miércoles, 27 de octubre de 2010

Orgasmo Museístico (y II)

Continuamos el repaso al NewsMuseum por la cuarta planta. Saliendo de la exposición del 11-S, podemos visitar la oficina de Tim Russet, presentador del mítico y longevo Meet the Press. Este programa se emitió, con él como presentador, durante 16 años en la NBC y en este despacho se prepararon entrevistas a cientos de personajes.

El despacho de Russet tal y como él lo dejó.

Arriba, colección de pelotas de beísbol de Russet. Abajo, guión de la entrevisa a George W. Bush.

En ese mismo piso, cinco vitrinas con las cinco libertades fundamentales recogidas en la Constitución de los Estados Unidos: religión, discurso, prensa, asamblea y petición legislativa.
Junto a estas vitrinas, un mural sobre cómo se enseñan estas libertades en las escuelas americanas.

Cada mural sobre las libertados incluye Orígenes, Puntos básicos y aplicación actual. Con documentos originales.

Asuntos como el atropello de una niña por un conductor borracho pueden derivar en una iniciativa legislativa popular gracias a la libertad de petición legislativa recogida en la Constitución de EEUU.


Tercera Planta:

Presidida por un mural de cristal, esta es la planta de homenaje a los periodistas caídos en el ejercicio de su/nuestra profesión. En ese mural están inscritos todos los que han perdido su vida, así como un ordenador con una breve ficha de cada uno de ellos. Al lado, un mosaico con fotos de los fallecidos. Todo ello, antecedido del camión de la revista Time que fue tiroteado en la guerra de los Balcanes. Impresionante.

Vista superior del mural de cristal con los nombres de los periodistas fallecidos en servicio.

Arriba, ficha de Julio Anguita Parrado. Abajo, su nombre en el mural y el de Julio Fuentes, compañeros de El Mundo.

Las fotos de los periodistas fallecidos ejerciendo su profesión.

La camioneta de Time tiroteada en la guerra de los Balcanes. Abajo, detalle del casco, la cámara y el portátil de uno de los corresponsales de la revista.

Frente a las fotos, un enorme mapa mundi con la situación de la libertad de prensa en el mundo. Con demasiados países en rojo.


España, verde en libertad de prensa. Demasiado amarillo y rojo.


Segunda Planta:

Cerca de una de las dos tiendas que tiene el museo, está la parte dedicada a la televisión, la radio e Internet. El despacho de Edward Murrow, locutor de la CBS durante la Segunda Guerra Mundial o pantallas con televisiones y páginas web de todo el mundo son alguno de los objetos que podemos encontrar aquí. También micrófonos antiguos de radio y televisión, como no.

Micrófonos de la CBS y la W TOP.

Edward Murrow, mítico locutor de radio durante la Segunda Guerra Mundial.

Ganadores de las web mejor diseñadas en 2009, entre ellas, soitu.es

Arriba, evolución de la tecnología de consumo de información. Abajo, principales noticias de las últimas década. Desde el punto de vista americano, por supuesto.

Sala de control del museo. El operario está jugando al FarmVille.

Un helicóptero real cuelga del techo del museo. Con estos helicópteros se informa sobre el estado del tráfico en las noticias de la mañana.


Primera Planta:

Aquí se encuentra el acceso al museo y quizá una de las exposiciones más interesantes: todos los premios Pulitzer de fotografía otorgados. Decenas de fotografías que permanecerán en la historia del periodismo para siempre. Podéis ver un flickr con todas las imágenes aquí. En el museo, acompañando a algunas de ellas, se puede ver la cámara con la que fue tomada.

Vista general de la entrada a la exposición de los premios Pulitzer de fotografía.

Algunas de las imágenes de la exposición de los Pulitzer. Y las cámaras con la que se consiguieron dichas fotografías.


Planta Baja:

Un nivel por debajo de la planta de acceso está la zona dedicada a las exposiciones temporales, aunque con un par de testigos permanentes muy especiales: una torre de vigilancia del muro de Berlín y parte del mismo.
Las dos exposiciones temporales en el momento de la visita estaban dedicadas a Walter Icoss, fotógrafo de Sports Illustrated y a los casos míticos del FBI y su repercusión en la prensa. Dos auténticas joyas, cada una en su género, aunque especialmente la del FBI, que recoge objetos auténticos de Unabomber, el asesino del Tarot o la época del Ku Klux Klan.

Walter Iooss ha fotografiado a los mejores deportistas del mundo para Sports Illustrated.

Exposición temporal de los casos más llamativos del FBI y su repercusión en la prensa.

La metralleta del desastre de Waco, arriba. Abajo, acreditación para asistir a la ejecución de Timoty McVeight, autor del atentado de Oklahoma.

Una de las torres del Muro de Berlín, con el muro de Berlín justo enfrente.

Dos clásicas frases del periodismo adornan los accesos a las proyecciones de la planta baja.

En la fachada del Museo, más portadas diarias de periódicos de EEUU.

Si tienes pensado ir a Washington, guárdate unas cuantas horas para visitar este museo. No te arrepentirás.

lunes, 25 de octubre de 2010

Diseñario 2.0 (XLII)

Con sigilo casi paranóico trabajan los miembros del comité de expertos del Diseñario en esta labor suya, ocultos, casi escondidos, temerosos de que algún portal de internet filtre aquellos documentos secretos con los que trabajan, borradores de estas voces que nunca debieran ver la luz para no poner en peligro así las entrañas del diseño periodístico que luego nos dan a conocer debidamente editado en esta obra infinita, colectiva, irreverente y abierta a vuestra participación.




Pieza. Unidad mínima de contenido periodístico. Mínima en el sentido unitario, de existencia, no en el sentido de extensión ni tamaño. Porque para que exista una página de periódico tiene que contener, al menos, una pieza, ya sea en forma de noticia, crónica, entrevista, etc. Aunque una página de periódico puede contener varias.
Las piezas pueden ser grandes, pequeñas, mediana; cortas, largas; informativas, opinativas; crónicas, reportajes, entrevistas. La combinación, más o menos acertada y la cantidad justa de piezas, hace que se tenga un periódico con más o menos ritmo y con mejor o peor contenido. No es siempre buscar cuanto más, mejor. A veces, con pocas y extensas piezas se puede conseguir un mejor resultado que con muchas y cortas piezas.
La vida útil de las piezas es, sin embargo, directamente proporcional a la extensión que ocupan en el periódico. Es más probable que una pieza a una columna desaparezca a que lo haga una pieza que ocupa las cinco columnas. Al igual que es más probable que una pieza a cuatro columnas acabe convirtiéndose en una de cinco, a que una pieza a una columna termine convirtiéndose en una de cuatro.

Pintar. Retratar el mundo a través del color de tus pinceles, o de tus lápices, o de tu alma. Lúdica expresión artística, en la que la realidad se preña de colores al pasar de tres tangibles dimensiones a dos blanquísimas dimensiones de papel. Pintar es la plasmación risueña de alguien que juega con un papel. Por eso los que mejor pintan son los niños, que ni se lo plantean ni falta que les hace. Tal como les viene, lo pintan... Y por eso no tiene ninguna lógica que se refieran al trabajo de los maquetadores como "pintar una página". Porque aunque sea una manifestación artística, y alguno de nosotros todavía disfrute como un niño con nuestro trabajo, incluso aunque en esta fría época de unos y ceros, alguno de nosotros siga tirando de papel y lápiz como reclamo de inspiración antes de ponerlo en píxeles, nuestro trabajo no tiene nada que ver con pintar. Generalmente, cuando uno pinta una cosa se deja llevar por la inspiración y el propio gusto. Nosotros no nos podemos permitir guiarnos por el gusto como criterio. Nosotros ponemos en página la información pura y dura, Y para eso hay reglas, códigos y un lenguaje muy determinado. Como cuando un redactor redacta. Y si funciona, funciona. Y si no gusta, que se lo cuenten a otro. Que ni somos pintores de brocha gorda, ni aquel pintor de angelitos negros al que cantaba Machín. Que somos periodistas sin textos, pero no por ello, menos pintores de batallas.

Pisar. Dejemos de lado los arranques de sinceridad de aquel entrenador argentino que le decía a su masajista que los suyos eran los de colorado y que a los otros "pisálos" y los extraños fetichismos. Lo normal es que cuando te pisen te moleste, aparte de porque duele, porque están invadiendo tu zona de seguridad, ese perímetro acordonado en el que cabes tú y nadie más.... Lo que ocurre en diseño es que las cosas a veces se pisan unas a otras y no es que se estén declarando la guerra, sino que están creando volumenes en un extraño caso de invasión de espacios. De todos modos, es raro encontrarse con elementos pisados en un periódico, donde la formas se guardan tanto como aquel mayordomo de Howard's End. En los suplementos y las revistas, en cambio, el pisarse es algo habitual... Provoca ese movimiento y cierta anarquía propia de los diseños moderniles y atrevidos, en los que no hay recurso lo suficientemente arriesgado, ni maquetador suficientemente temeroso de su Director de Arte...
Otra forma de ir pisándose por ahí es cuando un periodista le levanta una información a un colega de otro medio, y la publica antes que la competencia. Esto provoca un inusitado subidón en las redacciones, porque no todos los días le pisas una exclusiva a la competencia... Otros que van por ahí pisando son aquellos que se han labrado toda una carrera sin reparar sobre las costillas de quién están zapateando... Que para eso también hay que valer, que no debe ser fácil ir por ahí pisando a todo el que se te cruce por delante...


Entregas anteriores del Diseñario 2.0:

Diseñario 2.0 (I): adelanto-alcance.
Diseñario 2.0 (II): apaisado-arte final.
Diseñario 2.0 (III): aspirina-autoedición.
Diseñario 2.0 (IV): background-billete.
Diseñario 2.0 (V): bobina-breves.
Diseñario 2.0 (VI): cabecear-camisa.
Diseñario 2.0 (VII): carácter-carpintero.
Diseñario 2.0 (VIII): catálogo-chillón.
Diseñario 2.0 (IX): chiste-cierre.
Diseñario 2.0 (X): clavo-colchón.
Diseñario 2.0 (XI): columpiarse-comerse.
Diseñario 2.0 (XII): compacto-corresponsal.
Diseñario 2.0 (XIII): corte-crítica.
Diseñario 2.0 (XIV): crisis-crónica.
Diseñario 2.0 (XV): cuadratín-deformar.
Diseñario 2.0 (XVI): desguace-directo.
Diseñario 2.0 (XVII): director-documentación.
Diseñario 2.0 (XVIII): editorial-EGM.
Diseñario 2.0 (XIX): Elzevir-empacar.
Diseñario 2.0 (XX): empasillado-encuadrar.
Diseñario 2.0 (XXI): enfrentadas-entrevista.
Diseñario 2.0 (XXII): enviado especial-exclusiva.
Diseñario 2.0 (XXIII): exposición-faldón.
Diseñario 2.0 (XXIV): fe de errores-fino.
Diseñario 2.0 (XXV): flash-fondo.
Diseñario 2.0 (XXVI): fotero-fotón.
Diseñario 2.0 (XXVII): free-lance-freehand.
Diseñario 2.0 (XXVIII): galerada-grapa.
Diseñario 2.0 (XXIX): gritar-hemeroteca.
Diseñario 2.0 (XXX): hemorroide-hostias (darse de).
Diseñario 2.0 (XXXI): ilustrator-imposición.
Diseñario 2.0 (XXXII): invisibles-itálica.
Diseñario 2.0 (XXXIII): jefe-ladrillo.
Diseñario 2.0 (XXXIV): lead-localizador.
Diseñario 2.0 (XXXV): lomo-lorem ipsum.
Diseñario 2.0 (XXXVI): MacOs-mesa.
Diseñario 2.0 (XXXVII): modular-morder.
Diseñario 2.0 (XXXVIII): negativo-ñapa.
Diseñario 2.0 (XXXIX): Oblicua-off the record.
Diseñario 2.0 (XL): OJD-on line.
Diseñario 2.0 (XLI): palabrota-pelar.

viernes, 22 de octubre de 2010

El lápiz oculto de Nellie Bly


"-¿Qué es este lugar? -le pregunté al hombre que tenía los dedos hundidos en mi brazo.
-La isla de Blackwell, un lugar para locos del que nunca saldrás."
No me extrañaría nada que hubiera quien piense que el periodismo de investigación con cámara oculta, como el diseño arrevistado, son inventos recientes. Si es así, es porque tal vez no hayan ojeado periódicos antiguos, muy antiguos... y que no han leído a Bly. O que leyeron sin reparar en que a pesar de que entonces no había medios técnicos para un periodismo así, ella, sí, una mujer periodista en 1887, lo llevó a cabo con un lápiz oculto.



Ediciones Buck publicó hace unos meses (casi un año ya) "Diez días en un manicomio", reportaje de la periodista norteamericana Nellie Bly (1864-1922), seudónimo de Elizabeth Jane Cochrane, publicado por el periódico New York World en 1887 (el World a secas del afamado editor J. Pullitzer que ahora da nombre a los premios periodísticos más prestigiosos a pesar de que practicara el más feroz sensacionalismo que recuerdan las rotativas). Sí. Una mujer. Con 23 años de edad. Periodista. Autora y precursora del más puro periodismo de investigación, y de denuncia social además. ¡En 1887!


Asimilados ya estos datos de por sí sorprendentes, la lectura de su relato es más sorprendente aún, más que asombrosa... escalofriante. Porque la señorita Bly tuvo los arrestos suficientes como para hacerse pasar por loca y así poder ingresar en el sanatorio psiquiátrico de la isla de Blackwell, en Nueva York. Y sanatorio psiquiátrico es un absoluto eufemismo para describir un manicomio del siglo XIX, técnicas de tratamiento a las dementes incluidas. Tratamientos...
"Una de las pacientes, la señora Cotter, una mujer hemosa y delicada, creyó un día ver a su marido por el paseo que conducía al sanatorio. Dejó la fila en la que estaba y corrió a su encuentro. Por aquello fue enviada al 'retiro'. Más tarde dijo:
-Ese recuerdo es suficiente para volverme loca. Por llorar, las enfermeras me pegaban con el palo de una escoba y saltaban sobre mí, y me dañaban por dentro. Nunca lo superaré. Después me ataron las manos y los pies y, tras echarme una sábana por la cabeza, la apretaron contra mi cuello para que no gritara. Entonces me metieron en una bañera con agua helada. Me dejaron allí hasta que perdí toda esperanza y quedé inconsciente. En otras ocasiones me agarraban por las orejas y me golpeaban la cabeza contra el suelo y contra las paredes. Me arrancaban el pelo a tirones para que no me creciese más.
La señora Cotter me mostró las pruebas de su relato, la hendidura en la parte de atrás de su cabeza y las calvas donde le habían arrancado el pelo a jirones. Relató su historia con los mínimos adornos posibles."
Como escribe la propia Bly. Apuntando sin adornos con su lápiz oculto. Y más...
"Inyectan tanta morfina y cloral que las pacientes enloquecen. He visto a esas mujeres volverse locas pidiendo agua debido a los efectos de las drogas, y las enfermeras negársela. Las he oído suplicar toda la noche una gota y no recibirla. Yo misma grité pidiendo agua hasta que mi boca estuvo tan seca y resquebrajada que no podía hablar."
Entrar en una institución así le resultó relativamente fácil a la periodista Bly, que engañó con muchísima facilidad a los médicos, un derecho de admisión muy abierto para muchas de sus compañeras, ingresadas sin fecha de salida por motivos banales, absurdos, porque alguien quiso librarse de ellas... Pero una vez dentro, convencer a las autoridades médicas de que un paciente no está loco resulta prácticamente imposible. "Eso dicen todos."
"He visto a pacientes quedarse de pie mirando hacia la ciudad que con toda probabilidad nunca volverán a pisar. Significa la libertad y la vida; parece tan cercana... y sin embargo no está el cielo más lejos del infierno."
Diez días después de su ingreso en el sanatorio para enfermos mentales de la isla de Blackwell, Nellie Bly fue "rescatada" de allí por los responsables del periódico, en el que publicó un amplio reportaje de lo que había vivido. De las condiciones miserables en las que vivían y morían aquellas mujeres, de la comida en mal estado, el agua sucia para beber, de los "tratamientos", de la falta de ropa y el frío estremecedor, de las ratas y la insalubridad, de cómo se tiene por locos a locos y a quienes no lo son. El reportaje supuso que intervinieran el Gran Jurado de la ciudad de Nueva York y aunque no pudieron depurarse responsabilidades, se mejoró la situación de las pacientes así como que el comité de presupuestos de la ciudad adjudicara un millón de dólares más al año para el cuidado de los enfermos mentales.


Nelly Bly siguió escribiendo reportajes sociales durante un tiempo. Dió la vuelta al mundo por encargo del periódico compitiendo con el mismísimo Phileas Fogg de Julio Verne para batir el récord mundial completando su viaje en 72 días mientras lo escribía y contaba a sus lectores, en forma de bitácora (¿les suena esto de algo?). Después se casó con el millonario Robert Seaman y abandonó su trabajo. Más tarde murió su marido y ella se hizo cargo de la empresa familiar... que llevó a la quiebra por querer mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Se marchó a Inglaterra y participó como corresponsal de guerra para la prensa norteamericana durante la Primera Guerra Mundial y finalmente regresó a los Estados Unidos, donde falleció en 1922, de una neumonía, a los 57 años. Pero todo esto es otra historia, porque ahora estamos con ella en el interior de un manicomio terrible...
"Qué cosa tan misteriosa es la locura. He visto a pacientes cuyos labios están cerrados en un silencio perpetuo. Viven, respiran, comen; la forma humana está presente, pero ese algo sin el que el cuerpo puede vivir, pero que no puede existir sin el cuerpo, estaba ausente. A menudo me he preguntado si tras aquellos labios sellados moraban sueños que desconocíamos o si sólo estaba el vacío."

miércoles, 20 de octubre de 2010

Orgasmo Museístico (I)


Estamos acostumbrados a que la prensa tengo un papel secundario en las exposiciones. Un par de vitrinas bajo el título "XXXXXXX en la prensa", donde XXXXX es el objeto de la exposición en cuestión y la prensa suelen ser unas cuantas portadas. Son pocas las muestras que se centran en la prensa. Aunque lo mejor es que suelen ser muy buenas, como la de la Colección Metrópoli.

Por eso, entrar en el NewsMuseum (Museo de la Prensa, mejor que Museo de las Noticias) de Washington D.C. es lo más parecido a un orgasmo, museísticamente hablando, para los amantes de la prensa. Sin exagerar. Un edificio entero, de seis plantas más un sótano, dedicado hasta el más mínimo detalle a todo lo relacionado con la prensa. Y además, a tan sólo un par de párrafos de distancia del Capitolio, sede del Congreso de los Estados Unidos y con una terraza con vistas a la zona más privilegiada de la capital, el Mall.

Aquí tenéis la primera parte del reportaje fotográfico del Museo, una auténtica joya que todos los amantes de los periódicos, las noticias y la prensa en general deben visitar. Imprescindible.

Sexto piso:

Una larga terraza domina el último piso del edificio que alberga el museo. En su balcón, una exposición sobre los hechos más importantes de Pennsylvania Avenue, la calle más importante de la capital, a través de los principales personajes de la ciudad. Todo, con el Capitolio de atento observador. En la sala que precede a la terraza, las portadas del día de casi todos los periódicos de USA, o por lo menos de una gran mayoría, y primeras páginas de diarios de todo el planeta.

Antes de salir a la terraza, un esquema de la comunicación, desde la prehistoria hasta hoy.

Un mural por la libertad de prensa, antes de salir a la terraza.

La sala de las portadas que da acceso a la terraza con vistas al Capitolio

Algunas de las portadas internacionales del día. El País representa a España.

La exposición sobre Pennsylvania Av. con el Capitolio de fondo.


Quinto piso:

El sancta sanctorum (si me permiten el símil) del museo. El núcleo y la zona donde podrías tirarte horas, sin exagerar, mirando portadas. En una oscura (para proteger las portadas antiguas) y alargada sala, tres niveles de dispensadores donde ver portadas desde el siglo XVI hasta nuestros días. Flanqueando a los mostradores, toda clase de objetos relacionados con la prensa y su historia: acreditaciones, cámaras de fotos, máquinas de escribir, documentos históricos, trajes de presentadores, cintas, fotografías, cascos de enviados especiales... todo tipo de cosas que cuentan la historia del periodismo en EEUU. Detrás de los paneles, pequeñas salas para ver vídeos relacionados con la profesión.

Al final de la sala, una encuesta para votar tu medio favorito para leer las noticias (Internet o Papel) y una pila de todos los periódicos que desaparecieron en EEUU durante el último año. En la misma planta, también se puede ver una pequeña exposición de libros y una pantalla de cine donde se proyectan canales de televisión de todo el mundo.

Aspecto general de la sala de las portadas.

Portadas...

...portadas...

...portadas...

...portadas...

...portadas...

...portadas...

...así hasta tener cientos de ellas.

Los dispensadores para ver las portadas. Tres niveles con un grueso cristal para protegerlas.

Algunos de los paneles que flanquean la sala de las columnas.

Objetos históricos del periodismo.

Panel dedicado a las fuentes anónimas.



Los errores en la prensa. Tres portadas distintas de las famosas elecciones entre Kerry y Bush.

La mítica frase que arranca las rotativas.

Acreditaciones.

Documentos históricos.

La velocidad de las noticias, panel especialmente interesante para ver la evolución de la transmisión de información.

Tubos para votar por tu medio favorito. Nosotros votamos por el papel, obviamente.

Periódicos que desaparecieron o dejaron de imprimirse en EEUU en 2009.

La sala con la pantalla de cine y las televisiones sintonizadas.

Y en los pasillos de la planta, con la fachada del edificio como base, la exposición más curiosa, la de los Primeros Perros de los Presidentes de EEUU. Con su correspondiente encuesta para votar tu favorito (ganaba el de Obama, por supuesto). Estos americanos hacen de cualquier cosa motivo de exposición.

La exposición de los Primeros Perros. Debajo, los tubos para votar.


Cuarto piso:

Saliendo del gran cine, y ya en la cuarta planta, una exposición temporal de Elvis Presley, con parafernalia de todo tipo del Rey del Rock (desde cartas hasta su uniforme de la marina, pasando por discos originales o la moto que montó durante años).

Entrada a la exposición temporal de Elvis.

El mítico traje de Elvis en "Aloha from Hawaii". Al fondo, la moto de Elvis.

Su primer contrato y sus primeros discos.

Dejando atrás a Elvis, se entra en la parte más sobrecogedora del museo, la dedicada al 11-S. Una de las antenas que cayó de las Torres Gemelas preside un gigantesco mural (de dos plantas) que muestra las portadas dedicadas a la gran tragedia de EEUU. Antes tienes la posibilidad de ver un documental donde los periodistas que trabajaron aquel día en la noticia te cuentan cómo lo vivieron. Ninguna de las 15 personas que lo vimos conseguimos salir sin sentir, al menos, un escalofrío.

Así te preparan en el museo para la parte del 11-S

Los dos pisos de portadas.


La antena de una de las Torres Gemelas. A su alrededor, una cronología, minuto a minuto, de aquel fatídico día.