viernes, 29 de febrero de 2008

Reflexiones sobre la campaña electoral

La campaña electoral española llega también hasta nuestro blog, puesto que no sólo de diseño vive el hombre y a fin de cuentas tratamos sobre la prensa, que para nosotros es, más que el tópico cuarto poder, un contrapoder. Y en ese sentido escribe el invitado de hoy, a quien por supuesto hemos considerado mejor opción para esta sección que un nuevo cara a cara entre Zapatero y Rajoy. Para encajabaja es todo un honor poner sus píxeles como soporte a las ideas del periodista, perdón Periodista, que hoy os presentamos.


Pedro García Cuartango es uno de los más lúcidos, cultos e interesantes periodistas de la prensa española. Es el editorialista del diario El Mundo, Subdirector y responsable del área de opinión y autor de columnas en las que escribe sobre la actualidad desde un punto de vista casi siempre distinto, unas veces desde la filosofía, otras desde la literatura, la historia, la sociología, analizando incluso a Dios en sus artículos de opinión, pero siendo él siempre. Imprescindible su serie de los sábados "Vidas paralelas".

Nacido en Miranda de Ebro (Burgos), lleva toda la vida ligado al periodismo y ha pasado por el desaparecido El Sol, donde ocupó el sillón de subdirector, por Diario 16 (redactor jefe) y El Globo y Cinco Días, donde ejerció labores de redactor. También formó parte de la Asociación de Periodistas Económicos como secretario entre 1992 y 1996. Actualmente, cuenta con 52 años, está casado y tiene cuatro hijas.


Reflexiones sobre la campaña

No encuentro mejor corroboración de la filosofía de Spinoza que el lamentable espectáculo de los partidos en esta campaña electoral, que confirma su tesis de la engañosa pluralidad de la realidad. Lo que se muestra como distinto y opuesto no es más que reflejo de lo uno y lo mismo.

Lo mismo, la pura repetición es el rasgo esencial de esta campaña electoral, en la que brilla por su ausencia el más mínimo debate ideológico sobre las grandes cuestiones como el papel del Estado en la economía, el modelo educativo o la regeneración de la vida política. No era esperable tal milagro y, por ello, no me siento frustrado.

El reciente debate entre Zapatero y Rajoy sólo ha servido para corroborar los peores tics de la política española, en la que el cainismo ha desplazado al debate ideológico.

Los partidos se han embarcado en una carrera de promesas electorales, demagogia, descalificaciones al adversario e insultos a la inteligencia que hasta el propio José Blanco ha tenido que reconocer que son excesos propios de estas fechas, que pasarán después de las elecciones.

No entiendo por qué una campaña tiene que suponer una agresión al sentido común, pero acepto que es un ritual inevitable en una democracia y me resigno a pagar ese peaje.

Pero lo que peor llevo, y perdone el lector que insista, es la banalidad de las propuestas de los partidos, que ni siquiera se han molestado en hacer unos planteamientos medianamente originales y atractivos para el electorado.

Me parece desolador que Gaspar Llamazares haya aparecido en un video –que luego ha tenido que retirar— quemando un retrato de la familia real, imagen que supone uno de los mejores alegatos en favor de la monarquía que recuerdo.

Igual muestra de impotencia me parece el cartel del PSC en el que muestra a Rajoy, Acebes y Zaplana como los matones de Reservoir Dogs. ¿Es que no hay otros argumentos para criticarles?

Y me resulta igualmente rechazable la caricatura que hace el PP de Zapatero, al que se le parodia como si fuera tonto cuando no se le presenta como un malvado. Lo único que va a favorecer esta estrategia es la movilización del voto socialista.

Todos estos modos aparentemente diversos no hacen sino reflejar la profunda unidimensionalidad de la política española, aquejada de una crispación que acalla cualquier debate ideológico.

Volviendo a Spinoza, la engañosa pluralidad de los seres no es más que la manifestación de una sustancia infinita, definida como causa de sí misma. Nada existe fuera de la sustancia, como nada existe fuera de la eterna repetición del discurso de los líderes políticos.

La imagen de los partidos es la de un inmenso engranaje que se autoalimenta y que tritura a quien se interpone en su mecanismo, como le ha sucedido a Rosa Díez o a los fundadores de Ciudadanos de Cataluña.

Casi me da vergüenza escribir estos tópicos, pero, como decía Brecht, desgraciados tiempos en los que hay que proclamar lo evidente. Ahora y aquí, lo evidente suena sencillamente a increíble.

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