sábado, 15 de diciembre de 2007

Una batalla perdida

En ocasiones es necesario perder algunas batallas para ganar la guerra. Porque no nos engañemos, lo nuestro es una guerra, aunque dentro del buen rollo y en sentido figurado, pero una guerra al fin y al cabo. En ocasiones nosotros somos los buenos, pero en otras somos los malos, malísimos de la película.

En esta lucha sin cuartel, el pasado jueves perdimos una batalla. Nuestras tropas avanzaban sin resistencia, hasta tomar las posiciones enemigas. Les habíamos derrotado y parecía que de ahí no nos movía ni Perry. Nuestra arma era insuperable, lo tenía todo. Un titular a una línea muy limpio y una foto en color con mucha fuerza (aunque luego la publicaran en blanco y negro), que salvaba la página de la mina (o como quieran llamar a ese 9x2) que nos habían colocado nuestros "enemigos" de publicidad, una de los miembros del nuestro eje del mal particular. Aquí está nuestra baza.

Mientra celebrábamos la victoria se acercó sigilosamente Alfonso Mateos, redactor de Opinión, y contraatacó rápida y hábilmente. Joven (aunque sobradamente preparado) comentó amablemente que teníamos que cambiar la página porque ahí no entraba el texto del corresponsal. "No será para tanto" dije. Pero efectivamente, sobraba casi la mitad del texto. Antes de admitir nuestra derrota luchamos hasta la extenuación. Cortamos la foto al máximo, intentamos darle una vuelta, pero no había manera, estábamos rodeados. La foto había que darla a dos columnas sí o sí, lo contrario sería desaprovecharla.

Rendidos a la evidencia, cambiamos la maqueta. Y optamos por una foto a tres con bastante menos fuerza pero que nos venía perfecta para poder encajar casi todo el texto del corresponsal. Este es el resultado final y artífice de nuestra derrota.

"Habéis vencido, pero no convencido", como dijo Unamuno. Volveremos.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

¿Mímesis o sutileza?



Es curioso lo sutiles que podemos llegar a ser con tal de aumentar las ventas. ¿Soy el único al que le parece que Sport ha cambiado la tipografía de sus titulares de portada para parecerse descaradamente a Marca?

Aquí al lado observamos una portada del madrileño Marca con la tipografía implantada un tiempo antes del rediseño (ordenación más bien) efectuado a la par que la compra de Recoletos por parte de Unedisa. Debajo de ella, a la izquierda, portada actual del barcelonés Sport; a la derecha, imagen de su típica portada de hace semanas. La tipografía no es la misma, claro, pero el uso del track, la pérdida de la característica cursiva y un texto más pesado hacen que se parezcan demasiado. ¿Casualidad?

lunes, 10 de diciembre de 2007

Del blanco al negro...

...o ni tanto ni tan calvo. Son palabras de Paco Oca en Maquetadores. Hablaba yo la semana pasada sobre si las portadas debían caminar hacia mantener el estilo clásico con texto o tender hacia más imágenes y cada vez más grandes. La tendencia del nuevo siglo parece ser más imágenes y menos texto, pero hay consenso en este punto en que debe haber una que mande, "que nos haga comprar ese periódico al ir al quiosco".

Paco nos enseña dos ejemplos clarividentes aquí de excesos en ambas tendencias.



De Morgen, noticia completa en portada;
La Presse, collage artístico.

Seguiremos hablando sobre portadas, tipos de portadas y tendencias en portadas.

viernes, 7 de diciembre de 2007

En cajas de cartón

Esta noche sí que podría escribir las líneas más tristes. Escribir, por ejemplo, la redacción está vacía, la metieron en cajas de cartón y se la llevaron, tan lejos.
La redacción, además de aquel artículo periodístico primero que nos mandaron hacer en en colegio para que contáramos nuestras vacaciones, un día hace cada vez más tiempo, es un sitio, un lugar distinto. No ahora. Es distinto siempre, tan especial que hace especiales a quienes estamos en ella, por eso la quise, la quiero, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos y ahora la desmantelan y nos quedamos en un edificio que deja de ser ella pero todavía no, noche sin estrellas con ella aún aquí pero yéndose mientras asistimos sin poder evitarlo, haciendo fotografías y riéndonos para acallar la tristeza, que se me queda dentro.
En una caja de cartón. Espero que esté allí dentro, que ella y los trozos de vida que le dimos para que existiera no se queden en este edificio de Pradillo 42, que ahora dejamos pero siempre recordaremos. Porque confío en que la hayamos recogido toda, todos, en esas cajas de cartón que van de camino a la avenida de San Luis de Madrid para que allí sigamos haciendo páginas, contando lo que sucede, lo que hicimos este verano... en líneas menos tristes que las de esta noche.

Dichosos críos...




Por favor, hoy y siempre, que los niños sepan lo que es un libro y que lo amen. Ayúdenles como padres. Déjenselos, regálenselos, cómprenselos. Aunque luego les gusten cosas más malsanas, pero si aman los libros y los saben apreciar no todo estará perdido.

Visto el pasado viernes, día 7, en Deia.

Las portadas-póster y su impacto




El diario Público, que desde sus inicios se ha identificado en sus portadas con el estilo del inglés The Independent, impacta hoy con un primera muy similar a las que idean cada cierto tiempo nuestros compañeros de El Periódico de Cataluña (los tres diseñados por el sello Cases, no lo olvidemos). Esas portadas, alejadas de la tan cacareada ortodoxia -a la que aludimos en estas líneas tan a menudo- de la página inicial, compuesta por titulares, subtítulos, entradillas, texto e imágenes, como cualquier otra página interior, nos gustan, o a mí me gustan, no se si siempre. Depende del día, depende del tema, depende del matiz y acierto del recurso, pero impactan, llaman la atención, dan ganas de comprar el periódico.

Hemos comentado a veces que lo importante es la información, el contenido, y que estética sin contenido es poco menos que contraproducente en la prensa diaria o no diaria. Pero que duda cabe que arriesgar así muchas veces puede suponer ganar. Evidentemente El País o El Mundo, que presentan un esquema de portada clásica no pueden de un día para otro saltarse su estilo salvo por casos extremadamente graves o importantes (11-S, 11-M... qué se yo... que España ganase el Mundial de fútbol de una vez...), y ABC o La Razón podrían con sutilidad. Para poder hace esto de vez en cuando sin que el medio pierda credibilidad y estilo hay que seguir una línea de portada más proclive a ello a diario como las de Público o las de El Periódico de Cataluña, que apuestan por fotografías de mayor fuerza, un uso de la tipografía a mayor cuerpo e incluso con color, fondos también de color y afán de síntesis e impacto. Eso cada día. Por eso pueden permitirse experimentos así cuando el tema creen que lo merece. Y te golpean en la cara. Ya lo vimos otro día y hay miles de ejemplos. Y a mí me parece salirse del corsé y me gusta.

Quizás las portadas en prensa no deberían llevar tanto texto y sí más imagen, no lo se, quizás si esto fuera una norma se verían tremendos dislates. Pero con elegancia y buen gusto el resultado es llamativo. Esta portada de Público de hoy puede que no sea la mejor de la historia, o que se pudiera haber planteado mejor, pero llama la atención y cumple su cometido. Esperemos que el contenido esté a la altura. Terreno para otros...

jueves, 6 de diciembre de 2007

Todo o Nada
(Dos miradas a Warhol)

La disputa que a veces surge en el interior de la redacción, o en el propio seno de encajabaja, se ha trasladado esta vez hasta La Casa Encencida de Madrid, centro cultural interesantísimo que programa una ambiciosa exposición sobre Andy Warhol. Allí nuestro colaborador Quique Falcón quería gritar ¡todo!, para que Mario Benito le replicara ¡nada! también a pleno pulmón, pero se nos acercó un exótico guarda jurado para pedirnos que allí habláramos en voz baja. Ofrecemos, pues, aquí dos miradas a la persona y la obra de tan... de Warhol. Una a favor, la otra en contra.


Todo

"Todo es bello". Empecemos con una de las famosas frases de Warhol que nos muestra a un hombre dispuesto a crear arte con una lata de tomate, un zapato o una cicatriz. Te puede gustar o no, pero él se atrevió a experimentar nuevas formas. Decadente, narcisista, estrafalario, provocador... Éstos eran sus materiales. Si nos centramos en su versión más conocida podremos decir que lo de Warhol no fue la tela y el óleo sino la serigrafía. Nunca podremos compararle con los pintores que adornan el Museo de El Prado, pero probablemente sea más conocido que muchos de ellos. ¿Por qué? ¿Era un genio de la pintura? No. Fue el primer artista multimedia.

En estos días estaría rodando el anuncio de ‘Freixenet’ con Scorsese o diseñando un nuevo logotipo para Nike. Porque lo que el vendía no eran paisajes ni bodegones. Era su marca. Una nueva visión de la sociedad a través de sus obras. Cambió la mirada artística y unió el arte con la cotidianeidad. No es cómo pintaba es a quién o qué salía en su obra y todo lo que ello significaba (Jackie Kennedy, Marilyn, Elvis). Iconos culturales de una época en la capital del mundo del arte, Nueva York. Donde se reunía la contracultura más vanguardista que ha habido nunca en EEUU. Capote, Ginsberg, Lou Reed, Man Ray, Mapplethorpe, Lietchestein, poetas, fotógrafos, cineastas, deportistas, cantantes. Todos ellos girando alrededor del universo de Warhol. Llevó los objetos domésticos a categoría de obras de arte.

Andy Warhol fue diseñador de prensa (Vogue), pintor, cineasta (‘The Chealse girls’), escritor, editor, productor musical (The Velvet Underground)... y un largo etcétera de ocupaciones relacionadas con todo tipo de expresiones artísticas. Personalmente, me gustan algunas partes determinadas de su obra, otras no tanto, pero reconozco su valía. Y, sobre todo, muchos días cuando estoy diseñando una página y tengo la ocurrencia de repetir, cortar o girar alguna foto, se aparece el peculiar rostro de Warhol y me dice: "Eso es mío".

Quique Falcón



Nada

No es sólo que no encuentre arte y sobre todo emoción o pasión en las obras de Warhol. No es sólo que no me interese. Es que me cabrea. Por nada, pero me cabrea profundamente, porque no es enfado, es cabreo. Y como se trata de algo irracional, mi cabreo, pues no llego a entenderme del todo. Tal vez mi rechazo se deba a que como me parece nada lo que hizo y tan bien supo vender, lo supongo un engaño, y las mentiras me indignan, más al ver la cara de gilipollas que se me queda, se nos queda, cuando nos estafan. Un gesto de bobo que suele estar relacionado, más que por lo que nos roban, por lo tonto que te sientes habiéndote dejado engañar. ¡Ah!, perdón, que no es la obra, que el arte es él, Warhol, su icono y todo eso. Pues peor todavía, porque entonces la cara de gilipollas no es la mía, sino la suya, con esos pelos, con esos ojos vacíos detrás de los que no parece haber nada... es que le miro y...

...Y así, ofuscado, con las cejas apretadas, en estado de shock, puede que no vea que el fallo es mío, que no quiera reflexionar o no sepa despojarme de cualquier pasión, de toda idea, apartar mi alma como debía pintar sus fotitos el propio Warhol, apóstol de lo cutre, figura del ‘kitch’, maestro supremo de la chapuza, de profesión famoso con la suerte de haber nacido en el sitio adecuado, Nueva York, justo en el momento en el que el mal gusto se convirtió en supuesta contracultura. Además de caerles en gracia a quienes tenían poder y dinero. Hasta hoy. O hasta siempre.

Puesto que sus obras (las fotocopias esas que luego pintaba quiero decir) cada vez se cotizan más y su nombre, su icono y todo eso, crecen con los años. Es posible que pervivan en la historia del arte, lo admito, estoy incluso convencido de que aumentará la legión de los que admiran aquello que les dicen que es moderno y transgresor, dispuestos todos en fila a dejarse engañar por este embaucador con pelos de haberse levantado hace un momento, peluca electrizada lo llamaba, el muy...

Lo feliz que sería en estos tiempos de famoseo banal, de telebasura de la nada donde gentes sin nada que ofrecer tienen los quince minutos de fama que él proclamó como derecho universal. Lo contento que se iba a poner ahora que las artes se devalúan y por todos lados llueve purpurina, polvo de diamante sintético, decía. Si es que era un genio. Sí. Si el arte fuera tan sólo comunicación, Warhol sería un genio; pero el arte es mucho más, porque se trata de comunicar, pero de comunicar "algo".

Mario Benito