lunes, 7 de septiembre de 2009

Diseñario 2.0 (I)

No ha resultado nada fácil pero, tal y como prometimos, con todos ustedes: el ¡Diseñario 2.0! Gracias a las nuevas tecnologías hemos podido localizar a los miembros del enigmático y muy ilustre comité de expertos encargados de su redacción, y ponerlos a su vez en contacto entre sí, para que lleven a cabo esta versión aumentada del Diseñario con las nuevas voces que han ido llegando hasta nosotros por distintos cauces.
Parece, eso sí, que pese a las dificultades para encontrarlos y, sobre todo, convencerlos, han vuelto con ganas a tenor de la extensión de estas primeras tres entradas; pero que no cunda el pánico, que nadie se deje dominar por ese miedo humano y comprensible ante cualquier texto de más de tres líneas (¡sacrilegio en internet!, ¡pero cómo se atreven! ¡oh, cielos!) porque quién sabe si no se desinflan más pronto que tarde como esos corredores de larga distancia que, ilusionados, parecen esprintar a la salida. O tal vez no.





A


Adelanto. Escribir un adelanto es como lanzarse a una piscina, sin saber si te estás tirando por el lado que cubre o por el que no. Es trabajar a ciegas, sin referencias, sin el calorcito que te proporcionan las cuatro paredes de una maqueta. Opción ésta que prefieren la inmensa mayoría de los redactores, porque lo cómodo es rellenar un hueco, aunque sea inmenso, que no tener que enfrentarse con disciplina a la inmensidad de una pantalla en blanco sabiendo que tienes un límite de caracteres a los que ceñirte. Porque, y esta es una de las principales características de los adelantos, suelen tener un límite de extensión. Este límite se da para facilitar el trabajo a todos y para contener la tendencia a la homilía que todo redactor alberga en su interior.
Generalmente un adelanto viene precedido de una pelotera. La que se produce cuando un redactor te pide que le maquetes una doble página con un texto general generoso, sin fotos (por supuesto) y seis despieces para dentro de cuatro semanas. O cuando algún otro simpático redactor te dice, en pleno cierre de la primera edición del periódico, que su página para segunda es lo primero que tienes que hacer, porque ya no llega al cine a la sesión de las once de la noche.
Los maquetadotes tenemos muchas virtudes, sin duda. Algunos incluso hemos desarrollado cierta capacidad extrasensorial para adivinar el futuro y presentir el marrón que se avecina, cual pastores interpretando las cabañuelas de agosto. Pero algo que no sabemos hacer es maquetar al dictado o a ciegas. Ante eso sólo te queda respirar profundamente, contar hasta diez y sugerirles, amablemente, que si tanta prisa tienen en escribir su texto quizá lo mejor sería que lo hiciesen en un adelanto.
Si la propuesta fructifica, llega el momento de negociar la extensión. Ciento ochenta líneas. ¿Tres folios? Ciento ochenta líneas. ¿Dos columnas de arriba abajo? Uno, ocho, cero. ¿Como la maqueta de ayer? CIENTO-OCHENTA... Vale, vale, ya lo he pillado. Pero no. Cuando te lo entrega, obediente, ha escrito cuatrocientas ochenta y seis líneas sin puntos y aparte. Y aún algunos tienen la ocurrencia de decirte que ya que lo han hecho en adelanto, que hagas el favor de ajustárselo... con un poquito de track.
Pero el gran drama de los adelantos, el momento en que el adelanto se convierte en una catástrofe incontrolada suele darse cuando algún jefe de sección, generalmente de la sección de Cultura, ha tenido la ocurrencia de encargar unas cuantas opiniones a personajes destacados, para enriquecer un tema. En ese caso, el que da las líneas suele ser el redactor. Y claro, las da como si no fuesen suyas. En un alarde de generosidad sin precedentes, concede cien a un músico. Ciento cuarenta al presidente del club de fans de Bob Dylan. Cuarenta y seis al ministro de Cultura... y así hasta completar ocho opiniones en adelanto que tú, desgraciado maquetador, tendrás que ajustar. Todo un reto. Y un ejercicio de autocontrol. Porque claro, "no les vamos a cortar ni una línea, encima que han tenido el detalle de hacernos un adelanto...".
En otra acepción del término, adelanto puede referirse a algún cambio, mejora o avance en el campo informático de la redacción. Es curioso, porque siempre que se introduce un adelanto informático te instalas en la edad de piedra durante varias jornadas.

Agencias. Empresas periodísticas que suministran información, tanto en forma de texto, fotos, cortes de audio y vídeo, etc. a los periódicos, televisiones, radios, etc. Su origen se remonta a la mitad del siglo XIX cuando la expansión mundial "obligaba" a los periódicos a suministrar noticias de todo el mundo sin, obviamente, grandes gastos de corresponsalías, enviados especiales y similares. Las agencias, situadas en todo el mundo, vendían esas informaciones a la prensa. Entre las más conocidas: AP, Reuters, AFP o EFE. Algunas distribuyen noticias a miles de periódicos de todo el mundo, con una única condición: inmediatez. Las noticias tienen que llegar ya.
Precisamente esa rápida y enorme distribución ha sido a la vez su mejor baza y su peor publicidad, en una especie de paradoja. Son como las marcas blancas de los supermercados: más baratas, no se agotan nunca, saben bien y te sacan de un apuro. Pero a todos nos gusta comprar la leche de marca, la fresca, la que ordeñan todos los días. Algunas veces compramos un brick sin marca, pero sólo cuando no queda de la buena o han subido tanto el cartón que tenemos que usar la marca blanca para no arruinarnos. Los periódicos igual: metemos noticias de agencia sólo si no hay otra posibilidad, es decir, o no tenemos corresponsal o el texto no llega o es algo exclusivo.
Otro tema son las fotos de agencia. Debido a la gran diversidad geográfica y a la calidad de las fotografías de agencia, son muy utilizadas en los periódicos. Llegan miles fotos de todo el mundo, de todo tipo de actos y eventos, no. Además, entre las agencias cuentan con grandes fotorreporteros premiados en múltiples ocasiones. Son una enorme fuente de gran material.
Es esta utilización de las fotos de agencia la que nos lleva muchas veces a "chocar" con el departamento de fotografía de los periódicos: nosotros queremos dar las mejores fotos, sin importar de quién son y así no estar condicionados; en el departamento de fotografía prefieren dar la foto del fotero en plantilla. ¿Quién gana? Unas veces nosotros, otras ellos, pero no siempre el producto final.

Alcance. Es una segunda oportunidad cuando no hemos llegado a tiempo. Una posibilidad cuando las cosas suceden en el peor momento, justo después de haber cerrado una edición o inmediatamente antes de cerrar y sin tiempo para reaccionar y modificar nada porque la rotativa comienza a girar. Sucede de noche...
Expliquémonos: Los periódicos llamados nacionales, los que se distribuyen no sólo en su ciudad (porque un periódico es siempre algo propio de una ciudad más que de un país) sino en todas las ciudades y pueblos de esa nación, cuentan con dos ediciones. Una primera edición, llamada precisamente edición nacional, que debe hacerse y terminarse -cerrarse, decimos- antes, generalmente entre las nueve y las diez de la noche para así poder imprimirla con tiempo suficiente para su distribución por todo el territoro nacional. Y una segunda edición que comenzamos a hacer inmediatamente después de haber terminado la primera (¡hemos cerrado! ¡Bieeennn! A seguir...) aprovechando muchas de sus páginas, cambiando otras tantas e incluyendo nuevas, entre otras las propias de la sección, o cuadernillo según el caso, de Local dedicadas a la ciudad del periódico que es precisamente donde se va a distribuir esta edición de... Madrid, por poner el ejemplo que más a mano tenemos.
Pues bien, entre una edición y otra, y después de la segunda y última existe la posibilidad de hacer algunos cambios y enviar páginas, alcances (aquí los tenemos), a la rotativa para que las sustituyan. ¿Cómo es esto posible? Sencillamente parando la rotativa y cambiando las planchas con las nuevas, donde se incluyen las páginas de alcance, para continuar imprimiendo el número de ejemplares que falten hasta completar la tirada prevista.
Esto da lugar al curioso fenómeno de que casi nunca (porque casi siempre hacemos alcances) todos los periódicos de una misma edición sean iguales. Los impresos al comienzo tendrán la edición tal y como la cerramos y aquellos impresos después de la parada incluirán las páginas de alcance con las modificaciones que hicimos.
Como parar una rotativa (¡paren máquinas!, sí) y hacer planchas nuevas es algo costoso y retrasa la edición, los alcances tienen que merecer la pena o corregir un error muy grave, o grave al menos (una de las causas más frecuentes de los alcances), y debe hacerse además cuando falta todavía por imprimir una parte considerable de la tirada. Compensa, pues, si se mejora en un número grande de ejemplares, aunque también se conocen alcances que sólo alcanzaron (de ahí el nombre) a un número reducidísimo de ejemplares, los justos, eso sí, para que al día siguiente el director no detectase un vergonzoso error "¡motivo de despido!" que sí detectaron los cientos de miles de lectores de casi toda la tirada anterior al alcance de última hora. Muy entrada la noche ya.


Nota: A los nuevos lectores del Diseñario les informamos de que se trata de una obra colectiva e irreverente sobre el diseño periodístico y la prensa en general, y que está abierta a la participación de todos aquellos que quieran hacerlo a través del correo electrónico de encajabaja. A nuestros lectores habituales se lo recordamos una vez más y les animanos a que sigan participando. Gracias a todos.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Leibovitz

Se trata del acontecimiento fotográfico del año en Madrid. Y lo estábamos dejando tan para el final que al final casi nos quedamos sin ver las impresionantes fotografías de Annie Leivobitz expuestas en la sala Alcalá 31 (original nombre de este espacio cultural ubicado en un monumental edificio del número 31 de la calle de Alcalá, propiedad de la Comunidad de Madrid). Pero nos dio tiempo, y todavía vamos a tener dos semanas más porque en un principio estaba programada hasta el 6 de septiembre y finalmente se ha prorrogado hasta el próximo día 20.

Eso sí, cualquier cosa que escribamos, seguro que se quedará corta porque la muestra es absolutamente asombrosa. Tanto, que más de 70.000 personas se nos habían adelantado ya para ir a visitarla, más de 5.000 el primer fin de semana, récord absoluto de visitantes en una exposición fotográfica en nuestra ciudad desbancando (por más del doble) la exhibición que sobre Andy Warhol organizó también esta sala en 2005. Y es que, cifras al margen, pocas veces se pueden admirar copias de gran formato con una calidad y maestría como las que hemos visto esta semana. Independientemente de que el estilo fotográfico de la autora pueda resultar más o menos interesante a unos u otros (es admirada y denostada con igual pasión), muy pocos fotógrafos alcanzan el nivel de maestría que desprenden estas poderosísimas imágenes.




Annie Leibovitz es la mejor retratista del mundo, si es que tal cosa puede afirmarse; y la mejor "portadista" del mundo también, si tal especialización existiera y pudiera medirse, que no. Pero tan es así, que algunas de las imágenes que realizó para la revista Rolling Stone, como la de John Lennon totalmente desnudo abrazado a su mujer Yoko Ono vestida, tomada muy poco antes de que lo asesinaran, y que fue su primer gran trabajo para esta revista cuando Leibovitz apenas tenía 30 años; o la de Demi Moore embarazada para Vanity Fair, se han convertido en inconos de la cultura popular.


Esta última imagen se muestra a la entrada de la exposición en una copia de enormes dimensiones y de una calidad que no puede describirse, sólo verse. Además, la fotógrafa cuenta la historia que hay detrás de ella: realizó un reportaje sobre la boda de Bruce Willis y Demi Moore y allí se conocieron. Leibovitz le planteó que estaría bien hacer unas fotos sobre su primer embarazo, que posteriormente se hicieron y también están en la muestra (una imagen en blanco y negro del vientre de ella con las manos de Bruce Willis a ambos lados). Más adelante, la revista encargó un reportaje sobre la actriz y pidió a la fotógrafa un retrato de su rostro para la portada, pero al hacer el reportaje dió la casualidad que Demi Moore estaba de nuevo embarazada y... tras convencer a la revista, que al parecer no fue fácil, su portada dio la vuelta al mundo.

En otras muchas imágenes, Leibovitz cuenta cómo se hicieron, lo que había detrás de ellas, lo que logró sin proponérselo a veces, sus intenciones... "No soy periodista", escribe sobre las imágenes que realizó de Sarajevo, "un periodista no toma partido y yo no quiero pasar así por la vida". No concede apenas entrevistas, pero nuestro buen amigo y compañero Antonio Lucas (él sí encuentra palabras para sus imágenes), uno de los grandes periodistas de nuestro país a pesar de su juventud (nos tiene prometido un artículo para encajabaja y no vamos a perdonárselo, que es muy bueno el muy...) sí pudo o supo entrevistarla en un artículo que os enlazamos aquí por su enorme calidad e interés.




Nos han sorprenido, eso sí, que junto a los conocidísimos retratos de famosos se expongan además de paisajes desolados en copias enormes, imágenes suyas mucho más íntimas: fotos de su familia, de sus padres en la playa, sus hermanos, sus hijas, ella misma y, sobre todo, de su compañera sentimental, la escritora norteamericana Susan Sontag, fallecida por cáncer en diciembre de 2004. Vivieron una relación muy discreta, en casas separadas aunque vecinas, durante 16 años, relación que se conoció con más detalle cuando Leibovitz habló de ello tras la muerte de su compañera. La presencia de Susan Sontag, autora además de un clásico sobre la teoría fotográfica titulado "Sobre la fotografía", es casi abrumadora porque la exposición no tiene una organización temática o temporal, otro de sus aciertos, y las fotografías de todo tipo se mezclan como posiblemente se mezclen en el interior de su genial autora.

La propia Annie Leibovitz inauguró en junio esta exposición organizada por la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid (de vez en cuando se nota que existe algo así en Madrid, pero no nos acostumbremos... suponemos que el fin último fueron las fotografías de Esperanza Aguirre con Leibovitz junto a la imagen de Demi Moore, ¡en fin!) dentro de PhotoEspaña 2009. Llega a Madrid después de que sus casi 200 fotografías hayan viajado desde Nueva York a París, Londres o Berlín como parte del proyecto editorial "Annie Leibovitz: vida de una fotógrafa. 1990-2005", libro editado por Lunwerg, una auténtica maravilla de 480 páginas impresas con una calidad a la altura de los originales pero, eso sí, al módico precio de 60 euracos del ala.

Y es que, al parecer, esta fotógrafa de familia judía nacida en Connecticut en 1949 y que recorrió todo el país de base militar en base militar en su infancia porque su padre era teniente coronel del ejército, está pasando por grandes apuros económicos según las últimas informaciones publicadas sobre ella. Como otros grandes artistas acudió a la firma financiera Art Capital a finales de 2008 acuciada por problemas económicos y obtuvo unos pequeños préstamos por un total que supera los 16 millones de euros poniendo como aval sus tres casas y los derechos de autor de toda su obra... que puede perder ahora si la semana que viene (el día 8 de septiembre vence el plazo de devolución) no devuelve o renegocia. Pocos fotógrafos pueden permitirse una deuda así, pero es que hasta el próximo día 20 lo que podemos ver en Madrid son las fotografías de la fotógrafa mejor pagada del mundo. Id a verlas, es gratis.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Periodiquerías (VII)




Las Vegas (Estados Unidos, 2009) / Luis Blasco





Los Cristianos (Tenerife - España, 2009) / Alberto D. Prieto






Alicante (España, 2009) / Mario Benito




Nuestro amigo y compañero en El Mundo Alberto Prieto nos envió este verano con su móvil desde el sur de la isla de Tenerife una foto con el siguiente mensaje: "En vacaciones compramos la prensa en otros sitios...".
Enviadnos fotos de vuestras periodiquerías, de ese lugar en vuestra ciudad o en los sitios a los que viajáis, donde todavía se venden periódicos, y las publicaremos aquí. Si queréis.


Entregas anteriores de Periodiquerías:

Periodiquerías (I):
Madrid - Nueva York - Sevilla
Periodiquerías (II): Bilbao - Resistencia (Chaco-Argentina) - Múnich
Periodiquerías (III): Estambul - Praga - Nueva York
Periodiquerías (IV): Salamanca - Edimburgo - Tres Cantos (Madrid-España)
Periodiquerías (V): Lima - Bruselas - Mérida (España)
Periodiquerías (VI): Londres - París - Roma

Volvemos

Y no nos apetece. O sí. Bueno, no sabemos, pero volvemos. Los días apacibles en remotos paraísos o en el apartamento de la familia sin conexión posible a internet, los Servicios Mínimos que declaramos hace algo más de un mes, han llegado a su fin.


Y aquí estamos, sin el gorro de baño, el patito de goma, el flotador, las gafas de buzo y los manguitos dispuestos a todo. A encontrar a los desaparecidos y desperdigados miembros del misterioso comité de expertos para que el próximo lunes nos ofrezcan la primera entrega del Diseñario 2.0 (edición corregida y aumentada del Diseñario con la inclusión de todas las voces nuevas que nos han llegado tal y como publicamos antes de las vacaciones); a ofreceros Periodiquerías que hemos fotografiado o que han fotografiado para nosotros por todo el mundo mundial; a seguir con nuestros Casos Prácticos analizando cómo hicimos algunas páginas o cómo pudieron haberse dibujado; a rastrear el mundo del diseño periodístico para traeros más Firmas en Caja Alta; para poner en marcha una nueva sección sobre cómic todavía sin fecha pero que no se hará esperar demasiado; o para dar nuestros cinco puntos de vista, distintos entre sí como no podía ser de otra forma, incluso contradictorios si hace falta, gusten o disgusten porque nuestra intención no es agradar o desagradar sino tan sólo opinar con libertad desde nuestra sección Otro Punto de Vista.

Volvemos. Y sí, nos apetece.

lunes, 10 de agosto de 2009

Carta de amor a mis periódicos

Convendréis conmigo en que las vacaciones de verano son de lo mejorcito del año. No sólo te proporcionan el merecido descanso que tanto nos hemos ganado durante el año, sino que contribuyen a un notable oxigenamiento de las neuronas, de forma que se consigue una curiosa limpidez en la percepción de las cosas. Normal, airearse es lo que tiene, que refresca mente y cuerpo.

El destino suele importar menos, pero creedme, ayuda. Desde hace unos años, el clima, la suave brisa marina, la buena gastronomía y mejores gentes del Puerto de Santa María, en la bellísima costa de Cádiz, contribuyen a que mi estado mental se equilibre y mi depósito se desborde de energía para lo que deparará el próximo curso.

Incluso ahora, que vivimos tiempos inciertos, en los que nos sobrevuelan negros nubarrones en forma de despidos, inseguridad laboral y lo que es peor, dudas cada vez más fuertes sobre nuestra solvencia a medio plazo, el periodo estival nos anima a seguir, ofreciendo pequeños detalles, leves guiños a los que agarrarse a nada que uno pretenda seguir observando, curioso, el mundo que le rodea y consiga levantar la mirada un poquito más allá de lo que le conceda el confinamiento de su ipod.

Sentemos las bases del relato. Amo los periódicos. Vivo del papel. Y me gusta tanto su tacto, su olor, su color y las historias que contienen que, precisamente en vacaciones, no concibo un desayuno sin ellos, ni estoy cómodo en la piscina si no puedo leerlos, o releerlos según los casos, incluso protegerme del sol con alguno de ellos cuando ya no aguanto más el calor. A la playa, además de mi familia, me llevo la toalla y los periódicos. Y hasta que no se me va la crema de las manos no los cojo, porque me fastidia mancharlos. Y cuando los termino me baño, antes no. Me gusta ir a comprarlos por la mañana, temprano, cuando todavía no hace calor y noto como la brisa me recorre la espalda, con un leve escalofrío. Me gusta compartirlos con mi mujer, e intercambiar los míos con el de mi padre. Dos generaciones distintas, dos diarios distintos. Soy tan fiel a la cita diaria con mis periódicos que la chica del quiosco de mi urbanización me fía, lo que demuestra dos cosas, que en Cádiz todavía tengo crédito y que aquí no ha llegado esa desconfianza hacia el de fuera propia de casi todo el resto del planeta.

Y aunque les ponga los cuernos frívolamente por las noches y me escape al jardín a deshoras a navegar por la red a costa del wifi de algún confiado vecino, a la mañana siguiente vuelvo puntual a nuestro encuentro, con las orejas gachas y esa expresión de “os lo puedo explicar, no es lo que parece, no ha significado nada para mí” que tan bien entienden los débiles de espíritu.

Porque aunque yo sea débil, mis periódicos no los son. Y están allí, puntuales y comprensivos, conocedores de mis flaquezas. Ansiosos por contarme como sigue todo por mi barrio, y por Madrid, y por el mundo. Y conscientes de que les volveré a fallar, resignados, porque la carne es débil y el wifi de mi vecino es gratis…

Y como amo los periódicos y vivo de ellos, me duele pensar que alguna vez acuda al quiosco y ellos no estén. Y nos miremos la chica que me fía y yo y pensemos “nuestra relación termina aquí”. Y que se terminen los desayunos compartiendo el periódico con mi mujer, y que ya no cambie el periódico con mi padre y terminemos pasándonos enlaces por e-mail, y que tenga que bajar a la playa con sombrilla, como un cualquiera, porque el sol termina por molestarme.

Y para evitar eso lucho todos los días durante el año. Y me dejo parte de mi sueldo en el quiosco, que la chica que me fía también tiene una familia que alimentar. Y por eso me conmueve ver que por la mañana temprano hay una cola de gente, con ojos de sueño, esperando para comprar el periódico y luego pasarse a por unos churros al quiosco de al lado para desayunar en casa con la familia y compartir ritual. Y me entran ganas de darles un beso a todos, uno por uno. Porque me hacen sentir menos solo, porque comparten mi necesidad de papel… aunque luego todos navegemos furtivamente, con la mala conciencia de quien está engañando al amor de su vida.
El Puerto de Santa María, 10/08/09
Feliz aniversario, M.

sábado, 25 de julio de 2009

Ugo Mulas

La presente edición de PhotoEspaña nos ha descubierto al grandísimo fotógrafo italiano Ugo Mulas (1928-1973). En la planta baja de uno de los rascacielos más bonitos de Madrid, la sede del BBVA de Azca en el Paseo de la Castellana, podemos ver hasta este domingo, 26 de julio, aproximadamente un centenar de fotografías en blanco y negro (hay también alguna imagen en color, muy pocas), que nos han dejado absolutamente asombrados. Se anunciaba como una de las principales exposiciones del certamen de este año a pesar de que se trata de un artista conocido en nuestro país solamente entre expertos del mundo de la fotografía. Dorothea Lange o Annie Leibovitz, son algunos de los grandes nombres para esta edición, como nos tienen acostumbrados en PhotoEspaña, y cuando repasábamos el programa oficial hace unos meses no incluimos entre ellos el del fotógrafo italiano. Pero estábamos equivocados porque Mulas es uno de los grandes, pero grande de verdad, y confiamos en que esta primera gran exposición del artista italiano en nuestro país sirva para darle a conocer entre los aficionados a la fotografía. Porque lo merece.

Ugo Mulas nació en Desenzano del Garda (Brescia) en 1928. Se trasladó a Milán, que se convirtió en "su" ciudad, para estudiar Derecho, pero abandonó la carrera para dedicarse de forma autodidacta a la fotografía hasta convertirse en todo un referente intelectual citado por atutores como Umberto Eco (que hablaba de sus imágenes como "crónicas" o "ensayos"). Además de su trabajo de autor se ganó la vida en el mundo de la publicidad y la moda (hay alguna muestra en color y blanco y negro de esta faceta que nos han parecido menos interesantes), y su obra ha sido expuesta en Europa y América. Falleció prematuramente en 1973.

La exposición está ordenada cronológicamente y ya las primeras imágenes de la ciudad de Milán, su ciudad, a finales de la década de los 50 del siglo pasado, tienen una carga social "neorrealista", una plasticidad y una fuerza propias de un fotógrafo fuera de lo común.

Continúa la muestra con su sus fotografías del milanés Bar Jamaica, donde se daba cita la bohemia intelectual de la ciudad. Poco después, es enviado a la Bienal de Venecia y su objetivo curioso y experimental retrata a los grandes artistas italianos e internacionales durante varias ediciones. Max Ernst en un vaporetto, Lichtenstein (del que después realizará unos divertidos retratos en Nueva York con "bocadillos" a modo de los cómics que pintaba el artista pop), Rafael Canogar, Chillida y Antonio Saura (en el Café Florian, 1958).

A mediados de los 60 viaja a Nueva York donde se convierte en el fotocronista del Pop Art, habitual en la Factory de Andy Warhol o acompañante en las calles de Manhattan del influyente pintor Marcel Duchamp, además de entablar relación (y fotografíar, claro) a escritores como Arthur Miller, músicos de ultravanguardia como el inclasificable John Cage, o periodistas como Oriana Fallaci. Su serie de cuatro retratos del genial escultor y pintor suizo Alberto Giacometti cuando éste recibe la noticia de que le otorgan el Gran Premio de la Bienal de Venecia es absolutamente magistral, tan llena de la emoción que debía sentir Giacometti en aquel momento:





Es un poco tarde, pero no demasiado, porque mañana termina el que para nosotros ha sido un auténtico descubrimiento. Para quienes estéis ahora en Madrid y os interese la fotografía, os recomendamos que os acerquéis a ese maravilloso edificio del BBVA; para quien no esté en nuestra ciudad os enlazamos con su página web, muy buena por cierto, donde también se puede apreciar una muestra significativa de su obra, eso sí, sin la maravillosa y única textura del papel fotográfico de fibra en el que están copiadas las imágenes de Ugo Mulas.

jueves, 23 de julio de 2009

Construir a partir de una foto

La apuesta gráfica del nuevo diseño de nuestro periódico nos está obligando en muchas ocasiones a tener que dar fotografías a mucho más tamaño del que requieren. A tener que pasar la fotografía de una página a la otra para conseguir así más tamaño de imagen... con la consiguiente cantidad de problemas técnicos que eso a veces conlleva, tanto en los títulos como, sobre todo, en los textos. Tenemos que hacer malabarismos para que el flujo de las columnas de texto no sea excesivamente complicado y los lectores puedan leer que, en definitiva, es de lo que se trata. Aunque el mal llamado "periodismo visual", el periodismo visual mal entenido para entendernos, pase a veces por alto que los periódicos se hacen para leerse.

Pero como nos recordaba Al Pacino en "Heat" (¿o era Robert de Niro?), todas las monedas tienen dos caras. Si le damos la vuelta y desabrochamos el corsé de las cinco columnas que antes teníamos prohibido, las fotografías que a mayor tamaño ganan en impacto visual podemos dar ahora a cinco, pasar el medianil, seis, siete, ocho, ¡mambo!, nueve o hasta a 10 columnas en una página doble.



Ayer tuvimos un caso muy claro acerca de lo que estamos hablando porque teníamos una magnífica fotografía para ilustrar la noticia principal con la que abría la sección de España, relativa a la polémica visita del ministro de Exteriores, Moratinos, a Gibraltar. Tanto que construimos la página a partir de la fotografía. El redactor jefe, nuestro querido Guillermo a quien amamos y odiamos casi a partes iguales, nos propuso la apertura clásica "con una gran foto a cinco columnas". Pero, ahora, una "gran foto" no se da a cinco columnas, ¿no?

Logramos ensamblar de una manera más o menos coherente la imagen y el texto principal, junto con otro tema secundario relacionado en las últimas dos columnas, haciendo bloque con la publicidad. Además separamos estas dos piezas con una columna de apoyo con fondo gris en la que damos las reacciones de tres ex ministros, críticos todos claro. Además la doble se completa con una opinión de Felipe Sahagún a faldón ocupando siete columnas, igual que el tema principal y la imagen.

Y es precisamente con esta última pieza con la que surge el problema. Porque no logramos separarla bien del artículo principal de la parte superior, incluso se pueden confundir algunas columnas de texto entre un artículo y otro. Solución: situar, como hicimos finalmente, la gran imagen sobre la que ya os hemos dicho que construimos la página en el centro, separando las dos piezas de texto y a la vez consiguiendo aligerar el efecto de exceso de texto, también conocido como efecto "ladrillo". El resultado es una página doble mucho más equilibrada, toda ella alrededor de ese fotón.



¿O no?



Quique Falcón y Mario Benito