Fragmento de matrícula del Estado de Hawaii, o Aloha State
Y no me entiendan mal. Las playas son preciosas, con sus palmeras, su arena blanca y fina, su agua cristalina, su leve brisa y su bellísima puesta de sol. También tiene sus turistas, muchos, demasiados incluso, la mayoría de origen japonés; y su paseo marítimo, tachonado de tiendas de lujo para desenfreno y jolgorio de los nipones, que gastan dinero como si no hubiera un mañana.
También tiene restaurantes con comida de todo tipo: hawaiana, europea, americana, rápida, de autor, vegetariana, batidos, helados, cafeterías. Vamos, que si no comes bien es porque no quieres (o no tienes suficiente presupuesto).
Hamburguesería típica de Hawaii.
Pero lo que no hay son cocos, porque el ayuntamiento de Honolulú los retira de los árboles y así evita posibles demandas de viandantes afectados por la Ley de la Gravedad de Newton en su versión tropical.
Y tampoco tiene kioscos. Sí, como lo oyen. Ni un solo kiosco de prensa en toda la ciudad de Honolulú, ni siquiera en Waikiki, su barrio más turístico y una de las dos zonas donde se pueden edificar hoteles en toda la isla. Vista la cantidad de súbditos del Imperio del Sol Naciente, se me hizo la boca agua con la posibilidad de añadir un periódico nipón a mi modestísima colección de diarios de todo el mundo. Una pequeña pero extraña adquisición para mi pequeña afición.
Vistas de Waikiki desde el Hotel Prince Sheraton Kaiulani
Le pregunté a Antonio, colombiano afincado en la isla desde hace 25 años y, a la sazón, mi guía durante la estancia, dónde podía encontrar un kiosco para gastarme unos buenos dólares en auténtica prensa nipona. "No Luisitoooo", me dijo esparciendo la o por la húmeda mañana, "aquí no hay kioscos, lo único los dealers de las calles".
Dealers en las calles de Honolulu, entre ellos el del The Honolulu Advertiser.
Ya había visitado esos famosos
dealers, presentes en Hawaii y en todo Estados Unidos. Vamos, los típicos dispensadores que podemos ver en películas y en nuestra serie de
periodiquerías. Pero ni un solo kiosquero, ni un solo hawaiano somnoliento por el madrugón típico de todos los kiosqueros, ni un sólo paquete de periódicos esperando a ser colocado en la estantería correspondiente, ni un sólo toldo con la cabecera de un periódico impresa en él. La n con la a.
Na´. Debió ver mi cara de decepción, porque se apresuró a decir que igual podía pedir uno en la recepción del hotel. Pero eso era lo fácil.
Durante todo mi estancia en la isla tenía un ojo puesto en las playas y otro en las calles, buscando un leve atisbo de una estructura parecida a un kiosco. Pero nada, no vi absolutamente nada, ni siquiera en mi recorrido por la parte norte de la isla, ni siquiera en la zona donde graban Perdidos. Qué pasa, que Jack y Kate no leen periódicos. ¡Qué desesperación!
La isla del sombrero china, en el norte de la isla y cerca de donde se rueda la serie Perdidos.
Cuando ya creí darme por vencido, visité Ala Moana, el centro comercial al aire libre más grande del mundo. Y me dije "aquí tiene que haber un kiosco fijo". Entre 290 tiendas muy mal se tenía que dar para no encontrar un kiosco. Fue lo primero que busqué y, entre la decepción y la esperanza, vi que en la planta baja, enfrente del hormigueante parking, había un
Barnes & Noble, la mayor distribuidora de literatura de EEUU, vamos la Fnac americana, pero a lo bestia. Tras una hábil maniobra de distracción consigo llevar a mi chica hasta ahí. Al entrar localizo a la derecha las revistas, de casi, casi cualquier temática, pero no veo los periódicos por ningún lado. Arrrgghhhh. Tranquilo, respira hondo. Uno, dos, uno dos. Será cuestión de preguntar.
Oficinas de The Honolulu Advertiser, el periódico más antiguo de la isla
Asalto al primer dependiente que veo: "Do you have newspapers?". "Oh yes, in the cash desk", me responde con una amplia sonrisa mientras coloca libros en un cajón de oferta. Ahí me dirijo, no hay nadie, no hay cola, increíble, lo voy a conseguir... Le pregunto a la cajera si tiene prensa extranjera. "No", glups. ¿Y americana?. "No", glups, again. Bueno, pues por lo menos tendrán el USA Today. "No". ¿Again?, pienso yo. Ni siquiera el USA Today, ni el The New York Times, pero qué clase de isla es esta. Por lo menos tendrán los periódicos locales. "Yes", dice. Bueno, pues "give me two", uno de cada. Así que me voy con el Honolulu Advertiser y el Honolulu Star-Bulletin, que visto lo visto, no es poco.
El párking para supervivientes de Pearl Harbor, donde fallecieron más de 1.300 soldados americanos, muchos de ellos formando familias enteras.
Pero uno tienes genes maños y no me iba a rendir tan fácilmente. Al día siguiente nos acercamos con Antonio a Pearl Harbor, visita obligada, tanto por historia como por significado. Impresionante y sobrecogedor. Un monumento flota en la Bahía de Pearl City, donde patriotismo y tragedia se dan la mano bajo un sobrecogedor y respetuoso silencio. Aquí está todo dedicado a los veteranos de la guerra, testigo del horror de la guerra. Y el párking y la tienda no iba a ser menos. Y en la tienda fue donde encontré otras de las joyas que me llevé para España y que no esperaba encontrar vista la escasez de papel prensa en la isla: un par de facsímiles de periódicos de la época. Titulares extrabold para gritar que Pearl Harbor ardía bajo las bombas niponas. Una pequeña joya.
El monumento a los fallecidos en Pearl Harbor, justo encima del USS Arizona.
Pero no me di por vencido y seguí buscando mi "arca perdida". Tuve que rendirme, así que esta vez mi objetivo era la recepción del hotel, último cartucho antes de volver a España. Ahí me encuentro con un amable y florido recepcionista que, lejos de extrañarse por mi interés en coleccionar periódicos, se metió en un cuartucho y salió con un periódico en la mano. Era el
Nikkei, periódico económico japonés. Pero a mi me daba igual porque no lo iba a entender de todas formas. "It´s for you" me silbó con una sonrisa en sus labios. Debió ver mi cara de felicidad porque enseguida se le iluminó el rostro y me preguntó si ya lo tenía. Obviamente dije que no y me fui "leyendo" y exhibiendo el periódico como un trofeo de caza. Lo tenía, lo había conseguido. Objetivo cumplido. A pesar de no haber ni un solo kiosco en el paraíso...
Todos los ejemplares que conseguí para mi pequeña colección de periódicos. Hay periódicos de Dallas, San Francisco, Los Ángeles, Hawaii y Las Vegas.
Gracias, en hawaiano.