martes, 29 de enero de 2013

El calendario de Yorokobu... y mucho más

Ya os hemos hablado en alguna que otra ocasión de la revista Yorokobu. Pero lo cierto es que no lo hemos hecho con la atención que tan interesante iniciativa merece. Y es que se trata, sin duda, de uno de los proyectos periodísticos más innovadores tanto desde el punto de vista de la forma —recordad que fue elegida en 2011 como la revista mejor diseñada de España y Portugal en los Premios ÑH8 que organiza el capítulo español de la SND— como en sus sorprendentes contenidos.


Yorokobu es un claro ejemplo de cómo se hace eso del "valor añadido", de generar contenidos con rigor y calidad para leer como se debe leer —y por eso su acertado lema 'Take a walk on the slow side', dándole una vuelta al mítico título de Lou Reed—; así como del "valor añadido" en la forma con un diseño que se nutre fundamentalmente de las posibilidades de la tipografía y la ilustración, y que en ocasiones alcanza la excelencia en la originalidad de sus portadas, alguna de ellas tan cambiante que cada lector puede hacer exclusivamente suyo su único ejemplar, como en el de noviembre de 2010 en el que los caracteres de la cabecera buceaban sumergidos en el líquido encerrado entre la portada y una segunda lámina de plástico (se trata del número reproducido arriba), o del más reciente de diciembre de 2012 en el que con el motivo de su tercer aniversario su portada para los suscriptores era una pizarra sobre la que cada lector podía hacer su propio diseño con tizas. "Si te vuelvo a ver pintar un corazón de tiza en la portada de Yorokobu..." recopiló alguno de estos diseños de los lectores.



Yorokobu es, además, un clarísimo ejemplo de que no se trata del soporte, de que la simplificación esa tan manida que ya nos aburre de que "internet, sí y papel, no", es eso, una simpleza que repiten, cansinos ya, algunos gurús baratos del apocalipsis sin más argumentos que el de pretender ser modernitos. Aparentar, que se decía antes. Que no se trata del soporte, sino de la utilización inteligente del soporte. Como hacen en Yorokobu, que nació como revista impresa en 2009 a la vez que comenzaron a publicar su web de manera COM-PLE-MEN-TA-RIA, y que a la inversa pero de manera también COM-PLE-MEN-TA-RIA llevan a cabo con éxito en Jot Down (primero como página web y después como revista impresa en este caso). Dos ejemplos de periodismo de rigor y calidad, innovadores, que parecen indicar que un proyecto es más sólido no renunciando a nada, utilizando con inteligencia los DOS soportes. Si es que parece hasta de sentido común...

Yorokobu está editada por una pequeña empresa llamada Brand&Roses dedicada a crear contenidos (lanzar la revista y el blog fue su estrategia para posicionarse en el mercado, emprendedores de verdad). Está dirigida por Juanjo Moreno, su redactora jefe es Mar Abad —coautora junto a Mario Tascón del libro 'Twittergrafía' y con con quien casualmente compartí aulas en la Complutense—, su director de Arte es Luis B Hernández y Marcus Hurst además de escribir artículos es su community manager —con quien, además, tuve la suerte de formar parte de un jurado en los premios ÑH, tal y como os contamos en su día—.



Marcus ha tenido la amabilidad de enviarme el último número de enero, en el que incluyen un calendario para 2013 tan bien diseñado como la propia revista y, como la propia revista, apostando fuerte por la ilustración. Un calendario que me ha llevado a escribir lo que estáis leyendo sobre Yorokobu. La portada es el 'mandala' de iconos, alguno de ellos bastante curioso —fijaos bien—, reproducida arriba. Cada mes consta de una doble página con una gran ilustración en la página izquierda y el mes en la derecha con una publicidad en la parte inferior bastante bien integrada, muy visible pero no molesta o agresiva.






Mucha calidad en las ilustraciones, ¿no?, en estos ejemplos de enero (Mdonada), marzo (Aka Corleone), junio (Juan Díaz Faes) y septiembre (Ricardo Cávolo). Estilos distintos, todos ellos muy buenos, los de estos doce ilustradores, la mayor parte de los cuales colaboran habitualmente con la revista.



Yorokobu quiere decir "estar feliz" en japonés —¿no es optimismo y felicidad lo que nos hace falta?— y no tengo mejor manera de terminar que reproduciendo lo que ellos mismos nos dicen sobre su velocidad lenta de lectura, y de vivir, su Take a walk on the slow side: 

"La velocidad frenética mueve hoy el mundo. Pero la prisa deja por el camino muchas sensaciones y todos los detalles.
Nosotros queremos parar. Olvidarnos del futuro porque lo que nos importa es saborear el presente. Tirar el reloj por la ventana y sentarnos a leer como si lo único que existiera en ese momento fuera la revista que tenemos entre las manos.
Acariciar el papel, oler su tinta, observar los colores hasta su último matiz, entrar en las historias como si los protagonistas fuéramos nosotros…"
"Olvidarnos del futuro porque lo que importa es saborear el presente", incluso un presente impreso en papel. Enhorabuena... y gracias.

miércoles, 23 de enero de 2013

Saul Bass, el hombre de los títulos de crédito


Puede que los títulos de crédito que habéis podido ver en el vídeo de arriba sean unos de los más famosos del mundo del cine (descontando los de la saga James Bond), de los más reconocibles, e, incluso, de los más sencillos (en cuanto a número de elementos) y efectivos.



Saul Bass, su creador, no empezó, como puede parecer por su extensa obra, en el mundo de los carteles y créditos cinematográficos. Aunque también empezó vendiendo sueños: trabajaba en publicidad, en agencias de Nueva York y posteriormente en Los Ángeles (todo muy Mad Men). Fue precisamente en Los Ángeles donde entró en contacto con el cine y, tras la petición de Otto Preminger, haría su primer cartel para la película Carmen Jones. A Otto le gustó tanto el cartel que le encargó los créditos iniciales.



A partir de ahí, su trayectoria se dispara y los grandes directores quieren trabajar con él. Y muchos lo consiguieron. De sus trabajos con Martin Scorsese, Spielberg o Willy Wilder salen auténticas obras de arte que suponen una muesca en la historia del Diseño Gráfico y el Cine. Obras inmortales como el cartel o los títulos de crédito de Anatomía de un asesinato, El rapto de Bunny Lake, Psicosis, Vértigo, Horizontes de grandeza, Goodfellas, Oceans Eleven, El cabo del miedo (la de Rober de Niro), La edad de la inocencia, Éxodo o Con la muerte en los talones. Casi nada.


De esta maestría sabe mucho Gerardo Vera, también director de cine y coleccionista a tiempo completo de carteles de películas. Con su archivo, el Círculo de Bellas Artes de Madrid ha montado  (hasta el 17 de febrero) una modesta exposición (por tamaño y por escasez de recursos [ni un triste folleto y ni mucho menos un catálogo/libro] pese a los dos euros que cuesta la entrada) con algunas de las piezas más representativas del artista norteamericano.


Así, se pueden ver clásicos como el cartel de Anatomía de un asesinato, una oda al minimalismo y al menos es más; el más que reconocible cartel de West Side Story (sí, también lo hizo él); o el de Vértigo (no hace falta que veamos el título, ya sabemos qué película es). Carteles grabados a fuego en la cultura popular del séptimo arte  Pósters que van desde lo más icónico a lo más realista; desde el uso de dos, tres colores y una esmerada (y muy acertada) tipografía al recorte y silueteado de fotografías; unos carteles que igual beben de la Bauhauss, Picasso o el hipermodernismo. Un auténtico "artista ecléctico, inclasificable", como reconoce Vera.


También se pueden disfrutar de pequeñas, y desconocidas, joyas que llevan la firma de Bass. Y digo firma porque es así, firmados en un lateral, como un cuadro. Un descarte (mucho mejor que el original señor Kubric) de Spartacvs (que pasaría por una pieza hecha por los mejores estudios hoy mismo); un cartel japonés del Puente sobre el río Kwai 2 (o algo así, no queda muy claro en la exposición); o una estremecedor póster de La lista de Schindler descartado por "no ser comercial (¿?).


Imagen extraída de www.lachicadelflequillo.es

De todo este material (y más que ha quedado grabado en nuestras retinas), se puede inferir que Bass era el "más grande diseñador de carteles y títulos de crédito", como dice Vera en la presentación de la exposición. Y no podemos reprochar nada, porque es verdad. O acaso alguno de vosotros no ha dicho "qué pedazo de títulos de crédito" y se ha fijado para ver quién los había hecho. Eso, creo, sólo lo ha conseguido una persona: Saul Bass.

 El cartel no comercial de La lista de Schindler


Algunos de los carteles de Bass




Fotografías de la exposición de Mario Benito


ACTUALIZACIÓN

Tras la publicación de este artículo, Roberto Gamonal —tipógrafo, investigador del diseño y la tipografía, periodista, maestro de Periodismo en la Universidad Complutense y de Tipografía en el Istituto Europeo di Design, socio fundador del taller-escuela-laboratorio de investigación de imprenta artesanal La Familia Plómez y coeditor del blog de referencia sobre tipografía en lengua castellana Unos Tipos Duros, por citar lo más destacado...— y amigo de encajabaja a quien tenemos mucho cariño, nos ha hecho llegar "por si os puede interesar" un completísimo trabajo suyo sobre títulos de crédito —con especial incidencia en la tipografía, y en el que se destaca evidentemente la figura de Saul Bass—.



El trabajo, titulado "Píldoras creativas del diseño gráfico en el cine" (aquí tenéis el pdf) se publicó en la revista 'Icono14'  (revista científica sobre Comunicación y Nuevas Tecnologías) en el año 2005, además de la profundidad y el rigor del análisis incluye una gran muestra de imágenes muy relevantes, así como una interesante bibliografía. Todo un lujo que agradecemos a Roberto y que ya nos diréis si "es de interés" o no... Leed, leed.

lunes, 21 de enero de 2013

II Premios La Buena Prensa

He encontrado una excusa perfecta para hablar de un blog sobre diseño periodístico que es más que un blog sobre diseño periodístico. Es todo un proyecto, una filosofía de vida digitalizada a diario, es el pleno convencimiento de que hacer bien las cosas merece la pena, y tendrá futuro hacerlo, es uno de nuestros primeros enlaces imprescindibles desde el año 2008, es... MAJ.



La Buena Prensa está editado por Miguel Ángel Jimeno, MAJ, que es todas estas cosas que podéis ver aquí y que me atrevo a resumir así: periodista y profesor de periodistas en la prestigiosa Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, la FCOM. Y La Buena Prensa es una iniciativa atípica, distinta y cojonuda principalmente por dos razones:

La primera de ellas se explica en el propio lema del blog: "Porque todos los días se publican páginas de buen periodismo". Y es que, en contra de lo que solemos hacer la inmensa mayoría de los periodistas, MAJ se dedica en su maravilloso sitio web ¡a hablar bien de los demás! ¡En serio! A destacar lo que merece la pena, a descubrir A DIARIO páginas de calidad publicadas en los diarios impresos de todo nuestro país. Que las hay, y muchas más de lo que podríamos imaginar, tantas como para aplastar cada jornada a toda la legión de gurús baratos del apocalipsis del papel.

La segunda es mi más absoluta admiración al trabajo que supone llevar a cabo su descomunal labor de rastreo, lectura, comparación, edición de imágenes, escritura de los textos... En alguna ocasión el propio MAJ nos ha dicho con cariño —con cariño navarro, entiéndase—, y con razón, que ya nos vale en encajabaja para que siendo los que somos no actualicemos a diario este vuestro y nuestro blog que ahora mismo acabo de actualizar, ¿eh, MAJ?

Miguel Ángel Jimeno, Mario Benito (un servidor), y Laura González, en Pamplona (foto Javier Vidal).

Con razón, sí, pero estoy seguro de que el elevado porcentaje de humanos perezosos que deben, debemos, rondar el 90% —y ya es ser optimistas suponer que el 10% sea laborioso—, y muy especialmente quienes un buen o un maldito día se embarcaron en esto de editar un blog o cualquier página web actualizable entenderán perfectamente lo que quiero decir.

El comienzo suele ser de absoluta ilusión, de frecuentísimas actualizaciones sin que importe lo de dormir poco, continúas cada vez con más dificultad y fuerzas menguantes... hasta que ahora, años después, si sigues, haces lo que puedes (son ahora aproximadamente las tres de la madrugada de una noche de domingo a lunes; durante todo el día, domingo, he estado trabajando en el periódico...). Aunque no sea exactamente igual, y con un nivel de responsabilidad mucho menor, recuerdo a menudo las palabras que escuché decir al gran fotoperiodista Santiago Lyon en relación a lo de "alimentar al monstruo" para referirse a la interminable y cíclica labor de quien trabaja para una gran agencia de noticias, en su caso AP. Apenas has logrado enviar una fotografía del rigor y calidad que exigen las grandes agencias internacionales, con lo complicado que es eso... y tienes que estar ya pensando en cómo 'alimentarlo' para la siguiente toma, mañana, o bien horas después.

Pues principalmente por estas dos razones, por hablar bien de los demás, y por el enorme trabajo de "alimentar el monstruo" a diario quería hablar de MAJ y de La Buena Prensa. ¿Y la excusa que empecé mencionando para hacerlo?



Pues que, además, el incansable, e insaciable, MAJ, organiza desde el año pasado, nada más y nada menos los Premios Periodísticos La Buena Prensa. Por si tuviera poco que hacer. Esta segunda edición está ya en marcha y el plazo para presentar trabajos está abierto hasta el próximo 15 de febrero. Están destinados a trabajos periodísticos en lengua castellana publicados en España y América Latina en ocho distintas categorías: mejor reportaje, mejor entrevista, mejor análisis, mejor crónica, mejor cobertura de hecho previsto, mejor cobertura de hecho imprevisto, mejor suplemento y mejor serie. No hay que pagar por presentarse —dato importante por varias razones que ya hemos comentado en otras ocasiones en relación a otros premios—, se pueden enviar páginas o direcciones de internet, y pueden hacerlo los autores de manera individual, o bien el medio como institución.

Os animamos a que enviéis pdfs a MAJ (en el enlace figura la dirección de correo electrónico) con aquellas de vuestras "páginas de buen periodismo que se publican todos los días". Por supuesto, os informaremos de los trabajos, medios y profesionales que resulten premiados. De momento, la enhorabuena para MAJ, una vez más. Y un abrazo, claro.

miércoles, 16 de enero de 2013

Imogen Cunningham

Entre esta imagen de aquí...


... y esta otra imagen...


... median casi 70 años.

La primera fotografía es un autorretrato de la gran fotógrafa norteamericana Imogen Cunningham. Una de sus primeras obras, tomada en 1906 en el campus de la Universidad de Seattle donde estudiaba química con el fin de avanzar en la fotografía. Tiene 23 años, está tumbada, desnuda y, evidentemente, ocasionó un pequeño escándalo.

La segunda imagen no es de Imogen porque es ella, precisamente, la excéntrica ancianita que se acerca con su cámara rolleiflex colgada, a una joven desnuda con la intención de fotografiarla, como suponemos que hizo en innumerables ocasiones durante muchos años. Lo hace al aire libre, en plena naturaleza, como solía fotografíar también. Tal vez por eso, sea uno de los mejores retratos que le hicieron, para mí, el mejor. En esta segunda fotografía de 1974 —dos años antes de su fallecimiento—, que fue portada del libro de Judy Dater 'Imogen Cunningham. A Portrait', tiene más de 90 años y también aparece 'fotografiado' su espíritu libre, inquieto, curioso...

Ambas imágenes, separadas por décadas y por técnicas distintas, comparten sin embargo algo intangible. ¿Libertad? De contenidos, formal, de creación, de transgresión, riesgo y búsqueda....

Esta otra imagen de Imogen Cunningham es de 1928...


... y de cualquier año en que la miremos. Es una obra maestra absoluta. Es intemporal. Su autora ha superado ya la primera fase 'pictorialista' de ese primer autorretrato, y evoluciona a toda velocidad hacia lo que se denominó la "nueva objetividad" formando parte en 1932 de la fundación del grupo llamado 'f/64' (la nitidez absoluta frente a los 'desenfocados' paisajes brumosos de cuentos de hadas del 'pictorialismo') junto a fotógrafos como Ansel Adams o Edward Weston. Luces y sombras, composición, texturas, abstracción y realismo unidos.... Una obra maestra que ya no pertenece a ningún estilo, sólo al suyo propio, al de ella, ni a ninguna época, porque es de todas. Una obra grandiosa que está copiada a un tamaño muy pequeño de apenas 7 por 9 centímetros (más pequeño que lo que veis ahora y aproximadamente la mitad del tamaño que aparece si pincháis en la imagen), expuesto sin que se vea en absoluto eclipsado, casi todo lo contrario, junto a las grandes copias, espectaculares, de las fotografías que Cunningham hizo de motivos vegetales.


Grandes tamaños y excelencia en la calidad técnica, además de artística. Copias en gelatina de plata sobre maravilloso papel baritado con un resultado casi ¿orgánico?, de vida que parece poderse tocar, y que la tecnología digital no ha conseguido todavía emular por la sencilla razón de que nunca va a poder hacerlo. Hará otras cosas, muchas y mejores, pero esto... no.

Por eso ninguna pantalla puede reproducirlo tal y como es, tal y como la depuradísima técnica de estos auténticos genios de la fotografía del siglo XX alcanzó en un camino que ya nadie más sigue  (aquí estáis viendo aproximaciones, proyecciones de imágenes de imágenes). Ni lo consigue la reproducción de las imprentas. Hay que verlo, pues, si podéis, en las copias de gelatina de plata que exhibe la Fundación Mapfre de Madrid en la que posiblemente sea la mayor y más completa exposición sobre esta grandisíma fotógrafa de las organizadas en nuestro país hasta ahora (al menos, que yo tenga constancia). Pero no lo dejéis para más adelante, porque la muestra termina el próximo domingo, 20 de enero.



Y para terminar, no podemos dejar de incluir, por razones evidentes, la Periodiquería que Imogen Cunningham fotografió en Oakland (Estados Unidos) en 1939.


lunes, 14 de enero de 2013

¿Para qué sirve un 1 por 1?

Un módulo de alto por una columna de ancho. Cuatro centímetros cuadrados escasos. La superficie aproximada de un par de sellos postales (los que no sepáis qué demonios es eso, levantaos de una puñetera vez del ordenador y salid a que os dé un poco el sol, coño...). Nada... Un 1 por 1, un recurso, esa esquinita...

Un 1 por 1 de publicidad no vale para casi nada. Habiendo espacio de sobra para anunciarse, no vas a elegir el menor tamaño posible. Y con los precios de hoy en día, menos. Hoy puede anunciarse en un periódico hasta el bar de la esquina, no cuesta ya tanto dinero comprar un par de módulos en la prensa nacional. Como recurso sí que tiene cierto interés, cuando con un 1 por 1 consigues igualar algún desnivel fruto de la acumulación de pequeños anuncios que se escalonan como fichas de un tetris publicitario. En estos casos, el 1 por 1 devuelve a la línea recta el protagonismo que los módulos pueden hacerle perder. En diseño (y en la vida) todo es más fácil cuando es en línea recta.

Hace poco más de un mes, se rompió mi lavadora. La asquerosa, traidora, desleal de ella volvió a romperse una vez más. Y en esta ocasión quedaba descartada la reparación. De una vez por todas, estaba decidido a sustituir mi antigua y poco fiable lavadora por una auténtica máquina de precisión, un buen aparato que fuera capaz de lavar de manera ininterrumpida las montañas de ropa sucia que producen los niños de una familia numerosa... Con esa intención fuí a El Corte Inglés y tras dudar (mucho) entre un modelo de Siemens que costaba 679 euros pero que estaba rebajada a 579 y uno de AEG de 599 euros terminé decidiéndome por el segundo. Una fiera. Una bestia parda. Una máquina... de lavar.

Siempre que compras algo caro a los dos días lo ves en la misma tienda más barato. Es como lo de la tostada y la mantequilla, qué os vamos a contar que no sepáis. Es el universo, funciona así, está diseñado para tomarte el pelo y no se puede hacer nada al respecto. A los tres días de comprar mi flamante lavadora, venía encartado en el periódico un folleto de ofertas de El Corte Inglés. Lo ojeaba despreocupado en la hora de la comida cuando de pronto me fijé en esta página:




La lavadora Siemens, la que tanto me había hecho dudar, rebajada ¡220 euros! ¡De 679 a 459 euros! Solté todo lo que estaba haciendo, y salí corriendo hacia los grandes almacenes. Todavía no había recibido la nueva y estaba a punto de deshacer la compra y ahorrarme 150 euros. Un éxito absoluto.

Cuando me presenté en la planta de electrodomésticos, me atendíó un señor muy amable. Extremadamente amable. Tanto, que me dio hasta pena que tuviera que presenciar lo que estaba dispuesto a hacer. Le dije que estaba interesado en el modelo rebajado y me acompañó para verlo. Cuando llegamos a él, palidecí. Estaba rebajado de 679 a 549. 5-4-9 no 4-5-9. La palabra "errata" empezó a resonar en mi cabeza. Errata-errata-errata-errata.... ¡Errata! El catálogo debía estar mal, en el cartel de la lavadora lo ponía bien claro: 549 euros. ¡Ya me parecía a mí mucho descuento!

En fin, que no cunda el pánico. Conozco mis derechos como consumidor y sé que si el catálogo está mal no tengo porqué asumir ese error. He acudido a por una lavadora de 479 euros y vive Dios que me la voy a llevar. Soy lo suficientemente cabezón y ridículo como para entablar la guerra de las Galias por un asunto como éste... El señor amable que me atendía vio la diferencia de precio y me dijo:
—Debe ser un error del catálogo, señor...
—O de su cartel —repliqué casi sin darle tiempo a terminar.
—Déjeme que lo mire en el sistema, un momento...—. Y al poco volvió moviendo la cabeza:
—En el sistema pone el mismo precio, 5-4-9.
—Debe ser un error de su sistema, entonces —contesté ya totalmente consciente de lo panza arriba que me encontraba en ese momento. Llegados a este punto, no se puede ceder. Perdimos la dignidad hace ya mucho rato... ahora sólo queda seguir hacia el precipicio... 
—Voy a preguntar al jefe de planta.
—Pregunte, pregunte...

Y esta vez tardó en volver. Y por un momento empecé a albergar esperanzas de llevarme el gato al agua. Si no podían demostrarme el error del catálogo, la lavadora sería mía y por mucho menos dinero. Ahora que lo escribo, pasados dos meses, me avergüenzo de mí mismo, pero en ese momento, era la reencarnación de Paco Martínez Soria y su entrañable Don Erre que erre... De allí no me movían ni los GEO.

Al rato, este excelente vendedor de El Corte Inglés, ese hombre imperturbable que me aguantó allí todo el rato sin torcer siquiera el gesto, volvió con un folio en la mano. Mirándome y, con semblante de no estar disfrutando en absoluto el momento, me dijo: 
—Me temo que voy a tener que mantenerle el precio que pone el cartel de la lavadora, no el del catálogo...
—¿Cómo puede ser eso? —le pregunté.
—Hoy mismo se ha publicado una rectificación en la prensa en referencia a ese producto, precisamente... —y me enseño el siguiente recorte: 



Hay veces que miras a la cara a la gente porque, honestamente, ya no sabes dónde narices mirar... Y en ese momento, yo no sabía dónde meterme... Ahí frente a mis ojos estaba la rectificación que me quitaba los pocos argumentos que me quedaban... Con un hilo de voz, pregunté:

—¿Dónde dice que se ha publicado esto?
—En EL MUNDO —me contestó... y me enseño una fotocopia de una página de ese día:

En EL MUNDO. En MI periódico. En el periódico que yo maqueto. En el periódico que había abandonado una hora antes, dando saltos como un conejo, porque había barruntado la posibilidad de ahorrarme unos pocos euros...  Allí, escondido entre otros anuncios, como le corresponde a un diminuto 1 por 1, estaba la rectificación. Publicada y en papel, por cierto, talibanes de la web... En la sección de nacional, en la página 8. En una página que, ironías del destino, hablaba del histórico batacazo que se acababa de pegar Artur Más en las elecciones catalanas. El universo, decíamos, está diseñado para tomarte el pelo. Y para descojonarse de ti en tu cara. Pero es que algunos lo provocamos más de la cuenta. Y el batacazo de Mas me lo había llevado yo, y casi sin verlo venir.

En un intento final por recoger del suelo la poca dignidad que aún me quedaba, me erguí y le dije muy serio: 
—Entonces... recibo la lavadora AEG que compré mañana en mi casa, ¿verdad?
—Mañana sin falta, señor —me respondió con una sonrisa de complicidad el amable señor que me atendió.

Y, disimulando mi bochorno, me di media vuelta y me fui de allí...

¿Para qué sirve un 1 por 1?  No es que sea gran cosa. Es un espacio diminuto y que apenas se ve. Suele ser en blanco y negro, no destaca en una página y menos aún enterrado entre bloques mayores de anuncios. Un 1 por 1 es poca cosa. No sirve para demasiado. 

Pero un 1 por 1 se publica en un periódico. Y lo que se publica en un periódico es vinculante. Con los lectores o con los clientes, que lo mismo da. Y si se publica, va a Misa. Y a veces, sólo hace falta decir: "Mira, está aquí, en la página 8, publicado en papel" para dejar sin argumentos a tanto pretencioso que pensaba que esto lo arreglaban ellos con un poquito de palabrería, con algún truquito de magia barata. Y por muy pequeño que sea, por poca superficie que ocupe, está publicado en el periódico, impreso en papel. Y eso, queridos,  significa que tenemos un problema. Estés emparentado con el Rey, te financies ilegalmente, montes fiestas para chavales sin ninguna medida de seguridad o seas tan pardillo como para pensar que vas a llevarte algo por 200 euros menos de lo que vale porque le has visto los hilos a la marioneta... Al final, la verdad suele ver la luz desde las páginas de un periódico.

Por cierto... Hoy venía un nuevo catálogo de El Corte Inglés encartado en el periódico. Mi lavadora, la AEG, está rebajada 100 euros.


Si presto atención, puedo oír como el universo se descojona de mí, a lo lejos...

viernes, 11 de enero de 2013

Diseño!!!

Os mostramos el fascinante proceso de la creación de un vestido. Con una toma de imágenes perfecta, unos textos que se mimetizan con la acción, una excelente música y la cara de felicidad de la diseñadora al acabar su trabajo hacen de éste nuestro primer vídeo del año.



The Art of Making, Red Dress from Deep Green Sea on Vimeo.

En 'Deep Green Sea' han creado la serie 'The Art of Making' para descubrir a todas esas personas que 'luchan contra el pesimismo actual armados con imaginación y pasión'.



The Art of Making, Alma Flamenca from Deep Green Sea on Vimeo.


The Art of Making, The Carpenter from Deep Green Sea on Vimeo.

Curiosidad aparte, si lo veis en Vimeo, observaréis al lado de las pestañas 'seguir', 'agregar' y 'estadísticas' que hay una nueva: 'Dar una propina a este vídeo'. Particularmente, es la primera vez que veo algo así. ¿Será el nuevo camino?