

Desde el punto de vista tipográfico tenemos que aventurarnos porque la Editorial Gredos no sólo es incapaz de mantener el nivel del diccionario en esta tercera edición, y no les culpo porque desaparecida su autora es imposible hacerlo por mucho equipo de expertos que hayan trabajado en él, sino que a su personal tampoco les alcanza la educación para contestar nuestros correos solicitándoles los datos técnicos de su primera impresión. Y como es mucho aventurarse entre los incontables tipos de letra que ahora existen aceptamos críticas y correcciones a nuestra valoración: se compuso en un tipo de letra Cheltenham (o algo muy parecido) del cuerpo 7, interlineado a 7 puntos, en dos columnas de 15 cíceros con 3 puntos cada una separadas por un medianil de un cícero; las entradas para cada una de las voces son de un cuerpo 9,5 en negrita.
Y ahora ya estamos en él, por eso hablamos del Diccionario de María Moliner, porque somos una palabra más entre sus 94.000 actuales y porque, en definitiva, la mayor parte de nuestros diseños son soportes para palabras, las que se dedicó a recopilar en pequeñas fichas una mujer. Una a una hasta tenerlas todas.
Esta es la página de primera edición de la sección Mundo con la que apareció el redactor jefe de cierre anunciando, sonrisa encantadora por delante, que "había que darle una vuelta". Y me dio una vuelta el corazón. Llegaban por agencia noticias sobre incidentes violentos entre estudiantes de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas (esto sucedió sin que fuera allí ningún rey español ni nada parecido, ¿eh?, en este caso concreto creo que se pelearon entre ellos sin ayuda externa), con el resultado de varios heridos de bala. "Claro que lo que más nos interesa son las imágenes, poder dar alguna en esta página... están llegando fotos muy buenas de AP" (la agencia Associated Press). Y me dio el sobresalto cardíaco porque lo habitual en ocasiones así es el desbarate absoluto, en un minuto, de lo que se ha pensado y hecho durante todo el día. Y no, las arritmias desaparecieron al ver las fotos, en realidad, al ver la foto; el zafarrancho lo propuse yo entonces: la foto, el fotón, había que darlo a cuatro columnas. Para eso, eliminamos la anterior imagen a tres del tema principal sobre la crisis en Paquistán manteniéndolo no obstante como tema principal porque si ellos habían pensado visualmente la noticia de Venezuela (al menos un poco, en términos de fotografía) yo recompuse la página pensando en términos periodísticos (otro poquito, sin abusar ninguno) de manera que lo más importante tipográficamente seguiría siendo Paquistán. Se pudo recolocar la publicidad en otra página y conservar todo lo demás prácticamente igual.
¿Por qué es tan buena la fotografía? Pues aparte de que porque nos gusta mucho, como todos decíamos solidarios la otra noche, porque lo tiene todo, absolutamente todo. Porque ella sola cuenta la historia con esa fuerza y contundencia visual a la que no llegan las palabras, al menos no tan rápido. Fuerza y contundencia que se producen por una mágica unión de forma y contenido que alguna vez sucede, y por eso nos gusta mucho, como decíamos que decíamos.
La fotografía muestra la lucha de dos jóvenes contra otros dos (grupos de estudiantes enfrentados) separados por una puerta (dos bandos diferenciados), y a uno de ellos empuñando una pistola contra los otros (heridos de bala). Los rostros nos transmiten el dramatismo del momento, pero hay más, la forma, la composición casi perfecta con una línea vertical creando tensión (es de las veces que más claro he visto esa teoría de la gramática visual sobre tensión vertical y reposo horizontal). Y qué me dicen del fuerte contraste entre la zona oscura en el lado izquierdo, precisamente de donde emerge el pistolero, frente a la zona clara de sus oponentes, contraste que, casualidades del destino, es uno de los elementos visuales que más acentúan el dramatismo. El toque de color es ese naranja central, naranja de peligro. Un prodigio de imagen disparada en centésimas de segundo por la propia intuición del fotógrafo que, como todos comprenderán, en medio de un tiroteo no creo que se ande analizando encuadres. Un pequeño milagro que nos puso de acuerdo aquella noche de solidaridad editorial.