lunes, 21 de junio de 2010

Diseñario 2.0 (XXXV)

Aproximadamente en el ecuador de esta edición aumentada y corregida del Diseñario, llamada por eso 2.0, los autores anónimos y misteriosos de tan infinito empeño nos comunican que se autodisuelven hasta el próximo mes de septiembre, coincidiendo con las vacaciones escolares de verano. Necesitan, además de centrarse en los partidos del Mundial de fútbol (sí, vale, y en el de Basket...), un pequeño parón para volver con energía renovada y aportar todo lo que tienen dentro a esta obra infinita, colectiva, irreverente y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general. En estos tiempos difíciles, los miembros del comité de expertos del Diseñario os desean a todos unas felices y seguro que merecidas vacaciones de verano. Hasta comienzos de septiembre.





Lomo. En la encuadernación tradicional, zona interior de los pliegos o de las páginas donde se producirá la unión de las mismas, ya sea cosiéndolas, pegándolas o incluso grapándolas. Cuando estén todas unidas, el grosor del total impreso ya revestido de papel, cartón o piel, se conoce asimismo como lomo, la parte que permanece a la vista cuando los libros están colocados en una librería. Es una parte de enorme importancia, ya que un considerable número de lectores en todo el mundo es lo único que conocerán de muchas de las grandes obras de la literatura universal.
En prensa el lomo es, igualmente, la parte interior de los pliegos, es decir, el lado contrario al que van las manos cuando desplegamos una doble página. Y existen varias normas en el diseño que tienen directa relación con el lomo. Por ejemplo, la publicidad nunca se pone en el lado del lomo, siempre va "a las manos", es decir, a los márgenes exteriores. Esto es debido a la menor visibilidad de esa zona en comparación con los ángulos exteriores, ya que las páginas se consumen siempre de izquierda a derecha. Hasta hace bien poco, el lomo era infranqueable. Una imagen no podía sortearlo en casi ninguna circunstancia, debido a motivos tecnológicos. Esa limitación se ha superado felizmente con las nuevas tecnologías para alegría de cientos de paginistas que lo único que hacen ahora es invadir los lomos, a lo loco, haciendo que casi se pierda el concepto de una buena foto dada a cuatro columnas. Lo que en ningún caso puede atravesar el lomo es un texto. Su legibilidad se vería absolutamente comprometida. Muchos redactores insisten en que el lomo es un espacio terriblemente desaprovechado en el que les entraría unas cien líneas más de texto, pero en esto, los maquetadores nos hemos vuelto muy intransigentes...
Por último el lomo es una parte del cuerpo, muy sabrosa y apreciada si eres un gorrino, y por la que a todos, sin excepción, nos gusta que nos pasen la mano de vez en cuando, en señal de reconocimiento del trabajo bien hecho.

Lorem ipsum. Latinajo que usan los diseñadores para designar al texto falso y ver cómo queda una publicación en la que precisamente el texto juega un papel importante. Según cuenta la leyenda (nada misteriosa gracias a las www.) el texto procede de una frase de la obra De finibus bonorum et malorum (sobre los límites del bien y del mal) del filósofo romano Cicerón. El germen de los diez párrafos de los que consta el Lorem Ipsum es la sentencia "Neque porro quisquam est qui dolorem ipsum quia dolor sit amet, consectetur, adipisci velit". Si eliminamos las partes que no están en negrita y le añadimos un buen puñado de palabras latinas, tenemos la base para calcular si una publicación queda bien o no en función a la "mancha del texto". Aunque sólo las que estás editadas en inglés, porque este texto guarda una estructura similar a los texto ingleses. Pero queremos tranquilizar a los diseñadores no anglosajones: también hay versiones para otros idiomas.
Para aquellos que busquen su significado, lamentamos comunicarles que no lo tiene. Sólo sirve para ver cómo quedan los textos, nada más. No le demos más vueltas al asunto. Cuando la publicación esté editada, ya se verá el significado de los textos... si nos acordamos de quitar los Lorem Ipsum.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.

miércoles, 16 de junio de 2010

Frases célebres

Atendiendo al principio clásico de que el orden de lectura en la cultura occidental es de izquierda a derecha y de arriba a abajo, lo primero que aparece en nuestro periódico, antes que la fecha del día o incluso que la cabecera es... ¡una frase célebre!

Filósofos, escritores, políticos, afamados o anónimos pensadores de toda condición, gurúes de la sentencia breve y certera han pasado por "la frase", que es como llamamos a la frase en la redacción. Y no siempre resulta fácil buscar palabras pertinentes para encabecezar todo lo que se puede contar sobre un día, que es en definitiva un diario. Nuestro compañero de la mesa de cierre Alvaro Tizón nos explica cómo cada día leen el editorial para buscar una idea que se plasme después en una cita célebre. Tienen varios diccionarios de citas que cada vez consultan menos porque ahora lo más rápido y efectivo es utilizar páginas web como proverbia.net o wikiquote.



Nosotros queremos reseñar hoy también frases célebres, pero a un nivel más... cercano. Y como ya se cita sobradamente a diseñadores o periodistas pajamentalistas de renombre, vamos a hacerlo con palabras que se han ganado la fama en nuestro entorno inmediato, frases de gentes con quienes trabajamos y convivimos todos los días en la redacción.

"Lo mejor es enemigo de lo bueno", lleva repitiendo durante muchos años nuestro director adjunto John Müller para agilizar el cierre de las páginas, para terminar el trabajo de una vez. Y aunque pueda parecer a primera vista que esta filosofía pudiera perjudicar la excelencia... en realidad es puro periodismo. Es exactamente lo contrario al "vamos a darle otra vuelta", frase anónima de muchísimo éxito en todas las redacciones y entre el personal más diseñista en particular, pronunciada a menudo por quienes desconocen el afamado "umbral de descojonamiento". En realidad, con esto del "vamos a darle otra vuelta" lo que quieren decir es que le des otra vuelta TÚ, que vuelvas a hacer el trabajo otra vez TÚ, porque YO, o sea quien la pronuncia, lo más que haré a pesar del hipócrita plural es quedarme mirando a ver si me gusta o no.

Rocío Galván se pasó muchas noches recitándonos "el señor es mi pastor, nada me falta", como un lamento tal vez algo resignado o como fruto de su férrea voluntad. La frase hizo fortuna y ahora la oímos cada vez que alguien sufre algún contratiempo... o sea cada muy poco. Rocío creyó que dejaría de prounciarla cuando logró dejar finalmente la noche en busca de un futuro mejor en la sección de Economía... donde además de derrochar inteligencia y dedicación, mucha dedicación, sigue diciéndonos "el señor es mi pastor...", a lo que contestamos nosotros a coro "nada me falta".

"No hay nada como estudiar", nos dice desde hace muchísimo, desde el comienzo de los tiempos casi, y nos lo dice con mucho cariño además, Manu Llorente, jefe de Cultura a quien mucho cariño tenemos, cada vez que le gusta cómo hacemos una de sus páginas... a las que tiene tanto cariño o más que a nosotros.

"No nos comemos el turrón".
Varios autores, generalmente un grupo de optimistas que cada cierto tiempo nos recuerda que nuestros puestos de trabajo, así como la vida en general, son efímeros, vulnerables, finitos, precarios...

No podemos dejar de mencionar al gran Fernando Bermejo, un auténtico creador en lo que a frases, célebres o no, se refiere. Periodista de la escuela clásica, al frente de Deportes, es autor de entre otras mil o dos mil frases más de una que puede figurar con mérito propio entre las más célebres de cuantas frases célebres existen y que sirve absolutamente para todo sin decir absolutamente nada, o precisamente por eso. "En mi vida", exclama este talento natural del lenguaje ante cualquier situación que se le presente, fácil o difícil, para rechazar o incluso aceptar algo. Y nos hace exclamarlo después a todos, claro.

"Entre compañeros...", con gesto compungido, nos reprochó en una ocasión Quique Falcón, compañero de blog como todos sabéis y ahora en el mundo de la edición de vídeo, alguna faena que le habíamos hecho, y con razón. "Entre compañeros...", así, dejando sin terminar la sentencia, ha hecho merecida fortuna puesto que las putaditas abundan tanto... "entre compañeros...".

Y como todas las frases no nos caben, y en algún momento debemos terminar a pesar del tamaño infinito de las páginas en internet, lo vamos a hacer con una dedicada precisamente a las posibilidades del espacio físico. Y es que ante un título con demasiados caracteres para la portada, y ante la insistencia de quienes estaban en la reunión de que aquel título no cabía, se pronunció una frase que ha hecho historia en la redacción: "Va a caber".

lunes, 14 de junio de 2010

Diseñario 2.0 (XXXIV)

No sabemos si podremos retenerlos durante mucho tiempo más, aunque el bajo nivel de los primeros partidos de este Mundial de fútbol africano, con la excepción de la eterna Alemania, nos está ayudando a que sigan con nosotros los enigmáticos y caprichosos miembros del comité de expertos de encajabaja encargados de poner palabras a cada voz. Pero empiezan a gritar ¡Gol! cada vez más y por tanto a dejar de escucharnos. De momento, con todos ustedes, una nueva entrega del Diseñario, obra irreverente, colectiva, infinita y abierta a la participación Mundial, queremos decir mundial, sobre el diseño periodístico y la prensa en general.





Lead. Entradilla. Primer párrafo de toda noticia periodística en el que se incluye la información más importante, lo imprescindible, los datos básicos para entender y comprender qué ha pasado, dónde, cómo, cuándo, por qué y por parte de quién. Es decir, las seis W del periodismo (por las preguntas que se supone que hay que contestar al redactar una noticia, formuladas en inglés). Lo básico de lo básico, el germen de la noticia.
Pero no se confundan, esta palabra no es un neo-gilipollismo de la era 2.0. Lead tiene muchos años, no tantos como el periodismo, aunque haya estado ligado a él casi desde el comienzo de la prensa escrita en la era moderna.
Con el lead, iniciamos la estructura de información según la pirámide invertida, es decir: lo más importante, la base, se ofrece antes que lo demás, lo primero; y de ahí para abajo, los datos menos relevantes. Esta pirámide nos permite recortar los textos con una mínima pérdida de datos e información imprescindible para comprender la historia. Además, permitía cortar por lo sano el final de los textos con regla y cuchilla, que es como se hacía a la antigua o no tan antigua usanza, antes de que se escribieran las noticias en ordenadores. A lo bruto, sí, pero sin dejarnos nada importante en el tintero, que para eso tenemos la entradilla.
Como algunas cosas en el periodismo, el lead tiene un origen más bien poético. Se cree que esta forma de estructurar la información coincide con un fuerte desarrollo del telégrafo y la Guerra de Secesión norteamericana, allá por 1870. Esta es la primera guerra en la que los periodistas presencian los enfrentamientos en primera línea y envían desde alli sus crónicas.
Con lo precario de las comunicaciones, tanto por la época como por las vicisitudes lógicas de un conflicto, la transmisión de las noticias a las redacciones se veía interrumpida con más frecuencia de la deseada. Por ese motivo, los enviados especiales, que se organizaban en turnos para enviar sus crónicas, tenían que enviar la información más importante en un primer contacto, primero un párrafo cada uno de ellos, no vaya a ser que la línea no volviera y lo básico se quedara en el tintero. A medida que iban consiguiendo avanzar en sus turnos, iban enviando más información pero menos relevante, consiguiendo así la estructura de pirámide invertida.
Si llegaba todo, perfecto. Si no, no pasa nada, lo más importante está contado. Como en el primer párrafo de esta entrada. Creemos...

Levantar. Las razones para hacerlo casi nunca serán buenas, pero sí suficientes como para que haya que desistir de publicar una noticia, o sea, para levantar un tema. No está lo suficientemente contrastado, y aunque sepamos que es absolutamente cierto no queremos columpiarnos (consúltese el Diseñario para este último término); o no es del todo cierto, no exactamente así, con lo que deja de ser noticia; o descubrimos, consternados, que es radicalmente falso lo que pretendíamos publicar y que, además, ya estaba maquetado y todo. En una página realmente buena, que son las principales candidatas a ser levantadas.
Estas serían algunas de las razones puramente profesionales. Después están las otras, inconfesables, llenas de compromisos, asesinas del periodismo y de los periódicos.

Localizador. Pequeño gráfico que se incluye en las informaciones cuando el lugar donde se produce la noticia no es fácilmente situable en el mapa por el lector. Éstas son dos de las principales características de los localizadores, que sean realmente informativos, que aporten información al lector (no tiene mucho sentido hacer un localizador de Córdoba, pero sí localizar, por ejemplo, la pequeña localidad sudafricana en la que se aloja la selección española durante el mundial) y que sean pequeños, una o dos columnas como máximo, porque como tales, no son más que un apoyo, un plus de información para el lector.
Bien. Ahora, que los redactores y grafiqueros del mundo lean y copien cien veces el párrafo anterior. A ver si así, conseguimos que dejen de intentar llenar una página con un titular, cien líneas y "un localizador". Porque va en serio. Un localizador es un pequeño apoyo gráfico, que ayuda a situar la historia. El lugar es un dato, no la historia. Y situar al lector, hacer un sencillo mapa en el que se referencia el emplazamiento de los hechos no puede ocupar cinco columnas. Para llenar cinco columnas con un gráfico hacen falta muchísimos más datos, mucha más información y entonces... eso no es un localizador. Es un gráfico de los de toda la vida... que incluye un pequeño localizador.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.

viernes, 11 de junio de 2010

Ya está aquí, ya llegó

Llegó el viernes, por fin, y con él llegó el esperado y deseado nuevo diseño del más-que-centenario ABC. Se lleva hablando mucho tiempo de este rediseño, de sus dificultades y de cómo afrontarlo. Pues bien, tras un compás de espera, ya está en todos los kioscos. Debajo de estas líneas tenéis la primera portada, en la que suponemos que Alfredo Triviño habrá estado muy encima, como en los variados números cero que han hecho a lo largo de varios meses.


Tenéis un completo análisis de este rediseño, tanto en su versión web como en su versión de papel, en nuestro blog amigo CuatroTipos, y podéis ver más imágenes en el siempre atento Maquetadores de Paco Oca. En lo relativo al diario de papel, hay que dejar que evolucione un poco esta propuesta, en la que seguro que corregirán algunos desajustes propios del primer día, para hacer alguna valoración en la que intentaremos aportar alguna opinión de quien más estudia actualmente el diario fundado en 1903 por Don Torcuato Luca de Tena.

Todos al kiosco a ver cómo luce este nuevo ABC.

martes, 8 de junio de 2010

Centrado a la derecha (III)

Estábamos echándole ya de menos... pero aquí le tenemos de nuevo con todos nosotros. Y os podemos asegurar que la espera ha merecido la pena porque lo que nos cuenta hoy Pedro Pérez, maestro de maquetadores y periodistas en general, en esta su sección de "Centrado a la derecha" son nada más y nada menos que los fundamentos básicos del espacio entre palabras. Un aspecto fundamental para facilitar la lectura de un texto, absolutamente fundamental, y que lleva a que en ocasiones, sin que sepamos exactamente del todo por qué, algunas páginas (o publicaciones enteras) no lleguen a funcionar del todo, de que a pesar de que la estructuras de las páginas sea correcta percibimos una sensación general de que algo falla y no damos con la clave... ese color tipográfico que hoy nos desvela nuestro querido amigo y maestro en otra entrega de:





Sobre el interletraje

1. Espaciado
En nuestro intento de clarificar términos en castellano alrededor del mundo del diseño y la tipografía a los que habitualmente nos referimos en inglés nos enredamos hoy con el concepto de ‘interletrado’ o ‘interletraje’, que no existe como término para el diccionario de la Real Academia Española y tampoco para el María Moliner o cualquier otro que hayamos encontrado, pero que entendemos, en una visión general, como espacio entre los caracteres de una línea de composición.

Sí aparece –¡miren por dónde!– en ‘El Diseñario’ de encajabaja, donde se confirma nuestra primera acepción y se insiste en diversos términos –todos ellos perfectamente delimitados– desde un punto de vista fundamentalmente profesional.

Otros autores se refieren a este concepto como ‘espaciamiento’ –"acción y efecto de espaciar" como primera acepción en el diccionario de la RAE–, pero nunca acaba de quedar claro en las diferentes definiciones si los espacios tenidos en cuenta son en sentido horizontal o vertical (y en este último caso estaríamos hablando de interlineado, lo que resulta muy diferente). La tercera acepción del diccionario de María Moliner dice textualmente sobre espaciar: "Separar palabras, renglones con espacios o regletas". Pero mucho me temo que no es lo mismo separar una cosa y otra. También he leído el término ‘interletrear’ y a él nos referiremos en posteriores entregas. Éste si se refiere a los espacios adyacentes (izquierda y derecha) de las letras que son los que nos interesan en este recorrido.

De un simple vistazo a cualquier línea o renglón de un párrafo podemos diferenciar entre espacios que separan palabras y los que separan letras. Siendo aquellos obviamente mayores que estos. Nos centraremos en primer lugar en los primeros, dado que parecen un tema menos complicado (craso error) al que numerosos autores hacen referencia.

"Se llama espaciado –dice José Martínez Sousa (2005: 187)– al conjunto de espacios de una composición y a la acción de colocarlos entre palabra y palabra. Antiguamente –continúa el mismo autor– en la composición manual, se contaba con los siguientes espacios:
1. espacio mediano, cuarta parte del cuadratín del mismo cuerpo;
2. espacio grueso o gordo, tercera parte del cuadratín del mismo cuerpo;
3. medio cuadratín o media línea, la mitad del cuadratín del mismo cuerpo;
4. cuadratín o línea, un cuadrado de tantos puntos como fueran los del cuerpo con que se componía (por ejemplo, un cuadratín del cuerpo 10 tenía 10 puntos de lado ) (1)".

Estas afirmaciones de Martínez de Sousa confirman experiencias profesionales en diarios y revistas y teorías de muy diversos autores que piensan que el espaciado de los textos base que se utilizan en composición debe estar sobre un tercio del cuerpo utilizado (sobre todo en libros) y así lo hemos venido enseñando a nuestros alumnos.

Jorge del Buen Unna
, por otro lado, habla del ‘espaciamiento entre palabras’ y asegura que entre éstas "debe dejarse el menor espacio posible, apenas lo suficiente para que los vocablos se distingan como piezas individuales" (Del Buen, 2003: 192). Es este autor quien como justificación de su composición ‘apretada’ cita a Jan Tschichold (1991: 102): "Las razones para la tipografía compacta –escribe Tschichold– están basadas en la experiencia óptica: el medio cuadratín, como se usaba en la antigüedad, tiende a separar excesivamente las palabras, haciendo difícil la comprensión. Da como resultado una página inquieta, nerviosa, salpicada de nieve. Las palabras, en el renglón, están frecuentemente más próximas a los vecinos de arriba y abajo que a los de izquierda y derecha".

Digamos que entre el tercio propuesto por Sousa y la composición compacta de Del Buen (y que propone en muchas ocasiones hasta un octavo de cuadratín) hay diferentes soluciones de espaciado que deben variar inevitablemente a causa de la fuente utilizada, el interlineado, el ancho de la columna, el tipo de papel donde se imprime, el idioma, el programa de edición y la experiencia del diseñador. Entre otras cosas. Y, por supuesto, habrá que tener en cuenta el estilo de la letra (negra, chupada, cursiva, versales...), y si la composición va en bloques justificados o en bandera.

Todo un cúmulo de circunstancias que hacen del tema algo muy subjetivo pero que se basa en el reparto igual y regular de los espacios entre palabras con la finalidad de crear un ‘color tipográfico’ uniforme que no influya en la legibilidad y que no deje blancos irregulares(2) que se conviertan en centro de impacto visual desmesurado, lo que significa ‘ruido’ para la lectura.

¿Por qué aparecen estos espacios irregulares? Son tema de espaciado y hay tres causas principales: cuando evitamos particiones a final de línea, cuando controlamos que dichas particiones no se den seguidas en demasía y cuando la columna es excesivamente estrecha. Y la pregunta nace obvia: ¿cuántos guiones seguidos debemos permitir? La mayoría de autores consultados hablan de tres. Pero admiten hasta cuatro en composiciones angostas (como en el caso de diarios y revistas). En los diarios es bastante habitual ver hasta cinco o más particiones seguidas, lo que ya no es tan correcto.

Se pueden consultar más datos sobre buen ajuste y composición en temas de espaciado en páginas dedicadas exclusivamente a tipografía. En una de ellas concretamente, ‘Unos tipos duros’, se pueden consultar más sobre espaciado en este artículo. Muy bueno también el artículo de Ilene Strizver en inglés sobre espaciado.

En resumen, a pesar de que hablamos de espaciado en muy diferentes ocasiones (entre letras, entre líneas, entre párrafos...) pensamos que el término (en castellano) debe ser aplicado al hablar de espacios entre palabras. Y parece que el espaciado es, en primer lugar, cuestión de blancos entre vocablos y, después, de número de particiones seguidas a final de línea. Y aquí tienen una especial importancia las reglas ortográficas que aplica cada idioma.

En los dos principales programas de maquetación en uso –nos referimos a Quark e InDesign– accedemos a los controles sobre el espaciado en las ventanas de partición y justificación.



Quark concretamente lo hace en una única ventana donde, por un lado, permite establecer los valores mínimo, óptimo y máximo de separación entre palabras (apartado ‘espacio’) y, por otra parte, deja libertad para configurar el tamaño de palabra mínima a partir, los caracteres mínimos que quedan antes y después de la partición y el número máximo de particiones seguidas que el editor permite que el programa efectúe (lo que llama guiones en hilera).



InDesign utiliza, sin embargo, dos ventanas diferentes. En la de ‘justificación’ maneja los valores mínimos, óptimos y máximos del espacio entre palabras.



En ‘configuración de separación por sílabas’ el resto de parámetros.

Inmediatamente nos asalta una duda: ¿Cómo relacionamos las recomendaciones de nuestros maestros clásicos con los valores del software? Dicho de otra manera, cuando decimos que el espaciado óptimo de una composición corresponde a un tercio del cuerpo con el que estamos componiendo, ¿cómo traduzco eso al programa si sabemos que los valores que aplican los programas a estos espacios son porcentajes con respecto a espacios estándar de la fuente que estemos utilizando?

Dado que el espaciado es más una cuestión de impresión óptica y nunca una ciencia exacta, y de que de lo que se tarta es de conseguir un buen ‘color tipográfico’, pues a lo mejor la traducción no es estrictamente necesaria. Pero no va a estar muy lejos de los siguientes parámetros.

Para textos no justificados
Cuando componemos poemas, pies de foto o incluso despieces diversos, en muchas ocasiones, utilizamos alineación izquierda (bandera derecha) en la cual la justificación (y a veces también la partición de palabras) no está permitida.

En este caso se pueden preparar cinco modelos de P&J que afecten únicamente al espaciado (word spacing). En la siguiente tabla sólo se contempla el espaciado óptimo como porcentaje del valor estándar establecido para cada fuente. Teniendo en cuenta que, como dijimos, lo usaremos en párrafos alineados a la izquierda, los valores para ‘mínimo´y ‘máximo´serían ignorados.



Según fuente, estilo y demás características podríamos decir que la composición muy apretada tendría un espaciado de alrededor de un quinto del cuerpo utilizado y la composición muy suelta alrededor de un tercio. Con las consiguientes variables para los valores intermedios y entre ellas la normal coincidiría con la estándar por defecto.

Para textos justificados
Pero lo normal al componer grandes cantidades de texto es que éste vaya justificado, es decir, alineado a izquierda y derecha, y se permita la partición al final de línea. La tabla que sigue contempla los mismos tipos de composición que vimos para texto no justificado pero ahora los valores mínimo y máximo cuentan y mucho.



Pero me temo que los valores teóricos se sobrepasan con mucho en la realidad del día a día de nuestros diarios. No hay más que echar un vistazo a los datos que nos ofrecen algunos amigos:



Lo dicho. El espaciado influye poderosamente en la sensación de color tipográfico y su utilización no es cuestión de aplicar fórmulas predefinidas. Es más un ensayo de errores y aciertos hasta conseguir la mancha que consideramos óptima, lo cual es subjetivo ciertamente, pero siempre dentro de ciertos límites.


Notas:
(1) En inglés, el cuadratín se llaman
em (‘eme’), porque antiguamente la M (eme mayúscula) ocupaba el espacio de un cuadratín. El medio cuadratín o media línea se llama en (‘ene’). Esta terminología aparece a veces en el lenguaje de los programas informáticos.
(2) Estos blancos, que no son otra cosa que palabras excesivamente separadas entre sí, reciben los nombres más curiosos en la jerga habitual. Yo he oído los de: ríos, aguas, líneas abiertas, renglones flojos, calles, corrales, etc.

Bibliografía
-DEL BUEN, Jorge (2003):
Manual de diseño editorial. Mexico D. F., Santillana.
-MARTÍNEZ DE SOUSA, José (2005):
Manual de edición y autoedición. Madrid, Pirámide.
-TSCHICHOLD, Jan (1991):
The form of the book. Vancouver, Hartley & Marks.



Entregas anteriores de "Centrado a la derecha":

Centrado a la derecha (I): El medianil.
Centrado a la derecha (II): El sumario.

lunes, 7 de junio de 2010

Diseñario 2.0 (XXXIII)

Si el periódico está enladrillado, ¿quién lo desenladrillará? ¿Algún jefe? ¿O Habrá que llamar a algún abogado, de esos tan listos, a ver si es capaz de hacerlo amenazándoles con una carta protegida por derechos de autor? Escuchemos a nuestro enigmático y escondido comité de expertos encargados de la redacción de esta obra infinita, irreverente, colectiva y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general llamada... Diseñario.




J


Jefe. El que más sabe de diseño. Y no hablamos del jefe de la sección de diseño, a quien evidentemente se le da por descontado, sino de cualquier jefe de cualquier sección en cualquiera de los periódicos que existieron, existen y tal vez existirán... en una ciudad cualquiera tomada al azar. El jefe de Deportes, el de Nacional, Internacional, no digamos el de Fotografía, el encargado de mantenimiento o el jefe de márketing, por coger algunos también al azar, saben más de diseño periodístico que nadie, justo al nombrarles adquieren esta sabiduría, y eso teniendo en cuenta que todo el mundo, todos los seres humanos e inhumanos, saben de diseño por ciencia infusa. Por eso, por saber más que nadie de diseño entre todo un colectivo que sabe de diseño, son jefes. Entre otras cosas. Que se explican tanto en el "principio de Peter" como en el "principio de Dilbert", y que no vamos a repetir aquí. Sólo los jefes repiten las cosas.


L


Ladrillo. Al parecer, el origen de todos los males de nuestra maltrecha economía, ésa que entre lo que unos hacen (y mejor que se estuvieran quietecitos, de una puñetera vez...) y otros no hacen (y mejor que se pusieran a ello, de una puñetera vez...) parece destinada a las tinieblas exteriores del euro, dónde sólo se oyen los llantos y el rechinar de dientes de griegos y húngaros…
En la que pasamos las tardes viendo si los problemas derivados del ladrillo nos llevan por delante a más de uno, paradójicamente, también llenamos las páginas de nuestros periódicos de ladrillos, es decir, de textos infumables, masas plúmbeas e ilegibles, monumentos al exceso, odas a la incapacidad de concreción, textos que puestos en página necesitarían una enciclopedia entera para no tener que verse en la obligación de cortarlos —"intenta que ajuste el mayor texto posible", suelen decir los autores de los ladrillos, como si la cosa no fuera con ellos—. Pero no escurramos el bulto, que el ladrillo también se maqueta, y hay maquetadotes que tienen una especial habilidad para enladrillar secciones, periódicos enteros...
Resumiéndolo, el ladrillo es el resultado de la falta de edición. Si sueltas todo lo que llevas a punto y seguido, te sale un ladrillo. Ahí, ni la prosa ágil de todo un Tom Wolfe te salvaría. Un texto sin ladillos, sin puntos y aparte, sin algún despiece que ayude a digerir la información, es un ladrillo de los de levantar muros. Y por ese lado, el redactor suele ser el culpable. Porque hay un tipo de redactor que sólo hace textos ladrillos. Le pides uno pequeño, para una columna, y te hace dos mil líneas. Sin puntos y aparte. Le pides un breve y le tienes que cortar la mitad del texto. Le pides un reportaje largo... y a lo mejor lo tienes que dar en varias entregas. No le hables de apoyos, de entradillas, de meter algún desguace que dé algo de sentido a ese océano de letras, a ese descampado de líneas. Te mirará con cara de compadecerse de ti y te dirá, "¿tú, por qué piensas?" Y tú, conmocionado de que a alguien con estudios le sorprenda que uses la cabeza para algo más que rematar los corners te verás obligado a responder: "Digo lo de los apoyos y lo de los desguaces porque pensaba que querías que alguien se leyera esto mañana... ya veo que no..." En algunos periódicos, se les ha rendido sentido homenaje a este tipo de redactores, inasequibles al punto y aparte, y se han bautizado con sus apellidos los adelantos de texto de más líneas del periódico. ¡Ponme un modelo Fulanito! (sustitúyase Fulanito por el nombre de tu enladrillador favorito). Y ya sabes que te viene un ladrillaco de dimensiones estratosféricas.
Pero los maquetas también hacemos ladrillos. Para eso somos editores, y cuando no editamos, lo más normal es que nos salga un ladrillo. Dobles páginas con un solo texto y dos fotos, secciones enteras sin movimiento y con una edición gráfica plana. En el momento que tiremos por la calle del medio, y no contemos con la ayuda de elementos que hagan más comprensible la información, se cierne el ladrillo contra nuestras frentes... Lo malo de la página ladrillo es que tiene muy mala solución. Reeditar un ladrillo es una labor que exige cabeza, audacia y grandes dosis de colaboración entre el redactor y el maquetador. Como veréis, toda una tarea de gigantes.
Luego está el redactor ladrillo. El que hace periódicos como hace veinte años, el que no entiende que las plataformas se complementan y que internet, la radio, la tele y la prensa no pueden dar la misma información. El tipo de redactor que por miedo a editar (es decir, a apostar) lo da todo, pero todo-todo. Es decir, TODO. Y aunque le apuntes que hay ciertas cosas que no caben, que otros datos no tienen sentido, estando colgados hace semanas en Internet o pasados por la tele a diario, él insistirá y esgrimirá a su tío el del pueblo como argumento: "Mi tío el del pueblo no ha abierto internet en su vida..." te dirá y se quedará tan pancho. Y hace sus informaciones pensando en su tío el del pueblo y te calza la madre de todos los ladrillos. Y contra el que no puedes hacer nada, porque tiene defensores, algunos sorprendentemente jóvenes...
Y ese puede ser el origen de todos los males de nuestros maltrechos periódicos, que seguimos haciendo los periódicos de hace veinte años, pensados para el tío del pueblo de aquél, o para el padre de uno de Puertollano, o para uno de los nuestros, de Sevilla, que también es de leerse los tochos línea por línea sin respirar. Y es que mientras que no apostemos por editar, por pensar las cosas cinco minutos más, los ladrillos convivirán con nosotros.
Y ahora que lo pensamos, esta voz también ha salido un poco ladrillo.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.

sábado, 5 de junio de 2010

Todos somos quintatinta




Los abogados del grupo Zeta, una supuesta empresa de comunicación, han amenazado al editor del blog quintatinta, el periodista y diseñador Diego Areso, para que retire de su página web todas las páginas que reproduzca sobre productos periodísticos de este grupo (páginas de Interviú y de Cuore). Lo hacen además en una comunicación "con derechos de autor" para impedirle así que él la reproduzca (torticera manera de interpretar las leyes, porque nunca se legislaron los derechos de autor para comunicaciones amenazantes de abogados sino para obras artísticas, lo que supone un auténtico fraude de ley, en nuestra modesta opinión). ¿Abogados dedicados a malinterpretar leyes?, qué curioso, o no tanto. Porque, además, con sus amenazas, lo que hacen es cercenar la libertad de expresión y el derecho de cita, que no otra cosa es lo que hace Diego, y hacemos todos, muchos, muchísimos blogs y páginas webs cuando se reproduce alguna página, en este caso para MOSTRAR SU DISEÑO, abogados, MOSTRAR SU DISEÑO. Que poco o nada tiene que ver con la "piratería" o la "copia ilegal".

Por si fuera poco, el servidor donde se aloja el blog ha tenido la desvergüenza de bloquearlo hasta que Diego ha retirado las páginas, como si estos abogados tuvieran poder legal para hacer algo así (pensábamos que más bien debería ser un juez, ¿no?). Bloquearlo sin consultar antes a su cliente, a quien les paga, aceptando una versión de una tercera parte que ni es cliente suyo ni nada por el estilo. Bastan unas amenazas arbitrarias... y esa supuesta libertad que hay en internet... deja de existir.



Diego Areso explica todo esto con detalle en su blog, en su quintatinta que hoy, diferencias de criterios diseñísticos aparte, somos también nosotros. Desde aquí denunciamos este tipo de prácticas intimidatorias que para nosotros son una auténtica vergüenza, una actuación arbitraria y fuera de todo sentido común, y creemos que incluso legal. Por eso, le damos todo nuestro apoyo y repetimos que TODOS SOMOS QUINTATINTA