Nuestro compañero, el veterano corresponsal de guerra Javier Espinosa, fue liberado ayer después de casi seis meses secuestrado en Siria, uno de los lugares más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo. Llamó sobre las nueve y veinte de la noche a Carmen, secretaria de redacción —algún día tendremos que escribir sobre la inclasificable y eficacísima labor del fabuloso equipo de secretarias de redacción del diario El Mundo—, llamó con su voz calmada de siempre y le dijo: "Soy Espinosa, anota este número y llámame cuando puedas. Estoy con Ricardo y estamos bien, llamad a nuestras familias". Ricardo es Ricardo García, fotoperiodista freelance secuestrado y liberado también junto a Javier.
Carmen corrió hacia donde hacíamos la portada en ese momento el director adjunto, Agustín Pery, a los contenidos, y yo a los mandos de Quark, para contarnos muy nerviosa, con la voz temblando, toda ella temblando: "Ha llamado Javier, ha llamado Javier Espinosa". Después todos corrimos hacia el despacho de las secretarias desde donde ella volvió a llamarle, y gritamos, y aplaudimos, y nos abrazamos con quien estaba a nuestro lado. No es la primera vez que digo, o escribo, que la redacción del diario El Mundo de Madrid es un sitio cojonudo.
Tuvimos que esperar algunas horas, no obstante, para poder informar. Y preparamos una segunda edición, la vez que menos me ha importado rehacer un periódico, parte de él, claro. ¡Cómo que importarme!, la vez que he disfrutado haciéndolo, en especial esta sencilla y poderosa página, la nueva apertura de la sección de 'Mundo' del diario El Mundo de Madrid, de fecha 30 de marzo de 2014:
Lo más difícil fue encontrar la imagen. Concha Fernández, editora gráfica del diario que por suerte compartía guardia de fin de semana conmigo —también tenemos pendiente hablar de su excelente profesionalidad y de la importancia de un editor gráfico como ella—, buscó, buscó, busco... También yo por mi lado busqué, busqué, busqué... Y es que resulta que Espinosa huye de las cámaras, es el clásico buen reportero que mantiene a rajatabla la máxima de que el periodista nunca debe ser la noticia. Tanto es así, que al final lo que publicamos es una foto de una foto, realizada en la rueda de prensa que su pareja, la también reportera de guerra Mónica García —qué decir de Mónica, que un beso y un abrazo, lo demás ya está casi todo dicho y escrito—, dio hace unos meses para pedir su liberación.
El título de la página es una maravilla, "Estamos bien. Avisad a Mónica", mucho mejor además junto a esta imagen tan poderosa. Se refuerzan. Como debe suceder en el diseño periodístico.
¿Quién dijo que las buenas noticias no son una noticia?
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