miércoles, 2 de septiembre de 2009

Volvemos

Y no nos apetece. O sí. Bueno, no sabemos, pero volvemos. Los días apacibles en remotos paraísos o en el apartamento de la familia sin conexión posible a internet, los Servicios Mínimos que declaramos hace algo más de un mes, han llegado a su fin.


Y aquí estamos, sin el gorro de baño, el patito de goma, el flotador, las gafas de buzo y los manguitos dispuestos a todo. A encontrar a los desaparecidos y desperdigados miembros del misterioso comité de expertos para que el próximo lunes nos ofrezcan la primera entrega del Diseñario 2.0 (edición corregida y aumentada del Diseñario con la inclusión de todas las voces nuevas que nos han llegado tal y como publicamos antes de las vacaciones); a ofreceros Periodiquerías que hemos fotografiado o que han fotografiado para nosotros por todo el mundo mundial; a seguir con nuestros Casos Prácticos analizando cómo hicimos algunas páginas o cómo pudieron haberse dibujado; a rastrear el mundo del diseño periodístico para traeros más Firmas en Caja Alta; para poner en marcha una nueva sección sobre cómic todavía sin fecha pero que no se hará esperar demasiado; o para dar nuestros cinco puntos de vista, distintos entre sí como no podía ser de otra forma, incluso contradictorios si hace falta, gusten o disgusten porque nuestra intención no es agradar o desagradar sino tan sólo opinar con libertad desde nuestra sección Otro Punto de Vista.

Volvemos. Y sí, nos apetece.

lunes, 10 de agosto de 2009

Carta de amor a mis periódicos

Convendréis conmigo en que las vacaciones de verano son de lo mejorcito del año. No sólo te proporcionan el merecido descanso que tanto nos hemos ganado durante el año, sino que contribuyen a un notable oxigenamiento de las neuronas, de forma que se consigue una curiosa limpidez en la percepción de las cosas. Normal, airearse es lo que tiene, que refresca mente y cuerpo.

El destino suele importar menos, pero creedme, ayuda. Desde hace unos años, el clima, la suave brisa marina, la buena gastronomía y mejores gentes del Puerto de Santa María, en la bellísima costa de Cádiz, contribuyen a que mi estado mental se equilibre y mi depósito se desborde de energía para lo que deparará el próximo curso.

Incluso ahora, que vivimos tiempos inciertos, en los que nos sobrevuelan negros nubarrones en forma de despidos, inseguridad laboral y lo que es peor, dudas cada vez más fuertes sobre nuestra solvencia a medio plazo, el periodo estival nos anima a seguir, ofreciendo pequeños detalles, leves guiños a los que agarrarse a nada que uno pretenda seguir observando, curioso, el mundo que le rodea y consiga levantar la mirada un poquito más allá de lo que le conceda el confinamiento de su ipod.

Sentemos las bases del relato. Amo los periódicos. Vivo del papel. Y me gusta tanto su tacto, su olor, su color y las historias que contienen que, precisamente en vacaciones, no concibo un desayuno sin ellos, ni estoy cómodo en la piscina si no puedo leerlos, o releerlos según los casos, incluso protegerme del sol con alguno de ellos cuando ya no aguanto más el calor. A la playa, además de mi familia, me llevo la toalla y los periódicos. Y hasta que no se me va la crema de las manos no los cojo, porque me fastidia mancharlos. Y cuando los termino me baño, antes no. Me gusta ir a comprarlos por la mañana, temprano, cuando todavía no hace calor y noto como la brisa me recorre la espalda, con un leve escalofrío. Me gusta compartirlos con mi mujer, e intercambiar los míos con el de mi padre. Dos generaciones distintas, dos diarios distintos. Soy tan fiel a la cita diaria con mis periódicos que la chica del quiosco de mi urbanización me fía, lo que demuestra dos cosas, que en Cádiz todavía tengo crédito y que aquí no ha llegado esa desconfianza hacia el de fuera propia de casi todo el resto del planeta.

Y aunque les ponga los cuernos frívolamente por las noches y me escape al jardín a deshoras a navegar por la red a costa del wifi de algún confiado vecino, a la mañana siguiente vuelvo puntual a nuestro encuentro, con las orejas gachas y esa expresión de “os lo puedo explicar, no es lo que parece, no ha significado nada para mí” que tan bien entienden los débiles de espíritu.

Porque aunque yo sea débil, mis periódicos no los son. Y están allí, puntuales y comprensivos, conocedores de mis flaquezas. Ansiosos por contarme como sigue todo por mi barrio, y por Madrid, y por el mundo. Y conscientes de que les volveré a fallar, resignados, porque la carne es débil y el wifi de mi vecino es gratis…

Y como amo los periódicos y vivo de ellos, me duele pensar que alguna vez acuda al quiosco y ellos no estén. Y nos miremos la chica que me fía y yo y pensemos “nuestra relación termina aquí”. Y que se terminen los desayunos compartiendo el periódico con mi mujer, y que ya no cambie el periódico con mi padre y terminemos pasándonos enlaces por e-mail, y que tenga que bajar a la playa con sombrilla, como un cualquiera, porque el sol termina por molestarme.

Y para evitar eso lucho todos los días durante el año. Y me dejo parte de mi sueldo en el quiosco, que la chica que me fía también tiene una familia que alimentar. Y por eso me conmueve ver que por la mañana temprano hay una cola de gente, con ojos de sueño, esperando para comprar el periódico y luego pasarse a por unos churros al quiosco de al lado para desayunar en casa con la familia y compartir ritual. Y me entran ganas de darles un beso a todos, uno por uno. Porque me hacen sentir menos solo, porque comparten mi necesidad de papel… aunque luego todos navegemos furtivamente, con la mala conciencia de quien está engañando al amor de su vida.
El Puerto de Santa María, 10/08/09
Feliz aniversario, M.

sábado, 25 de julio de 2009

Ugo Mulas

La presente edición de PhotoEspaña nos ha descubierto al grandísimo fotógrafo italiano Ugo Mulas (1928-1973). En la planta baja de uno de los rascacielos más bonitos de Madrid, la sede del BBVA de Azca en el Paseo de la Castellana, podemos ver hasta este domingo, 26 de julio, aproximadamente un centenar de fotografías en blanco y negro (hay también alguna imagen en color, muy pocas), que nos han dejado absolutamente asombrados. Se anunciaba como una de las principales exposiciones del certamen de este año a pesar de que se trata de un artista conocido en nuestro país solamente entre expertos del mundo de la fotografía. Dorothea Lange o Annie Leibovitz, son algunos de los grandes nombres para esta edición, como nos tienen acostumbrados en PhotoEspaña, y cuando repasábamos el programa oficial hace unos meses no incluimos entre ellos el del fotógrafo italiano. Pero estábamos equivocados porque Mulas es uno de los grandes, pero grande de verdad, y confiamos en que esta primera gran exposición del artista italiano en nuestro país sirva para darle a conocer entre los aficionados a la fotografía. Porque lo merece.

Ugo Mulas nació en Desenzano del Garda (Brescia) en 1928. Se trasladó a Milán, que se convirtió en "su" ciudad, para estudiar Derecho, pero abandonó la carrera para dedicarse de forma autodidacta a la fotografía hasta convertirse en todo un referente intelectual citado por atutores como Umberto Eco (que hablaba de sus imágenes como "crónicas" o "ensayos"). Además de su trabajo de autor se ganó la vida en el mundo de la publicidad y la moda (hay alguna muestra en color y blanco y negro de esta faceta que nos han parecido menos interesantes), y su obra ha sido expuesta en Europa y América. Falleció prematuramente en 1973.

La exposición está ordenada cronológicamente y ya las primeras imágenes de la ciudad de Milán, su ciudad, a finales de la década de los 50 del siglo pasado, tienen una carga social "neorrealista", una plasticidad y una fuerza propias de un fotógrafo fuera de lo común.

Continúa la muestra con su sus fotografías del milanés Bar Jamaica, donde se daba cita la bohemia intelectual de la ciudad. Poco después, es enviado a la Bienal de Venecia y su objetivo curioso y experimental retrata a los grandes artistas italianos e internacionales durante varias ediciones. Max Ernst en un vaporetto, Lichtenstein (del que después realizará unos divertidos retratos en Nueva York con "bocadillos" a modo de los cómics que pintaba el artista pop), Rafael Canogar, Chillida y Antonio Saura (en el Café Florian, 1958).

A mediados de los 60 viaja a Nueva York donde se convierte en el fotocronista del Pop Art, habitual en la Factory de Andy Warhol o acompañante en las calles de Manhattan del influyente pintor Marcel Duchamp, además de entablar relación (y fotografíar, claro) a escritores como Arthur Miller, músicos de ultravanguardia como el inclasificable John Cage, o periodistas como Oriana Fallaci. Su serie de cuatro retratos del genial escultor y pintor suizo Alberto Giacometti cuando éste recibe la noticia de que le otorgan el Gran Premio de la Bienal de Venecia es absolutamente magistral, tan llena de la emoción que debía sentir Giacometti en aquel momento:





Es un poco tarde, pero no demasiado, porque mañana termina el que para nosotros ha sido un auténtico descubrimiento. Para quienes estéis ahora en Madrid y os interese la fotografía, os recomendamos que os acerquéis a ese maravilloso edificio del BBVA; para quien no esté en nuestra ciudad os enlazamos con su página web, muy buena por cierto, donde también se puede apreciar una muestra significativa de su obra, eso sí, sin la maravillosa y única textura del papel fotográfico de fibra en el que están copiadas las imágenes de Ugo Mulas.

jueves, 23 de julio de 2009

Construir a partir de una foto

La apuesta gráfica del nuevo diseño de nuestro periódico nos está obligando en muchas ocasiones a tener que dar fotografías a mucho más tamaño del que requieren. A tener que pasar la fotografía de una página a la otra para conseguir así más tamaño de imagen... con la consiguiente cantidad de problemas técnicos que eso a veces conlleva, tanto en los títulos como, sobre todo, en los textos. Tenemos que hacer malabarismos para que el flujo de las columnas de texto no sea excesivamente complicado y los lectores puedan leer que, en definitiva, es de lo que se trata. Aunque el mal llamado "periodismo visual", el periodismo visual mal entenido para entendernos, pase a veces por alto que los periódicos se hacen para leerse.

Pero como nos recordaba Al Pacino en "Heat" (¿o era Robert de Niro?), todas las monedas tienen dos caras. Si le damos la vuelta y desabrochamos el corsé de las cinco columnas que antes teníamos prohibido, las fotografías que a mayor tamaño ganan en impacto visual podemos dar ahora a cinco, pasar el medianil, seis, siete, ocho, ¡mambo!, nueve o hasta a 10 columnas en una página doble.



Ayer tuvimos un caso muy claro acerca de lo que estamos hablando porque teníamos una magnífica fotografía para ilustrar la noticia principal con la que abría la sección de España, relativa a la polémica visita del ministro de Exteriores, Moratinos, a Gibraltar. Tanto que construimos la página a partir de la fotografía. El redactor jefe, nuestro querido Guillermo a quien amamos y odiamos casi a partes iguales, nos propuso la apertura clásica "con una gran foto a cinco columnas". Pero, ahora, una "gran foto" no se da a cinco columnas, ¿no?

Logramos ensamblar de una manera más o menos coherente la imagen y el texto principal, junto con otro tema secundario relacionado en las últimas dos columnas, haciendo bloque con la publicidad. Además separamos estas dos piezas con una columna de apoyo con fondo gris en la que damos las reacciones de tres ex ministros, críticos todos claro. Además la doble se completa con una opinión de Felipe Sahagún a faldón ocupando siete columnas, igual que el tema principal y la imagen.

Y es precisamente con esta última pieza con la que surge el problema. Porque no logramos separarla bien del artículo principal de la parte superior, incluso se pueden confundir algunas columnas de texto entre un artículo y otro. Solución: situar, como hicimos finalmente, la gran imagen sobre la que ya os hemos dicho que construimos la página en el centro, separando las dos piezas de texto y a la vez consiguiendo aligerar el efecto de exceso de texto, también conocido como efecto "ladrillo". El resultado es una página doble mucho más equilibrada, toda ella alrededor de ese fotón.



¿O no?



Quique Falcón y Mario Benito

lunes, 20 de julio de 2009

¿Un error?


¿Se trata de un error? ¿Tal vez es el capricho de alguien con mando en plaza pero conocimientos de diseño periodístico ningunos? ¿Es un guiño a algo, o hay que guiñar un ojo para verlo? ¿Es deliberado y lo que se pretende es mostrar a Aznar de manera grotesca? ¿O hacer mal una portada sobre Aznar como lectura subliminal de lo mal que hace Aznar las cosas?

¿Es posible que sea mi juicio el que falla porque no sea yo lo suficientemente "visual" y/o modernoide, o viewspaperiano? Porque quedar bien, lo que se dice quedar bien... tener equilibrio, o tan siquiera elegancia, impacto visual, algo tras el recurso fácil de un blanco y negro y una trama forzados en ese careto gigante silueteado en la portada del diario Público de ayer, domingo.

Puede que tenga alguna justificación, pero me cuesta tanto encontrarla (cuanto más la miras es peor, además) que finalmente me inclino por la primera de las posibilidades: ha debido salir impresa así por un lamentable error, humano supongo.

viernes, 17 de julio de 2009

¡Felicidades!

Exactamente el mismo día y a la misma hora en que esta pequeña felicitación en forma de post se lance a la blogosfera, Luis Blasco dejará de formar parte de la gloriosa cofradía de los diseñadores de prensa solteros para entrar en la resignada bolsa de los diseñadores de prensa casados, en la que estamos ya todos los miembros del blog menos él. Que conste que le hemos insistido, aconsejado como amigo, compañero... hasta los misteriosos miembros del comité de expertos encargados del Diseñario le han advertido de la gravedad de su atrevimiento, pero no ha habido forma. Los genes aragoneses de este miembro fundador de encajabaja, la belleza e inteligencia de su chica, el amor por encima de todo... no se podido luchar contra todo eso y, en consecuencia, no nos queda más remedio que desde estos humildes píxeles desearle mucha felicidad a él y a Judit. Porque, además, se lo merecen. ¡Enhorabuena!

La ilustración, una vez más, del genial Luis Sánchez Parejo.

¡Felicidades a Luis y Judit!

miércoles, 15 de julio de 2009

SMV
(servicios mínimos de verano)



No cerramos por vacaciones, pero nos declaramos en servicios mínimos. Merecidos porque llevamos unos meses encima que no se los deseamos ni al "artista" más exquisito de cuantos pululan en el universo galáctico del diseño periodístico. No cerramos, y por lo tanto daremos cuenta de cuanto acontece en el "pagineo" mundial pero, eso sí, con bastante más calma. Nos iremos de vacaciones, algunos, pero estaremos atentos, haremos fotografías, tomaremos apuntes, compraremos periódicos (sí, ¡los compraremos!) allí donde vayamos... y luego, en septiembre, volveremos con todo eso y con alguna que otra novedad.

¡Feliz verano a todos!