martes, 10 de abril de 2012

Reinhard Gäde

Fue la primera persona a la que escuché decir que la tipografía podía gritar, con fuerte acento alemán y voz poderosa, apasionada, enfadado, casi gritándonos él también en el salón de actos de la Universidad CEU de Madrid en una de las Jornadas memorables de hace ya... unos años. Siempre demasiados.

Rinhard Gäde en las VI Jornadas de Fotoperiodismo, Edición y Diseño en Prensa de la Universidad San Pablo-CEU de Madrid (mayo de 2001).

Es difícil escribir algo que no se haya escrito ya sobre el misterioso Reinhard Gäde —como dice Javier Errea, pareció desaparecer después de crear el diseño original de El País en 1976, más difícil aún después de que lo hayan hecho estos días, entre otros, el mencionado Javier Errea, Toni Piqué, Darío Valcárcel, Arcadi Espada o su fiel lugarteniente Fermín Vílchez, maestro de diseñadores de prensa e historiador del diseño periodístico, en el incomprensible por miserable espacio que el diario El País le dejó para el obituario. La mezquindad de este gran diario con Reinhard Gäde le hace ser un poco menos gran diario y es una muestra más del menosprecio, por ignorancia, que el diseño periodístico sigue padeciendo.

Fue Vílchez quien me comunicó muy afectado hace unos meses que Reinhard Gäde se estaba muriendo de cáncer, lo que ha sucedido finalmente el sábado de la Semana Santa. Fermín Vílchez, quien participó junto a Julio Alonso (fallecido en el 2009) a las órdenes ambos de Gäde en la creación del que este historiador del diseño considera, junto a una gran parte de los profesionales, "el mejor diseño periodístico de todos los que se han hecho en la historia de España". El más influyente, auténtica referencia y modelo absoluto del denominado periodismo de calidad ¡en formato tabloide!

Porque es precisamente el espacio a lo primero que tuvo que enfrentarse este genial alemán, algo que según él mismo nos dijo aquel día que ahora recuerdo, le pareció "totalmente imposible" en páginas tan pequeñas. En cuanto se enteró de que los gestores del periódico habían comprado ya una rotativa en formato tabloide estuvo a punto de salir corriendo hacia su Lübeck natal, o a su Hamburgo profesional... del que precisamente había salido antes pitando tras discutir por una maqueta con el director de una de las publicaciones de G+J en las que trabajaba como director de Arte. ¡Pero a quién se le podía haber ocurrido aquel disparate! La prensa de calidad tiene un formato "como dios manda"... y que no es, era, otro más que el sábana. Era. Nos confesó que lo primero que hizo fue reducir con fotocopias páginas de The Times o del Frankurter... y se quedó horrorizado ante el ridículo resultado. "Conté el número de noticias que había en aquellas páginas... no cabían en un tabloide." Y tuvo que inventar algo distinto.


Primera página del primer número del diario El País, formato 'tabloide', 4 de mayo de 1976. El libro "Historia gráfica de la prensa diaria española,(1758-1976)", de Fermín Vílchez, reproduce la plantilla de montaje con papel fotográfico (texto de fotocomposición montado después a mano) que el propio autor conserva y que el tiempo y la luz deterioran porque se fijaba para un tiempo pequeño de duración (debe conservarse en total oscuridad para evitar que se ennegrezca del todo).


Cinco columnas. Ocho módulos de alto. Diseño modular. Unificación tipográfica utilizando Times para casi todo (títulos y texto base), recordemos que "no se podía gritar", y Futura en Deportes (aquí si podemos dar voces). Valoración y jerarquía inexistente en la prensa de entonces (es absolutamente ilustrativo ver el resto de los diarios de aquel día en el que salió El País como bien nos muestra Toni Piqué en Paper Papers): tamaños definidos y fijos para títulos, recuadrar la noticia principal consiguiendo destacarla y separar a la vez todas las restantes (qué solución tan sencilla y elegante, tanto que ahora nos parece obvio), separación vertical con blancos (nada de rayitas y rayitas y rayitas... ¿les suena?) y separación horizontal con lutos. Columnas anchas (cuatro en el espacio de las cinco naturales) y títulos en cursiva para la opinión (sí, eso que hacemos ahora todos creyendo que es una norma dada por la naturaleza). Títulos en negrita para Nacional, Internacional y Economía, y en redonda para Cultura y Sociedad. Un tratamiento para el fotoperiodismo acorde con su importancia... "Funcionalidad, elegancia y legibilidad", resume con acierto Vílchez.

Un sistema modular que no inventó aquel diseño de El País pero que Gäde llevó hasta sus máximas posibilidades con un rigor inquebrantable que, paradójicamente, consigue una flexibilidad que hasta entonces ningún diario tenía en sus páginas, permitiendo intercambiar elementos, noticias de una página a otra, rediseñarlas en minutos... todo ello en función de los contenidos, de la información. Aquella "forma que sigue a la función" que aprendió en Berlín de su maestro de La Bauhaus, en la que todo debe tener sentido, un por qué y en la que nunca, NUNCA, sirve de criterio el "me gusta" y, especialmente, el "no me gusta". Si algo recuerdo con especial viveza de la jornada aquella de la que os hablo, la única vez que vi y escuché en persona a Reinhard Gäde, y estreché su mano cuando después mi querido amigo, maestro y organizador del evento, Pedro Pérez, me lo presentó, es la indignación con la que se despachó sobre "eso que tienen tanto aquí ustedes, los españoles, del no me gusta". Por un momento llegué a temer que sonaran las trompetas wagnerianas y una horda de walkirias nos aplastara mientras arremetía, con toda la razón germánica del mundo y una mirada que no le hubiera aguantado todo el honor y la victoria romanas juntos, contra esa "mala costumbre" que al parecer tenemos aquí más que en otros lugares de opinar sobre todo, más aún sobre lo que no sabemos. "¡¿Pero qué es eso de no me gusta? No me gusta... ¿POR QUÉ? ¿Funciona o no funciona?" No dudamos en absoluto, dando la razón a Arcadi Espada, sobre la falta que le hace ahora al diseño periodístico digital su propio Reinhard Gäde...

Como cuenta Darío Valcárcel, le pagaron 50.000 pesetas por aquel diseño que ya es historia del diseño periodístico y si te he visto no me acuerdo. Y pensar en los millones que se han pagado después por auténticas
vendemotadas, redacción nave espacial incluida. Y pensar en tanto pintamonas superficial a quien hemos tenido que escuchar durante años decir aquello de "pues a mí el diseño de El País me parece muy aburrido...". Como si el diseño periodístico tuviese como función el divertir en vez de el informar.

Descanse pues el que tal vez ha sido el más grande, sin proponérselo. "Reinhard Gäde era el canon", dice Javier Errea, y dice bien en un artículo maravilloso. Todo nuestro reconocimiento para quien consideramos maestro, porque no en vano el lema de este blog es "maquetar es informar", forma que sigue a la función. Nuestro reconocimiento y admiración para quien llevó el diseño periodístico en nuestro país y más allá —ahora, como apunta oportunamente Vílchez, The Times de Londres se imprime en formato tabloide, y cambiar una tradición británica, la tradición de tradiciones en este caso, no está al alcance de cualquiera— posiblemente hasta donde no vuelva a estarlo nunca, a no ser que mucho cambien las cosas para los diarios impresos en papel.

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