miércoles, 2 de enero de 2008

El crítico espontáneo

Han pasado muchos años desde la primera vez que diseñé una página. Todavía no se había inventado la visualización y teníamos que imaginarla. Se metían claves, se aplicaban comandos, se utilizaba el tipómetro, pintábamos a mano con lápiz encima de una plantilla con los límites ya marcados de las columnas y el ancho de la página (astralón). Todo esto era muy técnico.

Desde que se inventó la visualización nos han facilitado mucho el trabajo. Ahora no tienes que imaginarte el diseño, ahora lo vas pintando con elementos ya establecidos que recuperas de un catálogo, biblioteca o página anteriormente hecha. Como decía, nos ha facilitado mucho el trabajo. Pero... Nos ha creado un pequeño problema. Tenemos espectadores, público, críticos espontáneos de arte que gratuítamente nos dan su opinión. No cuando el trabajo está hecho sino cuando lo estamos elaborando. Y, a ti, amigo maquetador, cuántas veces no te han dado ganas de levantarte y decir: ¿por qué no lo acabas tú?

Cada uno tenemos nuestras manías a la hora de realizar un diseño: unos pintan primero la información principal; otros los bloques de foto, algunos seleccionan las imágenes que van a utilizar y la mayoría aprovechan diseños ya hechos para variar un par de elementos y no tener que buscarlos uno a uno. Como títulos, pies, textos, etc. Pues todo esto está sometido a la crítica del observador espontáneo y a su NO conocimiento del sistema.

He visto a personas que tenían un control mayúsculo del programa de diseño y un conocimiento del ordenador que para sí lo quisiera Bill Gates aterrarse a la hora de pintar una página con espectadores críticos. Además el miedo era proporcional al cargo que tenía el que le estaba mirando y de lo cerca que estuviera la hora de cierre. Si es un plumilla, inquietud turbadora; si es un jefe de sección, nerviosismo creciente; redactor jefe, extraños tics; y a partir de subdirector, todo lo anterior más aptitud balbuceante y pérdida de memoria. Son buenos diseñadores y la mayoría están trabajando en un semanal o en un mensual en donde la presión del exigente público sólo ocurre el día del cierre.

Que conste que no todos los que se sientan a tu lado son iguales. Con muchos, además de pasar un buen rato con chascarrillos y bromas, aportan ideas que nos sirven para mejorar la página.

Particularmente no me imagino detrás de alguién que escribe una crónica diciéndole: `Has escrito mal esto`, `Le falta un acento aquí`, `No me gusta como te está quedando ese texto`, etc. Esperaría a que acabara. Y también opinaría de lo que sé. No de lo que no tengo ni XXXX idea.

martes, 1 de enero de 2008

Ideas preconcebidas

Ha pasado más de una semana y todavía me acuerdo. Del partido, claro. Y de las páginas que hicimos después también. Del partido porque a pesar de que nuestro eterno delantero Raúl no tuvo una actuación destacada, sí confirmó sin embargo el triunfo del juego colectivo, ¡y qué juego!, que tan denostado está en estos tiempos de figuritas de mazapán. De las páginas, porque el cierre de aquel inolvidable domingo no creo que lo vayamos a olvidar.

Cada vez que se disputa un partido del siglo, en los periódicos es necesario tener previstas las páginas de antemano, al menos para la primera edición. Estos acontecimientos, sobre todo los que más importan para las audiencias televisuales, empiezan, y por lo tanto acaban, muy tarde. Por eso, en cuanto el colegiado sopla los tres pitidos de rigor y da por finalizado el encuentro las páginas tienen que enviarse a la rotativa prácticamente ya. Deben estar hechas de antemano, tienen que estar ya casi escritas, porque se redactan según sucede el partido, y a la vez hay que buscar las mejores fotos de las primeras que envíen las agencias o nuestros fotógrafos para huecos pintados antes. Después, en segunda edición, tenemos tiempo para cambiar lo que sea necesario en función del material gráfico que vaya llegando, declaraciones que se produzcan después, etc. Hay que trabajar, pues, con ideas preconcebidas.

Pero, a veces, las ideas preconcebidas nos impiden ver lo que tenemos delante. Para la crónica del partido del siglo entre el Barcelona y Real Madrid, ja, ja, ja, perdonen que me ría pero es que cada vez que me acuerdo me entra una alegría... decía que para la crónica de ese partido, je, pues decidimos maquetar una página que no fuera la de siempre (la típica con su gran foto por arriba) y dispusimos una imagen vertical a tres columnas de arriba a abajo. Las ideas preconcebidas del responsable de deportes pasaban por una foto de juego en esa página y para la página enfrentada tres imágenes con gestos de distintos protagonistas de aquella noche. En cuanto terminó el partido, hicimos esto con el material que llegó:


No está mal. Pero... no sé. No llegaba a funcionar. Le falta fuerza. En la página impar nos resultó imposible encontrar tres gestos de manera que los jugadores no estuvieran tan desproporcionados. Y en cuanto a la primera página no tengo espacio suficiente para relatar lo que sufrimos buscando "una foto de juego" que tuviera ese corte tan extremo. El esquema de las páginas estaba bien pero las ideas preconcebidas sobre su contenido nos impedían ver, por ejemplo, que estábamos desaprovechando la foto, el fotón más bien. Como nos condicionaban a buscar una foto de juego que no existía con ese formato, mientras que había muchísimas con un formato horizontal. Me costó algo convencer al subdirector del periódico, porque las ideas preconcebidas se suelen agarrar y nos clavan las uñas. "Yo tenía otra idea", repetía cuando le propuse las páginas que finalmente salieron. "Pero bueno...".



Porque el Madrid titánico, como titulábamos, era más bien esto, ¿no? Se tratraba de dar grande la foto de Pepe, enorme como estuvo el central, y de dar una foto de juego a cinco columnas en la segunda página. Nada más. Y nada menos. En segunda edición, finalmente, lo volvimos a estropear. Pero esa es otra historia.

sábado, 29 de diciembre de 2007

La tipografía es arte

Atención querid@s lector@s. Lo que están ustedes viendo es arte, simple y puro arte. Y no lo digo por si está bien o mal escrito, no. Fíjense en el verbo que empleamos: ver. Porque todos esos hombros, astas, ojos, brazos, cuellos, remates, en definitiva, todas esas pequeñas partes que conforman el todo que llamamos tipografía, todo eso, es simple y puro arte. O al menos esa conclusión (que yo apoyo) es la que se puede sacar de la exposición Tipografía en el arte y arte en la tipografía que pueden visitar en la Biblioteca Nacional, en Madrid.

Cuadros con varias de las tipografías presentes en la exposición

Porque en la exposición podemos encontrar esa dualidad, un binomio en el que ambas partes se necesitan la una a la otra. Un ir y venir de la pelota que va pasando de pared en pared.

Por un lado vemos las obras de personalidades tan dispares como Basquiat, Braque, Chillida, Lichenstein, Davis, Miró, Malévich, Picasso, Warhol, Tàpies, Ernst, Gris, y muchos más. Todas con un denominador común: han usado como instrumento la tipografía. Seguro que no están todas las que han empleado tipos para transmitir un mensaje, pero hay una buena representación de distintas épocas artísticas y de creadores muy diversos. El colorido de Warhol, lo abstracto de Miró, lo sencillo y directo de Lichtenstein. En definitiva, mucha variedad para demostrar que la tipografía también puede conmover, emocionar, que es lo que busca el arte. Y qué mejor accesorio que la tipografía que, como decía Jasper Johns, "es algo que todo el mundo puede descifrar y comprender". Fácil, sencillo y para toda

"Sign" de Richard Hamilton (1975)

Y devolviendo la jugada, al otro lado de la pared, los tipos creados por maestros tipógrafos como Bodoni, Baskerville, Frutiger, Garamond, Thorne, Morris, Gutenberg, etc. Tipos colgados como cuadros, salpicados por las explicaciones de rigor. Grandes cuadros con tipografías como la Chicago, creada específicamente para los MAC, o la Garamond, declarada monumento histórico en Francia. Por no mencionar la Sabon (Jan Tschichold), inspirada en la columna de Trajano o la Didot en la que se imprimió el primer ejemplar de la Constitución Francesa. ¿Qué más pruebas hacen falta para catalogar a la tipografía como arte?

Unos libros, tal vez. Y ese el tercer pilar, el árbitro de la contienda. Custodiados por unas vitrinas, libros con varios siglos de existencia apoyan esta teoría con sus trazos, rasgos que dibujan obras maestras de la literatura depositados en la Biblioteca Nacional y que han abandonado el polvo de las estanterías con motivo de esta exposición.

Libros españoles del siglo XVIII

Así que ya saben, si tienen la posibilidad de visitar Madrid antes del 27 de enero, no duden en acudir a la Biblioteca Nacional a degustar esta pequeña muestra de arte tipográfico y tipografía en el arte. Además, es gratis. Qué mas pueden pedir.

Pues un libro que recopile y amplíe todo esto. Y lo hay. Es el libro homónimo de Enric Satué (Premio Nacional de Diseño en 1988), editado por Siruela. Un gran regalo para todos los amantes de este arte.

viernes, 28 de diciembre de 2007

Nuevo rerediseño de El País
y Feliz Año 2008

A punto de finalizar este 2007 de nuestro señor, año en el que nació este nuestro y vuestro blog, el equipo de encajabaja está en condiciones de anunciar que ha recibido el encargo de remodelar el muy reciente rediseño del diario El País.

El contrato que hemos firmado con las altas jerarquías de Prisa está encabezado por un preámbulo en el que se pone de manifiesto el fracaso de su rediseño, fundamentalmente porque parte el periódico en dos (debido a que sólo lo aplican consecuentemente en lo que ellos denominan "la parte de atrás", mientras que en "la parte de adelante" se han limitado a sustituir la tipografía y a dar cuantas fotos a cuatro columnas sea posible), así como a recuperar en la medida de lo posible el texto que se perdió y que nadie en la redacción sabe dónde está, porque la tipografía Majerit que tan "rápido se lee" y tan "legible" resulta supone entre un 20 y un 30 por 100 menos de caracteres en cada línea que la "obsoleta" Times (¿será por eso que lo leen más rápido?).

Por todo ello, el equipo de encajabaja acometerá a lo largo de los próximos cinco años, y en absoluta coordinación con el Comité de Sabios de El País, esta remodelación a la remodelación que, figura también en el contrato, tendrá el visto bueno definitivo por parte de Juan Luis Cebrián en la última semana antes de su aplicación directa en el periódico, semana en la que podrá ser modificado todo según sus infalibles indicaciones. La única condición previa que nos ha expresado el propio Cebrián, muy amable eso sí, es que conservemos ¡por favor! el acento en la cabecera, "una idea tan genial no debe desaprovecharse". Nuestro blog ha quedado autorizado en una cláusula del contrato para ir informando puntualmente durante estos años de los avances en los trabajos rediseñísticos.

Aprovechamos este importante comunicado para felicitarles la Navidad a todos, una Navidad especialmente suculenta para nosotros merced al adelanto económico de tan goloso contrato, y sobre todo para desearles a todos un próspero año nuevo. Feliz 2008.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Negativos de cristal

Soy consciente de que en estas fechas lo que hay que hacer es ir de compras. Comprar hoy lo que no pudimos comprar ayer y dejar para mañana lo que no nos dará tiempo a comprar hoy, seguro, porque hay tantas cosas que comprar... Para eso está la Navidad, ¿no? No obstante, si alguien encuentra tiempo o sencillamente se cansa de comprar y se encuentra en Madrid, tiene la maravillosa oportunidad de acercarse hasta el edificio de la Telefónica, en plena Gran Vía, para ver allí las fotografías de Marín.


Le llamo así, Marín a secas, no por familiaridad con el fotógrafo del que tengo que confesar que nunca había oído hablar, sino porque así se llama la exposición: Marín. Y el asombro es doble, primero por la inmensa calidad de las imágenes, y después porque un autor de este nivel sea un perfecto desconocido. Claro es que nació en España, en Madrid además.

Entre sus poderosas imágenes descubro que Luis Ramón Marín (Madrid, 1884-1944) fue un fotógrafo de prensa entre 1908 y el final de la Guerra Civil. Que firmaba con el segundo apellido, Marín, así a secas. Que vivió siempre en esta ciudad nuestra, en Madrid, y que aquí realizó la mayor parte de su trabajo (tengo la impresión de que de haber sido catalán habría tenido más reconocimiento porque allí se da más valor a la cultura y quienes se dedican a ello). Que fue uno de los primeros fotógrafos españoles en sacar su cámara a la calle junto a compañeros como el sí reconocido Alfonso. Y que su archivo fotográfico sobrevivió gracias a su familia (otra cosa igual), casi 18.000 negativos en su mayoría de cristal.

Es una exposición con una temática variadísima, prácticamente todo lo que pasó entonces está colgado en gran formato en las paredes del primer piso de la Telefónica. 36 años de trabajo en 250 emocionantes imágenes, parpadeos atrapados en vidrio de los que me quedo con un hermosísimo retrato de Raquel Meller mirándonos a los ojos desde los años 20. Dejen durante una o dos horas las compras y allí, en el mismo centro de Madrid, vayan a verla y a que ella les vea.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Fun, fun, fun


Ya ha llegado la Navidad. Parece que fue ayer cuando dejamos los últimos calores del verano. Pero ha llegado y es época de buenos deseos y mejores sentimientos.

Dejemos a un lado, aunque sea por un instante, el trabajo y centrémonos en los que están a nuestro alrededor y que nos dan todo su cariño y apoyo en los momentos difíciles. Un brindis por ellos. Qué sería de nosotros sin ellos...

Por nuestra parte, queremos desear a nuestros amigos lectores/as que 2008 sea un año lleno de proyectos exitosos y que se cumplan todos vuestros deseos, tanto a nivel personal como profesional. Aquí estamos preparando varios proyectos para el año que viene con los que esperamos que disfrutéis tanto como nosotros.

Pero sobre todo queremos darles las gracias por estar ahí día tras día, por confiar en nosotros, por sus comentarios, por sus mails, por sus ideas... Muchas gracias a tod@s.

Lo dicho, FELICES FIESTAS.

El equipo de encajabaja

jueves, 20 de diciembre de 2007

Fútbol y diseño

Los aficionados al fútbol se dividen entre quienes van a ver las jugadas personales del crack del momento y los que admiran el juego colectivo de su equipo. Aunque se pueden hacer otras muchas clasificaciones, hoy nos interesa ésta, en la que parecen ganar por mayoría los integrantes del primer grupo porque lo que toca ahora es admirar la jugadita personal, el malabarismo más propio del circo que las televisiones repiten durante toda la semana hasta que llega la jornada siguiente para retransmitir nuevos regates, bicicletas, rabonas, chilenas y el gol del siglo que se marca cada siete días, mejor en acción individual. No obstante, todavía quedamos algunos amantes del juego colectivo, de esas jugadas mágicas de absoluta precisión y velocidad, ejecutadas al primer toque entre varios jugadores. Una asombrosa combinación de inteligencias.

También en el diseño existe el juego preciosista e individual de los llamados artistas y el juego colectivo de una buena sección de maquetación de un periódico, donde los autores somos el conjunto y el resultado es una obra colectiva, el periódico, que además de piezas personales en forma de columnas de opinión se construye con un lenguaje que también se califica como lenguaje colectivo por algunos autores (imprescindible "El lenguaje de la prensa", de Bernardino M. Hernando, 1990) y que no por ello deja de tener personalidad. Los periódicos bien hechos la tienen y resulta interesantísima. Es como si todas las páginas estuviesen diseñadas y escritas por una sola mano pero con la participación real de muchas. Cada día. Y no todos los días las mismas, nos vamos turnando.

El máximo exponente de este lenguaje periodístico lo representa el semanario inglés ‘The Economist’, publicación dedicada a la economía y la política en la que no se firman los textos y en donde brillantísimos redactores aspiran en cada artículo a alcanzar ese lenguaje colectivo ideal, propio de la publicación para la que trabajan, una de las más prestigiosas e influyentes del mundo por cierto. Sólo los directores salientes tienen derecho a firmar un editorial y su lema es "muchas manos escriben pero hablan con una voz colectiva. Lo que se escribe es más importante que quien lo escribe".



Claro que hablábamos de fútbol, y en este sentido no quisiera que se enfadase nuestro muy querido Baruch allá en su Buenos Aires pero tengo que decir, no puedo callarlo por más tiempo Norbi, tengo que confesar a los admiradores del mencionadísimo delantero del Barcelona Leo Messi que su juego excesivamente individualista ("chupón" se llama acá, no sé allá) es un claro ejemplo de lo que las televisiones promocionan machaconamente, tal vez, sólo tal vez, de manera sobrevalorada. El chico vale, tiene maneras, hace cositas, eso no podría negarlo, pero para ser el mejor del mundo como le están bautizando últimamente le haría falta, en primer lugar, no jugar en el Barça y, después, que se retirase un futbolista, perdón un Futbolista, que juega en la misma liga con una entrega, una calidad nunca reconocida y un espíritu de equipo que nadie hasta la fecha ha tenido y que los adocenados periodistas deportivos nunca calificarán como "el mejor del mundo" porque encarna valores colectivos, como los grandes periódicos. ¿Les suena Raúl González, delantero eterno del Real Madrid?