martes, 6 de julio de 2010

Fútbol en la redacción (II)

Vivimos un momento histórico. España, nuestra selección, La Roja, juega mañana una semifinal de un Mundial por primera vez en su historia. Los afortunados que lo puedan seguir en la redacción tienen aseguradas dos cosas: una noche infernal de trabajo y el enorme placer de seguir el partido en el periódico, a veces mirando de reojo los monitores, otras decididamente plantados en los pasillos, abrazados a un compañero, animando y gritando como si estuvieran en Durban, en pleno absentismo laboral patrio. Se levanta el país de muchas formas, algunas más decorosas que otras...



Parte de la redacción celebrando el penalti de Xabi Alonso a Paraguay.

Lástima que hubiera que repetirlo... VIDEO: Luis Blasco.

Estas entregas futboleras darían para escribir un libro. En él tendríamos que hacer una clasificación de personajes que se transforman cuando su equipo juega un partido. Para los que jugamos al fútbol existe una máxima universal: "Se juega como se es", que también es aplicable a "se sigue un partido en la tele como se es". En estos casos, es difícil mantener las apariencias, y a todos, tarde o temprano, nos aflora el taxista que llevamos dentro.

Eso explicaría en parte, porqué al bueno de Tomás Roncero (hay mil anécdotas con él de protagonista) le daba por llamar "gordito" a cualquier jugador que recibiera la pelota cuando alcanzaba el éxtasis futbolístico: "¡Pásala, gordito! ¡Corre, gordito! ¡Tírate al suelo, goooorditooo!"

A lo que no hemos encontrado explicación es porqué a un clásico de la sección de deportes se desmelena cada vez que juega su odiado Real Madrid. Se contorsiona, se aferra los brazos contra el pecho, como si se helara de frío, y entre dientes murmura todo tipo de insultos y atropellos: "cabrones, cabrones..." Así, en voz baja, casi inaudible, resbalando las palabras... A los que le conocemos desde hace años nos hace muchísima gracia, aunque algún becario ha palidecido al ver como ese ser silencioso se transforma en una especie de Mr. Hyde...

A nuestro querido encajabaja Mario Benito, polemista por vocación y futbolero pasional la séptima Copa de Europa del Madrid le pudo costar cara. Para celebrar el gol de Mijatovic en la final de Amsterdam no se le ocurrió otra cosa mejor que lanzarse, literalmente, a puertagayola dentro del despacho de un subdirector que había estado haciendo campaña toda la semana en favor de la Juventus. En uno de esos impulsos autodestructivos que se lamentan toda la vida, Mario tomó tal impulso que se detuvo tres o cuatro metros dentro del despacho del sorprendido superior, que, además, estaba acompañado de otro subdirector del periódico. Alucinados ante aquel energúmeno que entró de un salto en el despacho y se plantó de rodillas delante de medio staff, no fueron capaces de articular respuesta... Después del partido, ya serenos, uno de los subdirectores le preguntó a Mario: "Oye, ¿tú tienes contrato fijo?"

Pero no todo en el fútbol han sido alegrías y alborozos. R ecuerdo con especial viveza el dramático partido que el Real Madrid jugó contra la Roma en la Champions de 2001. El Madrid ganó con partidazo de Guti incluído, pero nadie celebró sus goles. Tan sólo cuatro horas antes, dos aviones habían impactado contra las Torres Gemelas de Nueva York, haciendo tambalear el mundo. El 11 de septiembre no lo olvidaremos por muchísimos motivos. A mí no se me olvidará nunca el silencio en la redacción cuando, cosas de la UEFA, el Madrid goleaba a la Roma en la ciudad eterna mientras en Nueva York se asentaba el polvo de aquella tragedia.

En cierta ocasión, Fernando Baeta salió del despacho de reuniones para echarnos una bronca. Estábamos montando demasiado jaleo viendo un partido en la tele de deportes, siempre aquel pequeño monitor. Conforme le veíamos llegar, el alboroto se fue diluyendo. Llegó muy serio a nuestra altura y empezó a decir: "Haced el favor de bajar el tono, hombre, que estamos traba...jan... ¡Mira! ¡¡Mira!! ¡¡Pásale!! ¡¡¡Que está sólo!!! ¡¡¡¡¡Huuuuuuyyyyyy!!!!!" Y tras fallar aquella ocasión el Barcelona, volvió a su reunión de portada.

Continuará...

jueves, 1 de julio de 2010

Fútbol en la redacción (I)

El fútbol en una redacción es una delicatessen, una experiencia reservada para una estirpe de elegidos. Un selecto grupo salvaje que no tiene horarios, ni festivos, ni fines de semana y que aprovechan el rito para expulsar todas las frustaciones acumuladas en años de profesión y desajustes familiares.

Puedo contar mi estancia en el periódico por Mundiales. Me subí al barco hace cuatro, en el Mundial de 1998. Aquél campeonato francés que regaló al mundo la elegancia y el saber templado de el gran Zidane, y que tuve que seguir a través del enorme televisor de mi vecino de enfrente. Hasta que mi vecino se asustó y bajó la persiana, y decidí que verlo en el periódico era menos inquietante para todos.

Avanzado el campeonato, Francia dirimía su duelo con Italia en los penalties mientras a escasos metros de allí, los jefes mantenían la reunión de primera edición. Cada penalti era celebrado entre saltos y gritos por varias decenas de periodistas, jóvenes y veteranos que, huérfanos ya de España, nos habíamos sumado a la causa bleu. En medio de aquel clamor, la figura del gran Tomás Roncero destacaba. Saltaba, gritaba, se retorcía como si estuviese poseído. Primero fueron dos avisos. Al tercero, de la sala de reuniones salió uno de los subdirectores y disolvió la manifestación de dos voces, para terminar recriminando a Tomás: “¡Tommy, coño, da un poquito de ejemplo!”. Roncero le miró con las orejas gachas y soltó: “Vale hombre, no te enfades, vamos a tener un poquito de criterio…”
Roncero, hoy mundialmente conocido, era un compañero entrañable. En cierta ocasión, sonaba el himno de Francia. Los himnos tienen algo que te hacen cuadrarte, aunque no sean el tuyo. Se suelen escuchar con respeto y emoción. Emoción que desbordó a Tomás (ya de por sí desbordado…) y que le hizo exclamar: "La Marsellesa, tío… eso sí que es un himno, coño, y no el nuestro, chunda-chundaaaa…¡Venga, hombre!”

Para el mundial de Corea y Japón ya tenía mi propia tele, pero prefería seguir viéndolo en el periódico. Especialmente emocionante fue el partido contra Irlanda, en octavos. Todo el partido sufriendo, España se desinfló y llegamos a la prórroga. Cundió el desánimo entre los muchos que lo seguíamos en el pequeño monitor que tenían los chicos de deportes, pensando que nos pasaría lo de siempre. Hasta que Carlos Carbajosa, amigo y periodista, saltó de su silla y empezó a gritar como un loco: “¡Vamos hombre! ¡España! ¡Espaaaññaaaaa!” y aplaudía cada saque de banda como si hubiésemos metido un gol. Y nos lo contagió. Y entre gritos y aplausos llegamos a los penalties y ganamos. Y nos abrazamos saltando, febriles, porque era la primera tanda que ganábamos en la historia. Y creo que el bueno de Charly tuvo mucho que ver en todo aquello, con su irracional ataque de fe en España. Nunca he vivido un partido tanto como áquel, ni en la tele, ni en un campo…

El loco Fernando (de azul), Sanchidrián (de rojiblanco) y Llamas (en primer término) viendo a su Atleti el último día de Pradillo 42. Herguedas, de blanco madridista, hace como que no ve... FOTO: Mario Benito.

Mundiales aparte, las noches de Europa han dado miles de anécdotas. En deportes había un tiranosaurio de juguete encima de la tele. Pocos segundos después de que Redondo volviera del revés Old Tradford con un taconazo inolvidable, Roncero tenía abrazado aquel dinosaurio de plástico contra su entrepierna. Sus pequeños bracitos se quedaron sujetos al pantalón y ante la carcajada general se paseó por toda la redacción corriendo, saltando y gritando: “¡Come, Godzilla! ¡¡¡Comeee!!!

Fernando, el loco, era, es, un entrañable compañero, un histórico de la redacción. La puta crisis nos lo arrebató como compañero hace un año, pero no como amigo fiel. Colchonero hasta la enfermedad (de ahí su cariñoso apodo), es el único periodista del mundo doctor en periodismo con una tesis sobre su Atlético de Madrid. Las noches de partido eran únicas con él. Era como un galo ebrio de poción mágica sitiado por romanos: irreductible. Tanto empeño le ponía en reírse del Madrid, que sólo conseguíamos que nos dejara en paz llamándole por teléfono a su cuartito de los teletipos, al que acudía veloz cada vez que sonaba. En cuanto respondía, le colgábamos. Y así, conseguíamos ver el partido tranquilos. Una vez lo hicimos tantas veces, que cuando terminó la primera parte, salió de su rinconcillo diciendo: "Joder, no paran de llamarme y no estoy viendo nada del partido". Querido locuelo, te echamos de menos...

En una semifinal del Madrid contra el Bayern de Munich estábamos sufriendo. El Bayern era un coloso y Oliver Khan lo estaba parando todo. El Madrid necesitaba otro gol. Casi al final del partido, un rechace cayó a los pies de Guti dentro del área. Un alemán enorme se abalanzó sobre él. Guti le soltó un codazo histórico en plena cara y, mientras el alemán caía como un árbol talado, su centro lo convirtió en gol alguien, creo que Morientes. Todos empezamos a saltar, excepto alguien que dijo: “¡Pero si le ha dado un codazo en la boca al alemán!” a lo que un encajabaja exaltado respondió: “¿Cómo entraron ellos en París? ¿Regateando?”

Continuará...

lunes, 28 de junio de 2010

Feito

Llevaba buscando esta foto desde hace ya... ¡más de un año! Desde que Ernesto López Feito, mi amigo Feito, falleció inesperadamente de un ataque al corazón en un taxi camino de casa, cuando salía de la radio al terminar su programa deportivo de cada día en la cadena Ser. Tarde muy tarde. De noche, como cuando trabajábamos juntos.



La calidad técnica de la foto no es muy buena, lo sé. Pero es la justa como para mostrar que éramos amigos, lo que había entre nosotros en aquellos tiempos divertidos y difíciles de La Información de Madrid. Noches en las que yo quería matarle cuando hacíamos páginas juntos y juntos terminábamos riéndonos. Muy tarde. Siempre de noche.
Nos conocimos allí, en ese hasta ahora último proyecto para hacer un periódico de Madrid sin la necesidad de serlo también nacional, cuando en 1994 un grupo de amantes de los periódicos intentamos diseñar y escribir y fotografíar y dibujar nuestra ciudad. Loriga, Curtis, Pedro Pérez, Manu Marlasca, Julio Ruiz, Adrián Guerra, Fernando Neira, Virginia Drake, Ferran Marín, Alfonso Aguilar... cito de memoria y me olvido, claro, José Antonio Contreras, Antoñito Ruiz, Feito...

Quise escribir y no pude porque quise que estuviera la foto, que he buscado desesperadamente desde entonces. Pero eso ha supuesto que no tenga que hablar de lo que hablaron esos días las necrológicas que se publicaron sobre él, con los medios en los que había trabajado y todo eso. Todo eso de lo que yo no sé nada porque yo sólo conocía su nombre del programa de deportes de José María García en Antena 3 (la Antena 3 Radio gloriosa, con Pumares, Balbín, Antonio Herrero...) y a él después en este pequeño diario en el que tuvimos la suerte de encontrarnos. De encontrarme con alguien del que nadie, nadie, ha podido nunca hablar mal, y no lo digo porque esté muerto sino porque es verdad. Después no he vuelto a verle ni a hablar con él, y lo lamento, pero aun así sé (y estoy seguro de que él también lo sabía) que seguíamos siendo amigos. Lo seremos siempre.

Jugábamos el campeonato mundial de Defender entre nosotros y con la gente de otra redacción que ahora no recuerdo y cuyos resultados nos traía y les llevaba Perico (mensajero y fotero, también fallecido, aunque mucho más joven, en una carretera portuguesa, otra historia que ya contaré), disparando con saña y sueño en nuestros macs después del cierrre, tarde muy tarde, de noche ya para siempre. Le gustaba el diseño de las páginas y nos entendíamos. Se sentaba conmigo cada noche y juntos hacíamos la contraportada del periódico, que era otra portada y que era una portada póster (si es que está todo ya inventado, incluso lo más moderno), y la hacíamos a veces a la primera ideando títulos, buscando la foto que mejor lo ilustrase, si un tema o varios... y la hacíamos cargándonos el cierre a la segunda, a la tercera, a la cuarta, y a la desesperada al final queriendo yo cogerle del cuello como en la fotografía, ¡Feito, joder! Llegó a crearse un premio con una caja de cartón y un rollo de papel fotográfico gastado (parecido al tubito de cartón interior de los rollos de papel higiénico pero más grande) que se iba poniendo cada día en la mesa del último que cerrara y que llevaba el nombre de "memorial Ernesto López Feito". No puedo seguir escribiendo...

miércoles, 23 de junio de 2010

Periodiquerías (XX)

Estamos que lo tiramos. Y es que en esta nueva entrega de Periodiquerías participa nada menos que nuestro querido Toni Piqué, que además de mil cosas es coeditor de Paper Papers, al que ya hemos mencionado en más de una ocasión como uno de los mejores blogs en lengua castellana sobre periodismo, con una fotografía tomada en la misma plaza del Duomo de Milán. Un curioso kiosco encabezado por la prestigiosa revista Monocle. "En la plaza, a uno y otro lado, dos grandes librerías, Mondadori y Feltrinelli. En medio, este quiosco como la aldea de Astérix... en pijo", nos cuenta con su inteligente sentido del humor.
Por si fuera poco, tenemos también una imagen chilena del kiosco Don Bosco, en Punta Arenas, que nos envió hace tiempo nuestro jefe, y a pesar de todo amigo, John Müller. A pesar de todo, porque además nos hemos convertido en rivales futboleros, o sea nada deportivos, ya que el Mundial de fútbol de Sudáfrica ha querido que Chile y España se tengan que enfrentar este viernes en un partido decisivo para pasar a octavos de final.
Y por si todo esto no fuera ya suficiente, Gonzalo del Prado nos envía una gran fotografía (en realidad, un gran reportaje del que hemos tenido que elegir una imagen) de una lujosa periodiquería en la localidad francesa de Cannes tomada durante la celebración de su festival internacional de cine. Gracias a los tres, de verdad.







Milán (Italia, 2010) / Toni Piqué





Punta Arenas (Chile, 2009) / John Müller





Cannes (Francia, 2010) / Gonzalo del Prado



Enviadnos fotos de vuestras "periodiquerías" antes de que todas sean iguales y se llamen iPad. Fotografiad esos lugares en los que todavía se venden periódicos, y las publicaremos en esta serie. Si queréis.



Entregas anteriores de Periodiquerías:

Periodiquerías (I):
Madrid - Nueva York - Sevilla
Periodiquerías (II): Bilbao - Resistencia (Chaco-Argentina) - Múnich
Periodiquerías (III): Estambul - Praga - Nueva York
Periodiquerías (IV): Salamanca - Edimburgo - Tres Cantos (Madrid-España)
Periodiquerías (V): Lima - Bruselas - Mérida (España)
Periodiquerías (VI): Londres - París - Roma
Periodiquerías (VII): Las Vegas - Los Cristianos (Tenerife) - Alicante
Periodiquerías (VIII): Antigua (Guatemala)
Periodiquerías (IX): Berlín - Viena - Moscú
Periodiquerías (X): San Francisco - Puerto de Santa María (Cádiz) - Málaga - Newspaperman
Periodiquerías (XI): Lisboa
Periodiquerías (XII): Venecia - San Petersburgo - Osaka
Periodiquerías (XIII): Barcelona - Los Angeles - Buenos Aires
Periodiquerías (XIV): Kabale (Uganda) - Honolulu (Hawai) - Filadelfia
Periodiquerías (XV): Zaragoza - Gerona - Pamplona
Periodiquerías (XVI): Miami - Nueva Delhi - Lima
Periodiquerías (XVII): Hollywood (Los Ángeles - USA)
Periodiquerías (XVIII): Cagliari (Cerdeña - Italia) - São Paulo - Parlamento Europeo (Bruselas)
Periodiquerías (XIX): México DF - Salzburgo - Buenos Aires

lunes, 21 de junio de 2010

Diseñario 2.0 (XXXV)

Aproximadamente en el ecuador de esta edición aumentada y corregida del Diseñario, llamada por eso 2.0, los autores anónimos y misteriosos de tan infinito empeño nos comunican que se autodisuelven hasta el próximo mes de septiembre, coincidiendo con las vacaciones escolares de verano. Necesitan, además de centrarse en los partidos del Mundial de fútbol (sí, vale, y en el de Basket...), un pequeño parón para volver con energía renovada y aportar todo lo que tienen dentro a esta obra infinita, colectiva, irreverente y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general. En estos tiempos difíciles, los miembros del comité de expertos del Diseñario os desean a todos unas felices y seguro que merecidas vacaciones de verano. Hasta comienzos de septiembre.





Lomo. En la encuadernación tradicional, zona interior de los pliegos o de las páginas donde se producirá la unión de las mismas, ya sea cosiéndolas, pegándolas o incluso grapándolas. Cuando estén todas unidas, el grosor del total impreso ya revestido de papel, cartón o piel, se conoce asimismo como lomo, la parte que permanece a la vista cuando los libros están colocados en una librería. Es una parte de enorme importancia, ya que un considerable número de lectores en todo el mundo es lo único que conocerán de muchas de las grandes obras de la literatura universal.
En prensa el lomo es, igualmente, la parte interior de los pliegos, es decir, el lado contrario al que van las manos cuando desplegamos una doble página. Y existen varias normas en el diseño que tienen directa relación con el lomo. Por ejemplo, la publicidad nunca se pone en el lado del lomo, siempre va "a las manos", es decir, a los márgenes exteriores. Esto es debido a la menor visibilidad de esa zona en comparación con los ángulos exteriores, ya que las páginas se consumen siempre de izquierda a derecha. Hasta hace bien poco, el lomo era infranqueable. Una imagen no podía sortearlo en casi ninguna circunstancia, debido a motivos tecnológicos. Esa limitación se ha superado felizmente con las nuevas tecnologías para alegría de cientos de paginistas que lo único que hacen ahora es invadir los lomos, a lo loco, haciendo que casi se pierda el concepto de una buena foto dada a cuatro columnas. Lo que en ningún caso puede atravesar el lomo es un texto. Su legibilidad se vería absolutamente comprometida. Muchos redactores insisten en que el lomo es un espacio terriblemente desaprovechado en el que les entraría unas cien líneas más de texto, pero en esto, los maquetadores nos hemos vuelto muy intransigentes...
Por último el lomo es una parte del cuerpo, muy sabrosa y apreciada si eres un gorrino, y por la que a todos, sin excepción, nos gusta que nos pasen la mano de vez en cuando, en señal de reconocimiento del trabajo bien hecho.

Lorem ipsum. Latinajo que usan los diseñadores para designar al texto falso y ver cómo queda una publicación en la que precisamente el texto juega un papel importante. Según cuenta la leyenda (nada misteriosa gracias a las www.) el texto procede de una frase de la obra De finibus bonorum et malorum (sobre los límites del bien y del mal) del filósofo romano Cicerón. El germen de los diez párrafos de los que consta el Lorem Ipsum es la sentencia "Neque porro quisquam est qui dolorem ipsum quia dolor sit amet, consectetur, adipisci velit". Si eliminamos las partes que no están en negrita y le añadimos un buen puñado de palabras latinas, tenemos la base para calcular si una publicación queda bien o no en función a la "mancha del texto". Aunque sólo las que estás editadas en inglés, porque este texto guarda una estructura similar a los texto ingleses. Pero queremos tranquilizar a los diseñadores no anglosajones: también hay versiones para otros idiomas.
Para aquellos que busquen su significado, lamentamos comunicarles que no lo tiene. Sólo sirve para ver cómo quedan los textos, nada más. No le demos más vueltas al asunto. Cuando la publicación esté editada, ya se verá el significado de los textos... si nos acordamos de quitar los Lorem Ipsum.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.

miércoles, 16 de junio de 2010

Frases célebres

Atendiendo al principio clásico de que el orden de lectura en la cultura occidental es de izquierda a derecha y de arriba a abajo, lo primero que aparece en nuestro periódico, antes que la fecha del día o incluso que la cabecera es... ¡una frase célebre!

Filósofos, escritores, políticos, afamados o anónimos pensadores de toda condición, gurúes de la sentencia breve y certera han pasado por "la frase", que es como llamamos a la frase en la redacción. Y no siempre resulta fácil buscar palabras pertinentes para encabecezar todo lo que se puede contar sobre un día, que es en definitiva un diario. Nuestro compañero de la mesa de cierre Alvaro Tizón nos explica cómo cada día leen el editorial para buscar una idea que se plasme después en una cita célebre. Tienen varios diccionarios de citas que cada vez consultan menos porque ahora lo más rápido y efectivo es utilizar páginas web como proverbia.net o wikiquote.



Nosotros queremos reseñar hoy también frases célebres, pero a un nivel más... cercano. Y como ya se cita sobradamente a diseñadores o periodistas pajamentalistas de renombre, vamos a hacerlo con palabras que se han ganado la fama en nuestro entorno inmediato, frases de gentes con quienes trabajamos y convivimos todos los días en la redacción.

"Lo mejor es enemigo de lo bueno", lleva repitiendo durante muchos años nuestro director adjunto John Müller para agilizar el cierre de las páginas, para terminar el trabajo de una vez. Y aunque pueda parecer a primera vista que esta filosofía pudiera perjudicar la excelencia... en realidad es puro periodismo. Es exactamente lo contrario al "vamos a darle otra vuelta", frase anónima de muchísimo éxito en todas las redacciones y entre el personal más diseñista en particular, pronunciada a menudo por quienes desconocen el afamado "umbral de descojonamiento". En realidad, con esto del "vamos a darle otra vuelta" lo que quieren decir es que le des otra vuelta TÚ, que vuelvas a hacer el trabajo otra vez TÚ, porque YO, o sea quien la pronuncia, lo más que haré a pesar del hipócrita plural es quedarme mirando a ver si me gusta o no.

Rocío Galván se pasó muchas noches recitándonos "el señor es mi pastor, nada me falta", como un lamento tal vez algo resignado o como fruto de su férrea voluntad. La frase hizo fortuna y ahora la oímos cada vez que alguien sufre algún contratiempo... o sea cada muy poco. Rocío creyó que dejaría de prounciarla cuando logró dejar finalmente la noche en busca de un futuro mejor en la sección de Economía... donde además de derrochar inteligencia y dedicación, mucha dedicación, sigue diciéndonos "el señor es mi pastor...", a lo que contestamos nosotros a coro "nada me falta".

"No hay nada como estudiar", nos dice desde hace muchísimo, desde el comienzo de los tiempos casi, y nos lo dice con mucho cariño además, Manu Llorente, jefe de Cultura a quien mucho cariño tenemos, cada vez que le gusta cómo hacemos una de sus páginas... a las que tiene tanto cariño o más que a nosotros.

"No nos comemos el turrón".
Varios autores, generalmente un grupo de optimistas que cada cierto tiempo nos recuerda que nuestros puestos de trabajo, así como la vida en general, son efímeros, vulnerables, finitos, precarios...

No podemos dejar de mencionar al gran Fernando Bermejo, un auténtico creador en lo que a frases, célebres o no, se refiere. Periodista de la escuela clásica, al frente de Deportes, es autor de entre otras mil o dos mil frases más de una que puede figurar con mérito propio entre las más célebres de cuantas frases célebres existen y que sirve absolutamente para todo sin decir absolutamente nada, o precisamente por eso. "En mi vida", exclama este talento natural del lenguaje ante cualquier situación que se le presente, fácil o difícil, para rechazar o incluso aceptar algo. Y nos hace exclamarlo después a todos, claro.

"Entre compañeros...", con gesto compungido, nos reprochó en una ocasión Quique Falcón, compañero de blog como todos sabéis y ahora en el mundo de la edición de vídeo, alguna faena que le habíamos hecho, y con razón. "Entre compañeros...", así, dejando sin terminar la sentencia, ha hecho merecida fortuna puesto que las putaditas abundan tanto... "entre compañeros...".

Y como todas las frases no nos caben, y en algún momento debemos terminar a pesar del tamaño infinito de las páginas en internet, lo vamos a hacer con una dedicada precisamente a las posibilidades del espacio físico. Y es que ante un título con demasiados caracteres para la portada, y ante la insistencia de quienes estaban en la reunión de que aquel título no cabía, se pronunció una frase que ha hecho historia en la redacción: "Va a caber".

lunes, 14 de junio de 2010

Diseñario 2.0 (XXXIV)

No sabemos si podremos retenerlos durante mucho tiempo más, aunque el bajo nivel de los primeros partidos de este Mundial de fútbol africano, con la excepción de la eterna Alemania, nos está ayudando a que sigan con nosotros los enigmáticos y caprichosos miembros del comité de expertos de encajabaja encargados de poner palabras a cada voz. Pero empiezan a gritar ¡Gol! cada vez más y por tanto a dejar de escucharnos. De momento, con todos ustedes, una nueva entrega del Diseñario, obra irreverente, colectiva, infinita y abierta a la participación Mundial, queremos decir mundial, sobre el diseño periodístico y la prensa en general.





Lead. Entradilla. Primer párrafo de toda noticia periodística en el que se incluye la información más importante, lo imprescindible, los datos básicos para entender y comprender qué ha pasado, dónde, cómo, cuándo, por qué y por parte de quién. Es decir, las seis W del periodismo (por las preguntas que se supone que hay que contestar al redactar una noticia, formuladas en inglés). Lo básico de lo básico, el germen de la noticia.
Pero no se confundan, esta palabra no es un neo-gilipollismo de la era 2.0. Lead tiene muchos años, no tantos como el periodismo, aunque haya estado ligado a él casi desde el comienzo de la prensa escrita en la era moderna.
Con el lead, iniciamos la estructura de información según la pirámide invertida, es decir: lo más importante, la base, se ofrece antes que lo demás, lo primero; y de ahí para abajo, los datos menos relevantes. Esta pirámide nos permite recortar los textos con una mínima pérdida de datos e información imprescindible para comprender la historia. Además, permitía cortar por lo sano el final de los textos con regla y cuchilla, que es como se hacía a la antigua o no tan antigua usanza, antes de que se escribieran las noticias en ordenadores. A lo bruto, sí, pero sin dejarnos nada importante en el tintero, que para eso tenemos la entradilla.
Como algunas cosas en el periodismo, el lead tiene un origen más bien poético. Se cree que esta forma de estructurar la información coincide con un fuerte desarrollo del telégrafo y la Guerra de Secesión norteamericana, allá por 1870. Esta es la primera guerra en la que los periodistas presencian los enfrentamientos en primera línea y envían desde alli sus crónicas.
Con lo precario de las comunicaciones, tanto por la época como por las vicisitudes lógicas de un conflicto, la transmisión de las noticias a las redacciones se veía interrumpida con más frecuencia de la deseada. Por ese motivo, los enviados especiales, que se organizaban en turnos para enviar sus crónicas, tenían que enviar la información más importante en un primer contacto, primero un párrafo cada uno de ellos, no vaya a ser que la línea no volviera y lo básico se quedara en el tintero. A medida que iban consiguiendo avanzar en sus turnos, iban enviando más información pero menos relevante, consiguiendo así la estructura de pirámide invertida.
Si llegaba todo, perfecto. Si no, no pasa nada, lo más importante está contado. Como en el primer párrafo de esta entrada. Creemos...

Levantar. Las razones para hacerlo casi nunca serán buenas, pero sí suficientes como para que haya que desistir de publicar una noticia, o sea, para levantar un tema. No está lo suficientemente contrastado, y aunque sepamos que es absolutamente cierto no queremos columpiarnos (consúltese el Diseñario para este último término); o no es del todo cierto, no exactamente así, con lo que deja de ser noticia; o descubrimos, consternados, que es radicalmente falso lo que pretendíamos publicar y que, además, ya estaba maquetado y todo. En una página realmente buena, que son las principales candidatas a ser levantadas.
Estas serían algunas de las razones puramente profesionales. Después están las otras, inconfesables, llenas de compromisos, asesinas del periodismo y de los periódicos.

Localizador. Pequeño gráfico que se incluye en las informaciones cuando el lugar donde se produce la noticia no es fácilmente situable en el mapa por el lector. Éstas son dos de las principales características de los localizadores, que sean realmente informativos, que aporten información al lector (no tiene mucho sentido hacer un localizador de Córdoba, pero sí localizar, por ejemplo, la pequeña localidad sudafricana en la que se aloja la selección española durante el mundial) y que sean pequeños, una o dos columnas como máximo, porque como tales, no son más que un apoyo, un plus de información para el lector.
Bien. Ahora, que los redactores y grafiqueros del mundo lean y copien cien veces el párrafo anterior. A ver si así, conseguimos que dejen de intentar llenar una página con un titular, cien líneas y "un localizador". Porque va en serio. Un localizador es un pequeño apoyo gráfico, que ayuda a situar la historia. El lugar es un dato, no la historia. Y situar al lector, hacer un sencillo mapa en el que se referencia el emplazamiento de los hechos no puede ocupar cinco columnas. Para llenar cinco columnas con un gráfico hacen falta muchísimos más datos, mucha más información y entonces... eso no es un localizador. Es un gráfico de los de toda la vida... que incluye un pequeño localizador.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.

viernes, 11 de junio de 2010

Ya está aquí, ya llegó

Llegó el viernes, por fin, y con él llegó el esperado y deseado nuevo diseño del más-que-centenario ABC. Se lleva hablando mucho tiempo de este rediseño, de sus dificultades y de cómo afrontarlo. Pues bien, tras un compás de espera, ya está en todos los kioscos. Debajo de estas líneas tenéis la primera portada, en la que suponemos que Alfredo Triviño habrá estado muy encima, como en los variados números cero que han hecho a lo largo de varios meses.


Tenéis un completo análisis de este rediseño, tanto en su versión web como en su versión de papel, en nuestro blog amigo CuatroTipos, y podéis ver más imágenes en el siempre atento Maquetadores de Paco Oca. En lo relativo al diario de papel, hay que dejar que evolucione un poco esta propuesta, en la que seguro que corregirán algunos desajustes propios del primer día, para hacer alguna valoración en la que intentaremos aportar alguna opinión de quien más estudia actualmente el diario fundado en 1903 por Don Torcuato Luca de Tena.

Todos al kiosco a ver cómo luce este nuevo ABC.

martes, 8 de junio de 2010

Centrado a la derecha (III)

Estábamos echándole ya de menos... pero aquí le tenemos de nuevo con todos nosotros. Y os podemos asegurar que la espera ha merecido la pena porque lo que nos cuenta hoy Pedro Pérez, maestro de maquetadores y periodistas en general, en esta su sección de "Centrado a la derecha" son nada más y nada menos que los fundamentos básicos del espacio entre palabras. Un aspecto fundamental para facilitar la lectura de un texto, absolutamente fundamental, y que lleva a que en ocasiones, sin que sepamos exactamente del todo por qué, algunas páginas (o publicaciones enteras) no lleguen a funcionar del todo, de que a pesar de que la estructuras de las páginas sea correcta percibimos una sensación general de que algo falla y no damos con la clave... ese color tipográfico que hoy nos desvela nuestro querido amigo y maestro en otra entrega de:





Sobre el interletraje

1. Espaciado
En nuestro intento de clarificar términos en castellano alrededor del mundo del diseño y la tipografía a los que habitualmente nos referimos en inglés nos enredamos hoy con el concepto de ‘interletrado’ o ‘interletraje’, que no existe como término para el diccionario de la Real Academia Española y tampoco para el María Moliner o cualquier otro que hayamos encontrado, pero que entendemos, en una visión general, como espacio entre los caracteres de una línea de composición.

Sí aparece –¡miren por dónde!– en ‘El Diseñario’ de encajabaja, donde se confirma nuestra primera acepción y se insiste en diversos términos –todos ellos perfectamente delimitados– desde un punto de vista fundamentalmente profesional.

Otros autores se refieren a este concepto como ‘espaciamiento’ –"acción y efecto de espaciar" como primera acepción en el diccionario de la RAE–, pero nunca acaba de quedar claro en las diferentes definiciones si los espacios tenidos en cuenta son en sentido horizontal o vertical (y en este último caso estaríamos hablando de interlineado, lo que resulta muy diferente). La tercera acepción del diccionario de María Moliner dice textualmente sobre espaciar: "Separar palabras, renglones con espacios o regletas". Pero mucho me temo que no es lo mismo separar una cosa y otra. También he leído el término ‘interletrear’ y a él nos referiremos en posteriores entregas. Éste si se refiere a los espacios adyacentes (izquierda y derecha) de las letras que son los que nos interesan en este recorrido.

De un simple vistazo a cualquier línea o renglón de un párrafo podemos diferenciar entre espacios que separan palabras y los que separan letras. Siendo aquellos obviamente mayores que estos. Nos centraremos en primer lugar en los primeros, dado que parecen un tema menos complicado (craso error) al que numerosos autores hacen referencia.

"Se llama espaciado –dice José Martínez Sousa (2005: 187)– al conjunto de espacios de una composición y a la acción de colocarlos entre palabra y palabra. Antiguamente –continúa el mismo autor– en la composición manual, se contaba con los siguientes espacios:
1. espacio mediano, cuarta parte del cuadratín del mismo cuerpo;
2. espacio grueso o gordo, tercera parte del cuadratín del mismo cuerpo;
3. medio cuadratín o media línea, la mitad del cuadratín del mismo cuerpo;
4. cuadratín o línea, un cuadrado de tantos puntos como fueran los del cuerpo con que se componía (por ejemplo, un cuadratín del cuerpo 10 tenía 10 puntos de lado ) (1)".

Estas afirmaciones de Martínez de Sousa confirman experiencias profesionales en diarios y revistas y teorías de muy diversos autores que piensan que el espaciado de los textos base que se utilizan en composición debe estar sobre un tercio del cuerpo utilizado (sobre todo en libros) y así lo hemos venido enseñando a nuestros alumnos.

Jorge del Buen Unna
, por otro lado, habla del ‘espaciamiento entre palabras’ y asegura que entre éstas "debe dejarse el menor espacio posible, apenas lo suficiente para que los vocablos se distingan como piezas individuales" (Del Buen, 2003: 192). Es este autor quien como justificación de su composición ‘apretada’ cita a Jan Tschichold (1991: 102): "Las razones para la tipografía compacta –escribe Tschichold– están basadas en la experiencia óptica: el medio cuadratín, como se usaba en la antigüedad, tiende a separar excesivamente las palabras, haciendo difícil la comprensión. Da como resultado una página inquieta, nerviosa, salpicada de nieve. Las palabras, en el renglón, están frecuentemente más próximas a los vecinos de arriba y abajo que a los de izquierda y derecha".

Digamos que entre el tercio propuesto por Sousa y la composición compacta de Del Buen (y que propone en muchas ocasiones hasta un octavo de cuadratín) hay diferentes soluciones de espaciado que deben variar inevitablemente a causa de la fuente utilizada, el interlineado, el ancho de la columna, el tipo de papel donde se imprime, el idioma, el programa de edición y la experiencia del diseñador. Entre otras cosas. Y, por supuesto, habrá que tener en cuenta el estilo de la letra (negra, chupada, cursiva, versales...), y si la composición va en bloques justificados o en bandera.

Todo un cúmulo de circunstancias que hacen del tema algo muy subjetivo pero que se basa en el reparto igual y regular de los espacios entre palabras con la finalidad de crear un ‘color tipográfico’ uniforme que no influya en la legibilidad y que no deje blancos irregulares(2) que se conviertan en centro de impacto visual desmesurado, lo que significa ‘ruido’ para la lectura.

¿Por qué aparecen estos espacios irregulares? Son tema de espaciado y hay tres causas principales: cuando evitamos particiones a final de línea, cuando controlamos que dichas particiones no se den seguidas en demasía y cuando la columna es excesivamente estrecha. Y la pregunta nace obvia: ¿cuántos guiones seguidos debemos permitir? La mayoría de autores consultados hablan de tres. Pero admiten hasta cuatro en composiciones angostas (como en el caso de diarios y revistas). En los diarios es bastante habitual ver hasta cinco o más particiones seguidas, lo que ya no es tan correcto.

Se pueden consultar más datos sobre buen ajuste y composición en temas de espaciado en páginas dedicadas exclusivamente a tipografía. En una de ellas concretamente, ‘Unos tipos duros’, se pueden consultar más sobre espaciado en este artículo. Muy bueno también el artículo de Ilene Strizver en inglés sobre espaciado.

En resumen, a pesar de que hablamos de espaciado en muy diferentes ocasiones (entre letras, entre líneas, entre párrafos...) pensamos que el término (en castellano) debe ser aplicado al hablar de espacios entre palabras. Y parece que el espaciado es, en primer lugar, cuestión de blancos entre vocablos y, después, de número de particiones seguidas a final de línea. Y aquí tienen una especial importancia las reglas ortográficas que aplica cada idioma.

En los dos principales programas de maquetación en uso –nos referimos a Quark e InDesign– accedemos a los controles sobre el espaciado en las ventanas de partición y justificación.



Quark concretamente lo hace en una única ventana donde, por un lado, permite establecer los valores mínimo, óptimo y máximo de separación entre palabras (apartado ‘espacio’) y, por otra parte, deja libertad para configurar el tamaño de palabra mínima a partir, los caracteres mínimos que quedan antes y después de la partición y el número máximo de particiones seguidas que el editor permite que el programa efectúe (lo que llama guiones en hilera).



InDesign utiliza, sin embargo, dos ventanas diferentes. En la de ‘justificación’ maneja los valores mínimos, óptimos y máximos del espacio entre palabras.



En ‘configuración de separación por sílabas’ el resto de parámetros.

Inmediatamente nos asalta una duda: ¿Cómo relacionamos las recomendaciones de nuestros maestros clásicos con los valores del software? Dicho de otra manera, cuando decimos que el espaciado óptimo de una composición corresponde a un tercio del cuerpo con el que estamos componiendo, ¿cómo traduzco eso al programa si sabemos que los valores que aplican los programas a estos espacios son porcentajes con respecto a espacios estándar de la fuente que estemos utilizando?

Dado que el espaciado es más una cuestión de impresión óptica y nunca una ciencia exacta, y de que de lo que se tarta es de conseguir un buen ‘color tipográfico’, pues a lo mejor la traducción no es estrictamente necesaria. Pero no va a estar muy lejos de los siguientes parámetros.

Para textos no justificados
Cuando componemos poemas, pies de foto o incluso despieces diversos, en muchas ocasiones, utilizamos alineación izquierda (bandera derecha) en la cual la justificación (y a veces también la partición de palabras) no está permitida.

En este caso se pueden preparar cinco modelos de P&J que afecten únicamente al espaciado (word spacing). En la siguiente tabla sólo se contempla el espaciado óptimo como porcentaje del valor estándar establecido para cada fuente. Teniendo en cuenta que, como dijimos, lo usaremos en párrafos alineados a la izquierda, los valores para ‘mínimo´y ‘máximo´serían ignorados.



Según fuente, estilo y demás características podríamos decir que la composición muy apretada tendría un espaciado de alrededor de un quinto del cuerpo utilizado y la composición muy suelta alrededor de un tercio. Con las consiguientes variables para los valores intermedios y entre ellas la normal coincidiría con la estándar por defecto.

Para textos justificados
Pero lo normal al componer grandes cantidades de texto es que éste vaya justificado, es decir, alineado a izquierda y derecha, y se permita la partición al final de línea. La tabla que sigue contempla los mismos tipos de composición que vimos para texto no justificado pero ahora los valores mínimo y máximo cuentan y mucho.



Pero me temo que los valores teóricos se sobrepasan con mucho en la realidad del día a día de nuestros diarios. No hay más que echar un vistazo a los datos que nos ofrecen algunos amigos:



Lo dicho. El espaciado influye poderosamente en la sensación de color tipográfico y su utilización no es cuestión de aplicar fórmulas predefinidas. Es más un ensayo de errores y aciertos hasta conseguir la mancha que consideramos óptima, lo cual es subjetivo ciertamente, pero siempre dentro de ciertos límites.


Notas:
(1) En inglés, el cuadratín se llaman
em (‘eme’), porque antiguamente la M (eme mayúscula) ocupaba el espacio de un cuadratín. El medio cuadratín o media línea se llama en (‘ene’). Esta terminología aparece a veces en el lenguaje de los programas informáticos.
(2) Estos blancos, que no son otra cosa que palabras excesivamente separadas entre sí, reciben los nombres más curiosos en la jerga habitual. Yo he oído los de: ríos, aguas, líneas abiertas, renglones flojos, calles, corrales, etc.

Bibliografía
-DEL BUEN, Jorge (2003):
Manual de diseño editorial. Mexico D. F., Santillana.
-MARTÍNEZ DE SOUSA, José (2005):
Manual de edición y autoedición. Madrid, Pirámide.
-TSCHICHOLD, Jan (1991):
The form of the book. Vancouver, Hartley & Marks.



Entregas anteriores de "Centrado a la derecha":

Centrado a la derecha (I): El medianil.
Centrado a la derecha (II): El sumario.

lunes, 7 de junio de 2010

Diseñario 2.0 (XXXIII)

Si el periódico está enladrillado, ¿quién lo desenladrillará? ¿Algún jefe? ¿O Habrá que llamar a algún abogado, de esos tan listos, a ver si es capaz de hacerlo amenazándoles con una carta protegida por derechos de autor? Escuchemos a nuestro enigmático y escondido comité de expertos encargados de la redacción de esta obra infinita, irreverente, colectiva y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general llamada... Diseñario.




J


Jefe. El que más sabe de diseño. Y no hablamos del jefe de la sección de diseño, a quien evidentemente se le da por descontado, sino de cualquier jefe de cualquier sección en cualquiera de los periódicos que existieron, existen y tal vez existirán... en una ciudad cualquiera tomada al azar. El jefe de Deportes, el de Nacional, Internacional, no digamos el de Fotografía, el encargado de mantenimiento o el jefe de márketing, por coger algunos también al azar, saben más de diseño periodístico que nadie, justo al nombrarles adquieren esta sabiduría, y eso teniendo en cuenta que todo el mundo, todos los seres humanos e inhumanos, saben de diseño por ciencia infusa. Por eso, por saber más que nadie de diseño entre todo un colectivo que sabe de diseño, son jefes. Entre otras cosas. Que se explican tanto en el "principio de Peter" como en el "principio de Dilbert", y que no vamos a repetir aquí. Sólo los jefes repiten las cosas.


L


Ladrillo. Al parecer, el origen de todos los males de nuestra maltrecha economía, ésa que entre lo que unos hacen (y mejor que se estuvieran quietecitos, de una puñetera vez...) y otros no hacen (y mejor que se pusieran a ello, de una puñetera vez...) parece destinada a las tinieblas exteriores del euro, dónde sólo se oyen los llantos y el rechinar de dientes de griegos y húngaros…
En la que pasamos las tardes viendo si los problemas derivados del ladrillo nos llevan por delante a más de uno, paradójicamente, también llenamos las páginas de nuestros periódicos de ladrillos, es decir, de textos infumables, masas plúmbeas e ilegibles, monumentos al exceso, odas a la incapacidad de concreción, textos que puestos en página necesitarían una enciclopedia entera para no tener que verse en la obligación de cortarlos —"intenta que ajuste el mayor texto posible", suelen decir los autores de los ladrillos, como si la cosa no fuera con ellos—. Pero no escurramos el bulto, que el ladrillo también se maqueta, y hay maquetadotes que tienen una especial habilidad para enladrillar secciones, periódicos enteros...
Resumiéndolo, el ladrillo es el resultado de la falta de edición. Si sueltas todo lo que llevas a punto y seguido, te sale un ladrillo. Ahí, ni la prosa ágil de todo un Tom Wolfe te salvaría. Un texto sin ladillos, sin puntos y aparte, sin algún despiece que ayude a digerir la información, es un ladrillo de los de levantar muros. Y por ese lado, el redactor suele ser el culpable. Porque hay un tipo de redactor que sólo hace textos ladrillos. Le pides uno pequeño, para una columna, y te hace dos mil líneas. Sin puntos y aparte. Le pides un breve y le tienes que cortar la mitad del texto. Le pides un reportaje largo... y a lo mejor lo tienes que dar en varias entregas. No le hables de apoyos, de entradillas, de meter algún desguace que dé algo de sentido a ese océano de letras, a ese descampado de líneas. Te mirará con cara de compadecerse de ti y te dirá, "¿tú, por qué piensas?" Y tú, conmocionado de que a alguien con estudios le sorprenda que uses la cabeza para algo más que rematar los corners te verás obligado a responder: "Digo lo de los apoyos y lo de los desguaces porque pensaba que querías que alguien se leyera esto mañana... ya veo que no..." En algunos periódicos, se les ha rendido sentido homenaje a este tipo de redactores, inasequibles al punto y aparte, y se han bautizado con sus apellidos los adelantos de texto de más líneas del periódico. ¡Ponme un modelo Fulanito! (sustitúyase Fulanito por el nombre de tu enladrillador favorito). Y ya sabes que te viene un ladrillaco de dimensiones estratosféricas.
Pero los maquetas también hacemos ladrillos. Para eso somos editores, y cuando no editamos, lo más normal es que nos salga un ladrillo. Dobles páginas con un solo texto y dos fotos, secciones enteras sin movimiento y con una edición gráfica plana. En el momento que tiremos por la calle del medio, y no contemos con la ayuda de elementos que hagan más comprensible la información, se cierne el ladrillo contra nuestras frentes... Lo malo de la página ladrillo es que tiene muy mala solución. Reeditar un ladrillo es una labor que exige cabeza, audacia y grandes dosis de colaboración entre el redactor y el maquetador. Como veréis, toda una tarea de gigantes.
Luego está el redactor ladrillo. El que hace periódicos como hace veinte años, el que no entiende que las plataformas se complementan y que internet, la radio, la tele y la prensa no pueden dar la misma información. El tipo de redactor que por miedo a editar (es decir, a apostar) lo da todo, pero todo-todo. Es decir, TODO. Y aunque le apuntes que hay ciertas cosas que no caben, que otros datos no tienen sentido, estando colgados hace semanas en Internet o pasados por la tele a diario, él insistirá y esgrimirá a su tío el del pueblo como argumento: "Mi tío el del pueblo no ha abierto internet en su vida..." te dirá y se quedará tan pancho. Y hace sus informaciones pensando en su tío el del pueblo y te calza la madre de todos los ladrillos. Y contra el que no puedes hacer nada, porque tiene defensores, algunos sorprendentemente jóvenes...
Y ese puede ser el origen de todos los males de nuestros maltrechos periódicos, que seguimos haciendo los periódicos de hace veinte años, pensados para el tío del pueblo de aquél, o para el padre de uno de Puertollano, o para uno de los nuestros, de Sevilla, que también es de leerse los tochos línea por línea sin respirar. Y es que mientras que no apostemos por editar, por pensar las cosas cinco minutos más, los ladrillos convivirán con nosotros.
Y ahora que lo pensamos, esta voz también ha salido un poco ladrillo.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.

sábado, 5 de junio de 2010

Todos somos quintatinta




Los abogados del grupo Zeta, una supuesta empresa de comunicación, han amenazado al editor del blog quintatinta, el periodista y diseñador Diego Areso, para que retire de su página web todas las páginas que reproduzca sobre productos periodísticos de este grupo (páginas de Interviú y de Cuore). Lo hacen además en una comunicación "con derechos de autor" para impedirle así que él la reproduzca (torticera manera de interpretar las leyes, porque nunca se legislaron los derechos de autor para comunicaciones amenazantes de abogados sino para obras artísticas, lo que supone un auténtico fraude de ley, en nuestra modesta opinión). ¿Abogados dedicados a malinterpretar leyes?, qué curioso, o no tanto. Porque, además, con sus amenazas, lo que hacen es cercenar la libertad de expresión y el derecho de cita, que no otra cosa es lo que hace Diego, y hacemos todos, muchos, muchísimos blogs y páginas webs cuando se reproduce alguna página, en este caso para MOSTRAR SU DISEÑO, abogados, MOSTRAR SU DISEÑO. Que poco o nada tiene que ver con la "piratería" o la "copia ilegal".

Por si fuera poco, el servidor donde se aloja el blog ha tenido la desvergüenza de bloquearlo hasta que Diego ha retirado las páginas, como si estos abogados tuvieran poder legal para hacer algo así (pensábamos que más bien debería ser un juez, ¿no?). Bloquearlo sin consultar antes a su cliente, a quien les paga, aceptando una versión de una tercera parte que ni es cliente suyo ni nada por el estilo. Bastan unas amenazas arbitrarias... y esa supuesta libertad que hay en internet... deja de existir.



Diego Areso explica todo esto con detalle en su blog, en su quintatinta que hoy, diferencias de criterios diseñísticos aparte, somos también nosotros. Desde aquí denunciamos este tipo de prácticas intimidatorias que para nosotros son una auténtica vergüenza, una actuación arbitraria y fuera de todo sentido común, y creemos que incluso legal. Por eso, le damos todo nuestro apoyo y repetimos que TODOS SOMOS QUINTATINTA

viernes, 4 de junio de 2010

PhotoEspaña10



Un año más llega el mayor festival de fotografía de nuestro país. Un año más, PhotoEspaña invade las calles y salas de Madrid, Lisboa, Cuenca y Alcalá de Henares. 69 exposiciones, 372 fotógrafos, 41 nacionalidades con un leit-motiv: la magia del Tiempo.

Podremos disfrutar de la obra de Óscar Muñoz, Roman Singer, Harold Edgerton, Isabel Muñoz o Jem Southam, entre otros. Y también, como viene siendo habitual, y lo agradecemos, de los Campus y Talleres Prácticos del Festival.

Especial mención merecen los Encuentros PHE con Chema Madoz, Manuel Santos, García-Alix o Ricardo Cases, entre otros muchos.

Podéis ver todas las charlas, talleres, exposiciones (e intentar visitarlas todas desde el 9 de junio al 25 de julio) etc., en la web oficial del Festival.

miércoles, 2 de junio de 2010

Escrito a tres manos

Hace unas semanas la gente de la revista digital El Bombín Cuadrado tuvieron la amabilidad de proponernos que escribiésemos un artículo para el segundo número de esta iniciativa cultural de calidad. Y como no se dirigieron a ninguno de nosotros en concreto, y a más de uno nos apetecía la idea, pues no se nos ocurrió otra cosa más que escribirlo entre tres miembros del equipo de encajabaja: Luis Blasco, Mario Benito y Javier Vidal. Grupo que se pasó a autodenominar colectivo encajabaja, que es como finalmente ha aparecido firmado el artículo titulado "Hablan de mí".
Artículo que convendría leer antes de seguir con este post, porque lo destriparemos un poco:




¿Cómo se escribe un artículo a tres manos? Pues ni siquiera después de haberlo hecho estamos del todo seguros de cómo hacerlo. Comenzamos buscando una idea relacionada con el tema que nos habían propuesto y que es el eje de todo este número de la revista: Ego. ¿El ego de los periodistas? ¿El ego de los redactores, de los maquetadores? ¿La lucha de estos egos?... "¿Por qué no mejor el ego imaginario de una página de periódico?" "Sí." "Cojonudo." "Yo empiezo a escribir."

El primer miembro del colectivo comienza pues a escribir y redacta una primerísima versión con ideas más o menos comunes que supone ya una estructura del artículo. Debe tratarse de una página de periódico que "nos cuenta" como en una confidencia privada cómo hablan de ella sus "compañeras" digitales. Mal, claro. Una manera distinta de ver la criris de la prensa impresa, amenazada por el emergente periodismo (¿?) en internet. No debe desvelarse que se trata de una página hasta el final del artículo, es la pequeña sorpresa, el suspense de saber qué "señora" nos está diciendo estas cosas. Y por eso os pedimos que lo leyérais antes.

El segundo miembro del colectivo se hace cargo entonces del artículo. Introduce pequeñas modificaciones y busca un tono algo más acorde con el supuesto "personaje". Añade un párrafo nuevo y sugiere eliminar otro. La extensión del artículo supera en un 20%, aproximadamente, lo que nos habían pedido, unos 4.000 caracteres. Entra en escena el tercero que está también de acuerdo en eliminar esa misma parte, lo hace, pero además unifica todo el escrito con innumerables ajustes en el estilo, pequeños detalles pero de gran importancia que, pensamos, le dan unidad. Entre estas modificaciones se incluye eliminar una imagen al comienzo del artículo que nos parece muy buena, "píxeles como lentejuelas", pero que podría desvelar el "misterio" antes de tiempo. La labor de poda del tercer miembro del colectivo logra, además de unificar el estilo, la extensión pactada.

Parece que el artículo está terminado: lo enviamos. Y nada más hacerlo... detectamos varias erratas, alguna de bulto. Lo habíamos leído como mínimo tres veces cada uno de nosotros, pero hasta que no lo enviamos no empezamos a verlas crecer como setas por todo el texto. Aprovechando las correcciones, el segundo miembro encuentra la manera de incluir la imagen que nos gustaba al final del artículo para que así no desvele nada antes de tiempo. Y... ¡ya está!

Por cierto, este post algo distinto a los habituales, está también escrito a tres manos, exactamente las mismas. ¿Se nota mucho?

lunes, 31 de mayo de 2010

Diseñario 2.0 (XXXII)

No todo lo que no se ve, no existe. De hecho, el enigmático, contradictorio, genial y caprichoso comité de expertos nos han enviado un texto que requiere de vuestra participación para ser leído, porque existe, pero no se ve. Para ello, es necesario seleccionar la nada que aparece a continuación de la definición de invisibles en esta nueva entrega de esta obra infinita, irreverente, colectiva, abierta a vuestra pariticipación y, a veces, invisible, sobre el diseño periodístico y la prensa en general, llamada... Diseñario.





Invisibles. Así, en plural, modo en el que los programas de edición muestran los espacios que ocupan un carácter no impreso. Tanto en Word, como en Quark, etc., los invisibles son unos símbolos que indican si lo que tenemos delante es un espacio en blanco (con un puntito), o una sangría manual (una flecha orientada hacia el texto) o bien nos distinguen entre un salto de línea (una línea que apunta hacia abajo y a la izquierda, como la que aparece en las teclas ENTER) o un fin de párrafo (simbolizado con el famosísimo símbolo del calderón o esa especie de "p" invertida con dos trazos descendentes paralelos). Cuando hacíamos trabajos para la universidad en Word eran molestísimos, pero puestos a editar un texto son fundamentales. Porque es la única manera que tenemos de saber de un vistazo si lo que tenemos delante son dos espacios, o un track desmadrado, por ejemplo. O si hemos perdido definitivamente un texto para siempre o algún inútil ha pulsado la tecla enter del teclado numérico pensando que así se vuelve una línea. En Quark si eso fuera así, el invisible que aparecería en pantalla sería igual que el de la tecla ENTER grande. Pero no. Aparece una flechita apuntando hacia abajo, que quiere decir que acabas de saltar una columna entera... Esto es difícil de explicar a un redactor/a que está sufriendo una crisis nerviosa porque piensa que acaba de perder las últimas dos horas de trabajo... Los invisibles son así de útiles y porqué no decirlo, divertidos. Que las cosas siempre existen por una razón y no por capricho... Y conocer la razón última de las cosas te convierte en un ser poderoso en las situaciones límites...
En singular, todos nos hemos sentido alguna vez. Es esa peculiar sensación de que nadie de los que te rodea consigue verte, pese a que hayan tenido que pasar por encima de ti para alcanzar su objetivo. Hay quien lo enfoca positivamente y se debate entre utilizar su nuevo superpoder de invisibilidad para combatir el crimen o para cometerlo... Hay otros que no pueden asumir su insoportable transparencia, su deprimente incorporeidad y caen en el más oscuro de los abismos, donde todo el mundo es invisible...
Ser invisible es algo habitual en los trabajos de medio mundo, en muchas familias, incluso es algo inherente de algunas fases de la adolescencia, en las que nadie repararía en ti ni aunque te prendieses fuego en la puerta del instituto. Ser invisible es algo propio del periodo de formación, del paso de gusano a crisálida. El problema es que muchos llegan a la fase del capullo... y ahí se quedan, para siempre, en estado de capullo permanente... Aunque no hay que confundir los motivos de la invisibilidad. Hay ciertos invisibles que lo son por sentido común, por gran acuerdo general, por condescendencia con la especie humana... Y los hay que lo son contra su voluntad, deprimidos porque tienen tanto que ofrecer al mundo, y el mundo, injusto y mediocre, no les ve.
Las redacciones están llenas de estos invisibles, de los que la sociedad aísla, por lesivos, o de los que son injustamente excluidos. Muchos de ellos hacen trabajos fundamentales para que un periódico llegue a buen término. Profesionales ejemplares, que hacen una labor estoica y admirable y por la que nunca recibirán un aplauso ni una felicitación. Gente que nunca firmará un artículo ni aparecerá nunca en un staff, que se ha acostumbrado a hacer su trabajo y a no recibir más premio que su nómina y la satisfacción del trabajo bien hecho. Ese tipo de personas que nunca salen en las fotos, bien porque tienen esa capacidad vampírica de no impresionar la película, bien porque inexplicablemente, su cabeza saldrá tapada en cien de cien intentos fotográficos. O directamente, porque nunca se les invitará a posar con el resto de la redacción. Gente de documentación, de talleres, de impresión, del servicio de limpieza, mantenimiento, incluso el tipo que rellena las máquinas de refrescos y chucherías, que contribuyen a que nos demos un homenaje de andar por casa a altas horas de la noche para celebrar el último cierre complicado. Incluso muchos miembros de secciones como nacional, deportes, comunicación, economía, cultura e incluso maquetación, que durante toda su vida profesional han desarrollado un trabajo prudente, metódico y profesional, alejado de los artificios y pirotecnias de los flashes, los platós de televisión, las portadas y las reuniones de primera edición. Personajes casi anónimos que han recibido como premio a su desempeño la más desoladora indiferencia de casi todos sus compañeros y jefes… Gente imprescindible en el día a día, pero a la que sólo se la echará en falta el día en que falten, conscientes entonces, de la enorme injusticia que se ha cometido contra ellos. Invisibles. Profesionales que sustentan el día a día del periódico con su tran-tran diligente, con su abnegada y no suficientemente reconocida dedicación. Si de algo sirviera para restituir tantos años de injusta indiferencia, estas humildes líneas, admirados compañeros, van por vosotros.

Itálica. Letra cursiva. Italic, en inglés, de ahí la letrita "i" en combinación con alguna otra tecla de los programas de edición para dar este estilo a nuestros textos. Y van ustedes a permitirnos que el Diseñario cite al propio Diseñario como autoridad, porque como ya explicamos precisamente en la voz cursiva "recibe también el nombre de itálica porque las primeras cursivas se concibieron y dibujaron en 1501 en Italia por el afamado tipógrafo Aldo Manuzio". Reciben también el nombre... de manera teórica, porque en la vida real, a pesar de que el nivel de gilipollismo es tan insondable como el alma humana, sinceramente, todavía no nos hemos topado, al menos en la redacción de un periódico, con quien nos pida que le pongamos un texto "en itálica". Hasta ahí podíamos llegar.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.