domingo, 21 de octubre de 2007

Marca también se renueva hoy

Sólo un par de apuntes para comentar que el Marca también ha escogido el domingo para lanzar su nuevo diseño.

Abandona la famosa M mayúscula para volver a sus orígenes con la palabra MARCA completa. Las informaciones se muestran más ordenadas dentro de la página, lo que sin duda agradecerán (agradeceremos) muchos lectores.


Por último, el uso del color. Ahora los cintillos tendrán el color del equipo del cual se está informando en la página o el color más característico del deporte en cuestión, como el verde golf de la página de abajo.

Enhorabuena también a nuestros compañeros de MARCA.

P.D. Desde aquí queremos agradecer a J.L. Orihuela por mencionar nuestro blog en su columna de la revista Tiempo de Hoy del pasado 11 de octubre. Muchas gracias.

La primera portada del nuevo EL PAÍS



Así es la primera portada de la nueva era de EL PAÍS. Con el famoso acento, eso sí.

sábado, 20 de octubre de 2007

La verdad sobre la tilde de El País



Mucho se ha hablado sobre la tilde del diario El País (aquí, aquí y aquí) y el motivo por el que Juan Luis Cebrián decidió no hacer caso a los académicos que le rogaban que acentuara la cabecera. En su momento se alegó que era un icono, pero nadie se ha hecho eco del verdadero motivo por el que EL PAIS no se escribía EL PAÍS. Reinhard Gäde y Julio Alonso lo explican en una carta al director publicada por el diario de PRISA el pasado sábado. Nada más lejos del motivo oficial:

"La cabecera de EL PAÍS se diseñó sin tilde por una razón más sencilla, pero de más peso, que la empleada el jueves pasado para anunciar que el rediseño del periódico incorpora el preceptivo acento en la i. "Que la cabecera tiene un significado icónico no literal y que nadie se para a pensar en el contenido de lo que define" es una explicación o justificación a posteriori, no por eso exenta de fundamento. Y de ejemplos; entre ellos, el logo de Telefónica.

Pero se olvida que no fue la estética sino un impedimento técnico el que nos llevó a proponer la supresión del acento: las modernas fotocomponedoras, de fabricación norteamericana, carecían de mayúsculas acentuadas, y no tenía sentido poner acento en la cabecera cuando los textos que en el resto del periódico se escribieran todo de mayúsculas tendrían que ir sin él. No éramos los únicos. El resto de los periódicos, con tecnología más atrasada, estaban en las mismas. Era una situación que se arrastraba desde la implantación de la linotipia, máquina inventada por el alemán Mergenthaler a finales del siglo XIX. Hasta tal extremo que más de una generación de aquella época fue educada en la idea de que las mayúsculas no se acentuaban.

Hay que decir también que EL PAÍS fue el primer periódico -al menos entre los de difusión nacional- en devolver el acento a las mayúsculas. Fue el 9 de noviembre de 1983, la primera vez que el apellido del director (Cebrián) y el día de la semana (miércoles) se escribían con tilde."


P.D. No os perdáis los vídeos que ha subido El País sobre su nuevo diseño. Los podéis ver aquí, aquí y aquí.

viernes, 19 de octubre de 2007

Una portada distinta


No es muy ortodoxo, no. Hay que reconocerlo...

El equipo de encajabaja.

De noche en el periódico

Se vive al contrario, de noche. Vienes cuando otros van. Nada coincide contigo, como si tu horario vital estuviera formado por piezas sobre un tablero y alguien, la noche, lo hubiera sacudido, travieso. Comes solo pero también tu coche circula solo por las calles iluminadas de la ciudad. Y no duermes, te imaginas dormir durante días de luz, gritos, teléfonos y obras. Te pagan más.

Estás solo.

También el trabajo en la redacción es distinto, suele consistir en destrozar las páginas que han hecho tus compañeros durante el día. Juego a los puzzles cada noche procurando cuadrar aquí lo que descompongo allá y algunas veces, pocas, el resultado mejora lo que han organizado antes con menos urgencias porque, de noche, solemos intentar que nada se quede fuera de las páginas, incluir lo más hasta lo más tarde posible. Sin importar la forma, porque es de noche. Estamos de guardia sin hacer nada para que de día puedan decir que los del turno de noche no trabajan, pero en realidad lo que hacemos es esperar a que suceda lo que suele suceder cuando menos lo esperamos. Cuando más te jode. Y no pronunciamos nunca las palabras mágicas "parece que hoy está todo muy tranquilo".

Y luego están los ruidos, porque en la noche transfigurada, cuando te quedas solo en esta esquina apartada de la redacción, se oyen cosas, que alguien teclea en uno de los ordenadores y cuando te acercas no hay nadie pero el salvapantallas ha dejado su lado oscuro como si hubieran tocado las zonas sensibles del ordenador. Estuvieron sonando los teléfonos de nuestra sección durante meses, en cuanto me quedaba solo cada noche, y dejaban de sonar un instante antes de que los cogiera como si pudieran verme, los teléfonos, porque en esta parte de la redacción estoy absolutamente solo y a través de las ventanas no hay nada. Nada puede verme y sin embargo sabe que estoy allí.

De noche las pantallas de los ordenadores te miran en vez de ser tú quien las mira a ellas como sucede durante el día.

Y de noche aparecen desconocidos que te piden un cambio en una página que tú haces sin preguntarte quién te lo pide porque en un periódico como el nuestro el trasiego es grande y resulta normal encontrar gente nueva cada poco. No te preguntas quién es el desconocido hasta que una llamada desde la mesa de cierre te exige explicaciones, que por qué has hecho ese cambio que ellos no necesitan en una página de Nacional, o de Cultura, y lo que les cuentas parece absurdo porque, además, te dicen que en Nacional o en Cultura ya no hay nadie. Nadie ha podido ir a verte a pedirte nada. En la redacción estamos solos, los de la mesa en un ala de la planta, y yo en la otra. No hay nadie más en el periódico a excepción de los guardias de seguridad en la entrada. Nadie me ha pedido nada con una extraña sonrisa pero yo le busco entre las mesas vacías, por los pasillos desiertos o los servicios solitarios mientras me pregunto, hablando solo en voz alta, por qué nadie querrá trabajar de noche en el periódico.


jueves, 18 de octubre de 2007

Entrevista a Queka Rey, jurado de ñh04


Os traemos una entrevista con Queka Rey, jurado de los premios ñh04 y jefa de diseño de El Economista, uno de los diarios más premiados.

Pregunta.- ¿Cómo funcional un jurado por dentro?
Respuesta.- Al ser personas que nos conocemos poco funciona de forma poco distendida al principio. En un primer momento, tanteas los niveles de valoración de cada uno. Por lo menos en mi caso.


P.- ¿Qué criterios se utilizan para decir que tal página es buena y merece un premio y cuál no?
R.- En el diseño de páginas. La consonancia entre la información y la presentación gráfica, y las reglas básicas de la tipografía y las artes gráficas.


P.- ¿Ha habido "peleas" por alguna página?
R.- Sí


P.- ¿Puedes valorar trabajos tuyos o te quedas al margen?
R.- Te quedas al margen


P.- En una profesión en la que casi todos nos conocemos, con sus filias y fobias, no se deja uno llevar por ellas...
R.- No. La valoración es muy profesional.


P.- ¿Influye la ideología del medio a la hora de valorar los trabajos, aunque sea de manera inconsciente?
R.- De ninguna de las maneras


P.- Habéis echado algo en falta?
R.- Mejores infografías.


P.- Alguna anécdota...
R.- Cualquiera de las que nos ocurrieron estarían fuera de contexto.

lunes, 15 de octubre de 2007

Cambiar, ¿para qué?

El cambio es como el talante. Ambos son neutros aunque haya quien los interprete como valores positivos. El talante necesita calificarse como bueno o malo, no se puede tener talante, se está de buen o mal talante, y el cambio en sí tampoco es ni bueno ni malo porque se puede cambiar a mejor o, sencillamente, empeorar. Esto viene a cuento del anunciadísimo cambio de El País, evidentemente, y de que no sólo es necesario analizar las estructuras, tipografía o color de las páginas, sino también su contenido, porque en última instancia las páginas se hacen para ser leídas.

Y leyendo el artículo que publica Javier Moreno, director de tan importante periódico en el suplemento especial que dedican este domingo a su cambio, uno podría sacar como conclusión, primera y apresurada, que estamos ante el típico texto retórico que con declaraciones grandilocuentes no nos dice nada... y no es así. Porque incluso dice cosas que no estoy muy seguro de que el director de El País nos quiera decir. La primera de ellas me deja estupefacto, por la afirmación en sí y porque no haya dejado estupefactos también a todos quienes opinan sobre el tema, sin mencionarlo, desde infinidad de tribunas electrónicas o convencionales: resulta que El País ha decidido cambiar ¡sin saber por qué! "¿Y para qué cambiar", dice Moreno en su artículo, "cuando logramos formular la respuesta, ya estuvo hecho casi todo". Todo un "comité para el cambio" nombrado por el director en el mes de febrero pensando para qué hacían lo que hacían mientras lo hacían. O sea, hacemos una cosa y mientras la hacemos pensamos para qué la hacemos. ¿Algo así, no? Puede que sea yo quien no lo ha entendido bien, pero estoy estupefacto y no se me pasa. Me atrevería a apuntar a tan docto comité, desde mi humilde posición, que tal vez una de las razones para el cambio podría ser... ¡para mejorar!, ¿no?. Pero claro, se trataría de mejorar uno de los modelos de mayor éxito en los últimos años no sólo de la prensa española (su diseño racional ha sido y es modelo de periódicos), sino internacional (El País ha contribuido, y no poco, a que se asocie periodismo de calidad con el formato tabloide, entre otras cosas. Un formato al que tienden ahora incluso los periódicos anglosajones). Claro que lo mismo tienen ahora otro modelo nuevo que crea escuela y por eso cambian. Aunque ellos dicen, tras meses de pensarlo, que cambian "por responsabilidad".

La segunda es una contradicción que pone de manifiesto que El País tal vez no está contando las cosas como son y que improvisa para justificarse. Escriben que su periódico evoluciona al igual que evoluciona la sociedad y lo ilustran en un artículo titulado "31 años de evolución", reproduciendo tres portadas y una página doble de distintos años con un pie común con el encabezamiento "cambio constante". Pero ahora se dan cuenta, dicen también a lo largo de todo el especial del domingo, que la sociedad ha cambiado y va a cambiar más y por eso tienen que hacer este cambio. ¿Pero no había evolucionado el periódico con la sociedad? Entonces, y volvemos al principio, al comité de expertos, ¿para qué cambiar? De haber estado evolucionando el periódico no necesitaría tan drástica puesta al día y mucho menos gastarse el dineral que se están gastando en ello, publicidad incluida. ¿No?

Evolución de las acciones de Prisa (editora de El País) en los últimos seis meses

Supongo que pensareis que este artículo es crítico con El País porque escribo desde donde escribo. No me escondo, estoy en El Mundo, pero también soy lector de El País (soy lector de los dos periódicos desde hace años) y creo que más allá de guerras entre medios y competencia entre empresas, en las que ni puedo ni quiero entrar, estoy aportando argumentos. Además, esto es encajabaja, y encajabaja no es El Mundo, ni siquiera es el blog del departamento de diseño del periódico El Mundo. Estoy diciendo que o bien El País no sabe qué le está pasando, y por eso "quieren entender", o si lo sabe no nos lo quiere decir. No nos quiere hablar de que su hasta ahora posición de privilegio parece amenazada y repiten la palabra internet, o global, en casi cada una de las frases de su especial sin que sepamos tampoco muy bién qué pretenden, porque en lo que se refiere a internet El País no ha logrado conectar como ellos quisieran. Y no nos lo dicen. No nos dicen que tal vez estos argumentos tengan más que ver con el cambio. También ayudaría mucho a entender, el magnífico artículo titulado "Arde Roma" que publicó el pasado 21 de septiembre el siempre brillante Pedro Cuartango, uno de los periodistas más cultos que conozco, no muy dado a la confrontación fácil, pero mucho me temo que está publicado en el eterno rival, El Mundo, y sufre por tanto del mismo sesgo que estas frases. Aún así, merece la pena, es certero, divertido y en El País nunca lo publicarían.

Sobre las tres páginas que hasta ahora hemos visto todos del nuevo diseño ya hemos públicado dos artículos y toda la blogosfera se ha ocupado ampliamente de ellas. Aunque es muy pronto para análisis porque un periódico ya dijimos que no es un prototipo, es algo más que necesita de los días para ser diario, se pueden lanzar algunas preguntas inocentes: ¿son esas las páginas de un diseño profundo o son efectismo, apariencia? ¿De verdad es un diseño para noticias diarias? ¿O simplemente para noticias? ¿Para informar? Porque no se tratará de adornar sólo el papel, ¿verdad? Miro las mujeres que miran en su modelo de apertura de Cultura y me queda claro. Hay que esperar, puede que nos hayan mostrado sólo las más "llamativas". Espero.


Y acabo como empiezo. Este artículo se titula con las mismas palabras que, además de aparecer en el artículo del domingo de Javier Moreno, pronunció en 1997 David García, director de arte del periódico entonces, y ahora. En un acto público celebrado en la Universidad San Pablo Ceu de Madrid, en el que yo estaba presente, el máximo responsable de diseño del diario independiente de la mañana con aspiraciones a diario global afirmó con total rotundidad que innumerables veces le habían preguntado por qué no cambiaba El País y que él siempre respondía lo mismo: "cuando algo tiene éxito no hay por qué cambiarlo"