lunes, 7 de junio de 2010

Diseñario 2.0 (XXXIII)

Si el periódico está enladrillado, ¿quién lo desenladrillará? ¿Algún jefe? ¿O Habrá que llamar a algún abogado, de esos tan listos, a ver si es capaz de hacerlo amenazándoles con una carta protegida por derechos de autor? Escuchemos a nuestro enigmático y escondido comité de expertos encargados de la redacción de esta obra infinita, irreverente, colectiva y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general llamada... Diseñario.




J


Jefe. El que más sabe de diseño. Y no hablamos del jefe de la sección de diseño, a quien evidentemente se le da por descontado, sino de cualquier jefe de cualquier sección en cualquiera de los periódicos que existieron, existen y tal vez existirán... en una ciudad cualquiera tomada al azar. El jefe de Deportes, el de Nacional, Internacional, no digamos el de Fotografía, el encargado de mantenimiento o el jefe de márketing, por coger algunos también al azar, saben más de diseño periodístico que nadie, justo al nombrarles adquieren esta sabiduría, y eso teniendo en cuenta que todo el mundo, todos los seres humanos e inhumanos, saben de diseño por ciencia infusa. Por eso, por saber más que nadie de diseño entre todo un colectivo que sabe de diseño, son jefes. Entre otras cosas. Que se explican tanto en el "principio de Peter" como en el "principio de Dilbert", y que no vamos a repetir aquí. Sólo los jefes repiten las cosas.


L


Ladrillo. Al parecer, el origen de todos los males de nuestra maltrecha economía, ésa que entre lo que unos hacen (y mejor que se estuvieran quietecitos, de una puñetera vez...) y otros no hacen (y mejor que se pusieran a ello, de una puñetera vez...) parece destinada a las tinieblas exteriores del euro, dónde sólo se oyen los llantos y el rechinar de dientes de griegos y húngaros…
En la que pasamos las tardes viendo si los problemas derivados del ladrillo nos llevan por delante a más de uno, paradójicamente, también llenamos las páginas de nuestros periódicos de ladrillos, es decir, de textos infumables, masas plúmbeas e ilegibles, monumentos al exceso, odas a la incapacidad de concreción, textos que puestos en página necesitarían una enciclopedia entera para no tener que verse en la obligación de cortarlos —"intenta que ajuste el mayor texto posible", suelen decir los autores de los ladrillos, como si la cosa no fuera con ellos—. Pero no escurramos el bulto, que el ladrillo también se maqueta, y hay maquetadotes que tienen una especial habilidad para enladrillar secciones, periódicos enteros...
Resumiéndolo, el ladrillo es el resultado de la falta de edición. Si sueltas todo lo que llevas a punto y seguido, te sale un ladrillo. Ahí, ni la prosa ágil de todo un Tom Wolfe te salvaría. Un texto sin ladillos, sin puntos y aparte, sin algún despiece que ayude a digerir la información, es un ladrillo de los de levantar muros. Y por ese lado, el redactor suele ser el culpable. Porque hay un tipo de redactor que sólo hace textos ladrillos. Le pides uno pequeño, para una columna, y te hace dos mil líneas. Sin puntos y aparte. Le pides un breve y le tienes que cortar la mitad del texto. Le pides un reportaje largo... y a lo mejor lo tienes que dar en varias entregas. No le hables de apoyos, de entradillas, de meter algún desguace que dé algo de sentido a ese océano de letras, a ese descampado de líneas. Te mirará con cara de compadecerse de ti y te dirá, "¿tú, por qué piensas?" Y tú, conmocionado de que a alguien con estudios le sorprenda que uses la cabeza para algo más que rematar los corners te verás obligado a responder: "Digo lo de los apoyos y lo de los desguaces porque pensaba que querías que alguien se leyera esto mañana... ya veo que no..." En algunos periódicos, se les ha rendido sentido homenaje a este tipo de redactores, inasequibles al punto y aparte, y se han bautizado con sus apellidos los adelantos de texto de más líneas del periódico. ¡Ponme un modelo Fulanito! (sustitúyase Fulanito por el nombre de tu enladrillador favorito). Y ya sabes que te viene un ladrillaco de dimensiones estratosféricas.
Pero los maquetas también hacemos ladrillos. Para eso somos editores, y cuando no editamos, lo más normal es que nos salga un ladrillo. Dobles páginas con un solo texto y dos fotos, secciones enteras sin movimiento y con una edición gráfica plana. En el momento que tiremos por la calle del medio, y no contemos con la ayuda de elementos que hagan más comprensible la información, se cierne el ladrillo contra nuestras frentes... Lo malo de la página ladrillo es que tiene muy mala solución. Reeditar un ladrillo es una labor que exige cabeza, audacia y grandes dosis de colaboración entre el redactor y el maquetador. Como veréis, toda una tarea de gigantes.
Luego está el redactor ladrillo. El que hace periódicos como hace veinte años, el que no entiende que las plataformas se complementan y que internet, la radio, la tele y la prensa no pueden dar la misma información. El tipo de redactor que por miedo a editar (es decir, a apostar) lo da todo, pero todo-todo. Es decir, TODO. Y aunque le apuntes que hay ciertas cosas que no caben, que otros datos no tienen sentido, estando colgados hace semanas en Internet o pasados por la tele a diario, él insistirá y esgrimirá a su tío el del pueblo como argumento: "Mi tío el del pueblo no ha abierto internet en su vida..." te dirá y se quedará tan pancho. Y hace sus informaciones pensando en su tío el del pueblo y te calza la madre de todos los ladrillos. Y contra el que no puedes hacer nada, porque tiene defensores, algunos sorprendentemente jóvenes...
Y ese puede ser el origen de todos los males de nuestros maltrechos periódicos, que seguimos haciendo los periódicos de hace veinte años, pensados para el tío del pueblo de aquél, o para el padre de uno de Puertollano, o para uno de los nuestros, de Sevilla, que también es de leerse los tochos línea por línea sin respirar. Y es que mientras que no apostemos por editar, por pensar las cosas cinco minutos más, los ladrillos convivirán con nosotros.
Y ahora que lo pensamos, esta voz también ha salido un poco ladrillo.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.

sábado, 5 de junio de 2010

Todos somos quintatinta




Los abogados del grupo Zeta, una supuesta empresa de comunicación, han amenazado al editor del blog quintatinta, el periodista y diseñador Diego Areso, para que retire de su página web todas las páginas que reproduzca sobre productos periodísticos de este grupo (páginas de Interviú y de Cuore). Lo hacen además en una comunicación "con derechos de autor" para impedirle así que él la reproduzca (torticera manera de interpretar las leyes, porque nunca se legislaron los derechos de autor para comunicaciones amenazantes de abogados sino para obras artísticas, lo que supone un auténtico fraude de ley, en nuestra modesta opinión). ¿Abogados dedicados a malinterpretar leyes?, qué curioso, o no tanto. Porque, además, con sus amenazas, lo que hacen es cercenar la libertad de expresión y el derecho de cita, que no otra cosa es lo que hace Diego, y hacemos todos, muchos, muchísimos blogs y páginas webs cuando se reproduce alguna página, en este caso para MOSTRAR SU DISEÑO, abogados, MOSTRAR SU DISEÑO. Que poco o nada tiene que ver con la "piratería" o la "copia ilegal".

Por si fuera poco, el servidor donde se aloja el blog ha tenido la desvergüenza de bloquearlo hasta que Diego ha retirado las páginas, como si estos abogados tuvieran poder legal para hacer algo así (pensábamos que más bien debería ser un juez, ¿no?). Bloquearlo sin consultar antes a su cliente, a quien les paga, aceptando una versión de una tercera parte que ni es cliente suyo ni nada por el estilo. Bastan unas amenazas arbitrarias... y esa supuesta libertad que hay en internet... deja de existir.



Diego Areso explica todo esto con detalle en su blog, en su quintatinta que hoy, diferencias de criterios diseñísticos aparte, somos también nosotros. Desde aquí denunciamos este tipo de prácticas intimidatorias que para nosotros son una auténtica vergüenza, una actuación arbitraria y fuera de todo sentido común, y creemos que incluso legal. Por eso, le damos todo nuestro apoyo y repetimos que TODOS SOMOS QUINTATINTA

viernes, 4 de junio de 2010

PhotoEspaña10



Un año más llega el mayor festival de fotografía de nuestro país. Un año más, PhotoEspaña invade las calles y salas de Madrid, Lisboa, Cuenca y Alcalá de Henares. 69 exposiciones, 372 fotógrafos, 41 nacionalidades con un leit-motiv: la magia del Tiempo.

Podremos disfrutar de la obra de Óscar Muñoz, Roman Singer, Harold Edgerton, Isabel Muñoz o Jem Southam, entre otros. Y también, como viene siendo habitual, y lo agradecemos, de los Campus y Talleres Prácticos del Festival.

Especial mención merecen los Encuentros PHE con Chema Madoz, Manuel Santos, García-Alix o Ricardo Cases, entre otros muchos.

Podéis ver todas las charlas, talleres, exposiciones (e intentar visitarlas todas desde el 9 de junio al 25 de julio) etc., en la web oficial del Festival.

miércoles, 2 de junio de 2010

Escrito a tres manos

Hace unas semanas la gente de la revista digital El Bombín Cuadrado tuvieron la amabilidad de proponernos que escribiésemos un artículo para el segundo número de esta iniciativa cultural de calidad. Y como no se dirigieron a ninguno de nosotros en concreto, y a más de uno nos apetecía la idea, pues no se nos ocurrió otra cosa más que escribirlo entre tres miembros del equipo de encajabaja: Luis Blasco, Mario Benito y Javier Vidal. Grupo que se pasó a autodenominar colectivo encajabaja, que es como finalmente ha aparecido firmado el artículo titulado "Hablan de mí".
Artículo que convendría leer antes de seguir con este post, porque lo destriparemos un poco:




¿Cómo se escribe un artículo a tres manos? Pues ni siquiera después de haberlo hecho estamos del todo seguros de cómo hacerlo. Comenzamos buscando una idea relacionada con el tema que nos habían propuesto y que es el eje de todo este número de la revista: Ego. ¿El ego de los periodistas? ¿El ego de los redactores, de los maquetadores? ¿La lucha de estos egos?... "¿Por qué no mejor el ego imaginario de una página de periódico?" "Sí." "Cojonudo." "Yo empiezo a escribir."

El primer miembro del colectivo comienza pues a escribir y redacta una primerísima versión con ideas más o menos comunes que supone ya una estructura del artículo. Debe tratarse de una página de periódico que "nos cuenta" como en una confidencia privada cómo hablan de ella sus "compañeras" digitales. Mal, claro. Una manera distinta de ver la criris de la prensa impresa, amenazada por el emergente periodismo (¿?) en internet. No debe desvelarse que se trata de una página hasta el final del artículo, es la pequeña sorpresa, el suspense de saber qué "señora" nos está diciendo estas cosas. Y por eso os pedimos que lo leyérais antes.

El segundo miembro del colectivo se hace cargo entonces del artículo. Introduce pequeñas modificaciones y busca un tono algo más acorde con el supuesto "personaje". Añade un párrafo nuevo y sugiere eliminar otro. La extensión del artículo supera en un 20%, aproximadamente, lo que nos habían pedido, unos 4.000 caracteres. Entra en escena el tercero que está también de acuerdo en eliminar esa misma parte, lo hace, pero además unifica todo el escrito con innumerables ajustes en el estilo, pequeños detalles pero de gran importancia que, pensamos, le dan unidad. Entre estas modificaciones se incluye eliminar una imagen al comienzo del artículo que nos parece muy buena, "píxeles como lentejuelas", pero que podría desvelar el "misterio" antes de tiempo. La labor de poda del tercer miembro del colectivo logra, además de unificar el estilo, la extensión pactada.

Parece que el artículo está terminado: lo enviamos. Y nada más hacerlo... detectamos varias erratas, alguna de bulto. Lo habíamos leído como mínimo tres veces cada uno de nosotros, pero hasta que no lo enviamos no empezamos a verlas crecer como setas por todo el texto. Aprovechando las correcciones, el segundo miembro encuentra la manera de incluir la imagen que nos gustaba al final del artículo para que así no desvele nada antes de tiempo. Y... ¡ya está!

Por cierto, este post algo distinto a los habituales, está también escrito a tres manos, exactamente las mismas. ¿Se nota mucho?

lunes, 31 de mayo de 2010

Diseñario 2.0 (XXXII)

No todo lo que no se ve, no existe. De hecho, el enigmático, contradictorio, genial y caprichoso comité de expertos nos han enviado un texto que requiere de vuestra participación para ser leído, porque existe, pero no se ve. Para ello, es necesario seleccionar la nada que aparece a continuación de la definición de invisibles en esta nueva entrega de esta obra infinita, irreverente, colectiva, abierta a vuestra pariticipación y, a veces, invisible, sobre el diseño periodístico y la prensa en general, llamada... Diseñario.





Invisibles. Así, en plural, modo en el que los programas de edición muestran los espacios que ocupan un carácter no impreso. Tanto en Word, como en Quark, etc., los invisibles son unos símbolos que indican si lo que tenemos delante es un espacio en blanco (con un puntito), o una sangría manual (una flecha orientada hacia el texto) o bien nos distinguen entre un salto de línea (una línea que apunta hacia abajo y a la izquierda, como la que aparece en las teclas ENTER) o un fin de párrafo (simbolizado con el famosísimo símbolo del calderón o esa especie de "p" invertida con dos trazos descendentes paralelos). Cuando hacíamos trabajos para la universidad en Word eran molestísimos, pero puestos a editar un texto son fundamentales. Porque es la única manera que tenemos de saber de un vistazo si lo que tenemos delante son dos espacios, o un track desmadrado, por ejemplo. O si hemos perdido definitivamente un texto para siempre o algún inútil ha pulsado la tecla enter del teclado numérico pensando que así se vuelve una línea. En Quark si eso fuera así, el invisible que aparecería en pantalla sería igual que el de la tecla ENTER grande. Pero no. Aparece una flechita apuntando hacia abajo, que quiere decir que acabas de saltar una columna entera... Esto es difícil de explicar a un redactor/a que está sufriendo una crisis nerviosa porque piensa que acaba de perder las últimas dos horas de trabajo... Los invisibles son así de útiles y porqué no decirlo, divertidos. Que las cosas siempre existen por una razón y no por capricho... Y conocer la razón última de las cosas te convierte en un ser poderoso en las situaciones límites...
En singular, todos nos hemos sentido alguna vez. Es esa peculiar sensación de que nadie de los que te rodea consigue verte, pese a que hayan tenido que pasar por encima de ti para alcanzar su objetivo. Hay quien lo enfoca positivamente y se debate entre utilizar su nuevo superpoder de invisibilidad para combatir el crimen o para cometerlo... Hay otros que no pueden asumir su insoportable transparencia, su deprimente incorporeidad y caen en el más oscuro de los abismos, donde todo el mundo es invisible...
Ser invisible es algo habitual en los trabajos de medio mundo, en muchas familias, incluso es algo inherente de algunas fases de la adolescencia, en las que nadie repararía en ti ni aunque te prendieses fuego en la puerta del instituto. Ser invisible es algo propio del periodo de formación, del paso de gusano a crisálida. El problema es que muchos llegan a la fase del capullo... y ahí se quedan, para siempre, en estado de capullo permanente... Aunque no hay que confundir los motivos de la invisibilidad. Hay ciertos invisibles que lo son por sentido común, por gran acuerdo general, por condescendencia con la especie humana... Y los hay que lo son contra su voluntad, deprimidos porque tienen tanto que ofrecer al mundo, y el mundo, injusto y mediocre, no les ve.
Las redacciones están llenas de estos invisibles, de los que la sociedad aísla, por lesivos, o de los que son injustamente excluidos. Muchos de ellos hacen trabajos fundamentales para que un periódico llegue a buen término. Profesionales ejemplares, que hacen una labor estoica y admirable y por la que nunca recibirán un aplauso ni una felicitación. Gente que nunca firmará un artículo ni aparecerá nunca en un staff, que se ha acostumbrado a hacer su trabajo y a no recibir más premio que su nómina y la satisfacción del trabajo bien hecho. Ese tipo de personas que nunca salen en las fotos, bien porque tienen esa capacidad vampírica de no impresionar la película, bien porque inexplicablemente, su cabeza saldrá tapada en cien de cien intentos fotográficos. O directamente, porque nunca se les invitará a posar con el resto de la redacción. Gente de documentación, de talleres, de impresión, del servicio de limpieza, mantenimiento, incluso el tipo que rellena las máquinas de refrescos y chucherías, que contribuyen a que nos demos un homenaje de andar por casa a altas horas de la noche para celebrar el último cierre complicado. Incluso muchos miembros de secciones como nacional, deportes, comunicación, economía, cultura e incluso maquetación, que durante toda su vida profesional han desarrollado un trabajo prudente, metódico y profesional, alejado de los artificios y pirotecnias de los flashes, los platós de televisión, las portadas y las reuniones de primera edición. Personajes casi anónimos que han recibido como premio a su desempeño la más desoladora indiferencia de casi todos sus compañeros y jefes… Gente imprescindible en el día a día, pero a la que sólo se la echará en falta el día en que falten, conscientes entonces, de la enorme injusticia que se ha cometido contra ellos. Invisibles. Profesionales que sustentan el día a día del periódico con su tran-tran diligente, con su abnegada y no suficientemente reconocida dedicación. Si de algo sirviera para restituir tantos años de injusta indiferencia, estas humildes líneas, admirados compañeros, van por vosotros.

Itálica. Letra cursiva. Italic, en inglés, de ahí la letrita "i" en combinación con alguna otra tecla de los programas de edición para dar este estilo a nuestros textos. Y van ustedes a permitirnos que el Diseñario cite al propio Diseñario como autoridad, porque como ya explicamos precisamente en la voz cursiva "recibe también el nombre de itálica porque las primeras cursivas se concibieron y dibujaron en 1501 en Italia por el afamado tipógrafo Aldo Manuzio". Reciben también el nombre... de manera teórica, porque en la vida real, a pesar de que el nivel de gilipollismo es tan insondable como el alma humana, sinceramente, todavía no nos hemos topado, al menos en la redacción de un periódico, con quien nos pida que le pongamos un texto "en itálica". Hasta ahí podíamos llegar.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.

jueves, 27 de mayo de 2010

Periodismo integrado (y II)

Os ofrecemos hoy la segunda y última entrega de "Periodismo Integrado. Convergencia de medios y reorganización de redacciones" cuyo título nos dice ya bastante de su contenido, escrito por Ramón Salaverría (doctor en periodismo por la Universidad de Navarra, donde es profesor titular y dirige el Departamento de Proyectos Periodísticos y el Laboratorio de Comunicación Multimedia -MMLab-, autor de varios libros sobre internet y periodismo, y editor del blog e-Periodistas, absoluta referencia en lengua castellana sobre medios de comunicación digitales), y por Samuel Negredo, alumno aventajado de Salaverría en esta Universidad, licenciado en periodismo y miembro del equipo investigador del citado Departamento de Proyectos Periodísticos. Obra editada por Toni Piqué, periodista, profesor de periodismo, coeditor del blog Paper Papers, codirector también de Cases i Associats y autor de la introducción al libro que no tiene una coma de desperdicio.
En la primera entrega de la semana pasada comentamos los primeros apartados del libro: "La tormenta perfecta" y "Las cosas por su nombre". Retomamos pues aquí la reseña en el lugar donde la dejamos.



El siguiente apartado del libro lleva por título "Resistencias a la integración" y en él se debaten las tensiones que genera el cambio de modelo en las empresas periodísticas, en concreto las tensiones entre las empresas y sus periodistas. Los autores destaca, y con acierto, que ningún periodistas se opone del todo a la convergencia porque "son conscientes de que sería como negar la existencia de la fuerza de la gravedad". Pero que sí hay quienes muestran reticencias, o están en absoluto desacuerdo, con la integración de las redacciones.

"El mayor reproche que se les imputa hoy a buen número de empresas periodísticas que, apuradas por las crecientes dificultades económicas que sufre su negocio, es que están presentando eufemísticamente como 'planes de convergencia' lo que en el fondo no son sino simples procesos de rebaja de costes de producción", apuntan sobre la precarización y los recortes que está sufriendo nuestra profesión. "Estas empresas en realidad no pretenden hacer su trabajo mejor; se contentan con hacer lo mismo de forma más barata. De hecho, incluso llegan a aceptar una merma en la calidad de su producto actual si ello apareja a corto plazo una significativa reducción de costes que les permita seguir manteniendo o incluso ampliar sus márgenes de rentabilidad. Ahora bien, cada vez hay menos dudas de que una reconversión salvaje de las empresas periodísticas basada en la reducción y precarización de sus equipos profesionales es pan para hoy y hambre para mañana."

Desmontan los autores el mito del "periodista multimedia", si es que la experiencia de quienes lo sufren no lo desmiente ya bastante. "Un modelo que destruye la especialización técnica y genera productos textuales y audiovisuales necesariamente mediocres." Así como la necesidad de desterrar, pero con hechos, la idea de que "el periodismo de calidad sólo es posible en papel".
En el apartado final confeccionan, además, un interesante cuadro con los "perfiles profesionales multimedia y monomedia en redacciones integradas papel-online", y se aclara que en los medios medianos y grandes los perfiles de quienes en ellos trabajan suelen estar diferenciados: "un redactor, un fotógrafo, un diseñador o un infografista han sido siempre periodistas específicos", tema este último que todavía no tiene claro todo el mundo que habla de periodistas en relación sólo a los redactores. "Con la llegada de las redacciones integradas, lo siguen siendo".

Para ganarse la confianza de sus periodistas, condición imprescindible en un proceso de convergencia que quiera tener éxito, los autores del libro proponen cinco ideas útiles: Formar a los periodistas; mezclar veteranía profesional y conocimiento digital; pactar salarios acordes con la nueva estructura empresarial multiplataforma; situar al mando a periodistas cualificados que entiendan la red (esto tal vez habría que escribirlo tres o cuatro veces, como se hacía antes en las pizarras para memorizar bien, o como castigo); y planificar una integración verdadera, y no una absorción encubierta.

En este apartado de las resistencias a la integración se estudian dos casos prácticos: The New York Times, "de diario urbano a marca global", con el reto de mantener la calidad y de que la convergencia no es uniformidad entre soportes, así como su integración con The International Herald Tribune. Y por otro lado, el caso del Financial Times, "la mudanza digital de una marca" en el que la seriedad no está reñido con la multimedialidad.




"The New York Times", con su redacción antes y después de la llegada de internet


En "Eppur si mouve", el siguiente apartado, se equipara el actual estado del mercado de la prensa, con la necesaria reconversión industrial que tuvieron que llevar a cabo muchos países a finales de los años 1980. "Las costosas rotativas de hoy", nos dicen, "recuerdan mucho a los altos hornos de ayer". Por eso, destacan que los actuales procesos de convergencia pueden servir como catalizadores del necesario cambio estructural. Un cambio real, absolutamente necesario, hay que moverse. Porque "lo peor que le puede ocurrir hoy a una empresa periodística que implanta un plan de convergencia es que todo cambie para que todo siga igual".

Aquí se analizan los casos prácticos de The Guardian donde "una sola redacción produce hoy los cuatro canales del Guardian Media Group: el diario y G2, el semanal. Es la primera empresa informativa que agrupa a las redacciones del semanario y del diario". Un cambio que no sólo ha supuesto modificar la redacción y a los redactores, sino también a la cúpula organizativa de la empresa, aspecto éste último descuidadísimo por casi todas las compañías y del que deberían tomar nota si quiere afrontar con éxito el futuro. Además, se estudia también O Estado de Sao Paulo, del Grupo Estado brasileño, "lentamente pero de manera sólida" tiende a una única redacción, con varios cierres, y con una Mesa Central que coordine a todos los medios del grupo (periódicos, radio, agencia de noticias y sitios web).



Los últimos dos casos prácticos, el grupo escandinavo Schibsted (20 minutos), y el del diario argentino Clarín, uno de los grandes periódicos en lengua castellana, están dentro del apartado "Modelos de redacciones integradas". Una disección muy rigurosa de las distintas posibilidades de convergencia según su escala mediática: convergencia a dos (papel más online), a tres (papel más online más televisión), o a cuatro (papel más online más televisión más radio); o bien según su escala geográfica: convergencia en medios nacionales, o convergencia en medios locales y regionales. Así como las fórmulas de esta convergencia en lo relativo a la organización de la redacción "agrupando a los redactores y editores de acuerdo con criterios diversos": integración por secciones temáticas (una macrosección de deportes, por ejemplo, para abastecer de contenidos deportivos a los distintos medios de un grupo); por "ritmos informativos" (una redacción con distintos cierres); así como la posibilidad de la integración comercial con una autonomía editorial (una gestión común de toda la publicidad, o el márketing, por ejemplo).


Estructura del Grupo Clarín. Observatorio de Medios . UTPBA. Nov. 03.


En el último apartado, "Hacia el periodismo integrado", se hace balance y se analiza en conjunto qué se está haciendo ("las nuevas organizaciones de las redacciones propician la autonomía editorial y los grupos de trabajo, más que ls rígidas jerarquías. Las nuevas redacciones tienen", o deberían tener más bien añadimos nosotros, "cada vez menos jefes y más equipos") y qué debería hacerse y no se lleva a cabo ("en las empresas periodísticas de hoy, sin embargo, falta comunicación interna. No deja de ser paradójico que organizaciones dedicadas profesionalmente a comunicar contenidos hacia afuera presenten tantas lagunas en la comunicación hacia dentro. Pero esas lagunas existen y a menudo son muy profundas").

En lo relativo a la organización empresarial son a veces más necesarios los repetidos cambios, que en las propias redacciones donde se quieren a veces imponer a toda costa, porque los autores recuerdan también lo que son alguno de los valores clásicos del periodismo: "ciertas noticias no son commodities (un bien corriente y fácil de obtener, según los economistas, por el que se paga poco o nada). Las exclusivas, por ejemplo... averiguar antes que nadie informaciones relevantes y contarlas de la manera más interesante sigue siendo hoy por hoy el mejor pasaporte para el éxito periodístico". Y todavía habrá algún gurú que ponga en duda cosas así...

Para finalizar nuestro amplio análisis de "Periodismo integrado", que además ahora se ha lanzado en versión inglesa, volvemos al inicio del libro para insistir en una de las ideas fuerza de este trabajo: "Limitarse a fusionar redacciones sin haber acometido previamente otros cambios estructurales se antoja un craso error estratégico. Cuando eso ocurre, la integración suele atender únicamente a un propósito cortoplacista de reducción de costes y aumento de la productividad, por mucho que pretenda presentarse de otro modo". Y aún más al inicio para buscar otra de las ideas sustanciales en la ya comentada por su enorme interés introducción de Toni Piqué a quien le dejamos la última palabra: "La prensa tiene perspectivas de futuro mucho más interesantes sin necesidad de abandonar el negocio de la información. Las empresas editoras, en general, tienen marcas fuertes, relevantes. Conservan un vínculo estrecho con su audiencia local y sus anunciantes, con los que hacen buenos negocios. Sus contenidos pautan al resto de medios. Son todos activos valiosísimos que la prensa ostenta casi en monopolio y que tienen larga vida por delante. El reto ahora es ponerlos en valor de otro modo.
Y el periodismo integrado es parte de la solución."

miércoles, 26 de mayo de 2010

De cómo John Locke nos reventó una doble página




Atención. Este post incluye información sobre Lost que, a lo peor, te puede reventarte la serie. Si la estás viendo, léelo bajo tu propia responsabilidad. Si no la ves, te dará igual, no vas a entender nada aunque te demos tantas pistas. Avisados estáis.

Han pasado tres días desde el esperadísimo final de Lost. La tierra sigue en su sitio y los que aborrecen de la serie no han sido expulsados de este planeta por el humo negro. Incomprensible, todos creíamos que se vengaría, pero no ha sido así. El universo sigue su curso, los colegios siguen abriendo y los periódicos siguen existiendo. El final de Lost ha sido menos traumático de lo esperado. Aunque no menos polémico.

Pero de quien sí parece haberse vengado ha sido del que suscribe estas líneas y de Eduardo Fernández, redactor de la sección de Comunicación. Ambos somos "losties" reconocidos y Raúl Piña nos regaló la posibilidad de hacer una página doble. Un buen puñado de horas invertidas para que luego la publicidad, cual Mr. Ecko con su palo, destroce la página de un plumazo. En cualquier caso, muchas menos horas que las necesarias para ver todas las temporadas.

Todo estaba preparado para dar este domingo, en paralelo al último episodio, dos páginas que pondrían fin (ja!, no puedo parar de reír) a la ficción que más expectativas ha creado desde la mítica Twin Peaks.

Manos a la obra.

Dándole vueltas, como hacemos todos después de cada capítulo, buscamos una imagen para la primera página, donde se contará un poco cómo ha cambiado la forma de hacer y ver televisión. Reportaje que irá acompañado de una opinión de Alberto Rey, bloguero de elmundo.es y adicto confeso a las series. Uno de tantos, porque, pese a quien le pese, somos legión.

El resultado es mucho menos vistoso, pero como buen `Lostie´(gilipollismo para designar a los seguidores de la serie), nos sugestionamos y creemos que ha quedado cojonudo y que es el mejor final que podrían haber hecho. A pesar de que muchas de nuestras dudas, tantas, han quedado sin resolver. Pero es Lost, todo se le perdona. Pues con nuestra página, igual. Ha quedado cojonudísima. Y punto pelota.

Buscar material es fácil, hay tantas fotos oficiales como agua que rodea a La Isla. La jodida Isla. Las descartamos automáticamente: "es lo que van a dar todos", concluimos. Y no nos falta razón. Son posados con decorados muy chulos, pero sin nada de vida. Además, dimos una en otra doble con motivo de la nueva temporada. Con darla una vez, vale.


Tendría más millones que Hurley si me dieran un dólar por cada vez que he visto publicadas estas fotos.

Tenemos que encontrar algo que represente a la serie sin llegar a ser una foto y que, al abrir la página llame la atención lo más posible, tanto a los adictos a Lost como a los que reniegan de ella como si fuera una cerveza sin alcohol.

La iniciativa Dharma, quién si no, tenía la solución. Su logo de la estación cisne sería la imagen perfecta para ilustrar la página. Reconocible para los amantes de la misma; impactante, por diferente, para los que no. Lo tiene todo. ¡¡¡¡Viva Lost, qué grandes son!!!!! Pero tiene que ir grande. Lost es una serie de amor u odio. Y la página tiene que ser similar, no nos vamos a quedar a medio camino. Así que grande, ande o no ande. Si lo viera el Doctor Chang se cae de culo, fijo.

Costó llegar a ese punto, porque lo veíamos demasiado grande en pantalla. Pero una vez impreso, funcionaba. Igual de bien que el dichoso ordenador de la escotilla con sus puñeteros números (4, 8, 15, 16...). Tenemos la primera página. Primera incógnita resuelta. El Mundo 1- Lost 0

Pasamos a la segunda. Seis temporadas dan para mucho y hay que intentar explicar un poco, para profanos y entendidos, las claves que rodean a la trama. Perfecto: un diccionario lost. ¡Mola! Siguiendo el criterio de la anterior página, tenemos que ilustrarla con algo que no tenga todo el mundo. Un dibujo. Tendrá que representar a La Isla y sus habitantes, el vuelo Oceanic 815, el humo negro, etc. Nadie más lo tendrá y representará casi toda la serie.

24 letras, 24 conceptos. Una mínima entradilla para explicarlo y la ilustración. Tras varios formatos, optamos por algo discreto para cada letra del diccionario, no queremos recargar al lector. Suficiente tiene con intentar contestar a las preguntas que ha ido acumulando a lo largo de seis largos años. Somos malvados, pero no guionistas.

Varias de las alternativas con las que trabajamos para el diccionario

Es viernes y la doble está lista. Ahora a esperar al domingo de madrugada... El humo negro se irá a tomar viento y todos los interrogantes quedarán más que resueltos... O no.

Propuesta inicial. Qué bonito queda el logo de la Estación Cisne.

Pero es sábado y nada es tan bonito como parece. Y con esta serie no va a ser menos. Eduardo viene a la sección y me suelta en plan Locke, sin anestesia: "Han calzado un 4x5 en la segunda página". "No jodas", se me escapa. Ha sido el cap**** de Locke, fijo.

Hacemos todo lo posible para quitarnos ese 4x5, pero no hay manera. La publicidad es sagrada y no se puede cambiar a otra página. Vale. Resignados, lo aceptamos. Es Lost, todo vale. Pero cuando vemos la publi que meten, ojipláticos, avisamos de que en una página sobre unos tipos que se estrellan con un avión en una isla no puede ir un anuncio de... ¡¡¡¡¡una agencia de viajes!!!!! Maldito Locke, humo negro o lo que carajo seas: está boicoteando la doble a base de bien.

Una breve negociación sirve para cambiar esa publicidad por un listado de Lotería. Alborozo generalizado por lo bonito del 4x5. Ni un póster de Evangeline Lilly puede superarlo.

Así quedó la doble tras el sabotaje de John Locke

Pero todavía hay que resolver el tema de tener media página menos. Hay que sacrificar algo, y ya que no podemos cargarnos el departamento de publicidad ni a los guionistas de la serie, decidimos suprimir el logo de Dharma y pasar la ilustración a la primera página. Malestar, resquemor, mosqueo. Es más "clásico", pero, a veces, lo bueno es enemigo de lo bello, como dicen por aquí. Resuelta la primera parte, hay que retocar la segunda.

"Tenemos que quitar algunas palabras para meter una imagen", le digo a Edu."Vale", dice resignado. Quitamos tres y alrededor de las 21 entradas restantes colocamos una silueta de Jack, protagonista y una especie de yerno que todas las suegras quieren.

El resultado no se parece mucho a la propuesta inicial, pero acaso la última temporada se parece al episodio piloto. Ni por asomo. Hugo, con una dieta a base de fruta tropical, está más gordo que la primera temporada, Swayer no es un timador, es ¡policía!, Locke sigue sin tener un pelo en su brillante calva, los coreanos hablan inglés mejor que Obama y el humo negro va y viene sin explicación alguna. La escotilla desapareció pero la isla viaja más que un jubilado con la tarjeta dorada de RENFE. Charles Widmore, una especie de Bill Gates con mala hostia, tan pronto es bueno como un grandísimo cabrón. Y los cuatro millones de parados en España quieren trabajar para la iniciativa Dharma, que te pone casa y todo.

Pero es Lost; se lo perdonamos todo. Y como es una doble sobre Lost, pues también.