miércoles, 17 de octubre de 2012

Una conferencia colosal
Jornadas de Diseño de la URJC (y IV)



Asistir a una conferencia de Carlos Pérez de Rozas es una experiencia que todo estudiante de periodismo debería tener una vez. Y cualquiera. Porque en ella vas a ver a Carlos saltar, brincar, bailar, cantar, gritar, susurrar, preguntar, cuestionar, responder, criticar (con moderación y sin excesos verbales), alabar, sugerir, proponer, saltar otra vez, brincar un poco más, andar de aquí para allá, repetir la palabra fantástico, ¡¡¡¡¡grandioso!!!!! las veces que haga falta, hablar de su trabajo, del trabajo de los demás, de lo que le gusta, de lo que le gustaría y de lo que nunca le gustará. En definitiva porque en ellas vas a ver Periodismo. El periodismo en el que cree Carlos Pérez de Rozas:


Un periodismo capaz de homenajear al gran Lucio Dalla con títulos de sus canciones en lugar de titulares como hizo la Gazzetta dello Sport con motivo de su muerte. Y homenaje el que también hizo Carlos poniendo esta canción suya y ataviándose con un panameño como en el propio Dalla.


Portada homenaje de La Gazzetta dello Sport a Lucio Dalla.

Un periodismo que busca las historias capaces de interesar a todo un país, como la de la Gabby Douglas, la ardilla voladora. Pero también historias que sólo interesan en un lugar, en un periódico, como la historia de superación de la judoka Kayla Harrison y sus entrenadores, los Pedro´s. Un periodismo, el de proximidad, “entrañable”, en el que el periódico busca conectar con el corazón de sus lectores.





Los Pedro´s, entrenadores de Kayla Harrison.

Un periodismo con una mirada propia, con referentes, con “una cultura visual del pasado” muy importante, como El Tufatore, el primer saltador y la ardilla voladora. Un periodismo capaz de recordar una imagen mítica, la de Coppi y Bartoli, con una sencilla imagen de un padre y su hijo. Aunque no un padre cualquiera, un padre ganador del Tour de Francia. 




Arriba, El Trufattore, del 475 a. C. Abajo, Gaby Douglas en los JJOO de Londres.




Arriba, Wiggins con su hijo. Abajo, Coppi y Bartoli.




Neymar, a la derecha, caracterizado tal y como posó Pelé hace más de treinta años.

Un periodismo de edición, donde no importa la foto que va a dar todo el mundo, donde se busca LA IMAGEN, la foto que resume todo el personaje, donde se busca LA HISTORIA. Un periodismo donde el corazón es importante, porque ahí es donde tiene que ir los periódicos, al corazón de la gente.





Imagen del monumento a las víctimas del 11S.

Un periodismo que, al contrario de lo que dice el periodista uruguayo Benjamín Fernández, no está asustado ni deslumbrado por la tecnología. Un periodismo como el del fotógrafo Idris Khan para The New York Times Magazine o el del Martin Schoeller para Time. Un periodismo donde se busca algo diferente a lo que vemos mayoritariamente.


Trabajo fotográfico para The New York Times Magazine.


Un periodismo donde HAY QUE APOSTAR, así en mayúsculas. Donde quedarse a medio camino no es posible. Donde la mejor portada sobre Bolt no es en la que sale Bolt. Donde seleccionar la mejor imagen entre las más de 600 fotografías que salen de una carrera de menos de 10 segundos.


¿La mejor portada sobre Bolt?


Un periodismo que apela a la historia de un país, donde se puede titular con ripios, o con los nombres de una canción que toda Inglaterra se sabe o donde Carros de fuego no es sólo un tarareo, es toda una declaración de intenciones desde el títular de la portada.






Periodismo de miradas, que huye de lo obvio.


Un periodismo de miradas, de gesto, de expresiones, de la parte humana, de imaginación, de contacto con la gente que te lee, en el que huir de lo obvio. Un periodismo que haga de una imagen un tema de portada.


Una imagen que convierte el tema en portada.

Un periodismo capaz de dar una conferencia así. Una conferencia colosal.




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