miércoles, 26 de marzo de 2008

El mundo al revés

No me he podido desembarazar aún de la resaca electoral y han pasado ya más de dos semanas. Puede que en parte por el susto del terrible y cobarde atentado y por lo que empezó a parecerme una utilización oportunista del mismo, en especial en los medios de comunicación afines al Gobierno. Las palabras de la hija de Isaías Carrasco llamándonos a todos a votar después de recordarnos que su padre había muerto por defender la libertad y las ideas socialistas fueron emocionantes y ciertas, pero que las repitiesen en radio y televisión, más en unas cadenas que en otras, durante la mal llamada jornada de reflexión en la que nadie reflexiona, una y otra vez, otra vez y una más, me revolvió el estómago porque temí que volviéramos cuatro años atrás, cuando el entonces Gobierno del Partido Popular quiso defender sus votos por encima de los muertos en los trenes de cercanías de mi ciudad.

Evidentemente, no llegó a tanto, ni la conmoción general fue la de entonces, pero hubo un atisbo, una pequeña insinuación de ese poder siempre dispuesto a lo que sea para seguir siéndolo.

Y le pudo salir tan mal como le sucedió a la derecha cuando perdió las elecciones, porque en el mundo de la comunicación no existen las relaciones directamente proporcionales que nos enseñaron en matemáticas: haces esto y, necesariamente, sucede esto otro. No, al menos no siempre. Haces esto y, tal vez, sucede esto otro... o bien lo de más allá... o nada, o todo a la vez. Y todo a la vez se te vuelve en contra. Quieres rentabilizar en votos un atentado que has sufrido con toda injusticia, pero la gente te aborrece por querer utilizar un atentado electoralmente, aunque tengas incluso razón. Y puede que no te voten quienes te fueran a votar. Si además tus razones son mentiras... pues entonces podría darse hasta el caso de que pasaras desde la mayoría absoluta a la oposición.

Son las paradojas sociales. Con el estómago aún revuelto y la resaca que no se me quita recuerdo un interesantísimo libro de Manuel Conthe publicado por Planeta en 1999 con el título de "El mundo al revés. Una aproximación a los juegos y paradojas sociales". Conthe, abogado y economista nacido en 1954, ha sido entre otras cosas secretario de Estado de Economía, representante español ante la Unión Europea para asuntos económicos, miembro del Banco Mundial en Washington, además del más polémico director de la Comisión Nacional del Mercado de Valores de nuestro país (creo que es al único director de esa institución que se recuerda, de donde dimitió por su enfrentamiento con el Gobierno socialista que lo había nombrado tal vez porque desconocían que una de las principales preocupaciones de Conthe es la independencia), y colaborador siempre en distintos medios de comunicación de uno y otro signo, desde "El País" hasta "Expansión" o "Actualidad Económica". Con todo, lo más interesante para mí es su manera de escribir llena de ritmo y amenidad sobre esos efectos contrarios en política o economía, como cuando se endurecen las leyes del despido para intenta frenar el paro... y lo que se consigue es acelerarlo porque con esas medidas los empresarios no contratan a nadie. O como él mismo resume en la introducción "la proposición keynesiana de que para elevar el ahorro colectivo hay que aumentar la demanda" (o sea, que para poder ahorrar, alguien debe gastar), "como sucede en la paradoja de la cooperativa"; "la constatación de que ser racional puede ser una fuente de debilidad y estar loco, en cambio, puede granjear poder" (¿conocen algún gobernante o jefe así?); "la sorprendente doctrina de que cuanto más deba una persona menos vulnerable será frente a sus acreedores"; o "la tradicional teoría de la disuasión, según la cual 'si quieres paz, prepara la guerra'". Es una pequeña muestra de lo que nos cuenta Conthe, el libro no se puede resumir porque cada línea cuenta cosas y casos sorprendentes.

También se pone el mundo al revés haciendo páginas, claro. El conocido principio del "menos es más", del que tanto hemos hablado y hablaremos, es la sentencia paradójica por excelencia: ¿cómo que menos es más? Pues porque resulta ser cierto, porque queriendo aumentar la fuerza con dos golpes, lo que hacemos es divivirla... y es mucho más efectivo un puñetazo que dos sopapos.


Intentemos terminar ya con estas interminables elecciones. La primera versión corresponde a la apertura de las páginas de Nacional que hicimos en el diario El Mundo el día después, y la segunda con la que no hicimos porque pocos creen en el "menos es más". Se pretendía ilustrar la supuesta "caída" de Mariano Rajoy con un montaje de tres fotografías a cinco columnas de la sede del partido en la que se "descolgaba" un cartel con la imagen de su líder. Tres fotos, porque alguno da por sentado que con una imagen no se entiende que se descuelga el cartel. Mejor tres que una, ¿no? Pues no. Y no sólo eso, además quisieron añadir otra foto más, porque Acebes ha dado una rueda de prensa y tiene que salir porque titulamos por ahí (como si hiciese falta verle), motivo por el cual el montaje superior perdió fuerza compitiendo con la anodina imagen inferior. Como perdió fuerza el mensaje que se pretendía transmitir. En definitiva, resultado contrario al esperado... pero no tan alejado de la realidad, porque otro día después Rajoy anunció que se quedaba, que no se descolgaba de la calle Génova, con lo cual que hubiéramos fallado en nuestra página del día anterior supuso... que el fallo fuera menor. Paradojas.

lunes, 24 de marzo de 2008

Diseñario (X)

El Diseñario vuelve a su cita semanal de los lunes después del paréntesis de la Semana Santa, aunque todavía sea fiesta en determinadas comunidades. El comité de expertos de encajabaja sigue adelante con esta obra irreverente, colectiva y abierta a vuestra participación por medio de comentarios o del correo electrónico.




Entradilla. Es como el 'hall' de la noticia. Cuando llamamos a una puerta y nos abren lo primero que vemos es el recibidor. Eso es la entradilla, las palabras que nos reciben. Es un bloque de texto que precede al principal y que hace un pequeño resumen de éste o introduce al lector en el tema comentando las noticias previas relacionadas con él. Clásicamente se consideraba entradilla al primer párrafo, en donde se contestaban las cinco preguntas básicas de las que informa la noticia (las famosas 5 W en inglés: quién, qué, por qué, dónde y cuándo) aunque hoy en día esta técnica se utiliza arbitrariamente.
Desde el punto de vista del diseño, la entradilla no está incluida en el texto principal. Se diferencia con distinta familia, estilo (suele ir en negrita con frecuencia), cuerpo e incluso ancho de columna. Parece ser que lo que se lleva ahora es no utilizar este elemento al diseñar las páginas. "Es como muy antiguo, ¿no?", te dicen. Esto sucederá hasta que pasado un tiempo alguien piense que lo moderno sí sea usar entradillas (en realidad siempre ayudan y es un nivel más de lectura) y entonces volveremos a verlas aparecer por los periódicos... si no han desaparecido todos antes, claro, porque "son todos como tan antiguos, ¿no?"

Equilibrio. Armonía razonable entre todos los elementos de una composición. De su compensación y orden dependerá en gran medida su capacidad de lectura. Aunque para equilibrios, los que tiene que hacer un maqueta que se precie para conseguir conjugar las peticiones de los redactores (que no son nada caprichosos) con las directrices de diseño que marca el libro de estilo de un periódico (que libertad, la verdad, no da mucha). Un buen maqueta está continuamente contrapesando lo que puede y no puede hacer. Y si encima, hace lo que debe, pero pareciendo que hace lo que quieren los demás, entonces el equilibrismo es doble.

Errata. Nos persigen. Y nosotros a ellas, para retirarlas como si fueran replicantes, y no las encontramos porque como lágrimas en la lluvia utilizan técnicas de camuflaje avanzadísimas: se ponen delante de nuestras narices, abiertamente, en el lugar más visible, al comienzo de un texto (errata conocida como "la primera en la frente"), en los títulos, en el pie de foto más comprometido... allí donde no pensamos que pueda suceder y donde más jode cuando sucede.

Escaqueo. Habilidad para no estar en el sitio adecuado en el momento más inoportuno. Esto es, desaparecer cuando hay que trabajar. O permanecer quieto, muy quieto... a ver si no me ven. Entre las habilidades asociadas al escaqueo se cuenta la facultad de utilizar la pantalla del ordenador de manera que, sin hacer nunca nada, parezca a quien la mire que se está trabajando, y mucho (cuentan que hubo incluso quien escaneó una página a medio hacer para tener luego abierta esa imagen en el photoshop simulando así que trabajaba, incluso miraba esa pantalla durante horas si era preciso con tal de no hacer nada). Eso sí, aunque el fin último del escaqueo es no hacer nada, poder llevarlo a cabo requiere el constante esfuerzo de estar muy alerta ante cualquier cosa que suponga hacer algo, para evitarla, motivo por el cual se requiere un carácter especial incapaz, por ejemplo, de sentir el aburrimiento que conlleva el escaqueo continuo y el tedioso esfuerzo para lograr escaquearse.

Estilo. No nos engañemos. O se tiene, o no se tiene. Porque tener estilo propio es algo que diferencia y sitúa en el mapa, y más, en este mundillo repleto de excelentes copiones y adaptadores de ideas. Hablando estrictamente de diseño, el estilo es la impronta, el sello propio, la comprobable unidad en lo que se hace, la coherencia a la hora de desarrollar gráficamente una publicación . Y como en la vida, o lo tienes…o lo compras. Y caro. Lo cual significa que se puede adquirir, pero no que se sepa gestionar. O que te siente bien. Porque el estilo es una cualidad intelectual, que no estética, por mucho que se empeñen muchos artistas en buscarlo tras chaquetas de pana, monturas negras de pasta y poses de estrellas del rock. El estilo se forja currándoselo día a día, como en la vida misma…
En otra acepción mucho más técnica, un estilo es el la herramienta de Quark que hace que todo un párrafo tenga las mismas condiciones tipográficas y al que siempre le falta su homólogo de carácter.


Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.

viernes, 21 de marzo de 2008

85 años de Time

La revista norteamericana Time ha colgado en su página web sus mejores portadas con motivo de la celebración de su 85 aniversario. Pero ya sabemos que esta revista no es una revista cualquiera. Y es que el semanal ha decidido también publicar las peores portadas de sus más de ocho décadas de existencia (y las hay realmente feas). Y además ha abierto una encuesta para que los visitantes de la web puedan decidir cuál de todas es la peor (difícil elección, os lo aseguro).

Así que ya sabéis, degustar las magníficas covers de la revista americana y a votar cuál de todas es la peor. Os dejamos una muestra.

miércoles, 19 de marzo de 2008

La Polaroid ha muerto, viva la Polaroid

Quizá ustedes ya lo sepan, o quizá no, pero, por si acaso, se lo cuento. La Polaroid tiene los días contados. Puede sonar un poco fuerte, pero es así. Concretamente le quedan los días que restan de hoy hasta principios de 2009, que es la fecha en la que ya no se podrán comprar carretes para estas famosas cámaras fotográficas.

Típica imagen Polaroid (http://look-closer.net)

Pero vayamos al principio de la historia. El invento de las cámaras Polaroid se remonta hasta el año 1947 cuando el que se presume fue su creador, Edwin Land, presentó la primera cámara capaz de revelar y positivar la imagen en tan sólo 60 segundos. Su nombre, Land Camera. Diez años antes, Land había fundado la Polaroid Corporation, que coincide con el nombre del plástico sintético que él mismo patentó en 1929 y que posteriormente desarrolló en 1932.

Polaroid ya había cambiado la historia de la fotografía, pero todavía no era popular entre la población. Para eso tuvo que esperar hasta 1948, cuando con el "baby-boom" los padres norteamericanos se dedicaron a fotografiar a sus hijos para plasmar cada segundo de su vida en este planeta. En la década de los setenta, Polaroid sacó al mercado la mítica SX-70 (la que parecía un transformer), todo un bombazo que llevó a la compañía al estrellato. Aunque poco después se sumió en una crisis financiera al intentar salvar su independencia y evitar ser absorbida por otras compañías. En 2001 Polaroid se declaró en bancarrota, aunque con la mirada puesta en nuevos mercados, como las cámaras digitales (muy atrás todavía) o los televisores de alta gama.

Cámara SX-70, todo un mito

Entre todos estos años, la historia es más o menos conocida, y quien más, quien menos ha tenido en sus manos uno de estos magníficos inventos y agitaba las fotografías con energía para que salieran antes. Incluso se ha llegado a ver (sí, yo la tengo), Polaroids con radio incorporada (una locura). Auténticas joyas que sólo podremos disfrutar hasta que se agoten los carretes allá por 2009, aunque algunos de la marca Fujifilm son compatibles.

Warhol vestido de mujer en una Polaroid

Pero más allá de eso, la Polaroid permanecerá siempre en nuestro subconsciente colectivo. Warhol la usó hasta la extenuación, sus colores surrealistas (no se me ocurre otro calificativo) son ya una frase hecha ("queda chula, parece hecha con una polaroid"), han sacado multitud de libros con las mejores y más raras fotos, es fetiche de multitud de fotográfos, buenos, malos, anónimos y famosos, en los 80 no eras nadie si no tenías un retrato hecho con una e incluso daban un poco de mal rollo cuando la recibes en un sobre porque te recuerda a los secuestros de las películas de Hollywood, esas en la que la banda inferior de la foto pone con rotulador negro, mala letra y faltas de ortografía: "tenemos a tu mujer, danos 10 de los grandes o la matamos".

"The Polaroid book", editado por Taschen

En Internet ya proliferan los típicos webs que intentan recopilar la mayor cantidad de polaroids o los museos de cámaras instantáneas, porque, no nos engañemos, perder la Polaroid es perder una parte de la historia de la fotografía, una parte, incluso, de las historias personales de cada uno.

Así que ya sabes, cuando veas una Polaroid sonríe, puede ser la última vez que veas una y no querrás salir mal, verdad.

P.D. Para nostálgicos. Hay alguna web donde todavía se pueden comprar modelos retro, pero totalmente funcionales de estas cámaras.

lunes, 17 de marzo de 2008

Diseñario (IX)

El Diseñario vuelve a su cita semanal de los lunes porque el comité de expertos de encajabaja, inasequibles al desaliento, continúan sus arduos trajabos en esta obra irreverente, colectiva y, ya sabéis, abierta a vuestra participación por medio de comentarios o del correo electrónico.





E



Edicomp. Antiguo programa informático de fotocomposición creado por la compañía española Protecsa (Promoción Tecnológica y Comercial, S.A., empresa ligada a Tajamar, Instituto Tecnológico y Gráfico perteneciente al Opus Dei que cuenta con una reconocida enseñanza en Artes Gráficas a nivel de Formación Profesional) en el que se diseñaban las páginas por medio de claves sin poder visualizarlas. Fue usado en 'Alerta', 'El Mundo', 'Marca', 'Diario de Navarra', 'Diario 16', sus múltiples revistas y en muchas otras publicaciones. Famosísimas sus colecciones de formatos y sus 'errores lógicos' por ilógicos. En la última versión (Edicomp 4000), ya se podían visualizar las páginas modularmente, es decir, que sólo se veían bloques como si fuera el Tetris. Tenía también su propio hardware, con terminales diseñados ex profeso para este "sencillo" programa y con los que sólo se podía editar textos, además de "estaciones" con pantallas mucho más grandes dedicadas al diseño.
Todavía hoy, hay gente que utiliza la terminología de Edicomp para pedir sus páginas y se oyen frases como: "Quiero un 2h3 en la página 5" (2 líneas de titulo en Helvética en tres columnas) o "Le falta el FFO" (la firma de foto). Como todavía hoy se recuerdan los escalofríos que sentimos la primera vez que vimos tan curioso sistema y, sobre todo, tuvimos que sentarnos ante una de sus "estaciones" para hacer una página. Tampoco faltan nostálgicos e incluso se han oído elogios hacia él. De verdad.

Editar. Es la clave de este negocio. Porque más allá de reglas estéticas y de castillos de naipes, a lo que nos dedicamos es a informar, y eso implica una buena edición. Esto es, trabajar, trocear y presentar la información de manera que te asegures que el mensaje llega lo más claro posible y a la mayor cantidad de receptores posibles. En definitiva, ponerse en el lugar del lector para contarle las cosas de forma que las entienda y le apetezca leerlas. Porque de una buena edición depende no sólo la comprensión del mensaje, sino también que el lector nos acompañe por los vastos espacios abiertos que componen un periódico. Y no sólo de engancharle, sino de hacerle comprender la valoración de los temas, el porqué se relegan algunos al final de la sección y otros saltan a las primeras planas, de proponerle distintas velocidades de lectura, en función de las necesidades del momento. Con una buena edición se controla el ritmo, los niveles de lectura y la jerarquía, la calidad en definitiva de la información que hacemos llegar a nuestros lectores. Esto implica un trabajo coordinado entre los distintos estamentos de una redacción realmente dificil de conseguir. Pero a la hora de poner todo junto, la labor de una sección de maquetación ha de ser la de valorar y jerarquizar toda esa información al servicio de un todo. Como quién monta una película. Por eso a los responsables del montaje cinematográfico se les denomina en inglés editores. Porque con sensibilidad y sabiduría, colocando imágenes una detrás de otra, pero sin perder nunca de vista el significado de cada plano y el total de la obra, consiguen esa magia que se llama ritmo. Lo que hace que, si el contenido merece la pena, el tiempo pase en un suspiro, o que mires ansiosamente el reloj, suplicando que termine esa tortura.

Elegante. Zinedine Zidane. La elegancia, como la estética, es imposible de definir; no se puede racionalizar o, al menos, todavía no lo hemos conseguido. Audrey Hepburn. Los tratados de estética se suelen dividir entre recopilaciones de textos sobre lo que han expresado pensadores históricos acerca de la belleza, y los que intentan encontrar una definición que no se muerda la cola en lo que llaman el fenómeno estético. Boticelli. Ni siquiera se han puesto de acuerdo sobre si lo estético, o lo bello, o lo elegante, es una cualidad propia del objeto estético, o bien se trata de una forma de percibirlo inherente a quien mira. Bodoni. ¿Son elegantes, pues, los tipos de letras, o los diseños; o los vemos elegantes nosotros, algunos de nosotros, unos sí y otros no?
Hay que conformarse entonces con aproximaciones, con asociar lo elegante a lo que tiene proporciones sencillas y perfectas a la vez, a los que es armónico, a lo que resulta agradable a la vista de quienes tienen buen gusto, de quienes lo cultivan -volvemos al círculo vicioso, ¿qué es el buen gusto? ¿apreciar lo que es elegante?-. El Panteón de Roma. Hay que conformarse con intuirla. Acercarse a la elegancia por eliminación, descartando lo grosero, vulgar, forzado, mezquino, exagerado. Bach. Encontrarla entre cosas materiales o espirituales, en la atmósfera de una conversación, en el tono y en la elección de las palabras, el estilo al escribir, o incluso en algunas demostraciones y teoremas matemáticos. Porque hay ropa elegante y maneras elegantes al vertirla; porque hay maneras de comportarse donde se renuncia a la superioridad... de manera elegante. Las formas geométricas. Reconocerla cuando se muestra como una distinción natural y confiar en que quiera aparecer en aquello que hacemos, sin haberla buscado a toda costa, sin forzar sus maneras delicadas, porque sí. Cary Grant.

Encajabaja. Blog de prensa y diseño nacido en el verano de 2007 y dedicado a todo lo relacionado con la prensa, su diseño y los diseñadores. Con especial atención a los casos prácticos, es decir, al día a día en un periódico. A sus páginas.
La historia del blog, vuestro blog, es tan sencilla como la de otros proyectos. Noche de verano, noche de tedio. Se aproximan las doce y el trabajo escasea. Afortunadamente, no pasa nada. Visitando varias páginas web, me asalta una inquietud. ¿Por qué no hacer un blog sobre nuestra experiencia en el periódico, lo que nos gusta, lo que nos disgusta?. Y fue así de sencillo. Poco antes de que acabara mi turno ya había registrado el nombre en blogger. Curioso nombre que tiene también su propia historia: a media tarde, estaba haciendo varias páginas para un tema que quería destacar el periódico. Intentando que quedara bien, oí a mis espaldas. "Luis, por qué no lo intentas en caja baja". El término me hizo gracia porque no lo suele usar mucha gente. Esa misma noche, cuando se me ocurrió la idea del blog, recordé la frase y pensé que podía ser un buen nombre. Acerté, a la gente le trae grandes recuerdos.
A partir de ahí, el primero en unirse fue Rubén, amigo y compañero de viaje de Ediservicios. Más tarde, se incorporaron al grupo Mario y Javi, y por último Quique, los tres grandes compañeros y mejores amigos.
Desde entonces, unos cuantos quebraderos de cabeza, muchas ilusiones, una grandiosa comida en el Rias Baixas, un viaje a Estepona, nuevos y grandes amigos (ché, Norbi) y risas, muchas risas.
Y sobre todo buenas sensaciones por cómo el mundillo del diseño de periódicos en Internet acogió nuestra iniciativa. Menciones en Maquetadores, Cuatrotipos, Visualmente (que tuvo la gentileza y generosidad de nombrarnos su "sucesor"), la revista Tiempo y otras webs. En especial la aparición del blog en la revista de la SND Latina, supuso un espaldarazo que nos permitió ser un poco más conocidos.
Por cierto, el diseño, al que todo el mundo suele aludir, es una plantilla gratuita de Grungy de BlogMundi a partir de Thisaway.

Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.

viernes, 14 de marzo de 2008

Dos rediseños

Los últimos rediseños periodísticos se han centrado en el decano de la prensa semanal en nuestro país, "El Magisterio Español", rebautizado ahora como "Magisterio", tal y como nos contaba esta semana Maquetadores; y en "La Gaceta de los Negocios" que desde el día 12 también se nos muestra distinta.


El rediseño de "Magisterio" ha corrido a cargo del gabinete de diseño Buckenmeyer Communications Design y es el propio Miguel Buckenmeyer quien comenta para los lectores de encajabaja su trabajo.


"El proyecto tiene dos metas principales. Por un lado, se quería actualizar el diseño para que fuese más moderno sin perder la seriedad acorde con la tradición un semanario con 140 años de vida que va dirigido a profesionales en el sector de la educación.
La tipografía refleja un poco esta tensión. La Fedra es muy versátil y contemporánea. Parece una tipografía que acaba de salir al mercado aunque ya tiene siete u ocho años. La Centennial es una serif de alto contraste que en los pesos light y roman recuerda a la Century y en la bold empieza a recordar a la Bodoni. Los titulares en Centennial complementan con un toque clásico la imagen contemporánea de la Fedra. Aparte de ser estéticamente atractiva, la Centennial también es muy efectiva a la hora de titular en castellano. Entran suficiente carácteres en los titulares y el conjunto del titular pesa los suficiente en página cuando tiene mucha extensión o es más pequeña. Por esas razones, nos gustó la Centennial más que otras tipografías serif que probamos. Yo quería haberles empujado hacía una imagen corporativa más moderna y les propuse una cabecera en la Fedra pero al final optaron por mantener la Clarendon.
Por otro lado, el diseño intenta cumplir con las necesidades del cliente. Es una editora no muy grande y de las tareas de diseño y maquetación se ocupa una persona. Nos preocupamos por hacer algo sistematizado y ágil teniendo en cuenta sus limitaciones. Me preocupo mucho para que dure un sistema de diseño. Me decepcionan mucho los diseños inicialmente muy buenos que van diluyéndose a lo largo del tiempo en empresas que no tienen un director de arte fuerte. En estas situaciones, procuro entregar algo cerrado y difícil de no hacer bien.
Como nos pasa a todos, veo cosas que cambiaría si tuviera otra oportunidad. Pero esas ideas las reservaré para otro proyecto."




En cuanto a "La Gaceta Económica", la propuesta es estrenar contenidos y su distribución, cambio de color en la mancheta, de naranja a azul, mientras mantienen el actual formato híbrido de dos periódicos en uno, generalista y económico, con el salmón sólo en las páginas económicas, pero ahora no en toda la página porque en vez de imprimirlo en ese tipo de papel utilizan una trama que abarca sólo la mancha, dejando unos márgenes blancos. Más innovador nos parece la manera de titular, con textos muy largos, incluso con varias frases separadas por un punto, y con un tipo de letra muy condensado, como destacaron en su análisis en el blog Cuatro Tipos. Este rediseño lo ha llevado a cabo Eduardo Cruz, responsable de diseño del propio periódico, a quien también tendremos en nuestro blog en breve para que nos cuente todos los pormenores.


miércoles, 12 de marzo de 2008

Consejos tipográficos

Los libros sobre tipografía suelen ser muchas más veces de las deseables enormes tochos de apariencia espectacular y contenido raquítico, como lujosos estuches vacíos, poco prácticos, excesivamente visuales y muy caros. Pero el que ha publicado hace unos meses Eric Jardí, "Veintidós consejos sobre tipografía (que algunos diseñadores jamás revelerán) / Veintidós cosas que nunca debes hacer con las letras (que algunos tipógrafos nunca te dirán)" es muy pequeñito de tamaño, parece mentira que quepa en su portada un título tan largo, ¿no?, su diseño no quiere llamar la atención sino ponerse al servicio de lo que cuenta, es muy barato y muy, muy práctico. Es todo lo contrario de los libros sobre diseño al uso. Por eso me gusta.


Es práctico cuando aconseja escoger un par de tipos de letras, no hacen falta más, para diseñar un trabajo, tipos que "no comuniquen algo que no deseas comunicar"; prestar atención, mucha, a los tamaños de las letras; condensar o expandir con cuidado; ayudarse siempre "o casi siempre" de una pauta; rechazar las falsas negritas y las negritas romanas, sin miedo incluso a utilizar negritas grotescas en textos con letra romana; o a no escoger fuentes de fantasía, creyendo "como acostumbran los principiantes" que "hay un tipo de letra para cada cosa... una visión ligada a la idea de que saber tipografía significa estar al día de todas las letras disponibles para así poder escoger y acertar con el tema del encargo". Y no. Es curioso e interesante su punto de vista sobre los textos alineados a la izquierda, "en un mundo perfecto", nos dice Enric Jardí, "todos los textos deberían componerse sin justificar y a caja izquierda". Y así está compuesto su libro.




Entre los 22 consejos y las 22 cosas que nunca debes hacer su autor nos habla una y otra vez de "modas", y tiene razón, cuando se pontifica sobre tipografía o diseño en ocasiones solemos señalar como correcto aquello que ahora está de moda, y que antes por no estarlo nos parecía una aberración... hasta que todo da la vuelta y lo aberrante se convierte en lo correcto, que luego aberración será. Tal vez por eso Jardí escribe en su prólogo de "lo que hoy funciona y lo que no" en lo que a tipografía se refiere.

Y como de consejos se trata, me voy a permitir uno para que le hagáis el caso que queráis hacerle, y es el de no seguir al pie de la letra todos los consejos sobre tipografía, aunque estén publicados en libros tan últiles como del que hablamos... y que recomendamos absolutamente, como ya recomendaron antes nuestros amigos de los blogs vecinos CuatroTipos y Maquetadores. Y aconsejo no hacer caso de todos los consejos porque aunque la mayoría son acertados, siempre hay alguno al menos discutible. Porque... qué es eso de utilizar siempre el sistema métrico decimal, ¡no me jodas, Jardí!