En principio, en estas épocas de crisis y despidos masivos, de EREs y temporalidad, la pregunta se hace difusa pero no deja de llegarle a uno a la cabeza.
Por un lado, los acontecimientos actuales nos sugieren que NO, que somos una especie en extinción por lo prescindible. Al final nos pudo el carácter borde propio de todo maqueta y nos tiran por la ventana.
Pero por otro lado, tendemos a pensar que SI, qué sería de los medios sin nosotros, qué sería de los plumillas sin nadie con el que discutir la "belleza" de la página, creemos que alguien debe hacer el trabajo, que alguien debe "componer" las páginas (que dirían los clásicos) y dejarlas listas para la imprenta o la rotativa. Los post de este blog son un ejemplo (y valga el último de mi compañero Luis), de que a priori somos necesarios para solucionar o dar respuesta a los vaivenes de la información y a los cambios de última hora.
Pero no cabe duda que la universalización de la cultura y de la enseñanza cada vez nos relega un poco más. Mucho hemos aprendido de este mundillo de manera autodidacta y cada vez más y más gente sabe manejar los programas de diseño gracias a manuales y guías encontradas en Internet o a libros sorprendentemente específicos y útiles.
Todo esto viene al hilo de que cada vez nos encontramos más productos como el que llegó a mis manos los pasados Reyes (como fuente de inspiración nunca está de más), titulado "500 retículas y hojas de estilo", que por unos 28 euros proporciona a cualquiera que no tenga ni idea de maquetación (o poca) plantillas listas para usar, compatibles tanto con InDesign como con QuarkXPress (y también plantillas web para Dreamweaver), perfectamente editables, modificables y libres de copyright. Te dan el trabajo hecho, tu pones el resto rellenando los huecos (texto, imágenes...). Los diseños no son tan malos como se podría pensar (por mucho que nos parezcan básicos) y a más de uno le sacarán de un apuro y le permitirán quedar genial, como todo un diseñador experto.
Evidentemente, los maquetadores siempre reivindicaremos que cada página, cada maqueta, cada diseño tiene un proceso y que no puede supeditarse a bases tan prefijadas (que por otro lado, todo el mundo puede usar, por lo que esos diseños pueden convertirse en epidemia y repetirse hasta la saciedad, he ahí el problema). Pero ya habrá mucha gente, manitas del ordenador, como el panadero de la esquina, el amigo que tiene una tienda, el tío que organiza un festival, etcétera, que ya no tendrá que recurrir a nosotros para editar un folleto, un tríptico, un flyer, un fanzine, un catálogo, una revista, un periódico... Básico, sí; cutre, puede; sin nosotros, también.
Otro ejemplo son las nuevas empresas que están surgiendo dedicadas a la maquetación y que nos harían inaugurar un nuevo término: "Fast Maq" o Maquetación Basura (el chiste es obvio, lo sé). Un ejemplo es Coverexpres. Uno de los servicios de esta compañía es la creación rápida de cubiertas "a partir de 60 euros y en 24 horas", pudiendo basarse en plantillas prefijadas si el cliente no quiere complicarse. ¿Y para interiores? Dos opciones: "Estándar: Proporciónenos sus textos en las condiciones establecidas y nosotros se lo maquetamos. COSTE: 75 euros de 68 a 150 páginas. Páginas adicionales: 0,5 euros/página. Tiempo: 72 horas. Avanzada: Usted nos proporciona su línea editorial y los textos a maquetar. COSTE: 0,8 euros por página." Precios de derribo para los tiempos de hoy. A esos precios, ¿cuántos trabajos debería facturar al mes un maquetador freelance para ganarse dignamente la vida?
El proceso de maquetación que nos ofrece la compañía es claro: "¿Cómo funciona? Después de recibir toda la documentación, en el plazo máximo de 96 horas tendremos confeccionada la maquetación con su línea editorial. Entonces, se lo notificaremos por mail y usted podrá ver cómo queda en nuestra Web. [Ni pruebas físicas ni contacto con el cliente, para qué.] Si le parece correcta, entonces deberá efectuar el pago de la misma. Una vez nosotros recibimos el abono en nuestra cuenta, le remitimos la maquetación preparada para impresión a la dirección de Email que usted nos indique." Y los condicionantes también: “Para poder ofrecer estos precios, en coverexpres no aceptamos cambios en los textos. / Por favor, asegúrese antes de maquetar que su texto está bien corregido y que no quiere modificar ningún párrafo. / Todo aquello que no esté indicado en el texto y no se nos haya proporcionado en el fichero original, una vez maquetado, ya no se podrá modificar. / Si pese a nuestras advertencias el cliente quiere modificar alguna parte de la maquetación, se le cobrará un suplemento de 30 euros por hora adicional, la primera completa, las siguientes fraccionadas en cuartos de hora." O sea, aquí te pillo, aquí te mato; un cliente, luego otro, luego otro...
Pero ya no hay que irse a la maquetación autodidacta ni a la Fast Maq o maquetación en serie: el colmo es la maquetación automática. Ya en 2003 una empresa denominada Andromina eBusiness iba a presentar en el SIMO una aplicación para FileMaker e InDesign para automatizar la maquetación de catálogos, la cual "desarrollada a medida de las necesidades del cliente, permite la generación de catálogos en varios idiomas, con imágenes de alta resolución, códigos de barras, índices y subíndices en tiempos asombrosos. Nuestros clientes están maquetando catálogos de 400 páginas en menos de dos horas y folletos más simples, para ofertas puntuales, en cuestión de minutos." Folletos en minutos... ¡¡400 páginas en dos horas!! "Nuestra aplicación procesará sus datos, los ordenará, insertará los puntos de ruptura necesarios, buscará las imágenes dónde estén y enviará todo ello a Adobe InDesign para crear el catálogo." Terrorífico. Y más de una empresa (usen Google) ofrece hoy día estos servicios de maquetación automática. Al fin y al cabo, las marcas de fotografía emplean sistemas similares para crear sus foto álbumes... pues lo mismo pero destinado a la maquetación editorial.
Está claro que se pierde el romanticismo en nuestra profesión. Y de la calidad ya no hablemos... Y de la originalidad y la creatividad, menos. Es "el signo de los tiempos", que cantara Prince. Sálvese quien pueda.
13 comentarios:
El romanticismo de nuestra profesión se perdió hace ahora exactamente 20 años cuando los primeros Mac llegaron a las redacciones. Hasta ese momento los maquetadores pasábamos las últimas horas de la jornada en los talleres ayudando a montar galeradas y solucionando problemas sobre las maquetas realizadas a mano con lapiceros de distintos colores. Silueteábamos con cuchilla, tijeras y tipex, montábamos recorridos casi palabra a palabra y sí que éramos esclavos de unos redactores que se negaba a cortar una línea y pedían cuerpo necesario. Hace mucho que no hay nada de eso y que no tienes que buscar la solución a un problema entre los cachibaches de tu cajón. El romanticismo se perdió el día que llegaron los primeros Mac, se impuso la autoedición y la solución a los problemas más difíciles estuvo al alcance del ratón. Así que ahora lo máximo que se puede perder es el trabajo, no el romanticismo.
Las empresas de diseño express no son un invento de ahora. Llevan funcionando casi tanto como los programas de autoedición, gestionadas desde hace muchos años por gente cuya única sabiduría era saber usar el “quark” o el “freehand”. La misma imagen corporativa que antes se diseñaba en Din A1 ó A2 para que al ser reducida perdiera los defectos, y que se pagaba a precio de oro, pasó a ser “inventada” por el hijo vago de cada familia que perpetraba logotipos como churros “a dos duros”. Los diseñadores de antes se sentían orgullosos de saber manejar (y dibujar a mano con bastante precisión) tres o cuatro tipografías con todas sus variantes y ahora se tira del catálogo de adobe sin antes tener las nociones básicas necesarias.
Porque desde que llegó la informática, “saber diseñar” pasó a significar “saber usar un programa” y por eso cada vez hay más trabajos profesionales en los que fallan los conceptos básicos del diseño. A los nuevos diseñadores nadie les está enseñando el abece.
Y por todo eso, siempre he pensado que los maquetadores sólo sirven cuando dejan de serlo. Porque no están, por mucho que digáis vosotros, para “discutir la belleza de la página”, sino para dar forma periodísitica a un contenido periodísitico. Para ayudar al que tiene el “que” y mostrarle el “como”. El diseñador de prensa debe ser el primer lector y debe trabajar con contenidos y hacerlos atractivos. Debe sorprenderse y buscar la sorpresa del lector. Debe aportar enfoques y puntos de vista al redactor que elabora la noticia, proponerle ideas… He visto a muchos buenos maquetadores sacarle la punta a una noticia que no supieron ver los periodistas que llegaban con ella.
El maquetador no está para hacer un rediseño cada varios años y mantener un maquetero. Debe ser un editor de contenidos y debe aportar sus conocimientos formales con sentido periodísitico antes que estético. En mi opinión, el diseño estético es una frivolidad que no nos podemos permitir los periodistas. El que quiera eso que monte una agencia de arte… o una consultoría.
Mariano, ¡eres grande!
Firmado:
Mario Benito
Javier Vidal
Luis Blasco
Nacho Arbalejo
Mariano: ya nos habían parecido interesantes tus anteriores comentarios en artículos previos. Pero este último lo supera con mucho, hasta el punto de que nos gustaría que apareciese publicado, palabra por palabra, sin modificar ni una coma, además de aquí en un post. Resume la filosofía de encajabaja y nos parece de obligada lectura para todos aquellos que se dedican a esta santa maquetación periodística.
¿Puedes ponerte en contacto con nosotros a través de nuestro email para autorizarnos a publicarlo como un artículo? Estaríamos encantados.
Un saludo
Excelente post y excelente comentario el de mi tocayo.
Eso sí, disiento en la atmósfera de "todo tiempo pasado fue mejor", que parece querer decir que no quedan maquetadores más allá de aquellos que comenzaron en los 80.
Sin duda las formas han cambiado y el acceso a la profesión de diseñador o maquetador se ha ampliado tanto que cabe de todo, lo bueno y lo malo.
No hay romanticismo en un pdf, de eso no hay duda, pero eso no significa que no haya profesión. El romanticismo no surje hoy en el proceso, sino en el valor de la pieza final.
En los estudiantes de diseño a los que he tenido el placer de conocer hay de todo. El que sólo quiere hacer efectos en photoshop y el que se vuelve loco con la composición tipográfica. Estos últimos les dan sopas con honda a algunos renombrados diseñadores editoriales con 30 años de profesión. He visto hacer análisis que jubilarían a más de uno.
Esos mismos estudiantes, tal y como los educan hoy, aceptan de mala gana que los maquetadores de diarios hayan estudiado para crear la noticia, y no para componerla físicamente.
Aceptemos, por ambos bandos, que la profesión que nos ha tocado sufrir (auno maquetadores, diseñadores, artefinalistas...)se compone de conocimientos técnicos en un 98%. Bienvenidas por tanto las herramientas que nos hagan el trabajo más fácil, que los problemas sólo sabrá solucionarlos quien tenga dicho bagaje, haya estudiado lo que haya estudiado, lo haga a mano o con los más avanzados medios de edición.
¡Que intente un software integrar correctamente un texto, los destacados, titulares, una infografía y un artículo de opinión en una página! Y que todo quede descansado a la vista, guie al lector en el desarrollo de la noticia y no sature o confunda. Eso no es programable, y ahí demostramos la profesión.
Gran artículo y comentario.
Desde aquí pido un balance entre Indesign y Quark Express.
Me quedo con el track del segundo..
Un saludo
Las personas que utilizan estos servicios son las que no tienen un duro o quieren ahorrárselo.
Las que personas que prefieren cuidar, dar distinción y un valor añadido a su trabajo no lo utilizan ni lo utilizarán jamás. En realidad lo que pienso es que prestamos un servicio con garantías y quien lo quiera que lo pague y quien no pues que se lo curre él.
Para lo que sí creo que ha contribuido todos estos automatismos y recursos que pululan ¡GRATIS! por Internet es a crear una legión de personas dispuestas a ofrecer los "mismos" servicios que las personas con vocación y oficio, provocando una mezcla de trabajadores que devalúa el "producto" que ofrecemos.
La única salida que tenemos es tratar de dignificar nuestro oficio y mucha filosofía.
P.D. Desde luego quién sea un fuera de serie en diseño gráfico, por ejemplo, no le faltará curro jeje.
Precisamente ayer en la Bitácora del Minotauro se quejaban de que cada vez se descuida más la maquetación. En este caso se fijaba en un "ladillo" de Prensa que tenía unas calles que daban miedo: http://bitacora.librosdelminotauro.com/2009/02/maquetando.html
Querido Mariano, estoy también de acuerdo contigo, como el resto de mis compañeros de blog.
Lo de la "belleza de la página" lo decía por esa manía o tendencía de los redactores -que tantas veces hemos comentado en el blog- a pedirnos las cosas con un "que quede bonito", como si la estética fuera lo único importante. Hemos trillado mucho el tema aquí y por ese lado, todo aclarado.
Por otro lado, sí, el romanticismo se perdió ya hace mucho. Cambiemos la frase entonces por un "cada vez nos queda menos y menos".
Pero como digo, de acuerdo contigo. Admiro a todos los que con cuchilla y tipex lograsteis productos tan sorprendentes. Sois pioneros. Cada época tendrá sus dificultades, desde luego, con informática o sin ella, pero lo vuestro tenía un mérito increíble.
Un saludo.
Si que servimos lo malo es que somo demasidos.
Saludo de un hijo de tipógrafo, de "esos" de la época de la postguerra...
Hablando de romanticismo.
Saludos
Coincido con las anteriores apreciaciones y comentarios. Aunque la verdad es que yo si que pienso que sigue existiendo ese "romanticismo". Muy posiblemente no seamos capaces de transmitirlo, pero de lo que no hay duda es de que todos aquellos que hemos trabajado a la antigua usanza y ahora lo hacemos a la nueva, somos sus depositarios, y a nosotros nos toca hacerlo llegar a los demás (clientes, alumnos...)
Lo peor del asunto llegará cuando el romanticismo se pierda casi completamente. Será cuando no exista casi nadie con verdaderos conocimientos sobre maquetación (por lo menos tal y la conocemos ahora). Pero además, será cuando éstos conocimientos no puedan ser aplicados bajo un criterio personal, sino más bien supeditados al criterio de una máquina o software "especializado"
me gusta el tratamiento que se está dando a este tema y coincido con muchas opiniones. Yo soy diseñador gráfico con formación de bellas artes y me considero experto en maquetación; más aún, maquetación profesional de álbunes digitales para fotógrafos.
El tratamiento tipográfico es distinto pues lo importante son los fotogramas, pero de igual manera existen una lectura de toda la composición. Las posibilidades creativas desde mi punto de vista son infitintas y depende de ti. Como ya se ha comentado, los programas que automatizan la tarea como en el caso de los reportajes sociales, de distribuir las imágenes sobre un fondo predeterminado, son ridículos. La calidad de los fondos son patéticos y la limitaciones de maquetaciones me producen aburrimiento. No tiene comparación los resultados visuales de los trabajos hechos con estos programas a una maquetación de la mano de un profesional. Además, es lógico que se haya perdido ese trabajo manual porque sino no seríamos productivos. Al final lo que importa es la calidad de los contenidos y el resultado final de los recursos gráficos utilizados.
Lo peor de todo y estoy de acuerdo con Garlic es, que el trabajo del maquetador se está deteriorando por individuos que tras hacer una serie de cursos de manejo de programas de diseño, se creen artistas y se meten en berengenales que nadie les ha pedido, vanalizando el esfuerzo que supone adecuar la creatividad a las exigencias comunicativas de tu cliente sin dejar de ser productivo para tu empresa.
Hay que esforzarse muchísimo para ofrecer productos finales que sólo un profesional es capaz de ofrecer, y nos guste o no, tenemos que ser muy muy productivos. El romanticismo para los románticos.
Lo primero, felicitar al autor. Y sigo:
Las personas que se dedican a la edición todavía suponen un valor a que su trabajo (sea libro, publicación periódica o programa de fiestas) vaya bien maquetado y corregido, de modo que no creo que sea posible prescindir, a corto plazo al menos, de la labor de un maquetador. Otra historia es la de quién y cómo desempeña qué tipo de trabajos y a qué precio.
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