Ni la disputadísima campaña electoral ha podido distraer al comité de expertos para que acudan a su cita semanal de los lunes y nos ofrecan una nueva entrega del Diseñario, ya sabéis, obra irreverente, colectiva y abierta a la participación de cuantos queráis aportar ideas a través de comentarios o de nuestro correo electrónico.
Contorneo. O "control + T", es la propiedad que tiene una caja de imagen o de texto por la cual empuja a las que tiene alrededor (izquierda, derecha, arriba o abajo, según se indique) un número determinado de puntos. Con esta propiedad se busca separar un texto de otro o una imagen de un texto. También se puede usar para dar forma a un texto. Por ejemplo: si ponemos una imagen de un balón en medio de dos columnas de texto y le damos contorneo, el texto adoptará el contorno (de ahí contorneo) de la pelota y se separará del mismo los puntos que le indiquemos. Normalmente suele utilizarse con siluetas de imagen, pero también se emplea mucho para dar blancos entre bloques de texto. Puede ir ligado al recorte de una imagen.
También suele ser el primer causante de los fallos en una maqueta. No en vano a la pregunta: "Sabéis qué le pasa a esto", se suele responder "has mirado el contorneo".
Segunda acepción: Movimiento de caderas brusco que hace saltar por los aires una letra "r" y con el que ciertas redactoras se aproximan a la sección de maquetación para buscar un cambio en su página que sin esa aproximación no tendría ninguna posibilidad de llevarse a cabo.
Corondel. Raya vertical que en tipografía se coloca para ayudar a separar columnas de texto. Cuando no existía corondel era costumbre llamar a ese espacio entre columnas "corondel ciego". Hoy día se le suele llamar simplemente "calle". O en algunos casos, lo blanco-de-en-medio-el-texto. El corondel es un elemento utilísimo que lo mismo separa que relaciona textos, fotos o ilustraciones. Y también es un rasgo de identidad. Últimamente está de moda llenarlo todo con corondeles, todo lo que veas blanco, ¡zas! allí cabe un corondel. El muy afamado
Cases los utiliza por todos lados, hasta en los cantos de las páginas, si podéis comprobarlo los que dispongáis de microscopios. Y no se te ocurra quejarte, que te dirán que no entiendes, que si eres un antiguo, que si la elegancia... Osea, que sirven para todo... para vincular temas, para separarlos, para llenar blancos, para estar ahí puestas no se sabe muy bien porqué, para justificar rediseños millonarios... hemos llegado a leer que incluso para "no desperdiciar el papel" si en vez de rayitas se utilizan blancos.
Cuerpo. Las letras tienen cuerpo, un cuerpo que se puede tocar y que todos creen que se puede medir, ilusos. Porque el cuerpo es una contradicción, una paradoja, ya que se trata de una unidad de medida (en puntos didot) que no sirve para medir el tamaño de las letras, aunque tenga que ver, y en cierto sentido cuerpo y tamaño sean sinónimos, eso sí, para quienes no quieran profundizar en ello. Para quienes piensan que el cuerpo es el tamaño de las letras. Y no.
Esta curiosa incongruencia se debe a que los ordenadores han heredado, sin que les hiciera falta, una característica de los tipos móviles (aquellos que inventó
Gutemberg, sí), que para los tipos móviles sí era necesaria. Estos tipos móviles son un paralelepípedo con un carácter grabado en una de sus caras, pero sin ocuparla por completo para garantizar así que no se pegan unos con otros entre línea y línea. Este pequeño espacio en blanco arriba y abajo de los caracteres se llamó "hombro", y al resto "ojo". Por lo tanto, el cuerpo es la suma del ojo, lo que realmente manchan los caracteres, lo que vemos de ellos, más el hombro, un blanco que no vemos, ni sabemos lo que ocupa porque es distinto para cada familia de letras, según haya sido diseñada. Es más propio hablar, pues, de un cuerpo 9 (que suele ser el habitual, décima arriba o abajo, para el texto base de los periódicos) de la familia Times, o de Helvética, porque seguramente ambos, del cuerpo 9, no sean iguales de tamaño. A igual cuerpo, las letras de palo, como la mencionada Helvética, "manchan más" y parecen más grandes. Tampoco se puede definir el cuerpo, como hemos visto en algún lugar, como la distancia desde el rasgo ascendente más alto hasta el rasgo descendente más bajo, porque sigue faltando el misterioso blanco del hombro. "Altura de la x" es otro cantar que no entonaremos aquí, en nuestra definición de cuerpo, porque no es pertinente, pero que se refiere a la altura de las minúsculas sin contar los rasgos ascendentes y descendentes, que debe ser uniforme. En 1978 hubo un intento de normalizar el sistema de medidas utilizando la altura de una "H" mayúscula como base para medir el tamaño de los tipos de letras, pero no prosperó. Sólo faltaría que tuviéramos una manera de medir que realmente midiera, cuando todos preferimos un sistema tan intuitivo como el que tenemos, donde los tamaños se suponen y necesitan de muchas pruebas impresas para determinarse. La consabida regla de que los caracteres en mayúsculas manchan aproximadamente dos tercios del cuerpo (y por lo tanto puede calcularse el cuerpo midiendo ¡con un tipómetro! los puntos de una letra (son más pequeños que los milímetros, ¿eh?) para luego sumarle un tercio de esa cantidad... bueno, pues eso, que lo que más certero de esa regla es precisamente la palabra "aproximadamente".
Si alguno ha llegado hasta aquí sin marearse lo más probable es que sirva para piloto de cazas o algo así, al resto sólo nos queda decirles que piensen en este enredo cuando crean que el cuerpo mide algo, porque el cuerpo sólo se puede tocar. Por nosotros, claro, ¡ay! de aquella redacción que permita a sus redactores modificar a su antojo el cuerpo de las letras para que les entre más o menos texto, como suelen pretender, porque entonces no saldrían dos páginas que parecieran del mismo periódico ni por casualidad.
Cursiva. Inclinémonos un poquito hacia la derecha. Un poquito más. Así, ahora somos tipos en cursiva. Bueno, en realidad seríamos lo que se ha denominado cursiva electrónica, ese horroroso efecto que consiguen los ordenadores tumbando y deformando sin más los caracteres en redonda. Porque la cursiva es algo más, es un diseño en sí distinto a partir de cada tipo de letra, inclinado sí, pero no deformado, queriendo ser escritura, distinto pero perteneciendo a esa familia, siendo otra versión.
Se denominan también itálicas (porque las primeras cursivas se concibieron y dibujaron en 1501 en Italia por el afamado tipógrafo
Aldo Manuzio) y aunque parecen querer ser escritura manuscrita no deben emplearse en párrafos o textos completos, sino más bien en palabras aisladas que queramos destacar por alguna razón (por ser neologismos, o extranjerismo, o para que nos fijemos en esa palabra en concreto, por ejemplo). En la prensa española se utiliza la cursiva para titular los artículos de opinión desde que se le ocurriera tal idea al insigne creador del diseño original de El País,
Reinhart Gade, en 1974 y no desde siempre por alguna especie de ley natural como muchos creen. No obstante, en La Vanguardia, se utiliza la cursiva en los titulares sin ningún criterio, exceptuando el capricho como criterio, porque en aquella ocasión rediseñística, el americano
Milton Glaser quería "innovar".
Nunca se debe subrayar una cursiva, no por lo absolutamente horrendo del resultado, que también, sino porque resultaría una absoluta redundancia ya que al poner una palabra en cursiva en realidad lo que hacemos es subrayarla, pero de una manera elegante.