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lunes, 7 de noviembre de 2011

Dos en la carretera: encajabaja en la Universidad de Navarra (I)

On the road, again! Los encajabaja de nuevo en su versión más itinerante. Pero ésta vez no era una ocasión cualquiera... esta vez el destino era Pamplona, cuna de una de las mejores facultades de periodismo del mundo, en la que este humilde cronista tuvo la inmensa fortuna de desarrollar su formación académica. Un viaje apasionante profesionalmente, en especial para nuestra tanqueta de Getafe, Mario Benito, designado como miembro del jurado de los premios ÑH8 (2011) pero también muy emotivo y sentimental para este humilde cronista que vivió sin duda cuatro de sus mejores años en ese impresionante campus y en esa maravillosa ciudad.

Empezamos a coger gustillo a esto de desplazarse, aunque nunca habíamos sido designados ninguno como miembro de ningún jurado. Y siendo honestos, había cierto nerviosismo... Estábamos citados en Pamplona para la hora de la comida, así que decidimos quedar con tiempo, para viajar tranquilos. Salimos con un poco de retraso debido al tráfico madrileño, pero no nos preocupaba, dada la cilindrada del motor del coche de Mario, todo un derroche en estos tiempos de recortes, y de su supuesta destreza al volante... Pero al entrar en carretera una sucesión de obras en cadena durante los primeros doscientos kilómetros del trayecto nos terminaron por hundir la media de velocidad... Y es aquí donde se gesta una de las mayores campañas de difamación que hemos tenido ocasión de presenciar en los últimos años: hace unas semanas, este pobre cronista suyo sufría uno de los ataques más virulentos e innecesarios que recuerde. Y lo sufría, para mayor dolor suyo, desde las páginas de éste, su blog...

CRÓNICA DE UNA INFAMIA
Vamos por partes... Impropio el ataque. Impropio de personas que dicen ser hombres de bien. Impropio de colegas de trabajo, porque eso, entre compañeros, no se hace. Y sobre todo, impropio por falso, por injusto, por gratuíto, por cobarde, por inmerecido... Según la débil argumentación de mi colega de blog, en adelante, el señor Benito, yo soy la constante de esos dos viajes fallidos en los que la velocidad brillló por su ausencia, en los que sentí como envejecía miserablemente en mi asiento del coche al ritmo del paso de los kilómetros, despacio, muuuuy despacio... Según el Sr. Benito, yo tengo la culpa de que Luisito Blasco recorriera los 626 kilómetros que separan Madrid de Estepona en casi diez horas de 'temeraria conducción deportiva' o de que el día que acudíamos a Salamanca una espesa nevada cubriera la carretera con un blanco manto que pedía a gritos precaución, amigo conductor...
Y siguiendo esa línea de argumentación propia de un mentecato, yo y sólo yo, provoqué que en la N-1 el día del trayecto a Pamplona no hubiera ni tres kilómetros seguidos sin obras... Un despropósito... Lo que no cuenta el sr. Benito es que en la vuelta de Salamanca no pudimos correr porque casi se queda sin gasolina en su flamante y ¿veloz? coche. Un lamentable imprevisto, pensaréis... ¡¡Estuvo avisando que se quedaba sin gasolina durante más de 100 kilómetros!! Como tampoco cuenta que en el trayecto de vuelta desde Pamplona a Madrid y conmigo en el coche, se cumplió el horario programado escrupulosamente e incluso no se hizo más rápido por culpa de una pequeña peculiaridad del sr. Benito al volante... Peculiaridad que, visto lo visto, me veo forzado a hacer pública:

¿Sabéis esas personas que cuando hablan contigo se te echan, literalmente, encima? Mario Benito es una de ellas. Vehemente, locuaz, expresivo... El sr. Benito es un torrente una vez se arranca, un torbellino que te encima y te acosa físicamente en el calor de una conversación... incluso a veces, si se sofoca fruto de su avanzada edad, te quita la palabra y llega a contestar él mismo a las preguntas que te había formulado segundos antes... Los que le conocéis sabéis de qué hablo...

Lo que nunca pude imaginar es que hace eso en tierra firme... ¡y al volante de su coche!

Se contonea, se retuerce... te mira fíjamente a los ojos, desafiante... mientras se le va el coche en las curvas, y se le va, y se le va.... Al final, al borde de caer en la cuneta, lo recupera, fruto de la casualidad, o del instinto de supervivencia , ¡vaya usted a saber! El caso es que no fue una vez, ni dos... ni diez. Fue una constante en un viaje en el que al principio temí morir desparramado por una de esas cunetas de Dios y que al final, de tanto sufrir, terminé contando, indiferente, los distintos episodios como curiosa anécdota que, por supuesto, no pensaba divulgar... Hasta que el día de la infamia tuvo lugar...

Y para haceros participes en su absoluta totalidad de esta experiencia cercana a la muerte comparto con vosotros, lectores, estas imágenes que reflejan como nadie la agónica experiencia que me tocó vivir:


IMÁGENES: LA HORA DE JOSÉ MOTA (TVE) MALINTENCIONADA EDICIÓN DEL VIDEO: JAVIER VIDAL

Terrorífico. Entre bandazo de carril y bandazo, fuimos consumiendo kilómetros. El excelente disco One man Band de James Taylor fue amenizando el trayecto mientras la conversación fluía... y el coche iba y venía... Al final de tan ajetreado viaje, llegamos a Pamplona. Y con agrado pudimos comprobar que básicamente todo sigue en el mismo sitio que hace quince años. Eso facilitó que con unas pocas indicaciones de este cronista llegaramos a la primera al hotel, pese a que el GPS de Mario insistiera en llevarnos a otro hotel de Logroño. Dos viejos amigos de encajabaja nos esperaban en la recepción: Laura Gónzalez y Carlos Pérez de Rozas, tipo único donde los haya. Junto al resto del jurado, profesionales de toda España y Portugal, partimos paseando hacia la universidad. “Seguidme, conozco bien el camino...”

ENCAJABAJA POR PARTIDA DOBLE
Este viaje ha sido especial por muchos motivos. Profesionalmente, porque no podemos agradecer lo suficiente el nombramiento de Mario como miembro del jurado de los ÑH. Significa mucho para nuestra sección y para nuestro humilde blog. Y ha sido, además, un reencuentro bastante emocional con una etapa muy importante de la vida de este cronista que les escribe. Y es que en Pamplona tomó forma todo. Y uno se hace mayor y está hecho un sentimental y pensaba que ya no se acordaría de nada... y lo cierto es que se acuerda de todo. Tanto es así que fue enfilar el campus por la antigua cuesta de Fuente del Hierro y sentir que la última vez fue ayer, aunque ayer fuera hace quince años. El espectacular campus, verde y majestuoso nos recibió a un pequeño grupo formado por Mario, Laura, Álvaro Varona y servidor que bajaba recordando batallas de hace mil años. Mario disparaba su cámara de fotos hacia todas partes, mientras ambos admirábamos los nuevos edificios que se levantan en el campus: una nueva facultad de económicas y el próximo año, un museo proyectado por Moneo. Impresionante.

El impresionante edificio de Bibliotecas junto a las Torres de Belagua

Ciencias sociales, imponente construcción de hormigón y periodismo


Después de comer en el comedor de la biblioteca y de haber conocido a la totalidad del jurado, empezaron las deliberaciones. En esos momentos, encajabaja se separaba. De la parte del jurado ya ha contado Mario batalla y andanzas... Pero mientras cumplía con diligencia con sus labores de jurado, yo disfruté de dos jornadas inolvidables en el campus, sin nada más que hacer que disfrutar del ambiente universitario, recordar viejos tiempos y visitar a los viejos amigos, profesores, empleados de la universidad. Realmente, un auténtico regalo. Antiguos compañeros de promoción como Miguel García San Emeterio y Paz Ugalde, secretario y directora de comunicación de la facultad de comunicación, respectivamente. O Fernando López Pan, maestro de periodistas, que consiguió que promociones enteras escribieramos historias con cierto criterio y, por supuesto, a nuestro querido MAJ. No vamos a descubrir ahora a Miguel Ángel Jimeno. Pero yo tenía mucho interés en que Mario, amigo y compañero, conociera personalmente a quien de tanto aprendí sobre edición, sobre diseño, orden e información en la universidad. Cosa que sigue haciendo a diario en su imprecindible blog la buena prensa. El encuentro no tuvo desperdicio. Y es que hablar el mismo idioma, el del periodismo puro y duro, hace que se intime muy rápido...

Tras una primera jornada agotadora, unos a fichas y otros a viejos amigos, y un breve refrescarse en el hotel de concentración, la delegación de jurados, organizadores, y adjuntos partió para la primera cena en Pamplona. El lugar elegido por la organización no podía ser mejor: Casa Otano, todo un clásico en la calle San Nicolás, zona cumbre, vía sagrada para aquellos que aprecian el placer de tomarse algo en buena compañía, vía que fue trabajada con fruición por este cronista en sus años universitarios, y que está preñada de sitios históricos en los que tomar pinchos, copas o lo que se tercie...

Llegada a la calle San Nicolás... ¡Ambientazo!

MAJ, Mario Benito y Laura González esperando para entrar a cenar junto al Ulzama, una debilidad muy particular... La de neuronas que ha perdido el cronista entre sus paredes azules por culpa de sus bebedizos...

La cena no puede calificarse de otra manera que no sea triunfal. El coqueto comedor del Otano, en la primera planta de la casa, acogió una encantadora velada entre amigos y compañeros de profesión. La conversación, afortunadamente, fue mucho más allá de la crisis y los recortes. Proyectos futuros, tendencias, amigos comunes, mil anécdotas que hicieron llorar de risa a más de uno... Y en una esquinita de la mesa, Mario, Laura, MAJ, servidor, Diego Zúñiga, de El Correo y Mario Henriques de la versión para iPad del Expresso portugués nos hicimos fuertes junto a una terraza habilitada para los fumadores empedernidos... Hasta para esto, Pamplona sigue siendo única. Y en aquella diminuta terraza nos plantamos MAJ, Henriques y servidor y nos turnábamos para echar humo, de dos en dos, con una vista impagable de la calle San Nicolás en plena efervescencia...


El jurado sentado a la mesa...

Pidiendo el postre desde el balcón para fumadores... (enorme cara de postre del cronista)

Algunos irreductibles de San Nicolas, desde el balcón de Casa Otano...


De la cena habría que destacar varias cosas: la primera, que MAJ es un anfitrión excelente. Conoce mil historias, es un formidable conversador y encima, tiene un apetito legendario. En eso pinchamos en hueso. El azar no tuvo otra ocurrencia más que juntar a MAJ con Mario Benito, un ser inerte, sin apetito alguno... el único adulto que sigue jugueteando con la comida de su plato -un ajoarriero como una catedral- como cuando tenía seis años... MAJ empezó prudente, pero ya en los entrantes intuyó el nivel de su invitado: “¿En Madrid no coméis?” le dijo, guasón... Eso provocó mi reacción, viéndome obligado, por orgullo de madrileño de adopción y sevillano de cuna, a dejar alto el pabellón, tanto en mi lugar como en el de mi inapetente compañero... Echamos de menos en esta labor a nuestro querido Luis Blasco, que hubiera provocado la quiebra del Otano si se lo hubiera propuesto... Porque en Madrid, amigos, sabemos comer...


Varios ejemplos de la contundente gastronomía del Reino

La segunda fue volver a constatar lo que te puedes reír en una cena con periodistas... Entre las miles de anécdotas y la habilidad de Mario para provocar risas, incluso sin pretenderlo, fue una cena inolvidable... Hubo un momento impagable, cuando hablábamos del nombre de mi futuro hijo y comenté que igual le llamamos Rafa, pero así... sin nigún entusiasmo... Mario saltó: “No hombre, no... Rafa es un nombre tristísimo...” Inmediatamente, el pobre Diego Zuñiga, de El Correo, un tipo divertido, sabio en lo referente al diseño y que cada vez que abría la boca decía algo interesante soltó mirando al infinito: “Mi niño se llama Rafa...” Silencio... Mario, pálido, miraba por la ventana pensando (imagino) si sobreviviría si se lanzara por ella para escapar a semejante marrón... “Es... un nombre precioso...” acertó a decir sin poder contener ya las risas... La caracajada de nuestro lado fue tan grande que enmudecimos al resto del local, que quería saber qué había pasado... ¡His-tó-ri-co! Encajabaja, dejando el pabellón lo más alto posible...

Mario Benito con Diego Zúñiga, sonrientes, una vez aclarado el 'incidente' del nombre de su hijo...

Miguel Ángel Jimeno, el anfitrión por excelencia

REPORTAJE GRÁFICO: MARIO BENITO Y JAVIER VIDAL



Continuará...

Congreso ÑH8 en Madrid
Como ya os hemos contado, este viernes 11 se celebra en Madrid el Congreso ÑH8, con destacados ponentes como Mark Porter, Rodrigo Sánchez, Lola Gómez, Laura González Díez, Pedro Pérez Cuadrado, Mario Tascón y muchos otros ilustres ponentes... Desde encajabaja os animamos rotundamente a participar, pocas veces se tiene a tanto grande del diseño y del periodismo junto. Y aunque este año sea en formato super reducido, éstas son las ocasiones en las que surjen cosas grandes... ¡No podéis faltar!

martes, 1 de noviembre de 2011

Edición fotográfica en revistas
#jornadasdiseño(2)

Manuel Charlón, fotógrafo especializado en viajes, nos trajo una interesante y extensa charla sobre su trabajo, trufada con varias anécdotas.


Lo primero que llama la atención es su método: Charlón visita las embajadas y oficinas de turismo a los que quiere viajar para que ellos le organicen y abonen tanto el billete de avión, hoteles, restaurantes, guías, etc. A cambio, él les ofrece la posibilidad de publicar sus reportajes fotográficos en varias revistas y periódicos de prestigio de todo el mundo (colabora con publicaciones de Rusia, por ejemplo; National Geographic, Yo Dona, El País, El Mundo, Le Figaró, etc.) De esta manera ha conseguido viajar a multitud de ciudades "sin perder nunca ni un euro", como él mismo confesó en la charla. Publicidad para ellos en grandes revistas a un coste bastante moderado: "la guía práctica de los reportajes de viajes es publicidad encubierta", confiesa Charlón.

Sin embargo, sus orígenes son la prensa diaria (la primera foto que vendió fue de un accidente). Para él, "el periodismo se aprende en los periódicos". Ahí "abarcas mucho y luego tienes que ir cerrando el angular" hasta que encuentras tu espacio. Él lo encontró en la fotografía de viajes.

Hacer fotografía de viajes no es hacer fotos a donde viajas. "Ahora vuelves de un viaje y traes 6.000 fotos", se lamenta Charlón. Antes, con la diapositiva, no podías hacer eso. "Un reportaje es contar una historia, es tener una idea, como hacer una película". Eso es hacer un reportaje. Él por ejemplo, lleva años haciendo un reportaje de Puertas y Ventanas del Mundo y otro de Taxis, aprovechando los reportajes "oficiales" que hace. Para ello, es importante informarse de dónde vas antes de ir. Saber si es bien recibida la cámara de fotos ("la cámara al hombro es una forma de atraer problemas"), si hace falta seguridad, la situación política, económica, sanitaria, etc.


Pero sobre todo, es importante conocer "nuestras propias limitaciones". "No hay que viajar a donde no vas a estar a gusto", porque "el mejor viaje es aquel que cuentas; el peor el que no cuentas", confesó Charlón, que ha perdido a varios amigos en el camino. Durante sus reportajes, que pueden durar de una semana a varios años, ha vivido situaciones extremas, sobre todo en África y Sudamérica donde ha sido testigo de varios conflictos bélicos (El Salvador, Ruanda), de situaciones de pobreza extrema (como varios proyectos de ONGS en África).

Charlón da más pistas: "La clave de un reportajes está en la cabeza. Como freelance hay que conocer a cada cliente. Lo importante está de la cámara hacia detrás". Como muchos de sus compañeros piensan, "lo importante no es la cámara, es el ojo que dispara" dice mientras muestra una Canon compacta con las que ha hecho algunas de sus mejores fotos. Pero para ello hay que tener paciencia y a veces suerte, como él mismo confiesa. Y aprender a ver fotografías sin la cámara.

Una vez hechas las fotos, viene la pelea con el director de arte. En ella él no puede estar presente, pero entiende que cada uno luche para su trabajo quede lo mejor posible, aunque "a veces me hayan destrozado un reportaje". Gajes del oficio.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Andanzas de un jurado en Pamplona



Cuando abrí el correo a comienzos del verano lo primero fue sorpresa para inmediatamente pensar que aquello era un error. Lo releí. Luego sentí algo parecido al vértigo, o al pánico, y sólo cuando al atreverme a contarlo recibí a cambio felicitaciones de todos, empecé a darme cuenta de que se trataba de algo por lo que en realidad debía alegrarme. Y lo hice. Un día después estaba ya completamente ilusionado pero de nuevo asustado, ahora porque aquello fuese un error. No podía ser nada más que un error. Así que me animé a contestar a Javier Errea; no tenía otra opción, además.



La razón principal para suponer que se trataba de un error y de que el correo no debía ser para mí, claro está, es la de saber que uno no está a la altura del resto de los miembros del jurado, de esta edición y de las anteriores. Pero es que, además, se une la sorpresa porque sobre "los premios" no sólo he mostrado reticencias y no pocas objeciones en privado, sino que también he escrito sobre ello. Así se lo dije a Errea, pero en su respuesta inmediata me convenció con una pequeña dosis de humor inteligente diciéndome que así resultaba mucho mejor ya que él tampoco es "muy partidario de los premios". Saber que el gran Carlos Pérez de Rozas y que Laura González (que tanto saben y a los que tanto aprecio) formarían parte del jurado fue ya absolutamente definitivo.

Así que me puse en camino. Nos pusimos en camino, más exactamente, porque viajé a Pamplona hace unas dos semanas junto a mi compañero y amigo, perdón amigo y compañero (de trabajo en el diario El Mundo, en este blog vuestro y nuestro, colega de penurias y esperanzas y acuerdos y desacuerdos) Javier Vidal. Salí con la intención de hacerlo a gran velocidad para evitar después comentarios chistosos... pero resultó imposible. Aunque de paso se aclaró un falso mito que paso a detallar. El primer viaje que dos miembros de este blog, Luis Blasco y Javier Vidal, realizaron a un acontecimiento diseñístico, la "Quinta Cumbre Mundial de Diseño en Prensa" de Estepona, dio lugar a un artículo "de color" en el que Javier Vidal desveló algunos aspectos sobre "lo lento" que conducía Luis Blasco. Comentarios que el damnificado ha desmentido con vehemencia y poco éxito desde entonces, arrastrando una especie de "vergüenza" y leyenda negra nacida en aquel fatídico "limitador de velocidad".

A pesar de estos amenazadores antecedentes, "¿tu no conducirás, como Luisín, no?, jeje", confiaba en mi manera de llevar un automóvil, que no es lenta precisamente, y en el propio coche. Corre mucho. Lo último que quisiera es presumir de auto cual vulgar paleto, pero no es un "tractor" diésel sino 140 caballos de rabiosa gasolina. Y corre mucho. Corría mucho, vamos... hasta que salimos de Madrid a primera hora de la mañana de aquel jueves, en el que al poco tiempo de intentar avanzar deprisa por la carretera de Burgos parecía como si alguna mano malvada hubiese añadido unas gotas de somnífero a la gasolina. Igual que en esas pesadillas en las que intentas correr y no puedes porque parecen sujetarte, pisaba un acelerador que se volvía duro y pesado, imposible de apretar, y cuando lograba a duras penas hacerlo... ¡obras! Miraba a Javier cada vez que los tres o los dos carriles se convertían en uno, o que directamente nos hacían detenernos para escucharle decir "no pasa naaaaada, ahora se terminan"... y así durante cientos de kilómetros y varias hroas. Incluso en la autopista de peaje entre Vitoria y Pamplona aparecieron las temibles señales amarillas. Y le volví a mirar. Y no dijo nada.

Después de este trayecto infernal, atando cabos, me he dado cuenta de que el único elemento común a todos estos viajes, e incluso presente en otro desplazamiento de encajabaja a Salamanca en el que la carretera ¡se llenó de nieve! para no dejarnos correr... no es otro sino ¡Javier Vidal! Luis Blasco ha padecido durante años un injusto estigma de conductor lento que es preciso reparar. Nadie conduce despacio cuando Javier Vidal viaja de acompañante en un coche... ¡ES ÉL quien amodorra los motores! Logramos llegar, con un poco de retraso claro.







Todos los que jurado de los ÑH han sido hablan de "cansado" y "gran experiencia". Así que lo que no resultó ninguna sorpresa fue vivir una gran experiencia, tremendamente cansada. Como tampoco fue sorpresa el constipado que tenía, porque ¿cuándo no estoy constipado? Ayudó lo suyo, eso sí, en lo del cansancio. Como el extraño y supongo que inusual calor que hizo en Pamplona en ese comienzo del mes de octubre, calor hasta de noche intentando dormir unas pocas horas, muy pocas, con las ventanas abiertas, y los ojos...

Pero es cierto también lo de "gran experiencia", divertida y en la que, si quieres, puedes aprender mucho. Enriquecedor por la gente. Conocí a quien ya conocía, la única persona que en este canalla mundo del periodismo se dedica SÓLO a hablar bien de los demás en su exitoso blog de La Buena Prensa, y juntos, Miguel Angel Jimeno y yo, y los demás, nos reímos un montón cenando hasta muy tarde; conocí a Ramón Salaverría, a quien conocía ya también —internet tiene estas cosas, nuevas en las relaciones humanas seguramente— y fue para mí importante que se acercase y tuviera palabras tan amables para con lo que escribimos aquí alguien que para nosotros es una referencia absoluta, constatar que en una de las universidades con más prestigio internacional en lo relativo al periodismo se nos tuviera un poco en cuenta para nosotros es mucho. De verdad. Conocimos además a un grupo de alumnos que prestan voluntariamente labores de intendencia y organización en general a los premios con una eficacia asombrosa: Marta Zorrilla (@mzorri en tuiter), Laura Alzola (@lalzola), Judit Valdelana (@j_valdelana), y el sufrido Eric Mas (@absoluteric), con quien incluso vivimos momentos de cierto pánico que ya nos contará Javier Vidal en una próxima entrega.








Y conocí a Javier Errea con quien compartí menos risas (alguna sí) porque este gran diseñador del que ya hemos hablado aquí muchísimo, motivo por el cual no vamos a repetir elogios, tiene algo de amable lejanía, como si fuera británico... no sé. Posiblemente fuese una actitud de "distancia" intencionada hacia los miembros del jurado para evitar que inevitablemente haya quien piense que como organizador de los ÑH influye en las deliberaciones para obtener así más premios que otros. Ridículo. No van por ahí mis "pegas" hacia los premios, como explicaré más adelante. Se presentó al comienzo durante unos minutos, no estuvo durante ninguna deliberación y tan sólo compartimos cenas en las que se habló de todo y de nada e incluso de cosas muy interesantes que lamento no poder contar pero que nada tienen que ver con los premios. También se despidió en la última jornada, muy amable, muy rápido.



Sobre el "problema" de los premios que ya he mencionado antes, no referido a los de esta edición sino en general, tengo que aclarar mi punto de vista: en ellos se reconoce el trabajo tan sólo de entre quienes se presentan cada año, no de entre todos los periódicos, revistas y medios online que se publican. No hemos decidido, pues, cuál es el periódico mejor diseñado de España y Portugal, por poner un ejemplo, sino el mejor de los que se presentaban. Y las ausencias son notables en ésta y en las anteriores ediciones. Además, presentarse cuesta dinero... porque hay que hacer frente a todos los gastos que lleva organizarlo, que no son pocos.




Es un problema sobre el que ya he escrito y sobre el que pienso exactamente lo mismo después de haber formado parte de ellos este año. Y no soy el único, creo que incluso los organizadores son conscientes de esta circunstancia, y en esta edición existe la propuesta por parte del jurado de que conste en el libro que se edita con los trabajos premiados un listado de los medios que se presentan para que así quede claro qué se está valorando. Se me dirá entonces que cuál es la alternativa, y la respuesta es que no hay una solución fácil, ya que premiar entre todos requiere o bien que todos se presenten —circunstancia que no sucede ni parece que vaya a suceder— o bien que se elija entre todo lo publicado sin necesidad de presentarse. Pero esto último supondría una infraestructura de medios y personas que alguien debe financiar. ¿Quién? Pues, evidentemente, todos los medios... que ni siquiera quieren presentarse. Por si fuera poco, las tijeras, la brutal crisis, viene a complicarlo aún más. Una vez aclarado, ¿invalida esta circunstancia los premios? Pues no, pero sí los condiciona y hay que tenerlo presente.

Listado con todos los premios de esta edición.






Sobre el jurado hay que aclarar, primero, que todas las deliberaciones y votaciones hay que mantenerlas como "asuntos internos" que no deben hacerse públicos, por razones evidentes —juzgar el trabajo de otros siempre es un compromiso, además de difícil entre propuestas que son todas de calidad—. Hay que comentar y deliberar con asboluta libertad y ello exige absoluto secreto. Pero sí puedo mencionar una circunstancia de carácter general que me resultó muy grata.



Para contarlo tengo que explicar antes que, brevemente y de manera algo esquemática y por tanto no del todo exacta, las gentes del diseño periodístico se dividen —con todas las subdivisiones y matices que se quieran y que por supuesto existen— entre quienes se identifican más con la primera parte de la expresión, el diseño, y quienes lo hacen más con la segunda, el periodismo. Hay quien está más interesado en la forma que en el contenido —y no pasa nada mientras no se caiga en el extremismo fundamentalista de "lo bonito" que aquí hemos denominado "diseñismo"— y al revés —y tampoco pasa nada mientras logremos una cierta disciplina y el contenido no llegue a destruir la forma dañando así el mensaje periodístico—. Suele haber una brecha ¿irreconciliable? entre estas dos posturas... que se reconcilió de manera admirable en este jurado. Sin fricciones, de manera... natural, escuchándonos unos a otros y votando en consecuencia según los argumentos tuyos, y del otro. Quien no trabaja en un periódico atendió a quien sí; y en el otro sentido, quien más sabía de revistas nos explicaba claves que nos ayudaban a entender más y a valorar mejor entre miles de páginas, muchas de ellas ilustradas con tijeras. No son palabras bonitas para quedar bien con nadie —no sé hacer eso, aunque practicarlo más a menudo seguro que me vendría bien—, es exactamente lo que sucedió. Todos salimos de aquel magnífico edificio de la Facultad de Periodismo de la Universidad de Navarra con la certeza de que dando premios a otros... habíamos aprendido. Y nos divertimos. Y nos cansamos. Vergonzosamente porque Olga seguía echando fichas encima de las páginas casi a punto de parir, salía de cuentas la semana siguiente y allí estaba...








Cansado y gran experiencia... muy grande. Por eso, y porque pensaran en mí para ello, tengo que agradecer a Javier Errea y a Alvaro Gil que me invitasen a formar parte del jurado de los ÑH8 que ha deliberado y vivido dos días intensos en una ciudad tan maravillosa como es Pamplona. Tampoco son palabras vacías para quedar bien con ellos. Es agradecimiento de todo corazón, por el reconocimiento que lleva implícita la invitación a encajabaja y especialmente a la sección de Diseño del diario El Mundo de Madrid a los que de alguna manera he representado allí. No era yo solo, en Pamplona hablaban muy bien de todos nosotros, de nuestro trabajo. Y los he representado con todo el orgullo, porque hacer un periódico cada día junto a mis compañeros es también una gran experiencia... muy grande.



El sábado la Facultad estaba vacía de alumnos. Los miembros del jurado nos despedimos y al abrazar a Carlos Pérez de Rozas en la puerta del coche, camino él de Barcelona y yo de Madrid, recordé que se habían confirmado punto por punto las palabras que me dijo unos meses antes por teléfono, cuando aterrado y sorprendido le llamé para preguntarle qué podía hacer, que me habían llamado para ser jurado de los ÑH8. "Nos lo vamos a pasar muy bien, querido Mario", me dijo con su cariño y su entusiasmo de siempre, "y, además, vamos a recompensar el trabajo de gente que lo envía con mucha ilusión. Vamos a hacer feliz a la gente".

martes, 13 de abril de 2010

El nuevo suplemento de VIAJES

Este mes, el suplemento de viajes de EL MUNDO estrena rediseño. Un cambio que jubila su entrañable aunque ya vetusto aspecto y propone un nuevo suplemento, en el que tanto diseño como contenido sufren un notable cambio. VIAJES, un clásico de la oferta mensual del periódico, se ha destacado siempre por la variedad y calidad de sus reportajes, aunque su apecto se estaba quedando un pelín antiguo. Con el rediseño, su apariencia se remoza por completo. Editorialmente, la principal apuesta es la lectura. Por ello los textos aumentan su extensión, la imagen (que como el texto, también se lee) gana aún más peso, si cabe, que en el modelo anterior, las estructuras de página se hacen más equilibradas intentado que en el conjunto predomine el orden y la elegancia. Una apuesta por el contenido y el lector, en la que la forma acompaña serenamente, ofreciendo un conjunto limpio y tranquilo. Y un reto para el diseño. Es el momento de encontrar nuevas fórmulas, y trabajar la arquitectura de cada tema desde cero, olvidando todo recurso anterior, gráfico y de edición. La comodidad del terreno conocido se evapora y el suelo desaparece bajo los pies, una gratificante sensación profesional. La magnífica redacción de viajes, con Fernando Baeta al frente, se encarga del resto. Esperemos que os guste el cambio. Creemos que con VIAJES ha merecido la pena.
Incluso Juan Antonio Giner, presidente y fundador de Innovation Media Consulting Group, importante opinión en el campo del periodismo y el diseño en prensa, ha tenido el detalle de mencionarnos en uno de sus últimos posts, en el que habla de las cosas que le gustan y las que no de la prensa nacional, y nos destaca como la mejor versión conocida de VIAJES . En el mismo post también tiene palabras de elogio para ¡EUREKA!, el nuevo suplemento de ciencia de EL MUNDO ("terrific" según sus propias palabras, no porque dé miedo, sino como entusiasta calificativo sajón...) La próxima semana dedicaremos un post con las mejores páginas de este suplemento que auna el clásico suplemento de Salud con un nuevo suplemento de Ciencia, que sustituye al desaparecido Natura.



Nueva portada, a toda página


Impresionante foto a diez columnas de la Gran Vía Madrileña


Páginas centrales del suplemento. El texto y la imagen, equilibrados



El primer número tiene un ritmo muy bueno: elegante, pero bien movido...


Álvaro Pemper sigue ilustrando el suplemento

La doble de El Faro, con la reseña gastronómica de Fernando Point y el bazar