Soy consciente de que en estas fechas lo que hay que hacer es ir de compras. Comprar hoy lo que no pudimos comprar ayer y dejar para mañana lo que no nos dará tiempo a comprar hoy, seguro, porque hay tantas cosas que comprar... Para eso está la Navidad, ¿no? No obstante, si alguien encuentra tiempo o sencillamente se cansa de comprar y se encuentra en Madrid, tiene la maravillosa oportunidad de acercarse hasta el edificio de la Telefónica, en plena Gran Vía, para ver allí las fotografías de Marín.
Le llamo así, Marín a secas, no por familiaridad con el fotógrafo del que tengo que confesar que nunca había oído hablar, sino porque así se llama la exposición: Marín. Y el asombro es doble, primero por la inmensa calidad de las imágenes, y después porque un autor de este nivel sea un perfecto desconocido. Claro es que nació en España, en Madrid además.
Entre sus poderosas imágenes descubro que Luis Ramón Marín (Madrid, 1884-1944) fue un fotógrafo de prensa entre 1908 y el final de la Guerra Civil. Que firmaba con el segundo apellido, Marín, así a secas. Que vivió siempre en esta ciudad nuestra, en Madrid, y que aquí realizó la mayor parte de su trabajo (tengo la impresión de que de haber sido catalán habría tenido más reconocimiento porque allí se da más valor a la cultura y quienes se dedican a ello). Que fue uno de los primeros fotógrafos españoles en sacar su cámara a la calle junto a compañeros como el sí reconocido Alfonso. Y que su archivo fotográfico sobrevivió gracias a su familia (otra cosa igual), casi 18.000 negativos en su mayoría de cristal.
Es una exposición con una temática variadísima, prácticamente todo lo que pasó entonces está colgado en gran formato en las paredes del primer piso de la Telefónica. 36 años de trabajo en 250 emocionantes imágenes, parpadeos atrapados en vidrio de los que me quedo con un hermosísimo retrato de Raquel Meller mirándonos a los ojos desde los años 20. Dejen durante una o dos horas las compras y allí, en el mismo centro de Madrid, vayan a verla y a que ella les vea.
Entre sus poderosas imágenes descubro que Luis Ramón Marín (Madrid, 1884-1944) fue un fotógrafo de prensa entre 1908 y el final de la Guerra Civil. Que firmaba con el segundo apellido, Marín, así a secas. Que vivió siempre en esta ciudad nuestra, en Madrid, y que aquí realizó la mayor parte de su trabajo (tengo la impresión de que de haber sido catalán habría tenido más reconocimiento porque allí se da más valor a la cultura y quienes se dedican a ello). Que fue uno de los primeros fotógrafos españoles en sacar su cámara a la calle junto a compañeros como el sí reconocido Alfonso. Y que su archivo fotográfico sobrevivió gracias a su familia (otra cosa igual), casi 18.000 negativos en su mayoría de cristal.
Es una exposición con una temática variadísima, prácticamente todo lo que pasó entonces está colgado en gran formato en las paredes del primer piso de la Telefónica. 36 años de trabajo en 250 emocionantes imágenes, parpadeos atrapados en vidrio de los que me quedo con un hermosísimo retrato de Raquel Meller mirándonos a los ojos desde los años 20. Dejen durante una o dos horas las compras y allí, en el mismo centro de Madrid, vayan a verla y a que ella les vea.
1 comentario:
Conocemos lo que quieren que conozcamos y esa es la cultura que vivimos, desgraciadamente. Hace tiempo que cirulan rumores sobre Marín, sobre una exposición que se iba a realizar y es agradable leer que por fín ese achivo haya visto la luz, otra vez. Vivimos en un momento en que quien no tiene un ordenador conectado a la internet y una camara, reflex difital con tropecientosmil megapíxeles no puede ser fotógrafo y nos hemos olvidado de tantos que, 50-100 años atrás morían en las trincheras de las absurdas guerras de hermanos para contar el horror sin más afán que el de hacerlo más público de lo que ya era. Ahora los reporteros de guerra se tornan novelistas historiadores inventores de sociedades antiguas que Reverte, perdon revierten y complican el aprendizaje de nuestros ya bastante aceporrados infantes.
No diré nada más, por falta de tiempo y exceso de mesura.
Como bien se dice, dejen las compras y acepten iluminar sus retinas con una luz que viene de antiguo, cuando era, si no mejor, por lo menos mas pura.
JLGA
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