No me he podido desembarazar aún de la resaca electoral y han pasado ya más de dos semanas. Puede que en parte por el susto del terrible y cobarde atentado y por lo que empezó a parecerme una utilización oportunista del mismo, en especial en los medios de comunicación afines al Gobierno. Las palabras de la hija de Isaías Carrasco llamándonos a todos a votar después de recordarnos que su padre había muerto por defender la libertad y las ideas socialistas fueron emocionantes y ciertas, pero que las repitiesen en radio y televisión, más en unas cadenas que en otras, durante la mal llamada jornada de reflexión en la que nadie reflexiona, una y otra vez, otra vez y una más, me revolvió el estómago porque temí que volviéramos cuatro años atrás, cuando el entonces Gobierno del Partido Popular quiso defender sus votos por encima de los muertos en los trenes de cercanías de mi ciudad.
Evidentemente, no llegó a tanto, ni la conmoción general fue la de entonces, pero hubo un atisbo, una pequeña insinuación de ese poder siempre dispuesto a lo que sea para seguir siéndolo.
Y le pudo salir tan mal como le sucedió a la derecha cuando perdió las elecciones, porque en el mundo de la comunicación no existen las relaciones directamente proporcionales que nos enseñaron en matemáticas: haces esto y, necesariamente, sucede esto otro. No, al menos no siempre. Haces esto y, tal vez, sucede esto otro... o bien lo de más allá... o nada, o todo a la vez. Y todo a la vez se te vuelve en contra. Quieres rentabilizar en votos un atentado que has sufrido con toda injusticia, pero la gente te aborrece por querer utilizar un atentado electoralmente, aunque tengas incluso razón. Y puede que no te voten quienes te fueran a votar. Si además tus razones son mentiras... pues entonces podría darse hasta el caso de que pasaras desde la mayoría absoluta a la oposición.
Son las paradojas sociales. Con el estómago aún revuelto y la resaca que no se me quita recuerdo un interesantísimo libro de Manuel Conthe publicado por Planeta en 1999 con el título de "El mundo al revés. Una aproximación a los juegos y paradojas sociales". Conthe, abogado y economista nacido en 1954, ha sido entre otras cosas secretario de Estado de Economía, representante español ante la Unión Europea para asuntos económicos, miembro del Banco Mundial en Washington, además del más polémico director de la Comisión Nacional del Mercado de Valores de nuestro país (creo que es al único director de esa institución que se recuerda, de donde dimitió por su enfrentamiento con el Gobierno socialista que lo había nombrado tal vez porque desconocían que una de las principales preocupaciones de Conthe es la independencia), y colaborador siempre en distintos medios de comunicación de uno y otro signo, desde "El País" hasta "Expansión" o "Actualidad Económica". Con todo, lo más interesante para mí es su manera de escribir llena de ritmo y amenidad sobre esos efectos contrarios en política o economía, como cuando se endurecen las leyes del despido para intenta frenar el paro... y lo que se consigue es acelerarlo porque con esas medidas los empresarios no contratan a nadie. O como él mismo resume en la introducción "la proposición keynesiana de que para elevar el ahorro colectivo hay que aumentar la demanda" (o sea, que para poder ahorrar, alguien debe gastar), "como sucede en la paradoja de la cooperativa"; "la constatación de que ser racional puede ser una fuente de debilidad y estar loco, en cambio, puede granjear poder" (¿conocen algún gobernante o jefe así?); "la sorprendente doctrina de que cuanto más deba una persona menos vulnerable será frente a sus acreedores"; o "la tradicional teoría de la disuasión, según la cual 'si quieres paz, prepara la guerra'". Es una pequeña muestra de lo que nos cuenta Conthe, el libro no se puede resumir porque cada línea cuenta cosas y casos sorprendentes.
También se pone el mundo al revés haciendo páginas, claro. El conocido principio del "menos es más", del que tanto hemos hablado y hablaremos, es la sentencia paradójica por excelencia: ¿cómo que menos es más? Pues porque resulta ser cierto, porque queriendo aumentar la fuerza con dos golpes, lo que hacemos es divivirla... y es mucho más efectivo un puñetazo que dos sopapos.
Evidentemente, no llegó a tanto, ni la conmoción general fue la de entonces, pero hubo un atisbo, una pequeña insinuación de ese poder siempre dispuesto a lo que sea para seguir siéndolo.
Y le pudo salir tan mal como le sucedió a la derecha cuando perdió las elecciones, porque en el mundo de la comunicación no existen las relaciones directamente proporcionales que nos enseñaron en matemáticas: haces esto y, necesariamente, sucede esto otro. No, al menos no siempre. Haces esto y, tal vez, sucede esto otro... o bien lo de más allá... o nada, o todo a la vez. Y todo a la vez se te vuelve en contra. Quieres rentabilizar en votos un atentado que has sufrido con toda injusticia, pero la gente te aborrece por querer utilizar un atentado electoralmente, aunque tengas incluso razón. Y puede que no te voten quienes te fueran a votar. Si además tus razones son mentiras... pues entonces podría darse hasta el caso de que pasaras desde la mayoría absoluta a la oposición.
Son las paradojas sociales. Con el estómago aún revuelto y la resaca que no se me quita recuerdo un interesantísimo libro de Manuel Conthe publicado por Planeta en 1999 con el título de "El mundo al revés. Una aproximación a los juegos y paradojas sociales". Conthe, abogado y economista nacido en 1954, ha sido entre otras cosas secretario de Estado de Economía, representante español ante la Unión Europea para asuntos económicos, miembro del Banco Mundial en Washington, además del más polémico director de la Comisión Nacional del Mercado de Valores de nuestro país (creo que es al único director de esa institución que se recuerda, de donde dimitió por su enfrentamiento con el Gobierno socialista que lo había nombrado tal vez porque desconocían que una de las principales preocupaciones de Conthe es la independencia), y colaborador siempre en distintos medios de comunicación de uno y otro signo, desde "El País" hasta "Expansión" o "Actualidad Económica". Con todo, lo más interesante para mí es su manera de escribir llena de ritmo y amenidad sobre esos efectos contrarios en política o economía, como cuando se endurecen las leyes del despido para intenta frenar el paro... y lo que se consigue es acelerarlo porque con esas medidas los empresarios no contratan a nadie. O como él mismo resume en la introducción "la proposición keynesiana de que para elevar el ahorro colectivo hay que aumentar la demanda" (o sea, que para poder ahorrar, alguien debe gastar), "como sucede en la paradoja de la cooperativa"; "la constatación de que ser racional puede ser una fuente de debilidad y estar loco, en cambio, puede granjear poder" (¿conocen algún gobernante o jefe así?); "la sorprendente doctrina de que cuanto más deba una persona menos vulnerable será frente a sus acreedores"; o "la tradicional teoría de la disuasión, según la cual 'si quieres paz, prepara la guerra'". Es una pequeña muestra de lo que nos cuenta Conthe, el libro no se puede resumir porque cada línea cuenta cosas y casos sorprendentes.
También se pone el mundo al revés haciendo páginas, claro. El conocido principio del "menos es más", del que tanto hemos hablado y hablaremos, es la sentencia paradójica por excelencia: ¿cómo que menos es más? Pues porque resulta ser cierto, porque queriendo aumentar la fuerza con dos golpes, lo que hacemos es divivirla... y es mucho más efectivo un puñetazo que dos sopapos.
Intentemos terminar ya con estas interminables elecciones. La primera versión corresponde a la apertura de las páginas de Nacional que hicimos en el diario El Mundo el día después, y la segunda con la que no hicimos porque pocos creen en el "menos es más". Se pretendía ilustrar la supuesta "caída" de Mariano Rajoy con un montaje de tres fotografías a cinco columnas de la sede del partido en la que se "descolgaba" un cartel con la imagen de su líder. Tres fotos, porque alguno da por sentado que con una imagen no se entiende que se descuelga el cartel. Mejor tres que una, ¿no? Pues no. Y no sólo eso, además quisieron añadir otra foto más, porque Acebes ha dado una rueda de prensa y tiene que salir porque titulamos por ahí (como si hiciese falta verle), motivo por el cual el montaje superior perdió fuerza compitiendo con la anodina imagen inferior. Como perdió fuerza el mensaje que se pretendía transmitir. En definitiva, resultado contrario al esperado... pero no tan alejado de la realidad, porque otro día después Rajoy anunció que se quedaba, que no se descolgaba de la calle Génova, con lo cual que hubiéramos fallado en nuestra página del día anterior supuso... que el fallo fuera menor. Paradojas.