La publicidad invasiva no es desde hace ya varios años algo inusual. La publicidad invasiva casi ya ni nos llama la atención, que es lo que trata de hacer, la razón de que invada lugares que no debería profanar.
Por eso, el atrevimiento de la publicidad invasiva —como el de los antibióticos de los que se abusa hasta que dejan de tener efecto, y ya no nos curan— va a más en una huida hacia adelante que no sólo perjudica a la efectividad de la propia publicidad invasiva sino también a quien, obligado por la cuenta de resultados, la consiente. Pan para hoy... para ayer, en realidad...
La publicidad invasiva juega a todas las bazas, a lo que sea, incluso a no serlo y a esconderse ¿para que la busquemos?
La publicidad invasiva, que en la web es todo esto y más multiplicado por el infinito que es la propia web y creciendo de manera exponencial, en ese afán insaciable para que la mires a ella, y sólo a ella, aunque hayas pagado por contenidos que no son ella, está llegando incluso a invadir... ¡a la propia publicidad!
¿A supuesta publicidad en una impostura?
Publicidad invasiva... publicidad caníbal.
La publicidad invasiva no es un fenómeno de un sólo medio impreso, o de uno más que otros; afecta a todos. Los ejemplos mostrados en este artículo son del diario El País de ayer domingo, periódico que hoy, por cierto, estrena rediseño.
Hola, se puede poner publicidad con algun link en este blog?
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