miércoles, 22 de septiembre de 2010

Otoño diseñil


Van sólo por la segunda edición, pero las Jornadas de Diseño en la Sociedad de la Información van camino de convertirse en un clásico del diseño. Organizadas por nuestro querido amigo Pedro Pérez Cuadrado, el campus de Fuenlabrada de la Universidad Rey Juan Carlos acogerá este año unas jornadas dedicadas al mundo de la fotografía, tanto en prensa como en Internet.

Este año, encajabaja también participará en las jornadas. Javier Vidal, nuevo jefe de diseño de Suplementos de El Mundo, compartirá mesa con el grande de la fotografía española José Manuel Navia, que ya pudimos disfrutar en las clásicas jornadas del CEU. Será en la primera jornada, dedicada a la edición de fotografía en la prensa y en la que también participará Alberto Yagüe, especialista en postproducción fotográfica.

Imagen de las jornadas del año pasado.

En la segunda jornada participarán Oyer Corazón, especialista en Diseño Gráfico, Mario Tascón, compañero, amigo y responsable de lainformación.com y Juan Miguel Sánchez Vigil, responsable del archivo fotográfico de Espasa Calpe.



Todo esto, el 10 y 11 de noviembre (calendario completo, aquí), en horario de mañana y de tarde. Justo los mismos días en los que se celebra el ñh7, congreso del capítulo español de la SND. Será en Valencia y durará un día más, desde el 10 hasta el 12 de noviembre.

Contará, entre otros participantes, con Rodrigo Sánchez (El Mundo), Alfredo Triviño (News International), Ramón Salaverría (Universidad de Navarra) o Benjamín Lana (Vocento). El programa completo sale el 29 de septiembre, pero podéis ir reservando hotel en Valencia, ciudad que acoge la edición de este año y donde seguro que podéis compartir buenas charlas con compañeros de profesión como CuatroTipos o QuintaTinta.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Diseñario 2.0 (XXXVIII)

Como no había podido ser, los responsables de la Federación Portuguesa de Fútbol, antes de volverse con los manos vacías a sus despachos, intentaron ponerse en contacto con los miembros del comité de expertos de encajabaja encargados de la redacción del Diseñario, para ver si este grupo excéntrico y caprichoso podía ocuparse de entrenar durante algún partido a la selección de su país. "En vuestros ratos libres." Infelices. Insensatos. Si esto es una obra infinita... Con todos ustedes, una nueva entrega del Diseñario, obra colectiva, irreverente y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general.




N


Negativo. Cuentan que hubo una fotografía humana, química, anterior a esta fotografía máquina de píxeles y electrónica, que fijaba las imágenes en un soporte de acetato de celulosa bañado con sales de plata en vez de en archivos informáticos. Lo hacía de manera inversamente proporcional a la cantidad de luz que recibía, quedando oscuro lo luminoso y al revés, o con colores complementarios cuando los pigmentos de la emulsión recreaban los de la realidad atrapada. Por eso lo llamaban negativo. Y es que no hablamos del supuesto y tópico carácter habitual de los maquetadores, ni del rechazo puntual a alguna de las ideas de bombero que tanto nos proponen, ni tan siquiera del estado de ánimo general que sufrimos en esta crisis de nunca acabar. No. No es eso. Negativo es una manera de reproducir textos o imágenes de manera inversa, lo negro es blanco, lo rojo es verde...
Conviene no abusar de este recurso en el diseño periodístico, en primer lugar porque en el diseño de periódicos no conviene abusar de nada, en segundo porque perdería su gran capacidad para captar la atención del lector. Que la tiene. (Selecciónense ahora las siguientes dos palabras.) ¿0 no?

Nevera. En un periódico no todo se puede trabajar en el mismo día del cierre y de igual manera, a veces (las menos) se trabajan los temas con previsión y mucho tiempo de adelanto (hemos oído que hay periódicos en otros países que lo saben hacer) y a veces, muchos temas destinados para ser publicados se caen a última hora. La forma de garantizar que esos temas se conservarán adecuadamente hasta que se les encuentre una fecha de publicación más apropiada es la nevera. Que nadie piense que el frío es una condición importante aquí. Pero se le llama nevera, igualmente, a cualquier sistema de archivo que sirva para almacenar estos temas que o bien ya están preparados o a la espera de ver la luz. Adelantos, previsiones o noticias que no están sujetas a las exigencias de la actualidad pasan a este lugar que los mantendrá fresquitos y en plenas condiciones de consumo.
También se conoce como nevera el lugar donde son inhabilitados algunos personajes, impidiéndoles desarrollar temporalmente su labor habitual y deteniendo, suponemos, su lento y desagradable proceso de autodescomposición. Es habitual que estas neveras estén llenas de árbitros de fútbol, jueces, políticos más o menos importantes, periodistas, etc. La tónica habitual es que los subordinados de lujo sean los que pueblen estas neveras ya que los que realmente mandan suelen ser los que deciden quién entra o quién sale del helado confinamiento.
Pero si hay una nevera que ha marcado nuestras infancias es aquella en la que Steve McQueen, inasequible al desaliento, lanzaba una pelota de béisbol, tacatá, tacatá, contra la pared mientras urdía algún nuevo y testarudo plan de fuga de uno de los campos de concentración más extrañamente amables de la historia del cine. Era una nevera con pedigrí, compartida con un escocés chiquitín y risueño y en la que todos hemos jugado a ser encerrados en alguna ocasión, al implacable son de: "¡Neverra!".


Ñ


Ñapa. Chapuza, arreglo para salir del paso y solucionar las cosas a bote pronto, mal y tarde. Ñapa es el celo para unir cables, las servilletas para la mesa coja o la caja de imagen del software de maquetación como tapón para arreglar una partición de texto que no hay manera de solucionar o una silueta que el dichoso programa no consigue realizar correctamente.
La ñapa, clásica solución española, es fácil de identificar: transitoria, salta a la vista del ojo experto, que suele arreglar el follón sin problema. Además, el que la encuentra suele acompañarla de expresiones como "vaya ñapa", o incluso de alguna de más grueso calibre. Todo ello a pesar de que haya sido otro experto el que ha hecho tal ñapa porque no veía otra solución. Cosa que, a simple vista, parece una ñapa para decir que, o no tenía tiempo o no tenía ni idea.


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.
Diseñario 2.0 (XXXV): lomo-lorem ipsum.
Diseñario 2.0 (XXXVI): MacOs-mesa.
Diseñario 2.0 (XXXVII): modular-morder.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Periodiquerias (XXIII)





Damasco (Siria, 2010) / Roberto Benito Leborans





Washington (Estados Unidos, 2010) / Luis Blasco





Turku (Finlandia, 2010) / Alberto D. Prieto

¿Monumento al lector de prensa?, en Tampere (Finlandia, 2010) / Alberto D. Prieto


Enviadnos fotos de vuestras "periodiquerías" antes de que todas sean iguales y se llamen iPad. Fotografiad esos lugares en los que todavía se venden periódicos, y las publicaremos en esta serie. Si queréis.



Entregas anteriores de Periodiquerías:

Periodiquerías (I):
Madrid - Nueva York - Sevilla
Periodiquerías (II): Bilbao - Resistencia (Chaco-Argentina) - Múnich
Periodiquerías (III): Estambul - Praga - Nueva York
Periodiquerías (IV): Salamanca - Edimburgo - Tres Cantos (Madrid-España)
Periodiquerías (V): Lima - Bruselas - Mérida (España)
Periodiquerías (VI): Londres - París - Roma
Periodiquerías (VII): Las Vegas - Los Cristianos (Tenerife) - Alicante
Periodiquerías (VIII): Antigua (Guatemala)
Periodiquerías (IX): Berlín - Viena - Moscú
Periodiquerías (X): San Francisco - Puerto de Santa María (Cádiz) - Málaga - Newspaperman
Periodiquerías (XI): Lisboa
Periodiquerías (XII): Venecia - San Petersburgo - Osaka
Periodiquerías (XIII): Barcelona - Los Angeles - Buenos Aires
Periodiquerías (XIV): Kabale (Uganda) - Honolulu (Hawai) - Filadelfia
Periodiquerías (XV): Zaragoza - Gerona - Pamplona
Periodiquerías (XVI): Miami - Nueva Delhi - Lima
Periodiquerías (XVII): Hollywood (Los Ángeles - USA)
Periodiquerías (XVIII): Cagliari (Cerdeña - Italia) - São Paulo - Parlamento Europeo (Bruselas)
Periodiquerías (XIX): México DF - Salzburgo - Buenos Aires
Periodiquerías (XX): Milán - Punta Arenas (Chile) - Cannes
Periodiquerías (XXI): Londres
Periodiquerías (XXII): Xian (China) - Assilah (Marruecos) - Bergen (Noruega)

martes, 14 de septiembre de 2010

Con 'c' de careto

Todos los años, a mediados de septiembre, se realiza en Madrid La Noche en Blanco. Resumiendo un poco el asunto, las calles del centro de Madrid se cierran durante la noche, la gente invade el asfalto y las actividades (buenas, malas o regulares, según el gusto de cada cual) florecen por doquier. Justo lo contrario de los habituales atascos madrileños.


Y también contrario a lo habitual es lo que nos pasó hace unos días. Normalmente una buena foto tiene la misión de levantar una página, de armarla y construir a partir de ella. Esta vez, era totalmente al revés. Con un foto mala, malísima, teníamos que construir la portadilla del suplemento M2, la revista diaria de Madrid. La foto en cuestión era un "careto infame" como llamamos nosotros a esas fotos de carnet, ya sean de Barragán o de Brad Pitt.

Pero es que, además, el sujeto, Alberto Santander, era un perfectísimo desconocido al que días antes le habían seleccionado como Madrileño del Año, honor otorgado democráticamente a través de internet.

Con estos elementos (nunca mejor dicho), había que destacar como tema principal que durante la citada noche 25.000 personas iban a llevar una careta con la cara de Alberto. ¡Qué vergüenza!

Manos a la obra, fuimos descartando opciones, unas por funestas (la foto pequeña, en el centro y con un marco grueso, estilo esquela) y otra por sosas (la foto al centro sin más). Al final, y tras darle vueltas, quedaron las dos opciones que ilustran este post.


En una dábamos caretos y más caretos para acentuar la sensación de repetición que se iba a producir la noche del 11 de septiembre. Y en otra, nos adelantábamos a esa noche y ofrecíamos nuestra propia careta, con la silueta para recortar y todo. Para ir practicando y asustando a la parienta. Había dudas, la verdad. Los redactores preferían la multicareto; nosotros la unicareto.

Al final, salió... la nuestra. Por supuesto. Y porque informativa y graficamente era bastante más clara que la otra, según nuestro modesto entender.

Pero a vosotros ¿cuál os gusta más?


lunes, 13 de septiembre de 2010

Diseñario 2.0 (XXXVII)

Ajenos a la polémica sobre si las maquetas de las páginas deben fabricarse, enlatarse y venderse en paquetes para que luego otros las llenen de contenidos, como nos propone Roger Black, o si por el contrario deben diseñarse en función del contenido, en la misma redacción (porque ahorrar ese coste es ahorrar en calidad... y posiblemente también en lectores), los esforzados, aislados, enigmáticos y caprichosos miembros del comité de expertos de encajabaja encargados de la redacción del Diseñario nos ofrecen otra entrega de esta obra colectiva, infinita, irreverente y abierta a vuestra participación sobre el diseño periodístico y la prensa en general.





Modular. Suena a espacial, y con el espacio tiene que ver. El espacio físico de una página, su estructura interna, no el espacio interestelar. El diseño modular, que es exactamente a lo que nos referimos, es el más avanzado y moderno sistema para estructurar una página de periódico, aunque se haya inventado hace ya muchos años y para los "diseñistas", empeñados en vender novedades ya inventadas un día sí y otro también, esto sea tan terrible, tanto, que no les quede otro argumento que el de calificarlo como antiguo y "aburrido"... mientras hacen páginas moduladas, llenas de adornos, pero divididas en módulos horizontales y columnas verticales.
Sucede que no tiene nada que ver ni con la diversión, ni con la falta de ella, sino con el racionalismo, con la forma unida a la función, con la sencillez insuperable de lo que es útil y bello a la vez. Puede que parte del aburrimiento venga de que el primer periódico que se diseñó de esta manera en España fuese El País, de la mano del alemán bauhausiano Reinhard Gäde, ¡en 1974!, y que desde entonces todos, pero todos, estructuren sus páginas de esta manera. Resulta curioso, y es un ejercicio que ya se ha hecho en algunas ocasiones, comparar el primer ejemplar de este diario con los que se editaban entonces en nuestro país para ver la enorme revolución en cuanto a diseño periodístico que supuso. Un salto que no se ha vuelto a producir y que, arrevistamientos más o menos colorineros aparte de los que se venden como nuevos y que excepto en lo modular ya se hacían a comienzos del siglo XX, tampoco parece que vaya a suceder a corto y medio plazo.
Lo hemos medio señalado ya, pero para que quede claro del todo, el diseño modular consiste en la división de una página en columnas verticales (cinco en el caso de un tabloide estándar, que pueden ser seis si nos gustan las columnas muy estrechitas y estar cambiando de renglón cada pocas palabras), y en una serie de módulos horizontales (nueve en el caso también de un tabloide, aunque pueden ser más o menos). Se crea así una rejilla que sirve, entre otras cosas, para contratar la publicidad con unos tamaños ya establecidos y que coinciden con alguna de las combinaciones posibles: dos módulos de alto por cinco columnas de ancho (2x5 en el argot de un periódico), es un típico faldón de publicidad pequeño; cuatro módulos de alto por cinco columnas de ancho (4x5) es aproximadamente una publicidad de media página; o siete módulos de alto por cuatro columnas de ancho (7x4), es el clásico "robapágina" de publicidad, porque ocupa casi toda la página pero no paga una página entera.
Esta manera de estructurar la página sirve además para disponer en ella las diferentes noticias, con lo que conseguimos orden y jerarquía (dando más o menos columnas y módulos a cada una de ellas), con la ventaja de que así podemos separar muy fácilmente unas de otras. Por si fuera poco, nos permite intercambiar con rapidez y no demasiados trastornos publicidades, o noticias, entre unas páginas y otras. "Queda bonito", nos dijo una vez Gäde que le decían, "¿cómo qué bonito?, ¿funciona?". Sí. Pues eso.

Módulo. Cada uno de los espacios que resultan de dividir imaginariamente la página de un periódico de manera horizontal (aproximadamente nueve divisiones iguales en un tabloide). Sirve para estructurar la página y crear espacios fijos para contratar la publicidad.

Morder. En la vida real que te muerdan suele ser mala señal, salvo que estemos hablando de esos pequeños mordisquitos que se suelen dar en la intimidad... Por lo general, un bocado conlleva una franca declaración de hostilidad manifiesta, que suele darse justo cuando todo intento de diálogo y negociación ha fracasado por completo. Y además duelen, en según qué zona, algunos más que otros... Sin embargo, en el periodismo, un mordisco es sinónimo de contenido que cobra más interés del que pudiera parecer así, a simple vista. Un bocado en prensa es una llamada de atención. Ya nos lo advertían en la facultad, cuando nos contaban que lo noticioso no era que un perro mordiera a un hombre, sino que fuera el hombre el que mordiese al perro. Y algún humilde miembro del consejo de sabios de encajabaja, que pasó por la facultad más interesado por cuestiones que solían darse con más frecuencia en las cafeterías que en las aulas, siempre pensó: "No. Lo noticioso sería descubrir qué ha hecho ese pedazo de bestia... para llevarse un bocado de un pobre hombre, normal y corriente". Porque conscientes como somos de la capacidad humana para ser más perros que uno de verdad, que en un momento dado nos empleemos a mandíbula batiente no nos sorprende en absoluto.
En diseño, llamamos morder a cuando un elemento invade el espacio de otro. Y para no superponerlos, uno recorre al otro, dando la sensación de que alguno de ellos, el texto por ejemplo, se ha llevado un bocado. Esto hace unos años era una movida tecnológica, en los que había que definir mil puntos de paso del texto y ahora se hace pulsando una sencilla combinación de teclas, el famoso contorneo de Quark, controlté. Defines el espacio que dejas entre elementos y ya está. Y no tiene mucho más. Como lo del hombre y el perro. Un mordisco es un mordisco, lo reciba quien lo reciba...
Concedednos, pues, el gusto de centrarnos en el porqué. ¿Por qué mordemos un elemento con otro? ¿Queda bonito? Sí. ¿Lo hacemos porque queda bonito? No. Faltaría más. Lo hacemos porque es una manera de destacar algo que, de otro modo, quedaría sin destacar. Ejemplo: una foto a dos columnas es eso, una imagen que no tiene relevancia para ocupar tres. Y al revés, exactamente lo mismo. Pero ¿y si no lo tenemos del todo claro, y si existen dudas razonables a la hora de valorar su relevancia informativa? Mordemos. Y en lugar de dos, ocupamos dos y media, en una especie de excepción violenta, perpetrada a dentellladas, por si alguien se opone. La imagen usurpa el lugar que correspondería a otros elementos (textos, pies, etc.) y de repente, adquiere una relevancia superior a lo que cabía esperar de ella, el kata to eikós que decía Aristóteles. Y como la valoramos de diferente manera de lo habitual, le damos una forma diferente de la habitual, para que conste en acta.
Y por eso se muerde. Para diferenciar elementos. Luego, una vez has mordido, queda chulo. Y como queda chulo, se usa para casi todo. Pero la principal finalidad de que un elemento muerda a otro es porque con la forma avisamos de que el contenido tiene algo especial, algo que queremos que destaque y en lo que queremos que os fijéis, una pequeña trampa visual. En los periódicos, estos códigos son importantes, porque la información tiene miles de matices y estos recursos son los que ayudan a hilar fino en el diseño.
Luego está el que muerde por morder, sin respetar ningún código de lectura. De esos siempre hay... Hay incluso gente que va mordiendo a los perros...


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.
Diseñario 2.0 (XXXV): lomo-lorem ipsum.
Diseñario 2.0 (XXXVI): MacOs-mesa.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Marcas blancas

Hemos publicado esta misma semana un amplio artículo sobre la polémica generada a comienzos del verano por el diseñador norteamericano Roger Black con su reciente proyecto de vender páginas premaquetadas para distintos medios periodísticos: periódicos, revistas y páginas web, que ahora complementamos con esta nueva entrega. Tema de gran calado para el presente, y sobre todo el futuro, de nuestro profesión, que incluso la SND llevará a una mesa redonda en Denver los días 23 y 24 de este mismo mes, tenemos la posibilidad de ofreceros el punto de vista de Pedro Pérez, uno de los más destacados expertos en diseño periodístico de nuestro país, para quien el ilustre gurú norteamericano del diseño ha decidido comercializarse como una marca blanca...




Pedro Pérez Cuadrado es periodista especializado en diseño periodístico y maestro de periodistas en general y de maquetadores en especial. Ha trabajado en los diarios Pueblo, La Verdad de Murcia, Canarias 7, La Información de Alicante, o Cinco Días; fue jefe de producción del Diario El Sol (imprescindible su tesis doctoral sobre aquel enorme desafío técnico) y posteriormente de La Información de Madrid (del que hablaremos en un futuro no muy lejano). Es el autor de los diseños originales de Canarias 7 (1982), del deportivo gallego Deporte Campeón (1994) en el que alguno le echamos una mano, y Tribuna de Salamanca (1995), realizados desde su estudio Zona Impresa, del que es director.
Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, es autor de varios libros sobre diseño de la información:
Principios Básicos de Diseño Periodístico (2001), junto a la profesora Laura González; El reto tecnológico de un diario de diseño. El Sol, 1990-1992, (2004), premio de la Fundación José Antonio Artigas; Tipos a diario: Prensa y texto fuera de contexto (2006); Cabeceras, cabezotes, rótulos, logotipos y manchetas (2007); o 30 años de diseño periodístico en España: 1976-2006 (2007), entre otros, además de infinidad de artículos especializados. Su labor se amplía ahora como uno de los columnistas más destacados del blog argentino Visualmente, sitio web de referencia en lo relativo al diseño periodístico en lengua castellana, y también en nuestro humilde encajabaja, donde ya le habéis podido leer en varias ocasiones (con su serie Centrado a la derecha).
Organizador desde 1996 de las Jornadas sobre Edición, Fotoperiodismo y Diseño de la Universidad San Pablo-CEU de Madrid junto a Laura González (que ahora sigue con esa labor para la que siempre tendremos elogios), ahora prepara las II Jornadas de Diseño Gráfico en la Sociedad de la Información desde su nuevo puesto docente en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid para el próximo mes de noviembre, sobre las que os mantendremos puntualmente informados.



Marcas blancas

La excusa, entonces y ahora, nos la proporciona Roger Black. El famoso diseñador editorial que desde los ochenta del pasado siglo vio por dónde evolucionaban los modelos de negocio alrededor del diseño periodístico. Y de diseñador de tipografías se convirtió en ‘gurú multimediático’ para todo lo susceptible de digitalizar editorialmente hablando, que cada vez ha sido más. En 1990 se presentó en Madrid con el mejicano Eduardo Danilo y parieron El Sol, primer diario completamente digital en el mundo (Pérez Cuadrado, 2004: 17).

Ahora podemos leer que se ha montado un supermercado de plantillas de diseño para publicaciones en papel y web con el objetivo de ayudar a producir buenos trabajos con pocos recursos y de una forma eficaz. Conscientes de la crisis por la que atraviesa el sector ─y que ha vaciado de profesionales los departamentos de diseño de publicaciones de todo tipo de periodicidad─ Black y sus socios han creado una serie de plantillas, tanto para clientes noveles como profesionales, empleando un software de maquetación (InDesign) y tipografías del Font Bureau Library, cuyos dueños también están implicados en el proyecto.

Lo explican muy bien en su página web: la idea es que el consumidor seleccione su plantilla, la descargue y la publique (Click.Download.Publish). Escriben: "Añade sólo el contenido. Nunca antes ha estado tan accesible, tan a la mano el diseño para medios. Un grupo de experimentados diseñadores han unido su talento para ofrecerte maquetas sobresalientes para uso impreso y en línea, dando a luz una enorme variedad de páginas. Al precio de una ridícula fracción de su coste real".

La idea del 'supermercado de maquetas', por supuesto, no es nueva. Ha venido siendo la obsesión de los gerentes de todos los diarios y revistas. Y los blog de Google las ofrecen gratis. Pero el hecho de que la ponga en marcha un diseñador reconocido a nivel mundial con un caché de miles de dólares por proyecto nos hace sospechar que Black y sus socios están pensando en futuro desde otras perspectivas. Y que el dinero llegará de otra forma a como ha venido llegando tradicionalmente a los diseñadores de medios.

Que la causa primera de esto está en la digitalización ya no lo duda nadie. Pero, ¿cómo se ha venido gestando? ¿Quién o quiénes han sido culpables?
La mal llamada autoedición que se inicia alrededor de 1985 ─lo hemos visto con anterioridad (González Díez, 1993: 372)─ no implicaba, necesariamente, "una modificación de la forma o el estilo de las publicaciones, pues también permitía elaborar trabajos convencionales". Pero, a la postre, cambió algo mucho más importante: "la filosofía y el proceso de trabajo". Se presumía que "en los diarios y revistas dotados de sistemas de autoedición se produciría una integración de los procesos de escritura, edición, diseño, incorporación de imágenes y tratamiento del color; y que de esta manera el diseñador tendría un control más amplio sobre la producción, lo que se traduciría en un mayor número de opciones de diseño".

Sin dejar de ser cierto lo anterior, lo que ha sucedido en realidad es que la digitalización ha trascendido las fronteras de la especialización del diseño de la información y ha socavado los propios cimientos del modelo empresarial que acogía a periodistas y diseñadores. Porque "lo revolucionario de las tecnologías no son éstas en sí mismas sino los efectos que su aplicación produce en determinados sectores profesionales o sociales" (Canga Larequi, 1988).

Habría que preguntarse qué parte de culpa tiene el diseño periodístico en la crisis de los diarios. Nos explicamos. Desde mediados de los años ochenta, la irrupción del desktop publishing en los periódicos ha servido, fundamentalmente, para que los gerentes fueran eliminando al colectivo más numeroso de trabajadores de los periódicos: los talleres. Y los diseñadores han sido cómplices (a veces inconscientes) de ello. Las secciones de diseño crecieron pero ni mucho menos en la medida que los operarios fueron desapareciendo. Y los diseñadores asumieron las funciones de producción.

Esto, que en sí no parece ni bueno ni malo ha tenido dos consecuencias que entendemos graves. Una, que disparó la rentabilidad de las cabeceras en base a bajas laborales y no a la oferta informativa y, dos, que en un momento determinado las redacciones se llenaron de periodistas estáticos más preocupados en la ‘cocina’ que en traer ‘los ingredientes’. Es decir, en ambos casos se olvidó que lo que los periódicos venden es información y es eso lo que tienen que cuidar: contar historias. Es lo que siempre han hecho. Ya sé que la competencia es dura, pero mientras las cadenas de radio y televisión sigan leyendo las noticias del diario al día siguiente hay un lugar enorme para la prensa escrita. Investigar, contárselo a la gente, opinar, posicionarse, defender, formar... Todo lo que ha sido el periodismo siempre.

Y aquí el diseño periodístico tiene mucho que decir. Porque hay que recordar que Periodismo no es sólo la narración aséptica de la noticia. También es Periodismo la posición que toma el medio ante determinadas noticias. Y la manera de visualizarlas. Es lo que defiende Jesús Canga (2005) cuando reflexiona "sobre el olvido frecuente de que en el contenido de un medio periodístico se integran la calidad de la información que suministra, la forma en que ésta es expresada y su presentación visual, elementos plenamente aplicables a los medios periodísticos" impresos y en Internet.

Y lo que Black propone ahora es consumir ‘marcas blancas’, que son mucho más baratas pero no aportan el valor añadido de las que son líderes en el mercado. A ciertos públicos les sirven perfectamente. Pero siempre hemos oído que el negocio de la información no sigue las mismas reglas que el resto. Si no, tiempo al tiempo.


Bibliografía
CANGA LAREQUI, J.: La prensa y las nuevas tecnologías, Deusto, Bilbao, 1988.
CANGA LAREQUI, J.: ‘Periodismo en la Red. Diseño periodístico y ediciones digitales’, en Telos, abril-junio 2005, nº 63 segunda época. En línea (2010.07.26): http://sociedadinformacion.fundacion.telefonica.com/telos/articulocuaderno.asp@idarticulo=3&rev=63.htm
GONZÁLEZ DÍEZ, L.: ‘Autoedición’ en Tecnologías de la información impresa, Fragua, Madrid, 1993.
PÉREZ CUADRADO, P.: El reto de un diario de diseño: El Sol, 1990-1992, Zona Impresa, Madrid, 2004.

martes, 7 de septiembre de 2010

El diseño prefabricado de Roger Black
(o cuando maquetar no es informar)

A finales del pasado mes de julio, con alguno de nosotros ya de vacaciones, saltó la noticia: Roger Black, afamado diseñador y gurú del diseño creaba un servicio de revistas, periódios y webs prediseñadas, una biblioteca de plantillas premaquetadas para que en las redacciones sólo se ocupen de añadir el contenido... una labor pensada, según ellos, para que las redacciones pequeñas y sin medios económicos accedan a una maqueta de cierto nivel. Una propuesta polémica, que ha llenado la web de debates y foros de diseñadores indignados por la ocurrencia o deslumbrados por la genialidad de un gurú, uno más, que ha sabido descifrar los misterios del universo leyendo el envoltorio de un chicle. El bueno de Roger Black. Tanto debate ha generado, de hecho, que la SND está citando en Denver a finales de este mes de septiembre, entre el día 23 y 25, a una mesa redonda en la que discutir en profundidad sobre este tema, dentro del extenso programa para el encuentro de este año.



La primera vez que uno de nosotros oyó hablar de Roger Black en el calendario figuraba el año 1990 y acababa de conseguir su primer trabajo en un periódico, precisamente en un diario que todavía no había salido a la calle y cuyo diseño se había encargado al estudio que este norteamericano tenía, y tiene, junto al mexicano Eduardo Danilo. Aquel periódico editado en Madrid, y que no llegó al año y medio de vida, tan sólo brilló precisamente por su diseño a pesar de tener El Sol como cabecera. Un diseño que 20 años después sigue pareciendo moderno y atrevido, fresco, deslumbrante, como comentamos hace poco ojeando ejemplares de entonces en una noche madrileña un pequeño grupo de nostálgicos a quienes se nos ocurrió celebrar esos 20 años pasados.

Por eso el nombre de Black estuvo en un comienzo asociado para alguno de nosotros al del más alto diseño periodístico... lugar en el que ciertamente estuvo y sigue estándolo con merecimiento. Pero después de ese tiempo de inocencia inicial, también para alguno de nosotros, Roger Black pasó a formar parte de la etérea categoría de gurú máximo, de representante de esa subespecie de diseñador que pone casi más empeño en venderse a sí mismo, y que algo ha dañado la imagen del diseño, en especial al periodístico. Y fue precisamente cuando alguno de nosotros (y ese uno es, evidentemente, siempre el mismo) conoció de primera mano, unos años después, los detalles de cómo los amigos Black y Danilo presentaron y vendieron, y cobraron, su trabajo a los responsables de El Sol.

"Esperábamos ver por fin el prototipo, que nos estaba costando un dineral", me contó uno de los asistentes a aquella reunión unos años después, en una noche de cierre en otro de los periódicos en los que trabajamos juntos, "y allí que aparecen Danilo y Roger Black con un enorme cartelón. Lo destapan y lo único que vemos es una frase: ‘Franco ha muerto’". Se miraron todos unos a otros en silencio, suponemos que con la más absoluta cara de gilipollas que pueda ponerse, mientras que el gurú también se quedaba en silencio, como quien ha descubierto la verdad más absoluta y quiere dar tiempo a que su absorta audiencia lo asimile... Recordemos que estábamos en 1990. "Dio la vuelta a la hoja de papel y en el siguiente cartelón había otra frase: ‘La sociedad española ha cambiado’". Y otro silencio. Y más caras ante aquel trípode con cartelones de papel precursor del powerpoint. Silencio hasta que quien me contó aquello se volvió a quien tenía a su lado y en voz baja, para que no le oyeran aquellos sabios del diseño periodístico, le preguntó "oye, ¿y las páginas?". Las páginas, algunas, vendrían meses después, con distintos viajes entre Estados Unidos y España de por medio en primera clase, claro. Y otras, algunas más, tendría que hacerlas y desarrollarlas a partir de las propuestas generales de Black y Danilo, Ricardo Curtis, director de arte de aquel proyecto maravilloso. Porque una parte de aquel elogiado diseño es de mi amigo y maestro Curtis, aunque las cosas no se hayan "vendido" así, porque Curtis es el más absoluto antigurú y el peor vendedor de su trabajo de cuantos directores de arte haya conocido y con los que haya trabajado, es un periodista en realidad, interesado en contar historias.

La tipografía que diseñó Roger Black para los titulares de El Sol, una familia de grotescas con distintos pesos clasificados por números y que costó cuatro millones de pesetas a cambio de dos años de exclusividad (volvamos a recordar que hablamos de 1990), es sin embargo una muestra de la otra faceta de este gran diseñador norteamericano, la faceta de su trabajo "real", que no dejamos de elogiar. Porque Roger Black era, fundamentalmente, un excelente tipógrafo más que un periodista, un diseñador de tipos más que un diseñador de páginas (trabajo este último para el que, suponemos, se asoció con Danilo, que había sido director de arte en un periódico mexicano). Posteriormente retocó esta tipografía, amplió la gama y cambió su denominación para comercializarla a través de Font Bureau (a cuyo staff pertenece), donde ahora la podemos encontrar como Bureau Grot.



El proceso de génesis de aquel diario puede consultarse con todo lujo de detalles, reuniones y viajes, en el libro de Pedro Pérez Cuadrado, maestro de periodistas y entonces jefe de producción de El Sol, titulado "El reto tecnológico de un diario 'de diseño': El Sol (1990-1992)", editado por Zona Impresa. Una de los mejores y más completos estudios publicados sobre todo el proceso de creación de un diario impreso, escrito y documentado por quien estuvo participando en aquel proceso de forma activa. Imprescindible... pero de verdad. En él podemos ver reproducidas las páginas que trajeron Black y Danilo a Madrid desde su estudio, con un cierto estilo de tabloide sensacionalista norteamericano... y las que finalmente salieron impresas y que asombraron por su increíble mezcla de audacia y elegancia, con un estilo mucho más europeo, después de pasar por Curtis.


Propuesta inicial de Black y Danilo para la portada, cabecera incluida (obsérvese el tamaño y el texto del título principal, así como la rígida estructura a cuatro columnas, demasiado anchas).


Y resultado final: una de las portadas del diario, publicada en marzo de 1991, con el diseño ya "refinado" por su director de arte, Ricardo Curtis, y con la cabecera diseñada por Ricardo Salvador, jefe de infografía de El Sol.



El parecido entre esta tercera propuesta y la inicial de Black se limita, como podéis comprobar, únicamente a la tipografía (y ni siquiera con el mismo tratamiento exagerado de cuerpos). Pero es que, además, esta última portada del diario El Sol que reproducimos como las otras del libro de Pedro Pérez, magnífica página diseñada por el director de arte del periódico, Ricardo Curtis, tiene una curiosa historia detrás que ayuda a entender cómo se vende en ocasiones esto del diseño. Apareció en el libro anual que publica la SND con los galardones al mejor diseño internacional en el apartado de "tipografía sobresaliente". Atribuye su diseño únicamente a Roger Black y a Eduardo Danilo. La única manera de conseguir un premio así es, además del talento imprescindible para hacerla... presentándose al concurso, y pagando por hacerlo, no se conceden por iniciativa de ningún jurado. Las publicaciones presentan los trabajos y pagan por cada página que envían. Pero ningún responsable del periódico, incluido quien diseñó la página y quien remodeló el diseño inicial de Black y Danilo, había presentado aquel año ningún trabajo a la SND.

Ahora volvemos a oír hablar de Roger Black.... porque nos propone páginas premaquetadas, o sea un catálogo.

Está claro que los tiempos de crisis son tiempos de recortes, de despidos y de penalidades, pero también tiempos de oportunidades. Oportunidades para emprendedores y audaces, pero también para que iniciativas mediocres encuentren su espacio. A nosotros no nos ha gustado nada la iniciativa de Black. Y no tanto por la supuesta amenaza laboral que cierne sobre nosotros, que está por ver, sino porque no creemos en ese tipo de información, en ese tipo de periodismo. ¡Ojo! que no todo es negativo y en algunos campos, por ejemplo la web, puede ser interesante que existan unos modelos de páginas predeterminadas (como las de muchos blogs) ya que ahí sí que estamos hablando de plantillas de personal reducidas a la mínima expresión (a dos tíos, vamos, o a uno, al periodista multimedia) y poco dinero a la vista. Pero para la prensa y revistas se nos ocurren muchos motivos por los que no apoyar esta dudosa iniciativa. "El diseño de calidad, accesible a todos", proclaman en su web, con gran despliegue tipográfico. ¿Calidad? ¿Accesible para todos... hablando de Roger Black? Eso habrá que verlo...


Distintos modelos de páginas para periódicos a la venta en la web de Roger Black.


Nadie duda de la brillantez formal de los diseños de Black. Incluso nos atreveríamos a afirmar que la serie de plantillas que muestra en su web superan estéticamente a la amplia mayoría de publicaciones pequeñas-medianas que se pueden encontrar en un quiosco. Ahora bien... ¿funcionará cuando incluyamos el contenido? Puede. Con calzador, nos tememos... Un diseño tiene calidad en la medida que sirve al contenido que acompaña, en la medida que informa al lector, que ayuda a contar la historia que queremos transmitir. Nunca si sólo es un bonito envoltorio. Eso se llama celofán. ¿Funcionarán igual estas plantillas en función del tema elegido para rellenarlas? Sinceramente, lo dudamos. De la misma manera que dudamos que funcionen igual en un país que en otro, porque el contenido, el diseño, la tipografía, la infografía... todo depende del lector al que te dirijas, de lo que pretendas transmitir, de su formación cultural y de la cultura del lugar, etc. El diseño ilustra la información que contiene, es algo vivo, cambiante y sobre todo único. Eso no se puede manufacturar en masa desde un despacho de EEUU, por mucho que marquen tendencias para tantas otras disciplinas en el mundo entero.

Pero por si fuera poco, se nos ocurren otras tantas críticas al proyecto, algunas de puro cajón y otras de mayor sesgo moral. Resulta de un sentido del humor trágico que sea un afamado diseñador el que promocione una herramienta que bloqueará el acceso al diseño en muchas de esas pequeñas empresas que puede que se sumen a la idea. Recordemos que un enorme porcentaje de los maquetadores que han llegado a algún sitio han empezado por ahí, por pequeñas y medianas empresas, en las que la libertad y la creatividad a la hora de trabajar eran activos que suplían la falta de dinero y recursos. Ahora ya no. Ahora la maqueta ya está predefinida, para ahorrar costes y ganar calidad, según nos cuentan desde casaBlack. Quizá quede algún pobre maqueta para incluir las fotos y retocar mínimamente las páginas, porque aunque predefinamos el trabajo de diseño, difícilmente se podrá premaquetar el ego de un redactor que ha decidido escribir cien líneas más porque hoy se siente espléndido... Pero el acceso a la edición, a trabajar los temas, ése queda bloqueado. Por el estudio de Mr. Black, naturalmente. Que suponemos que también elegirá la tipografía que utilizará. Naturalmente. Font Bureau, naturalmente... Un pequeño corralito muy lucrativo. Naturalmente.



Modelo de página prefabricada para revista que nos propone el Ready-Media de Roger Black, con la posibilidad de cambiar entre dos tipos de combinación tipográfica. Y distintos modelos de estilos de revistas también premaquetadas.

Es tremenda la hipocresía de vender esta idea como la panacea para las medianas y pequeñas empresas de información. Diseño de calidad a buen precio... Precisamente lo que necesitan las pequeñas y medianas empresas es diferenciarse de todo lo que ya hay en el mercado. Ser únicas, diferentes, nuevas e irrepetibles... ¿Conseguirán eso usando uno de los diseños enlatados de Mr. Black? Con un poco de suerte, tendrán un clon de su diseño en Cincinnatti... con menos suerte, lo tendrán en la misma balda del quiosco. Si es que todavía queda alguno, y no se llama iPad...

De todos modos, no hay que rasgarse las vestiduras, porque tampoco es que sea nada nuevo. Llevamos años conviviendo (y utilizando) stocks de fotos y de ilustraciones, por lo que lo normal es que tarde o temprano llegara el stock de maquetas... Lo que nos deja una inquietante proyección... ¿Llegaremos al stock de información? ¿Pasaremos del "just add content" al "just add facts"? A lo mejor el futuro es una empresa que fabrique informaciones en masa, a granel, y sólo les cambie los nombres a los sujetos, o los lugares en las firmas de foto, dependiendo del momento social o político que se viva... O, a lo mejor es que ya tenemos ese periodismo hace unos años y no nos hemos dado cuenta... y claro ¿por qué no prefabricarle también el diseño y nos echamos a dormir todos y no sólo los que mandan?

Pero lo que a nosotros más nos ofende es que, una vez más, nos parece una falta de respeto total al lector. Le damos algo recalentado como nuevo. Y se lo cobramos, por supuesto, como si nos lo hubiésemos currado. Muchos pensaréis que preferís una langosta congelada y recalentada varias veces que un simple bocadillo de jamón... Estáis completamente en vuestro derecho. Pero a nosotros nos gusta saber por qué pagamos. Y me gusta saber que lo que tomo está hecho para mí, y no para un target de marketing... que yo también sé meter una pizza en el microondas y darle al botoncito... Y si no tienen lo que pido, quiero tener la libertad de no pagar y largarme... Y si quiero una langosta la pago o me jodo y la miro a través del cristal de la pecera, consciente de que nunca la podré tener... y no pasa nada, oiga. Lo que no quiero es tener que comulgar con ruedas de molino, las camisas me las compro en El Corte Inglés porque no quiero ir en pelotas por la calle, un periódico lo pago porque quiero y punto.

Roger Black nos intenta convencer de la bondad de su proyecto: primero me compras el diseño y luego le añades la información para "ahorrar tiempo y dinero".

Frente a la legión de diseñistas que piensan que un diseño de calidad es tan sólo uno compensado, audaz y modernil, estamos muchos maquetadores y diseñadores que sostenemos que un diseño de calidad es aquel que cumple su función, que no es otra que informar a sus lectores... Y si encima conseguimos que sea moderno, audaz y brillante, mejor que mejor... teniendo en cuenta que el común de los mortales no lo valorará, pero sí valorará que le sirva como vehículo para consumir y entender la información que contiene... Si en este blog defendemos que maquetar es informar, comprenderéis que no podemos apoyar una iniciativa que segrega dos aspectos que para nosotros son fundamentales e indisolubles. Diseño y contenido son ambos parte de la misma cosa, pero nunca factores que deban alterar su orden. El diseño ha de servir al contenido, no al revés. Si condicionamos el fondo a la forma, el contenido al diseño, pasamos a engrosar esa lista infinita de diseñistas que no estarán dispuestos a que la realidad, la información, les estropee una buena página... Y esa página puede ser deslumbrante, pero nunca será un diseño de calidad, porque no cumple su auténtica función, que es la de informar. Black defiende la utilidad de sus plantillas como medio de ahorrar "tiempo y dinero"... El tiempo dirá qué era mejor solución, ahorrar costes o invertir en talento, personalidad y medios, pensando en un futuro que nadie es capaz de anticipar...

Javier Vidal y Mario Benito