Parece imposible que algo se pueda hacer tan mal. Y no hablo en este caso del diseño de páginas, sino de
la tragedia del Madrid Arena, en la aparecen irregularidades en todos y cada uno de las aspectos en los que se investiga, cuando no flagrantes incumplimientos de la ley. Por parte de la empresa privada, cuyo nombre es mejor no mencionar porque parece una trágica ironía, y por parte de los responsables del Ayuntamiento de Madrid, técnicos y/o políticos, cuya responsabilidad primera es preservar la seguridad de los ciudadanos... y no sólo cumplir sino vigilar y hacer que se cumpla la ley. Pero es que ni de manera intencionada parece posible que se puedan acumular tal cantidad de despropósitos, tan graves, uno tras otro, todo lo que era susceptible de ser incumplido.
También ha puesto de manifiesto el nivel —tanto intelectual como político— y el comportamiento de una alcaldesa —viaje al
spa portugués de lujo en medio de la tragedia incluido— cuyo principal mérito parece ser el de haberse casado con un señor que llegó a ser presidente del Gobierno, motivos por los cuales muchos madrileños se avergüenzan ahora de tenerla como máxima ¿representante? y ¿autoridad? de nuestra ciudad, capital del país y una de las urbes más importantes del mundo. Entre innumerables artículos críticos con la alcaldesa de Madrid,
Ana Botella, destacamos los publicados por
Jesús Cacho, brutal, y el titulado
En apenas un mes, de nuestro compañero
Fernando Baeta, director de
elmundo.es. Resultaría del todo inverosímil el guión de una película que relatara todo lo sucedido en relación al Madrid Arena tal y como lo vamos conociendo. No nos lo creeríamos. Pero sucedió, para mayor desgracia, sobre todo, de cinco familias.
Si hablamos de páginas relacionadas con el Madrid Arena, resulta difícil elaborar nuevas propuestas principalmente porque el material gráfico es el que es. Y ya no hay más. O aparecen fotografías que hasta ahora no se han hecho públicas o no vamos a tener buenas imágenes, distintas e informativas, a las que ya hemos publicado si hay que volver de nuevo sobre los hechos de la noche del 1 de noviembre. Nuestro periódico descubrió y publicó la semana pasada, por ejemplo, que durante horas no hubo nadie en la sala de de pantallas que debía controlar todo el recinto, algo elemental en la seguridad y que podía haber evitado la tragedia. Y no hay imágenes, evidentemente, de aquella sala vacía llena de televisiones conectados a más de 100 cámaras grabando todos y cada uno de los rincones del recinto, que nadie miraba.
Si, además, tenemos que hacerlo en una doble, cuya segunda página tiene un 4x5 (toda la mitad inferior) de publicidad.... Pues terminamos irremediablemente recurriendo a fórmulas acostumbradas:
¿Le damos una vuelta? ¿Pensamos un poco al revés esta vez... que disponemos de unos minutillos para hacerlo antes de que le llegue el turno al siguiente? Al revés, porque lo habitual es
buscar la verticalidad en las páginas de un periódico en vez de
estructuras horizontales que supuestamente son más 'calmadas', con menos tensión y que estilizan menos las páginas, cada vez más cortas por los recortes en el tamaño del papel. No aquí:
Disponer los elementos en dos bloques horizontales, igualando con la publicidad, hacen que consigamos una doble muy eficaz en la que todos ellos están más integrados. Es más 'una doble' que en la primera versión clásica en la que siempre tenemos esa publicidad como obstáculo para conseguir precisamente esa buscada unidad entre las dos páginas. Los textos de las tres piezas, el tema principal, el apoyo y el artículo de opinión de gran extensión son exactamente los mismos, con la excepción de un retoque mínimo en el título y en la entradilla, nada más. Las imágenes son las mismas. La doble página es completamente distinta.
Esta disposición nos permite además estilizar de otra manera, 'tirar' de ellas visualmente hacia arriba y abajo, crear un pequeño juego con los espacios en blanco...
...que es una de las características que distinguen precisamente a las páginas de EM2 —la parte del periódico que cada día engloba las anteriores secciones de Cultura, Ciencia, Salud, Comunicación y toda la sección local de Madrid en segunda edición— con una propuesta tipográfica, de estructuras de páginas y contenidos propia y diferenciada.