lunes, 9 de julio de 2007

El día que El País se atrevió con un calado...


Parece mentira que hablemos de cosas así pero... sí, el pasado 22 de junio de 2007 el diario El País tuvo la "valentía" -para lo poco dado a la experimentación que es su estilismo gráfico- de meter un titular calado en una fotografía (sin tratarse de un suplemento, aclaro). Se trataba de una sección poco comprometida (Gente) y de una página bastante dispersa en la paginación general, entre las necrológicas y la cartelera.

Aprovechando una foto con gran mancha de negro sobre los asistentes a las carreras de caballos de Ascot, en la que se observan las siluetas de los típicos sombreros de copa y, sobre todo, de las pamelas, se recorta en blanco el titular.

Como siempre, no todo podía ser perfecto. Quizás en esta ocasión se podía haber variado el cuerpo del titular y hacerle que destacase más sobre el negro y también se podía haber modificado la posición del pie de foto para que no se interpusiese entre el subtítulo y el texto. Pero eso ya son cosas que sólo la flexibilidad del Libro de Estilo de cada medio puede favorecer.

Lo dicho (irónicamente): día para la Historia.

Ayudemos al lector


Se me había pasado comentar el siguiente tema al hilo de esta doble página de Marca sobre el cuarto partido de la final de la Liga ACB de baloncesto publicada el 24 de junio pasado.

En el diseño en prensa hay una máxima que muchos repiten: "trata al lector como si fuera tonto". Aunque éste no lo sea, yo si pienso que hay que darle algunas facilidades, y dejar frases colgando no es la mejor manera de hacerlo. Vemos como los compañeros de este diario deportivo han dejado partido el antetítulo de la noticia principal: "EL MADRID QUIERE GANAR" aparece en la impar y "HOY LA LIGA EN EL PALAU" en la par. ¿Qué parte la línea? Una foto de un tapón.

El impacto negativo es mayor porque el lector empieza a leer la información, ve lo de "EL MADRID QUIERE GANAR", que tiene significado pleno de por sí, lo combina con el titular ["Alirón (segundo asalto)"] y cree que la cosa acaba ahí. De ahí la sorpresa al encontrase en la página siguiente el resto de la frase. Y es que leemos a golpes de vista, por lo que hay que tener estos aspectos en cuenta.

En mi opinión, la imagen corta en exceso esa línea y el efecto, estéticamente, no es el más adecuado, aunque la frase vaya subrayada. Se podía haber optado por un antetítulo a dos líneas en la impar y hubiese quedado mejor. Y otra cosa es si la frase sólo se hubiese visto interrumpida por un brazo silueteado de un jugador o algo así, lo que hubiera supuesto un corte mucho menos abrupto

Sobre gustos, los colores, por supuesto, pero no es bueno dejar las cosas colgando (en ninguna circunstancia).

El difícil arte de hacer buenas dobles centrales


El pasado miércoles Luis nos informaba de que las revistas Science y Nature habían sido galardonadas con el Príncipe de Asturias de la Comunicación. El diario ADN, posiblemente el periódico gratuito más elegante y cuidado (por no decir menos chabacano) que circula por las calles españolas reflejó este hecho en sus páginas centrales el pasado jueves 5 mediante una composición muy gráfica y visual, compuesta por numerosas portadas ilustrativas para el lector que desconocía su existencia, los textos justos (concesión del premio y semblanza histórica, más reacciones) y un marcado protagonismo tipográfico a cargo de los nombres de ambas publicaciones, jugando además con el color y con un poderoso aliado: la simetría.

Francamente, bonita y justificada manera de ocupar las centrales del diario para un tema y dos medios además que lo merecen. Lástima que algunas de las imágenes elegidas (por ejemplo, la situada en el ángulo inferior izquierdo de la página impar, que encima va en grande) no dispongan de la resolución adecuada.

Podéis acceder al archivo de todos los números de ADN en PDF en el siguiente enlace.

viernes, 6 de julio de 2007

El proceso degenerativo


Que las publicaciones son no seres vivos lo advertimos no sólo en que nacen, crecen, las alimentamos cada día haciéndoles páginas y más páginas para que así también se reproduzcan y que finalmente mueren, sino además en multitud de detalles y gestos, nos aman o nos odian, o nos aman y nos odian, son nuestras amigas o nos rechazan, sufren cambios... uno de ellos, inevitable y asombroso, es el denominado proceso degenerativo.
Necesita que la publicación esté viva para suceder, no se da en presencia de catálogos de páginas ya premaquetadas de los que se utilizan para ahorrar personal y de paso calidad, sobre todo en periódicos, y se lleva a cabo con intervención humana de manera inconsciente. El proceso degenerativo es aquel que transcurre entre el prototipo de cualquier publicación, llámese monstruo para parecer más profesional quien lo dice, y el estado actual de las páginas tomadas un día cualquiera. No debe confundirse con un cambio de diseño; se trata de un discurrir continuo dentro de un mismo diseño. No es malo ni es bueno en sí. Sucede, y lo malo es que no suceda porque estaríamos entonces ante una publicación muerta, un catálogo de modelos esclerotizados (hablaremos más, otro día, de los catálogos, esos depósitos de páginas cadáveres).
Evidentemente, el proceso degenerativo será más visible cuantos más días, meses, o incluso años, contemos desde su inicio, desde que el citado monstruo pasó de las manos de un diseñador a las zarpas de los maquetadores. Es una relación dialéctica, que dirían las escuelas marxistas, entre el ideal imaginado y lo real paginado. La torpeza de todos los miembros de la redacción también ayuda, a veces incluso para mejor.
Tan curiosa teoría no es obra mía, ya quisiera yo tener acceso directo desde mi escritorio mental al mundo de las ideas. No sé quién es el autor, o si lo tiene. La primera vez que oí hablar de él fue en boca de Curtis. Estaba sentado, más bien arrugado sobre la silla que alguien le había dejado porque Curtis, Ricardo Curtis, no sólo es el más periodista de cuantos diseñadores he conocido, era además el único director de arte para el que he tenido el honor de trabajar que no tenía despacho, ni ordenador, ni mesa de trabajo... ni falta que le hacía porque cualquiera de nosotros le dejaba la nuestra y allí, a su lado, le oíamos mascullar sobre el proceso degenerativo mientras creaba páginas directamente en el Mac queriendo imaginar a la vez como se irían modificando cada día, en cada cambio, lenta pero inexorablemente, como la superficie de un planeta, como los paisajes, como los no seres vivos.

miércoles, 4 de julio de 2007

Science y Nature, premios Príncipe de Asturias de la Comunicacion

Las revistas científicas Science y Nature han sido galardonadas con el Premio Príncipe de Asturias de la Comunicación por la divulgación de algunas de las más importantes investigaciones científicas, como la del genoma humano, en 2001.

Ambas revistas, referencia en el ámbito de la divulgación científica, están vinculadas al mundo universitario y han contribuido al desarrollo de varias disciplinas, como la relatividad o la genética.

Science fue fundada en 1880 en Nueva York (EE.UU.), con apoyo económico del inventor estadounidense Thomas Edison, al que posteriormente se sumó el de Alexander Graham Bell. Adoptada en 1900 como publicación oficial de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, su objetivo principal es la publicación de hallazgos e investigaciones científicas, cubriendo un amplio abanico de disciplinas. También refleja en sus páginas artículos de política científica y de otros asuntos relacionados con las ciencias y la tecnología.

Nature es una de las revistas más antiguas y reconocidas del ámbito científico. Su primer número salió a la calle en noviembre de 1869 en el Reino Unido y, desde entonces, como principal cabecera del actual grupo de comunicación 'Nature Publishing Group', creado en 1999, ha mantenido sus objetivos fundacionales de "situar ante el público general los grandes resultados del trabajo científico y sus descubrimientos".

Podéis ver el acta del jurado aquí, el archivo de Science aquí y el de Nature aquí.

martes, 3 de julio de 2007

Otro punto de vista...

Mi compañero, y sin embargo amigo, Mario Benito, nos ofrece su experiencia sobre este desagradecido mundillo del diseño. Todo ello salpicado con referencias a varios de los grandes, como Reinhard Gäde o Mario García. Un texto imprescindible para comprender cómo es el día a día en este, nuestro trabajo diario:

No me gusta

Es el criterio de quienes no lo tienen. Me lo han escupido muchas veces, pero hasta aquella mañana no descubrí que tan curioso argumento parece estar relacionado con mi nacionalidad, que haber nacido en esta España nuestra supone, entre otras cosas, el tener que escuchar sobre tu trabajo valoraciones tan científicas, racionales, periodísticas y con tanto criterio como: esto... es que a mí no me gusta. Nos lo explicó Reinhard Gäde, un alemán inteligente y divertido, de escuela racionalista centroeuropea (cuadriculados llaman aquí los que tanto saben a los discípulos de la Bauhaus) que diseñó desde la nada el diario El País hace ya 31 años creando un modelo de cinco columnas y módulos horizontales con el que ahora se diseñan absolutamente todos los tabloides de prensa no sensacionalista.
Hoy, por ejemplo, nos creemos que los artículos de opinión se titulan con letra cursiva de forma natural, porque sí, pero en realidad se le ocurrió a él mientras intentaba dar forma al que ahora es el primer periódico en castellano. Y las cinco columnas, y recuadrar el tema principal para separar e indicar la noticia principal de cada página, y que la publicidad se contrate por módulos con tamaños predefinidos... Todo eso que ahora todos los demás hacemos como si existiera desde siempre.

Supongo que aquel gesto de asombro que puso al recordarlo es el mismo, o muy parecido, al que se le debía quedar cuando después de inventar un modelo de página de aquel histórico monstruo aparecía por allí el que iba a ser director y después no lo fue, o algún jefe de sección, o jefecillo de lo que todavía no se sabía qué y aún hoy lo están buscando, o un periodista cualquiera, o el repartidor de las pizzas y le decían: “¡Oye, Reinhard!, esto... es que a mí no me gusta”.
Y según el insigne alemán esa falta de respeto hacia el trabajo y los conocimientos del diseñador, este creerse todo el mundo que saben de lo que no saben, de diseño (porque todavía está por suceder el que un maquetador le diga a un compañero redactor: “oye, es que a mí este título que has puesto no me gusta”) lo sufrimos principalmente en España. Nos lo contó durante su participación en las Jornadas sobre Diseño y Fotoperiodismo que organiza cada año Pedro Pérez en el CEU (no se pierdan ni una de estas jornadas, maquetadores, porque son lo mejor que se organiza sobre lo nuestro en Madrid), y nos contó, además, que las primeras veces intentaba hacer ver a quien juzgaba de manera tan fácil, ventajista y equivocada su trabajo que lo importante no era si una página le gustaba o no a una persona que no sabe de lo que habla, que lo importante, decía y dice Reinhard Gäde, es si “la página funciona”. “¿Funciona o no funciona?”, repite con tenacidad germánica y un acento lleno de aristas cortantes. Sí, Reinhard, funcionar, funciona, pero esto... es que a mí no me gusta.

Porque insisten en el que no me gusta pero sin mencionar, ni a Reinhard Gäde ni al más modesto maqueta del periodismo mundo, si la página está ordenada, si la información se dispone sobre módulos y columnas de manera jerárquica, si la tipografía contribuye también a orden y jerarquía.
Nadie discute si los elementos gráficos y textuales ayudan además a que las páginas tenga una identidad de producto, a que parezcan páginas de El País en este caso, a si los criterios estéticos se dirigen a que las páginas se puedan leer mejor, a informar, que es de lo que se trata. No, si todo eso estará muy bien, pero los criterios cuando se desconocen, no existen, y sólo queda el mediocre a mí eso no me gusta que escuchamos todos los días, a veces incluso en boca de quien tiene capacidad de decisión.

Claro que visto desde el aspecto de la nacionalidad con el que comenzaba podríamos pensar que la cosa tiene arreglo, ¿no? Si uno está dispuesto a sacrificarlo todo por un diseño racional y respetado siempre le quedaría la posibilidad de intentar trabajar en otro país que no fuera el nuestro, en algún sitio serio y de personas educadas como Alemania, por ejemplo.
No es fácil, lo sé, pero al menos existiría una salida, ¿no? No. Hasta esta esperanza se desvaneció una tarde de verano durante un curso sobre diseño en la prensa que organizó en El Escorial la Asociación de la Prensa de Madrid junto con la Universidad Complutense, dirigido por Bernardino M. Hernando, maestro de periodistas.
Allí, a la sombra de piedra del Monasterio y las montañas, el más prestigioso de los diseñadores internacionales, Mario García, culminó una hora memorable previniéndonos contra un mal extendido en nuestra profesión por todo el orbe, en toda la superficie del mundo mundial. “Es muy descorazonador nos confesó con semblante triste, “que una y otra vez nuestro trabajo se rechace, o se valore, sin ningún criterio, por gente con poder y dinero”, por quienes deciden, no por quienes saben. En todas partes. “Quien quiera trabajar en el diseño tiene que saber que le sucederá esto, y que tendrá que aceptarlo”, nos advirtió como un padre a un grupo de asustados hijos. A él le había sucedido, le sucedía y le sucedería. De nada le servían años de experiencia y sabiduría acumuladas, ni siquiera el prestigio de haber rediseñado diarios de todo el mundo, principalmente en los Estados Unidos, donde vive y trabaja, porque al presentar sus nuevas páginas sabe que, incluso él, seguirá recibiendo, una vez y otra, en todas partes, la misma respuesta: sí, está muy bien, pero es que eso... a mí no me gusta.
Mario F. Benito

domingo, 1 de julio de 2007

¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?


O dicho de otra forma. Qué hay que tener en cuenta primero: el contenido o la forma que se le da al contenido; el diseño o la noticia en sí.

Y digo esto porque leyendo el otro día El País y haciendo balance de la experiencia propia me asaltó esa tremenda duda.

Reproduzco una típica conversación entre un integrante de la sección de Diseño y Maquetación y cualquier redactor de otra sección (excepto honrosísimas excepciones, rara avis, la verdad):

-Redactor: Hola. Quería la página XX. Tiene un 4x5 con esta foto y este texto. (Toma, creatividad al poder).
-Maquetador: Muy bien.

El maquetador se pone con ello y ve que con el texto que le ha dado y la foto no consigue llenar la página de ninguna de las maneras. Tras pintarla de la manera en la que todo queda más o menos equilibrado, el redactor vuelve por la sección de Diseño.

-Redactor: No me vale cómo la has pintado. Tenemos que darlo a cinco columnas
-Maquetador: Pero el texto se queda corto. No llena.
-Redactor: Pues mete otro sumario.
-Maquetador: Ya lleva uno. Y no caben más.
-Redactor: Pues haz más grande la foto.
-Maquetador: No la puedo dar más grande. Es una foto muy mala.
-Redactor: Da igual. No tengo más texto que ese y no hay más para meter en esa página. (También se puede argumentar: "es una opinión y no puede pedirle que escriba más texto".)
-Maquetador: Pero queda fatal.
-Redactor: Me da igual.

Tras un largo tira y afloja, el redactor esgrime un argumento que suele ser tipo directivo ("lo pide así el subdirector"; "esto viene de arriba", etc.) que trae como resultado lo que os muestro en las dos páginas de El País. En la esquina izquierda, una página con muy pocas líneas de texto, una foto grande y dos sumarios de relleno, sobre todo el de la penúltima columna. Totalmente antiestética, innecesarios e inútiles. Y en la esquina contraria, una foto en la segunda columna que muerde a la tercera en una noticia recuadrada, que ya de por si pierde un poco de texto. Además, la calidad de la foto deja mucho que desear, por lo que el relleno está más que comprobado. Eso suena a nocturnidad y alevosía. Si eso no es de relleno, que venga Dios y lo venga.

Y por no mencionar el track (espacio entre letras) de algunos textos. Pero de eso ya hablaremos otro día, que tiene mucha miga.