Honestamente, no puedo decir que Carlos Pérez de Rozas vaya a seguir existiendo como el torbellino de pasión, generosidad y cariño que era hasta su reciente muerte, porque con el corazón en la punta del bolígrafo con el que escribo desde la costa norte de Irlanda, sin cobertura, honestamente no lo sé; no lo puedo afirmar, ni creer que vayamos a existir eternamente una vez muertos. Ni siquiera lo puedo decir de él, el hombre con más vida de cuantos tuve la fortuna de conocer. Tampoco puedo afirmar lo contrario, que sea seguro que no tengamos más vida que la que tenemos hasta nuestra muerte. No lo sé.
Lo que sí puedo afirmar con absoluta rotundidad es que mientras sigamos existiendo cualesquiera de los muchos que le conocimos, Carlos Pérez de Rozas seguirá vivo.
Seguirá vivo mientras yo tenga vida porque nunca le olvidaré y vivirá, aunque sea un poquito, en mí. Es más, no puedo creer que haya muerto como me dijeron a través de internet mis amigos del diario El Mundo y de encajabaja, estando yo de viaje en Belfast. Después continué mi trayecto hacia el norte de la isla, hasta el mar más poderoso y sobrecogedor que posiblemente haya visto nunca, donde los móviles pierden la cobertura e internet se desvanece asustado por el viento, las olas pesadas y lentas, las rocas de la costa, las piedras negras entre el verde luminoso de Irlanda del Norte.
Aquí supe, escribiendo en la libreta y con el bolígrafo de cortesía del Hotel Caseway, que estaba hablando sólo de mí porque no puedo decir nada de Carlos Pérez de Rozas. Las palabras no llegan, no pueden, como no puedo yo creer que haya muerto. Sólo puedo quererlo, mucho menos de lo que él me quiso a mí porque nadie superará nunca a Carlos Pérez de Rozas en lo que a querer se refiere. Hablando de amor sí puedo hablar de él y no de mí; puedo decir que fue la persona que más ha amado a los periódicos impresos de cuantos amantes de los diarios hayan existido, existimos y existirán. Con una pasión que se manifestaba en carreras, saltos, gestos y gritos, que se le escapaba por los ojos de los que se derramaba vida pura. Tanta, que es imposible que Carlos Pérez de Rozas pueda morir nunca.
Artículos (algunos) sobre Carlos Pérez de Rozas
(Barcelona, 1948-Madrid, 10 de agosto de 2019)
La mirada de Carlos Pérez de Rozas (maravilloso artículo de Natàlia Rodríguez en Diari de Tarragona).
Artículo en la web de los Premios ÑH (capítulo español de la SND), en el que se incluye un vídeo que se realizó en 2008 como un homenaje a la trayectoria, y a la persona, de Carlos Pérez de Rozas.
Escribí el texto que encabeza la entrada del blog el día 11 de agosto de 2019, horas después de enterarme de que nuestro amigo y maestro había fallecido. He estado dudando desde entonces si publicarlo o no, es algo personal, aunque finalmente he decido compartirlo (él compartía todo, "vamos a hacer felices a mucha gente, Mario", me dijo hace años cuando yo tenía ciertas dudas para formar parte del jurado de los premios ÑH en 2011, jurado del que él formó parte y que también por eso se convirtió en una experiencia inolvidable).
Jurado de los premios ÑH8 Lo Mejor del Diseño Periodístico España&Portugal 2011 (SND-España), en las puertas de la FCOM (Facultad de Coumunicación) de la Universidad de Navarra. Carlos Pérez de Rozas es el primero por la izquierda de la fila inferior y yo, no puede ser de otra manera, estoy a su lado, detrás de él.
En lo relativo a los artículos enlazados, se trata de una selección, claro. Abran el navegador, tecleen el nombre de Carlos Pérez de Rozas en la casilla que habilita el oráculo (también llamado Google) y presionen la tecla enter...
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