Todavía no se han apagado los ecos del criticadísimo rediseño del diario El Mundo, sobre el que encajabaja publicará mañana un artículo ofreciendo nuestro punto de vista, pero ese griterío no ha podido callar a nuestro asombroso equipo de expertos que un lunes más nos ofrecen una nueva entrega de su afamado Diseñario, obra colectiva e irreverente sobre el diseño periodístico y la prensa en general que, además, está abierta a vuestra participación.
Sección. División temática que se realiza en un periódico para distinguir entre sí los temas que lo conforman. Normalmente la división suele ser en ámbitos muy generales, tales como Nacional, Internacional, Local, Economía, Deportes, Cultura, Opinión. O sinónimos de los mismos: España, Mundo, Madrid (u otra ciudad cualesquiera, aquella en la que se imprime el diario), Dinero, Deportes (única sección que se llama igual en todos los periódicos), Arte y literatura, etcétera. Podríamos pensar que la nomenclatura de las secciones es baladí o que no tiene intención, pero nada más lejos de la realidad. Muchas veces la división en secciones de un medio puede marcar el tono en el que quiere tratar las noticias. No es lo mismo llamar a tu sección España (o Nacional) que Política. La primera es un contenedor de casi todo lo que pasa dentro de nuestras fronteras y la segunda está más centrada en la actividad política y sus consecuencias. Y no es lo mismo decir que trabajas en Programación, que en la sección de Comunicación.
También es muy importante el orden en el que se presentan, porque señala la jerarquía que cada medio establece entre los temas. Un medio puede dar más importancia a la política internacional o a la opinión que tenga el propio medio sobre los asuntos más importantes del día u optar por abrir siempre con un tema de actualidad, independientemente de la sección a la que pertenezca. En este aspecto, el orden de los factores sí altera el producto. Y mucho. Es una seña de identidad, y un cambio en esta ordenación de secciones puede, o no, suponer una pérdida de lectores importante.
Pero sección también es una división física que se establece en las redacciones. Todas están compartimentadas por secciones, encargadas de rellenar sus respectivas páginas y que no suelen mezclarse con las otras al menos que sea absolutamente imprescindible. Casi cuentan con sus propias fronteras y pasaportes. Porque pertenecer a una sección es como pertenecer a una tribu urbana y, como en Romeo y Julieta, los Capuleto no pueden juntarse con los Montesco. Cada una tiene sus manías, sus filias, sus fobias, sus modos de hacer... los cuales adquieres con el tiempo, gota a gota, día a día, marrón a marrón. Y cuando cambias de sección (ya sea a gusto o disgusto), e intentas traspasar todo lo aprendido, rápidamente te dirán: "lo siento, pero aquí no se hacen las cosas así, estás en otra sección".
Sensacionalismo. Desviación del ideal periodístico consistente en la divulgación de noticias por su valor emotivo en vez de por su valor informativo. La palabra deriva, evidentemente, de "sensación", o sea "impresión que las cosas producen por medio de lo sentidos", según nuestra docta Academia. Hablamos pues del escurridizo y manipulable ámbito de los sentimientos en vez del ámbito de lo racional, al que supuestamente pertenece el "interés general" que la mayor parte de los manuales de periodismo señalan como el legítimo fin de las noticias. Claro que no siempre los sentimientos son algo que debamos dejar de lado, tal vez no debamos hacerlo nunca, ni el "interés general" aparece definido en ningún sitio de manera que todos estén de acuerdo. En la práctica diaria del periodismo resulta todavía más difícil equilibrar ambos términos.
Sucede que como decíamos, el sensacionalismo es una desviación y, por tanto, es un desequilibrio deliberado en favor de lo "sensacional" con el fin de vender más. Periódicos o espacios publicitarios en televisión, radio o internet, que ningún soporte se escapa. Para Martínez de Souza esto se consigue "presentando materias que exploran las bajas pasiones y los inteses menos nobles del público", esos instintos irracionales relacionados sobre todo con el sexo y la violencia, vamos. Para conseguirlo se utilizan fundamentalmente dos recursos: la exageración y la dramatización. Y exagera el sensacionalismo hasta tal punto que llega a deformar la realidad, a inventarla y falsearla, a hacer un espectáculo con cualquier cosa, incluso con el dolor y la tragedia humana. Ejemplo clásico de este estilo periodístico es la "guerra inventada" de William Randolph Hearst entre EEUU y España para vender más periódicos en su dura competencia con Joseph Pulitzer, quien por esas ironías del destino (y del dinero con el que consigió lavar su imagen) da nombre ahora a los premios periodísticos más prestigiosos del mundo al periodismo de calidad... que nunca se practicó en sus sensacionalistas diarios norteamericanos.
El sensacionalismo necesita del diseño periodístico en los periódicos, en cuyas páginas va unido indisolublemente a una forma determinada, e incluso a una palabra concreta: "amarillismo". Aunque ahora ambos términos son sinónimos, en su origen el amarillismo se refería al aspecto formal del sensacionalismo. Como se puede imaginar, hablamos de una presentación espectacular, a técnicas donde también se exagera el tamaño de letra en los titulares, la edición fotográfica, portadas estilo "póster", colores llamativos... precisamente se asocia tradicionalmente el color amarillo con tan desprestigiada práctica por las tiras cómicas Yellow kid aparecidas en 1896 en The Journal, editado por Hearst.
Nada mejor que terminar con un pequeño caso práctico para entender del todo a qué nos referimos con sensacionalismo. Transcribimos a continuación una conversación entre el director del periódico The Examiner de Chicago, Walter Burns, con su periodista estrella Hildy Johnson:
Johnson: ...estafadores y gángsters... (tac, tac, tac de máquina de escribir) ciudad del pecado... (tac, tac, tac) sangre en los bajos fondos... (tac, tac, tac) una rapsodia en rojo... (tac, tac, tac)
Director: ¡Rojo!, ¡así es como lo pondremos! Los titulares en tinta roja.
Johnson: ¿Tipo de letra 180?
Director: ¡Nada de 180! ¡360!
Johnson: Como cuando Lindberg aterrizó en París...
Serif. Como "rasgo" pero en fino. Queriendo parecer que sabemos mucho, mucho más que los demás. Nada que ver con agentes de la autoridad con una estrella de latón prendida en el pecho.
Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.
Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.
Diseñario (XXIV): margen-medianil.
Diseñario (XXV): Milenium-monstruo.
Diseñario (XXVI): negrita-noticia.
Diseñario (XXVII): Ñ-ñoño.
Diseñario (XXVIII): ojo-ordenador.
Diseñario (XXIX): P&J-paginero.
Diseñario (XXX): palo seco-párrafo.
Diseñario (XXXI): pata-PC.
Diseñario (XXXII): periódico-Photoshop.
Diseñario (XXXIII): Pi-pie.
Diseñario (XXXIV): píxel-prototipo.
Diseñario (XXXV): publicidad-punto.
Diseñario (XXXVI): Quark.
Diseñario (XXXVII): rasgo-recuadro.
Diseñario (XXXVIII): redacción.
Diseñario (XXXIX): redactor-redonda.
Diseñario (XL): rejilla-resolución.
Diseñario (XLI): revista-ritmo.
Diseñario (XLII): robapágina-rotativa.
Diseñario (XLIII): sábana-sangría.
Sección. División temática que se realiza en un periódico para distinguir entre sí los temas que lo conforman. Normalmente la división suele ser en ámbitos muy generales, tales como Nacional, Internacional, Local, Economía, Deportes, Cultura, Opinión. O sinónimos de los mismos: España, Mundo, Madrid (u otra ciudad cualesquiera, aquella en la que se imprime el diario), Dinero, Deportes (única sección que se llama igual en todos los periódicos), Arte y literatura, etcétera. Podríamos pensar que la nomenclatura de las secciones es baladí o que no tiene intención, pero nada más lejos de la realidad. Muchas veces la división en secciones de un medio puede marcar el tono en el que quiere tratar las noticias. No es lo mismo llamar a tu sección España (o Nacional) que Política. La primera es un contenedor de casi todo lo que pasa dentro de nuestras fronteras y la segunda está más centrada en la actividad política y sus consecuencias. Y no es lo mismo decir que trabajas en Programación, que en la sección de Comunicación.
También es muy importante el orden en el que se presentan, porque señala la jerarquía que cada medio establece entre los temas. Un medio puede dar más importancia a la política internacional o a la opinión que tenga el propio medio sobre los asuntos más importantes del día u optar por abrir siempre con un tema de actualidad, independientemente de la sección a la que pertenezca. En este aspecto, el orden de los factores sí altera el producto. Y mucho. Es una seña de identidad, y un cambio en esta ordenación de secciones puede, o no, suponer una pérdida de lectores importante.
Pero sección también es una división física que se establece en las redacciones. Todas están compartimentadas por secciones, encargadas de rellenar sus respectivas páginas y que no suelen mezclarse con las otras al menos que sea absolutamente imprescindible. Casi cuentan con sus propias fronteras y pasaportes. Porque pertenecer a una sección es como pertenecer a una tribu urbana y, como en Romeo y Julieta, los Capuleto no pueden juntarse con los Montesco. Cada una tiene sus manías, sus filias, sus fobias, sus modos de hacer... los cuales adquieres con el tiempo, gota a gota, día a día, marrón a marrón. Y cuando cambias de sección (ya sea a gusto o disgusto), e intentas traspasar todo lo aprendido, rápidamente te dirán: "lo siento, pero aquí no se hacen las cosas así, estás en otra sección".
Sensacionalismo. Desviación del ideal periodístico consistente en la divulgación de noticias por su valor emotivo en vez de por su valor informativo. La palabra deriva, evidentemente, de "sensación", o sea "impresión que las cosas producen por medio de lo sentidos", según nuestra docta Academia. Hablamos pues del escurridizo y manipulable ámbito de los sentimientos en vez del ámbito de lo racional, al que supuestamente pertenece el "interés general" que la mayor parte de los manuales de periodismo señalan como el legítimo fin de las noticias. Claro que no siempre los sentimientos son algo que debamos dejar de lado, tal vez no debamos hacerlo nunca, ni el "interés general" aparece definido en ningún sitio de manera que todos estén de acuerdo. En la práctica diaria del periodismo resulta todavía más difícil equilibrar ambos términos.
Sucede que como decíamos, el sensacionalismo es una desviación y, por tanto, es un desequilibrio deliberado en favor de lo "sensacional" con el fin de vender más. Periódicos o espacios publicitarios en televisión, radio o internet, que ningún soporte se escapa. Para Martínez de Souza esto se consigue "presentando materias que exploran las bajas pasiones y los inteses menos nobles del público", esos instintos irracionales relacionados sobre todo con el sexo y la violencia, vamos. Para conseguirlo se utilizan fundamentalmente dos recursos: la exageración y la dramatización. Y exagera el sensacionalismo hasta tal punto que llega a deformar la realidad, a inventarla y falsearla, a hacer un espectáculo con cualquier cosa, incluso con el dolor y la tragedia humana. Ejemplo clásico de este estilo periodístico es la "guerra inventada" de William Randolph Hearst entre EEUU y España para vender más periódicos en su dura competencia con Joseph Pulitzer, quien por esas ironías del destino (y del dinero con el que consigió lavar su imagen) da nombre ahora a los premios periodísticos más prestigiosos del mundo al periodismo de calidad... que nunca se practicó en sus sensacionalistas diarios norteamericanos.
El sensacionalismo necesita del diseño periodístico en los periódicos, en cuyas páginas va unido indisolublemente a una forma determinada, e incluso a una palabra concreta: "amarillismo". Aunque ahora ambos términos son sinónimos, en su origen el amarillismo se refería al aspecto formal del sensacionalismo. Como se puede imaginar, hablamos de una presentación espectacular, a técnicas donde también se exagera el tamaño de letra en los titulares, la edición fotográfica, portadas estilo "póster", colores llamativos... precisamente se asocia tradicionalmente el color amarillo con tan desprestigiada práctica por las tiras cómicas Yellow kid aparecidas en 1896 en The Journal, editado por Hearst.
Nada mejor que terminar con un pequeño caso práctico para entender del todo a qué nos referimos con sensacionalismo. Transcribimos a continuación una conversación entre el director del periódico The Examiner de Chicago, Walter Burns, con su periodista estrella Hildy Johnson:
Johnson: ...estafadores y gángsters... (tac, tac, tac de máquina de escribir) ciudad del pecado... (tac, tac, tac) sangre en los bajos fondos... (tac, tac, tac) una rapsodia en rojo... (tac, tac, tac)
Director: ¡Rojo!, ¡así es como lo pondremos! Los titulares en tinta roja.
Johnson: ¿Tipo de letra 180?
Director: ¡Nada de 180! ¡360!
Johnson: Como cuando Lindberg aterrizó en París...
Serif. Como "rasgo" pero en fino. Queriendo parecer que sabemos mucho, mucho más que los demás. Nada que ver con agentes de la autoridad con una estrella de latón prendida en el pecho.
Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.
Diseñario (VI): cintillo-confeccionador.
Diseñario (VII): contorneo-despiece.
Diseñario (VIII): Didot-doble.
Diseñario (IX): Edicomp-encajabaja.
Diseñario (X): entradilla-estilo.
Diseñario (XI): familia-firma.
Diseñario (XII): folio-fotografía.
Diseñario (XIII): Franklin Gothic-fuente.
Diseñario (XIV): fusilar-Garamond.
Diseñario (XV): Gótica-grotesca.
Diseñario (XVI): Gutenberg-huérfana.
Diseñario (XVII): ilustración-información.
Diseñario (XVIII): interletraje-justificado.
Diseñario (XIX): kerning-lector.
Diseñario (XX): legibilidad-línea de base.
Diseñario (XXI): linotipia-luto.
Diseñario (XXII): Mac-mancha.
Diseñario (XXIII): mancheta-maquetador.
Diseñario (XXIV): margen-medianil.
Diseñario (XXV): Milenium-monstruo.
Diseñario (XXVI): negrita-noticia.
Diseñario (XXVII): Ñ-ñoño.
Diseñario (XXVIII): ojo-ordenador.
Diseñario (XXIX): P&J-paginero.
Diseñario (XXX): palo seco-párrafo.
Diseñario (XXXI): pata-PC.
Diseñario (XXXII): periódico-Photoshop.
Diseñario (XXXIII): Pi-pie.
Diseñario (XXXIV): píxel-prototipo.
Diseñario (XXXV): publicidad-punto.
Diseñario (XXXVI): Quark.
Diseñario (XXXVII): rasgo-recuadro.
Diseñario (XXXVIII): redacción.
Diseñario (XXXIX): redactor-redonda.
Diseñario (XL): rejilla-resolución.
Diseñario (XLI): revista-ritmo.
Diseñario (XLII): robapágina-rotativa.
Diseñario (XLIII): sábana-sangría.