Lisboa (Portugal, 2009) / Juan Ramón Martín Nuestro amigo
JuanRa Martín, entusiasta profesor de periodismo y Comunicación Visual en la Universidad Pontificia de Salamanca y editor del blog
Visualcom, entre otras mil ocupaciones, nos prometió enviarnos alguna foto de un quiosco para nuestra serie de "Periodiquerías". Y vaya si cumplió. Nos dice con excesiva modestia que "la foto no es buena, pero el momento merecía la pena", y añade que "el quiosco está en la Rúa de Santa Justa, en Lisboa. Junto al elevador que lleva el mismo nombre. Esperemos que no sea éste el futuro de la prensa en Portugal... porque por la edad media de los lectores es de aúpa. Por cierto, una cosa son lectores, y otra compradores".
Pues resulta que a nosotros la fotografía nos ha parecido fantástica, demoledora incluso según qué punto de vista porque hasta ha generado un pequeño debate dentro de encajabaja. Por eso, además de dedicarle una entrega a ella solita, incluimos dos breves puntos de vista sobre esta poderosa imagen, además de una encuestita final para todos aquellos que quieran dar su opinión.
Una mirada pesimistaTal vez sea el aire melancólico del fado que me parece escuchar con sólo mirar esta sugerente imagen mientras escribo queriendo no tener razón. Estar equivocado y que la fotografía no signifique lo que parece estar gritando: adiós con una guitarra portuguesa de fondo. Se acaba. Nos morimos.
No siempre es así, el pesimismo se sufre como por ataques, pero todavía me dura el que sufrí al abrir aquel correo con esta foto. ¿Para quién hacemos periódicos y los imprimimos en cientos de miles de papeles? ¿Cuánto tiempo nos queda?
En ese escaparate de tela metálica con acordes desgarrados por el tiempo y titulares que se cantan en tonos menores sobre historias de desamores y crisis económica, o de fútbol, seguramente estén expuestas las portadas del modernísimo diario "i", y del no menos avanzado y esperanzador "Público", las propuestas más atrevidas (posiblemente del mundo) puestas al servicio de la búsqueda de nuevos lectores, algo más complicada al parecer que la del santo grial. Y lo peor no es la edad del grupo, que también, sino que ninguno compra un periódico.
Me intentan animar, sonando mientras lamentos de fondo, diciéndome que no haga una lectura parcial, que esto no es un icono de la situación actual de la prensa impresa, que puede ser una casualidad, se tomó la foto en un momento determinado como se podría haber tomado con el quiosco lisboeta lleno de niños. Y contesto desanimado, aumenta el tono del lamento, diciendo que sí, claro, que tal vez, que quiero equivocarme. Pero, sinceramente, ¿cuánto tiempo sería necesario esperar con una cámara en la mano para fotografíar a siete niños, o jóvenes, ante ese escaparate de periódicos?
Mario BenitoUna mirada optimistaSí, puedes llamarme optimista. Lo admito. Me resisto a pensar que esta imagen sea el espejo de lo que le va a pasar a la prensa. Puedo darte varios motivos. Si las personas mayores son las únicas que leen la prensa, entonces el futuro de la misma está asegurado: puedes leer las noticias del futuro geriátrico que espera a la Humanidad
aquí,
aquí o
aquí, por poner tres ejemplos. Si es la tercera edad la que nos salvará, aquí vamos a tener para rato.
Se puede pensar que los ancianos del mañana serán los jóvenes de hoy, aquellos que nacen con pulgares ultrarrápidos para escribir sms y que no han notado la lengua áspera por los sellos en su vida. Sí, pero esos jóvenes llevarán cientos, miles, millones de horas frente a los ordenadores, probablemente tengan la vista cansada y les duela la cabeza sólo de pensar que tienen que ponerse delante de un ordenador con 65 años, después de toda una vida sufrida por y con ellos. Ya nos pasa ahora y somos jóvenes. ¿Qué es lo primero que pensamos cuando queremos desconectar, por ejemplo, en vacaciones? Ya lo digo yo: "Voy a estar todo el mes sin tocar el ordenador, lo juro" Y cómo leemos la prensa...
Javi lo sabe.Puedo aceptar, a regañadientes y con enorme dolor, que igual el papel, como objeto físico y tangible puede desaparecer, pero estaría apenado por la civilización. Sería una pérdida irreparable, no sólo por el tacto, la sensación sensorial, sino por el aspecto ideológico, emocional e incluso psicológico del mismo. Te imaginas como quedarían los círculos del café en un costosísimo y preciosísimo ebook. No lo veo, la verdad.
Pero en el hipotético, y espero que utópico caso, de que dejara de existir el periódico como manchador de pulgares, los periódicos seguirán existiendo. Periódicos como unidad de lectura, con un orden, con una jerarquía de secciones, de noticias, de información, de opinión y de imágenes. Seguirán existiendo los periódicos, vale, en e-paper, pero seguirá existiendo un periódico que nos ordene la información, que nos la cocine y que no nos sirva el fast-food en el que a veces se convierte la información en Internet.
Pueden ser argumentos un poco banales, poco científicos y sin ningún estudio de mercado ni económico que lo respalde. Es cierto. Pero cuando seamos mayores y vayamos al kiosco a comprar NUESTRO periódico, nos contamos a ver qué ha pasado.
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