lunes, 25 de octubre de 2010

Diseñario 2.0 (XLII)

Con sigilo casi paranóico trabajan los miembros del comité de expertos del Diseñario en esta labor suya, ocultos, casi escondidos, temerosos de que algún portal de internet filtre aquellos documentos secretos con los que trabajan, borradores de estas voces que nunca debieran ver la luz para no poner en peligro así las entrañas del diseño periodístico que luego nos dan a conocer debidamente editado en esta obra infinita, colectiva, irreverente y abierta a vuestra participación.




Pieza. Unidad mínima de contenido periodístico. Mínima en el sentido unitario, de existencia, no en el sentido de extensión ni tamaño. Porque para que exista una página de periódico tiene que contener, al menos, una pieza, ya sea en forma de noticia, crónica, entrevista, etc. Aunque una página de periódico puede contener varias.
Las piezas pueden ser grandes, pequeñas, mediana; cortas, largas; informativas, opinativas; crónicas, reportajes, entrevistas. La combinación, más o menos acertada y la cantidad justa de piezas, hace que se tenga un periódico con más o menos ritmo y con mejor o peor contenido. No es siempre buscar cuanto más, mejor. A veces, con pocas y extensas piezas se puede conseguir un mejor resultado que con muchas y cortas piezas.
La vida útil de las piezas es, sin embargo, directamente proporcional a la extensión que ocupan en el periódico. Es más probable que una pieza a una columna desaparezca a que lo haga una pieza que ocupa las cinco columnas. Al igual que es más probable que una pieza a cuatro columnas acabe convirtiéndose en una de cinco, a que una pieza a una columna termine convirtiéndose en una de cuatro.

Pintar. Retratar el mundo a través del color de tus pinceles, o de tus lápices, o de tu alma. Lúdica expresión artística, en la que la realidad se preña de colores al pasar de tres tangibles dimensiones a dos blanquísimas dimensiones de papel. Pintar es la plasmación risueña de alguien que juega con un papel. Por eso los que mejor pintan son los niños, que ni se lo plantean ni falta que les hace. Tal como les viene, lo pintan... Y por eso no tiene ninguna lógica que se refieran al trabajo de los maquetadores como "pintar una página". Porque aunque sea una manifestación artística, y alguno de nosotros todavía disfrute como un niño con nuestro trabajo, incluso aunque en esta fría época de unos y ceros, alguno de nosotros siga tirando de papel y lápiz como reclamo de inspiración antes de ponerlo en píxeles, nuestro trabajo no tiene nada que ver con pintar. Generalmente, cuando uno pinta una cosa se deja llevar por la inspiración y el propio gusto. Nosotros no nos podemos permitir guiarnos por el gusto como criterio. Nosotros ponemos en página la información pura y dura, Y para eso hay reglas, códigos y un lenguaje muy determinado. Como cuando un redactor redacta. Y si funciona, funciona. Y si no gusta, que se lo cuenten a otro. Que ni somos pintores de brocha gorda, ni aquel pintor de angelitos negros al que cantaba Machín. Que somos periodistas sin textos, pero no por ello, menos pintores de batallas.

Pisar. Dejemos de lado los arranques de sinceridad de aquel entrenador argentino que le decía a su masajista que los suyos eran los de colorado y que a los otros "pisálos" y los extraños fetichismos. Lo normal es que cuando te pisen te moleste, aparte de porque duele, porque están invadiendo tu zona de seguridad, ese perímetro acordonado en el que cabes tú y nadie más.... Lo que ocurre en diseño es que las cosas a veces se pisan unas a otras y no es que se estén declarando la guerra, sino que están creando volumenes en un extraño caso de invasión de espacios. De todos modos, es raro encontrarse con elementos pisados en un periódico, donde la formas se guardan tanto como aquel mayordomo de Howard's End. En los suplementos y las revistas, en cambio, el pisarse es algo habitual... Provoca ese movimiento y cierta anarquía propia de los diseños moderniles y atrevidos, en los que no hay recurso lo suficientemente arriesgado, ni maquetador suficientemente temeroso de su Director de Arte...
Otra forma de ir pisándose por ahí es cuando un periodista le levanta una información a un colega de otro medio, y la publica antes que la competencia. Esto provoca un inusitado subidón en las redacciones, porque no todos los días le pisas una exclusiva a la competencia... Otros que van por ahí pisando son aquellos que se han labrado toda una carrera sin reparar sobre las costillas de quién están zapateando... Que para eso también hay que valer, que no debe ser fácil ir por ahí pisando a todo el que se te cruce por delante...


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.
Diseñario 2.0 (XXXV): lomo-lorem ipsum.
Diseñario 2.0 (XXXVI): MacOs-mesa.
Diseñario 2.0 (XXXVII): modular-morder.
Diseñario 2.0 (XXXVIII): negativo-ñapa.
Diseñario 2.0 (XXXIX): Oblicua-off the record.
Diseñario 2.0 (XL): OJD-on line.
Diseñario 2.0 (XLI): palabrota-pelar.

viernes, 22 de octubre de 2010

El lápiz oculto de Nellie Bly


"-¿Qué es este lugar? -le pregunté al hombre que tenía los dedos hundidos en mi brazo.
-La isla de Blackwell, un lugar para locos del que nunca saldrás."
No me extrañaría nada que hubiera quien piense que el periodismo de investigación con cámara oculta, como el diseño arrevistado, son inventos recientes. Si es así, es porque tal vez no hayan ojeado periódicos antiguos, muy antiguos... y que no han leído a Bly. O que leyeron sin reparar en que a pesar de que entonces no había medios técnicos para un periodismo así, ella, sí, una mujer periodista en 1887, lo llevó a cabo con un lápiz oculto.



Ediciones Buck publicó hace unos meses (casi un año ya) "Diez días en un manicomio", reportaje de la periodista norteamericana Nellie Bly (1864-1922), seudónimo de Elizabeth Jane Cochrane, publicado por el periódico New York World en 1887 (el World a secas del afamado editor J. Pullitzer que ahora da nombre a los premios periodísticos más prestigiosos a pesar de que practicara el más feroz sensacionalismo que recuerdan las rotativas). Sí. Una mujer. Con 23 años de edad. Periodista. Autora y precursora del más puro periodismo de investigación, y de denuncia social además. ¡En 1887!


Asimilados ya estos datos de por sí sorprendentes, la lectura de su relato es más sorprendente aún, más que asombrosa... escalofriante. Porque la señorita Bly tuvo los arrestos suficientes como para hacerse pasar por loca y así poder ingresar en el sanatorio psiquiátrico de la isla de Blackwell, en Nueva York. Y sanatorio psiquiátrico es un absoluto eufemismo para describir un manicomio del siglo XIX, técnicas de tratamiento a las dementes incluidas. Tratamientos...
"Una de las pacientes, la señora Cotter, una mujer hemosa y delicada, creyó un día ver a su marido por el paseo que conducía al sanatorio. Dejó la fila en la que estaba y corrió a su encuentro. Por aquello fue enviada al 'retiro'. Más tarde dijo:
-Ese recuerdo es suficiente para volverme loca. Por llorar, las enfermeras me pegaban con el palo de una escoba y saltaban sobre mí, y me dañaban por dentro. Nunca lo superaré. Después me ataron las manos y los pies y, tras echarme una sábana por la cabeza, la apretaron contra mi cuello para que no gritara. Entonces me metieron en una bañera con agua helada. Me dejaron allí hasta que perdí toda esperanza y quedé inconsciente. En otras ocasiones me agarraban por las orejas y me golpeaban la cabeza contra el suelo y contra las paredes. Me arrancaban el pelo a tirones para que no me creciese más.
La señora Cotter me mostró las pruebas de su relato, la hendidura en la parte de atrás de su cabeza y las calvas donde le habían arrancado el pelo a jirones. Relató su historia con los mínimos adornos posibles."
Como escribe la propia Bly. Apuntando sin adornos con su lápiz oculto. Y más...
"Inyectan tanta morfina y cloral que las pacientes enloquecen. He visto a esas mujeres volverse locas pidiendo agua debido a los efectos de las drogas, y las enfermeras negársela. Las he oído suplicar toda la noche una gota y no recibirla. Yo misma grité pidiendo agua hasta que mi boca estuvo tan seca y resquebrajada que no podía hablar."
Entrar en una institución así le resultó relativamente fácil a la periodista Bly, que engañó con muchísima facilidad a los médicos, un derecho de admisión muy abierto para muchas de sus compañeras, ingresadas sin fecha de salida por motivos banales, absurdos, porque alguien quiso librarse de ellas... Pero una vez dentro, convencer a las autoridades médicas de que un paciente no está loco resulta prácticamente imposible. "Eso dicen todos."
"He visto a pacientes quedarse de pie mirando hacia la ciudad que con toda probabilidad nunca volverán a pisar. Significa la libertad y la vida; parece tan cercana... y sin embargo no está el cielo más lejos del infierno."
Diez días después de su ingreso en el sanatorio para enfermos mentales de la isla de Blackwell, Nellie Bly fue "rescatada" de allí por los responsables del periódico, en el que publicó un amplio reportaje de lo que había vivido. De las condiciones miserables en las que vivían y morían aquellas mujeres, de la comida en mal estado, el agua sucia para beber, de los "tratamientos", de la falta de ropa y el frío estremecedor, de las ratas y la insalubridad, de cómo se tiene por locos a locos y a quienes no lo son. El reportaje supuso que intervinieran el Gran Jurado de la ciudad de Nueva York y aunque no pudieron depurarse responsabilidades, se mejoró la situación de las pacientes así como que el comité de presupuestos de la ciudad adjudicara un millón de dólares más al año para el cuidado de los enfermos mentales.


Nelly Bly siguió escribiendo reportajes sociales durante un tiempo. Dió la vuelta al mundo por encargo del periódico compitiendo con el mismísimo Phileas Fogg de Julio Verne para batir el récord mundial completando su viaje en 72 días mientras lo escribía y contaba a sus lectores, en forma de bitácora (¿les suena esto de algo?). Después se casó con el millonario Robert Seaman y abandonó su trabajo. Más tarde murió su marido y ella se hizo cargo de la empresa familiar... que llevó a la quiebra por querer mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Se marchó a Inglaterra y participó como corresponsal de guerra para la prensa norteamericana durante la Primera Guerra Mundial y finalmente regresó a los Estados Unidos, donde falleció en 1922, de una neumonía, a los 57 años. Pero todo esto es otra historia, porque ahora estamos con ella en el interior de un manicomio terrible...
"Qué cosa tan misteriosa es la locura. He visto a pacientes cuyos labios están cerrados en un silencio perpetuo. Viven, respiran, comen; la forma humana está presente, pero ese algo sin el que el cuerpo puede vivir, pero que no puede existir sin el cuerpo, estaba ausente. A menudo me he preguntado si tras aquellos labios sellados moraban sueños que desconocíamos o si sólo estaba el vacío."

miércoles, 20 de octubre de 2010

Orgasmo Museístico (I)


Estamos acostumbrados a que la prensa tengo un papel secundario en las exposiciones. Un par de vitrinas bajo el título "XXXXXXX en la prensa", donde XXXXX es el objeto de la exposición en cuestión y la prensa suelen ser unas cuantas portadas. Son pocas las muestras que se centran en la prensa. Aunque lo mejor es que suelen ser muy buenas, como la de la Colección Metrópoli.

Por eso, entrar en el NewsMuseum (Museo de la Prensa, mejor que Museo de las Noticias) de Washington D.C. es lo más parecido a un orgasmo, museísticamente hablando, para los amantes de la prensa. Sin exagerar. Un edificio entero, de seis plantas más un sótano, dedicado hasta el más mínimo detalle a todo lo relacionado con la prensa. Y además, a tan sólo un par de párrafos de distancia del Capitolio, sede del Congreso de los Estados Unidos y con una terraza con vistas a la zona más privilegiada de la capital, el Mall.

Aquí tenéis la primera parte del reportaje fotográfico del Museo, una auténtica joya que todos los amantes de los periódicos, las noticias y la prensa en general deben visitar. Imprescindible.

Sexto piso:

Una larga terraza domina el último piso del edificio que alberga el museo. En su balcón, una exposición sobre los hechos más importantes de Pennsylvania Avenue, la calle más importante de la capital, a través de los principales personajes de la ciudad. Todo, con el Capitolio de atento observador. En la sala que precede a la terraza, las portadas del día de casi todos los periódicos de USA, o por lo menos de una gran mayoría, y primeras páginas de diarios de todo el planeta.

Antes de salir a la terraza, un esquema de la comunicación, desde la prehistoria hasta hoy.

Un mural por la libertad de prensa, antes de salir a la terraza.

La sala de las portadas que da acceso a la terraza con vistas al Capitolio

Algunas de las portadas internacionales del día. El País representa a España.

La exposición sobre Pennsylvania Av. con el Capitolio de fondo.


Quinto piso:

El sancta sanctorum (si me permiten el símil) del museo. El núcleo y la zona donde podrías tirarte horas, sin exagerar, mirando portadas. En una oscura (para proteger las portadas antiguas) y alargada sala, tres niveles de dispensadores donde ver portadas desde el siglo XVI hasta nuestros días. Flanqueando a los mostradores, toda clase de objetos relacionados con la prensa y su historia: acreditaciones, cámaras de fotos, máquinas de escribir, documentos históricos, trajes de presentadores, cintas, fotografías, cascos de enviados especiales... todo tipo de cosas que cuentan la historia del periodismo en EEUU. Detrás de los paneles, pequeñas salas para ver vídeos relacionados con la profesión.

Al final de la sala, una encuesta para votar tu medio favorito para leer las noticias (Internet o Papel) y una pila de todos los periódicos que desaparecieron en EEUU durante el último año. En la misma planta, también se puede ver una pequeña exposición de libros y una pantalla de cine donde se proyectan canales de televisión de todo el mundo.

Aspecto general de la sala de las portadas.

Portadas...

...portadas...

...portadas...

...portadas...

...portadas...

...portadas...

...así hasta tener cientos de ellas.

Los dispensadores para ver las portadas. Tres niveles con un grueso cristal para protegerlas.

Algunos de los paneles que flanquean la sala de las columnas.

Objetos históricos del periodismo.

Panel dedicado a las fuentes anónimas.



Los errores en la prensa. Tres portadas distintas de las famosas elecciones entre Kerry y Bush.

La mítica frase que arranca las rotativas.

Acreditaciones.

Documentos históricos.

La velocidad de las noticias, panel especialmente interesante para ver la evolución de la transmisión de información.

Tubos para votar por tu medio favorito. Nosotros votamos por el papel, obviamente.

Periódicos que desaparecieron o dejaron de imprimirse en EEUU en 2009.

La sala con la pantalla de cine y las televisiones sintonizadas.

Y en los pasillos de la planta, con la fachada del edificio como base, la exposición más curiosa, la de los Primeros Perros de los Presidentes de EEUU. Con su correspondiente encuesta para votar tu favorito (ganaba el de Obama, por supuesto). Estos americanos hacen de cualquier cosa motivo de exposición.

La exposición de los Primeros Perros. Debajo, los tubos para votar.


Cuarto piso:

Saliendo del gran cine, y ya en la cuarta planta, una exposición temporal de Elvis Presley, con parafernalia de todo tipo del Rey del Rock (desde cartas hasta su uniforme de la marina, pasando por discos originales o la moto que montó durante años).

Entrada a la exposición temporal de Elvis.

El mítico traje de Elvis en "Aloha from Hawaii". Al fondo, la moto de Elvis.

Su primer contrato y sus primeros discos.

Dejando atrás a Elvis, se entra en la parte más sobrecogedora del museo, la dedicada al 11-S. Una de las antenas que cayó de las Torres Gemelas preside un gigantesco mural (de dos plantas) que muestra las portadas dedicadas a la gran tragedia de EEUU. Antes tienes la posibilidad de ver un documental donde los periodistas que trabajaron aquel día en la noticia te cuentan cómo lo vivieron. Ninguna de las 15 personas que lo vimos conseguimos salir sin sentir, al menos, un escalofrío.

Así te preparan en el museo para la parte del 11-S

Los dos pisos de portadas.


La antena de una de las Torres Gemelas. A su alrededor, una cronología, minuto a minuto, de aquel fatídico día.


lunes, 18 de octubre de 2010

Diseñario 2.0 (XLI)

Hay quien asegura haber descubierto a uno de los miembros del misterioso y escurridizo comité de expertos de encajabaja encargados de la redacción del Diseñario pululando por las noches y los días zaragozanos en las recientes fiestas del Pilar. Escondido bajo un pañuelo a cuadros negros y rojos que sólo levantaba para engullir ingentes cantidades de productos alimenticios propios de la tierra, o de donde sea. Y bebiendo, claro. Habladurías. Pero el caso es que desaparecieron la semana pasada cruzando un puente que, al menos, los ha traído de nuevo hasta nosotros con una otra entrega de esta obra infinita, colectiva, irreverente y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general.




P


Palabrota. Unidad mínima y básica de comunicación redaccional. Dotada de pleno sentido de manera que puede expresar por sí sola pensamientos complejos y sustituir a frases completas e incluso compuestas. Paradigma de la inmediatez, brevedad, rigor, capacidad de síntesis y fuerza que se exigían al periodismo. Hay quien piensa, fuera de los periódicos (aunque últimamente dentro también, por eso de que se pierden las buenas costumbres), que suenan mal, que son groseras e incluso maleducadas y no decimos que no les falte razón. Pero es que no hay nada que pueda sustituir a... en fin, ya saben. Sólo funciona verbalmente cuando no haya intención de ofender, y escrito queda mucho peor.

Pase. Continuación del texto de una columna a otra, o cantidad de texto que hay debajo de un elemento que no es el propio texto, como por ejemplo un gráfico, una foto o un apoyo. En este último caso el pase puede ser cero, cuando no hay pase o mínimo cuando es de apenas uno o dos pares de líneas, lo justo para salvar el hueco de una foto que no llega hasta abajo.
El pase de texto es como los pases de fútbol, los hay de varios tipos. El corto y al pie, de la primera columna a la siguiente sin posibilidad de pérdida. El pase picado, de la primera columna a la quinta, saltando por encima de la defensa que hace una foto o gráfico entre medias. El pase mirando hacia otro lado, de una página a otra. Y el pase al hueco, donde sé que hay un pase pero no se sabe muy bien hacia que columna. Este último sólo es apto para los Zidanes de la maquetación, unos privilegiados que tienen muy claros los conceptos... aunque el que vaya a recoger el pase no los pueda tener tan claros.
Dominar los pases de textos es dominar la edición y el ritmo de lectura, es controlar el partido. Y ya se sabe, quien controla el partido, acaba ganándolo.
Pase también es el elemento que sirve para indicar que un texto sigue en la siguiente página o que viene de la anterior. El clásico "Sigue en página XX" o "Viene de página XX".

Pelar. Aunque el término refiera la acción de quitar la cáscara de un objeto, en los periódicos hablamos de pelar cuando queremos quitarle extensión a un texto, o tamaño a una foto. Pelar para nosotros, cuales peluqueros de barrio, es sinónimo de cortar. Y lo de peluquero no está traído por los pelos, nunca mejor dicho. Porque puestos a hilar fino, podríamos asegurar que nos referimos a pelar las cosas cuando lo que queremos es que sean más pequeñas, no porque el contenido mejore con el corte (lo que sería editar) sino que algo no nos entra y la única manera de que lo haga es pelando otra cosa para hacer hueco. O sea, que pelamos las cosas para que entren más. Así de vulgar, y de necesario a veces.
Otra cosa es aquel profesional que ya está cansado y mayor, que está de vuelta de todo y al que todo se la...


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.
Diseñario 2.0 (XXXV): lomo-lorem ipsum.
Diseñario 2.0 (XXXVI): MacOs-mesa.
Diseñario 2.0 (XXXVII): modular-morder.
Diseñario 2.0 (XXXVIII): negativo-ñapa.
Diseñario 2.0 (XXXIX): Oblicua-off the record.
Diseñario 2.0 (XL): OJD-on line.

viernes, 8 de octubre de 2010

Periodiquerías (XXIV)





El Vaticano (2010) / Quique Falcón





St. Ives (Reino Unido, 2010) / Mario Benito





Harvard (Estados Unidos, 2010) / Luis Blasco




Enviadnos fotos de vuestras "periodiquerías" antes de que todas sean iguales y se llamen iPad. Fotografiad esos lugares en los que todavía se venden periódicos, y las publicaremos en esta serie. Si queréis.



Entregas anteriores de Periodiquerías:

Periodiquerías (I):
Madrid - Nueva York - Sevilla
Periodiquerías (II): Bilbao - Resistencia (Chaco-Argentina) - Múnich
Periodiquerías (III): Estambul - Praga - Nueva York
Periodiquerías (IV): Salamanca - Edimburgo - Tres Cantos (Madrid-España)
Periodiquerías (V): Lima - Bruselas - Mérida (España)
Periodiquerías (VI): Londres - París - Roma
Periodiquerías (VII): Las Vegas - Los Cristianos (Tenerife) - Alicante
Periodiquerías (VIII): Antigua (Guatemala)
Periodiquerías (IX): Berlín - Viena - Moscú
Periodiquerías (X): San Francisco - Puerto de Santa María (Cádiz) - Málaga - Newspaperman
Periodiquerías (XI): Lisboa
Periodiquerías (XII): Venecia - San Petersburgo - Osaka
Periodiquerías (XIII): Barcelona - Los Angeles - Buenos Aires
Periodiquerías (XIV): Kabale (Uganda) - Honolulu (Hawai) - Filadelfia
Periodiquerías (XV): Zaragoza - Gerona - Pamplona
Periodiquerías (XVI): Miami - Nueva Delhi - Lima
Periodiquerías (XVII): Hollywood (Los Ángeles - USA)
Periodiquerías (XVIII): Cagliari (Cerdeña - Italia) - São Paulo - Parlamento Europeo (Bruselas)
Periodiquerías (XIX): México DF - Salzburgo - Buenos Aires
Periodiquerías (XX): Milán - Punta Arenas (Chile) - Cannes
Periodiquerías (XXI): Londres
Periodiquerías (XXII): Xian (China) - Assilah (Marruecos) - Bergen (Noruega)
Periodiquerías (XXIII): Damasco - Washington - Turku (Finlandia) - ¿Monumento al lector de prensa? Tampere (Finlandia)

miércoles, 6 de octubre de 2010

'Track police'

Desde hace un tiempo a esta parte, un poco después del 11 de enero de 2009 cuando cambiamos de diseño y nuestra venerada y perfecta Helvética dio paso a esta Valencia que viene de la Madison que viene de la Century (como bien nos hizo ver Herminio J. Fernández en un excelente artículo de nuestro blog amigo y vecino Cuatro Tipos), tipo de letra con el que titulamos ahora, desde entonces, decía, me he convertido en una especie de 'track police'.

Me explico. El track negativo es esa manera que tienen los programas informáticos de apretujar las letras unas contra otras para que en una línea quepan más caracteres de los que realmente caben si los componemos correctamente para conseguir su máxima legibilidad. El track positivo hace lo contrario. Es difícil conseguir esa armonía entre cada par de letras y entre cada palabra, arte o ciencia al alcance de auténticos maestros tipógrafos cuando diseñan un alfabeto.



Si dejamos los valores del track en 0 (cero) en el programa de autoedición (Quark en nuestro caso, pero todos los demás funcionan más o menos igual), el tipo de letra aparece supuestamente tal y como lo concibió su tipógrafo diseñador. Si damos valores positivos, los caracteres empezarán a separarse, a "abrirse" hasta flotar en la página dificultando así su lectura porque, entre otras cosas, anularemos el efecto de separación entre palabras, y el tono de gris de la "mancha" del texto tendrá un excesivo blanco. Sin saber por qué, un profano en la materia detectará que algo no funciona, leerá peor.

Si hacemos lo contrario y le damos valores negativos (-1, -2, -3...), los caracteres comenzarán a unirse y ese efecto que "casi no se nota" como dicen quienes lo perpetran cada día, pasará a convertirse en un desastre incluso para el profano menos avispado. Es este mal el que más se padece porque abundan los escribidores de noticias empeñados en que quepa todo, pero todo todo, aun a costa de que nadie lo lea después porque todavía no se han inventado las gafas que desapretujan letras. Les da igual, lo importante es que no les corten nada. No escriben para ser leídos sino para que les quepan cuantas más palabras mejor, como si les pagaran por escribir al peso.




Pues bien, aclarado el concepto, lo de mi nueva función de 'track police' sucede porque el nuevo tipo de letra que utilizamos en los titulares, Valencia (la que puede verse en la segunda portada reproducida arriba), soporta mucho menos ese track positivo o negativo -sobre todo este último- que otras tipografías, especialmente que la anterior Helvética (la primera portada). Vaya usted a saber por qué. Y por eso, nuestro director de arte me ha encomendado personalmente que vigile todos los titulares del periódico, todos, cada noche, antes de irme... más que nada porque soy el último en salir en nuestra sección de diseño. Una labor que aunque pueda parecer lo contrario no es nada sencilla, créanme, porque los redactores parecen empeñados en jugar conmigo -ellos pensarán que quien les está vacilando soy yo, supongo- ya que cuando corrigo un título bajando ligeramente el cuerpo para eliminar el track negativo y que siga entrando en esa línea, ellos vuelven a recorregirlo poniendo "otro título mejor" al que invariablemente 'trackean' despiadadamente. Y me dan por detrack. La dinámica del trabajo y la organización de nuestra redacción hacen imposible que las páginas pasen por nuestra sección como filtro final antes de ser enviadas a la rotativa, función ésta que corresponde a la sección que llamamos "mesa", en la que nos repiten con gesto algo hastiado que no pueden dedicarse a "cosas así". "¿El qué?, ¿el track, dices?, sí claro, ahora mismo lo miramos", nos contestan a la vez que telefonean a determinada sección para que cierre sus páginas de una puñetera vez mientras con la otra oreja atienden otro teléfono desde el que un subdirector les encomienda que metan un dato más en ese título de la portada "como sea, le metes track de ese, o habla con maquetas para que lo calcen"... Es una labor prácticamente imposible la mía, e ingrata, esta del 'track police' (evidentemente, no es la única). Pero hago lo que puedo, y algún que otro delito logro evitar, aunque sólo se vean aquellos en los que fracaso.



Reflexioné más despacio sobre todo esto, y por eso este post, junto al mar Mediterráneo, leyendo despacio un ejemplar de La Información de Alicante, un periódico del que soy lector ocasional -a pesar de no coincidir precisamente con su línea editorial- desde hace unos quince años. Es un periódico al que tengo mucho cariño, motivo por el cual no quisiera que se tomaran mis palabras como una crítica negativa, ni mucho menos. Pero... ¡ese track!, ¡esos títulos!, ¡a cinco, seis o más líneas en dos columnas!, ¡o a tres o más líneas en tres columnas!, ¡o incluso dos líneas en CINCO COLUMNAS en páginas interiores! Tengo la impresión de que alguien allí con mando en plaza está obsesionado en que en los títulos se pongo todo, pero todo todo, todo lo que se puede incluso contar en un subtítulo o en el texto de la noticia. Y, hombre, tampoco es eso, ¿no?






Ya en el prototipo del reciente rediseño de La Información de Alicante, un excelente trabajo que nos mostró su autor en su blog Cuatro Tipos (casualmente la misma persona que enlazamos al comienzo de este post, Herminio J. Fernández), se podían ver estos títulos con tantas líneas, con un tamaño y un peso en la página a nuestro juicio desequilibrado, tal vez por lo infrecuente de su uso en la prensa española. Estas suelen ser el tipo de decisiones más o menos consensuadas con la dirección del periódico, que quiere títulos así. Pero, desde luego, lo que no se podía ver es el maltrato de esa tipografía que llevan a cabo ahora, lo que contrasta con el enorme cuidado que pone este diseñador en la elección tipográfica. Utopia, en este caso, es el tipo de letra, y no sé si será una utopía que los lectores lleguen a verla en alguna ocasión tal y como fue diseñada por Robert Slimbach en 1989 (este enlace al sitio web letrag os permite comprobar al instante lo que que sucede con el track). No obstante, entiendo las razones.

Como otra de mis desagradecidas funciones es hacer la portada del periódico casi todos los días, sé de buena tinta lo que se sufre para que quepa en los titulares todo lo que tanto el director como el resto de los responsables quieren que quepa... Y les entiendo porque yo también me he dedicado a escribir y consecuentemente "he sufrido" la famosa "dictadura del maquetariado" de la que mucho nos acusan y en la que ahora soy "dictador". Sucede que ellos no nos entienden a nosotros porque la inmensa mayoría no ha estado ni estará nunca en este "otro lado" dictatorial.

Que se respete la forma está bien (sin entrar ahora en que la forma es parte indisoluble del mensaje periodístico), pero siempre al servicio del contenido informativo. Y como conviene huir de fundamentalismos extremos, si un día se pone una línea de título más de lo habitual, pues no pasa nada. Cierto en parte, sobre todo si ese día no fuesen TODOS los días, como sucede más de lo deseable, dejando entonces el mensaje sin forma reconocible, sin identidad. Siendo cada día cosas distintas, en vez de siendo "nosotros".




Mi periódico de Alicante, que quiere contar todo en todos los títulos, al final se está quedando... en un periódico de titulares. El texto cada vez tiene menos peso, menos espacio y menos contenido. ¿Un periódico para no leer? Curiosamente, sus titulares de Deportes y de Cultura, con muchas menos líneas y sin nada de track, además de leerse mejor, se entienden mejor. Subí el ejemplo de portada que ilustra este post a facebook desde el mismo lugar donde está tomada la fotografía, en la playa de San Juan en el mes de julio... y desde Brasil me comentó el corresponsal de mi periódico que, para colmo, no se entendía bien el contenido de este título a pesar de tener tantas líneas.



Peleo a veces en vano, a veces no, desde mi triste puesto de "track police" para que nuestros títulos se lean bien, equilibrando entre cuerpos de letra y el temido track. A veces les digo en broma a los redactores, para intentar poner una línea menos en títulos muy desproporcionados, que dejen algo de misterio para que luego el lector quiera ir a la noticia "en busca de algo más". Aunque es mucho mejor el consejo de nuestro amigo y maestro Toni Piqué cuando desde sus clases en la Universidad o en su blog Paper Papers, que no nos cansaremos de enlazar, nos recomienda dedicarle a cada título un poco más de tiempo para pensarlo como garantía de un título mejor. Calidad en vez de track... que equivale a personas cualificadas, tanto en los contenidos como en la forma. Pero en La Información de Alicante se decidió hace unos meses prescindir de la persona que dirigía el departamento de Diseño porque este profesional no aceptó con dignidad rebajar sus condiciones de trabajo. Pues sin responsable, qué más da, así es más barato. Y el resultado... ahí está a la vista, apretujado en cada página como muestra de la apretujada calidad y consideración que alguien ha decidido que merecen sus lectores.