Hay quien supone que tenemos contacto directo con ellos. Que podemos hablarles, ver sus caras, estrechar sus manos. Pero no es así. Ni siquiera sabemos exactamente dónde están y por eso los imaginamos recluidos en lo alto de una inaccesible montaña cuya cúspide está rodeada por un anillo de nubes. Son ellos, el misterioso y docto comité de expertos, quienes se ponen en contacto con nosotros, rigurosamente una vez por semana, para enviarnos cada una de las entregas de este Diseñario, obra colectiva sobre el diseño periodístico y la prensa, irreverente y abierta a vuestra participación.
Texto. La madre del cordero, el núcleo de la historia, el corazón que hace latir los periódicos, la razón por la que estamos aquí.
Podríamos definirlo como un conjunto de letras que unidas unas detrás de otras, con sus espacios, sus cifras y sus signos de puntuación, conforman el cuerpo de la noticia, la base de nuestro trabajo, la razón de ser de los periódicos. Porque es precisamente ese texto el que, ensamblado con cierto rigor y sentido, conforman las noticias, los reportajes, las columnas de opinión, las crónicas deportivas e incluso los breves.
Con los distintos tipos de textos conseguimos transmitir alegría, tristeza, ironía, enfado, preocupación, esperanza, todo un conjuntos de sensaciones con el simple gesto (para algunos, no tanto para otros) de unir una letra tras otra, una palabra tras otra, un párrafo tras otro.
Como uno de los elementos más que forman el diseño de una página es my difícil de medir: o es muy poco, o resulta excesivo (convirtiendo entonces la página en "ladrillo", "tocho" o "tocho infumable", según su abundancia). Son muy pocos, pues, los redactores que se muestran contentos con la cantidad de texto asignada a sus noticias y lo normal es que pidan más o menos mientras que "así está bien" es una rareza de las que se comentan y los viejos del lugar cuentan que sucedió una vez.
El texto, en cualquiera de sus formas, es, como venimos repitiendo en este blog, lo que hace que la gente compre los periódicos. El diseño puede ayudar, sin duda, puede y debe hacerlo más atractivo, más ligero, más fácil de leer visualmente, pero son los textos, bien escritos principalmente, los contenidos, los que hacen que los periódicos se acaben en los kioscos.
Times. En 1932 tuvo lugar lo que podríamos llamar el primer rediseño periodístico de la historia. Suponemos que antes de tan señalada fecha ya se habían hecho cambios en todos los periódicos porque basta con echar un vistazo a los diarios en distintas épocas para comprobar algo que para nosotros resulta evidente: los periódicos siempre están cambiando, como si fueran organismos vivos sometidos a la implacable ley de la evolución. Pero a diferencia de las continuas y progresivas modificaciones de las que hablamos, el lunes 3 de octubre de 1932, ¿fecha inaugural del diseño periodístico?,
The Times de Londres apareció con un nuevo diseño obra del mítico
Stanley Morison (con una "r", please) compuesto por primera vez en Times New Roman, tipo de letra diseñado específicamente para el periódico y para esta ocasión, inaugurando así una manera de hacer rediseños que han emulado muchos proyectos posteriores. Una versión de los hechos nos dice que un artículo de Morison, de 1931, criticando el diseño del periódico motivó que lo contrataran para rediseñarlo, pero lo cierto es que trabajaba ya para el periódico desde 1929 como "consejero tipográfico" y desde esa fecha presentó tres informes sobre la remodelación que finalmente llevaron a cabo.
La nueva letra fue bautizada con el nombre del periódico, tradición también que muchos han querido seguir, aunque ya la tipografía anterior del diario se llamaba de un modo parecido: Times Old Roman. Por eso nuestra Times fue "new". Es el único tipo de letra diseñado por Morison y tuvo que contar con la ayuda del dibujante del departamento de publicidad de
The Times Victor Lardent puesto que él no era grabador de tipos, aunque dirigió todo el trabajo y supervisó cada carácter hasta que lograron lo que este inglés tradicional, vestido siempre todo de negro (hasta la correa del reloj) buscaba. Partieron de un tipo de letra ya existente, la magnífica Plantin de 1914, llamada así por estar basada a su vez en los tipos de letra romanos que
Robert Granjon diseñó para la imprenta de
Christophe Plantin en Amberes en el siglo XVI. Caracteres cuyas mayúsculas podemos seguir buscando en el tiempo hasta encontrarlas en los monumentos de la antigua Roma.
El tipo diseñado por Morison para
The Times en 1932 es, posiblemente, el alfabeto con serif de más exito de todos los tiempos. El más utilizado, el más legible, en el que se escriben los documentos oficiales de los Estados Unidos desde 2004, presente por defecto en los dos sistemas operativos Windows y MacOs a pesar de que algunos lo rechacen por no estar diseñado específicamente para estos tiempos digitales, por supuesto el más "periodístico" de todos no sólo por la cantidad de periódicos que lo han utilizado y utilizan desde entonces sino porque parece adaptarse a cualquier elemento propio de una página de periódico de una manera asombrosa: insuperable en los títulos porque a pesar de ser estrecho y permitir muchos caracteres en cada línea, su ojo de gran tamaño le otorga una gran facilidad de lectura; a la vez que el texo base de la misma noticia no podía componerse en caracteres mejores que estos romanos de aspecto sobrio, objetivos como quieren ser las noticias, con los adornos justos en sus remates para que podamos leerlos sin reparar en ellos, sin que nada estorbe o distraiga, de proporciones perfectas, "libres de frivolidad" como los definió su creador y por ello tal vez denostados en estos tiempos frívolos hasta el exceso, el hastío y el aburrimiento.
Tipo. Puede ser cualquiera persona a la que no conoces lo suficiente como para llamarla por su nombre o aquella línea insubordinada, que siempre cuesta mantener, y que tiende de trazo recto a curva oronda, sobre todo cuando van pasando los años y los vas pasando sentado delante de tu pantalla amiga, la del ordenador.
Pero hablando de lo que nos corresponde, la palabra tipo proviene del griego typos, cuyo significado sería, más o menos, golpe o huella. En la antigua escuela de impresión los tipos (móviles) eran aquellas cajas de plomo en las que iban grabados los caracteres que, combinados hábilmente por los cajistas, componían la base que impresionaba el papel en combinación con la tinta. Por lo tanto, la huella resultante era el fruto de ese proceso mágico consistente en dar forma al significado o dicho de otra manera, de convertir la inmensidad blanca del papel en información editada y lista para ser leída.
La ciencia que estudia, crea y ordena los distintos tipos se llama tipografía. En ella, un tipo de letra es uno o varias modelos de letra que mantienen unas características formales comunes (lo que se llama también familia) No confundir con fuente, como ya hemos explicado en las voces anteriores de esta obra. Un tipo de letra incluye no sólo los caracteres ortográficos, signos de puntación, etc., sino que incluye también signos, símbolos y todo bajo un patrón común que los hace reconocibles como parte de ese grupo, como pasa en las mejores familias (la familia Times, por ejemplo, o la insuperable Helvética).
Entregas anteriores del Diseñario:Diseñario (I):
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sumario-suplemento.Diseñario (XLVII):
tabla-teletipo.