viernes, 7 de septiembre de 2007

Balius, García Fonts, Typerware y la tipografía democrática

En un mundillo como la tipografía donde la "inspiración en lo ajeno" está a la orden del día, de vez en cuando surgen algunos tipos que deciden romper el corsé que los amarra y sacar la imaginación a pasear. Y no hay que irse ni a Alemania ni Francia ni el Reino Unido, ni siquiera hasta Estados Unidos. Basta con viajar un poco hacia el norte, concretamente a Barcelona, para encontrar a los chicos de García Fonts, encabezados por Andreu Balius.

García Fonts se convirtió en un proyecto colectivo sin ánimo de lucro en el que diseñadores de todo el mundo intercambiaban fuentes. En él participaron profesionales como Alex Gifreu, Peter Bilak, Malcolm Webb, Chema Ribagorda y así un largísimo etcétera, todos con el fin de democratizar la tipografía, sobre todo a raíz de la aparición de software de edición de fuentes. El proyecto fue avanzando hasta que en el año 2002, una vez "agotado", cerró. De ahí quedaron fuentes como Popular (Sergi Ibáñez), García Snacks o Sopa de Letras (Typerware), Proceso Sans (Pablo Cosgaya), Bubbles (Franco+Sven) o Route 66 (Francesc Vidal). Y un montón más que podéis ver en el póster de abajo.


Paralelamente, en 1993 Joan Carles Casasín, alumno de Balius en la escuela BAU de Barcelona, se une a Balius para diseñar juntos varias tipografías, como la Dinamo, su primera tipografía firmada bajo por el nuevo proyecto Typerware. Es un pequeño estudio de diseño que pone en práctica algunas de las tipografías de García Fonts, utilizándolas en diversas publicaciones y que, además, diseña también otras tipografías con intenciones más utilitarias que las más experimentales y libres de García Fonts. Entre estas creaciones de Typerware destaca especialmente la tipografía que crearon en 1997 para la Universidad de Salamanca y que bautizaron como Universitas Studii Salamantini, Salamantini para los amigos. Lo primero que podemos decir de este trabajo de lo que ellos llaman “arqueología tipográfica” es que se trata de una auténtica y absoluta maravilla en la que letras antiguas y nuevas a la vez se unen entre sí sin dejar espacios. Hay que levantar la vista cuando se pasea por las distintas facultades de Salamanca para admirarlas, las letras decimos. Su arqueología tipográfica incluye también la recuperación de un elegante tipo llamado Pradell, obra del punzonista catalán del siglo XVIII Eudald Pradell, artesano injustamente olvidado porque está a la altura de coetáneos suyos tan reconocidos como Caslon o Barskerville. Esta tipografía, la Pradell, es posterior al proyecto Typerware.

Universitas Studii Salamantini

En 1998 diseñan La Vanguardia Bold para la imagen corporativa del periódico catalán y también “juegan” con alfabetos menos serios como la divertida Futuda/No Future, una Futura “jodida” como indica el ingenioso juegos de palabras (“futuda” significa “jodida” en catalán) o la Helvética Foundee llena de agujeros, antes de tener que cerrar el chiringuito porque en nuestro país es prácticamente imposible vivir diseñando tipografías.

Helvética Foundee y Proceso Sans

Actualmente Andreu Balius continúa su labor en estudio de diseño (tipo) gráfico, a la vez que da conferencias sobre diseño por todo el mundo. Tenéis que ver su catálogo de fuentes: impresionante. Lo podéis hacer en su web.

Taüll, uno de los últimos trabajos de Andreu Balius

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Tiene que caber todo

Ahora la filosofía de la empresa es el aprovechamiento de todos los recursos, nos lo dijo Jaime, de Deportes, amigo y buen periodista. Y nos lo dijo en parte porque es cierto que ahora las empresas quieren hacer con dos lo que antes hacían con cuatro y en parte porque intentaba justificar la cantidad de cosas que habitualmente se empeñan en meter los de su deportiva sección en cada página. Tiene que salir todo, incluso aunque quede mal, aunque el resultado sea confuso y difícil de leer, aunque aquello se convierta en un puzzle endiablado para lectores a buen seguro poco dados a ningún esfuerzo... con tal de que quepa todo... y nos mira, y se descojona, claro.
Ayer, en la primera edición del periódico (nacional) conseguíamos dar un pequeño reportaje sobre la afición de Lituania, la ficha del partido Lituania-República Checa, las tablas de las clasificaciones de los cuatro grupos del Eurobasket, dos fichas más de otros dos partidos, un gráfico a dos columnas con la segunda fase de la competición y tres breves baloncesteros. Todo ello en una sola página.
Y apareció nuestro querido amigo Jaime, poco tiempo después, queriendo sustituir en segunda edición (sólo para Madrid) el reportaje por la crónica del partido que acababan de jugar Grecia y Serbia en el que debíamos incluir una foto y otro gráfico a dos columnas sobre un canastón, además de otras dos fichas más donde fuera. Lo hicimos, claro, pero porque a pesar de todo queremos a Jaime, sólo por eso.

martes, 4 de septiembre de 2007

Médicos Sin Fronteras sobre el papel


Es un diseño transparente. Tanto que lo más probable es que los 180.000 socios de Médicos Sin Fronteras-España (MSF) no reparen en él cuando hojeen las páginas del informe anual en formato de revista que reciben por correo una vez al año. Y es un diseño transparente porque quiere serlo, como reconoce a encajaba su responsable, Diego Feijóo, en un amable correo que nos remite desde su estudio en Barcelona. “La idea fundamental es explicar con transparencia lo que se realiza con los fondos de los socios”, y añade que “por ello debemos informar y debe ser fácil de leer, no recargado, comunicando transparencia. También accesibilidad, con cuerpos grandes en negro sobre blanco, destacados, pies de foto...”.



Y lo consigue. Utilizan dos tipografías, una grotesca y otra de rasgo, y el blanco agrisado del papel manifiestamente reciclado de una manera inteligente. Los títulos se visten con Bell Gotihc, también las entradillas, antetítulos, sumarios, pies de foto, cuadros, gráficos y en realidad todo lo que no sea el texto base de cada artículo. Feijóo nos confiesa que este tipo de letra está “modificado” y que “es la fuente corporativa que se describe en el programa de identidad visual de MSF-España, de ahí su uso para la revista”. Parecen modernísimas estas letras Bell, como concebidas ahora con un aire digital de grotescas elegantes, pero en realidad las diseñó Chauncey H. Griffith en 1937 para las guías de la Compañía Telefónica estadounidense Bell. El otro tipo de letra es un Mercury Text de reciente creación a cargo de los norteamericanos Hoefler & Frere-Jones, menos interesante, una de tantas letras de rasgo, que utilizan para el texto base “por su funcionalidad y legibilidad”.
Destaca, además, otro elemento en la revista que pasa por alto su diseñador no sabemos si de manera intencionada o no: una cierta transgresión. Al utilizar los blancos y, sobre todo, repitiendo un esquema de página para cada actuación de MSF en distintos lugares del mundo sin que por ello se resienta el ritmo de lectura, sin que nos agobie lo repetido, con las fotografías separando el título del texto como no mandan los cánones.


Funciona, ¿verdad? Por último, no quiero pasar por alto el dato que nos aporta Diego Feijóo de que la revista “ha ido cambiando de diseño”, nos habla de tres etapas, “a partir de la información que transmiten sus socios”. También en esto parecen distintos y aunque resulte curioso poder influir en el diseño a través de tus opiniones, esta debe ser la faceta menos importante de colaborar con Médicos Sin Fronteras, la única organización no gubernamental de la que yo tenga noticia que ha llegado a pedir que no le envíen más dinero. Sucedió durante la catástrofe provocada en diciembre de 2004 por el tsunami (antes, siempre, llamado maremoto) del sudeste asiático, en uno de esos arrebatos de solidaridad que a veces nos contagia y del que algunos, no todos, no quisieron aprovecharse para seguir siendo transparentes.


lunes, 27 de agosto de 2007

La Escuela Americana de Diseño

He tenido que viajar hasta Cataluña para acordarme de América. Siempre leo periódicos de los lugares a los que voy, y al llegar este mes de agosto a las tierras del Alto Ampurdán una de las primeras cosas que hice fue comprar La Vanguardia, no porque me atraiga en especial su línea editorial, que no me atrae, ni porque sea el periódico más representativo de Cataluña, que lo es, sino por su director de arte, el único, el inimitable, el inclasificable Carlos Pérez de Rozas. Y allí, con las desordenadas páginas de este periódico en las manos y en medio de un paisaje nítido, limpio por la fuerza de un viento al que llaman tramontana, le rememoré diez años atrás, pegando saltos, sí, así como suena, literalmente saltando por el pasillo central del Salón de Grados de la Universidad San Pablo CEU de Madrid. Y volví a sonreír, esta vez yo sólo.
Entonces los que reían, quienes no podíamos dejar de reír, asistíamos a las III Jornadas de Fotoperiodismo, Edición y Diseño en Prensa que organizan con tesón y acierto Pedro Pérez y Laura González en esta Universidad, impagables encuentros que ya recomendé aquí y que volveré a hacerlo cada vez que tenga ocasión (informaremos puntualmente de su próxima convocatoria). Participaban aquel día David García, director de arte del diario El País, y el citado Pérez de Rozas, defendiendo el primero la Escuela Suiza de Diseño, cuyos principios resumió en la primacía de los aspectos funcionales de los recursos gráficos, el contenido por encima de la forma, o las normas racionalistas y estructuralistas que él encontraba en toda la denominada prensa de calidad en la que, por supuesto, encuadraba a su exitoso periódico. Mencionó las consabidas normas que Reinhard Gäde “impuso” con su diseño de El País, como los módulos y columnas, el uso específico de la tipografía, de las cursivas para opinar, la imposibilidad de que se corten los textos...
Hasta que empezó el show Pérez de Rozas, porque además de vástago de una prestigiosa familia de fotoperiodistas catalanes, profesor de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y diseñador de enorme prestigio, Carlos Pérez de Rozas es el hombre espectáculo. Frente a un estático y gris David García, Carlos gritaba, gesticulaba, corría por el estrado, parecía danzar y nos hacía reír, todo ello para decirnos que había otra forma de diseñar “más caliente”. Y es que en 1989 un periódico centenario como La Vanguardia decidió hacer un cambio radical, arriesgadísimo en un diario tan serio. Aprovechando la necesaria renovación de su rotativa encargaron un rediseño al reconocido estudio del norteamericano Milton Glaser. Y quisieron hacer algo distinto, que no fuera el repetido esquema germánico de todos los últimos periódicos. “¡Quisimos romper las reglas impuestas por Gäde!”, bramó Carlos Pérez de Rozas desde el fondo de la sala, a nuestras espaldas, y continuó mientras avanzaba hacia el estrado pasando diapositivas a tal velocidad que sólo él podría verlas, “queremos que las imágenes irrumpan para crear más dinamismo. Fotografías y destacados pueden ocupar espacios de privilegio, incluso abren las noticias inmediatamente después de los titulares. ¿Por qué no voy a poder poner una foto entre el título y el texto? Mientras que en El País se trabaja verticalmente en la nueva Vanguardia se dibuja en diagonal apostando en contra de la continuidad de los textos... ¡Mira cómo salto, David, mírame!”, exclamó finalmente pegando brincos, “si yo puedo saltar, ¿por qué no pueden saltar los textos? ¡Pero, mírame, David!”. Y seguía riéndome yo sólo al recordarlo con La Vanguardia de este verano entre las manos.


¿Habéis notado que para los títulos de la portada, por ejemplo, se utilizan indistintamente y sin criterio aparente cursivas, negritas, redondas, o lo que sea? Pues así todo.
No me suelen interesar quienes no se implican, los que no se mojan. Por eso he de terminar diciendo que toda mi simpatía está con Carlos Pérez de Rozas, entrañable persona con la que he coincidido después en varias ocasiones, todas divertidas. Y él si se implica, desde luego. Toda mi simpatía y cariño pero no la razón. Las páginas de La Vanguardia me parecieron entonces, y me han parecido de nuevo estas vacaciones, como hechas tan sólo para llevar la contraria, deshechas mejor dicho, desdibujadas en vez de dibujadas. Y frente a criterios tan subjetivos como el diseño “caliente”, “divertido”, “atrevido” o “dinámico” sigo decantándome por las páginas ordenadas en las que la función es informar. Incluso tengo que admitir el estar de acuerdo con el antipático David García cuando ante la disyuntiva de las escuelas centroeuroeas frente a la americana, manifestó que “hoy en día el diseño es global, no existen escuelas” porque lo que se diseña con éxito en cualquier lugar nos llega a todos de inmediato. Un abrazo, Carlos, aunque sea cruzando los brazos en una extraña postura para no abrazarnos como lo hacen todos.

miércoles, 22 de agosto de 2007

El 11-S en 107 portadas

A estas alturas, son pocos los que niegan que el 11-S cambió el mundo para siempre. Los medios de comunicación fueron testigos de excepción como en ningún otro acontecimiento de la Historia. Internet, televisión, prensa y radio se convirtieron en la correa de transmisión de los atentados para todo el mundo. Cientos de millones de personas vieron en directo la caída de un imperio.

Como reflejo (uno más), la Asociación de la Prensa de La Rioja abrió una exposición en la que se mostraban cómo habían reflejado el hecho 107 periódicos de 30 países diferentes. El resultado de esta exposición ha quedado plasmado en un libro: 11 de septiembre. 107 portadas de 30 países, editado por la propia asociación.

Aunque el hecho en sí queda lejos en el tiempo, sus consecuencias perdurarán, por lo que resulta muy interesante ver cómo se trató en un primer momento, "en caliente", la noticia. Y esto se puede hacer con este libro. Podemos consultar cómo titularon los periódicos americanos, qué tratamiento gráfico se dio al tema o qué quisieron resaltar unos y otros en una treintena de países distintos.

Con un rápido vistazo al libro, llama la atención que los titulares no se repiten en casi ningún periódico. Sí que hay palabras muy empleadas, como "evil", infamia, terror o guerra, pero en general, casi ningún periódico coincide en los títulos.

Una prueba de fuego que tuvieron que pasar todos los rotativos fue el tratamiento gráfico del suceso. Muy criticado a posteriori pero tremendamente complicado en esas horas críticas del 11-S. Muchos optaron por lo obvio: fotos de las torres ardiendo o del desastre posterior, pero otros apostaron por algo distinto. Y ganaron. Todo un reto que superaron con creces, sobre todo con la vorágine de imágenes que llegaron ese día a la redacción.

Otro aspecto con mucha miga es la portada. Muchos pasaron sin pena ni gloria, otros no dieron la talla y unos cuantos nos dieron gratas sorpresas (en cuanto al tema de diseño se refiere), como dos periódicos universitarios de EE. UU., The Gamecock y The Diamondback. Una muestra de sencillez y fuerza en una misma página.

Dentro del apartado de periódicos españoles la portada más destacada es, a mi entender, la de La Razón. Una foto impactante, un titular grande y unos subtítulos fuertes. Directa y sin rodeos. Y un dato curioso que apunta en el prólogo Luis Enrique González, comisario de la exposición: ningún periódico español llevaba publicidad en la portada ese día.


Sólo una pega. Se echa en falta un breve análisis o comentario de cada portada por parte de los directores de arte de cada uno de los periódicos, pero tratar de recopilar esa información es casi imposible teniendo en cuenta la cantidad de diarios que hay y su variado origen.

En definitiva: un magnífico resumen de 125 páginas con una presentación muy bien cuidada, limpia y sencilla que podéis comprar en la web de la Asociación de la Prensa de La Rioja, http://www.casadelosperiodistas.com/. Imprescindible para los coleccionistas de portadas.

P.D. Os pongo también la portada de la revista TIME, una maravilla de síntesis. Una foto y una fecha. Una genialidad. En otra publicación algo semejante sería tildado de locura, pero la idiosincrasia de TIME permite hacer este tipo de portadas sin ningún problema.

martes, 21 de agosto de 2007

Photoshop, la nueva crema antienvejecimiento


Recogemos de La Razón un interesante artículo sobre el Photoshop, esa varita mágica que todo estudio de publicidad y diseño tiene más que amortizada. O cómo dice Cecilia García en su reportaje, un "tocador informático" donde el rimmel o el lápiz de labios han pasado a la historia. Ahora se usa la herramienta de clonar, el cuentagotas o la pluma bezier, nuevas herramientas al servicio de la belleza. Son much@s l@s famos@s que las usan, pero pocas admiten haberlo hecho. Kate Winslet o Keira Knightley son algunas de las pocas que han entonado el mea culpa.

Pero no creamos que es solo cosa de mujeres. Ni mucho menos. En maquetadores nos descubrieron cómo los brazos del tenista Rafa Nadal pasaban a formar parte del cuerpo del también tenista Andy Rodick. La "broma" le costó el puesto al redactor jefe de la revista Men´s Fitness. En otros caso en vez de transmutar partes del cuerpo, directamente las borran (literal), como a la modelo brasileña a la que le desapareció el mismísimo ombligo. Una pena, la verdad.

Sin embargo, en España no estamos libres de pecado y nuestros políticos son unos expertos en manejar la potente herramienta gráfica. Un claro ejemplo, la campaña electoral del pasado 27 de mayo donde los partidos políticos se dejaron una pasta en expertos en el manejo del programa de Adobe. Unos con mejor resultado en su inversión que otros, todo hay que decirlo.

Cierto que es que, quien más o quien menos, ha utilizado algún editor gráfico para retocar una foto (sí, tú también, no te sorprendas tanto), pero cuando se trata de estos temas ¿está bien hacerlo?, ¿la arruga es bella, siempre y cuando esté en el rostro de otra?, ¿es legítimo cambiar de aspecto para conseguir votos o para vender más revistas?. Últimamente parece que sí, que todo vale.

domingo, 12 de agosto de 2007

Cuando la edición gráfica aporta

A uno le gusta pararse un par de minutitos más,si se puede, para buscarle las vueltas a los temas. Ante lo aburrido de las soluciones evidentes, siempre existen otras más arriesgadas, diferentes. Cuesta trabajo encontrarlas y valor aplicarlas. Por eso me ha gustado mucho la edición gráfica que en EL PAÍS se hizo con uno de los temas fuertes del pasado lunes. La guerra abierta entre Alonso y Hamilton y la que se ha montado en McLaren.

Frente a una edición gráfica clásica (el podio, la carrera, las reacciones), algo distinto. Ni una sola foto de carrera. Ni un solo coche. Sólo primeros planos, de gran fuerza, que ilustran perfectamente el estado anímico de cada uno de los implicados en la refriega. Y esto, que como cualquier cuestión de criterio, puede ser discutible, a mí me gusta. Porque ayuda a centrar la información. Porque apuestas. Y porque no haces lo de siempre. Al fin y al cabo, después de todo el follón del fin de semana... ¿A quién le importa lo que pasó en la carrera? Era un poco lo de menos. La noticia estaba en sus consecuencias. Y ahí están esos primeros planos para expresar la hipocresía de Hamilton, esa sonrisa de satisfacción del que saborea su triunfo vía traición, la perplejidad y resignación de Alonso, esperando su momento, y el absoluto desbordamiento de Ron Dennis, que se tapa la cara como quién no quiere ver lo que se le avecina.

Me gustan estas apuestas. Me parecen valientes y originales. Y no tienen porqué funcionar siempre, pero en este caso, funciona. Quizá porque el tema trasciende lo simplemente deportivo y nos toca la fibra sensible, por lo flagrante de la injusticia. Y ahí, cuando se ha tomado partido, el dramatismo de los primeros planos es el vehículo perfecto para trasmitir la información. Es un buen ejemplo de cómo una buena edición gráfica aporta valores añadidos a una información.

PD: Sólo un pequeño pero. En la portada repitieron la foto de Alonso de la página 2. Habría que haberlo pensado un poquito más. Generalmente repetir foto es un poco síntoma de pobreza. De edición y de ideas. A veces repites porque sólo tienes esa foto, claro. Pero de Alonso el domingo entrarían unas mil. No se tarda tanto en buscar algo que complete lo que ya tienes.