miércoles, 2 de abril de 2008

Pequeñas (y baratas) joyas (I)

Tengo que confesar que soy un asiduo de la sección de libros de Vips, la cadena mitad tienda, mitad restaurante. Lejos de la fama de cara que tiene la cadena (que también), tiene una sección de saldos de libros impresionante. Normalmente suelen ser libros de formato grande, muy bien editados, de muchas páginas y de temas muy variados (arquitectura, diseño industrial, decoración, fotografía).

Entre esa pila de libros, mis favoritos son los de fotografía y los relacionados con la prensa. No es muy habitual encontrarlos, pero de vez en cuando puedes encontrar pequeñas (y baratas) joyas. Yo he encontrado varias. Hoy os traigo una:

Front Page: Covers of the Twentieth Century




Editado por Weidenfeld & Nicholson y con textos de Stéphane Duperray y Raphaële Vidaling (entre otros), el libro está dividido en dos partes. La primera disecciona las portadas de varias revistas como Elle, Esquire, Fortune, Life, The New Yorker o Stern, así hasta 28 revistas distintas. En cada una de las revistas los autores dan una breve explicación sobre la publicación: historia, inspiración, hitos, etc. Así, por ejemplo, nos enteramos de que Harold Ross, creador de The New Yorker, era un gran admirador de la revista satírica alemana Simplicissimus, y de ella bebió para crear el semanal norteamericano; o que la revista National Geographic nació como una publicación científica y poco accesible, pero Edwin Grosvenor, uno de sus primeros directores, decidió que no era el camino correcto y que había que socializar la revista.

Así es una página de libro, en este caso dedicada a la revista Simplicissimus

La segunda parte está dividida, a su vez, en otros dos bloques: grandes temas,como la guerra, moda, deportes o arte; y personajes: desde Churchill hasta Mao pasando por Grace Kelly o la familia Kennedy. Aquí podemos encontrar las mejores portadas Off the page (aquellas en las que parece que el protagonista rompe el papel), las mejores portadas ilustradas o el tratamiento en portada que dio la revista Life a la Segunda Guerra Mundial o la guerra de Vietnam. Entre otros temas.

En el apartado de personajes hay varias portadas dedicadas a los Beatles, a Marlene Dietrich (nada menos que ocho portadas de la rival de Garbo, como la califican en el libro), Sophia Loren (otras ocho para el "sueño de cualquier fotógrafo") y, cómo no, Marilyn Monroe, la mujer más fotografiada del mundo y que en el libro cuenta con seis páginas de portadas dedicadas a la ambición rubia.

Extracto de una página con portadas dedicadas a Marilyn

Una auténtica joya que encontré por unos 15 euros y que podéis comprar en Amazon.com por unos 30 dólares. 100% recomendable.

lunes, 31 de marzo de 2008

Diseñario (XI)

Nueva cita semanal de los lunes con el Diseñario, obra irreverente, colectiva, ardua (que le pregunten al comité de expertos de encajabaja), y abierta a vuestra participación por medio de comentarios o del correo electrónico.




F


Familia. Conjunto de fuentes que forman una unidad tipográfica, en base a sus características comunes aunque también a sus diferencias. De ahí lo de familia, porque guardan cierto parecido... aunque cada miembro sea distinto. Están basadas en un mismo tipo, pero presentan algunas variaciones, básicamente en grosor y anchura. Están las finas, las redondas, las negritas, las cursivas, las expandidas y condensadas.... Aunque hay clasificaciones de familias dispares. Algunos agrupan las fuentes en familias por sus ascendentes estéticos, por sus tipos de remates o por su origen geográfico, pero realmente, una familia (la de la Helvética, por ejemplo) es la relación de fuentes desde la más fina a la más gruesa, con todas sus variaciones. Esto provoca algunos malentendidos. Por ejemplo, que algún redactor pida que le suban una familia a un título. Evidentemente lo que el pobre hombre quiere es que se aumente el grosor del texto, es decir de regular a bold o de bold a black. Pero es una incorrección, porque las familias no se suben. Tan de la misma familia son todas las variaciones de grosores como las anchuras. ¿Cómo se pasa de una redonda a una cursiva? En todo caso, estaríamos hablando de fuentes, aunque éstas tampoco se pueden subir o bajar aunque es una convención que se acepta para pasar de un menor grosor a uno mayor.

Filete. Elemento gráfico que forma una línea recta entre dos puntos y que varía tanto en grosor como en longitud. Se usa, fundamentalmente, para separar elementos gráficos y/o textuales entre sí, de tal manera que cuando no sabes cómo separar varios temas siempre hay uno que te dice "ponle un filete". Si es de orientación vertical y entre columnas de texto se le llama corondel y suele ser de grosor fino (entre 0,2 y 0,5 puntos). También se utiliza en ocasiones para separar las columnas de un mismo texto, como en un apoyo, por ejemplo.
Dependiendo del grosor se le puede llamar de distintas maneras: filete ultrafino, filete fino (o corondel si es vertical), filete o luto, cuando es de tres o más puntos. Algunos también lo llaman, filetaco por lo grueso del mismo. También tiene distintos nombres según lo ornamentado que vaya: sólido, doble, fino, fino-gordo, gordo-fino, fino-gordo-fino (y todas las combinaciones entre estas dos palabras), punteado, de borde redondeado, de media caña, etc. Lo que se te ocurra.
Segunda acepción: lo que le apetece comerse a los redactores/maquetadores del periódico cuando llevan una dura jornada de trabajo y solo han ingerido un sándwich de plástico de la máquina. Quién no ha oído alguna vez: "cuando salga de aquí me voy a meter un filetazo...".
Darse el-: demostración de afecto que se produce entre dos miembros de la redacción bajo el mismo techo y/o en horario laboral. Ya se sabe, el roce hace... el filete.

Firma. Nombre(s) del autor(es) de una información, una foto, una ilustración, un gráfico, etc. (prácticamente se puede firmar cualquier cosa). En los periódicos la firma suele ir antes del texto principal, aunque en algunos diarios va al final del texto o incluso dentro del mismo, con la consiguiente confusión. La firma, no obstante, se diferencia tipográficamente utilizando cuerpos más pequeños, o incluso con otro tipo de letra, que los del cuerpo de texto. Puede ser un nombre personal, cuando se quiere identificar claramente al autor de la misma, o el nombre del medio cuando no se quiere identificar.
En un sentido global de la palabra, las firmas son algo importante para los periódicos porque le dan prestigio y solvencia ideológica al periódico. Cuantas más variadas sean, más rico es ideológicamente.
Otra forma de firmar un texto, foto, etc., es a través del seudónimo o alias. Muy utilizado en periódicos, no es más que un nombre ficticio que acompaña al original o lo sustituye. A veces se utiliza para simplificar el nombre original de una persona (Robert Capa se llamaba en realidad Hernö Andrei Friedman). Fígaro no era otro que Mariano José de Larra, Vázquez Montalban usó varios: Sixto Cámara, La Baronesa d´Orcy, Luís Dávila, Manolo V el Empecinado; así como Azorín fue bautizado José Augusto Trinidad Martínez Ruiz. Aunque actualmente está algo en desuso también tenemos a Erasmo o a El Roto e incluso hubo una asignatura en el Máster de Periodismo de la UCM 2006/2007 denominada Seudónimos Periodísticos del Siglo XIX y XX, con nada más y nada menos que cuatro créditos.
De firma, deriva una enfermad bastante común en los periódicos, la firmitis y que tiene un síntoma claro: querer que tu nombre vaya más grande que el de los demás. Si la firma normal va a un cuerpo 7 yo quiero que la mía vaya al cuerpo 8 y en versales, porque así la mía es más grande que la tuya. Hay algunas de estas firmas que, incluso, tienen su propia hoja de estilo.
La denominada huelga de firmas es una protesta que llevan a cabo los redactores del medio por cuestiones laborales, económicas o de otra índole. También puede ser personal, es decir, que un periodista no quiera firmar una información porque haya sido modificada por la jefatura del medio, ya sea añadiendo ideas no concebidas en el artículo original o por suprimir algunas de las que se presentan en el texto. Este derecho a no firmar un artículo está regulado por la clausula de conciencia.

Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.

jueves, 27 de marzo de 2008

Romper el ritmo

Igual es cosa mía. Quizás sean los años, pero... a mí las siluetas me cansan. Me agotan. Y cuando veo muchas juntas... me aburro. Supongo que no os pasa a todos y que puede ser una manía mía. Entiendo que eso es algo que depende de la línea gráfica de la publicación, y que igual que en el periódico pueden ser útiles pero con medida, no sea que se nos arreviste demasiado la cosa, en un suplemento son fundamentales, por lo espectaculares y dinámicas que son. A ver. ¿Podríamos hacer una publicación sólo con siluetas? Pues sí, supongo. ¿Y sin ellas? Pues también, imagino. Pero a lo que yo voy es que no hay que ser dogmáticos. Porque al final, no hay soluciones buenas malas en sí mismas, si no mal empleadas o páginas torpemente resueltas.

De todas formas, soy firme defensor de la teoría de "menos es más" (o como decía acertadamente mi colega Mario en su último post, mejor un puñetazo que dos sopapos). Y me gusta utilizar siluetas como al que más, pero cuando se repiten mucho, pierden su capacidad de sorpresa y por encima de todo, se trata de controlar el ritmo gráfico en toda una publicación. Y a veces, romperlo puede ser una buena opción.

Este ejemplo me ocurrió en el último suplemento de motor del periódico. Tradicionalmente, las siluetas de coches funcionan y las aperturas o las pruebas, comparativas, etc. las emplean profusamente. Y está bien, porque es una forma de decir: son los absolutos protagonistas, fija en ellas toda tu atención. Y son espectaculares, y te imaginas dentro del coche... Y cuando llevo diez páginas así, a mí me parecen todos los coches iguales. Lo ideal es buscar un contrapunto, un equilibrio. Para una apertura fuerte, las siluetas funcionan. Fijaos en la serie de tres páginas. Bien resueltas, creo yo. El orden de la página influye mucho en esto, ya que con mucha foto el ojo necesita equilibrio, y éste se obtiene con orden. Tras la apertura, otro par de páginas más y el tema empieza a pedir a gritos algo más, algo distinto, quizá un fondo, algo de contraste. O empieza todo a ser lo mismo.

Ejemplo de apertura. Las siluetas funcionan adecuadamente.

Un simple fondo negro vuelve a llamar la atención del lector.

Con la página de Jaguar lo intentamos y creo que quedó bastante resultón. Utilizamos la foto tal cual, sin tocar para nada el fondo, y colocamos el texto calado en positivo y negativo (que a muchos no gustará, pero hay que asumir riesgos ¿no?) y los filetes de puntos para darle algo de volumen a la mancha negra y así evitar el posible efecto que todos temíamos: que pareciera una publicidad a mitad de página. Y para no restarle impacto visual, las fotos de abajo las pusimos con fondo, normalitas, para que se vieran los coches y algo más, por poquito que fuese. A mí, personalmente me gusta. Y consigue que me vuelva a parar en el tema tras las abundancia de siluetas en las primeras páginas. Vuelve a llamar mi atención. Y eso, precisamente era lo que intentábamos.

miércoles, 26 de marzo de 2008

El mundo al revés

No me he podido desembarazar aún de la resaca electoral y han pasado ya más de dos semanas. Puede que en parte por el susto del terrible y cobarde atentado y por lo que empezó a parecerme una utilización oportunista del mismo, en especial en los medios de comunicación afines al Gobierno. Las palabras de la hija de Isaías Carrasco llamándonos a todos a votar después de recordarnos que su padre había muerto por defender la libertad y las ideas socialistas fueron emocionantes y ciertas, pero que las repitiesen en radio y televisión, más en unas cadenas que en otras, durante la mal llamada jornada de reflexión en la que nadie reflexiona, una y otra vez, otra vez y una más, me revolvió el estómago porque temí que volviéramos cuatro años atrás, cuando el entonces Gobierno del Partido Popular quiso defender sus votos por encima de los muertos en los trenes de cercanías de mi ciudad.

Evidentemente, no llegó a tanto, ni la conmoción general fue la de entonces, pero hubo un atisbo, una pequeña insinuación de ese poder siempre dispuesto a lo que sea para seguir siéndolo.

Y le pudo salir tan mal como le sucedió a la derecha cuando perdió las elecciones, porque en el mundo de la comunicación no existen las relaciones directamente proporcionales que nos enseñaron en matemáticas: haces esto y, necesariamente, sucede esto otro. No, al menos no siempre. Haces esto y, tal vez, sucede esto otro... o bien lo de más allá... o nada, o todo a la vez. Y todo a la vez se te vuelve en contra. Quieres rentabilizar en votos un atentado que has sufrido con toda injusticia, pero la gente te aborrece por querer utilizar un atentado electoralmente, aunque tengas incluso razón. Y puede que no te voten quienes te fueran a votar. Si además tus razones son mentiras... pues entonces podría darse hasta el caso de que pasaras desde la mayoría absoluta a la oposición.

Son las paradojas sociales. Con el estómago aún revuelto y la resaca que no se me quita recuerdo un interesantísimo libro de Manuel Conthe publicado por Planeta en 1999 con el título de "El mundo al revés. Una aproximación a los juegos y paradojas sociales". Conthe, abogado y economista nacido en 1954, ha sido entre otras cosas secretario de Estado de Economía, representante español ante la Unión Europea para asuntos económicos, miembro del Banco Mundial en Washington, además del más polémico director de la Comisión Nacional del Mercado de Valores de nuestro país (creo que es al único director de esa institución que se recuerda, de donde dimitió por su enfrentamiento con el Gobierno socialista que lo había nombrado tal vez porque desconocían que una de las principales preocupaciones de Conthe es la independencia), y colaborador siempre en distintos medios de comunicación de uno y otro signo, desde "El País" hasta "Expansión" o "Actualidad Económica". Con todo, lo más interesante para mí es su manera de escribir llena de ritmo y amenidad sobre esos efectos contrarios en política o economía, como cuando se endurecen las leyes del despido para intenta frenar el paro... y lo que se consigue es acelerarlo porque con esas medidas los empresarios no contratan a nadie. O como él mismo resume en la introducción "la proposición keynesiana de que para elevar el ahorro colectivo hay que aumentar la demanda" (o sea, que para poder ahorrar, alguien debe gastar), "como sucede en la paradoja de la cooperativa"; "la constatación de que ser racional puede ser una fuente de debilidad y estar loco, en cambio, puede granjear poder" (¿conocen algún gobernante o jefe así?); "la sorprendente doctrina de que cuanto más deba una persona menos vulnerable será frente a sus acreedores"; o "la tradicional teoría de la disuasión, según la cual 'si quieres paz, prepara la guerra'". Es una pequeña muestra de lo que nos cuenta Conthe, el libro no se puede resumir porque cada línea cuenta cosas y casos sorprendentes.

También se pone el mundo al revés haciendo páginas, claro. El conocido principio del "menos es más", del que tanto hemos hablado y hablaremos, es la sentencia paradójica por excelencia: ¿cómo que menos es más? Pues porque resulta ser cierto, porque queriendo aumentar la fuerza con dos golpes, lo que hacemos es divivirla... y es mucho más efectivo un puñetazo que dos sopapos.


Intentemos terminar ya con estas interminables elecciones. La primera versión corresponde a la apertura de las páginas de Nacional que hicimos en el diario El Mundo el día después, y la segunda con la que no hicimos porque pocos creen en el "menos es más". Se pretendía ilustrar la supuesta "caída" de Mariano Rajoy con un montaje de tres fotografías a cinco columnas de la sede del partido en la que se "descolgaba" un cartel con la imagen de su líder. Tres fotos, porque alguno da por sentado que con una imagen no se entiende que se descuelga el cartel. Mejor tres que una, ¿no? Pues no. Y no sólo eso, además quisieron añadir otra foto más, porque Acebes ha dado una rueda de prensa y tiene que salir porque titulamos por ahí (como si hiciese falta verle), motivo por el cual el montaje superior perdió fuerza compitiendo con la anodina imagen inferior. Como perdió fuerza el mensaje que se pretendía transmitir. En definitiva, resultado contrario al esperado... pero no tan alejado de la realidad, porque otro día después Rajoy anunció que se quedaba, que no se descolgaba de la calle Génova, con lo cual que hubiéramos fallado en nuestra página del día anterior supuso... que el fallo fuera menor. Paradojas.

lunes, 24 de marzo de 2008

Diseñario (X)

El Diseñario vuelve a su cita semanal de los lunes después del paréntesis de la Semana Santa, aunque todavía sea fiesta en determinadas comunidades. El comité de expertos de encajabaja sigue adelante con esta obra irreverente, colectiva y abierta a vuestra participación por medio de comentarios o del correo electrónico.




Entradilla. Es como el 'hall' de la noticia. Cuando llamamos a una puerta y nos abren lo primero que vemos es el recibidor. Eso es la entradilla, las palabras que nos reciben. Es un bloque de texto que precede al principal y que hace un pequeño resumen de éste o introduce al lector en el tema comentando las noticias previas relacionadas con él. Clásicamente se consideraba entradilla al primer párrafo, en donde se contestaban las cinco preguntas básicas de las que informa la noticia (las famosas 5 W en inglés: quién, qué, por qué, dónde y cuándo) aunque hoy en día esta técnica se utiliza arbitrariamente.
Desde el punto de vista del diseño, la entradilla no está incluida en el texto principal. Se diferencia con distinta familia, estilo (suele ir en negrita con frecuencia), cuerpo e incluso ancho de columna. Parece ser que lo que se lleva ahora es no utilizar este elemento al diseñar las páginas. "Es como muy antiguo, ¿no?", te dicen. Esto sucederá hasta que pasado un tiempo alguien piense que lo moderno sí sea usar entradillas (en realidad siempre ayudan y es un nivel más de lectura) y entonces volveremos a verlas aparecer por los periódicos... si no han desaparecido todos antes, claro, porque "son todos como tan antiguos, ¿no?"

Equilibrio. Armonía razonable entre todos los elementos de una composición. De su compensación y orden dependerá en gran medida su capacidad de lectura. Aunque para equilibrios, los que tiene que hacer un maqueta que se precie para conseguir conjugar las peticiones de los redactores (que no son nada caprichosos) con las directrices de diseño que marca el libro de estilo de un periódico (que libertad, la verdad, no da mucha). Un buen maqueta está continuamente contrapesando lo que puede y no puede hacer. Y si encima, hace lo que debe, pero pareciendo que hace lo que quieren los demás, entonces el equilibrismo es doble.

Errata. Nos persigen. Y nosotros a ellas, para retirarlas como si fueran replicantes, y no las encontramos porque como lágrimas en la lluvia utilizan técnicas de camuflaje avanzadísimas: se ponen delante de nuestras narices, abiertamente, en el lugar más visible, al comienzo de un texto (errata conocida como "la primera en la frente"), en los títulos, en el pie de foto más comprometido... allí donde no pensamos que pueda suceder y donde más jode cuando sucede.

Escaqueo. Habilidad para no estar en el sitio adecuado en el momento más inoportuno. Esto es, desaparecer cuando hay que trabajar. O permanecer quieto, muy quieto... a ver si no me ven. Entre las habilidades asociadas al escaqueo se cuenta la facultad de utilizar la pantalla del ordenador de manera que, sin hacer nunca nada, parezca a quien la mire que se está trabajando, y mucho (cuentan que hubo incluso quien escaneó una página a medio hacer para tener luego abierta esa imagen en el photoshop simulando así que trabajaba, incluso miraba esa pantalla durante horas si era preciso con tal de no hacer nada). Eso sí, aunque el fin último del escaqueo es no hacer nada, poder llevarlo a cabo requiere el constante esfuerzo de estar muy alerta ante cualquier cosa que suponga hacer algo, para evitarla, motivo por el cual se requiere un carácter especial incapaz, por ejemplo, de sentir el aburrimiento que conlleva el escaqueo continuo y el tedioso esfuerzo para lograr escaquearse.

Estilo. No nos engañemos. O se tiene, o no se tiene. Porque tener estilo propio es algo que diferencia y sitúa en el mapa, y más, en este mundillo repleto de excelentes copiones y adaptadores de ideas. Hablando estrictamente de diseño, el estilo es la impronta, el sello propio, la comprobable unidad en lo que se hace, la coherencia a la hora de desarrollar gráficamente una publicación . Y como en la vida, o lo tienes…o lo compras. Y caro. Lo cual significa que se puede adquirir, pero no que se sepa gestionar. O que te siente bien. Porque el estilo es una cualidad intelectual, que no estética, por mucho que se empeñen muchos artistas en buscarlo tras chaquetas de pana, monturas negras de pasta y poses de estrellas del rock. El estilo se forja currándoselo día a día, como en la vida misma…
En otra acepción mucho más técnica, un estilo es el la herramienta de Quark que hace que todo un párrafo tenga las mismas condiciones tipográficas y al que siempre le falta su homólogo de carácter.


Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.

viernes, 21 de marzo de 2008

85 años de Time

La revista norteamericana Time ha colgado en su página web sus mejores portadas con motivo de la celebración de su 85 aniversario. Pero ya sabemos que esta revista no es una revista cualquiera. Y es que el semanal ha decidido también publicar las peores portadas de sus más de ocho décadas de existencia (y las hay realmente feas). Y además ha abierto una encuesta para que los visitantes de la web puedan decidir cuál de todas es la peor (difícil elección, os lo aseguro).

Así que ya sabéis, degustar las magníficas covers de la revista americana y a votar cuál de todas es la peor. Os dejamos una muestra.

miércoles, 19 de marzo de 2008

La Polaroid ha muerto, viva la Polaroid

Quizá ustedes ya lo sepan, o quizá no, pero, por si acaso, se lo cuento. La Polaroid tiene los días contados. Puede sonar un poco fuerte, pero es así. Concretamente le quedan los días que restan de hoy hasta principios de 2009, que es la fecha en la que ya no se podrán comprar carretes para estas famosas cámaras fotográficas.

Típica imagen Polaroid (http://look-closer.net)

Pero vayamos al principio de la historia. El invento de las cámaras Polaroid se remonta hasta el año 1947 cuando el que se presume fue su creador, Edwin Land, presentó la primera cámara capaz de revelar y positivar la imagen en tan sólo 60 segundos. Su nombre, Land Camera. Diez años antes, Land había fundado la Polaroid Corporation, que coincide con el nombre del plástico sintético que él mismo patentó en 1929 y que posteriormente desarrolló en 1932.

Polaroid ya había cambiado la historia de la fotografía, pero todavía no era popular entre la población. Para eso tuvo que esperar hasta 1948, cuando con el "baby-boom" los padres norteamericanos se dedicaron a fotografiar a sus hijos para plasmar cada segundo de su vida en este planeta. En la década de los setenta, Polaroid sacó al mercado la mítica SX-70 (la que parecía un transformer), todo un bombazo que llevó a la compañía al estrellato. Aunque poco después se sumió en una crisis financiera al intentar salvar su independencia y evitar ser absorbida por otras compañías. En 2001 Polaroid se declaró en bancarrota, aunque con la mirada puesta en nuevos mercados, como las cámaras digitales (muy atrás todavía) o los televisores de alta gama.

Cámara SX-70, todo un mito

Entre todos estos años, la historia es más o menos conocida, y quien más, quien menos ha tenido en sus manos uno de estos magníficos inventos y agitaba las fotografías con energía para que salieran antes. Incluso se ha llegado a ver (sí, yo la tengo), Polaroids con radio incorporada (una locura). Auténticas joyas que sólo podremos disfrutar hasta que se agoten los carretes allá por 2009, aunque algunos de la marca Fujifilm son compatibles.

Warhol vestido de mujer en una Polaroid

Pero más allá de eso, la Polaroid permanecerá siempre en nuestro subconsciente colectivo. Warhol la usó hasta la extenuación, sus colores surrealistas (no se me ocurre otro calificativo) son ya una frase hecha ("queda chula, parece hecha con una polaroid"), han sacado multitud de libros con las mejores y más raras fotos, es fetiche de multitud de fotográfos, buenos, malos, anónimos y famosos, en los 80 no eras nadie si no tenías un retrato hecho con una e incluso daban un poco de mal rollo cuando la recibes en un sobre porque te recuerda a los secuestros de las películas de Hollywood, esas en la que la banda inferior de la foto pone con rotulador negro, mala letra y faltas de ortografía: "tenemos a tu mujer, danos 10 de los grandes o la matamos".

"The Polaroid book", editado por Taschen

En Internet ya proliferan los típicos webs que intentan recopilar la mayor cantidad de polaroids o los museos de cámaras instantáneas, porque, no nos engañemos, perder la Polaroid es perder una parte de la historia de la fotografía, una parte, incluso, de las historias personales de cada uno.

Así que ya sabes, cuando veas una Polaroid sonríe, puede ser la última vez que veas una y no querrás salir mal, verdad.

P.D. Para nostálgicos. Hay alguna web donde todavía se pueden comprar modelos retro, pero totalmente funcionales de estas cámaras.