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lunes, 11 de junio de 2012

No llueve eternamente


Una semana entera. Intentando escribir unas palabras que no quieren ser escritas. Una semana entera resoplando cabizbajos por una redacción pocas veces más triste que estos días atrás. Una semana entera. Probablemente, una de las peores semanas que recuerdo. Y seguramente, la primera de muchas hasta que el polvo se asiente. Una semana que no se terminaba nunca... 

El pasado sábado celebrábamos los primeros cinco años de encajabaja. Muchos amigos del blog se reunieron y nos hicieron el mejor de los regalos posibles. Volvieron a mostrarnos su cariño, su talento, su amistad y sobre todo, su infinita generosidad... El lunes, los recortes y esta maldita crisis que no para de crecer justificando en la economía la enorme degradación moral y ética de esta nueva Babilonia que se nos cae a pedazos, se llevaron a 53 compañeros de la redacción de Madrid, a muchos más de 100 contando todas las delegaciones. 

Éste no puede ser un post largo. Lleva una semana entera intentando salir, pero no sabe...


Los 'encajabaja' Luis Blasco, Javier Vidal y Mario Benito (de izda. a dcha.) en la redacción de El Mundo.

A todos los que habéis participado en nuestro aniversario, escribiendo, dibujando, tuiteando o comentando, queridos amigos, gracias. De corazón. Dolorido y ajado como lo tenemos hoy... Gracias, amigos. Por estar ahí, siempre. Por ser tan, tan generosos con nosotros. Por encontrar tiempo para nosotros y nuestras tonterías. Por hacernos sentir importantes, siendo tan pequeños y tan poquita cosa como somos... Y por insuflarnos el ánimo y la convicción de que tenemos que seguir... Aunque a veces se nos haga tan cuesta arriba. Encajabaja seguirá existiendo, aunque sólo sea por vosotros. De corazón, gracias.

Y a vosotros compañeros, ánimo. Y fuerza. 

Una persona a la que quise mucho, hace mucho tiempo, me dijo una vez: “No sufras. No llueve eternamente...” . Eso espero, joder... que termine escampando por algún sitio.

lunes, 27 de febrero de 2012

Algo más (y un adiós a 'Público')

Uno de nosotros se quedó sin trabajo la tarde del viernes pasado. Es una noticia triste, una muy mala noticia pero no excepcional porque en nuestro país está sucediendo todos los días desde hace ya... demasiado tiempo.

Uno de nosotros se ha quedado sin trabajo porque desde el viernes el diario Público de Madrid ha dejado de imprimirse en papel. Intentamos no caer en el corporativismo de que las cosas son más dramáticas si nos pasan a nosotros o en el hecho de que la prensa es uno de los sectores que más está padeciendo la crisis en forma de desempleo y retrocesos en las condiciones laborales hasta el punto de que la Asociación de la Prensa de Madrid ha puesto en marcha la iniciativa que muchos conoceréis de que #gratisnotrabajo (que os animamos a firmar), para señalar que el cierre de un periódico es algo más que el cierre de una empresa con el consiguiente despido de 160 trabajadores. Es algo más. Una voz menos. Y eso es mucho perder.

Última portada de Público, publicada el viernes 24 de febrero de 2012

No lo han entendido así algunos miserables que festejaban el cierre de un diario, necesario y con lectores, en un cobarde y rastrero artículo, mal escrito y lleno de erratas, que no pienso enlazar y que llena de vergüenza a quien lo escribe y al ¿medio de comunicación? que lo difunde. Pero sí la práctica totalidad de la profesión, competidores en el kiosko o no, en esta ciudad nuestra que lamenta su pérdida y en este blog nuestro que desde aquí envía un abrazo a nuestro amigo y ex compañero Jesús Maraña, último director de Público, para que él se lo haga llegar a todos los componentes de esa redacción en la que tenemos más amigos y en la que todos son compañeros para nosotros. Compañeros de una profesión que es algo más también que una profesión para quienes la vivimos.

No llegan a entender quienes poco o nada tienen que ver con el periodismo que ahora más que nunca hacen falta todas las voces porque sólo todos juntos podemos salir de esta crisis. Y como puro periodismo de muchos kilates hace
Xavier Fortes cada noche en Televisión Española (temblamos algunos con que profesionales así no puedan seguir ejerciéndolo con libertad cuando la televisión pública haga efectivos los próximos cambios que siempre sufrimos con un cambio de Gobierno, porque la independencia de los informativos públicos sí es uno de los pocos logros incontestables del denostado Zapatero), el viernes, ya muy tarde, decíamos, cuando el director de La noche en 24 horas manifestó que "el cierre de un periódico, como el cierre de un colegio, es algo más que la pérdida que siempre supone el cierre de una empresa". Y añadió que la página web de Público, eso sí, seguiría abierta, "aunque, me temo, que no es lo mismo". Miró a los cuatro contertulios, de ideologías y medios distintos, quienes se miraron tristes a su vez entre sí, y coincidiendo por primera y ¿única? vez en sus intervenciones, contestaron: "No... no es lo mismo".

Seguro que estamos de acuerdo unos cuantos más en que, aunque es evidente que lo preferimos así antes que con un cierre total, no es lo mismo. En que no va a ser igual
Público tan sólo con su página web a cuando además de la web imprimían todos los días varias decenas de miles de ejemplares en papel. Hasta el viernes Público era algo más. En presencia, en capacidad de influencia y en capacidad de difundir su manera de ver la actualidad, en diseño periodístico que un jurado del que formé parte otorgó con justicia y consenso este año en Pamplona el galardón al mejor de los periódicos presentados en los ÑH8, en fuerza, en 'poder informativo'... Algo más, intangible, por el mero hecho de ser no sólo un medio digital intangible sino un objeto físico.

Como es un hecho, y no un intangible, el que las principales webs informativas nacionales e internacionales suelen ser las páginas digitales de los principales periódicos impresos en papel:
El Mundo, El País, The New York Times, The Guardian... motivo tan intangible como incontestable por el que venimos insistiendo en que ambos soportes no deben competir directamente, o anularse el uno al otro dentro de una misma cabecera o empresa, sino que deben ser complementarios.

Productos complementarios, pues... que no estamos haciendo. Es de común acuerdo el que los periódicos necesitan cambiar más rápidamente de lo que lo están haciendo ahora (siempre han cambiado) porque de lo contrario pueden perder su razón de ser. No se pueden seguir dando ruedas de prensa del día anterior impresas en papel, ¡incluso después de haber rediseñado las páginas con la intención de hacer algo distinto también en los contenidos!

Al mismo tiempo que las páginas webs informativas deben evolucionar y madurar hacia productos rentables y distintos, que utilicen y aprovechen todo lo que un soporte digital puede ofrecer (no es porque sea nuestro competidor más directo, pero sigo sin entender por qué el 'nuevo' elpais.com sigue volcando enteros los contenidos íntegros del papel... o por qué hace cada vez más 'interminable' su portada, su home, "nueva web, mismos viejos problemas", en algunos análisis). El diseño periodístico digital, nos recordaba el otro día el maestro Fermín Vílchez en la Universidad Rey Juan Carlos del sur de Madrid, está prácticamente en pañales, deudor absoluto del diseño en papel, sin apenas experimentación en los grandes medios. Repitiendo las tres columnas de rigor y las páginas de portada infinitas, "que nunca se acaban y en las que no hay más valoración periodística que la de ir añadiendo todo lo que llega...".

Ricardo Curtis, auxiliado por Pedro Pérez Cuadrado, procede a 'desenrollar' una página web impresa en papel en las III Jornadas de Diseño de la URJ

Estoy convencido de que no es lo mismo, de que incluso contando con la exclusiva para España de las últimas filtraciones de wikileaks no va a ser lo mismo Público siendo sólo una página web. De que con el cierre de su edición impresa todos hemos perdido ese algo más. Así que sería absurdo, pues, desaprovechar el enorme poder periodístico que todavía conservan los periódicos impresos en papel para convertirlos sólo en páginas web informativas. Sería absurdo... pero somos absolutamente capaces de hacerlo.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Presente y futuro del diseño periodístico

Un privilegio, el que hemos tenido esta mañana en la Universidad Rey Juan Carlos del sur de Madrid, al asisitir a la conferencia del maestro Fermín Vílchez, autor de esa obra de referencia sobre la historia del Diseño periodístico español de la que os dimos noticia un poco antes de que saliera al mercado y cuya primera edición está ya agotada (tranquilidad porque está en imprenta la segunda edición), conferencia titulada "Presente y futuro del diseño periodístico". Y otro privilegio más, el que hemos disfrutado después durante la comida junto a otros profesionales y académicos del diseño periodísitico y la tipografía (entre los que estaban Paco Martín, pionero de los estudios universitarios sobre diseño periodístico en la Complutense; Laura González, profesora de diseño periodístico en el CEU y muy querida amiga de encajabaja, Herminio J. Fernández, jefe de diseño del diario Público y coeditor del gran blog amigo y vecino Cuatro Tipos; o Roberto Gamonal, miembro de Unos Tipos Duros, página web de absoluta referencia en lengua castellana en lo relativo a la tipografía, lo mejor de lo mejor), todos y alguno más oyéndole contar sus divertidísimas e inagotables anécdotas sobre los periódicos. Aprender y reír, eso es estar con Fermín Vílchez.

Fermín Vílchez y Pedro Pérez, organizador del acto, al comienzo de la conferencia


El salón de actos estaba abarrotado, incluso con asistentes sentados en el suelo. En primer plano, la profesora de diseño periodístico del CEU, Laura González


El acto de hoy estaba organizado por Pedro Pérez Cuadrado, mi maestro como ya he comentado cada vez que he tenido ocasión de hacerlo, profesional en incontables periódicos (le conocí no en un aula sino en uno de ellos, pero eso también lo he contado ya...) y profesor ahora en esta Universidad, y aunque pudiera parece que Vílchez acudía para "hablar de su libro" —cosa que tampoco habría estado nada mal, porque el libro es tan inagotable como el propio autor— lo cierto es que no ha sido así, y el maestro de diseñadores ha hablado de... ¡diseño periodístico! Cómo lo ve ahora, cómo es su estado actual, y cómo debería ser según su punto de vista, muy argumentado.

Para Vílchez, que ha trabajado en los principales periódicos de nuestro país, tanto en Madrid como en Barcelona, algo que no suele ser frecuente (La Vanguardia y El Periódico, o como fundador nada más y nada menos que de El País, participando en ese diseño original que creó escuela junto al alemán Reinhard Gäde —a quien desde aquí mandamos un cariñoso saludo y mucho ánimo y fuerza— y al fallecido Julio Alonso), "el diseño ha cambiado en todos los periódicos, en varias ocasiones en muchos de ellos, pero los contenidos siguen siendo exactamente los mismos. Han quedado obsoletos", y eso, junto a la llegada de internet, es "la causa de su declive. A pesar de de los continuos rediseños gráficos, tanto en España como en el extranjero, las ventas de los diarios siguen bajando".

Vílchez muestra en gráficos la continua caída en difusión de los periódicos


Antes de llegar a este contundente punto de vista, ha explicado brevemente los orígenes y evolución del diseño periodístico, de vital importancia ahora gracias, precisamente, a los continuos avances tecnológicos. "Las secciones de diseño, junto a la Mesa de redacción, son centros vitales en las redacciones de los periódicos", desde que se informatizó el proceso de producción. "Ahora, incluso las planchas de impresión salen directamente desde un ordenador", nos ha explicado, "y existen estudios y empresas dedicados al diseño de periódicos en todo el mundo".

Este proceso de informatización supuso para el diseño periodístico una mejora en la diagramación, "cuando adoptó el diseño modular que proporciona mayor legibilidad y orden en las páginas"; tipografías accesibles en cantidad y calidad a un menor precio; y la posibilidad de la cuatricomía, imprimir a todo color todas las páginas de un diario. "Pero los contenidos no han evolucionado", explica Fermín Vílchez, e incluso señala una cierta uniformidad de todos los diseños, "todos los periódicos tienen el mismo formato, tabloide, casi con la misma retícula, todos son en color... tan sólo se diferencian en cuanto a la tipografía. Algo que sólo puede apreciar un profesional, pero no un lector corriente". Para Vílchez "no ha aparecido ningún diario que cree una tendencia nueva, un nuevo modelo de diseño, desde la aparición en España del diario El País, en 1976, o del USA Today en Estados Unidos en 1982".



Ejemplos de uniformidad en el diseño de los diarios de papel...


Y a continuación ha citado al mencionado Julio Alonso, maestro a su vez de Vílchez como él mismo ha manifestado, quien en 2008 señalaba que "lo que exigen estos tiempos más que rediseñar los periódicos, es reinventarlos". Hacer algo nuevo. Y eso nuevo, para Vílchez, tiene que estar en el mundo digital. Porque mientras las tiradas y las ventas del papel siguen bajando "el avance del diario digital es espectacular. Los rediseños, ahora mismo, basados en el tradicional periódico de papel, no sirven para nada que no sea para dar de comer a algunos consultores", afirma con rotundidad.

Pero sucede que, para Fermín Vílchez, el actual diseño y estructura de los diarios digitales es equivocado. "Son todos iguales y todos siguen con la mentalidad del diseño periodístico en papel (...) todos tienen tres bloques, tres columnas en sus portadas, que pasan a dos columnas cuando pinchas en cada una de las noticias... ¿Por qué? No encuentro demasiados diseñadores que investiguen en nuevos formatos digitales. Falta creatividad, porque todos siguen pensando como se pensaba en el papel, y no hacen más que imitarse unos a otros". Vílchez ha puesto ejemplos de cómo, según su punto de vista, no deben diseñarse las portadas de los diarios digitales. Páginas interminables, "que llenar con demasiados elementos, en las que quieren meter todo, todo, todo, ¡que no se acaban!", y en las que, por tanto, "no hay valoración", no hay noticias más importantes que otras, y sólo las últimas que llegan van sustituyendo a las anteriores. "Las portadas de los digitales deberían hacer una selección", en vez de abrumar al lector con cantidad, en vez de con calidad.


...y ejemplos de uniformidad en el diseño de los diarios digitales


"Los blogs, y no el papel, deben inspirar más el futuro diseño periodístico —que será digital— que los periódicos en papel", afirma el autor de la historia del diseño de la prensa española. "Sucede como en el comienzo de los diarios, hace unos tres siglos. Entonces inventaron el diseño periodístico en pequeños medios que hacía una sola persona, o muy pocas, con muy pocos medios, creando lo que hasta entonces no había... como suecede en el caso de muchos de los blogs que hay ahora, y en los que encuentro ideas y propuestas que sí pueden servir para un diseño periodístico del futuro... aunque, claro, es un punto de vista humilde porque no soy un experto en el mundo digital".

"Si las predicciones se cumplen", ha terminado Fermín Vilchez en sus conclusiones, "es cierto que el diseño periodístico en papel puede tener los días contados. Así que los periodistas diseñadores tienen que pensar en el mundo digital. Y además, creo que mientras coexistan ambos medios debe diseñarse primero el periódico digital, sin copiar al de papel, prestando atención a la actualidad inmediata y haciendo una selección en la que no quepa todo; y después diseñar el papel reinventándolo de nuevo para centrarlo en el análisis, la opinión y las noticias propias".



A pesar de su mensaje un tanto pesimista y algo apocalíptico, que el propio Vílchez me confiesa después que posiblemente sea algo exagerado pero necesario para intentar concienciar y que haya un revulsivo en la prensa, "la función que lleva haciendo la prensa diaria desde hace tres siglos seguirá existiendo. A pesar de los nuevos medios, en los que cualquiera no puede ser periodista, no nos confundamos, a pesar de la posible desaparición del papel... el periódico sobrevivirá en la versión y en el formato que sea, siempre que se fundamente en los valores de la libertad de expresión, en dar un servicio a los ciudadanos, en la calidad, el rigor y, sobre todo, en la veracidad. Y los diseñadores no deben tener miedo al futuro porque siempre, siempre, será necesario que alguien dé forma a la información, siempre será necesario que alguien diseñe ese periódico del futuro".

martes, 20 de diciembre de 2011

Invasión de columnas

Hasta casi destrozarlas. En la zona más delicada, además, la que más se ve, invadiendo el centro de atención de la página con una imagen que en condiciones normales intentaríamos evitar poner... en cualquier lugar, escondiéndola si no hay más remedio porque hubiera que publicarla a la fuerza. Técnica lo más invasiva posible de las columnas de ¿texto? para colocar esos ¿ladillos?, uno de ellos con cuatro líneas en negrita cursiva de una seudohelvética chillona, partiendo palabras, para así poder maltratar la tipografía durante más espacio. Sobre el equilibrio de los blancos en las zonas superior e inferior de los ¿títulos?, o en la interlínea del que pretende ser título principal... ¿Y el ¿pie de foto?, o como quiera llamarse a la agrupación apelotonada de caracteres que hay bajo la imagen y que ocupan casi la mitad de espacio que tiene la propia fotografía consiguiendo el asombroso efecto de confundir nuestra atención hasta el punto de que dudamos qué mirar primero, si la foto o el propio pie?



No. No es que hayamos tenido un mal día. Es otro ejemplo más de ese tipo de publicidad invasiva de columnas que pretende invadir la información para hacerse pasar por lo que no es. Casi siempre sin éxito —aunque existe algún periódico publicado en Madrid y distribuido en toda España al que podría emular e incluso superar— especialmente en casos como el mostramos en los que se empeñan en utilizar al revés los principios del diseño periodístico al que supuestamente pretenden imitar. Desconocemos si de manera intencionada o bien guiados por el propio desconocimiento.

Antes, este tipo de publicidad solía ser rechazada en los grandes diarios por aquel principio tan necesario de diferenciar la publicidad de la información. Antes.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Una dosis de sentido común... y otra de genialidad
#jornadasdiseño(y4)

"Si un historiador analizase dentro de 200 años la situación actual de la Prensa, de los periódicos, se encontraría con que el desarrollo y la importancia del diseño periodístico, creciente desde los años 80 del siglo pasado, coincide en el tiempo con el declive imparable de los periódicos. De ahí podría deducir que la prensa se murió... ¡por culpa de los diseñadores! Por eso, y aunque esto pueda ser cierto o no, deberíamos ser humildes. Motivo por el cual no voy a enseñar aquí virguerías ni nada espectacular que yo haya hecho, que es lo habitual en estos casos, sino que voy a mostrar pequeñas cosas llenas de sentido común, o al menos eso espero, porque creo que es la cualidad que más valor tiene en el diseño periodístico."



Así, de pie en el centro del escenario, comenzó Ricardo GutiérrezCurtis en el mundo de la prensa— su conferencia en las III Jornadas de Diseño de la URJC organizadas por su inseparable Pedro Pérez Cuadrado, pareja absolutamente complementaria en los medios en los que han trabajado juntos (El Sol, la Información de Madrid...) y en los que ambos fueron mis maestros. A diferencia de lo que sucede en el mundo anglosajón, sé que no es habitual en nuestra "cultura" hispana hablar de quienes nos enseñaron lo que sabemos —aunque evidentemente sigo aprendiendo escuchando a otros, leyendo, observando y sobre todo con quienes trabajo ahora— porque lo habitual aquí es hablar de uno mismo. El 'yoísmo' este tan enriquecedor. Pero a mí me da igual lo que se lleve aquí, o allí, sobre todo si se trata de Ricardo Curtis, uno de los más grandes diseñadores de prensa que ha dado este país como pudimos comprobar, una vez más, quienes tuvimos la suerte de escuchar una conferencia que en principio iba a tratar de "El arrevistamiento en el diseño de publicaciones", pero que en el último momento el imprevisible Curtis convirtió en un abanico de genialidades, una tras otra, in crescendo, con el hilo conductor del tan excaso como valioso sentido común. Todavía estoy frotándome los ojos... y el corazón.

Pedro Pérez presentando a Ricardo Curtis

La primera parte consistió en una serie de ejemplos de puesta en página de fotografías en casos reales de El Periódico de Cataluña, mostrándonos todas las imágenes de las que disponían los diseñadores en cada noticia. Viendo cada página con las distintas posibilidades, rediseñándolas con las imágenes menos adecuadas para entender que así no, y, sobre todo, explicándonos de manera muy sencilla el POR QUÉ no y el POR QUÉ sí... parecía todo tan sencillo. "Vemos cómo se distorsiona la información cuando se aplican criterios de diseño sin tener en cuenta el contenido, o el enfoque que quiere darse a una noticia", decía Curtis en un volumen más alto de lo habitual en él de manera que podíamos oírle. "Poner esta imagen, por lo que hemos visto antes, sería una gilipollez, ¿no?"

Después de pelearse un poco con el PC, "perdonad, pero soy maquero, cómo c..", logró seguir adelante para explicar de la manera más sencilla posible cómo se arma un reportaje de varias páginas en una revista a partir del conjunto de imágenes de las que se dispone. Distintas posibilidades, dos, tres, cuatro... para el mismo reportaje "en función del enfoque informativo que le queramos dar a la historia", partiendo siempre de una maqueta determinada por la apertura de ese tema "que va a marcar a todas las demás (...) tenemos que contar una historia a través de la edición gráfica, y para ello lo primero es hacer una análisis de todas las fotos que tenemos". Descartando, seleccionando, eligiendo una portada que estructura todas las demás. Puro periodismo visual. "Llevo años haciendo esto así", me confesó desde el asiento de al lado Rafael Alvaro, diseñador en periódicos y revistas con una amplísima trayectoria y antiguo compañero, "y no se me hubiera ocurrido explicarlo de una manera tan sencilla". Puro sentido común.





A estas alturas yo pensaba que sería imposible ir a más; qué más podía enseñarnos Curtis sobre diseño periodístico y sentido común. Y mi asombro debía de exteriorizarse porque sin necesidad de decir nada nuestra querida Laura González, con su habitual inteligencia, debió darse de cuenta de mi carita y se acercó para susurrarme, "espérate que ahora vendrá lo de la Coca-Cola". Y vino. Vino a raíz de una ocasión en la que su/nuestro amigo Pedro Pérez le pilló a traición para que "esa misma tarde les dijera algo" a los alumnos de la Universidad San Pablo CEU, hace ya un tiempo. "Es una historia que cuento muchas veces, porque me encanta".

Lo de la Coca-Cola consiste en que "sin saber muy bién de qué podía hablar aquella misma tarde, abrí los teletipos y vi que en Inglaterra se había denunciado que Coca-Cola vendía agua del grifo haciéndola pasar por mineral". ¿Cómo se maquetaría aquel teletipo? Pues un título, y un texto. No daba para más, eran apenas 30 o 40 líneas. ¿De verdad no da para más?, como mínimo un ladillo, "pero que diga algo, no un adorno", o un pequeño sumario en el centro. "Me pongo a buscar y encuentro en internet una imagen de una de esas botellas, y ya tengo otro elemento más"... que se van mostrando en la pantalla del auditorio según se añaden a la página imaginaria. Y leyendo el texto más despacio encuentra una excusa de Coca-Cola diciendo que no se trata de agua del grifo sin más, sino agua 'tratada' con el proceso de la ósmosisinvertida "o no sé qué". Pues hay que investigar qué es eso... y hacer el gráfico correspondiente que nos los explique. Con lo que ya tenemos ¡cuatro columnas de arriba a abajo (texto, imagen de botella, gráfico explicativo)... a lo que hay que sumar una segunda pieza de texto informando de que en España también Coca-Cola ha vendido agua embotellada, aunque aquí nos dicen que sí, "que es de la buena". Y que, además, "encuentro la publicidad con la que Coca-Cola vendía ese agua 'tratada'". Ahora ya es toda una página, completa y llena de elementos informativos. "Si además queremos ser sensacionalistas", concluye Curtis, "pues hacemos esto". Y nos dibuja un enorme grifo que llena de agua una Coca-Cola a toda página junto con todos los demás elementos. "Pero no queremos serlo". Y volvemos a la solución completa. Un pequeño teletipo, y mucho sentido común. Y mucho periodismo.






Y más. Faltaba el más difícil todavía. Porque Curtis terminó proponiendo a los alumnos de esta universidad del sur de Madrid un "proyecto para que alguno de vosotros lo lleve adelante".



Ejercicio de ciencia ficción para alumnos de periodismo: "Imaginemos que internet ya está inventado pero que viviéramos en una sociedad en la que no se hubiera inventado la imprenta y que de pronto, ahora, apareciera un tipo llamado Gútemberg y la inventase". ¿Qué clase de productos periodísticos impresos crearíamos? Posiblemente, lo primero sería llevar las páginas web que ya tenemos directamente al papel, tal cual, obteniendo este resultado:



Algo inmanejable, imposible de leer, "bueno, alguno diría que ha inventado el periódico papiro, y lo enrollaría bajo el brazo por la calle (...) Pero en realidad deberíamos empezar a hacernos preguntas sobre la mejor manera de llevar esta 'home' al papel para hacer con ella una portada", explicaba Curtis ante un auditorio atónito. Y tendríamos que seleccionar a la fuerza entre estas siete imágenes para quedarnos con un máximo de cuatro. Seleccionar y valorar. Y deberíamos adaptar la tipografía, dejar el palo del texto base de la web por tipos con serif que facilitan la lectura en papel además de bajar el cuerpo; cambiar el color y eliminarlo de los titulares porque en papel se imprime mejor la tipografía en negro...



"Y seguiríamos haciéndonos preguntas, que son las que tenemos que hacernos ahora en realidad; por ejemplo sobre si podemos ser un producto generalista, como esta web con esta 'home' tan larga, o si debemos ser un producto especializado... Sobre si debemos comprobar las noticias para así diferenciarnos de Tuiter que lanza todo al instante, contrastado o no; sobre si hay que aportar la credibilidad y la calidad que está escondida en la selva de internet. Porque sólo así tendremos futuro, y no sólo en papel sino también en la red".

"Tenemos que defender nuestro oficio", terminó Curtis entre el silencio de quienes le escuchábamos, muchos, "tenemos que defenderlo con calidad y con trabajo. Porque aunque nos digan, y nos repitan, que nos van a fusilar al amanecer... yo me resistiré. Me resistiré a que me vayan a matar el papel".

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Modelo ¿único?

Es una sala de espera, de la que poco a poco va saliendo alguno para no volver, y en la que fumamos esperando. Desesperamos esperando ese "modelo único", la flauta que suene para seguir todos los demás al flautisa que al final nos salve... pero lo que llega es un cartel de prohibido fumar y la recomendación de que o nos movemos un poco o nos va a dar un infarto de tanto estar en el sillón, sentados, fumando, quietos, esperando.

No tardó mucho, comenzó a su hora la conferencia del profesor Fabrizio Pini, del Instituto Politécnico de Milán, a la que asistimos hace unos meses en esa ciudad del norte de Italia en un día desapacible y muy frío, sobre distintos modelos de medios de comunicación. Analizó con brevedad, concisión y claridad —¿recuerda alguien aquello?— dos propuestas tan distintas como The Daily de Rupert Murdoch, "un medio cerrado que sólo se distribuye a través de un canal"; frente a lo que denominan newsbrand (marca de calidad sobre contenidos informativos, podría ser una traducción aproximada) noruega del Aftenposten, "que te acompaña durante todo el día a lo largo de distintos productos", periódico impreso, productos para el iPad, para la web, para móviles... "unos de pago, otros financiados con publicidad, de manera que en realidad ningún contenido es gratuito".




Aunque el profesor Pini no manifestara de manera directa cuál de esas dos propuestas tan opuestas le parece más acertada, "si yo supiera qué va a pasar, o cuál es el modelo de negocio para la prensa... créanme, no estaría aquí ahora hablando con ustedes", su manera de exponer mostraba su preferencia implícita por el modelo que "potencia una marca sin renunciar a ninguna de sus posibilidades, haciendo que se refuercen unas a otras. Para ello hay que diseñar lo nuevo en función de lo nuevo y no a partir de lo viejo".



Esperamos un poco, y aquel mismo día por la tarde en Milán pudimos escuchar a Andrea Monti, director de La Gazzetta dello Sport, uno de los periódicos deportivos más importantes del mundo, que también ha configurado su "modelo de negocio", de enorme éxito empresarial hasta ahora, como una newsbrand. Monti, un periodista de los que merece la pena escuchar, de lo primero que nos habló, con revencia y una voz grave y casi tan poderosa como el diario que dirige, fue de sus maestros (inaudito, ¿verdad?, acostumbrados como estamos en esta España nuestra a oír a tanto experto, y triunfador hablar sólo de sí mismo).

Y habló de su página web, claro, y de la aplicación para iPad, y de la tienda online, y de Gazzetta TV, y de los eventos que organiza La Gazzetta —Giro de Italia, incluido—... de todo ese universo de 360º como lo llaman los gurúes, pero incidiendo muy especialmente en su punto central, el diario en papel. "Habrán escuchado hablar de último ejemplar impreso de The New York Times, ¿verdad?", nos dijo no en volumen sino en tono de bajo y con una media sonrisa; "pues cada vez que lo oigo recuerdo la nota que envió Mark Twain a un periódico que había publicado su muerte en la que les decía, tan sólo, que aquello le resultaba 'un poco exagerado'". Porque para Monti, el periódico "es el elemento que nos da fuerza y credibilidad de marca (...), lo que da sentido y razón de ser a todo lo demás. Es lo que somos".


Me pongo malísimo en el avión. Después de esperar más de una hora en el control de seguridad y de correr por una terminal que nunca terminaba, horripilante y caótica, el avión tarda más de dos horas en salir y en la sala de espera tan sólo de te dicen que esperes. Despegamos por fin y el piloto decide volar muy rápido para recuperar el tiempo perdido, pero al llegar a Barajas no tiene pista para aterrizar y tenemos que esperar en el aire, dando vueltas... que si las capas de la atmósfera y las turbulencias, que si la presión me destroza los oídos y a nadie más parece afectarle, el asiento de delante tan pegado parece acercárseme cada vez más y me asfixio, paren esto que yo me bajo... vuelvo a ponerme malo de sólo recordarlo.

Leíamos El Mundo en la aplicación de Orbyt para el Ipad en el catastrófico aeropuerto de Malpensa, eso sí. Otra posibilidad, otro modelo. Que se beneficia en este caso de una escuela de diseño periodístico que lleva evolucionando desde que nacieron los periódicos, estructurando la realidad que queremos contar con orden y jerarquía a la vez que se confiere de identidad a las páginas, porque son las páginas del periódico las que se ofrecen en este quiosco virtual.



Páginas "enriquecidas" con contenidos adicionales imposibles en el papel como es el caso de los vídeos; y con la posibilidad de lanzar también ediciones especiales del periódico ante acontecimientos extraordinarios, como hicimos en el caso de la muerte de Bin Laden, el 2 de mayo de 2011, la primera vez que se ha hecho algo así en la prensa, que nosotros sepamos. Los enormes costes de impresión y distribución disminuyen con esta manera de publicar posibilitando así un precio menor del periódico, sí se trata del periódico, a los lectores.



Dicho así podría parecer que se trata DEL modelo... pero es en realidad UN modelo. Que cuando intenta tan sólo imitarse ofrece como resultados siempre algo peor. Y no es por que se trate de nuestra competencia, que también, pero comparar las páginas sin ningún contenido añadido (ni vídeo, ni nada) de Kyoskoymas, el "quiosco digital" de Prisa en el que ofrece El País junto a otras muchas publicaciones, ¡cortadas por debajo! porque no dan la proporción adecuada en la pantalla de un iPad, todo ello en una interface ciertamente pobre, muestra claramente que EL modelo, o UN modelo, o CUALQUIER modelo, necesita como requisito primero y fundamental... creer en él.

El mencionado director de La Gazzetta nos señaló las enormes diferencias que podían tener en su desarrollo nuestros periódicos y sus periódicos italianos en internet... por el mero hecho del idioma. "El italiano no se habla más allá de nuestra península... mientras que el español de ustedes se habla en todo el mundo. Tienen que aprovechar esta circunstancia". ¿Cómo vamos a tener entonces el mismo modelo? ¿Y cómo, a su vez, vamos a tener nosotros el mismo modelo que los medios en inglés?, que también se habla en todo el mundo pero cuyas gentes y sociedades se parecen bien poco a las "nuestras".

Manuel Castells menciona como características comunes a los medios de comunicación en nuestra sociedad actual, que él denomina "sociedad red", la "globalización", pero a la vez el "carácter local". Una combinación adecuada que aflore de esta dialéctica global/local es lógico pensar que sea única para cada uno de los medios, lo que llevaría a descartar un modelo único. Existen características comunes que deben tener los medios de comunicación que quieran sobrevivir, independientemente del "modelo de negocio" de cada una de ellos, como bien nos explica el profesor Ramón Salaverría, director de Proyectos Periodísticos en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, a quien siempre conviene leer: "El papel de los periodistas como interpretadores de la realidad es algo que sigue siendo plenamente vigente, y ahora más que nunca. Ante tal polución informativa, si no disponemos de profesionales que nos sepan explicar qué está pasando día a día, minuto a minuto, en muchas casos nos podemos sentir desorientados", nos dice; y añade: "Tendrán éxito los que aporten originalidad". Los que ofrezcan un valor añadido.




Die Zeit, semanario alemán que triunfa a contracorriente, uno de los pocos productos en papel —junto a The Economist— que a presar de crisis generales y particulares crece, lo hace utilizando una fórmula curiosa. Su director, Giovanni di Lorenzo, declaró en una entrevista que os enlazamos en su momento que encargaron a varios consultores qué estrategias seguir de cara al futuro y una vez con los resultados en la mano... hicieron exactamente lo contrario. Más texto, más profundo, artículos de fondo, más lectura en definitiva a pesar de que nos vengan diciendo desde hace años que los textos deben ser más pequeños y las imágenes más grandes. Pero ¿no son los periódicos un producto destinado específicamente para lectores?, nos recordaba con ironía e inteligencia el periodista Enric González en otra entrevista que no tiene ni una palabra de desperdicio. Y ese modelo de más lectura que parece funcionar en Alemania o en Inglaterra... ¿serviría en España? ¿Tienen algo que ver sus índices de lectura, a lo largo de la historia, con los nuestros? ¿Es EL modelo, o es SU modelo? Porque si ahora se trata de buscar el famoso nicho de lectores (300.000 ejemplares de un periódico en nuestro país, que supera los 45 millones de habitantes, es un éxito absoluto), hacer un producto dirigido a una elite, lo cierto es que en España no hacemos otra cosa desde... que existen los diarios, los libros, los manuscritos y hasta las pinturas rupestres.

Encontramos incluso casos como el de The Guardian en el que EL modelo goza de un mayor consenso: periodismo de calidad, posiblemente el mejor diseño periodístico del mundo, una web de acceso gratuito en el mejor idioma para lograr millones de visitas de todos los países del planeta... Parecen hacerlo todo bien... y sufren pérdidas que crecen de año en año superando los 40 millones de euros en su último ejercicio. Tal vez aquí suceda lo contrario y EL modelo, el que parece ser mejor para todos, lo sea para todos pero no para ellos, no sea SU modelo. Aunque no se quedaron esperando, sentados, quietos... y eso sí que sea un modelo a seguir.

Levantémonos entonces de la sala de espera, aunque resulte imposible siquiera no ya saber qué viviremos en el futuro sino conocer y vivir el presente, o saber lo que somos, como parece insinuarnos Pedro G. Cuartango, maestro de lo que podríamos llamar periodismo filosófico. Antes de que nos llamen por la única puerta del modelo único por la que vemos pasar de vez en cuando a uno de nosotros camino del fin del camino.

martes, 13 de septiembre de 2011

Hace diez años...

...el diario El País, y todos los demás, publicábamos páginas así. Pero hace diez años hubiera sido impensable publicar así una página


La primera página que aparecía después de la primera página del periódico del domingo, abriendo la sección de Internacional, encabezando un gran reportaje de tres páginas dedicado a conmemorar los atentados terroristas de mayor magnitud en la historia, sucecidos hace diez años... ¡con un faldón de publicidad!

"La década que alumbró el ocaso", titulan en esta página que hubiera resultado inimaginable hace diez años, hablando del contenido de su información y sin quererlo hablando también de su forma, de un diseño periodístico rendido a la crisis publicitaria. ¿Pero cómo? Si antes esta página NUNCA hubiera llevado publicidad, e incluso habría abierto como página par para ser la primera de la doble, imposible también en este caso porque la impar también es toda ella un anuncio... será porque ahora hay más publicidad, ¿no?

Pues no, es precisamente por todo lo contrario. Aunque pueda parecer una paradoja, hace diez años la abundancia de publicidad permitía que pudiéramos hacer con ella no lo que quisiéramos pero sí mucho más que lo poco o nada que podemos hacer ahora con la poca publicidad que tenemos. Podíamos abrir a toda página con un tema, o a varias páginas incluso, cuando lo considerábamos de mucha importancia; y podíamos permitirnos rechazar publicidad (incluso por criterios estéticos), o colocarla donde mejor nos pareciese porque, además, hace diez años podíamos publicar también muchas más páginas.

Hablando de escasez, las ¡6 páginas! (enteritas estas sí, y sin publicidad, lo que posiblemente obligó a llevar ese faldón a donde antes nunca hubiera llegado) de publirreportaje con formato de entrevista a Rubalcaba tampoco ayudan, o más bien ilustran a la perfección "el ocaso".



Hace diez años a un impertinente módulo de publicidad —ese auténtico dedo en el ojo que es el temido 2 por 2— no se le hubiera permitido, ni a él se le habría ocurrido, arruinarnos, en este caso a nosotros, una magnífica apertura de Cultura trabajada con días de adelanto y mucho talento...


...y modificada en un más difícil todavía con enorme profesionalidad por nuestra compañera de sección Esmeralda Sáez, autora también de esa primera gran versión.


Hace diez años hablábamos con aires de superioridad descalificando esas promociones que tantos periódicos nos hacían vender y tantos sueldos y buen periodismo permitían a cambio. Y ahora, si nos dicen que el enésimo curso de esperanto, o el ajuar con el escudo de su equipo "parece que no van mal" se nos abren los ojos como platos y sentimos una sensación desconocida, y agradable. "¿De verdad?, ¿no joooodas?".

Hace diez años comenzaba un siglo del que esperábamos tiempos mejores, mucho mejores, después de un siglo XX de guerras mundiales, genocidios en Europa perpetrados por los pueblos "más cultos", armas nucleares y crisis económicas de las que supuestamente habíamos aprendido, además de adelantos tecnológicos inimaginados por quienes vivieron antes. Pero comenzó con aviones de pasajeros estrellándose contra las Torres Gemelas de Nueva York para llenar de miedo el mundo, de guerras con un coste incalculable en vidas y en recursos económicos, una de las causas que impiden la recuperación económica de una crisis en la que parecemos atrapados sin salida. "En los costes de la guerra para Estados Unidos calculados hace tres años", escribe el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, "la cifra conservadora osciló entre 3 y 5 billones de dólares. Desde aquel entonces, han aumentado todavía más".

Hace diez años éramos más jóvenes y aunque sólo fuera por eso parecíamos tener más futuro, o menos incertidumbre. Después de diez años, El País titula "la década que alumbró el ocaso" y un faldón de publicidad arruinando la página que abre el periódico parece darles la razón.


[Actualización]

Nuestro amigo Jordi Catalá, de El Periódico, nos envía esta imagen en la que también ha tenido que "tragar" con la publicidad. Ese pequeño anunció le obligo a replantear y reordenar el gráfico que iba a doble página  para "adaptar las piezas a una nueva geometría". Pero como él mismo nos cuenta, ese "pequeño recuadro travieso" es lo que nos da de comer... aunque a veces el precio a pagar es un poco alto, desde el punto de vista del diseño.


lunes, 28 de marzo de 2011

The insider: el periodismo es algo muy serio




En 1999 Michael Mann rodó The insider (aquí en España El dilema: una vez más, gracias a los chicos que traducen los títulos de las películas americanas...), película basada en un episodio real, que desde ya os recomendamos decididamente si os gusta el cine de altísima calidad y doblemente si además os apasiona el cine sobre periodismo... pero periodismo del bueno, del vocacional...

Lowell Bergman (el enorme Al Pacino), es productor del programa de la CBS 60 minutos, máximo exponente del periodismo de calidad en la televisión americana. Documentándose para un reportaje sobre los riesgos del tabaco contacta con Jeffrey Wigand (gran Russell Crowe), un alto ejecutivo de Brown & Williamson, una de las mayores compañías tabaqueras de EEUU, que acaba de ser despedido. Inmediatamente, Lowell ve la historia que Wigand oculta, víctima de amenazas, cláusulas legales y contratos de confidencialidad. Las compañías de tabaco conocen los efectos perjudiciales del tabaco y los ocultan deliberadamente. Wigand quiere contarlo al mundo y Lowell le ofrece '60 minutos'.

Pero las compañías de tabaco son el dinero. Y el dinero es el poder. Y comienza una despiadada batalla entre unos periodístas íntegros que pretenden dar a conocer la mayor noticia sobre salud pública de la historia de EEUU y la de unas compañías tabaqueras sin escrúpulos que recurrirán a todo tipo de recursos, legales e ilegales, para silenciar a Wigand.


Surge la presión del auténtico poder, y de pronto, las empresas se cubren las espaldas unas a otras... algo a lo que, lamentablemente, tampoco es ajeno el periodismo...
Poco después, todo estalla:



¡Cuántos de nosotros habremos tenido o presenciado broncas en términos muy parecidos a éstos! Cada uno en su nivel, claro. Algunos en el despacho de algún jefe, otros en el pasillo que separa dos secciones. Pero las formas, las expresiones, la vehemencia... eso también es el periodismo. Es la reacción de alguien como Lowell, que ve cómo se desmorona todo sobre lo que está construida su trayectoria profesional: dedicación, honestidad, integridad... Pero sobre todo, es la reacción de un periodista honesto que es traicionado por sus propios compañeros, miedosos, acomodados, mediocres... Y de ahí los exhabruptos, y lo familiar que nos resulta todo en ese despacho, y entre esos "compañeros"... pero sobre todo tanta, tanta realidad. Y aunque Al Pacino sólo es Al Pacino en versión original, en esta ocasión fue doblado (excepcionalmente) al español por Ramón Langa, que grita "no me toques las pelotas" como nadie en nuestro cine...

El dilema (The insider), 1999
Michael Mann
Al Pacino, Russel Crowe y Christopher Plumer


miércoles, 19 de enero de 2011

La fuerza del papel

Internet no era suficiente. Llevaban varios años publicando filtraciones e informaciones exclusivas de muchísimo interés y aunque habían conseguido ya cierta importancia no alcanzaban la notoriedad que deberían tener en función de lo que estaban publicando. Wikileaks ha tenido que "pasar al papel" para convertirse en un fenómeno mundial de la comunicación, el "antes y el después" en la historia del periodismo no ha llegado hasta que la página web decidió "compartir" con cinco de los más importantes diarios impresos en papel del mundo —The Guardian (Reino Unido), The New York Times (Estados Unidos), Le Monde (Francia), el semanario Der Spiegel (Alemania), y el diario El País (España)— el material que poseía sobre los cables de las embajadas norteamericanas.

Incluso Julian Assange, su co-fundador y ahora portavoz, se ha convertido en el personaje mundial que ahora es después de que las rotativas entintasen millones de papeles con su rostro, además de que esas facciones suyas de manga-anarco-activista-hacker de diseño apareciesen en televisión, claro. No era suficiente la red para conseguirlo.

Puede resultar más o menos polémico lo que hace este Assange, especialmente para quienes se empeñan más en buscarle dudas y sombras al personaje que en hablar sobre el contenido de lo que publica, pero en lo que no creo que haya tantas dudas es en su asombrosa capacidad para la comunicación, en cómo dosifica los datos que hace públicos, en el manejo de los tiempos. Paradójicamente, dice despreciar a los periódicos y a los periodistas, pero cuando ha querido dar el salto mortal (mortal ya veremos hasta qué punto, porque sus abogados esgrimen como causa para que no sea extraditado su temor real a que sea ejecutado en EEUU), cuando se ha propuesto convertirse en uno de los hombres más famosos del mundo y hacer lo propio con Wikileaks, entonces ha acudido a ellos buscando esa fuerza del papel que sólo la prensa impresa tiene, por el momento, y que tampoco sabemos si podrá recoger algún otro soporte en el irreparable caso de que la perdiera del todo el papel al dejarse de imprimir periódicos. Una fuerza que no emana del todo del número de lectores (hay otros diarios que tienen muchos más lectores que este grupo de cinco periódicos, por no hablar de las tiradas de los tabloides sensacionalistas ingleses y alemanes), sino más bien en una combinación adecuada entre número de lectores, la "calidad" de los mismos y la calidad de la información. Un "cuarto poder" con origen en el poder y en la influencia de quienes leen los periódicos, en qué despachos de todo el mundo, de gobiernos y empresas, entran para quedarse cada mañana sus páginas de papel.



Pero los periódicos, o quienes deciden en ellos —en casi todos los casos, accionistas que invirtieron para ganar dinero sin entender que un periódico es "algo" más que dinero, precisamente es también, o sobre todo, esa fuerza del papel de la que hablamos, y que si se descuida ese "algo más" lo más probable es que a corto plazo se siga ganando dinero pero a medio y largo plazo, no— entraron hace tiempo en un círculo vicioso de recortes para intentar equilibrar el próximo balance y ahora llegan inexorables los balances en los que se recogen las consecuencias de esos recortes... que se pretenden evitar con más recortes. Es una especie de suicidio, como un cigarrillo que te calma la ansiedad del momento a costa de matarte poco a poco. Un proyecto sin futuro, no ya para quienes pierden cada día su trabajo, sino para el propio periódico en sí. Un debilitar la fuerza como estrategia para ser más fuertes.

Lo sensato sería, pues, no desperdiciar esa "fuerza" del papel, no dejar que se nos escape entre los dedos mirando con cara de bobos, paralizados, o derrocharla en iniciativas distintas a lo que es un periódico en las que esa "fuerza" deja de existir. "El razonamiento está claro", escribió hace poco Gonzalo Peltzer en Paper Papers, blog de referencia periodística en lengua castellana, en un artículo titulado El futuro del papel es de papel: "estamos mejor que nunca y nuestros principales ingresos vienen del papel. ¿Qué hacer? ¡Innovemos... en el papel! y pongamos el diario en el futuro. Es como el esfuerzo de dar tres grandes pasos en una carrera y empezar a mirar a los demás por arriba del hombro. El futuro del papel es de papel (sea negro o esperanzador). Y el de internet es de internet."

Así lo entendieron algunos editores como los de The Economist, que se mantuvieron firmes y fuertes como bobinas de papel con sus reportajes "duros", largos, trabajados, apostando por textos de calidad que algún que otro gurú mantiene que "no lee nadie", en un momento en el que además otros dejaban de hacerlo, conservando así sus lectores y recogiendo los que abandonaban esos otros. Porque hay gente a quienes les gusta leer, sí. Increíble, ¿verdad? Vamos a repetirlo: hay gente a quienes les gusta leer. Y son, precisamente, quienes comprarían un producto hecho para ser leído, como los periódicos. Por no hablar del semanario alemán Die Zeit (El Tiempo), que fueron más allá "desoyendo todo lo que nos aconsejaron los asesores de medios. Seguimos haciendo textos muy largos, no nos adaptamos a las modas y continuamos haciendo un periódico bastante difícil", como declaró su director, Giovanni di Lorenzo, en una entrevista en la que se atrevía a reconocer que "en los últimos años hemos hecho mucho para dañar la imagen del papel, al que, en el fondo, le debemos todo".

Es ir a contracorriente. Acepto que escribir este artículo es ir contra una corriente de pensamiento único que, tal vez, sea la corriente que nos lleve a buen puerto, o bien sea la corriente que nos empuje lentamente y sin retorno hacia una de esas cataratas con un fondo de rocas. No lo sé, es sólo que resulta algo aburrido dejarse llevar.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Wikileaks en cuatro columnas de papel

Es algo extraordinario. Modificar el número de columnas en las páginas de un periódico, que no son otra cosa sino los pilares de su estructura. Es algo extraordinario. Publicar cientos de miles de documentos públicos a los que no tiene acceso el público que mantiene con sus impuestos a quienes los redactan. Simples cotilleos, banalidades conocidas, secretos que necesitan las democracias para funcionar y que no deben ser divulgados, información de altísimo interés que aportan una necesaria transparencia a la acción de los gobiernos para que los ciudadanos que los eligen tengan elementos de juicio... o una mezcla de todas estas cosas, lo cierto es que no había sucedido algo así hasta que Julian Assange, cabeza visible y portavoz de la organización Wikileaks (observen que hay que enlazar directamente con una dirección ip debido a los intentos de bloqueo que está sufriendo el sitio por parte de distintos gobiernos y empresas supuestamente privadas "dirigidos" por la Administración norteamericana), eligió a un pool de medios de comunicación, todos impresos en papel, para "compartir" y de esta manera ¿lograr de ellos "donaciones"? y una mayor difusión de los 250.000 documentos filtrados que posee sobre la diplomacia norteamericana, o sea mundial. A saber: The Guardian (Reino Unido), The New York Times (Estados Unidos) aunque al parece fue el periódico británico quien le incluyó en el grupo y no el propio Wikileaks, Le Monde (Francia), el semanario Der Spiegel (Alemania), y el diario El País (España).












Tampoco había sucedido hasta el presente, al menos no lo recordamos, que el diario El País, el más ortodoxo de los que se publican en lengua castellana en lo referido a su "seriedad" formal, cambiara el número de columnas de todas las páginas dedicadas a una unidad temática, y durante un día tras otro como está haciendo ahora —con enorme acierto y muy necesaria oportunidad— con el asunto de Wikileaks que ¿la fortuna? ha puesto en sus manos.

Desde la misma portada, maquetada ahora toda ella EN cuatro columnas en la parte donde se sitúa este tema y no A cuatro columnas de las cinco que dispone en su configuración "normal", a la apertura de Internacional, en cuatro columnas también, y con un destacadísimo encabezamiento formado por el antetítulo "Los papeles del Departamento de Estado" que luego se utiliza en todo el resto de páginas a modo de cintillo con la misma tipografía y color; una amplia entradilla que explica y resume qué parte de esos "papeles" se publican y qué contienen; un título y subtítulo con un cuerpo el primero mucho más grande lo habitual y a todo el ancho de la página que, volvemos a insistir por si no había quedado claro, se divide en cuatro hermosas columnas. Que vuelven a ser cinco cuando las páginas del diario se ocupan de los distintos temas de la actualidad, como sucedió, por ejemplo, con las elecciones catalanas que aunque pareza inimaginable quedaron relegadas en este medio a un segundo plano informativo.



Uno de los debates, o de los interrogantes, que genera la manera de publicar información por parte de Wikileaks es si de esta manera nos encontramos con un nuevo periodismo sin periodistas ("Soy un editor. Actualmente, dado el estado de impotencia del periodismo, me parecería ofensivo que me llamaran periodista", declara el propio Assange en una entrevista, también del diario El País, evidentemente, y que se debió celebrar aproximadamente en las fechas en las que negociaron colaborar juntos). Y es que Wikileaks más que como un medio de comunicación se ha comportado ahora como lo que tradicionalmente se ha llamado una fuente, que, además de proporcionar información en bruto a los periodistas, además de buscar la todavía existente fuerza del papel (todos los medios a los que ha cedido sus cables se imprimen en papel), la proporciona también "sin cocinar" a los receptores finales de la misma, a los lectores, como absoluta novedad y gracias a la tecnología de internet (antes de la existencia de la Red era sencilla y técnicamente imposible).

Ante un panorama de esta naturaleza, a los medios de comunicación les quedaría, además de la selección y valoración del material (un material en bruto ingente y difícil de entender para un lector medio) un papel fundamental como editores de la información. Función en la que cobra especial importancia la puesta en página y que el diario en cuestión que analizamos está haciendo de una manera sobresaliente en este caso desde nuestro punto de vista. Páginas para leer. Por eso la elección de las cuatro columnas que además de indicar con una estructura absolutamente excepcional que nos encontramos con un tema excepcional (forma y contenido siendo uno en el mensaje periodístico, porque ya sabéis que maquetar es informar), permiten
detener el ritmo de lectura de la publicación porque quienes editan así quieren que ahí se pare el lector, que lea y reflexione de una manera más atenta, sosegada y profunda que además se refuerza con el mayor ancho de las líneas, distinta a la lectura aparentemente más rápida de las líneas más cortas que generan las cinco columnas; con la habitual edición gráfica de este diario que situamos a la altura de la de los mejores periódicos del mundo. Imágenes poderosas y rotundas, llenas de información y de impacto (obsérvese por ejemplo, con el reposo que pide esta propuesta, la de Hillary Clinton tras el escudo del Departamento de Estado de la primera doble que os mostramos). Una gran fotografía por página y un texto, nada más en muchas de ellas... páginas para leer.








Julian Assange está ahora mismo detenido en una prisión británica acusado de dos delitos de agresión sexual cometidos presuntamente este verano en Suecia, país en el que curiosamente buscaba refugio. El banco suizo PostFinance ha bloqueado una cuenta suya, es decir, no le permiten acceder a su dinero, ¡por no vivir en Suiza! Visa, Mastercar, y Paypal han anulado también sus cuentas con Wikileaks y Amazón y otros proveedores de acceso a internet le han echado a su vez de sus servidores... todo ello sin resoluciones judiciales de ningún tipo. Internet libre y una red neutral, que se dice. Aunque las motivaciones últimas de un personaje tan escurridizo necesitarían tal vez también de un Wikileaks para Wikileaks.

Encontramos en el blog del periodista Ignacio Escolar, Escolar.net, esta entrevista con el personaje en la que él mismo habla algo de sí mismo:



Y el blog sobre periodismo Paper Papers, auténtica referencia en lengua castellana y que no nos cansamos de enlazar y recomendar, nos ofrece una vez más claves para entender algo de lo qué está sucediendo con un artículo en el que enlazan ellos a su vez a varios artículos de opinión de primer nivel aparecidos en la prensa con puntos de vista distintos sobre el acontecimiento de Wikileaks.

Wikifiltraciones que junto a cotilleos y banalidades contienen informaciones sobre presiones de los Estados Unidos a casi todos los Gobiernos amigos o enemigos, incluido el español (a quien supuestamente se llega a proponer que cometa delitos para excarcelar "y poner en un avión rumbo a Estados Unidos" a traficantes de armas); presiones también a nuestro sistema judicial (cuando están implicados ciudadanos norteamericanos, civiles o militares, y a las que supuestamente ceden algunos fiscales); en las que nos enteramos de que el Gobierno español ha ofrecido al norteamericano acoger más presencia militar en la base de Rota para que se instale allí el nuevo mando del Pentágono para África; en las que se detalla cómo "EEUU pidió a sus diplomáticos que robaran material e información de oficiales de la ONU y de grupos de derechos humanos, incluyendo ADN, huellas dactilares, escaneos de iris, números de tarjetas de crédito, contraseñas de internet y fotos de carnet, violando los tratados internacionales"; así como también se muestra la manera en la que "se amañaron los informes del Reino Unido sobre la guerra de Irak para favorecer los intereses de Estados Unidos" y facilitar así la entrada de ese país en la guerra; o se conocen los perfiles que elaboran los diplomáticos sobre mandatarios de todo el mundo, entre otras cosas que pueden ser, o no, de interés público no ya para periodistas o historiadores (que nunca hasta esta circunstancia habían podido trabajar con documentos así justo cuando se acaban de redactar y cuando están sucediendo los acontecimientos que describen, porque para esto tenían que esperar décadas que varían según las distintas legislaciones), sino para todos los ciudadanos que quieran estar informados y que son sus dueños, como lo son de toda la información relevante.

Documentos que ahora podemos leer, convenientemente filtrados y/o ¿censurados? (estos medios han admitido haber negociado con el departamento de Estado de EEUU qué publicar y qué no, por lo que habrá que esperar a su publicación completa en Wikileaks, si es que pueden hacerlo) en páginas de papel maquetadas en cuatro columnas...