A veces pienso que el error comenzó en los años 90 del siglo pasado, no hace tanto, con los textos cortos, los despieces, las páginas visuales, el color, el diseñismo...
A veces pienso que el error comenzó en los 90's con los “textos cortos", los “despieces" y las páginas "visuales" https://t.co/dyTGCSWrqt— Mario Benito (@mario_benito) 11 de julio de 2016
El argumento eran tan sencillo, tan simple, tan simplón, como que "a la gente le interesa la televisión, así que los periódicos tienen que parecerse a la televisión". ¿Que se creen ustedes, que los gurús son cosa exclusiva del mundo digital? ¿Que nacen, crecen, se multiplican mucho y su fecha de caducidad es muy corta sólo ahora? No. Incluso sufrimos una burbuja de 'consultores' pagados a precios de escándalo en aquellos tiempos de bonanza en los que se atisbaba ya lo que podría venir. "Que la televisión es visual, pues los periódicos tienen que ser visuales." Son 5.000.000. De pesetas. La consulta, digo. "Los textos deben ser muy cortos, nadie lee más de dos o tres párrafos, nadie tiene tiempo, escriban ustedes una noticia de un telediario y verán qué pocas líneas ocupa."
Los periódicos tuvieron que ser como la televisión siguiendo la estela del mundialmente exitoso USA Today con su famosa, mítica ya, página del tiempo a la manera de los noticiarios televisuales porque a la gente, al público, a la audiencia, a los usuarios, les interesaba sobre todo, o sobre todo y nada más, la televisión. Pero los periódicos eran (¿son?) un producto informativo de lectura. Con lectores.
"Un periódico tiene que ser como la televisión." ¿A que ahora suena como una auténtica parida? Pues entonces te decían muy serios y muy bien vestidos que hay que ir a donde esté el público, hay que ser lo que quieren ellos que seamos, lo que les interese. ¿Les suena? Sólo que si dejas de ser lo que eres, dejas de ser. Esto no te lo decían. No te lo dicen.
Una red social, una aplicación, una empresa de software, un 'espacio cultural', un plató de televisión, un lugar de encuentro para tuiteros o un espectáculo con entradas a la venta para que vengan a ver cómo trabajas y disfruten del vibrante interior de una redacción en vivo, entre otras muchas ocurrencias más que seguiremos viendo venir si es que da tiempo, no son productos de lectura. No son un periódico ni un periódico es eso. No es eso, que dijo el filósofo, no es eso...
Y es que un periódico es (¿debería seguir siendo?) algo hecho fundamentalmente para leer. ¿Eso quiere decir que haya que renunciar a un diseño periodístico de excelencia? No tengo ni que contestar a esta pregunta retórica porque mi trabajo consiste precisamente en eso. Diseño al servicio de contenidos periodísticos. El mejor que se pueda hacer, todo el talento visual puesto al servicio de la información. Maquetar es informar.
Pero un periódico no se hacer para ser mirado, contemplado, modificado o configurado por usuarios en vez de lectores. Eso son otras cosas, otros productos informativos o de simple entretenimiento, que también pueden y deben ser interesantes, pero que no son un periódico.
Ricardo Curtis, mi primer director de Arte en el diario El Sol, uno de los mejores diseñados en la historia del periodismo español, muy visual, y uno de mis maestros junto a su inseparable Pedro Pérez, amigos ambos muy queridos aunque nos veamos cuando nos veamos y con el tiempo entre medias que sea porque la amistad no entiende de plazos de visita, me dijo hace relativamente poco: "No sé si nos equivocamos. Entonces lo teníamos muy claro, ahora no lo tengo tanto." También yo lo pienso a veces. Sólo a veces.
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