Manuel Charlón, fotógrafo especializado en viajes, nos trajo una interesante y extensa charla sobre su trabajo, trufada con varias anécdotas.
Lo primero que llama la atención es su método: Charlón visita las embajadas y oficinas de turismo a los que quiere viajar para que ellos le organicen y abonen tanto el billete de avión, hoteles, restaurantes, guías, etc. A cambio, él les ofrece la posibilidad de publicar sus reportajes fotográficos en varias revistas y periódicos de prestigio de todo el mundo (colabora con publicaciones de Rusia, por ejemplo; National Geographic, Yo Dona, El País, El Mundo, Le Figaró, etc.) De esta manera ha conseguido viajar a multitud de ciudades "sin perder nunca ni un euro", como él mismo confesó en la charla. Publicidad para ellos en grandes revistas a un coste bastante moderado: "la guía práctica de los reportajes de viajes es publicidad encubierta", confiesa Charlón.
Sin embargo, sus orígenes son la prensa diaria (la primera foto que vendió fue de un accidente). Para él, "el periodismo se aprende en los periódicos". Ahí "abarcas mucho y luego tienes que ir cerrando el angular" hasta que encuentras tu espacio. Él lo encontró en la fotografía de viajes.
Hacer fotografía de viajes no es hacer fotos a donde viajas. "Ahora vuelves de un viaje y traes 6.000 fotos", se lamenta Charlón. Antes, con la diapositiva, no podías hacer eso. "Un reportaje es contar una historia, es tener una idea, como hacer una película". Eso es hacer un reportaje. Él por ejemplo, lleva años haciendo un reportaje de Puertas y Ventanas del Mundo y otro de Taxis, aprovechando los reportajes "oficiales" que hace. Para ello, es importante informarse de dónde vas antes de ir. Saber si es bien recibida la cámara de fotos ("la cámara al hombro es una forma de atraer problemas"), si hace falta seguridad, la situación política, económica, sanitaria, etc.
Pero sobre todo, es importante conocer "nuestras propias limitaciones". "No hay que viajar a donde no vas a estar a gusto", porque "el mejor viaje es aquel que cuentas; el peor el que no cuentas", confesó Charlón, que ha perdido a varios amigos en el camino. Durante sus reportajes, que pueden durar de una semana a varios años, ha vivido situaciones extremas, sobre todo en África y Sudamérica donde ha sido testigo de varios conflictos bélicos (El Salvador, Ruanda), de situaciones de pobreza extrema (como varios proyectos de ONGS en África).
Charlón da más pistas: "La clave de un reportajes está en la cabeza. Como freelance hay que conocer a cada cliente. Lo importante está de la cámara hacia detrás". Como muchos de sus compañeros piensan, "lo importante no es la cámara, es el ojo que dispara" dice mientras muestra una Canon compacta con las que ha hecho algunas de sus mejores fotos. Pero para ello hay que tener paciencia y a veces suerte, como él mismo confiesa. Y aprender a ver fotografías sin la cámara.
Una vez hechas las fotos, viene la pelea con el director de arte. En ella él no puede estar presente, pero entiende que cada uno luche para su trabajo quede lo mejor posible, aunque "a veces me hayan destrozado un reportaje". Gajes del oficio.
Lo primero que llama la atención es su método: Charlón visita las embajadas y oficinas de turismo a los que quiere viajar para que ellos le organicen y abonen tanto el billete de avión, hoteles, restaurantes, guías, etc. A cambio, él les ofrece la posibilidad de publicar sus reportajes fotográficos en varias revistas y periódicos de prestigio de todo el mundo (colabora con publicaciones de Rusia, por ejemplo; National Geographic, Yo Dona, El País, El Mundo, Le Figaró, etc.) De esta manera ha conseguido viajar a multitud de ciudades "sin perder nunca ni un euro", como él mismo confesó en la charla. Publicidad para ellos en grandes revistas a un coste bastante moderado: "la guía práctica de los reportajes de viajes es publicidad encubierta", confiesa Charlón.
Sin embargo, sus orígenes son la prensa diaria (la primera foto que vendió fue de un accidente). Para él, "el periodismo se aprende en los periódicos". Ahí "abarcas mucho y luego tienes que ir cerrando el angular" hasta que encuentras tu espacio. Él lo encontró en la fotografía de viajes.
Hacer fotografía de viajes no es hacer fotos a donde viajas. "Ahora vuelves de un viaje y traes 6.000 fotos", se lamenta Charlón. Antes, con la diapositiva, no podías hacer eso. "Un reportaje es contar una historia, es tener una idea, como hacer una película". Eso es hacer un reportaje. Él por ejemplo, lleva años haciendo un reportaje de Puertas y Ventanas del Mundo y otro de Taxis, aprovechando los reportajes "oficiales" que hace. Para ello, es importante informarse de dónde vas antes de ir. Saber si es bien recibida la cámara de fotos ("la cámara al hombro es una forma de atraer problemas"), si hace falta seguridad, la situación política, económica, sanitaria, etc.
Pero sobre todo, es importante conocer "nuestras propias limitaciones". "No hay que viajar a donde no vas a estar a gusto", porque "el mejor viaje es aquel que cuentas; el peor el que no cuentas", confesó Charlón, que ha perdido a varios amigos en el camino. Durante sus reportajes, que pueden durar de una semana a varios años, ha vivido situaciones extremas, sobre todo en África y Sudamérica donde ha sido testigo de varios conflictos bélicos (El Salvador, Ruanda), de situaciones de pobreza extrema (como varios proyectos de ONGS en África).
Charlón da más pistas: "La clave de un reportajes está en la cabeza. Como freelance hay que conocer a cada cliente. Lo importante está de la cámara hacia detrás". Como muchos de sus compañeros piensan, "lo importante no es la cámara, es el ojo que dispara" dice mientras muestra una Canon compacta con las que ha hecho algunas de sus mejores fotos. Pero para ello hay que tener paciencia y a veces suerte, como él mismo confiesa. Y aprender a ver fotografías sin la cámara.
Una vez hechas las fotos, viene la pelea con el director de arte. En ella él no puede estar presente, pero entiende que cada uno luche para su trabajo quede lo mejor posible, aunque "a veces me hayan destrozado un reportaje". Gajes del oficio.