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lunes, 19 de marzo de 2018

Warhol


Tengo que reconocer que estaba equivocado. Un poco por provocación y un algo más por desconocimiento, por la pereza resultante de haber encasillado a Warhol como un vacío vendedor de sí mismo, superficial y ególatra —que posiblemente lo fuera pero que hoy entiendo que da igual porque lo que merece la pena es otra cosa—, un charlatán silencioso con la suerte de haber nacido en el sitio justo en el momento justo.

Pero tengo que rendirme ante la potencia de sus imágenes, que siempre percibí pero disimulé hacerlo, claudicar ante el hecho incontestable de que estamos posiblemente ante uno de los artistas plásticos más influyentes del siglo XX. Warhol está ahora en todos los sitios, cada vez más, en las obras gráficas de tantos, en la comunicación visual de casi todos de una u otra forma. Su figura crece con el tiempo de forma parecida a lo que sucedió desde finales del siglo pasado con la de Walter Benjamin, el filósofo alemán de la escuela crítica de Frankfurt, que precisamente teorizó sobre las consecuencias de la reproducción mecánica de las obras de arte. Es muy recomendable el segundo volumen del cómic-ensayo "Manifiesto incierto" de Frédéric Pajak en el que escribe y dibuja sobre este inclasificable escritor y pensador alemán, el más desvalido en su momento de su círculo intelectual en el que sobresalían las figuras dominantes de Horkheimer y, sobre todo, Adorno, y que sin embargo es probable que tenga ahora muchos más lectores e influencia en el pensamiento contemporáneo que ellos.



Y más cada año que pasa. Como Andrew Warhola, inmortalizado como Andy Warhol, en el que ahora veo lo que antes no ví, gracias también a la fabulosa exposición del CaixaForum de Madrid, "Warhol, el arte mecánico", de la que os muestro estas imágenes, nada que ver con la mediocre muestra que vimos juntos hace unos años mi querido Quique Falcón y yo, y sobre la que polemizamos en este mismo blog en un texto del que ahora hago una retractación pública. Un Warhol, decía, en el que ahora veo cada vez más evidente una crítica feroz y nihilista —seguramente la más eficaz que se pueda llevar a cabo—, tal vez hasta involuntaria, aunque eso ya he dicho que es indiferente, que da igual, a la cultura de masas del siglo XX con sus reproducciones benjaminianas de latas de sopa, de iconos del cine o la política, de todo cuanto estaba alrededor de este genial diseñador gráfico ante el que, humildemente, reconozco mi ceguera anterior y presento todos mis respetos y admiración.



Before and After (1961). Su preocupación por el aspecto físico, el ideal de la belleza en la sociedad norteamericana.







Mao (1972). El máximo exponente del comunismo convertido en producto de consumo capitalista con pinturas acrílicas y vigorosas pinceladas al óleo sobre lienzo.

Screen Tests [pruebas de cámara] (1964-66), películas de muy corta duración (entre tres y cuatro minutos)
y sin sonido en las que Warhol mostraba a "personas geniales". 




Hoz y martillo (1977), "para cortar el césped"; y Hoces y martillos (1978), "símbolos del fascismo".


Gun (1981). Brutal serigrafía pintada con acrílico sobre tela. Es imposible apreciar toda la fuerza de esta obra reproducida en una pantalla, hay que verlo en su monumental tamaño al natural.

Skul (1976). Otra absoluta genialidad en la que plasma su obsesión con la muerte
(símbolo universal del memento mori, "recuerda que has de morir").


Autorretrato. Warhol se convierte finalmente a sí mismo en un objeto artístico.


La exposición Warhol, el arte mecánico puede verse en el CaixaForum de Madrid hasta el próximo 6 de mayo. Abarca desde sus inicios como diseñador gráfico en Nueva York, una parte interesante de su obra que no suele exponerse, hasta sus obras más emblemáticas.








lunes, 19 de mayo de 2014

La campaña electoral del ¿PPSOE?

Parece ser que una y otra vez nuestros políticos se empeñan en establecer una clara diferencia entre lo que  sus campañas electorales reflejan y lo que la realidad es. O al menos como la percibimos el resto. Yo no quería incumplir mi programa, ha repetido Rajoy ante las críticas por su incumplimiento, "pero llegó la realidad y...". Y no sólo hablamos de promesas electorales, de las que desde hace mucho desconfiamos la práctica totalidad de los ciudadanos. Hablamos también de comunicación, que es lo nuestro, de esas imágenes que quieren hacernos llegar, y de lo que tienen ver con lo que vemos nosotros. Porque, ¿de verdad son estos Elena Valenciano (PSOE) y Miguel Arias Cañete (PP)?



¡Pero si Cañete parece Richard Gere!, y Valenciano a cualquier persona menos a ella misma. Sí, se supone que son estos mismos Cañete y Valenciano:


Y que conste que no he buscado fotos especialmente desafortunadas, que las hay...



Ambos equipos de campaña actúan de la misma manera, retocando imágenes casi hasta el ridículo. Nos ponía en alerta de estas 'similitudes' —motivo por el cual publicamos este post— el gran JuanRa Martín, profesor de la Universidad de Salamanca a quien tenéis que seguir la pista en las redes sociales y amigo de encajabaja desde que nos invitó a que diéramos en su facultad nuestra primera conferencia. "A Cañete le han hecho un magnífico retrato que nos conduce directamente a los años 30", analizaba en Facebook, y "a Valenciano, con 20 años menos, le han hecho un retoque desproporcionado (nadie habla del #retoqueético en las campañas)".


Y por si alguno dudaba del todo sobre las similitudes del #PPSOE, ya clásico hastag de tuiter, pues el propio Felipe González se encargó de despejarlas apostando por un posible gobierno de gran coalición PP-PSOE "si el país lo necesita". O ellos. "Lo que está en juego es el(nuestro) futuro". Lo que dio lugar a que el ingenio creara enseguida otra imagen de campaña sobre el asunto:





Sobre la tipografía, Tomás Gorria, uno de los cuatro miembros de CuatroTipos, señala con mucho acierto también en Facebook (lugar al que se trasladó definitivamente su mencionado y prestigioso blog, aunque, claro, no es lo mismo) que "PSOE y PP insisten en defender su diferenciación ideológica, pero en lo que parece que no se han distinguido es en la elección de la tipografía para sus carteles electorales de las Europeas. Desde que Obama la utilizara en la campaña que le llevó a la Casa Blanca, parece que Gotham (Hoefler & Co.) se ha convertido en la tipografia estándar para cualquier campaña electoral que se precie. Es la imaginación del poder." A lo que no se puede añadir ni quitar un sólo carácter tipográfico, excepto los que el propio Gorria escribe en su Lloc de Paraules con el título de "Tipografía electoral, ¿hay vida más allá de la Gotham?". Un gran artículo.

lunes, 25 de noviembre de 2013

De partituras, comunicación visual y 'conclusiones'

Este es el típico artículo del que muchos dirán que "no tiene nada que ver con el diseño", y al que de antemano contesto ya con la típica respuesta, mil veces repetida aquí, de que el diseño tiene que ver con todo. Porque todo se diseña, de todo se habla y se comunica, y nosotros nos dedicamos a comunicar contenidos —periodísticos en nuestro quehacer profesional, aunque no sean de los que trato hoy— de la manera más eficaz. De comunicación visual es de lo que hablo, no de música. Aunque también.



Seguro que muchos habéis visto esta curiosa e ingeniosa comparación entre una partitura de Beethoven y otra del bueno de Justin Bieber circulando estos días por internet. Me la encontré también publicada en La Gran Imprenta, ese gran blog que ya os hemos recomendado y que figura en nuestra galería de enlaces, y ello dio lugar a una pequeña y apasionante discusión musical entre su editor y yo en tuiter.



Esas dos partituras juntas son una gran idea desde el punto de vista de la comunicación visual, y por eso ha resultado tan difundida en la red. Tremendamente eficaz porque no hace falta leer nada, ni siquiera tener la capacidad de leer música —es muy pequeño el porcentaje de quienes saben solfeo— para que entendamos con un sólo golpe de vista la complejidad, e incluso la profundidad, y hasta la 'superioridad', de la música de Beethoven, frente a la simpleza, que no es lo mismo que simplicidad, de la música que canta Bieber... que casi se queda en este esclarecedor vistazo sin serlo, sin ser música. Y decimos "canta" porque en realidad no es música de Justin Bieber, no es suya la partitura mientras que la de Beethoven, sí. Motivo éste, el de no componer sus canciones, por el que incluso le han llamado públicamente "gilipollas". Claro, todos los que cantan, o cantamos, canciones que no hemos compuesto nosotros, lo somos.

Viendo estas dos partituras no necesitamos que nadie tenga que explicarnos nada más, ni que nos hablen de corcheas, ritmo, contrapunto o armonía. Está todo ahí, se ve, de manera que somos nosotros mismos quienes podemos extraer nuestras propias conclusiones.

¿Seguro?

¿O más bien extraemos las conclusiones que previamente ya tenían quienes decidieron seleccionar esas dos partituras en concreto si no establecemos un juicio crítico? Porque la comunicación visual es tan eficaz como peligrosa ya que no solemos someterla al mismo rigor crítico que hacemos con las palabras, escritas o habladas, que nos intentan manipular. Y es que quien seleccionó la 'compleja' partitura de Beethoven bien pudiera haber seleccionado esta otra suya...



...que es ni más ni menos, y en toda su extrema sencillez, la melodia del himno a la alegría incluido en el cuarto movimiento de su Novena Sinfonía, una de las más altas creaciones musicales de todos los tiempos. Si ahora comparamos de nuevo dos partituras, ésta de Beethoven y la anterior de Bieber, ¿qué conclusiones sacamos? Si casi parece más 'compleja' la compuesta para mayor gloria del ídolo juvenil que la del genial alemán. ¿Nos atreveríamos a decir que son músicas parecidas porque las partituras aparente y visualmente lo son para los profanos del solfeo?



Tal vez sea esa falta de sentido crítico ante una 'evidencia' que tenemos delante de los ojos la que ha llevado ya a algunos a apresurarse en 'sus conclusiones'. Curiosamente, las mismas conclusiones letra por letra, puntos y comas incluidos, aquí, aquí, aquí... Parece que internet es muy dado a repetir conclusiones, incluso de manera literal. Claro que, para "simpleza", la de las propias 'conclusiones'. Hasta el director de una de esas publicaciones, hombre cordial al quien conozco desde hace mucho, llegó a enlazarlo como muestra de la 'decadencia' cultural, de cómo se está empobreciendo la música y, sobre todo, de cómo degeneran y se empobrecen los espectadores o 'consumidores culturales', alarmado e indignado porque a pesar de esta evidencia en las partituras que todos podemos ver, el gran Beethoven "murió en la miseria", injustamente olvidado, y Justin Bieber es famosísimo y muy rico. Y... tampoco.

Beethoven pudo morir en una mala situación económica, pero era un hombre respetado y poderoso, cualquier cosa menos "olvidado". Ganó dinero aunque "muriese con deudas" —esperemos a ver cómo termina la ahora boyante cuenta corriente de Bieber— y disfrutó el éxito en vida, el estreno de su Novena Sinfonía es posiblemente el de mayor éxito de una obra orquestal de todos los tiempos, saliendo a hombros del teatro.Su fama, y sobre todo su música, será 'inmortal' mientras exista nuestra especie y nuestra cultura. Mientras que al bueno de Bieber no se le recordará más allá del tiempo que esté de moda. No es precisamente un caso de absoluta 'injusticia' para con el arte y la música el de estas dos partituras. ¿Cuántas veces se va a interpretar cada una de ellas? ¿Qué músicos de todos los tiempos, los mejores de cada momento actual y por venir, va a interpretar esas partituras? Porque tengo la impresión de que sólo lo van a hacer con una de ellas. ¿La de Justin Bieber?

Comparar elementos que no son comparables es la forma más burda y utilizada de manipulación, las famosas peras con las manzanas. Comparar una de las cimas de la música culta de hace dos siglos con música popular de ahora, famosa no precisamente por su calidad musical sino por otros elementos ajenos a la propia música en sí... Lo hizo una ridícula fan de Bieber, y se equivocó, como se equivoca quien pretende corregir eso ahora. Compare el señor, o la señora, de la ingeniosa idea, ya que se pone, música culta de entonces con música culta de ahora, partituras de Beethoven con partituras dodecafónicas, por ejemplo, a ver si es verdad que desde el absurdo punto de vista visual de alguno de los que ha extraído 'conclusiones' perdemos 'complejidad':

Pues se trata de un solo de flauta. Brian Ferneyhough, 'Unity Capsule' (1975-76)




Y compare el señor, o señora, de la comparación la partitura de Bieber con la de la música popular del siglo XVIII, alguna cancioncilla bailable en las fiestas de los pueblos, y luego hablamos, o las cantamos, a ver si han ido a peor o a mejor. O compare también entonces esa música popular de la época de Beethoven con otra música popular actual que sí busque la excelencia, que la hay (ahora sí; posiblemente entonces, no, por eso de la degeneración):



¿Ha progresado la música popular?¿La música en sí? ¿Ha ido a mejor? ¿A peor? O a nada. Porque comparar partituras para quien no sabe leerlas —que es a quien iba dirigida esta curiosa y eficaz forma de comunicación visual— no sirve para nada. O más bien no sirve para lo que nos repiten que sirve quien ha extraído 'conclusiones' por nosotros. Nos ha servido, eso sí (tipografía musical aparte, que ese es otro tema, y apasionante) para discutir de música en tuiter —actividad muy gratificante— y para escribir este artículo, posiblemente demasiado largo, demasiadas notas, demasiados compases... sobre partituras, comunicación visual y 'conclusiones'.

miércoles, 16 de enero de 2013

Imogen Cunningham

Entre esta imagen de aquí...


... y esta otra imagen...


... median casi 70 años.

La primera fotografía es un autorretrato de la gran fotógrafa norteamericana Imogen Cunningham. Una de sus primeras obras, tomada en 1906 en el campus de la Universidad de Seattle donde estudiaba química con el fin de avanzar en la fotografía. Tiene 23 años, está tumbada, desnuda y, evidentemente, ocasionó un pequeño escándalo.

La segunda imagen no es de Imogen porque es ella, precisamente, la excéntrica ancianita que se acerca con su cámara rolleiflex colgada, a una joven desnuda con la intención de fotografiarla, como suponemos que hizo en innumerables ocasiones durante muchos años. Lo hace al aire libre, en plena naturaleza, como solía fotografíar también. Tal vez por eso, sea uno de los mejores retratos que le hicieron, para mí, el mejor. En esta segunda fotografía de 1974 —dos años antes de su fallecimiento—, que fue portada del libro de Judy Dater 'Imogen Cunningham. A Portrait', tiene más de 90 años y también aparece 'fotografiado' su espíritu libre, inquieto, curioso...

Ambas imágenes, separadas por décadas y por técnicas distintas, comparten sin embargo algo intangible. ¿Libertad? De contenidos, formal, de creación, de transgresión, riesgo y búsqueda....

Esta otra imagen de Imogen Cunningham es de 1928...


... y de cualquier año en que la miremos. Es una obra maestra absoluta. Es intemporal. Su autora ha superado ya la primera fase 'pictorialista' de ese primer autorretrato, y evoluciona a toda velocidad hacia lo que se denominó la "nueva objetividad" formando parte en 1932 de la fundación del grupo llamado 'f/64' (la nitidez absoluta frente a los 'desenfocados' paisajes brumosos de cuentos de hadas del 'pictorialismo') junto a fotógrafos como Ansel Adams o Edward Weston. Luces y sombras, composición, texturas, abstracción y realismo unidos.... Una obra maestra que ya no pertenece a ningún estilo, sólo al suyo propio, al de ella, ni a ninguna época, porque es de todas. Una obra grandiosa que está copiada a un tamaño muy pequeño de apenas 7 por 9 centímetros (más pequeño que lo que veis ahora y aproximadamente la mitad del tamaño que aparece si pincháis en la imagen), expuesto sin que se vea en absoluto eclipsado, casi todo lo contrario, junto a las grandes copias, espectaculares, de las fotografías que Cunningham hizo de motivos vegetales.


Grandes tamaños y excelencia en la calidad técnica, además de artística. Copias en gelatina de plata sobre maravilloso papel baritado con un resultado casi ¿orgánico?, de vida que parece poderse tocar, y que la tecnología digital no ha conseguido todavía emular por la sencilla razón de que nunca va a poder hacerlo. Hará otras cosas, muchas y mejores, pero esto... no.

Por eso ninguna pantalla puede reproducirlo tal y como es, tal y como la depuradísima técnica de estos auténticos genios de la fotografía del siglo XX alcanzó en un camino que ya nadie más sigue  (aquí estáis viendo aproximaciones, proyecciones de imágenes de imágenes). Ni lo consigue la reproducción de las imprentas. Hay que verlo, pues, si podéis, en las copias de gelatina de plata que exhibe la Fundación Mapfre de Madrid en la que posiblemente sea la mayor y más completa exposición sobre esta grandisíma fotógrafa de las organizadas en nuestro país hasta ahora (al menos, que yo tenga constancia). Pero no lo dejéis para más adelante, porque la muestra termina el próximo domingo, 20 de enero.



Y para terminar, no podemos dejar de incluir, por razones evidentes, la Periodiquería que Imogen Cunningham fotografió en Oakland (Estados Unidos) en 1939.


lunes, 8 de octubre de 2007

Manipulación o cómo ser pillado con el carrito del helado


A través de un chivatazo en la web de fotografía Xataka Foto nos enteramos de que en As.com, web del Diario AS, se ha producido un caso flagrante de manipulación informativa.

Situémonos: hace dos semanas el Atlético de Madrid juega en el Vicente Calderón contra Osasuna; la web del periódico recoje aún hoy la crónica del partido y la viste con una fotografía. En el texto se lee: "EL DETALLE: Gran entrada en el Calderón. Domingo a las cinco de la tarde como toda la vida, buen tiempo y un Atleti en racha. Por una vez, la afición, que nunca falla, tenía todas las razones del mundo para acudir al Calderón y, por supuesto, no falló. 50.000 espectadores llenaron las gradas y su equipo respondió con una victoria contundente. Los pitidos de hace un par de semanas están olvidados."

Uno mira la foto y dice "pues sí, había llenazo", pero la amplías, la observas bien y te das cuenta de que alguien le dió al Photoshop más de la cuenta. Se conoce que hablar de lleno y poner la imagen elegida con las gradas semivacias no quedaba bien, por lo que alguien decidió clonar a diestro y siniestro. Podéis buscar a los numerosos Wallys que la foto contiene, hay repeticiones tremendas sobre todo en la parte superior.

Es una web, pero en la prensa de papel también pasa. Y no debe permitirse. Y hay que denunciarlo.

Véanlo: Crónica Atlético-Osasuna