domingo, 5 de julio de 2009

Alguien importante

"Perdone que le pregunte", se dirigió a mí con timidez una señora mayor antes de preguntarme, "¿es alguien importante el señor al que están ustedes dando este homenaje tan bonito?". Me quedé un instante sin habla pero contesté enseguida con orgullo: "Sí, señora, es alguien muy importante". Es Roberto Montoya.



Sucedió el lunes pasado por la noche en Madrid, después de cerrar la primera edición del periódico "El Mundo" en el que estuvo trabajando hasta ese día como jefe de Internacional después de 17 largos años, que a quienes hemos estado junto a él se nos han hecho cortos. Le habíamos engañado con cariño, diseñamos una invitación que ya quisieran diseñar las embajadas en la que, supuestamente, el embajador de Italia en España le convocaba a un acto que en realidad no era tal, que éramos nosotros, sus compañeros y amigos del periódico queriendo despedirnos de él como se merece, esperando nerviosos a que apareciera hasta que finalmente llegó y entonces todos, él y nosotros, vivimos uno de esos momentos irrepetibles en nuestras vidas. Roberto parecía no creer lo que veía, qué hacíamos nosotros allí en una larga mesa, puestos en pie, aplaudiéndole y, después, abrazándole.



Roberto Montoya es un periodista. Uno de los grandes. Nació hace ya algunos años en Buenos Aires, donde estudió periodismo y lo ejerció en distintos medios escritos hasta 1976, año en el que tuvo que dejar su país camino del exilio en París, porque la falta de libertad y dignidad no se llevan bien con él hasta el punto de que fue encarcelado y torturado durante la dictadura militar argentina (aunque tampoco le fue mejor con el gobierno democrático de Isabel Martínez Perón).

Ha trabajado, entre otros medios (la lista completa es muy larga), como corresponsal en Londres de la cadena de TV de Estados Unidos SIN-Univision, o como jefe de Internacional en el diario "El Independiente" hasta incorporarse a "El Mundo" en 1992, donde además de responsable de Internacional ha sido corresponsal en Roma y París. Antes colaboró con Radio Nacional de España y la BBC Radio, servicio para América Latina, y actualmente lo hace de forma regular con el CIP (Centro de Investigación para la Paz). Es autor de varios libros como "Los terratenientes" (CEAL, Buenos Aires, 1970); "El caso Pinochet y la impunidad en América Latina" (Pandemia, La Rioja –Argentina–, 2000), junto a junto a Daniel Pereyra; "El Imperio global" (2003) y "La impunidad imperial" en el año 2005, un documentadísimo estudio periodístico sobre la política exterior norteamericana durante la infausta etapa de George Bush. Ahora deja "El Mundo" y nuestros compañeros Gallego & Rey le han hecho también un regalo en forma de genialidad dibujada:



Resulta que uno se empeña durante años en convertirse en un pesimista, en un descreído, suponiendo que tal vez en eso consista la madurez y entonces conoces a alguien como Roberto y te das cuenta de que no es así. De que quienes hacemos eso, casi todos, estamos equivocados. Que no hace falta ser egoísta, ni mezquino, ni malpensado, ni hablar mal de los demás cuando no están, que ni siquiera resulta lo más conveniente para uno mismo ir siempre a tu propio interés. Que se puede ser generoso, íntegro, educado, valiente, bueno. Que se debe respetar siempre a todos. Tener una buena palabra, una sonrisa de ojos azules.

Suerte, enorme suerte la de conocer a alguien así, porque con sólo estar a su lado, hablar con él casi cada día, comer juntos de vez en cuando, formar parte del mismo Comité y compartir la redacción del diario El Mundo con Roberto Montoya, cualquiera de nosotros nos hacemos un poquito mejores, por contagio, por querer ser como él. Por eso le queremos y le decimos adiós no dejando, eso sí, que salga de nuestras vidas alguien tan importante.



Luis Blasco (vídeo y fotos) y Mario Benito (texto)

4 comentarios:

prado de luna dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
prado de luna dijo...

Verdaderamente se va alguien muy importante para mi y para mucha otra gente. Rober siempre me animó a seguir adelante y me enseñó mucho todo el tiempo que estuve trabajando a su lado. Espero que no desconecte del todo, perdido en su pazo rodeado de vaquitas, porque si no el periodismo y nosotros le vamos a echar mucho de menos. No sabía que se fuese del periódico; me da mucha pena, pero sé que le irá bien, seguro, porque s e lo merece... :)
Ana Lozano

Juan Peces dijo...

Uno de los días más felices de mi vida, por ver a Roberto feliz y rodeado de la admiración y el cariño de sus colegas. Roberto Montoya es una joya de periodista y de persona, y quienes lo conocemos podemos decir que somos inmensamente afortunados por haberlo conocido.

Mi felicitación a todo el equipo que preparó la encerrona, invitación de la embajada italiana incluida. : ) ¡Y magnífico el homenaje de En caja baja, también!

Abrazos
Juan

dong dijo...

Suerte, enorme suerte la de conocer a alguien así, porque con sólo estar a su lado, hablar con él casi cada día, comer juntos de vez en cuando, formar parte del mismo Comité y compartir la redacción del diario El Mundo con Roberto Montoya, cualquiera de nosotros nos hacemos un poquito mejores, por contagio, por querer ser como él. Por eso le queremos y le decimos adiós no dejando, eso sí, que salga de nuestras vidas alguien tan importante.
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