No tuvimos que preguntarlo en una reunión de hace unos meses a la que asistimos porque allí nos presentaron, quienes lo pagaban, un estudio del Boston Consulting Group (empresa dedicada a asesorar a cerca de TODO lo que se pueda asesorar, que, evidentemente, es TODO, "líderes globales de la consultoría", se definen a sí mismos) sobre el presente y el futuro de los medios de comunicación. Y pudimos escuchar un trabajo extremadamente profesional, muy exhaustivo en algunos aspectos y ¿deliberadamente? parco en otros, en el que se refleja la situación complicada de las empresas informativas con bajadas continuas en sus ingresos y recortes de plantillas. "Tendencias evolutivas en el mundo de los medios: una síntesis de los escenarios internacionales", titularon este benchmarking, esto último para que todos lo entendamos. Insistieron en que Estados Unidos nos sirve de indicador de lo que va a suceder "poco después" en Europa y, por tanto, el panorama no puede ser más desalentador, sobre todo en el periodismo impreso. Y preocupante, porque no hay forma de saber cómo rentabilizar ("monetarizar" o algo así dicen ahora, fundamental en todo gurú que se precie el vacile sintántico y la "claridad" en el lenguaje) el periodismo online para hacer así sostenibles los grandes grupos de comunicación. Se apuntan en el haber de las empresas la fuerza de sus marcas periodísticas, apoyadas en la credibilidad y en la calidad.
Por eso me sorprendió que los líderes globales de la consultoría hubieran medido todo menos la calidad, palabra que repitieron inumerables veces. Entre miles de gráficas y tablas no habían elaborado ninguna que indicara si la calidad había bajado, subido o se mantenía intacta. Y por eso les pregunté al final de la exposición powerpointinera si a pesar de no habérnoslo mostrado habían medido la calidad para determinar si, por ejemplo, todos esos recortes (de personal, de páginas, de cobertura en acontecimientos, y tantos más) estaban recortando también la calidad como parece sensato suponer, llevando así a los medios a un círculo vicioso de pérdida de lectores, de ingresos... que a su vez llevan a nuevos recortes de medios humanos y materiales... que recortan la calidad.
"No hemos observado una disminución de la calidad debida a recortes de gastos", contestó con absoluta suficiencia y sin proporcionar dato alguno este experto en aportar toneladas de datos para apoyar sus afirmaciones. Casi todas. Al terminar la reunión, saludó efusivamente al consejero delegado de un grupo de comunicación que ha estado llevando a cabo recortes personales y materiales en todas sus empresas, y que es quien pagó su intervención. Generando así otro círculo vicioso en el que quien paga, y mucho, por saber qué le va a pasar, no soltará un euro para escuchar lo que no le gusta, con lo cual no sabrá lo que realmente le va a pasar y necesitará un nuevo gurú a quien pague por saber qué le va a pasar pero que no le diga lo que no quiere oír...
Quiere esto decir que todos los consultores son igual de fiables. No. Evidentemente, no. Conocemos a grandes analistas del presente que opinan con honradez, valentía y con mucho conocimiento y experiencia profesional detrás. De quien hay que desconfiar es de aquellos que ven el futuro en una bola de cristal a cambio de dinero. Por eso ante cada profecía o análisis de lo que va a venir, de lo que va a pasar, de lo que vamos a hacer o dejar de hacer, de quién va a morir y quién vivirá... no está nunca de más que nos preguntemos quién paga a los gurús.