miércoles, 4 de noviembre de 2009

Cuestión de criterio




El Parlamento español, para alegría de muchas personas que consideran que los ricos tienen la culpa de que les echen del trabajo o de que les suba la hipoteca, ha acordado modificar el régimen fiscal de los extranjeros residentes en nuestro país que ganen más de 600.000 euros anuales. Estas personas tributarán a partir del 1 de enero al 43%, y no al 24%, como hasta ahora, sustancial diferencia pues. Esta medida afecta principalmente a los deportistas, y muy especialmente a los futbolistas extranjeros de nuestra Liga.

Para ilustrar en portada este tema se podía haber elegido la imagen de uno de los nuevos cracks de nuestro fútbol, como Cristiano Ronaldo, Ibrahimovic o el que cada uno quiera poner. Pero no.

Resulta que todo esto tuvo su origen en una iniciativa que intentaba atraer a España profesionales de élite, científicos y deportistas extranjeros mediante un régimen especial que les hacía tributar como no residentes y a un tipo del 25% (luego al 24%) y sólo por sus rentas españolas, frente a los contribuyentes residentes que tributaban al 43% (luego al 45%). Se le llamó "Ley Beckham". Por tanto, este tema en portada podía ilustrarse también con una imagen del célebre futbolista, y más cuando se le menciona en el cintillo. Pero no.

La opción por la que ha optado hoy Negocio en su portada es poner a la mujer del Sr. Beckham, o sea, Victoria Adams. Pues no lo entiendo, la verdad. Porque que yo sepa, la Sra. Adams ya no reside en España, lo que podía haber salvado la elección. Es desviar un poco la mira. ¿Alguien le encuentra una justificación coherente?

martes, 3 de noviembre de 2009

De lo grande a lo pequeño, de lo pequeño a lo grande

Trabajar en un periódico pequeño no es fácil. Falta de medios técnicos, poco personal, presupuesto muy reducido, etcétera, etcétera. Sin embargo, desde los periódicos pequeños, aquellos que pueblan los kioscos de multitud de provincias españolas, se puede hacer un magnífico trabajo. Si no, que se lo digan a Lola Gómez, responsable de Diseño del Heraldo de Soria y habitual ganadora de premios de la SND.


Hablar de Lola Gómez es hablar de Maquetación y Diseño periodístico con mayúsculas. Ha participado en multitud de proyectos editoriales, desde la que ha llevado a cabo una labor muy fructífera. En 1986 se incorporó al extinto Diario 16, desde donde pasó, como tanto otros, a participar en la fundación de El Mundo en 1989, donde trabajó en el departamento de diseño del diario y del Magazine. Ocho años después, deja Madrid y viaja hasta las frías tierras castellanas para incorporarse al Heraldo de Soria como diseñadora de Suplementos. Actualmente ocupa la dirección de Arte del Heraldo. Trabajando para ese pequeño periódico ha sido galardonada en dos ocasiones por la SND y en cinco (de seis ediciones) por los ÑH, capítulo español de la Society of Newspaper Design.

De lo grande a lo pequeño, de lo pequeño a lo grande.
Mis comienzos en esta profesión fueron en Diario 16. Allí se dibujaba la maqueta con un lápiz rojo, otro negro y con un tipómetro transparente, y en los textos se contaban matrices para después hacer una regla de tres. Conocí la mesa de luz y los primeros ordenadores donde se componían las galeradas que más tarde iban a talleres.

Después, en su fundación, pasé a formar parte de la plantilla de El Mundo. El periódico nacía y yo, como maquetadora, crecía con él. Estrenamos los primeros ordenadores con Edicomp 4000, aquellas maquetas donde se visualizaban las cajas pero no los textos… Era de locos visto desde ahora. Un día, Carmelo Caderot, el director de Arte, se fió de mí y me dejó maquetar el Magazine de la primera época. Este suplemento no se hacía con el Edicomp, sino en maqueta de papel, tirando de la fotocopiadora y de la ampliadora de laboratorio de fotografía. Y allí, al cabo de poco tiempo, me pusieron un Mac delante.

Los que no han conocido todo eso no se pueden imaginar lo que sentí cuando hice mi primera maqueta en aquella pantalla. ¡Se podía hacer de todo y lo que era aún mejor: lo veías! (Parezco una abuela, pero no hace tanto tiempo de eso).

Y hasta hoy.

1. NO HAY EXCUSA
Fui de lo grande a lo pequeño. Pero si ahora comparo los medios técnicos que tenía entonces con los que tengo ahora en la redacción de Heraldo de Soria, el abismo es evidente. El saldo actual, a favor. En este momento, todos los periódicos españoles disponen de la tecnología suficiente como para desarrollar un buen diseño cuidado y de calidad, incluidos los pequeños. Así que eso no es obstáculo para no poder hacer un buen trabajo. No hay excusa. Aunque a veces, tampoco presupuesto.









2. DE TODO UN POCO
El problema llega cuando descubres que el funcionamiento del equipo de diseño es atípico comparado con diarios más grandes. No sólo se realiza trabajo de maquetación con sus respectivos suplementos, sino que además han de llevarse a cabo tareas de producción, control de planillo y publicidad -que también se diseña en la propia sección-, esquelas, anuncios por palabras, parte de la labor fotográfica, como es el tratamiento de las imágenes y el envío de los PDFs a la rotativa (que en nuestro caso, se encuentra en Zaragoza) y todo eso a cargo de cinco personas.










3. NUNCA PASA (CASI) NADA
Por si eso fuera poco, en una ciudad pequeña pasan muy pocas cosas, y todo lo que ocurre es cíclico. Año tras año se repiten por las mismas fechas idénticos acontecimientos, algo que obliga a mis compañeros redactores a echarle mucha imaginación para no repetirse. Aprovechan cada acontecimiento, por mínimo que sea, para hacer algo especial, y nosotros desde maquetación hacemos lo propio, procurando que cada día el lector se encuentre con una sorpresa visual, con un guiño, con un nuevo regalo. Ahí es donde hay que agudizar el ingenio. No hay tecnología que valga.










4. PERO A VECES, SÍ PASA
Y el día que ocurre algo importante… Ese día sabes que la mitad del periódico va a ir de eso. Entonces llegan los del departamento de publicidad y te colocan en las páginas de apertura, empezando en la 2, unos módulos a lo largo de toda la cobertura. Por supuesto, no se puede decir que no, que de eso vivimos. Ese día nos estiramos y damos más páginas a color de lo habitual porque el tema lo merece, y podemos saltar a 24 o incluso a 32 si hay además un suplemento. Lo habitual son 8 o 16 y hay que intentar que el color quede bien distribuido a lo largo del periódico, aprovechándolo en las páginas que tengan las mejores imágenes.






5. EL FACTOR HUMANO
Un periódico se hace entre todos. Nosotros no somos muchos (alrededor de una treintena) y la mayoría aporta ideas que tenemos en cuenta en la sección.
¿Qué maquetador no agradece que le den un titular de antemano, una palabra, una sugerencia? La chispa que nos haga ir, un día más, de lo pequeño a lo grande.


(El diseño de Heraldo de Soria tiene como base el de Heraldo de Aragón, grupo del que forma parte. Cuando Heraldo de Aragón fue rediseñado por Javier Errea y pasó a formato tabloide, Heraldo de Soria lo adoptó, salvo con unos pequeños cambios que Javier realizó para adaptarlo a las necesidades lógicas de un periódico más pequeño.)

lunes, 2 de noviembre de 2009

Diseñario 2.0 (IX)

Absortos, perplejos, sin dar crédito de que frases de absoluto perogrullo como que "los periódicos se hacen para leer" tengan que recordarse en estos tiempos confusos porque resulta que las empresas periodísticas suponen que a sus compradores no les gusta leer (¡¡¡¡¿¿¿¿????!!!!), los miembros del comité de expertos siguen escribiendo a pesar de que al parecer nadie en este mundo lea, y en el futuro de los gurús mucho menos. Escriben voces, voces, voces... de este infinito Diseñario (cuya propia escritura genera nuevas voces como "apertura", la primera de su versión 3.0), obra colectiva sobre el diseño periodístico y la prensa en general, irreverente y abierta a vuestra participación.





Chiste. También conocido como viñeta o tira o humor gráfico. El chiste es un clásico de nuestros periódicos. Suelen ocupar su espacio en las páginas de opinión y su emplazamiento no es fruto de la casualidad. De hecho podemos decir que son en sí mismos un género periodístico más, ya que desde sus viñetas, con sus trazos y caricaturas, contienen igual o mayor carga de opinión de la que pueda tener un editorial o una columna y encima, todo dicho con una sonrisa, que es como más suelen doler los palos al que los recibe... Las posibilidades del humor gráfico a la hora de formar opinión son tan enormes que de hecho acaban diciendo las cosas que muchas veces no se atreve nadie a poner por escrito. Los límites de lo políticamente correcto o del clamor popular no se suelen aplicar a estos pequeños dibujos. En muchas ocasiones, lo más controvertido, lo más interesante o lo más polémico del día suele estar contado en las viñetas de las páginas de opinión.
En España tenemos la inmensa fortuna de poder disfrutar de grandes de la viñeta como el gran Ricardo Martínez (en solitario o cuando forma duo con Nacho), Gallego y Rey, Forges, Mingote, El Roto, Idígoras y Pachi... Tiernos algunos, conceptuales otros, demoledores, irónicos... certeros analistas todos de la actualidad, auténticas firmas de primera línea que en lugar de escritas nos llegan dibujadas cada mañana, para informarnos mientras nos roban una sonrisa.

Chupar. No es lo que todo el mundo piensa. Ah, que no lo estáis pensando, claro. Pero también lo es, esa práctica habitual en todas las redacciones que en el mundo periodístico existen y que se lleva a cabo bien de manera voluntaria como parte de las actividades de autopromoción aprofesionales, o bien involuntaria como peaje obligatorio, porque para comer suele ser necesario chupar primero. La palabra más frecuente es otra, que no vamos a reseñar por pudor candoroso, y no hay quien se libre de ella (que levante la lengua quien se atreva a afirmar lo contrario).
No es lo que todo el mundo piensa ya que con el término chupar que hemos heredado de las artes gráficas (donde también se chupa lo suyo, si no más) nos referimos a achicar espacios entre letras con el propósito de que quepan títulos (generalmente, también textos) que de natural no cabrían en ese espacio y con ese mismo cuerpo. Es la famosa modificación negativa del track en los programas informáticos de autoedición.
Puede hacerse también, y de hecho se hace, con el equivocado concepto de que esos espacios entre las letras en realidad no sirven para nada y es mejor eliminarlos, teoría propia de esos que creen saber mucho porque en realidad no saben apenas nada, muy frecuente. Existe además el efecto estético de forzar la tipografía hasta que se junten del todo las letras, e incluso mucho más, tarea "artística" poco práctica en los periódicos, excepto en algún suplemento y con un fin muy determinado. Sería como la gran chupada, o algo así.
En el diseño periodístico, además de chupar, también arañamos, comemos espacio, sangramos, tocamos cuerpos, los subimos y bajamos, engatillamos, cortamos los pies, cabeceamos e incluso mordemos, pero todo esto es otra historia que tratamos adecuadamente en sus correspondientes voces y que os invitamos a que consultéis, preferiblemente con la lengua fuera.

Cierre. Hora límite en la que una publicación tiene que estar lista en todos sus aspectos para mandar a imprimir. Normalmente coincide con la oscuridad de la noche. Suele ser una hora fija, con la particularidad de que nunca, y decimos nunca, se cumple. Es requisito indispensable que la hora de cierre sea, casi siempre, utópica.
Sin embargo, el cierre es algo más que esa hora límite. Es un estado de ánimo, una sensación, un sentimiento incluso. Es una espada de Damocles, un péndulo estilo Poe que oscila sobre nuestras cabezas y se aproxima cada vez más y más a medida que el reloj avanza y el umbral de descojonamiento se rebasa. Porque la proximidad del cierre es directamente proporcional al deterioro de las páginas: cuanto más cerca, peor quedan, ya se sabe, la presión del cierre...
Cierre también es una expresión esgrimida por los jefes para llenar más la olla a presión que es el cierre. "Vamos chicos que ya hemos reventado la hora de cierre" o "vamos que no cerramos, joder", son sólo algunas de las dos frases que se oyen en la redacción entre las 21 y 22,30 horas (o la utópica hora de cierre que se haya estipulado en cada periódico: 22.30 para la primera edición y 1.00 de la madrugada para segunda en el caso del diario El Mundo). Por eso se oyen, porque a esa hora ya debería estar todo cerrado. Y todo parece más abierto que al empezar.
Además, el cierre es un imán de anécdotas y problemas, porque son pocos los cierres sin problemas. Siempre que haya cierre, hay anécdota y/o problemas. Que si la impresora no funciona, que si se cae la página, que si entra una noticia nueva y hay que levantarlo todo... Esto suele ser consecuencia directa de la mención de las palabras mágicas a primera hora de la mañana: "hoy vamos a tener un cierre tranquilizo" (o en su vertiente vespertina, "qué bien vamos hoy"). Craso error. Si a los Gremlins nunca se les debe dar de comer a partir de media noche, nunca se debe mencionar esa frase el día de cierre. Nunca. Nunca. Os habéis enterado, si no queréis joder el cierre NUNCA digáis las palabras mágicas.
Pero hay expertos periodistas en reventar el cierre, los conocidos como revienta-cierres. Con las palabras "ya lo tengo casi listo" responde al grito más temido a esas horas: "cómo no lo acabes metemos una chapa y mañana te vas a enterar". Todo aderezado con su dosis de gritos y sudores fríos por parte del resto de la redacción presente. Durante la semana ha madurado el tema y casi siempre lo tenía "acabado", pero el cierre, como el tiempo, pone a cada uno en su sitio y destapa el tarro de la verdad: siempre llegamos al cierre tarde. Siempre. Porque de lo contrario, no sería cierre...
Desgraciadamente, existe otra triste acepción de la palabra cierre, y es la que hace mención al cese de negocio de una publicación. Con este cierre, cese, clausura, liquidación, finiquito, o como se le quiera llamar, de un medio de comunicación, no sólo se pierde un poquito de libertad y pluralidad, sino que también se pierden muchos puestos de trabajo de gente muy competente.
Aunque no nos gusten y queramos que todos y cada uno de los medios de comunicación sigan su andadura, nos tememos que esta acepción nunca la podremos suprimir de este Diseñario. Pero contra eso, podemos tirar del diccionario de antónimos y buscar "apertura".

Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.

viernes, 30 de octubre de 2009

Pepe el brujo

Esto es una llamada de auxilio. Desesperada. Un grito de socorro para que algo, alguien, hagan algo y lo paren. A Pepe el brujo. Pronto.

Nuestro muy querido amigo Charly Carbajosa, uno de los mejores periodistas deportivos que conocemos, especializado en el Real Madrid, no tenía que haberlo hecho. Ni nosotros tampoco. Aunque fuese una historia "curiosa", de esas que se lee todo el mundo, ji ji, jo jo... Ahora ya no nos reímos, algunos claro, otros indeseables amigos del mal ajeno sí y mucho. No nos dimos cuenta de lo que nos decía Raúl del Pozo desde el artículo contiguo, supongo que con cariño. Y ya es tarde para otra cosa que no sean lamentos.



Nos explicamos. A oídos de nuestro querido reportero llegó que José Ruz, de 57 años, profesional del vudú con despacho en Málaga, había sido contratado para que con su magia lograse poner fuera de juego a Cristiano Ronaldo, y por extensión al Real Madrid. Fuera de juego en sentido figurado, porque en el real tampoco hace falta que le ayuden mucho para que allí lo encuentre la pelota, y el árbitro. La idea era que este brujo causara una lesión en la estrella futbolera clavando alfileres en un muñeco de cera portuguesa, como puede verse en la imagen. Una lesión no muy grave, pero sí lo suficiente como para apartarle del equipo. Ji ji, jo jo. "En el Madrid están encantados con la originalidad", escribía inocentemente Charly el 29 de septiembre pasado, "aunque en el club se descarta por el momento organizar una batida por Málaga". Cristiano Ronaldo se lesionó exactamente UN DÍA DESPUÉS de que esta noticia fuese publicada, en un partido de Champions que enfrentó al Real Madrid con el Olympique de Marsella tras una durísima entrada de Diawara. Ji ji, jo jo. No ha vuelto a jugar con el Madrid desde entonces.

Suponemos que la idea de la batida por Málaga debe estar en consideración ahora como tema prioritario en el orden del día de cualquier Junta directiva del Real Madrid. Porque después de aquello el Real Madrid, sin su estrella goleadora, sufrió una derrota dolorosísima contra un envejecido Milán, en el Bernabéu para más inri (hostia europea); un más que triste empate con el Sporting de Gijón la misma jornada que el Barça goleó (hostia en Liga); y finalmente el considerado como el mayor ridículo en la historia del club blanco: el humillante 4-0 sufrido ante el Alcorcón, entusiasta equipo de semiprofesionales de segunda B (hostia de copas).

Esto no tendría nada que ver con el diseño periodístico de no ser porque fuimos alguno de nosotros quienes maquetamos aquella página. Quienes nos reíamos mientras elegíamos con qué foto del brujo ilustraríamos el texto con formato fijo de "El zoo del siglo XXI", artículo habitual de la contraportada del periódico. "Mira, si tiene un muñequito donde pone Cristiano Ronaldo con alfileres clavados, jua, jua, ji ji, jo jo." Y ahora qué, porque el otro día, mientras los goles caían uno tras otro en aquel campo modesto en el que además nos "meaban" empecé a sospechar, yo, descreído y racionalista donde los haya, que lo de Pepe el brujo no era una broma, no podía ser una broma. Empecé a sospechar, y a temer. Y a sentir el peso de la culpa porque nunca debimos maquetar aquella página. Aunque uno de los nuestros, uno tan sólo supongo, sospechamos que incluso se alegra con lo sucedido hasta el punto de que lo volvería a hacer con todo el despliegue que el diseño permite. Que no es poco.

Esto es una llamada de auxilio. Desesperadísima. Porque sabemos que ahora mismo, en la víspera de los siguientes partidos que pueden llevarnos al abismo más absoluto, primero frente al Getafe, después contra el Milán de nuevo en Europa, Atlético de Madrid (un respiro casi seguro), vuelta al Alcorcón y por último... contra el ¡BARCELONA!, no, no, NOOOOOOO. Ahora, decíamos, sabemos que Pepe el brujo, un hombre tan malvado que tuvieron que expulsarlo del propio infierno, debe estar en un oscuro despacho malagueño iluminado por velas negras, clavando aún más ese asqueroso alfiler en el inocente cuerpecillo de un muñequito que nunca hizo mal a nadie, y removiendo su punta dentro de la tierna cera de arriba a abajo, a los lados, con saña... y necesitamos que algo, alguien, haga algo y lo paren. A Pepe el brujo.



Actualización: Ha terminado el primero de los partidos que mencionábamos en este post con victoria del Madrid por 2-0 ante el Getafe. La expulsión injusta de un jugador madridista al comienzo del partido nos hizo pensar en la fuerza del lado oscuro de Pepe en acción, del brujo, no de nuestro defensa. Y puede que así fuera. Pero estamos esperanzados porque nuestra llamada de socorro parece haber llegado hasta un alma caritativa que con su magia blanca, y nunca mejor dicho, está empezando a neutralizar a Pepe el brujo. Gracias.

martes, 27 de octubre de 2009

Adiós a Soitu

Nos vamos a tener que ver obligados a eliminar el enlace que teníamos hasta hoy a Soitu en el apartado de Medios de Comunicación. Y lo lamentamos muy mucho en primer lugar porque allí tenemos no pocos amigos, e inmediatamente después porque el cierre de un medio informativo es siempre una mala noticia para quienes nos dedicamos al periodismo, en la especialización o el formato que sea, y para la sociedad a la que sirve con sus informaciones.

El cierre de Soitu ahonda el debate sobre la viabilidad de los medios informativos digitales gratis total. Es cierto que la crisis económica no ayuda a ver claras las causas (aunque algunos lo vean ya todo muy claro) y no resulte fácil distinguir entre lo estructural y lo coyuntural. Pero parece evidente que hasta el momento resulta imposible financiar sólo con publicidad online una redacción profesional que intente hacer un producto informativo de calidad como el que soñaron y pusieron en marcha este magnífico equipo de amigos y excompañeros en Soitu.



Un fuerte abrazo de ánimo desde encajabaja.

Periodiquerías (XI)





Lisboa (Portugal, 2009) / Juan Ramón Martín


Nuestro amigo JuanRa Martín, entusiasta profesor de periodismo y Comunicación Visual en la Universidad Pontificia de Salamanca y editor del blog Visualcom, entre otras mil ocupaciones, nos prometió enviarnos alguna foto de un quiosco para nuestra serie de "Periodiquerías". Y vaya si cumplió. Nos dice con excesiva modestia que "la foto no es buena, pero el momento merecía la pena", y añade que "el quiosco está en la Rúa de Santa Justa, en Lisboa. Junto al elevador que lleva el mismo nombre. Esperemos que no sea éste el futuro de la prensa en Portugal... porque por la edad media de los lectores es de aúpa. Por cierto, una cosa son lectores, y otra compradores".
Pues resulta que a nosotros la fotografía nos ha parecido fantástica, demoledora incluso según qué punto de vista porque hasta ha generado un pequeño debate dentro de encajabaja. Por eso, además de dedicarle una entrega a ella solita, incluimos dos breves puntos de vista sobre esta poderosa imagen, además de una encuestita final para todos aquellos que quieran dar su opinión.


Una mirada pesimista
Tal vez sea el aire melancólico del fado que me parece escuchar con sólo mirar esta sugerente imagen mientras escribo queriendo no tener razón. Estar equivocado y que la fotografía no signifique lo que parece estar gritando: adiós con una guitarra portuguesa de fondo. Se acaba. Nos morimos.
No siempre es así, el pesimismo se sufre como por ataques, pero todavía me dura el que sufrí al abrir aquel correo con esta foto. ¿Para quién hacemos periódicos y los imprimimos en cientos de miles de papeles? ¿Cuánto tiempo nos queda?
En ese escaparate de tela metálica con acordes desgarrados por el tiempo y titulares que se cantan en tonos menores sobre historias de desamores y crisis económica, o de fútbol, seguramente estén expuestas las portadas del modernísimo diario "i", y del no menos avanzado y esperanzador "Público", las propuestas más atrevidas (posiblemente del mundo) puestas al servicio de la búsqueda de nuevos lectores, algo más complicada al parecer que la del santo grial. Y lo peor no es la edad del grupo, que también, sino que ninguno compra un periódico.
Me intentan animar, sonando mientras lamentos de fondo, diciéndome que no haga una lectura parcial, que esto no es un icono de la situación actual de la prensa impresa, que puede ser una casualidad, se tomó la foto en un momento determinado como se podría haber tomado con el quiosco lisboeta lleno de niños. Y contesto desanimado, aumenta el tono del lamento, diciendo que sí, claro, que tal vez, que quiero equivocarme. Pero, sinceramente, ¿cuánto tiempo sería necesario esperar con una cámara en la mano para fotografíar a siete niños, o jóvenes, ante ese escaparate de periódicos?

Mario Benito


Una mirada optimista
Sí, puedes llamarme optimista. Lo admito. Me resisto a pensar que esta imagen sea el espejo de lo que le va a pasar a la prensa. Puedo darte varios motivos. Si las personas mayores son las únicas que leen la prensa, entonces el futuro de la misma está asegurado: puedes leer las noticias del futuro geriátrico que espera a la Humanidad aquí, aquí o aquí, por poner tres ejemplos. Si es la tercera edad la que nos salvará, aquí vamos a tener para rato.
Se puede pensar que los ancianos del mañana serán los jóvenes de hoy, aquellos que nacen con pulgares ultrarrápidos para escribir sms y que no han notado la lengua áspera por los sellos en su vida. Sí, pero esos jóvenes llevarán cientos, miles, millones de horas frente a los ordenadores, probablemente tengan la vista cansada y les duela la cabeza sólo de pensar que tienen que ponerse delante de un ordenador con 65 años, después de toda una vida sufrida por y con ellos. Ya nos pasa ahora y somos jóvenes. ¿Qué es lo primero que pensamos cuando queremos desconectar, por ejemplo, en vacaciones? Ya lo digo yo: "Voy a estar todo el mes sin tocar el ordenador, lo juro" Y cómo leemos la prensa... Javi lo sabe.
Puedo aceptar, a regañadientes y con enorme dolor, que igual el papel, como objeto físico y tangible puede desaparecer, pero estaría apenado por la civilización. Sería una pérdida irreparable, no sólo por el tacto, la sensación sensorial, sino por el aspecto ideológico, emocional e incluso psicológico del mismo. Te imaginas como quedarían los círculos del café en un costosísimo y preciosísimo ebook. No lo veo, la verdad.
Pero en el hipotético, y espero que utópico caso, de que dejara de existir el periódico como manchador de pulgares, los periódicos seguirán existiendo. Periódicos como unidad de lectura, con un orden, con una jerarquía de secciones, de noticias, de información, de opinión y de imágenes. Seguirán existiendo los periódicos, vale, en e-paper, pero seguirá existiendo un periódico que nos ordene la información, que nos la cocine y que no nos sirva el fast-food en el que a veces se convierte la información en Internet.
Pueden ser argumentos un poco banales, poco científicos y sin ningún estudio de mercado ni económico que lo respalde. Es cierto. Pero cuando seamos mayores y vayamos al kiosco a comprar NUESTRO periódico, nos contamos a ver qué ha pasado.

Luis Blasco






Entregas anteriores de Periodiquerías:

Periodiquerías (I):
Madrid - Nueva York - Sevilla
Periodiquerías (II): Bilbao - Resistencia (Chaco-Argentina) - Múnich
Periodiquerías (III): Estambul - Praga - Nueva York
Periodiquerías (IV): Salamanca - Edimburgo - Tres Cantos (Madrid-España)
Periodiquerías (V): Lima - Bruselas - Mérida (España)
Periodiquerías (VI): Londres - París - Roma
Periodiquerías (VII): Las Vegas - Los Cristianos (Tenerife) - Alicante
Periodiquerías (VIII): Antigua (Guatemala)
Periodiquerías (IX): Berlín - Viena - Moscú
Periodiquerías (X): San Francisco - Puerto de Santa María (Cádiz) - Málaga - Newspaperman

lunes, 26 de octubre de 2009

Diseñario 2.0 (VIII)

Ajetreada semanita de celebraciones en el periódico, que se hace algo más que mayor de edad cumpliendo 20 años. Para algunos, claro, que otros tuvieron que estar trabajando en la redacción mientras se hacían discursos y corrían los canapés y el alcohol para el resto. Pues así, borrachos y cebados y bailones y divertidos unos, y tristes y olvidados otros, los miembros del comité de expertos nos envían otra entrega de este su y vuestro Diseñario, obra colectiva, irreverente y abierta a la participación de quienes se atrevan, o directamente quieran, sobre el diseño periodístico y la prensa en general.





Catálogo. Si cogemos a los cinco miembros de encajabaja, por poner un ejemplo, y los guardamos ordenados en cajas con agujeros para respirar y etiquetadas con un criterio cualquiera: de mayor a menor, en edad o tamaño; agrupados los guapos con los guapos y los feos con los feos; o según quién come más; o cuál se acuesta más tarde; o por simpatía, si me apuran... entonces tendremos un catálogo. Un variopinto catálogo de tipos curiosos sin ningún fin concreto, eso sí, porque un catálogo es conveniente que sirva para algo.
Y si cogemos modelos de páginas (de periódico, en este caso, pero aplíquese a cualquier publicación, impresa o digital), así como elementos sueltos de esas páginas para después ser ensamblados, y lo guardamos todo en un archivador (que también puede ser digital o con formato carpeta de anillas), clasificado de alguna manera que puede ir desde el orden lógico absoluto hasta el caos más lunático con paradas en cualquier estadio absurdo que ni imaginarse pueda, entonces, tendremos un catálogo de páginas, que es de lo que estamos intentando hablar aquí. Sin éxito, suponemos.
Para la sección de diseño de un periódico, ese conjunto de páginas enlatadas que demandan, insaciables, un mínimo mantenimiento y labores de actualización diaria, es una tabla de salvación y, a la vez, un tablón con el que pueden darte en las costillas para de paso partírselas al periódico entero. Es nuestra guía espiritual, el conjunto de dogmas al que nos agarramos, un mantra que repetimos para defendernos de las mil aberraciones que nos proponen al menor descuido: catálogo, catálogo, catálogo, que decía aquél. Pero en manos inexpertas, para ahorrar así costes (existen empresas de cortas miras que con un catálogo de páginas creen prescindible una sección de diseño) es una condena segura a la mediocridad, preludio del ahorro definitivo. Costillas rotas y mediocridad materializadas en una monótona repetición de las mismas tres o cuatro variantes de página, todos los días, aplicadas a contenidos dispares, sirvan o no al propósito para el que fueron creadas.
Y es que un catálogo, para ser útil de verdad, debe estar en manos de profesionales del diseño periodístico, que aunque también aprovechen en ocasiones las páginas tal cual están allí, con sólo apretar un click, será en ocasiones en las que con criterio hayan descartado otras posibilidades (que ellos y no el catálogo conocen y valoran) y no porque desconozcan aquello que para los profanos sólo existe en ese archivador informático, o de cartón.
No queremos pecar de exquisitos negando que alguna vez nos gusten las páginas enlatadas, pero de ahí a comer de lata todos los días... tampoco es plan. Nos quedaría un periódico de hojalata.

Chapuza. Chapuza es entregar este texto tarde, mal y escrito con poca gracia. Y en el mundo del diseño chapuza es soltar los elementos de una página como caen, así, sin ningún criterio, sin ton ni son y encima creer que se ha hecho de pulcra madre. Chapuza es maquetar una página y dejarla llena de trampas, que si un filete corto por aquí, que si un pie de foto que no llega, que sin un título sin hojas de estilo, etcétera, etcétera. Chapuza es hago-lo-primero-que-sale y encima digo que es la mejor opción.
Pero chapuza también es tener un poco de pericia a la hora de arreglar cosas, tener pequeños trucos para salir de un mal trago y salir con la cabeza alta y el problema amarrado por la patas.
Y en diseño se hacen chapuzas, muchas, y de los dos tipos. Y [casi] siempre forzadas por las circunstancias. Porque la chapuza está casada con la prisa, en un matrimonio de quiero y no puedo, en un ir y venir, en un ni contigo ni sin ti.
Cuanta más prisa, más grande suele ser la chapuza, y cuanto más fácil parece el entuerto, más recto se dirige al chapucismo, en un camino sin retorno ni posibilidad de mirar atrás. Que si una caja tapón por aquí para que no se vea esto, que si estira esta otra para que la matriz entre, que si estrecha la escala para encajar un título, que si un cicerito por aquí, otro por allá que esto no lo nota nadie... Y ahí, estás perdido, la chapuza se ha instalado en la página y ahí se queda en un peligroso equilibrio, en un ayyyy, en una intermitente posibilidad de petar.
Si la chapuza existe es porque hay expertos en ella. En el mundo del diseño y en el del periodismo hay auténticos profesionales de la chapuza. CHAPUZAS con mayúscula y currículum. Porque ser un chapuza no es fácil, hay que valer, son años de experiencia y trabajo, cuasi una oposición. Diaria, por supuesto.
Infranqueables e inevitables, siempre están ahí cuando menos te lo esperas. Con las mangas por los codos y el palillo ronroneando en la boca. Con la respuesta siempre a tino y por sorpresa, cuando creías que era imposible de arreglar el desaguisado, te suelta "tranquilo chato, esto te lo arreglo yo, está chupao". Y ahí te hace la chapuza, el apaño, el pim-pam-pum rapidito rematado con la frase: "Como nuevo, te lo he dejado como nuevo". Cinco minutos después o una semana más tarde, cuando se vuelve a plantear el problema y creías que todo estaba arreglado, la chapuza vuelve a emerger. Pero tú tranquilo, que esto te lo arreglo yo...

Chillón. Colores y personas.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.