viernes, 20 de mayo de 2011

Carteles electorales

Con independencia de lo curioso que supone el que por primera vez en nuestro país —que yo recuerde— un partido político ilustre sus carteles electorales con las fotografías de sus principales rivales políticos en vez de con las suyas propias...



... con independencia, decía, de esta muestra inaudita de "fair play" y "juego limpio", llevo preguntándome varios días quién habrá concebido las fotografías de los carteles electorales de los dos principales candidatos a la Comunidad de Madrid.





Por muy raro que nos pueda parecer, aunque ya pocas cosas me resultan extrañas en el mundo de la política, ¿habrán llegado los recortes presupuestarios también a las campañas electorales hasta el punto de que hayan encargado las fotos a algún voluntario pretencioso con aspiraciones artísticas que se compró una réflex de oferta y después hizo un curso de Photoshop en el Inem?

Esperanza Aguirre, candidata de la derecha, "centrada" en nosotros... y convenientemente photoshopeada.

Tomás Gómez, candidato de la ¿izquierda?, con el gesto que tendría cualquier ciudadano común y corriente al hacerse una foto.

¿Han visto los ojos maquillados a lo vampiresa de Esperanza Aguirre? ¿La mirada perdida en horizontes lejanos de Tomás Gómez, tan natural? ¿Entre ellos hay que decidir aquí, en Madrid?
Y esto es en lo referente al aspecto externo que nos quieren transmitir, porque si miramos al interior, o a lo que proponen, y suponiendo que ambas cosas, interior y propuestas existieran, entonces para mí las diferencias desaparecen.

Escribo y fotografío deprisa, antes de que la Junta Electoral Central decida eliminar también este blog nuestro y vuesto porque las únicas imágenes realmente espontáneas y distintas de esta anodina campaña electoral hay que buscarlas en la Puerta del Sol de Madrid




Tomé estas fotografías una de estas noches, tarde muy tarde, al salir del periódico, en esa especie de "ciudad" que nos detalla Miguel Nuño en un magnífico gráfico y que se está levantando en la plaza más emblemática de mi ciudad. Me encontré con quienes serán algunos de nuestros políticos dentro de unos años haciendo propuestas más o menos utópicas, incluso cantando canciones ¡de Silvio Rodríguez!, "la ciudad se derrumba y yo cantando...", igual que me codeé con quienes son los políticos de ahora en actos de protesta similares hace unos veinte años. El mito del eterno retorno o aquel "cambiar todo para que todo sigua igual" tan certero... y tan necesario.

Los medios de comunicación, que según los "indignados" no les hacen caso, han abierto todos los días con estas manifestaciones cívicas en las que se denuncia lo que los medios de comuncación llevan años denunciando (alguien adivina cómo han conocido los casos de corrupción, por ejemplo). Hay canales de televisión que incluso lo están retransmitiendo en directo, con estrambóticas coberturas para desacreditarlos que consiguen lo contrario, o bien ofrecernos un original programa de reality humor.



Y también con acierto, con diseño periodístico al servicio de la información, como en esta fantástica portada del diario Público, posiblemente la mejor de las que han hecho hasta ahora:


jueves, 19 de mayo de 2011

Homenaje al picador


El trabajo de periodista tiene muchas satisfacciones. Lo juramos. Hay días, normalmente los más "complicados", en los que te vas a casa con una sonrisa en la boca por un trabajo bien hecho y una jornada frenética de información y adrenalina.

Sin embargo, para ser primera espada y poder torear en las mejores plazas, antes has tenido que ganarte la vida en plazoletas móviles y con novillos de escasa casta. En un periódico esto se suele corresponder con el escalafón más bajo (que no menos útil) de la cadena informativa, es decir, los becarios. Porque [casi] todos los grandes periodistas han sido cocineros antes que frailes.

Cuando eres becario te suelen tocar las tareas más ingratas de la información, que no las menos importantes. Gracias a estas labores se aprenden muchas cosas, de verdad. Revisar clasificaciones, volcar textos, editar breves que luego no van o picar [rellenar] tablas y clasificaciones. Aunque gracias a algunos programas informáticos algunos han evitado terminar miopes y con tendinitis en los pulgares. Pero ese es otro tema.


Esta última tarea, muy habitual en periódicos deportivos, es la más tediosa e ingrata de todas. Así que cuando nos encontramos esta doble página del AS inmediatamente nos acordamos del pobre chaval(a) al que le tocó picar todas esas posibilidades de descenso. ¡Más de 200! Esperemos que el chaval se encuentre bien después de meter todos esos datos, porque tal paliza de 1, x y 2 puede provocar que te quedes bizco o que te dé un ataque epiléptico.

Sin embargo, mucha gente puede creer que esta tabla es inútil o que no tiene un pelo de fiable. No podemos asegurar que sea así porque no hemos revisado todas las opciones (y eso que tenemos un par de equipos implicados en este "drama"), aunque hay tres datos que nos hacen pensar que sí es verídica: el primero, que nadie se mete esa panzada de tabla sin un fin objetivo y verídico; dos, que detrás de ella está, entre otros, MisterChip, un auténtico maestro de la estadística; y tres, que los parroquianos de los equipos de fútbol se agarrarán a ella como a un clavo ardiendo esperando que el equipo de sus amores se quede un año más en Primera. Como esté mal más de uno puede cometer una locura.

Por eso y porque el chaval (chavala) se lo ha ganado, un aplauso para los picadores: plas, plas!!!!

miércoles, 18 de mayo de 2011

La foto de Bin Laden

Osama Bin Laden no aparece en la foto de la "ejecución extrajudicial" de Osama Bin Laden, porque LA foto del acontecimiento mundial de las últimas semanas, bueno de uno de ellos, es ésta:



Un fotón absoluto y grandioso obra de Pete Souza, fotógrafo oficial de la Casa Blanca, que para mí supone un paso más allá en la historia del fotoperiodismo al ofrecer un punto de vista radicalmente nuevo, el rostro no del famoso asesino ejecutado, o tiroteado con el calificativo que quiera dársele y en cuyo debate no quiero entrar ahora, sino el rostro de quien ordena matarle en el momento exacto de hacerlo.

Y como, además, son distintos responsables de esa muerte quienes aparecen en este "grupo salvaje" reunido en la Situation Room (¿Sala de Situación?, menuda situación), podemos ver los distintos rostros del ser humano cuando mata a otro, con independencia de lo justa o injusta que sea su acción: el rostro de la preocupación, el enorme peso de la responsabilidad en la mirada de quien es el máximo responsable (premio Nobel de la Paz y hombre en quien se depositaron millones de esperanzas, posiblemente distintas a ésta), la concentración en los aspectos técnicos del militar que dirige desde un ordenador la operación —curiosamente sentado en el sillón que supongo que corresponde al presidente—, la curiosidad en algunos que desde el fondo buscan un hueco para mirar, el estupor, la frialdad de otro, la aparente o despreocupada calma, o vacío insensible de un vicepresidente que pareciera estar en el salón de su casa viendo alguna serie aburrida, el horror de Hillary Clinton...

Es una foto tan poderosa que tengo la impresión de que si el señor Obama (con "b") dejara de lado los argumentos tan peregrinos y contradictorios en los que se escuda hasta ahora y decidiera hacer pública la fotografía de Osama (con "s") muerto, es posible que esa imagen no consiguiera eclipsar a esta otra, por muy "horripilante" que fuera, por mucha masa encefálica que salga por la cuenca del ojo izquierdo como ha declarado el senador republicano James Inhofe que puede apreciarse... la foto del asesinato, o de la muerte, o de la ejecución, de Bin Laden, seguiría siendo ésta. Una de las grandes imágenes en la historia del fotoperiodismo según mi punto de vista... pero que sólo el tiempo decidirá incluir en esa categoría o no, evidentemente.

Tan poderosa, que incluso ha empezado a causar problemas a quienes aparecen en ella. Problemas originados por ser una fotografía de miradas. Porque más allá de la composición piramidal de inspiración pictórica a lo Rembrandt como reseña Angel Casaña en su blog sobre fotografía, lo que veo es una fotografía de miradas... en la que podemos ver el alma humana. Miradas que además nos dirigen hacia un punto que no vemos pero en el que sabemos lo que está sucediendo. Miradas que nos pueden hacer sentir —de golpe y a la vez, o bien primero uno y después otro— el conjunto de sentires que transmiten cada una de ellas por separado.

Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp (1632). Rembrandt.

Retrato de Inocencio X (1650). Diego de Velázquez.


"Troppo vero!", demasiado real, como le dijo el Papa Inocencio X a Velázquez cuando el genial pintor le mostró el impresionante retrato que le había hecho. Demasiado real su propia mirada, la mirada terrible del poder que también aparece en la fotografía de Souza. Si como podemos leer en el blog de Casaña antes mencionado, resulta acertada la agudísima perspicacia de Rafa Sierra, director de la revista Arte, de comparar esta imagen con la Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp, de Rembrandt, en el que un grupo de personajes organizado en una composición similar observan un cadáver, que a diferencia de lo que sucede en la foto, en el cuadro sí se ve ocupando el lugar central y casi toda la luz —otro motivo por el cual se carga de fuerza la fotografía—, yo descubro también aquí la mirada de ese retrato del Papa que no quiso ver pintada su propia mirada.





Miradas. Problemas a quienes allí aparecen. Especialmente a las dos mujeres: problemas de alergia en Hillary, problemas de identidad en una joven hasta ahora desconocida. Fueron precisamente mujeres quienes me hicieron que reparase en la mirada aterrada de Hillary Clinton, como reflejo del puro horror de lo que debían estar contemplando sus ojos... y que ella ha tenido que desmentir después alegando que padecía "una alergia primaveral"; una de esas típicas excusas que todo el mundo cree, ¿verdad?, y que además nos ilustran acerca de lo que debe sentir de la señora Clinton hacia sus semejantes, a quienes nos debe suponer idiotas. La aparición de una mujer "desconocida" al fondo de la imagen tiene una historia apasionante detrás, porque al parecer se trata de Audrey Tomason, miembro del servicio secreto bautizado con el eufemismo de "directora en la Casa Blanca de la lucha antiterrorista" o "directora de la oficina de Contraterrorismo" según sea la fuente, o sea una espía, cuya identidad ha quedado desvelada con todas las consecuencias que ello conlleva —la primera e inmediata el más que posible final de su carrera—.

Hillary Clinton, con "alergia", en primer plano; y Audrey Tomason, asomándose al fondo, en plenas labores de "contraterrorismo".


Osama Bin Laden no aparece en la foto de su propia muerte porque ¿ya no era nadie?, como parecen mostrar esos vídeos con los que la Casa Blanca tal vez pretende humillar y desmitificar su figura, el terrorista global convertido ahora en un anciano andrajoso en un entorno que se desmorona, viéndose en una televisión de museo arqueológico como si ya sólo quedase él como el único espectador de sí mismo.

lunes, 16 de mayo de 2011

Nadie lo sabe. ¡Es un misterio..!



En 1998 se estrenaba Shakespeare in Love, película dirigida por un desconocido, pero en absoluto estado de gracia, John Madden. Un joven Will Shakespeare se gana la vida escribiendo sus propias obras e interpretándolas en Londres. Se mueve en un mundo de actores granujas y empresarios tramposos y malos pagadores. Cuando se enamora perdidamente de Lady Viola de Lesseps, vivirá en primera persona para escribir la que será su mejor obra: Romeo y Julieta.

Shakespeare in love es una deliciosa película, un poco pastelona, quizás, pero con un inteligentísmo y envidiable sentido del humor. A ello contribuyen los magníficos actores, que conforman un reparto coral del que resultaría difícil destacar alguno. Pero si con alguno tuvieramos que quedarnos, ése sería, sin niguna duda el gran, grandísimo Geoffrey Rush, ese inmenso actor australiano al que muchos de nosotros descubrimos cuando nos devastó con su fabulosa interpretación en Shine (1996) en la que daba vida a un pianista que perdía la cordura en su titánico afán de abarcar a Rachmaninoff. Rush, que entre otros ha dado vida en la gran pantalla al Capitán Barbosa, ese singular pirata "tan malvado que fue expulsado del mismísimo infierno", interpreta a Philip Henslowe, propietario del teatro la Rosa, donde William Shakespeare estrenará Romeo y Julieta. El montaje, lleno de problemas y casi sin medios económicos parece abocado al desastre. Faltan actores, el último acto no está escrito y el narrador... ¡el narrador es un actor tartamudo que no ha pronunciado dos palabras seguidas en toda la película! Shakespeare, desesperado, ve como la debacle se cierne sobre ellos. Sin embargo, el excéntrico pero sabio Henslowe sabe cómo terminará todo...




La primera vez que vi esta pelicula pensé que esta situación era idéntica a lo que vivimos a diario en los periódicos: todo acaba saliendo bien. ¿Cómo? Nadie lo sabe. Es un misterio. Muchas, muchísmas veces hemos pensado en el periódico que al día siguiente no salíamos. Problemas de todo tipo, técnicos, humanos. La redacción se nos inundó una tarde, hace años. Una vez hubo un escape de gas... el periódico terminó saliendo puntual a su cita, al final del día. El sistema se cae siempre en el peor momento, sin conceder ningún margen de tiempo. Y al final, todo sale bien. Se trabaja más deprisa, se trabaja en adelanto... Se hace lo que haga falta para llegar a los quiscos a la hora convenida. Pero en una ocasión... en una ocasión era imposible que lo consiguieramos. En una ocasión, uno de los servidores del periódico salío ardiendo. Literalmente. Fue un sábado por la tarde. Imposible arreglarlo con tan poco tiempo. Faltaban tres horas para el cierre del periódico y las caras en la redacción eran un poema. Todos pensábamos "al final, se arreglará..." pero pasaba el tiempo... y aquello no parecía como otras veces. No había sistema. No habían publicaciones. No había catálogo. No habían estilos, ni cabeceras, ni folios... no había nada. Nada de nada. Imposible "fabricar" un periódico completo de cero en tan poco tiempo. En maquetación estábamos tres personas entre incrédulas y, porqué no decirlo, aterrorizadas. Todos, desde el jefe responsable del fin de semana, hasta el último de nosotros sabía que, esta vez, no salíamos.

Cuando faltaban dos horas para cerrar la primera edición, en un ordenador del taller apareció una página incompleta de periódico que alguien, bendito sea, tenía olvidada en su escritorio del ordenador. Faltaban dos horas, no teníamos estilos ni modelos de páginas, pero teníamos el material que contenía aquel documento de Quark: un folio, una foto, un pie de foto, un título, un bloque de texto y un sumario. Suficiente. Las tres personas que estábamos en maquetación bajamos las cabezas y comenzamos una carrera desenfrenada, componiendo páginas sin hablar entre nosotros, copiando elementos de esa página maestra a todas las demás, controlce-controluve, soltando páginas al ritmo de una fotocopiadora. No hablábamos, no hacía falta... Cada uno sabía por donde iba el otro, sólo con una mirada. Incluso recuerdo el ladrido que le solté al pobre y querido Orfeo Suárez porque, alucinado, no entendía porqué me negaba a ponerle un pie de foto titulado en una página: "¡¡No hay pies titulados!! ¡¡Hay un pie, un título y un sumario: elige!!"
El periódico salió a su hora, por supuesto. La redacción había trabajado en adelanto y corrió lo indecible para cerrarlo en un tiempo récord... Y mis dos compañeros y yo nos fuimos de la redacción a casa, en silencio, conscientes de que aquella noche habíamos estado a punto (de verdad) de no salir. Al día siguiente, por la mañana, al entrar en el periódico me encontré con el jefe que estaba al mando el día anterior, el de la crisis... Seguía pálido.

E inevitablemente, cada vez que pasamos por una catástrofe, o cada vez que veo como se dibuja el pánico en el rostro de algún becario con poca experiencia pero mucho sentido común que piensa que hoy tampoco salimos, recuerdo al gran Geoffrey Rush en Shakespeare in Love... Y recuerdo que no trabajamos en una empresa normal. Trabajamos en un periódico. Y en los periódicos a veces pasan cosas que no tienen explicación lógica y que nadie sabe explicar... Porque nadie lo sabe... ¡Es un misterio!

PD: Como colofón, una sencilla línea en la que se aprecia el reconocimiento y el mérito que suelen conceder los que ponen el dinero a los que se les ocurren las ideas...




Shakespeare in love, 1998
John Madden
Joseph Fiennes, Gwyneth Paltrow, Geoffrey Rush, Tom Wilkinson, Colin Firth y Judi Dench

sábado, 14 de mayo de 2011

Problemas en Blogger: What a frustrating day

Este blog, nuestro y de todos sus lectores, se publica gracias a una utilidad online que se llama Blogger, la mayor plataforma de alojamiento de blogs del mundo, propiedad de la mayor empresa mundial de internet, que no es otra que Google.

A pesar de tan poderosos recursos, la maldición anglosajona del viernes 13, o vaya usted a saber qué, porque las explicaciones son inversamente proporcionales al nivel que se supone en tan exitosa empresa ("we experienced some data corruption that impacted Blogger’s behavior", dicen y se quedan tan anchos), a pesar de todo esto, decíamos, desde la tarde del jueves 12 comenzamos a sufrir distintos problemas en las cuentas, en las firmas de los artículos y en unos cuantos aspectos más que culminaron con la imposibilidad de acceder finalmente a cualquier contenido del blog del que, además, había "desaparecido" el último artículo publicado: "Tragedia en Murcia. ¿Democracia tuitera?" En él se incluyen dos encuestas finales donde nuestros lectores estaban dejando sus opiniones, muy importantes para nosotros; estaban...


"Partes de guerra" de nuestro querido Blogger durante el día de ayer, viernes 13.

Casualidad, maleficio o una broma, lo cierto es que pasadas las 00 horas del viernes 13 el último post desaparecido volvió a aparecer, abracadabra, y un poco antes también podíamos volver a acceder a los contenidos y a la posibilidad de publicar de nuevo (Maquetadores o PaperPapers volvieron a republicar sus posts perdidos, ambos precisamente sobre el mismo interesante debate que el nuestro, sin esperar a que lo hiciera Blogger.

Blogger is back, publican en el blog oficial de esta plataforma, donde confiesan que ellos "también están muy apenados porque también publican aquí sus propios blogs". Vaya. Piden perdón a los autores y lectores de todos estos ¿millones? de sitios webs afectados, anuncian que se irán restaurando todos los artículos y comentarios borrados "esta semana, o lo más pronto posible", y que "harán todo lo posible para evitar que algo así vuelva a suceder" (traducción más o menos exacta)

A pesar de que ninguno de los autores, de encajabaja y del resto de blogs, somos responsables de lo sucedido, también queremos pedir disculpas a nuestros lectores. Ayer supimos, por ejemplo, que nuestro querido Carlos Pérez de Rozas quería tratar el tema de nuestro post "desaparecido" en sus clases de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona (con apoyo de nuestro artículo y de los artículos de Maquetadores y de PaperPapers) y suponemos que esta caída de Blogger le causó también limitaciones... que seguro que solventó con su increíble capacidad. Un saludo al profesor, pues, a sus alumnos y a todos nuestros lectores. "Tragedia en Murcia. ¿Democracia tuitera?", vuelve a aparecer en su sitio para tratar esos dos debates tan interesantes: el recurrente sobre los cadáveres en las fotografías, y el nuevo sobre la influencia de tuiter en las redacciones de los diarios.

En lo que estamos absolutamente de acuerdo con Blogger es con el comienzo de su artículo "explicativo": What a frustrating day.

jueves, 12 de mayo de 2011

Tragedia en Murcia. ¿Democracia tuitera?

Ayer vivimos algo que pensamos que nunca podría suceder en España. Un terremoto en la ciudad murciana de Lorca con el trágico balance, provisional, de la pérdida de nueve vidas, entre ellas la de un niño y dos mujeres embarazadas. Desde la comodidad de nuestras casas, o en la vorágine de la redacción nos decíamos, incrédulos, que "eso no es posible en España", pero así ha sido.

Conmocionados, toca ponerse en marcha e intentar informar lo mejor posible del suceso. Empiezan a llegar las primeras fotos y, como era de esperar, son duras. Aparecen personas a las que un macabro giro del destino les sesgó la vida. Simplemente, pasaban por el peor lugar en el peor momento. Y siempre que hay imágenes crudas, duras de digerir, el debate sobre si publicarlas o no aparece. ¿Se debe publicar una foto de una persona fallecida? ¿Es legítimo mostrar el dolor de esa manera?

A este debate de siempre, ayer se añadió además uno nuevo. Twitter ha supuesto un cambio en la manera de informar, eso está claro. Ahora todo es tan rápido que el flujo de la información se ha vuelto casi inabarcable. Las noticias aparecen antes entre # y @ que en los teletipos que llegan a las redacciones. Y con este suceso no iba a ser menos. Las primeras imágenes del seísmo y sus consecuencias que publicaban los medios eran tomadas de usuarios de twitter de la zona. Pero, además, twitter ha traído otra cosa, el nuevo debate al que nos referimos, ha democratizado el acceso a los medios y sobre todo a quienes los hacen. Los usuarios pueden interactuar con periodistas y directores de medios con tan solo apretar una tecla.

Poco después de que elmundo.es colgara en internet una foto en la que se veía a una mujer llorar por la pérdida de un familiar que se veía al fondo tendido entre los escombros, el twitter de Pedro J. Ramírez se llenaba de mensajes pidiéndole que la cambiara. Inmediatamente el debate que se activó en twitter se trasladó a la redacción. ¿Debía publicarse la foto entera? ¿Es mejor cortarla para no herir al lector más sensible? ¿Si se hace, es "censurar" parte de la información? ¿Hay muertos de primera y muertos de segunda? ¿Si lo hacemos con Haití, o con Japón, por qué no lo vamos hacer con Murcia?

Las reacciones en twitter iban aumentando conforme se acercaba la noche. Incluso la polémica se trasladaba a otros profesionales, vía twitter. Comenzaba ahí, casi sin darnos cuenta, otro debate que comenta hoy Arcadi Espada en su blog con el título de "El lector piensa por ti": ¿hasta qué punto puede intervenir el lector en la confección del periódico? ¿Es legítimo que la decisión de unos cuantos lectores afecte al resto? A lo que nosotros añadimos ¿nuestros lectores... son twitter, son los comentarios de un (amplio) porcentaje de tuiteros suficientemente representativos de todos nuestros lectores?


Primera versión de la portada, con la foto íntegra.

Segunda versión, con la foto editada para eliminar el cadáver, y que finalmente ha salido publicada hoy.


Una vez cambiada la imagen tanto en internet como en la portada del diario, se mantenía la conversación del director con sus followers (seguidores en twitter). En ese momento, nuestro querido Juanra Martín, maestro de periodistas en la Universidad Pontificia de Salamanca, hace a Pedro J. la pregunta que nos faltaba para entender todo el proceso: "¿Qué opinaban en la redacción?" Nuestro director admite que en la redacción la mayoría le dice que la foto hay que darla entera, esa es la opinión de los profesionales (que, además, están tuiteando también en este sentido, el de no privar de información al lector por muy molesta que pueda resultar, con alguna excepción que tuitea en favor de no darla). Incluso reconoce Pedro J. que ésa era su opinion inicial. Sin embargo, el clamor de twitter le hace replanteárselo, asumiendo eso sí, más tarde, que es posible que no se haya acertado en esta ocasión:




Parte de la "conversación" de ayer en twitter; y nuevo tuit publicado esta mañana por Pedro J. planteando el debate. ¿Se equivocó el director de El Mundo al cortar la foto haciendo caso a sus followers, o decidió "equivocarse" para plantear este interesantísimo y nuevo debate sobre las redes sociales y el periodismo"

Según nuestro punto de vista, se cometió un error cortando así la imagen... que como muestra el post del jefe de fotografía del periódico, Ángel Casaña, aparece publicada íntegramente en la mayor parte de los periódicos de hoy. Nosotros no la hubieramos cortado. Ese hombre que yace entre los escombros es información. Y además es el motivo que justifica toda la (magnífica) foto. Es la víctima de la catástrofe que casi le sepulta y el motivo que explica la tragedia y el dolor de las personas en primer plano. Incluso formalmente, pensamos que la imagen no es gratuita ni menoscaba el derecho al honor y la dignidad del fallecido. Está en un plano posterior y a un tamaño reducidísimo. Lo que desborda esa imagen es el desgarro de las personas que contemplan la escena. Es un fotón. Contaba esta mañana nuestro amigo y fotero Alberto Cuellar desde Lorca (absolutamente brutal todo lo que está contando hoy este fotoperiodista en tuiter desde el mismo lugar donde suceden los hechos, mientras dispara su cámara), via tuiter que estaba con el fotógrafo de EFE que hizo la foto. Humilde, dice que fue una casualidad. Casi todas las grandes imágenes son fruto de saber capturar la casualidad. Y eso merece una portada. Pero este es un debate casi tan antiguo como nuestra profesión. Y nos tememos que no pararemos de planteárnoslo, prácticamente a diario.



Os adjuntamos dos encuestas para recabar vuestra opinión. Una con el viejo debate de si dar o no la foto y otra con el nuevo debate originado gracias a twitter.




martes, 10 de mayo de 2011

Cualquiera puede maquetar

La semana pasada el director de orquesta italiano Ricardo Muti fue galardonado con el premio Príncipe de Asturias de las Artes en reconocimiento a su brillante trayectoria profesional. Hace cosa de un año, el gran Ramón Lobo nos lo descubría a muchos en su imprescindible blog. Y lo hacía mediante este divertidísimo video en el que Muti, asiduo a los premios, hacía un repaso sobre la naturaleza de su trabajo con motivo del premio al músico del año que le concedió America Musical. Son nueve minutos que se os pasarán volando... Una auténtica delicia, merece realmente la pena.


Divertidísimo Ricardo Muti. E inteligentísimo. Claro que el primer y mayor síntoma de inteligencia suele ser el sentido del humor. Y brillante explicación de cómo cualquier labor puede mecanizarse y privarla así de toda intención o emoción, o de cómo se puede abordar cualquier trabajo con la humildad del que sabe que nunca logrará aprehenderlo por completo, que siempre podemos aprender algo nuevo todos los días, que nos hará crecer como profesionales y a la vez , ver cada vez más lejos el objetivo que nos habíamos marcado.

Y salvando las distancias, pensaba en nuestro oficio cuando vi este vídeo por primera vez. Porque la maquetación se ajusta bastante bien a lo que nos cuenta Muti en el vídeo. Y no porque nos comparemos con directores de orquesta. No... Tenemos un concepto alto de nosotros mismos, pero no nos da para tanto. Pero sí que es cierto que hay dos formas de enfrentarse a una página por maquetar. Y como dice Muti en el vídeo "dirigir, marcar el tiempo es fácil. Cualquiera puede hacerlo. Pero hacer música..."

En nuestro caso, maquetar, disponer cajas de texto con un cierto orden e incluso un poco de buen gusto no es difícil. Afrontémoslo. Cualquier persona con un mínimo de formación puede hacerlo... y lo hará bien. Y eso es lo que suelen pensar muchas veces los que deciden sobre el personal y los recortes: maquetar, lo que se dice maquetar, puede maquetar cualquiera.

Pero cuando lo que se trata es de ordenar, jerarquizar, conferir a cada una de las páginas una identidad propia que se filtre al total del conjunto... cuando lo que ponemos en página responde a nuestra visión (sí, nuestra visión, que también cuenta) de la historia que un redactor quiere contar. Cuando valoramos y decidimos la mejor manera de poner en página la historia del redactor para que sea entendida por los lectores, sopesando la cantidad de información de la que disponemos, ya sea en imágenes, en infografías... Cuando descartamos posibles opciones de página y apostamos, A-POS-TA-MOS en beneficio de ese intangible prodigio que se llama ritmo. Cuando en definitiva, editamos, damos sentido a un todo y sus innumerables partes, cuando informamos y hacemos periodismo... maquetando... Eso es otra cosa.

Y esa es una labor que no se aprende en cuatro días... Ni en cuatro años. Y con tiempo, práctica y aprendiendo de los mejores nos iremos aproximando a esa figura que al final de sus días lamentará tener que dejar de hacer su trabajo, justo cuando empezaba a hacerlo bien. Porque no nos engañemos: maquetar, poner bloques de texto, es fácil. Cualquiera puede hacerlo. Pero informar...