lunes, 6 de octubre de 2008

Diseñario (XXXI)

El comité de expertos de encajabaja sigue definiendo y además bautizando fenómenos diseñísticos que hasta el momento no tenían nombre como su peculiar "patata" que hoy nos ofrece en esta última entrega del simpar Diseñario. Obra colectiva, irreverente y abierta a la participación universal.





Pata. En diseño, sinónimo de columna. También extremidad que se puede introducir violentamente y que luego cuesta retirar. Los periodistas poseemos una capacidad sobrehumana para meterla (la pata, decimos) y luego otros tendrán que aunar esfuerzos para intentar corregir en un tiempo récord los desaguisados que se hayan producido en tan lamentable acto. Pero puestos a meter (patas), volvamos al diseño. Una simple pata puede cambiar el mundo. Una pata es mucho más de lo que parece. Hay patas que no son más que un soporte para el título, pero también las hay con personalidad propia, que reniegan de una estructura hierática y avanzan por la página, hasta el punto de adquirir una nueva y estética función. Usada con buen criterio, una triste pata puede dinamizar la estructura entera de una página. A eso se llama pata americana: la última columna de un texto supera la altura del títular, iguala con la parte superior de la información, y la arropa, cual cálida manta. De esta manera, se consigue movimiento, sorpresa e incluso se separan los temas con un único y hábil recuso. Recurso al que todos hemos recurrido en alguna ocasión desesperados en busca de dinamismo, y recurso del que ahora todos huimos, debido a la proliferación de grandes fotos, páginas con diseños espectaculares y estructuras innovadoras que luego no pueden cambiarse cuando a última hora suceda alguna desgracia, porque ¿qué hacemos con las patas?. Digamos que una página con patas se plantea al revés que una normal. Si orientamos el orden de lectura hacia el sur (en un diseño normal) todo puede ser sustituído en un momento dado, ya que el primer orden de lectura (títulos, imágenes) se garantizan una cómoda situación en la parte alta de la página. Ahora bien, si orientamos la lectura hacia el norte, la estructura de la página es mucho menos dúctil, ya que tenemos demasiados compromisos (la imagen por arriba mandando, el título en sintonía con la imagen, el texto que envuelve...) En esos casos lo norma es tener que deshacer la página para realizar un cambio. Pardójicamente, en los últimos años se aprecia una tendencia que abandona el diseño más modular (aquél que hizo escuela con EL PAÍS y que no nos engañemos, aún nadie ha superado en cuanto a utilidad a la hora de hacer y lo más importante, deshacer un periódico) para adentrarnos en páginas más espectaculares, arrevistadas, en las que lo visual tiende a marcar la pauta de la página. Y teniendo en cuenta que no hay criatura más caprichosa que la información diaria, no parece muy buena idea contrarer una hipoteca, aunque sea muy visual, antes de empezar a negociar las páginas.

Patata americana. A fuerza de utilizar un recurso, entre todos hemos creado un monstruo. Una pata americana era algo apreciado. Suponía una ruptura, una novedad. Incluso hubo una época en la que una pata americana era una frivolidad, una exquisitez, un delicado amuse bouche con el capturar la atención de un lector acomodado. Una invitación a subir al frenesí del movimiento, dispuestos a pasar un viaje inolvidable a través de textos bien editados, piezas estructuradas con orden y criterio, y secciones que pasaban en un suspiro, acunado el lector en su medido ritmo. Pero todas las convenciones terminan cayendo. Y de la armonía de la pata americana han surgido nuevas criaturas, necesitados como estábamos de justificar que a fuerza de repetir hasta la saciedad la pata americana nos hemos cargado su principal virtud: la sorpresa que provocaba situada entre un diseño más estático. Lamentablemente, ahora subir una pata no nos dice nada, nos deja fríos. Y por eso subimos dos. Y hasta ¡¡tres!!! Y surge la patata americana, esa perversión de algo puro, esa estructura deforme y bizarra, como un Mr. Hyde informativo que se agazapa entre las páginas, contagiando su fealdad a todo el producto. Pero aún quedan lectores a los que este desequilibrio les produce rechazo. Aunque no se vean, esas cosas se sienten al ojear un periódico. La patata americana es algo tan antinatural que necesita la ayuda de otros elementos para poder hacer legibles los textos. Nunca veréis dos y tres patas de texto juntas sin algun elemento que las rompa y aligere (un apoyo, unos sumarios o algo así) En esos casos se nota su artificialidad. ¿Un recurso que necesita de otros para cumplir su función?. Una tomadura de pelo.

PC. O personal computer, germen de todos nuestros males informáticos, es decir, que si no tuviéramos pcs, no tendríamos que preocuparnos de que se colgaran las páginas o de que tuviéramos el ordenador infestado de virus, pero, reconozcámoslo, la vida sería un poco más complicada. Y no nos estaríais leyendo ahora.
El origen de los ordenadores, tal y como los conocemos hoy, data de la década de los cuarenta, cuando ocupaban habitaciones enteras y los programas consistían en válvulas y cables que, según la posición que ocuparan, llevaban a cabo una acción u otra. Ordenadores como estos fueron los encargados de, por ejemplo, descifrar el código de la máquina Enigma o para calcular la trayectoria de las balas (de donde surgió el primer videojuego, el tenis para dos).
Pero no es hasta los años 70 cuando los ordenadores empiezan a instalarse en los hogares y se les puede llamar verdaderamente como personales, por ser precisamente eso, manejables por una persona y no por un ejército de científicos. Estos ordenadores eran fabricados por Atari, Commodere y Apple.
Al principio los ordenadores sólo los empleaban los aficionados a la informática para jugar. No es hasta la aparición de la hoja de cálculo Visicalc, en un primero momento para Apple y luego para IBM, cuando el ordenador se emplea como herramienta de trabajo.
A partir de ese momento se dio el pistoletazo de salida a una carrera que no tiene visos de acabar nunca. Una carrera en la que gana el que consigue el procesador más rápido, la gráfica más potente y el ordenador más pequeño. El que lleva al extremo más extremo la miniaturización del pc y consiga que nos lo llevemos a todas partes, con el consiguiente cabreo de la familia por hacerle más caso al ordenador que a ellos. Y es que, a estas altura, muchos llevamos un mini-ordenador en el bolsillo, porque, al fin y al cabo, los móviles, algunos, son eso, mini-ordenadores.
Precisamente esta carrera ha llevado a los PC a ser el producto que más rápido se queda obsoleto, porque el pc que has comprado hoy como una máquina superpotente, pasados dos días es un máquina potente, a secas, y bastante más barata.
Otra acepción de PC es aquella que le contrapone a los MAC. La eterna pelea entre "maqueros" y "peceros". Aunque como hemos visto, los primeros ordenadores personales eran Apple, se les ha excluido de esta acepción para poder distinguirlo de otros sistemas operativos. A partir de aquí, la pregunta de siempre: ¿MAC o PC? Aunque quizá esta exclusión se debiera a su precio casi prohibitivo y que los que compraban los mac solían ser empresas y pocas casas, hasta hace unos años. contaban con ellos. Pero recordar, los primeros mac fueron los primeros pc.


Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.
Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.
Diseñario (XXIV): margen-medianil.
Diseñario (XXV): Milenium-monstruo.
Diseñario (XXVI): negrita-noticia.
Diseñario (XXVII): Ñ-ñoño.
Diseñario (XXVIII): ojo-ordenador.
Diseñario (XXIX): P&J-paginero.
Diseñario (XXX): Palo seco-párrafo.

viernes, 3 de octubre de 2008

Paredes tipográficas

Casi todos en nuestra vida laboral hemos podido asistir a algún Congreso y siempre hemos tenido que esperar, o bien a que abrieran las puertas del auditorio o bien a que todos los asistentes estuvieran registrados. Para hacer esa espera un poco más amena, la entrada del nuevo auditorio de Unidad Editorial, estrenado hace pocos días, cuenta con unas paredes tipográficas muy curiosas. De la mano de 3g-office, estás paredes cuentas con vinilos con las mejores y más empleadas tipografías en distintos tamaños y con una brevísima referencia a su historia. Os dejamos un reportaje fotográfico.

















miércoles, 1 de octubre de 2008

Nuevo rediseño de Cases

Uno de nuestros estudios de diseño más internacionales se ha ido hasta Rumanía para rediseñar uno de sus más importantes periódicos. Todavía no ha recogido el premio por su trabajo en "Público" como periódico mejor diseñado en España este último año (ÑH5) y Cases ha vuelto a la carga (hemos perdido ya la cuenta de todos sus aventuras, siempre exitosas) cambiando por completo la imagen del diario de Bucarest "Adevarul" ("La Verdad"), fundado en 1888 (aunque ha pasado por varias refundaciones, la última de ellas con la caída del régimen comunista de Ceaucescu en 1989, que corresponde con la actual), y con una tirada de unos 100.000 ejemplares. Encajabaja os ofrece en exclusiva sus renovadas páginas:








Como podéis observar son páginas Cases 100 por 100. Su estilo inconfundible lleno de rayitas, que tantas críticas y alabanzas ha recibido, pero repleto de orden y elegancia. "Navegadores" en la parte superior de las aperturas como todo buen rediseño que se precie en los últimos tiempos, tipos muy legibles y a la vez poderosos en las páginas deportivas y el buen hacer habitual de Cases con las paletas de colores. Enhorabuena a Cases, y a sus associats a quien aprovechamos para enviar un abrazo cariñoso.

Premios ÑH05


Como muchos ya sabéis, se han fallado los premios ÑH05. Tenéis un gran resumen en este post de nuestros amigos de Cuatro Tipos, siempre atentos, pero os adelantamos que los periódicos mejor diseñados durante 2008 han sido Público, Diario de Noticias (Portugal) y Diari de Balears.

Y no os perdáis en los próximos días a nuestro amigo Diego Areso y su blog Quinta Tinta, porque ha tenido la oportunidad de participar como jurado y promete contarnos cómo ha sido el proceso de elección de los ganadores en sus distintas categorías.

Por cierto, la ceremonia de entrega de premios y el correspondiente congreso, será entre los días 12 y 14 de noviembre en Zaragoza.

Actualización: Nuestro buen amigo Miguel Ángel Jimeno, de La Buena Prensa, nos avisa a través de los comentarios, que mañana va a publicar las portadas ganadoras. Así que ya sabéis, mañana tenéis una cita en el blog de lado. Gracias MAJ por el aviso.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Diseñario (XXX)

Parece que los números redondos establecen barreras, o marcan logros... de una manera artificial, eso sí. Porque en realidad son uno más, nada más. Pero suenan bien. Treinta entregas con ésta que hoy nos ofrece el comité de expertos de encajabaja con párrafos sevillanos incluidos del Diseñario: obra colectiva sobre el diseño periodístico y la prensa, irreverente y abierta a vuestra participación.





Palo seco. Una de las peores maneras de que algo entre en el interior de otro algo. Es muy duro hacerlo a palo seco, como muy duros se les antojan a los tipógrafos los caracteres ascendentes y descendentes de las letras de palo seco, frente a la grácil elegancia de los caracteres con serif. Porque palo seco es otra de las maneras, muy castellana ésta y suponemos que sin traducción literal a otros idiomas, de llamar a los tipos de letra sin remates. Sans serif (sin serifas, serifs, remates o gracias) también se las denomina utilizando el término francés; en el mundo anglosajón son gothic (no traducir como gótica); y además se emplea para ellas el término grotescas, en cuya voz describimos sus características.

Pantone. Guía de color creada en 1963 por la empresa Pantone Inc. (Nueva Jersey, EEUU) que en un principio comercializaba tarjetas de colores para compañías cosméticas.
El Pantone es uno de los más logrados intentos para reproducir colores con fidelidad. Es un color directo, sin mezcla de planchas, para el que hay que hacer una plancha propia que después imprimirá una tinta determinada según el número que hayamos elegido de su catálogo. Por esta razón es un procedimiento caro, pero fiable. El catálogo Pantone está formado por un gran número de tarjetas de cartón sobre las que se imprime en un lado muestras de un mismo color pero con distinta tonalidad. Una de estas tarjetas podría incluir una gama de rojos del más claro al más oscuro. Cada uno de estos colores va identificado con un número (y corresponde a una tinta determinada que, utilizando el papel apropiado, imprimirá esa tonalidad).
Este sistema es muy útil para poder recrear el color elegido de una manera exacta, por eso en el mundillo del diseño y las artes gráficas es muy utilizado (cuando el presupuesto lo permite) aunque también tiene un papel destacado en la moda, el hogar, el diseño industrial, pintura de interiores, etc.
Actualmente cualquier programa de ordenador de diseño o retoque fotográfico cuenta al menos con tres sistemas: El Pantone y los sistemas RGB y CMYK. Estos dos últimos se basan en la mezcla de los porcentajes de los colores. Pantone Inc. define a su producto como color directo. Hay también otros sistemas como el CIELAB más complejos y menos utilizados (sobre todo en programas de software libre).
Algunos organismos oficiales en Canadá, Corea del Sur y otros han abierto las puertas de sus Parlamentos a Pantone Inc. para poder definir exactamente el color de sus banderas (el color azul de la bandera escocesa es el Pantone 300).
Finalmente debes tener en cuenta que el color que se ve en el monitor no es exacto al impreso, de ahí lo importante de tenerlo bien calibrado y que tendremos que asegurarnos antes de encargar un trabajo a nuestra imprenta. Tampoco le vendría mal a algunos profesionales de brocha gorda tener su Pantone porque, y lo decimos por experiencia propia, hay mucho pintor daltónico suelto que confunden un verde clarito con un amarillo.

Párrafo. Unidad discursiva compuesta por distintas oraciones que expresan una idea común. Sus características fundamentales son la unidad y la coherencia, es decir, que tanto la oración principal como las secundarias expresen una misma idea y que el conjunto de todas presenten un orden lógico y claro. ¡Hala!, ahora que ya sabeis lo que es un párrafo, buscad alguno en vuestro periódico preferido que presente estas características. Os lo advertimos, no va a resultaros fácil.
Morfológicamente un párrafo se diferencia de los demás por presentar una sangría al principio del mismo, un espacio blanco equivalente a varios espacios en blanco. También puede llevar una interlínea algo mayor antes de su primera línea que entre las demás. Al final del texto de un párrafo se aplica un fin de párrafo, ese símbolo extraño como una "P" invertida que aparece cuando presionamos la tecla ENTER. Se diferencia del salto de línea en que lleva asumidos las condiciones del siguiente párrafo, blancos y justificaciones.
El párrafo pues se convierte en una unidad de medida dentro la página. Mide bloques de configuración tipográfica y mide unidades informativas. Porque la información también puede medirse en párrafos. De hecho cualquier información debería poder contarse en un sólo párrafo. Ésta es la máxima de la estructura de la pirámide invertida. Todo lo que no pueda contarse en el primer párrafo (que contendrá las famosas cinco uves dobles) no se considerará fundamental a la hora de entender lo que se nos cuenta. Esto no es tán fácil de aplicar y si os fijáis no es que se cumpla a rajatabla. Cuántas veces no habremos leído hasta la mitad de la página para poder exclamar: "¡Anda, si eso es a lo que se referían en el título!". Pero los redactores son celosos de sus párrafos. Por eso cuando a veces les sobra algo de texto y les dices que van a tener que cortar unas líneas, o a lo peor, el último párrafo, te sueltan impactados: "No es posible, pero si ahí cuento cosas importantísimas!", a lo que habría que responder: "No lo dudo, pero si son tan importantes podrías haberlas contado diecisiete párrafos antes ¿no crees?".
En Quark -y en el resto de procesadores de texto y programas de autoedición-, el párrafo también tiene una importancia mayúscula. Será la unidad por la que se defina la estrucura tipográfica del texto. El estilo de párrafo marca la pauta en cuanto a tipografía, interlineado, particiones y justificaciones, y sangrías del texto. Siempre tiene asociado uno de carácter, que confiere propiedades individuales al texto, pero es el de párrafo el que dice cómo va a comportarse el bloque en ese párrafo.


Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.
Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.
Diseñario (XXIV): margen-medianil.
Diseñario (XXV): Milenium-monstruo.
Diseñario (XXVI): negrita-noticia.
Diseñario (XXVII): Ñ-ñoño.
Diseñario (XXVIII): ojo-ordenador.
Diseñario (XXIX): P&J-paginero.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Cy Towmbly

Son apenas manchas de color acrílico, trazos vigorosos con lápices de cera y grafito sobre enormes lienzos y, sin embargo, podemos ver barcos ardiendo hundiéndose en el mar. Sentir incluso la tragedia de una batalla naval, algo que nos ha sucedido con bastantes pocas obras del denominado expresionismo abstracto.

Porque Cy Towmbly, pintor norteamericano nacido en 1928, perteneció a este movimiento y mantuvo relación con sus principales artistas, como el archiconocido Jackson Pollock en el Nueva York de la década de los 50 del pasado siglo. Sucede que se apartó de la ortodoxia, de las reglas que cada movimiento se da a sí mismo, por muy rompedor, vanguardista y revolucionario que se autoproclame. Primero, dejando Nueva York para casarse con una mujer italiana e instalarse en Roma y, después, incorporando a su obra elementos que los expresionistas abstractos consideraron "reaccionarios", por ejemplo las formas reconocibles y los elementos caligráficos que muchos críticos asociaron al graffiti callejero (él lo desmiente) con los que creó un estilo propio, un lenguaje que lo identifica como creador. Sus alusiones al mundo clásico y a la cultura europea, en especial mediterránea, no le han servido precisamente de ayuda, sino todo lo contrario. Tuvo que pagar el peaje propio de la independencia y su nombre quedó relegado y apartado de la escena artística neoyorquina que es la que ha dictado la "norma artística" mundial desde entonces. Para el gran público, nosotros incluidos por supuesto, ha sido un auténtico desconocido hasta que crítca y grandes museos parecen haberlo redescubierto, o aceptado, en los últimos veinte años. Ahora goza de reconocimiento universal, está considerado una de las grandes figuras de la pintura contemporánea y hasta el pasado 14 de este mes, la Tate Modern de Londres ha estado exhibiendo una enorme retrospectiva de su obra, con el título Cycles and Seasons, basada, sobre todo y como su nombre ya nos dice, en sus series y ciclos. En el museo del Prado podemos ver hasta este fin de semana una serie de pinturas suyas, escalofriantes, de una fuerza descomunal, tituladas Lepanto.


Son doce enormes lienzos que pintó por encargo de la Bienal de Venecia en 2001. Un "gran ciclo narrativo consagrado a la célebre batalla que enfrentó, en el golfo de Lepanto el 7 de octubre de 1571, a los turcos otomanos con la llamada Liga Santa, coalición cristiana formada por España, Venecia y la Santa Sede". Towmbly utiliza todos los resortes de su poderoso lenguaje visual para recrear la batalla y, sobre todo, transmitirnos el horror de la guerra (todavía estoy esperando que otra obra del expresionismo abstracto puro, incluido el afamado Pollock, me haga sentir algo), dando un paso adelante en la enorme tradición de pintura de batallas, de las que buena parte cuelgan en las paredes del Prado y, sobre todo, en El Escorial. Seguro que Towmbly las ha visto, y ha ido más allá... porque sus barcos parecen hundirse en un mar de sangre y fuego.


Tan sólo hay una nota discordante en esta muestra. Alguien ha tenido la "brillante" idea de colocar en la misma sala cuadrangular del nuevo edificio, donde están los doce lienzos, un cuadro de Velázquez, el Bufón llamado "don Juan de Austria", donde el genial pintor trata al parecer el tema de Lepanto con "distancia irónica", según el catálogo. No tiene nada que ver con el resto de los cuadros, ni tan siquiera con la temática o con el punto de vista del tema para ser más exactos. No crea ningún contraste ni contrapunto ni ironía ni nada. Sobra y distrae. Menos es más. Menos "ideas geniales" y más sencillez. Os decíamos que la exposición termina este fin de semana (como tantas veces se nos ha hecho tarde y no la hemos podido ver hasta ahora aunque la hemos tenido aquí todo el verano) pero la serie de Lepanto de Cy Twombly quedará instalada de manera definitiva en el Brandhorst Museum de Múnich.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Fauna redaccional

No sólo buitres y ratas figuran en el censo de las redacciones periodísticas, aunque ciertamente son de los más abundantes entre su variopinta colección de especímenes. Pululan por cualquiera de sus rincones, al acecho, ningún departamento está a salvo de ellos... ni de las cucarachas, que también las hay.

Podría parecer extraño, pero en este lugar en el que se plasman ideas por escrito y donde se difunde la cultura no faltan burros, borregos, ni algún que otro pequeño rebaño de ovejas, asustadas porque no existe redacción sin lobos.
No es una granja doméstica una redacción, ciertamente, pero convivimos con cerdos, los que suponen que no les hace falta pasar por la ducha y se aplican el desodorante directamente sobre los sobacos sudados. ¡Qué asco! Patos, ocas y gallinas con sus alegres cacareos nos confunden y crean el característico ambiente sonoro de las redacciones. Vemos perezosos que no se mueven de sus asientos; tardan tanto en coger el teléfono que para cuando lo hacen la noticia que les cuentan ha dejado de serlo. Marmotas dormitando frente a la pantalla del ordenador. Zorros y zorras, tan listos ellos, y ellas... Escorpiones y serpientes, seres venenosos que emponzoñan.

Tiburones en las altas esferas, como en cualquier empresa que a fin de cuentas somos. Perros ladrando y otros que no se separan de sus amos, fieles a quienes les dan de comer, esperando a que les tiren una pelota para ir correteando a por ella, una vez, otra, otra, otra. ¡Quién se ríe al fondo! Ah, es la hiena del lugar.



No todo son alimañas; bichos molestos, repulsivos, dignos del pisotón final que no podemos darles porque, a fin de cuentas, son compañeros. También compartimos redacción con águilas de la información, siempre atentas, veloces, de garras poderosas para capturar exclusivas al vuelo. Osos panda a quienes quisiéramos abrazar, adorables, amables, siempre con una sonrisa y la bondad por delante. Caballos que soportan el peso de sus secciones, animales de noble raza, porte distinguido, capaces de correr cuando se necesita. Linces inteligentes y precisos, en peligro de extinción... como casi todos estos últimos ejemplares de los que nos cuesta encontrar, porque como sucede de manera general, lo bueno y lo malo sufren un desequilibrio brutal a favor de los últimos, tan abundantes. Vivimos juntos perros y gatos, lobos y ovejas, liebres y tortugas. Incluso tenemos un entrañable lagarto que perdió su terrario al que llegaban los teletipos con el cambio de edificio, fiel lector y comentarista de encajabaja que, además, ha sido la chispa primigenia, el impulso creador, el origen de este post irracional que hemos escrito a cuatro patas como lo que somos, auténticos animales.


Mario Benito y Luis Blasco