Hay equipos que llevan jugando mal toda esta temporada, pero que como ganan consideran injustas las lógicas críticas que reciben. Ahora, en su mejor partido del año, por el que ya están recibiendo elogios... pierden. Mundo mágico de contradicciones que lo hacen más interesante. También son un equipo los miembros del comité de expertos encargados del Diseñario, alejados evidentemente de desmedidos elogios y críticas furibundas a pesar de que es posible que merezcan un poco de ambas por esta obra colectiva, irreverente y abierta a la participación de todos, sobre el mundo del diseño periodístico y la prensa en general.
Compacto. No es un sinónimo, sino un eufemismo. Y es que en la prensa anglosajona el formato tabloide (que es el tamaño del papel de los periódicos "pequeños") ha estado tradicionalmente asociado con el periodismo sensacionalista hasta el punto de que sensacionalimo y tabloide sí que son sinónimos allí. Por eso compacto es un eufemismo, porque es "otra" manera de llamar a este tamaño de papel sin tener que pronunciar el para ellos maldito término tabloide.
Y no es un sinónimo porque en realidad tabloide y compacto no son exactamente el mismo tamaño de papel: el compacto es un poco más pequeño, es el resultado final de la batalla entre "sábanas" (el tamaño del papel de los periódicos "grandes") y tabloides que se libró en Gran Bretaña a comienzos de este siglo XXI. En uno de los bandos, el enorme peso de las tradiciones británicas por dar las noticias serias en un formato incómodo y antieconómico, frente a la racionalidad y el sentido común de los nuevos tiempos impresos tabloidianos. Como se trataba de una operación de alto riesgo, durante un año The Independent, primero, y The Times, un poquito después (representantes de la prensa de calidad progresista y conservadora, respectivamente), se pusieron a la venta de forma simultánea en los dos formatos para que eligiesen sus lectores. Ya que no se podían comprar rotativas nuevas hasta que hubiera un vencedor, se decidió utilizar las que ya tenían imprimiendo a la mitad exacta de tamaño del sábana, que es lo único que técnicamente se puede hacer. Resultado: un compacto, como dicen en Londres. Que es ligeramente más pequeño que un tabloide (NO es un tabloide, entonces), y así no tenemos que llamarlo con esa palabra maldita.
Ha quedado claro, pues, que con compacto no nos referíamos al tipo de diseño periodístico resultante de eliminar cualquier blanco de la página por pequeño o justificado que esté (el famoso "horror vacui"), y que en algunos casos llega a extremos patológicos, aprovechando para entintar hasta la última molécula de celulosa. No, hablábamos de un formato. ¡Ah, sí!, y la batalla de Londres la ganó... el compacto. ¿O fue el tabloide?
Compromiso. No se estudia en las facultades de periodismo, a pesar de ser una de las características por las cuales se publican algunas noticias. Es decir, que junto al interés general, la proximidad a los lectores, las consecuencias para una comunidad, la curiosidad, extrañeza, asombro o el entretenimiento entre otros criterios clásicos, algunos hechos de la realidad se convierten en noticia por compromiso. Suelen estar inversamente relacionados con el interés que despiertan en el lector y en relación directa con los intereses personales de quienes las publican. De ahí que cuanto mayor sea el porcentaje de noticias que publica un medio de comunicación "por compromiso", menor sea el interés de sus menguantes lectores por esa misma publicación. De persistir en esta práctica de una manera continuada es posible que se afiancen las amistades y se satisfagan los intereses de los editores en la misma medida que disminuyen las ventas. No se descarta que parte, aunque sea pequeña, de la crisis de confianza que padecen actualmente todos los periódicos de los países desarrollados tenga que ver con lo "comprometidos" que sean, o estén.
No tiene nada que ver el compromiso que hoy definimos con el grado de implicación de las personas en un proyecto colectivo, como es un periódico. Las empresas, en general, ya se encargan de acabar con esta quimera en cuanto pueden.
Desde el punto de vista del diseño periodístico es una de las peores frases que podemos escuchar al hacer una página. Porque cuando algo se hace "por compromiso" no existen normas, ni razones perodísticas, o estéticas, ni de cualquiera otra índole que no sean las de hacer el engendro que salga con tal de quedar bien no con lectores, o contigo mismo siquiera, sino con el amigo o los intereses personales de "alguien", la mayor parte de las veces desconocido para nosotros. "Tú deja eso así", o "tú haz eso así, sí así mismo, que esto es un compromiso".
Corresponsal. Lo que soñaron ser todos aquellos que soñaron y sueñan con ser periodistas... Thomas Fowler escribiendo desde la indochina francesa mientras disputa el amor de la jovencísima vietnamita Phuong con un americano impasible.
Entregas anteriores del Diseñario 2.0:
Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Y no es un sinónimo porque en realidad tabloide y compacto no son exactamente el mismo tamaño de papel: el compacto es un poco más pequeño, es el resultado final de la batalla entre "sábanas" (el tamaño del papel de los periódicos "grandes") y tabloides que se libró en Gran Bretaña a comienzos de este siglo XXI. En uno de los bandos, el enorme peso de las tradiciones británicas por dar las noticias serias en un formato incómodo y antieconómico, frente a la racionalidad y el sentido común de los nuevos tiempos impresos tabloidianos. Como se trataba de una operación de alto riesgo, durante un año The Independent, primero, y The Times, un poquito después (representantes de la prensa de calidad progresista y conservadora, respectivamente), se pusieron a la venta de forma simultánea en los dos formatos para que eligiesen sus lectores. Ya que no se podían comprar rotativas nuevas hasta que hubiera un vencedor, se decidió utilizar las que ya tenían imprimiendo a la mitad exacta de tamaño del sábana, que es lo único que técnicamente se puede hacer. Resultado: un compacto, como dicen en Londres. Que es ligeramente más pequeño que un tabloide (NO es un tabloide, entonces), y así no tenemos que llamarlo con esa palabra maldita.
Ha quedado claro, pues, que con compacto no nos referíamos al tipo de diseño periodístico resultante de eliminar cualquier blanco de la página por pequeño o justificado que esté (el famoso "horror vacui"), y que en algunos casos llega a extremos patológicos, aprovechando para entintar hasta la última molécula de celulosa. No, hablábamos de un formato. ¡Ah, sí!, y la batalla de Londres la ganó... el compacto. ¿O fue el tabloide?
Compromiso. No se estudia en las facultades de periodismo, a pesar de ser una de las características por las cuales se publican algunas noticias. Es decir, que junto al interés general, la proximidad a los lectores, las consecuencias para una comunidad, la curiosidad, extrañeza, asombro o el entretenimiento entre otros criterios clásicos, algunos hechos de la realidad se convierten en noticia por compromiso. Suelen estar inversamente relacionados con el interés que despiertan en el lector y en relación directa con los intereses personales de quienes las publican. De ahí que cuanto mayor sea el porcentaje de noticias que publica un medio de comunicación "por compromiso", menor sea el interés de sus menguantes lectores por esa misma publicación. De persistir en esta práctica de una manera continuada es posible que se afiancen las amistades y se satisfagan los intereses de los editores en la misma medida que disminuyen las ventas. No se descarta que parte, aunque sea pequeña, de la crisis de confianza que padecen actualmente todos los periódicos de los países desarrollados tenga que ver con lo "comprometidos" que sean, o estén.
No tiene nada que ver el compromiso que hoy definimos con el grado de implicación de las personas en un proyecto colectivo, como es un periódico. Las empresas, en general, ya se encargan de acabar con esta quimera en cuanto pueden.
Desde el punto de vista del diseño periodístico es una de las peores frases que podemos escuchar al hacer una página. Porque cuando algo se hace "por compromiso" no existen normas, ni razones perodísticas, o estéticas, ni de cualquiera otra índole que no sean las de hacer el engendro que salga con tal de quedar bien no con lectores, o contigo mismo siquiera, sino con el amigo o los intereses personales de "alguien", la mayor parte de las veces desconocido para nosotros. "Tú deja eso así", o "tú haz eso así, sí así mismo, que esto es un compromiso".
Corresponsal. Lo que soñaron ser todos aquellos que soñaron y sueñan con ser periodistas... Thomas Fowler escribiendo desde la indochina francesa mientras disputa el amor de la jovencísima vietnamita Phuong con un americano impasible.
Entregas anteriores del Diseñario 2.0:
Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
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