en el centro de atencion de la página tienen fuerza sin ser chillones, todo parece en su sitio pero... algo fallaba. Y no sabía qué. Era un detalle escondido que busqué moviendo cada elmento una y otra vez. Hacía otra página y volvía a ésta. Hasta que dí con él.
Aparentemente es lo mismo o casi lo mismo. Pero no lo es. Bastó alinear las imágenes por la derecha, lo que nos obligó a llevar el sumario hacia la primera columna, para que todo se equilibrase. Era eso, un mínimo detalle escondido desequilibrando todo lo demás. ¡Los detalles!, cuida los detalles... son importantes, me dijeron hace ya algún tiempo. Y lo intento.
Le habla de los detalles porque en literatura ayudan a que "veamos" algo, a que veamos o visualicemos interiormente aquello sobre lo que el autor quiere incidir, en ocasiones con el propósito de lograr un efecto emocional en los lectores, en otras para que almacenemos en la memoria algo que necesitaremos para entender la historia más adelante y que sea así nuestra mente quien la cierre y la termine del todo. Es muy difícil, claro. Como lo es también en el diseño periodístico, no os impacientéis que ya llego, donde los detalles ayudan a lograr la excelencia, a que el acabado perfecto, o muy cuidado al menos porque la perfección tal vez sea imposible, acompañe a contenidos de calidad. Forma y contenidos retroalimentándose en lo que a su calidad se refiere. Son el factor que hace de algo bueno, algo excelente. Y es muy difícil también, claro está.
Es difícil porque no están muchas veces ahí a la vista, de una manera evidente, esos detalles que necesitamos cuidar. Juegan a esconderse, o es torpeza nuestra no encontrarlos cuando alguien, con aparente facilidad, nos los hace ver. ¡Joder, claro! El acabado general es sólo cuestión de paciencia, algo de tiempo que no siempre tenemos, saber y trabajo. Pero si en literatura es fundamental destacar sólo los detalles adecuados y ocultar otros, labor ésta para la que no existen fórmulas más allá del talento y la creatividad artística, imposibles de aprender, también en el diseño existen detalles que antes de dar con ellos sencillamente no existían.
Hicimos esta página hace ya tiempo, a finales de diciembre. Pero los detalles en apariencia insignificantes siguen en mi cabeza. Es una página muy sencilla, sin estridencias ni pretensiones. Una página corriente de periódico que se apoya en una magnífica imagen del artista recientemente fallecido Albert Ràfols-Casamada. El texto de opinión a cuatro columnas falsas, más anchas que las cinco columnas naturales, reflexiona sobre la "elegancia de lo abstracto". Debajo hay un faldón sobre una noticia diferente con una pequeña fotografía. Todo es correcto, es la estructura adecuada (a la primera, de estas veces que luego intentas otras opciones y sólo la estropean), los colores de la imagen en el centro de atencion de la página tienen fuerza sin ser chillones, todo parece en su sitio pero... algo fallaba. Y no sabía qué. Era un detalle escondido que busqué moviendo cada elmento una y otra vez. Hacía otra página y volvía a ésta. Hasta que dí con él.
Aparentemente es lo mismo o casi lo mismo. Pero no lo es. Bastó alinear las imágenes por la derecha, lo que nos obligó a llevar el sumario hacia la primera columna, para que todo se equilibrase. Era eso, un mínimo detalle escondido desequilibrando todo lo demás. ¡Los detalles!, cuida los detalles... son importantes, me dijeron hace ya algún tiempo. Y lo intento.
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