Mostrando entradas con la etiqueta Tipografía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Tipografía. Mostrar todas las entradas

miércoles, 6 de octubre de 2010

'Track police'

Desde hace un tiempo a esta parte, un poco después del 11 de enero de 2009 cuando cambiamos de diseño y nuestra venerada y perfecta Helvética dio paso a esta Valencia que viene de la Madison que viene de la Century (como bien nos hizo ver Herminio J. Fernández en un excelente artículo de nuestro blog amigo y vecino Cuatro Tipos), tipo de letra con el que titulamos ahora, desde entonces, decía, me he convertido en una especie de 'track police'.

Me explico. El track negativo es esa manera que tienen los programas informáticos de apretujar las letras unas contra otras para que en una línea quepan más caracteres de los que realmente caben si los componemos correctamente para conseguir su máxima legibilidad. El track positivo hace lo contrario. Es difícil conseguir esa armonía entre cada par de letras y entre cada palabra, arte o ciencia al alcance de auténticos maestros tipógrafos cuando diseñan un alfabeto.



Si dejamos los valores del track en 0 (cero) en el programa de autoedición (Quark en nuestro caso, pero todos los demás funcionan más o menos igual), el tipo de letra aparece supuestamente tal y como lo concibió su tipógrafo diseñador. Si damos valores positivos, los caracteres empezarán a separarse, a "abrirse" hasta flotar en la página dificultando así su lectura porque, entre otras cosas, anularemos el efecto de separación entre palabras, y el tono de gris de la "mancha" del texto tendrá un excesivo blanco. Sin saber por qué, un profano en la materia detectará que algo no funciona, leerá peor.

Si hacemos lo contrario y le damos valores negativos (-1, -2, -3...), los caracteres comenzarán a unirse y ese efecto que "casi no se nota" como dicen quienes lo perpetran cada día, pasará a convertirse en un desastre incluso para el profano menos avispado. Es este mal el que más se padece porque abundan los escribidores de noticias empeñados en que quepa todo, pero todo todo, aun a costa de que nadie lo lea después porque todavía no se han inventado las gafas que desapretujan letras. Les da igual, lo importante es que no les corten nada. No escriben para ser leídos sino para que les quepan cuantas más palabras mejor, como si les pagaran por escribir al peso.




Pues bien, aclarado el concepto, lo de mi nueva función de 'track police' sucede porque el nuevo tipo de letra que utilizamos en los titulares, Valencia (la que puede verse en la segunda portada reproducida arriba), soporta mucho menos ese track positivo o negativo -sobre todo este último- que otras tipografías, especialmente que la anterior Helvética (la primera portada). Vaya usted a saber por qué. Y por eso, nuestro director de arte me ha encomendado personalmente que vigile todos los titulares del periódico, todos, cada noche, antes de irme... más que nada porque soy el último en salir en nuestra sección de diseño. Una labor que aunque pueda parecer lo contrario no es nada sencilla, créanme, porque los redactores parecen empeñados en jugar conmigo -ellos pensarán que quien les está vacilando soy yo, supongo- ya que cuando corrigo un título bajando ligeramente el cuerpo para eliminar el track negativo y que siga entrando en esa línea, ellos vuelven a recorregirlo poniendo "otro título mejor" al que invariablemente 'trackean' despiadadamente. Y me dan por detrack. La dinámica del trabajo y la organización de nuestra redacción hacen imposible que las páginas pasen por nuestra sección como filtro final antes de ser enviadas a la rotativa, función ésta que corresponde a la sección que llamamos "mesa", en la que nos repiten con gesto algo hastiado que no pueden dedicarse a "cosas así". "¿El qué?, ¿el track, dices?, sí claro, ahora mismo lo miramos", nos contestan a la vez que telefonean a determinada sección para que cierre sus páginas de una puñetera vez mientras con la otra oreja atienden otro teléfono desde el que un subdirector les encomienda que metan un dato más en ese título de la portada "como sea, le metes track de ese, o habla con maquetas para que lo calcen"... Es una labor prácticamente imposible la mía, e ingrata, esta del 'track police' (evidentemente, no es la única). Pero hago lo que puedo, y algún que otro delito logro evitar, aunque sólo se vean aquellos en los que fracaso.



Reflexioné más despacio sobre todo esto, y por eso este post, junto al mar Mediterráneo, leyendo despacio un ejemplar de La Información de Alicante, un periódico del que soy lector ocasional -a pesar de no coincidir precisamente con su línea editorial- desde hace unos quince años. Es un periódico al que tengo mucho cariño, motivo por el cual no quisiera que se tomaran mis palabras como una crítica negativa, ni mucho menos. Pero... ¡ese track!, ¡esos títulos!, ¡a cinco, seis o más líneas en dos columnas!, ¡o a tres o más líneas en tres columnas!, ¡o incluso dos líneas en CINCO COLUMNAS en páginas interiores! Tengo la impresión de que alguien allí con mando en plaza está obsesionado en que en los títulos se pongo todo, pero todo todo, todo lo que se puede incluso contar en un subtítulo o en el texto de la noticia. Y, hombre, tampoco es eso, ¿no?






Ya en el prototipo del reciente rediseño de La Información de Alicante, un excelente trabajo que nos mostró su autor en su blog Cuatro Tipos (casualmente la misma persona que enlazamos al comienzo de este post, Herminio J. Fernández), se podían ver estos títulos con tantas líneas, con un tamaño y un peso en la página a nuestro juicio desequilibrado, tal vez por lo infrecuente de su uso en la prensa española. Estas suelen ser el tipo de decisiones más o menos consensuadas con la dirección del periódico, que quiere títulos así. Pero, desde luego, lo que no se podía ver es el maltrato de esa tipografía que llevan a cabo ahora, lo que contrasta con el enorme cuidado que pone este diseñador en la elección tipográfica. Utopia, en este caso, es el tipo de letra, y no sé si será una utopía que los lectores lleguen a verla en alguna ocasión tal y como fue diseñada por Robert Slimbach en 1989 (este enlace al sitio web letrag os permite comprobar al instante lo que que sucede con el track). No obstante, entiendo las razones.

Como otra de mis desagradecidas funciones es hacer la portada del periódico casi todos los días, sé de buena tinta lo que se sufre para que quepa en los titulares todo lo que tanto el director como el resto de los responsables quieren que quepa... Y les entiendo porque yo también me he dedicado a escribir y consecuentemente "he sufrido" la famosa "dictadura del maquetariado" de la que mucho nos acusan y en la que ahora soy "dictador". Sucede que ellos no nos entienden a nosotros porque la inmensa mayoría no ha estado ni estará nunca en este "otro lado" dictatorial.

Que se respete la forma está bien (sin entrar ahora en que la forma es parte indisoluble del mensaje periodístico), pero siempre al servicio del contenido informativo. Y como conviene huir de fundamentalismos extremos, si un día se pone una línea de título más de lo habitual, pues no pasa nada. Cierto en parte, sobre todo si ese día no fuesen TODOS los días, como sucede más de lo deseable, dejando entonces el mensaje sin forma reconocible, sin identidad. Siendo cada día cosas distintas, en vez de siendo "nosotros".




Mi periódico de Alicante, que quiere contar todo en todos los títulos, al final se está quedando... en un periódico de titulares. El texto cada vez tiene menos peso, menos espacio y menos contenido. ¿Un periódico para no leer? Curiosamente, sus titulares de Deportes y de Cultura, con muchas menos líneas y sin nada de track, además de leerse mejor, se entienden mejor. Subí el ejemplo de portada que ilustra este post a facebook desde el mismo lugar donde está tomada la fotografía, en la playa de San Juan en el mes de julio... y desde Brasil me comentó el corresponsal de mi periódico que, para colmo, no se entendía bien el contenido de este título a pesar de tener tantas líneas.



Peleo a veces en vano, a veces no, desde mi triste puesto de "track police" para que nuestros títulos se lean bien, equilibrando entre cuerpos de letra y el temido track. A veces les digo en broma a los redactores, para intentar poner una línea menos en títulos muy desproporcionados, que dejen algo de misterio para que luego el lector quiera ir a la noticia "en busca de algo más". Aunque es mucho mejor el consejo de nuestro amigo y maestro Toni Piqué cuando desde sus clases en la Universidad o en su blog Paper Papers, que no nos cansaremos de enlazar, nos recomienda dedicarle a cada título un poco más de tiempo para pensarlo como garantía de un título mejor. Calidad en vez de track... que equivale a personas cualificadas, tanto en los contenidos como en la forma. Pero en La Información de Alicante se decidió hace unos meses prescindir de la persona que dirigía el departamento de Diseño porque este profesional no aceptó con dignidad rebajar sus condiciones de trabajo. Pues sin responsable, qué más da, así es más barato. Y el resultado... ahí está a la vista, apretujado en cada página como muestra de la apretujada calidad y consideración que alguien ha decidido que merecen sus lectores.

martes, 19 de enero de 2010

Tipografía española con historia

Diseñamos y se publicó esta página hace ya más de un mes, y fuimos a la exposición "Imprenta Real. Fuentes de la tipografía española" en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, pero el tiempo pasa tan deprisa... que no hemos podido hasta hoy hablar de esta exposición sobre tipografía en la que se presenta en sociedad un tipo de letra que diseñó el tipógrafo español Jerónimo Gil en 1778 con el fin de publicar una edición de lujo de El Quijote: la fuente denominada Ibarra Real, que ahora se digitaliza y que estará a disposición de quienes utilizamos letras.



No nos dejaron hacer fotografías, se espantaron cuando nos vieron con una cámara de vídeo, y tal vez por eso nos persiguieron con esmero cuando sospecharon que teníamos la deplorable intención de no hacerles mucho caso, por eso de difundir la cultura de un centro subvencionado con dinero público, pero no. Que quieran luego vendernos un catálogo con esas imágenes, por 50 euros del ala, a buen seguro que no está relacionado con ese celo casi ridículo porque ni siquiera sacáramos un móvil del bolsillo, pero esta actitud por parte de quien se dedica supuestamente a "rescatar" cultura para "darla a conocer a todos" nos impide que os mostremos imágenes con los punzones (que sí están en la doble página que reproducimos arriba), los contrapunzones, las cajas con las matrices, los libros impresos en el siglo XVIII con ellos, o las maravillosas muestras de caligrafías que se exiben en la calle Alcalá.



En la exposición pueden verse primero los antecedentes caligráficos con la evolución de la llamada Bastarda Española a partir de modelos italianos, un intento fracasado por hacer "un carácter nacional distintivo como tienen las demás naciones"; fallido fundamentalmente por ser manuscrito. Después, la edad de oro de la tipografía española, en la época de Carlos III con el inicio de la Imprenta Real y que posiblemente tengan con la creación de este tipo, la Ibarra Real, y la impresión del Quijote para el que fue concebida el máximo apogeo de lo realizado con una tipografía absolutamente española. Y finalmente una muestra de los trabajos actuales de recuperación y digitalización de tipos clásicos que están llevando a cabo distintos tipógrafos españoles, como el propio José María Ribagorda, profesor de Diseño en la Universidad Complutense de Madrid, autor de la digitalización de la Ibarra y comisario de la exposición.



En este apartado, nos encontramos además allí con la agradable sorpresa de ver los caracteres elegantes y equilibrados de la magnífica Pradell, tipografía recuperada y digitalizada hace ya unos años por nuestro admirado Andreu Balius, a partir de los tipos creados por el catalán Eudald Pradell a mediados del siglo XVIII.




Es lo único que pudimos fotografiar... Daos prisa, la exposición está abierta hasta este fin de semana, después viajará hasta América, y no llevéis cámaras ni saquéis el móvil del bolsillo. Disfrutad tan sólo admirando letras.

martes, 6 de octubre de 2009

Identifíqueme a ese tipo

Es lo más difícil. O muy difícil al menos. Pero no es esa la causa de que hayamos tardado en recoger el guante que nos lanzaron desde nuestro admirado blog Paper Papers (somos cada vez más quienes pensamos, sin el menor asomo de peloteo de por medio, que es de los mejores blogs en castellano sobre periodismo, y mejorando) cuando Toni Piqué, siempre considerado con sus amigos (el afecto es mutuo), pidió nuestra opinión como "expertísimos" sobre un invento germánico para la identificación de tipos de letra, denominado Fontplore.

Opinión de "expertos" que, humilde y sinceramente, no podemos dar, en primer lugar porque no somos tan expertos en la materia, ya nos gustaría. Trabajamos con tipografías que auténticos expertos, es decir tipógrafos, diseñan. Y en segundo lugar, porque necesitaríamos probar esa infernal y futurista máquina para poder juzgarla. Ciertamente parece más propia de la nave Enterprise, o de la comisaría de policía de Minority Report, que de un periódico.

Fontplore Showreel from Mphasize on Vimeo.



A simple vista, o a primera vista, o a vista de vídeo itnernáutico sería más propio decir, parece algo complicado de instalar y suponemos que carísimo, impensable pues para la mayoría de pequeñas empresas que conforman las artes gráficas en nuestro país, mucho menos para un diario donde utilizamos siempre los mismos tipos de letra, pocos, y donde no necesitamos reconocer otros en nuestro trabajo habitual.

Muy alejado pues de soluciones sencillas y prácticas para resolver lo que ya hemos calificado desde la primera línea como muy difícil: saber qué tipo de letra tenemos delante. Porque dejando a un lado los clásicos Times, Helvética, Futura, Garamond, Bodoni..., a los que están de moda en cada momento, o a los lanzamientos de los grandes de la tipografía, el resto del actual catálogo tipográfico, impulsado por "las facilidades" del mundo digital, es del tal magnitud que resulta absolutamente inabarcable. Sería interesante conocer la opinión de nuestro colega Herminio (a quien estábamos echando de menos desde hace ya unas cuantas semanas) del blog amigo y vecino Cuatro Tipos, gran conocedor y divulgador de la tipografía, sobre esta dificultad, y sobre las maneras de solventarla. Unos tipos duros y Letrag son páginas web de un altísimo nivel y muy completas en lo que a tipografía se refiere, sin olvidarnos del gran Andreu Balius, nombre obligado cuando se habla de letras y que a buen seguro no lo tiene tan difícil como nosotros para reconocerlas.

Además de algún truco que no siempre funciona, como intentar abrir con Adobe Acrobat un documento donde tengamos el texto cuya fuente ignoramos (suponiendo que tengamos un archivo informático en formato pdf con esos caracteres y no sea un cartel, un letrero o un impreso, claro, en cuyo caso olvídate del Acrobat) para que así el programa nos diga qué fuentes son o qué fuentes nos faltan en el ordenador, además de eso, decíamos, existen algunos servicios en internet bastante prácticos aunque no efectivos al cien por cien. No reconocen siempre todos los tipos, ni responden a todas nuestras dudas... como tal vez haga el panel de luz germánico del que hablamos. Pero son gratuitos y están al alcance de todos. Los que tengan conexión a la red, evidentemente, que lo solemos dar por hecho a veces con demasiada alegría.

Uno de los más conocidos es Identifont. Con una serie de preguntas sobre los rasgos de las letras y sus características más destacadas, este servicio va descartando tipografías hasta quedarse con una o varias, las menos posibles, como respuesta a tus dudas. Suele funcionar y si no consigue un acierto pleno, los tipos que te ofrece como resulado suelen ser parecidísimos al que buscas. Claro que en tipografía lo de parecidísimo... no sirve. Porque las diferencias entre micras de grosor en brazos o remates determinan la genialidad o vulgaridad de un tipo. En una prueba con texto base de nuestro periódico, el programa necesitó 19 preguntas (remates de determinadas letras, números cerrados o abiertos, cómo es el símbolo de dólar...) para dar con la respuesta acertada a la primera, ofreciéndonos además tres posibilidades más.



Otra de las más recientes apariciones en la web en relación a la identificación de tipos dudosos ha sido Whatthefont. El procedimiento es mucho más sencillo, se trata de enviar una imagen con los caracteres que se quieren identificar, y la magia de internet, te proporciona la respuesta deseada, o no. También hemos hecho la prueba enviado un fragmento de texto base de nuestro periódico, compuesto en Imperial, y esto es lo que nos ha contestado este tipógrafo artificial:



¡Impresionante!, cinco posibilidades y acierto a la primera. Y eso que para muchos de nosotros identificar un tipo es algo difícil. Incluso resulta complicado distinguir entre nombres de quesos y de fuentes: probad este enlace que nos envía Alba Godino. ¿Os resulta fácil?

sábado, 10 de enero de 2009

Adiós, Helvética

Esta noche nos toca llorar, aunque sólo sea un poquito, en lágrimas de palo por una letra sin lágrimas a la que vamos a decir adiós.

Era inevitable, ambos sabemos que ahora ya no tendría sentido, que tarde o temprano llegaría este momento que además había llegado ya a muchas de las habitaciones de papel. Pero no por saberlo de antemano te ahorras la tristeza de ahora, cuando llega, en una redacción solitaria en cuyas pantallas de ordenador vemos por última vez páginas tituladas en Helvética, el tipo de letra que se atrevió a rozar la perfección... y que por eso se cansaron de verlo, tantas veces, en tantos lugares, en tantos periódicos.

De proporciones imposibles de mejorar a pesar de los continuos intentos, de formas imperecederas, dulces y poderosas a la vez, ha dado más fuerza a títulos que ya tenían fuerza, y también a otros que no; ha puesto su enorme carácter al servicio de un periodismo de carácter, guste o no, gusten o no ambos; su presencia significaba que aquélla era la noticia principal de la página porque muy pocos tipos, ninguno en realidad, pueden competir con ella. Contigo, Helvética. De quien nunca podré separarme, aunque esta noche tengamos que decirnos

miércoles, 20 de agosto de 2008

El Club de las Tipografías

Aunque esté en inglés, merece la pena reírnos un rato (el verano obliga) con este vídeo en el que diversas tipografías se reúnen para decidir en agrio debate si admiten a la Zapf Dingbats a su club.

Ojo a las participantes. ¿Cuál es vuestra favorita?

martes, 20 de mayo de 2008

Tipografía repulsiva
(palabra de Tschichold)

"Hoy día, al contemplar un puñado de impresos, los más habituales, o un periódico, la visión resulta tan desagradable como el hedor insoportable de las calles, y tan estruendosa y salvaje como el tráfico. Es precisamente ese desorden, ese estrépito embriagador y esa desconsideración, lo que a uno le produce el vómito." Quien así se expresa es, ni más ni menos, que el alemán Jan Tschichold, uno de los tipógrafos y diseñadores más influyentes en la historia de este arte y en su caso incluso de la cultura en general del siglo XX.

Podemos leerlo en un librito editado con esmero por la editorial valenciana Campgràfic, consolidada ya como referente sobre diseño, tipografía y artes gráficas en lengua castellana, con el título de "El abecé de la buena tipografía - Un opúsculo de la impresión de Jan Tschichold para legos y avezados, editado por Campgràfic".


Tschichold nació en 1902 en Leipzig, que por entonces era la capital alemana de las artes gráficas y la tipografía (sede de la Sociedad Tipográfica y la Asociación Tipográficas germanas) lo que unido a la profesión de rotulista de su padre le llevaron por estos caminos para los que estaba dotado con un enorme talento natural. Tanto que ya en 1923 trabaja como diseñador después de la célebre exposición gráfica que organizó la Bauhaus en su sede de Weimar, y que en 1926, con tan sólo 23 años, se incorpora como profesor a la Escuela Profesional de Artes Gráficas de Múnich donde impartió clases junto a Paul Renner (creador del tipo Futura). Muy poco después, en 1928, publica además en Berlín uno de los más famosos, polémicos e influyentes libros que se han escrito nunca sobre tipografía: "Die Neue Typographie" (La Nueva Tipografía, publicado también en castellano recientemente por Campgràfic).


"La Nueva Tipografía" en su edición original, escrita y diseñada por Tschichold, y la traducción actual de Campgràfic


Muy brevemente puede resumirse la nueva tipografía como aquella orientada hacia la función; y la función de cualquier elemento tipográfico es comunicación de la forma más directa posible. Este planteamiento excluye todo tipo de adorno, de accesorios que no potencien la funcionalidad. Defiende los tipos de palo seco, siempre en caja baja (ya estábamos ahí, incluso antes de la invención de internet), y la composición asimétrica en vez de la tradicional central y con los textos sin justificar, exclusivamente alineados a la izquierda. El libro, diseñado por el propio Tschichold como no podía ser de otra forma, es el primero que va más allá de meras cuestiones técnicas para reflexionar sobre la tipografía y su influencia social, por lo que puede considerarse a "La nueva tipografía" como el germen de la "filosofía tipográfica", si es que tal disciplina existe.

Al igual que los maestros de la Bauhaus (como Man Ray o Moholy-Nagy, o el propio fundador de la escuela, el arquitecto y diseñador Walter Gropius), o que Paul Renner, Tschichold tuvo que abandonar Alemania con la llegada de los nazis al poder porque al parecer esta nueva tipografía justificada a la izquierda y funcional con sus letras de palo seco en vez de las tan alemanas góticas (de origen francés para mayor contradicción) eran "expresiones de la cultura revolucionaria soviética". Actividades antialemanas y antipatrióticas, o algo así. En fin.

En 1935 se instala y trabaja en Suiza, y durante la Segunda Guerra Mundial se marcha a Gran Bretaña donde se consolida aún más su fama internacional como diseñador y tipógrafo renovando toda la imagen de la gran editorial Penguin. Y allí cambió el radical Tschichold, anterior abanderado de las más avanzadas vanguardias (basta con echar un vistazo a la tipografía que diseñó en 1929 con el nombre de Transito, uno de los más experimentales a la vez que muy legible), y que había llegado a fimar en su juventud como Ivan (su nombre en ruso), se convierte ahora en la tradicional Inglaterra es el más firme defensor de la tradición, de los tipos romanos humanísticos (dirigir ahora la vista hacia el tipo Sabon que dibujó en 1967, una recreación de los tipos de Garamond), e incluso de la composición justificada y simétrica... motivo por el cual alguno como Max Bill que se mantuvo en la postura moderna le llamó públicamente "traidor".


Tipo de letra Transito (Jan Tschichold, 1929), alfabeto fonético que utiliza los mínimos signos posibles, combinando cajas alta y baja en busca de la máxima legibilidad y con la curiosidad de que los signos de puntuación no están en la línea base sino en la cabeza de los tipos


Fruto de esta última etapa es el libro que hoy os comentamos, publicado en Alemania en 1960. "La buena tipografía no es lo mismo que la tipografía de moda; y la tipografía de moda, o la que adopta un aire moderno no siempre es buena", escribe nuestro polémico tipógrafo cuando se acerca a los 60 años. "Sea como fuere es raro encontrar buenos trabajos y las carencias de la tipografía media, que a menudo provoca el mismo cliente, se deben normalmente a la ignorancia de las leyes tipográficas. Y es que un buen resultado no puede lograrse más que con la maestría que da el esfuerzo constante, y con el conocimiento y el seguimiento más escrupuloso de ciertas reglas de validez general." Conocimiento y tradición, pues, tras haber arremetido contra ella en sus feroces años de juventud.



Tschichold puso mucho cuidado en que la propia tipografía, el diseño, el papel y la impresión de este pequeño opúsculo fueran exquisitas en su edición original para que así sirvieran como ejemplo de su contenido. Así han querido hacer también en Campgràfic (hubiera sido imposible de otra manera porque el propio texto hace referencia a ello en repetidas ocasiones) y para ello han utilizado los mismos tipos que eligió Tschichold, Janson Text de Linotype (aunque señalan que ahora, evidentemente, en una versión digital), el mismo formato de caja y márgenes, cuerpos e interlíneas; un papel de tonos cálidos para evitar lo que el propio Tschichold lamenta sobre la superficie demasiado blanca y, en el más allá del perfeccionismo, los editores nos informan de que han maquetado las páginas del libro con el programa informático InDesign para poder sacar dos puntos fuera de la caja los guiones de partición de las palabras como exigió el autor en la versión original compuesta en plomo, para "con un amor especial" por los detalles, evitar que los bordes derechos del texto aparezcan "roídos".

Lástima que tanto esmero se vea ligeramente deslucido por unas especificaciones de p&j que permiten líneas demasiado estrechadas en contraste con otras muy abiertas, efecto que seguramente repugnaría hasta hacer montar en cólera al bueno de Tschichold.


Fragmento de la página 69 donde os hemos señalado dos líneas, la primera muy abierta y la segunda muy apretada, precisamente junto al punto donde Tschichold señala la necesidad de que los espaciados sean uniformes


Es una maravilla de libro, no obstante, porque la perfección absoluta no existe; es un fin que hay que perseguir si seguimos las tesis de Jan Tschichold, defensor en esta última etapa de su vida (falleció en Locarno, Suiza, en 1974) de una sobriedad absoluta y de los tipos más clásicos, como podemos leer aquí. Y aunque alguna de sus enseñanzas estén dirigidas a las técnicas previas a los ordenadores, lo que merece realmente la pena en esta pequeña obra, tanto que al terminar de leerla casi quieres volver a empezar de nuevo, es su lenguaje vivo, directo, divertidísimo de puro radical (en esto sí se mantuvo fiel a sí mismo): "La torpeza en el manejo de ciertas letras es la mayor responsable de la tipografía que ofrecen los diarios y otros impresos, en su mayor parte repulsiva".

jueves, 10 de abril de 2008

Tipografía informativa o decorativa

Lo primero fue llevarme un susto. Pero ¡cómo es posible!, estos animales siempre pacíficos, tranquilos hasta el aburrimiento, que llevan siglos de convivencia con el hombre, viviendo incluso en la planta baja de aquellas casas de pueblo modestas que no podían permitirse un establo independiente, prestándonos amables sus ubres para que bebamos leche. Y ahora...


Porque leyendo este escueto titular lo primero que entenderá un lector sin el suficiente background, esa información complementaria que recopila y pone al día los datos de una noticia y que el lector no tiene por qué conocer ni nosotros dar por hecho que lo conoce, lo primero que creerá, decía, es que una banda vacuna fuera de sus casillas ha atacado a dos personas matándolas salvajemente tal vez a cornadas o tal vez a mordiscos, puesto que locas se han vuelto. Y no. Este señor y esta señora debieron comer carne de vacas infectadas por el llamado "mal de las vacas locas" para de esta manera contraer la encefalopatía espongiforme en su variedad humana que finalmente les ha llevado a la muerte. O sea: "Dos personas fallecen en Castilla León a causa del 'MAL de las vacas locas'". ¿No? Es importante también el lugar, muy importante, porque puede suponer cuarentenas, más afectados en esa zona con las consiguientes medidas sanitarias y recomendaciones para la población, pérdidas económicas, necesidad de sacrificar ganado, etc., y no es lo mismo que todo esto suceda en el Pekín olímpico (donde ya bastante tienen con mantener encendida una antorcha sin que nadie les haga la gracia de apagarla) a que suceda en nuestro país, o en nuestra comunidad.

Pero claro, con este tipo y cuerpo de letra no cabe. Y nos vemos obligados a titular telegráficamente, incluso de forma incorrecta. Si todos lo entienden, ¿no? Pues no lo sé, pero no parece muy profesional desde el punto de vista periodístico suponer tal cosa o aceptar incorrecciones, grotescas incluso como ésta. "Dos muertos por 'vacas locas'", escriben; y se quedan tan panchos.

Deberíamos, pues, haber utilizado dos líneas de título a las cinco columnas para que el título fuese el adecuado. ¡No!, ¡dos líneas a cinco columnas quedan fatal!, ¡es estéticamente horrible! ¡NO SE PUEDE HACER! Y menos con este cuerpo tan grande. ¿Y si bajamos el cuerpo? ¡Pero qué dices, no, hombre, no! Es la apertura de la subsección de Sociedad y NECESITA ese cuerpo. Además, si te fijaras verías que utilizamos redonda para que el título sea más elegante, en vez de negrita, y también por eso el cuerpo tiene que manchar más. ¿Entonces no se puede hacer nada? ¡No! ¿No podemos titular bien? ¡No!, pero si así está bien, qué más da. Bueno, si lo dicta el diseño...

Y sin embargo, el diseño, y la tipografía, nunca deben dictar nada. Como este NO no es el no del que hemos hablado otras veces, a este no hay que decirle no. No hacemos diseños, no diseñamos, hacemos un periódico, informamos. Y como por consiguiente la tipografía es necesariamente una herramienta al servicio de la información tenemos que preguntarnos si el nuevo tipo de letra de El País, esa Majerit de aspecto elegante y muy legible para algunos, sirve a los propósitos periodísticos para los que se supone que fue concebido. Porque con la anticuada y obsoleta y aburrida Times, este periódico no hubiera tenido, como no los ha tenido hasta hace unos meses, estos problemas para ofrecer a sus lectores un titular apropiado a cada noticia. Que, no nos volvamos locos como las vacas, es de lo que se trata.

sábado, 29 de diciembre de 2007

La tipografía es arte

Atención querid@s lector@s. Lo que están ustedes viendo es arte, simple y puro arte. Y no lo digo por si está bien o mal escrito, no. Fíjense en el verbo que empleamos: ver. Porque todos esos hombros, astas, ojos, brazos, cuellos, remates, en definitiva, todas esas pequeñas partes que conforman el todo que llamamos tipografía, todo eso, es simple y puro arte. O al menos esa conclusión (que yo apoyo) es la que se puede sacar de la exposición Tipografía en el arte y arte en la tipografía que pueden visitar en la Biblioteca Nacional, en Madrid.

Cuadros con varias de las tipografías presentes en la exposición

Porque en la exposición podemos encontrar esa dualidad, un binomio en el que ambas partes se necesitan la una a la otra. Un ir y venir de la pelota que va pasando de pared en pared.

Por un lado vemos las obras de personalidades tan dispares como Basquiat, Braque, Chillida, Lichenstein, Davis, Miró, Malévich, Picasso, Warhol, Tàpies, Ernst, Gris, y muchos más. Todas con un denominador común: han usado como instrumento la tipografía. Seguro que no están todas las que han empleado tipos para transmitir un mensaje, pero hay una buena representación de distintas épocas artísticas y de creadores muy diversos. El colorido de Warhol, lo abstracto de Miró, lo sencillo y directo de Lichtenstein. En definitiva, mucha variedad para demostrar que la tipografía también puede conmover, emocionar, que es lo que busca el arte. Y qué mejor accesorio que la tipografía que, como decía Jasper Johns, "es algo que todo el mundo puede descifrar y comprender". Fácil, sencillo y para toda

"Sign" de Richard Hamilton (1975)

Y devolviendo la jugada, al otro lado de la pared, los tipos creados por maestros tipógrafos como Bodoni, Baskerville, Frutiger, Garamond, Thorne, Morris, Gutenberg, etc. Tipos colgados como cuadros, salpicados por las explicaciones de rigor. Grandes cuadros con tipografías como la Chicago, creada específicamente para los MAC, o la Garamond, declarada monumento histórico en Francia. Por no mencionar la Sabon (Jan Tschichold), inspirada en la columna de Trajano o la Didot en la que se imprimió el primer ejemplar de la Constitución Francesa. ¿Qué más pruebas hacen falta para catalogar a la tipografía como arte?

Unos libros, tal vez. Y ese el tercer pilar, el árbitro de la contienda. Custodiados por unas vitrinas, libros con varios siglos de existencia apoyan esta teoría con sus trazos, rasgos que dibujan obras maestras de la literatura depositados en la Biblioteca Nacional y que han abandonado el polvo de las estanterías con motivo de esta exposición.

Libros españoles del siglo XVIII

Así que ya saben, si tienen la posibilidad de visitar Madrid antes del 27 de enero, no duden en acudir a la Biblioteca Nacional a degustar esta pequeña muestra de arte tipográfico y tipografía en el arte. Además, es gratis. Qué mas pueden pedir.

Pues un libro que recopile y amplíe todo esto. Y lo hay. Es el libro homónimo de Enric Satué (Premio Nacional de Diseño en 1988), editado por Siruela. Un gran regalo para todos los amantes de este arte.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

¿Mímesis o sutileza?



Es curioso lo sutiles que podemos llegar a ser con tal de aumentar las ventas. ¿Soy el único al que le parece que Sport ha cambiado la tipografía de sus titulares de portada para parecerse descaradamente a Marca?

Aquí al lado observamos una portada del madrileño Marca con la tipografía implantada un tiempo antes del rediseño (ordenación más bien) efectuado a la par que la compra de Recoletos por parte de Unedisa. Debajo de ella, a la izquierda, portada actual del barcelonés Sport; a la derecha, imagen de su típica portada de hace semanas. La tipografía no es la misma, claro, pero el uso del track, la pérdida de la característica cursiva y un texto más pesado hacen que se parezcan demasiado. ¿Casualidad?

viernes, 7 de septiembre de 2007

Balius, García Fonts, Typerware y la tipografía democrática

En un mundillo como la tipografía donde la "inspiración en lo ajeno" está a la orden del día, de vez en cuando surgen algunos tipos que deciden romper el corsé que los amarra y sacar la imaginación a pasear. Y no hay que irse ni a Alemania ni Francia ni el Reino Unido, ni siquiera hasta Estados Unidos. Basta con viajar un poco hacia el norte, concretamente a Barcelona, para encontrar a los chicos de García Fonts, encabezados por Andreu Balius.

García Fonts se convirtió en un proyecto colectivo sin ánimo de lucro en el que diseñadores de todo el mundo intercambiaban fuentes. En él participaron profesionales como Alex Gifreu, Peter Bilak, Malcolm Webb, Chema Ribagorda y así un largísimo etcétera, todos con el fin de democratizar la tipografía, sobre todo a raíz de la aparición de software de edición de fuentes. El proyecto fue avanzando hasta que en el año 2002, una vez "agotado", cerró. De ahí quedaron fuentes como Popular (Sergi Ibáñez), García Snacks o Sopa de Letras (Typerware), Proceso Sans (Pablo Cosgaya), Bubbles (Franco+Sven) o Route 66 (Francesc Vidal). Y un montón más que podéis ver en el póster de abajo.


Paralelamente, en 1993 Joan Carles Casasín, alumno de Balius en la escuela BAU de Barcelona, se une a Balius para diseñar juntos varias tipografías, como la Dinamo, su primera tipografía firmada bajo por el nuevo proyecto Typerware. Es un pequeño estudio de diseño que pone en práctica algunas de las tipografías de García Fonts, utilizándolas en diversas publicaciones y que, además, diseña también otras tipografías con intenciones más utilitarias que las más experimentales y libres de García Fonts. Entre estas creaciones de Typerware destaca especialmente la tipografía que crearon en 1997 para la Universidad de Salamanca y que bautizaron como Universitas Studii Salamantini, Salamantini para los amigos. Lo primero que podemos decir de este trabajo de lo que ellos llaman “arqueología tipográfica” es que se trata de una auténtica y absoluta maravilla en la que letras antiguas y nuevas a la vez se unen entre sí sin dejar espacios. Hay que levantar la vista cuando se pasea por las distintas facultades de Salamanca para admirarlas, las letras decimos. Su arqueología tipográfica incluye también la recuperación de un elegante tipo llamado Pradell, obra del punzonista catalán del siglo XVIII Eudald Pradell, artesano injustamente olvidado porque está a la altura de coetáneos suyos tan reconocidos como Caslon o Barskerville. Esta tipografía, la Pradell, es posterior al proyecto Typerware.

Universitas Studii Salamantini

En 1998 diseñan La Vanguardia Bold para la imagen corporativa del periódico catalán y también “juegan” con alfabetos menos serios como la divertida Futuda/No Future, una Futura “jodida” como indica el ingenioso juegos de palabras (“futuda” significa “jodida” en catalán) o la Helvética Foundee llena de agujeros, antes de tener que cerrar el chiringuito porque en nuestro país es prácticamente imposible vivir diseñando tipografías.

Helvética Foundee y Proceso Sans

Actualmente Andreu Balius continúa su labor en estudio de diseño (tipo) gráfico, a la vez que da conferencias sobre diseño por todo el mundo. Tenéis que ver su catálogo de fuentes: impresionante. Lo podéis hacer en su web.

Taüll, uno de los últimos trabajos de Andreu Balius

miércoles, 18 de julio de 2007

TIMES versus HELVETICA

Hay un periódico en España que dice ser independiente en la mañana y otro que proclama ser del siglo XXI. A veces cuentan la misma noticia y la ilustran con la misma fotografía y entonces sólo podemos diferenciarlos por el tipo de letra que utilizan porque la estructura de sus páginas en formato tabloide a cinco columnas es similar. Y a veces contando la misma noticia parecen estar contando cada uno cosas distintas. Hay dos periódicos que compiten en este país y, con ellos, entintando de negros sus titulares, dos tipos de letra que también han entrando en singular combate: Times, del que hablamos el otro día, y Helvética, del que algo diremos hoy.

Son los tipos de mayor éxito en cada uno de los dos grandes bloques en los que se dividen las tipografías. Times dentro de las letras con rasgo (serif o remates en sus bordes) y Helvética entre las denominadas de palo seco (sans serif –sin remates–). Tomando como punto de partida un tipo anterior de finales del siglo XIX, Berthold Akzidenz Grotesk (Berlín, 1896), el tipógrafo suizo Max Miedinger la desarrolló en 1957 para la casa "Haas" con el nombre inicial de Neue Haas Grotesk, nueva grotesca de Haas, puesto que en alemán se llama grotescas a las letras de palo. En 1961 la Fundición Stempel adquiere la Fundición Haas, rebautiza su letra grotesca con el nombre latino de Suiza, Helvética, y con la ayuda involuntaria del éxito que por los años 70 tiene el diseño centroeuropeo, el tipo se convierte en lo que es hoy. Un éxito absoluto. La letra Arial que incluye Microsoft en Windows y en todas sus aplicaciones es una helvética ligeramente retocada en 1982 por Monotype, aunque no estoy seguro de que ellos estén de acuerdo con esto, claro. También Arial luce los elegantes trazos helvéticos en los muy estupendos Macs.
Podríamos asociar una de ellas con el clasicismo, la británico romana Times de nuestro querido Stanley Morison, y a su rival en la prensa española con el modernismo racionalista germánico, heredera esta Helvética de las vanguardias centroeuropeas de principios del siglo XX, cuyo paradigma es el tipo Futura diseñada por el mítico Paul Renner en 1927. Pero ahora no parecen muy preocupadas por el pasado estas orgullosas tipografías. Ven pasar modas a su alrededor, indiferentes, sabiendo que ellas parecen tener garantizado el futuro instaladas como están en los titulares de los dos principales periódicos. La Helvética gritando escándalos políticos, golpeando contundente en negrita al Gobierno, y la Times queriendo argumentar en negrita también que no pasa nada, descalificando con mesura y supuesto fair play a la oposición.