martes, 26 de febrero de 2008

Así se fraguó la portada ganadora
de la Medalla de Plata SND

Rodrigo Sánchez, responsable de Metrópoli, nos cuenta cómo fue el proceso creativo de la portada que ha resultado ganadora de la Medalla de Plata de la SND, el premio español más destacado de la última edición de The Best Newspaper Design, (aunque no el único de Metrópoli). Una edición en la que los periódicos españoles no han destacado tanto como nos tenían acostumbrados.




"La verdad es que con un dibujo como el de Raúl Arias la mitad de la portada ya estaba resuelta.

Parir una portada implica dedicar más tiempo al antes que al después. Muchas medias horas de conversación con unos y con otros, de dentro y de fuera de la redacción. Al final, tras largos debates telefónicos sobre estilos gráficos, terminaciones pictóricas, planos, volúmenes etc., te encuentras en manos del verdadero artífice del aspecto final, el autor de la ilustración.

Por mucho que se haya debatido previamente nunca hay dos dibujos de un mismo autor con estilo idéntico. La portada ha de amoldarse al estilo y al encuadre del dibujo. Los resultados siempre difieren de lo hablado por la propia mecánica del trabajo, el tema a tratar y, por supuesto, el estado anímico del ejecutor.

Cuando por fin llega la ilustración final, tras bocetos y demás consultas entre las partes, es el momento de encajarla según las pautas de la revista y, es en ese momento, cuando todos los elementos de la página han de servir a ese dibujo. Todo ha de girar en torno a él. A veces apoyándole, a veces remarcándole, a veces evitándole e incluso cubriéndole.

No necesariamente hay que despejar el dibujo. Un dibujo en portada no implica necesariamente que sea una voz solista. Una portada no es una galería, no es un museo. Nadie tiene que ganar, ni el diseñador ni el ilustrador. Tiene que ganar la propia portada. Todos trabajamos con el mismo
objetivo. Hacer lo más atractiva posible la página más importante de cualquier publicación, su portada.

En este caso el ángulo de horizonte del dibujo nos marca la inclinación del titular. El primerísimo plano del cocainómano nos permite colocar el texto sobre su cara sin poner en peligro la visibilidad del rostro y ,además, usamos la cabecera como parte del lienzo de la ilustración. De esta forma verticalizamos la superficie de la portada y ganamos en profundidad de plano. De esta manera lienzo, dibujo y cabecera se convierten en una única superficie en la que poder trabajar con la tipografía, incluso invadiendo la mancheta de Metrópoli con el titular.

La elección de la tipografía varía en función de la textura y el trazo del dibujante. En este caso se trata de SURFACE una tipografía sans serif rota por efecto de fotocopia. Los colores son elegidos por sintonía con tonos de la ilustración."

lunes, 25 de febrero de 2008

Diseñario (VI)

Nueva entrega del Diseñario elaborado por el comité de expertos en exclusiva para encajabaja, obra irreverente, colectiva y abierta a la participación de cuantos quieran aportar ideas a través de comentarios o de nuestro correo electrónico.




Cintillo. Es el elemento que unifica un tema cuando su desarrollo exige más de una página. Se trata de un enunciado breve que enmarca la información del resto de las piezas de la página. Es decir, es un elemento que contribuye a la unidad de la información. Su función informativa es la de situar el contexto de la información al lector a través de varias páginas durante la sección. Y ya está, no tiene otra función. Al igual que un antetítulo no es una data, un cintillo no es un antetítulo, por mucho que algunos esforzados redactores se empeñen. Tiene la peculiaridad de que si no se ha colocado al comienzo, por olvido, y se necesita incorporar cuando el resto de los elementos ya están editados, el fastidio es total porque el cintillo se sitúa en la parte superior de la página, justo debajo del folio, y es necesario bajar todos los elementos ya colocados ("ponme un cintillo que se nos ha olvidado", suele ser, pues, una operación... delicada).

Color. Es un invento de la naturaleza en complicidad con nuestra mente para hacernos creer que el mundo en el que vivimos es más bonito de lo que en realidad es. Al parecer, a los perros no les hacen falta estos efectos especiales para ser felices. De la misma manera, es un invento de las artes gráficas, no tan reciente como se cree (el ABC imprimió páginas en color en 1930. "Sin embargo, Abc no es el primer periódico diario español en color. El Imparcial de finales de 1893 en su suplemento literario Los Lunes de El Imparcial, es la primera muestra de lo que se puede considerar color en los rotativos españoles. Pero esta experiencia asilada, al igual que la que ofreció La Correspondencia en 1894, no puede ocultar el esfuerzo de un diario como ABC que, en 1930, consigue reproducir en sus páginas la sensación de color total. Torcuato Luca de Tena había muerto un año antes y no pudo ver realizadas sus pretensiones", como nos enseña el maestro de periodistas Pedro Pérez Cuadrado en su serie de artículos sobre el ABC publicados en Visualmente) y es un invento de las artes gráficas, decíamos, para que también parezcan más bonitos los periódicos.
Podríamos hablar aquí del fenómeno físico del color; de colores primarios y secundarios; de la diferencia entre el sistema sustractivo del color (CMYK) que emplean las rotativas frente al aditivo (RGB) de las pantallas; de las teorías sobre colores cálidos o fríos y sus efectos psicológicos; de las llamadas y los puntos de interés que destacan en las páginas; de paletas de colores y la rueda cromática y espectros; del color de tus ojos, distinto de noche de cuando reflejan la luz del sol, y hasta de los colores del arco iris. Podríamos hablar de todo esto, decíamos, pero no queremos. Nos limitaremos a reseñar que el color ha cumplido desde hace unos 20 años una función muy importante en las redacciones de los periódicos: servir como tema central de discusión sobre si la prensa debía imprimirse en el clásico blanco y negro o pasarse al color. Los defensores del blanco y negro, y todavía queda algún nostálgico, esgrimían y esgrimen como argumentos a su favor la seriedad de los grises, su elegancia, el clasicismo, y vaguedades de este estilo, frente a los entusiastas defensores del impacto, la fuerza, el dinamismo, el artistismo y lo modernitos que somos vestidos de colores.
Al final se ha impuesto el color, evidentemente, por la sencilla razón de que el periodismo quiere contar y reflejar la realidad, y la realidad es en color. Las exigencias de los anunciantes para que se imprimiese su publicidad en color, pagando bastante más por ella, también ha sido de gran ayuda para este maravilloso efecto óptico que enriquece tanto a la prensa como al mundo en general de los seres humanos, en comparación, por ejemplo, con el de los perros.

Columna. Es la forma que adopta el texto sobre el papel en todos los impresos. Incluso en los que parece que no es así se están utilizando una o varias columnas, modificadas de la manera más extravagante que se pueda imaginar, pero columnas serán. A pesar de aspiraciones más o menos artísticas para diseñar un periódico sin columnas todavía no se ha logrado, y nuestros diarios tienen, por lo general, cuatro columnas (el ABC anterior a los últimos cambios y recambios ya que ahora comprime cinco columnas en un espacio en el que realmente no caben); cinco columnas (El País, El Mundo, La Vanguardia... la inmensa mayoría de los diarios en formato tabloide); o incluso seis columnas (como está maquetado El Público no sabemos muy bien por qué, si por diferenciarse o para que se lean más rápido esas columnitas tan estrechas, un poco como le sucede a ABC). Los periódicos en formato sábana, principalmente en la prensa anglosajona, al ser más grandes tienen entre seis y ocho columnas.
El tamaño de la columna influye directamente en la velocidad de lectura de la misma, o en el efecto psicológico de creer que se está leyendo más deprisa o más despacio. Según esta teoría que cualquiera puede llevar a la práctica, las columnas anchas conllevan una lectura reposada y por eso se emplean en la literatura y en la mayor parte de los libros, mientras que columnas estrechas implican una lectura rápida, de ahí su utilización en periódicos y revistas para conseguir la velocidad que se le supone al lenguaje periodístico. Incluso dentro del periódico suele ser frecuente utilizar columnas más anchas (que se denominan falsas por ser distintas a las de la rejilla base) en los artículos de opinión, cuya lectura se supone más reflexiva.
Parece evidente suponer que su nombre viene de su similitud con la columna arquitectónica porque no nos atreveríamos a pensar que fuera al contrario, que se hubiera maquetado el Partenón a ocho columnas, a dos las Columnas de Hércules, o a una la de Trajano. Columna también es el nombre que se da a un artículo periodístico de opinión, normalmente de periodicidad fija y longitud pequeña o mediana (inferior a media página), y columnista es quien la escribe, no quien las edifica. Hay quien confunde columna con pedestal, tal vez porque es otro término arquitectónico, y desde allí subido las escribe, pero suelen ser las menos interesantes.

Comunicación. Principio y fin. Disciplina de la ciencias humanas y sociales. Acto humano intencionado para intercambiar información. Palabra muy del gusto de gurús, asesores y consultores. Asignatura universitaria inventada en base al sencillo esquema de emisor, mensaje, canal, código, receptor. Esta sencilla fórmula, créanme, puede llegar a complicarse, retorcerse y llenarse de paja hasta convertirse incluso en voluminosos textos de indigestas páginas, sobre todo si están firmadas por el insigne Manuel Martín Serrano ("La producción social de comunicación", 1986, por ejemplo), catedrático de la Complutense que llega a lamentar en la introducción de uno de sus infames ladrillos el que no haya "espacios intelectuales vírgenes para los investigadores" del siglo XX (que estén ya todas las materias inventadas, en román paladino vamos) motivo por el cual, ni corto ni perezoso, se inventa toda una disciplina de "pe" a "pa" con el susodicho esquema como único cuerpo doctrinal al que se ve obligado a complicar hasta extremos obsesivos, si no peligrosos. Y es que no hace falta, de verdad, todo el mundo sabe de manera intuitiva lo que es comunicación sin necesidad de tener que definirla (la definición creo que era todo un trimestre de la asignatura); pero en caso de estar muy necesitados nosotros proponemos que comunicación es la ciencia y el efecto de comunicar o comunicarse, hacer saber a alguien cierta cosa, de manera recíproca cuando hablamos de comunicarse. Y es que María Moliner no necesitó inventar disciplina alguna para tener altura intelectual, algo que por otra parte tampoco buscó. Se trata de saber cómo se llaman las cosas, y llamar a las cosas por su nombre.

Confeccionador. Sinónimo de maquetador (véase, por tanto, maquetador). En España es un término en desuso en cuanto a las artes gráficas y a la prensa se refiere, y más parece un vocablo relacionado con el ramo textil. No se utiliza en ningún periódico, al menos de los que nosotros conocemos, pero siempre puede haber alguna publicación que se haya quedado aislada en lo alto de un monte desde hace décadas que aún lo mantenga. En el nuestro hay algún redactor jefe que nos ha llamado así, "¿hay algún confeccionador libre?" e incluso le hemos oído "necesito un diagramador" (otro sinónimo de maquetador en desuso), pero hay que conocer al periodista en cuestión para entenderlo.
En Latinoamérica, al contrario, siguen manteniendo esta denominación de confeccionador. Aquí somos maquetadores, pero si confeccionar es hacer, entonces no cabe duda de que confeccionadores somos, porque lo que no admite dudas es que las páginas las hacemos nosotros. En definitiva, que un maquetador hace las maquetas de las páginas (pinta las páginas, se dice), y un confeccionador no hace confecciones, hace maquetas también.

Entregas anteriores del Diseñario:
Diseñario (I): aire-anuncio.
Diseñario (II): apoyo-artistas.
Diseñario (III): bandera-blancos.
Diseñario (IV): blog-caja.
Diseñario (V): cajista-cícero.

jueves, 21 de febrero de 2008

Los diez mandamientos de todo rediseño

Nueva entrega de Firmas en Caja Alta. En esta ocasión, Miguel Buckenmeyer nos ofrece una serie de diez artículos en los que desgranará los diez mandamientos que un diseñador tiene que tener en cuenta a la hora de llevar a cabo el rediseño de una publicación.



Miguel Buckenmeyer es diseñador y un especialista en comunicaciones enfocado en el diseño de periódicos, revistas e información relativa al mundo de los negocios. Recientemente Miguel fue el creativo y el director de arte detrás de El Economista, el diario económico español que fue nombrado uno de los periódicos mejor diseñados del mundo por la Society of News Design en 2006. Miguel ha trabajado para periódicos y revistas internacionalmente reconocidos como el Washington Post y El Mundo Magazine. También ha participado en la creación de prototipos editoriales y en proyectos de rediseño en Estados Unidos, Francia, Méjico, Portugal, España y Venezuela. Su trabajo ha ganado varios galardones y ha aparecido en las publicaciones de la Society of News Design, la Society of Publication Designers y el Type Directors Club. Miguel está licenciado en Ciencias Políticas por la universidad de California, y tiene un Master en Relaciones Internacionales por la universidad de Georgetown. Su página web es www.miguelbuckenmeyer.com

Los diez mandamientos para rediseñar
un medio de comunicación (I)


Un diseñador gráfico de medios impresos como yo hablando de los diez mandamientos del diseño periodístico en la era de Internet me recuerda a la comedia de 1981 de Mel Brooks, “La Loca Historia del Mundo”, Parte Uno. En una escena de la película, Moisés baja del monte Sinaí después de hablar con Dios, quien le había concedido tres tablas de piedra en las cuales estaban escritos los sagrados mandamientos según los cuales los israelitas tenían que orientar sus vidas. Moisés mira al pueblo de Israel, levanta las tres tablas y comienza a explicarles el don de los mandamientos que Dios les había dado: “El Señor, el Señor Jehová nos ha concedido estos 15 mandamientos …” En ese momento, una de las tres tablas se le escapa de las manos, se cae al suelo y se rompe en pedacitos. Entonces Moisés mira el suelo, luego sube la cabeza y mira al pueblo y continua: “…estos 10, sí 10 mandamientos que todos tenemos que obedecer.”

Seguramente hay más de diez reglas universales de diseño periodístico, organización de la información o estética visual aplicada a la transmisión periódica de noticias que las que ahora expongo en esta modesta serie. Estos principios no se incluyen, bien porque los ignoro (Dios no me los ha revelado) o porque no se me ocurren en este momento (Dios me los ha enseñado pero se me han olvidado) o bien por que no controlo otros campos como el diseño de medios interactivos (Dios no me ha dado tantos dones como yo quisiera) que son tan o incluso más importantes para el futuro del periodismo que el papel. Aún así, intento resumir en 10 reglas básicas algunas lecciones que yo he aprendido (y sigo reaprendiendo) en mis 15 años de experiencia diseñando medios impresos.

Mandamiento 1. Haz los deberes, empóllate el tema y crea un concepto

La primera regla y lo fundamental es que crees un concepto o una visión de antemano de qué es lo que quieres hacer y hacia dónde quieres ir. El gran gurú norteamericano de la gestión y autoayuda en el campo de la empresa, Stephen Covey, lo llama la virtud o el hábito de “empezar con un fin en mente”. Hablando de la selección de una profesión, vocación o trabajo, Covey dice que todos tenemos que subir una escalera en la vida, pero pocos nos ponemos, antes de empezar a escalar, a pensar bien en contra que pared vamos a poner nuestra escalera.

Aplicado al diseño periodístico, esto quiere decir que tengamos los objetivos o criterios para nuestro proyecto bien definidos y que no nos dejemos llevar por el azar a la hora de empezar nuestro proyecto. Tenemos que definir las metas del proyecto y diseñar en función de ellos. Este principio es importante porque es la base tanto del proyecto editorial como del empresarial. Pequeñas desviaciones o equivocaciones en el planteamiento, o la falta de planificación, no solo pueden perjudicar a la utilidad del diseño en cuestión sino que también pueden dañar la marca de la empresa editora. Esto no quiere decir que tengas los estilos gráficos ya diseñados en la cabeza antes de que te pongas a dibujar sobre un papel en blanco o abrir un documento nuevo de QuarkXpress. Sólo quiero decir que debes tener claro las metas del proyecto y las pautas que vas a seguir.

Para poder determinar las metas y las pautas del proyecto, tienes que hacer tus deberes; tienes que hacer las investigaciones necesarias para descubrir los objetivos de la empresa además de los problemas actuales de los contenidos, navegación, etc. y así empezar a crear soluciones visuales. Además, este paso te ayudará a ti y sobre todo a la empresa. Un proyecto sin este paso previo de la investigación es puro maquillaje. El producto puede ser más o menos atractivo estéticamente, pero no se desarrolla como producto y pierde su competitividad. (Más adelante, dentro de esta serie, hablaremos en concreto del rediseño de El País).

El primer paso de todo proyecto gráfico entonces es hacer un inventario de preguntas cuyas respuestas te ayudarán a hacer un análisis sobre las necesidades de la editora y su producto. Entrevista al director, el editor, redactores individuales y repasa los resultados de encuestas a los lectores o paneles de lectores realizados por la empresa, etc. Intenta entender los hábitos, intereses y gustos del lector medio, al que la empresa editora aspira a llegar. Relacionado con eso -si no logras convencerles de alguna idea mejor-, trata de conocer bien y adaptarte a su estrategia empresarial. Las preguntas a las que te puedes enfrentar en esta primera etapa probablemente incluyan las siguientes:

• ¿Quién es el lector medio?, ¿Qué temas le interesan?, ¿Cuánto tiempo pasa leyendo o ojeando el producto?, Si es el público en general, ¿qué temas les interesan a los distintos grupos a los que va dirigido el periódico o revista?
• ¿Qué estrategia tiene la empresa editora para llegar a su público?, ¿Hay nuevas maneras o tendencias en la formar de darles información o contarles historias?
• ¿Qué tono editorial tiene o quiere tener el producto: popular, vanguardista, o clásico?, ¿Qué tipografías reflejan este tono?
• ¿En qué formato tiene que ir: Tabloide, Berliner, sábana? (esto ultimo va siendo menos relevante en los últimos años)
• ¿En qué páginas hay color: algunas, ninguna o todas?, Si hay color, tendrás que emplearlo con una paleta conforme con el tono editorial del producto. ¿Qué tonos se adecuan al lector medio: colores fuertes o suaves, mucho o poco?
• Cual es la historia de la empresa editora y su producto?, ¿Qué contenidos funcionan bien, cúales no?, ¿Cúales se pueden mejorar con un poco de esfuerzo?
• Si es un producto regional, local o relacionado con un sitio determinado, ¿cuáles son sus historias y tradiciones por si hay una manera de incorporarlas en el proyecto?

Una vez contestadas preguntas como estas, tendrás las pautas que orientarán el proyecto. Con esto, podrás ayudar al editor y al director a concebir nuevos contenidos, organizar la información y desarrollar los estilos gráficos.

Por ejemplo, si es un diario gratuito que llega a un público generalista, quizás seleccionarías un código de colores primarios y vivos para cada sección como hace el ADN, Metro y LondonPaper. Al contrario, si la empresa editora de un gratuito decide que quiere hablar a un público de “alto standing” (y más poder adquisitivo), entonces podrías elegir, colores más sutiles. Este es el caso del gratuito holandés “DAG” que lanzó un rediseño de la portada en febrero de 2008.


DAG antes (izd.) y después (dcha.)


Caso práctico: National Post (Canada)

Portada del National Post

Planteamiento inicial: “Hacer lo que no hacía nadie” era el concepto inicial de la empresa editora y de la diseñadora del proyecto, Lucie Lacava. Creando el prototipo del “National Post”, diario que fue lanzado en 1998, Lacava tuvo que crear una maqueta que no compitiese con las otras 28 cabeceras de la editora Southham y que fuese diferente a los principales competidores nacionales como el “Globe and Mail” y el “Toronto Star”.

Tipografía: Según Lacava, la mayoría de los periódicos norteamericanos generalistas entonces titulaban con una tipografía serif. Ella convenció a los directores de ir a contracorriente y usar una letra san serif para los titulares principales. Investigando revistas antiguas de moda encontró una tipografía ideal y encargó al tipógrafo Americano, Jim Parkinson la creación de un alfabeto contemporáneo y digital completo que -con algunas modificaciones y añadiendo distintas anchuras- más tarde se llamaría “Richmond”. La versión condensada de la eventual Richmond se usó para los titulares principales (que van en caja alta en la portada) y para los titulares de informaciones (que van verticalmente a una columna).


Richmond Condensed Bold specimen

El palo seco se complementó con la Miller Display, la preciosa y versátil Scotch Roman dibujado por Matthew Carter en 1997. La Miller se usa para los titulares de informaciones secundarias que van en horizontal a más de una columna y para titulares de reportajes especiales. Para la cabecera del periódico y de cada cuadernillo, Parkinson adaptó la Miller, creando una versión comprimida y estirando los serifs latinos.


Miller Display Roman specimen


Portada del National Post


Muestra de la Richmond Bold Condensed en el National Post

Retícula: Conforme con la meta de no parecerse a otros periódicos de su día, Lacava rompió con una tendencia entonces y todavía muy establecida, la de la maquetación modular. Basado en una retícula de 6 columnas, el Post conserva una maquetación ligeramente clásico y parecida a la del New York Times o Wall Street Journal, el cual permite que algunas informaciones irrumpen en los módulos o rectángulos de otras informaciones no relacionadas. La mayoría de las páginas tienen en su parte superior un friso horizontal de breves u otras informaciones que sirve para anclar y contrastar la maquetación antimodular por abajo.

Muestra de la Miller Display en el National Post

Cabe destacar que el National Post hizo un semirediseño en septiembre de 2007 actualizando la cabecera y aperturas de los cuadernillos poniéndolos en vertical y sobre fondos de color (la imagen de la portada es posterior al rediseño). El cambio más notable has sido la colocación de la cabecera del periódico y de cada cuadernillo en una posición vertical en cada página en vez de horizontal. También han ampliado el tamaño del cuerpo de texto y su interlineado. Finalmente, han mejorado la legibilidad y aumentado el número de destacados y infografía según el director del periódico Douglas Kelly. Para ver más imágenes de los prototipos, visite este link.

Portada antes (dcha.) y después del rediseño (izqda.)

miércoles, 20 de febrero de 2008

Ya es mala suerte...

Todos conocemos el tipo de portada póster de Público. Hay días que están más acertados y otros que no, la verdad. Eso nos pasa a todos. Si está bien resuelta no me parece mala solución. Lo malo es cuando no queda bien (muchas contras de Público no han sido la verdad brillantes) .La de hoy no es que sea especialmente mala... si no fuera porque a La Razón (otro insigne representante de la portada póster) se le ha ocurrido hacer algo muy parecido. Misma idea, misma foto... vamos, la misma portada. ¡Igualita! Quítale un par de sumarios y las cabeceras y son tal cual. El espectáculo hoy en los quioscos era curiosísimo. Porque ver dos periódicos nacionales con casi un clon de portada es algo muy poco habitual. En la prensa deportiva pasa, a veces tan a menudo que cualquiera diría que se ponen de acuerdo para confeccionarla. Pero yo no recuerdo un caso igual en mucho tiempo en un periódico de información general.



La cosa no deja de tener su gracia. Público y La Razón, extremos opuestos del panorama informativo español, hermanados por una ¿brillante? idea portadil. Ya es mala suerte, dirán algunos. El caso es que me imagino a ese pobre lector de La Razón comprando Público por error y dándole un patatús al ojearlo en casa. O viceversa. Si es que cada vez es más difícil aclararse de por donde van los tiros en la prensa...

Programa definitivo para las Jornadas de Fotoperiodismo

Nuestros amigos del CEU nos mandan el programa definitivo de las Jornadas de Fotoperiodismo, centradas este año en el mundo de la moda y que tendrán lugar los días 4, 5 y 6 de marzo.


Podéis descargar el programa completo pinchando aquí.

martes, 19 de febrero de 2008

El 'tres-dos', ese gran desconocido

Hoy, vamos a hablar de ese gran desconocido, el título a tres (a tres columnas, se entiende). ¿Por qué esta forma de titular una noticia está infrautilizada? ¿Por qué siempre triunfa el discreto título a una, el estándar a dos, el correcto título a cuatro o el espectacular a cinco?

Vayamos por partes, que diría Jack 'The ripper'. Cuando nos enfrentamos a la temida página en blanco, realmente no está tan en blanco como podríamos hacer creer. En un periódico, una página tiene límites de ancho y de alto. De los de alto, ya hablaremos otro día. Ahora nos interesa la parte horizontal de la página, el ancho.

La mayoría de periódicos que se publican en España tienen cinco columnas de texto ocupando la extensión horizontal de una página. El pasillito blanco que queda entre el texto y la nada sería el margen. Cuanto titulamos una noticia, tenemos que valorar su importancia, su extensión de texto y las fotos que va a llevar; por ejemplo, durante la guerra del Golfo la apertura de internacional siempre se titulaba a cinco columnas, con dos líneas de texto, una gran foto de la batalla y algún apoyo u opinión, amén de algún gráfico que localizara la zona. Las siguientes páginas alternaban los títulos a dos columnas con los títulos a cuatro. Los de dos columnas son muy prácticos cuando tienes fotos muy verticales y te permiten titular al lado de la foto. Los de cuatro son más versátiles y nos permiten poner una foto horizontal o una vertical. Con estas dos fórmulas existen innumerables combinaciones en la colocación de fotos, texto, gráficos, apoyos y demás elementos informativos y nos desviaría de nuestro principal objetivo, el título a tres.

Cuando titulamos a tres es porque no nos queda más remedio. Es tal el guirigay de elementos informativos que te obliga a hacer una página denominada 'un tres-dos'. Una página en la que no hay nada que mande, o sea ninguna noticia destaca por encima de las demás que es una de las premisas básicas. Hace unos días apareció esta curiosa variante del 'tres-dos' en el periódico:

¿Parece rara no? Una foto de entrada con un título en helvética debajo como noticia principal, un segundo tema en Century a dos columnas y debajo una foto acompañada de un pequeño texto a una columna. Todo englobado por un cintillo que une todas las noticias en un mismo tema (precampaña electoral). Lo raro de esta página es la colocación de la foto de abajo y sobre todo que el texto que le acompaña esté a su derecha. ¿No sería más adecuado algo parecido a esto?

Esto sería lo correcto según nuestra forma de diseñar en el periódico. Pero queda más raro. Hay una mezcla de tipografías y textos que confunden la continuidad de la lectura. Lo intentamos arreglar enmarcando la parte de abajo con líneas verticales:


Bueno, vamos mejorando. Pero esa especie de zeta tumbada que parece el texto no acaba de convencernos. Volvemos a cambiar. Todo esto con los mismos elementos y la misma cantidad de texto. El redactor no va a escribir ni a cortar nada a estas horas.

Finalmente queda así. Le vamos a hacer escribir al periodista un pequeño sumario en la quinta columna... Y al final la página salió como al principio. Maldita sea.

Minutos después un redactor jefe vino con la página dos de nacional en la quería un tema grande con foto, un apoyo de reacciones, otro tema grande con un 'careto' y además un 2x2 de publicidad. Para quitarnos la frustación, esto fue lo que hicimos.



Otro 'Tres-dos', ese gran desconocido que en este número salió dos veces.

lunes, 18 de febrero de 2008

Diseñario (V)

Nueva entrega del Diseñario elaborado por el comité de expertos en exclusiva para encajabaja, obra irreverente, colectiva y abierta a la participación de cuantos quieran aportar ideas a través de comentarios o de nuestro correo electrónico.




Cajista. Se llamaba así a los antíguos oficiales de imprenta, que componían y ajustaban los textos para su impresión. Podemos decir que es la cara más técnica de nuestro trabajo. Esta faceta aún se conserva en muchos medios, la del especialista técnico, aunque la palabra cajista empieza a caer en desuso. Si tenemos en cuenta que todos los programas informáticos de maquetación e infografía trabajan con cajas, pues en alguna medida seguimos siendo cajistas, pero en puridad es un término un tanto anacrónico con el que (nos consta) algún padre se ha fustigado con su recién licenciado hijo: "Tanto estudiar una carrera...¡para acabar de cajista!"

Capitular. Es una letra de cuerpo mucho más grande que el del texto base situada al comienzo del mismo, generalmente del tamaño de dos o tres líneas. Es un adorno, y como tal se crearon para iniciar los capítulos de los libros, de ahí toman su nombre, cuando se pintaban a mano después de que al componer el texto se dejara el hueco para ellas. Los puristas señalan que el término "capitular" es incorrecto y que debe denominarse letra "inicial", pero nosotros no somos unos puristas.
También es un adorno en la prensa y no se suelen utilizar en las informaciones normales del día a día. Se reservan para suplementos, páginas especiales o artículos de opinión, especialmente de larga extensión y con firma de prestigio a los que se supone que la letra capitular les da mayor relevancia. El problema, no muy grave y algo habitual, de las capitulares en los periódicos es que sea lo único relevante del artículo que encabeza y preside, siempre algo arrogante. Cuando la capitular es una letra "Q" entonces el problema es mucho más serio porque no hay manera de evitar que su rabito penetre en las líneas de texto. "Pues algo tendréis que hacer", suele ser la manera en que los agraciados con cargo reaccionan ante este percance creyendo que al pronunciar esa frase son ellos quienes lo arreglan.

Century. Tipografía típica del movimiento neorrenacentista de finales del siglo XIX. Linn Boyd Benton la diseñó en 1894 como un nuevo tipo para el texto de la "American Periodical Century Magazine". Durante los años 1906 hasta 1909, Morris Fuller Benton amplió la familia con un gran número de versiones de esta tipografía para la fundición American Typefounders y más tarde sería tomada por las fundiciones Linotype, Intertype y Monotype. La Century Old Style es una tipografía muy legible, apropiada para casi cualquier texto. De todas las modificaciones que Benton adaptó, destaca especialmente la expanded, desarrollada cuando Ginn & Company, dedicados a publicar libros de texto, contrató a la American Type Founders para diseñar una tipografía apropiada. Para eso, Morris buscó la máxima legibilidad creando un tipo estrecho, robusto, con poco contraste y más pesado en apariencia que muchas otras tipografías similares. Se convirtió en un estándar para libros de texto, aprendiendo a leer con ella muchos niños e incluso se puede encontrar hoy en día en algunos libros de educación primaria.
La relación de la Century con nuestro día a día es muy estrecha. En el rediseño de EL MUNDO de 1998, la Century vino a sustituir a la Times New Roman como tipografía para los títulos de las informaciones secundarias de todo el periódico. Hoy, casi diez años después, todavía algún insigne redactor se empeña en pedirnos, muy serio, dos líneas de Times cuando se refiere a una información secundaria. De nada sirve que le increpemos y que al grito de "antiguo", le animemos a reciclarse: "Jodé, la Century, la Times... ¡¡Yo me entiendo!!... ¡¡Y tú también!!", suele contestar mientras se retira en franca huida.

Chapa. Es la gran amenaza cercana al cierre. Cuando la jornada expira, y se acerca paulatinamente el momento de rematar la edición, no es raro oír este ultimátum: "¡¡O me lo das ya, o te juro por mis niños que meto una chapa!!" Y se hace el silencio. Y luego alguna tímida risilla nerviosa, porque siempre hay alguien que piensa que no serán capaces. Una chapa es la solución a una página que no termina de llegar. Si hay que levantar toda una página, por falta de tiempo, recursos o diligencia de quien en ella haya intervenido, se coloca un anuncio a toda plana y asunto resuelto. O al menos, resuelto hasta que venga el jefe a cobrarse tus testículos, porque no hay chapa que no acarree revolcón jerárquico. Una chapa es algo grave, es asumir que no se ha llegado, reconocer la derrota, demostrar al mundo que no se ha sido capaz de hacer esa página. ¿Y quién lo va a notar?, pensaréis. Se nota, se nota... Porque con las prisas de última hora, y con toda la publicidad repartida por las diferentes secciones, las chapas suelen ser de autoanuncio... y un poquito de vergüenza ajena. Algo así como anunciar a toda página que mañana cambia la hora, o que existe un teléfono directo para reclamar fascículos atrasados.

Cícero. Unidad de medida tipográfica por la que se rige de manera general el trabajo en diseño. La unidad se divide en 12 puntos, y es el equivalente a 4,5126 mm en el sistema Didot. En Inglaterra, Estados Unidos, así como en gran parte de Latinoamérica la medida es la pica y, aunque también se conoce como cícero a la unidad de 12 puntos, es algo menor y equivale a 4,2177 mm. En el sistema Fournier tiene también 12 puntos pero mide 4,200 mm y en la Imprenta Real de Turín (Italia) mide 4,776 mm.
Fue un tipógrafo francés, Fournier, en 1737, quien inventó el cícero. Se basó en una letra de 11 puntos con la que se había impreso en 1469, en Venecia, las Epístolas familiares, de Cicerón. De ahí deriva el nombre de cícero.
Por otro lado el cícero representa el gran escoyo en el temario de la asignatura de diseño de todas las facultades de periodismo mundiales. Tremendos desaguisados se obtienen cuando se intentaba aplicar la "fórmula" de conversión de milímetros a cíceros (una simple regla de tres). Ya saben, matemáticas y periodismo: aceite y agua. El problema real viene cuando empiezas a trabajar y te das cuenta de que efectivamente el rollo éste del cícero se utiliza. Y te acuerdas de todos tus antepasados, por no haber prestado atención a la fórmula de conversión. Menos mal que los ordenadores acuden al rescate, convirtiéndolo automáticamente.
Como última curiosidad, el cícero se erige en nuestro mundo como un elemento de corporativismo profesional. Si cuando estás maquetando trabajas y te expresas en cíceros, los veteranos te miran con media sonrisa, asintiendo orgullosos con la cabeza: "Éste sabe lo que hace". Si, cándido e imberbe, cometes el error de expresarte en ¡milímetros! empiezas a sentir miradas inquisidoras que se clavan en tu espalda: "¡Pero este tío de dónde ha salido! ¿Qué es, grafiquero, fotero...?".

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