No ha sido fácil dar con los términos que hoy traemos, acostumbrados como están los enigmáticos miembros del comité de expertos a que su docta y bastísima base de datos mental les proporcione definiciones como otros hacen churros. Tras una ardua labor de investigación periodísica que ya quisieran para sí algunos suecos fornicadores y suertudos, redactores de una revista con nombre de sistema informático redaccional, con todos ustedes una nueva entrega del Diseñario 2.0, obra colectiva, irreverente y abierta a la participación de todos, suecos incluidos, sobre el diseño periodístico y la prensa.
Aspirina. Nos ha supuesto un auténtico dolor de cabeza encontrar alguien en la redacción que supiera de alguna acepción de la aspirina más allá de la de combatir el auténtico dolor de cabeza que nos ha supuesto encontrar a alguien en la redacción que supiera de alguna acepción de la aspirina más allá de... ¡¡¡ahhggghhh!!!...mi cabeza...necesito una aspirina...
Pues existe. Aparte del famoso comprimido compuesto de ácido acetilsalicílico, que se consume a containers en las redacciones y cuyo uso a gran escala desterraría los problemas de alcoba de tantas parejas en el mundo, las aspirinas existen en las rotativas. La aspirina es el nombre con el que se conoce al rodillo donde se almacenan los ejemplares preimpresos. De ahí, pasarán al tambor, donde se unen al periódico junto con los encartes si los hubiese. Hay publicaciones que se imprimen unos días antes de su fecha de salida. Generalmente son suplementos o especiales, productos que llevan un ritmo de trabajo distinto del frenético sinvivir diario del periódico. En estos casos, el hecho de disponer de unas semanas de margen supone un auténtico lujo asiático. Con la preimpresión se busca un plus de control en la calidad del producto. Permite ver las copias del mismo días antes de su salida, con lo que se podría, en teoría, corregir algo en el caso de que fuera necesario. (Siempre en teoría, estos casos mejor que no se den... cuestan mucho dinero y seguramente más de una vida...)
Aparte de un mayor control del producto, preimprimir te permite que el suplemento o especial se elabore fuera del planillo del periódico (con lo que no depende de la paginación ni de la publicidad del mismo) y segundo, garantiza un estándar de calidad en todas las ediciones (por ejemplo el color, ya que algunas rotativas provinciales no soportan toda una tirada a todo color, y algunos pliegos se imprimen en blanco y negro. Si esto te pilla en uno que componga el suplemento, el resultado final desmerece un poco...) Así que en estos casos, se preimprime y listo. Esto en cuanto a los pros. En la columa de los contras, la preimpresión supone un gasto considerable, amén de la posterior manipulación de los suplementos para que figuren en el periódico. Esta gestión de los preimpresos puede ser manual (carísima) o bien mediante la dichosa aspirina, que los almacena hasta que pasan al tambor que los colocará sabiamente arropados por las páginas de la edición del día.
Pues dicho queda... No pocos dolores de cabeza nos ha provocado esta voz, que debemos reconocer, ninguno de los expertos del diseñario conocíamos. Nos ha desconcertado. Nos ha hecho desconfiar de su veracidad. Incluso, en una experiencia catárquica, nos ha hecho recordar los ya lejanos años de facultad en los que nos insistían en que no importaba tanto saber las cosas como saber dónde buscar las respuestas. Nos ha hecho renovar los votos que hicimos hace ya tropecientos años, nos ha sacudido de encima toneladas de excepticismo maquetil, nos ha devuelto el ímpetu de la juventud ansiosa de conocimiento... y sobre todo, nos ha provocado un insoportable dolor de cabeza. A ver si con una aspirina se nos pasa...
Autoedición. Acción que permiten aquellos programas informáticos (Quark, Indesign, PageMaker, entre otros) para la edición de documentos impresos en los que están presentes una combinación de los siguientes elementos: fotografías, dibujos, gráficos, textos. Con estos programas de autoedición, se pasó de los viejos sistemas de composición manual con tipos móviles, monos manchados de tinta, tipómetros y rotuladores rojos, linotipias (composición en caliente) y los primeros ordenadores de la fotocomposición (composición en frío) a sistemas informáticos que permiten a todo el mundo editar su propia revista o confeccionar su propio tríptico. Aunque no por saber manejar el programa el resultado va a ser mejor. No sólo hay que saber cómo, si no también qué, por qué y para qué.
El prefijo auto se refiere a que lo haces tú mismo, no a que lo haga la propia máquina, porque tú pones las cajas de texto, tú pones las cajas de imagen, tú creas los estilos, le das sangría a un párrafo, pones una capitular a un texto o guardas algún elemento en el catálogo. Y sobre todo tú cocinas todo eso para que tenga un aspecto digno y deseable para la lectura. Lo único que hace automáticamente el ordenador es colgarse, sin previo aviso.
Entregas anteriores del Diseñario 2.0:
Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Pues existe. Aparte del famoso comprimido compuesto de ácido acetilsalicílico, que se consume a containers en las redacciones y cuyo uso a gran escala desterraría los problemas de alcoba de tantas parejas en el mundo, las aspirinas existen en las rotativas. La aspirina es el nombre con el que se conoce al rodillo donde se almacenan los ejemplares preimpresos. De ahí, pasarán al tambor, donde se unen al periódico junto con los encartes si los hubiese. Hay publicaciones que se imprimen unos días antes de su fecha de salida. Generalmente son suplementos o especiales, productos que llevan un ritmo de trabajo distinto del frenético sinvivir diario del periódico. En estos casos, el hecho de disponer de unas semanas de margen supone un auténtico lujo asiático. Con la preimpresión se busca un plus de control en la calidad del producto. Permite ver las copias del mismo días antes de su salida, con lo que se podría, en teoría, corregir algo en el caso de que fuera necesario. (Siempre en teoría, estos casos mejor que no se den... cuestan mucho dinero y seguramente más de una vida...)
Aparte de un mayor control del producto, preimprimir te permite que el suplemento o especial se elabore fuera del planillo del periódico (con lo que no depende de la paginación ni de la publicidad del mismo) y segundo, garantiza un estándar de calidad en todas las ediciones (por ejemplo el color, ya que algunas rotativas provinciales no soportan toda una tirada a todo color, y algunos pliegos se imprimen en blanco y negro. Si esto te pilla en uno que componga el suplemento, el resultado final desmerece un poco...) Así que en estos casos, se preimprime y listo. Esto en cuanto a los pros. En la columa de los contras, la preimpresión supone un gasto considerable, amén de la posterior manipulación de los suplementos para que figuren en el periódico. Esta gestión de los preimpresos puede ser manual (carísima) o bien mediante la dichosa aspirina, que los almacena hasta que pasan al tambor que los colocará sabiamente arropados por las páginas de la edición del día.
Pues dicho queda... No pocos dolores de cabeza nos ha provocado esta voz, que debemos reconocer, ninguno de los expertos del diseñario conocíamos. Nos ha desconcertado. Nos ha hecho desconfiar de su veracidad. Incluso, en una experiencia catárquica, nos ha hecho recordar los ya lejanos años de facultad en los que nos insistían en que no importaba tanto saber las cosas como saber dónde buscar las respuestas. Nos ha hecho renovar los votos que hicimos hace ya tropecientos años, nos ha sacudido de encima toneladas de excepticismo maquetil, nos ha devuelto el ímpetu de la juventud ansiosa de conocimiento... y sobre todo, nos ha provocado un insoportable dolor de cabeza. A ver si con una aspirina se nos pasa...
Autoedición. Acción que permiten aquellos programas informáticos (Quark, Indesign, PageMaker, entre otros) para la edición de documentos impresos en los que están presentes una combinación de los siguientes elementos: fotografías, dibujos, gráficos, textos. Con estos programas de autoedición, se pasó de los viejos sistemas de composición manual con tipos móviles, monos manchados de tinta, tipómetros y rotuladores rojos, linotipias (composición en caliente) y los primeros ordenadores de la fotocomposición (composición en frío) a sistemas informáticos que permiten a todo el mundo editar su propia revista o confeccionar su propio tríptico. Aunque no por saber manejar el programa el resultado va a ser mejor. No sólo hay que saber cómo, si no también qué, por qué y para qué.
El prefijo auto se refiere a que lo haces tú mismo, no a que lo haga la propia máquina, porque tú pones las cajas de texto, tú pones las cajas de imagen, tú creas los estilos, le das sangría a un párrafo, pones una capitular a un texto o guardas algún elemento en el catálogo. Y sobre todo tú cocinas todo eso para que tenga un aspecto digno y deseable para la lectura. Lo único que hace automáticamente el ordenador es colgarse, sin previo aviso.
Entregas anteriores del Diseñario 2.0:
Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
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