Desde hace un tiempo a esta parte, un poco después del 11 de enero de 2009 cuando cambiamos de diseño y nuestra venerada y perfecta Helvética dio paso a esta Valencia que viene de la Madison que viene de la Century (como bien nos hizo ver Herminio J. Fernández en un excelente artículo de nuestro blog amigo y vecino Cuatro Tipos), tipo de letra con el que titulamos ahora, desde entonces, decía, me he convertido en una especie de 'track police'.
Me explico. El track negativo es esa manera que tienen los programas informáticos de apretujar las letras unas contra otras para que en una línea quepan más caracteres de los que realmente caben si los componemos correctamente para conseguir su máxima legibilidad. El track positivo hace lo contrario. Es difícil conseguir esa armonía entre cada par de letras y entre cada palabra, arte o ciencia al alcance de auténticos maestros tipógrafos cuando diseñan un alfabeto.
Si dejamos los valores del track en 0 (cero) en el programa de autoedición (Quark en nuestro caso, pero todos los demás funcionan más o menos igual), el tipo de letra aparece supuestamente tal y como lo concibió su tipógrafo diseñador. Si damos valores positivos, los caracteres empezarán a separarse, a "abrirse" hasta flotar en la página dificultando así su lectura porque, entre otras cosas, anularemos el efecto de separación entre palabras, y el tono de gris de la "mancha" del texto tendrá un excesivo blanco. Sin saber por qué, un profano en la materia detectará que algo no funciona, leerá peor.
Si hacemos lo contrario y le damos valores negativos (-1, -2, -3...), los caracteres comenzarán a unirse y ese efecto que "casi no se nota" como dicen quienes lo perpetran cada día, pasará a convertirse en un desastre incluso para el profano menos avispado. Es este mal el que más se padece porque abundan los escribidores de noticias empeñados en que quepa todo, pero todo todo, aun a costa de que nadie lo lea después porque todavía no se han inventado las gafas que desapretujan letras. Les da igual, lo importante es que no les corten nada. No escriben para ser leídos sino para que les quepan cuantas más palabras mejor, como si les pagaran por escribir al peso.
Pues bien, aclarado el concepto, lo de mi nueva función de 'track police' sucede porque el nuevo tipo de letra que utilizamos en los titulares, Valencia (la que puede verse en la segunda portada reproducida arriba), soporta mucho menos ese track positivo o negativo -sobre todo este último- que otras tipografías, especialmente que la anterior Helvética (la primera portada). Vaya usted a saber por qué. Y por eso, nuestro director de arte me ha encomendado personalmente que vigile todos los titulares del periódico, todos, cada noche, antes de irme... más que nada porque soy el último en salir en nuestra sección de diseño. Una labor que aunque pueda parecer lo contrario no es nada sencilla, créanme, porque los redactores parecen empeñados en jugar conmigo -ellos pensarán que quien les está vacilando soy yo, supongo- ya que cuando corrigo un título bajando ligeramente el cuerpo para eliminar el track negativo y que siga entrando en esa línea, ellos vuelven a recorregirlo poniendo "otro título mejor" al que invariablemente 'trackean' despiadadamente. Y me dan por detrack. La dinámica del trabajo y la organización de nuestra redacción hacen imposible que las páginas pasen por nuestra sección como filtro final antes de ser enviadas a la rotativa, función ésta que corresponde a la sección que llamamos "mesa", en la que nos repiten con gesto algo hastiado que no pueden dedicarse a "cosas así". "¿El qué?, ¿el track, dices?, sí claro, ahora mismo lo miramos", nos contestan a la vez que telefonean a determinada sección para que cierre sus páginas de una puñetera vez mientras con la otra oreja atienden otro teléfono desde el que un subdirector les encomienda que metan un dato más en ese título de la portada "como sea, le metes track de ese, o habla con maquetas para que lo calcen"... Es una labor prácticamente imposible la mía, e ingrata, esta del 'track police' (evidentemente, no es la única). Pero hago lo que puedo, y algún que otro delito logro evitar, aunque sólo se vean aquellos en los que fracaso.
Reflexioné más despacio sobre todo esto, y por eso este post, junto al mar Mediterráneo, leyendo despacio un ejemplar de La Información de Alicante, un periódico del que soy lector ocasional -a pesar de no coincidir precisamente con su línea editorial- desde hace unos quince años. Es un periódico al que tengo mucho cariño, motivo por el cual no quisiera que se tomaran mis palabras como una crítica negativa, ni mucho menos. Pero... ¡ese track!, ¡esos títulos!, ¡a cinco, seis o más líneas en dos columnas!, ¡o a tres o más líneas en tres columnas!, ¡o incluso dos líneas en CINCO COLUMNAS en páginas interiores! Tengo la impresión de que alguien allí con mando en plaza está obsesionado en que en los títulos se pongo todo, pero todo todo, todo lo que se puede incluso contar en un subtítulo o en el texto de la noticia. Y, hombre, tampoco es eso, ¿no?
Ya en el prototipo del reciente rediseño de La Información de Alicante, un excelente trabajo que nos mostró su autor en su blog Cuatro Tipos (casualmente la misma persona que enlazamos al comienzo de este post, Herminio J. Fernández), se podían ver estos títulos con tantas líneas, con un tamaño y un peso en la página a nuestro juicio desequilibrado, tal vez por lo infrecuente de su uso en la prensa española. Estas suelen ser el tipo de decisiones más o menos consensuadas con la dirección del periódico, que quiere títulos así. Pero, desde luego, lo que no se podía ver es el maltrato de esa tipografía que llevan a cabo ahora, lo que contrasta con el enorme cuidado que pone este diseñador en la elección tipográfica. Utopia, en este caso, es el tipo de letra, y no sé si será una utopía que los lectores lleguen a verla en alguna ocasión tal y como fue diseñada por Robert Slimbach en 1989 (este enlace al sitio web letrag os permite comprobar al instante lo que que sucede con el track). No obstante, entiendo las razones.
Como otra de mis desagradecidas funciones es hacer la portada del periódico casi todos los días, sé de buena tinta lo que se sufre para que quepa en los titulares todo lo que tanto el director como el resto de los responsables quieren que quepa... Y les entiendo porque yo también me he dedicado a escribir y consecuentemente "he sufrido" la famosa "dictadura del maquetariado" de la que mucho nos acusan y en la que ahora soy "dictador". Sucede que ellos no nos entienden a nosotros porque la inmensa mayoría no ha estado ni estará nunca en este "otro lado" dictatorial.
Que se respete la forma está bien (sin entrar ahora en que la forma es parte indisoluble del mensaje periodístico), pero siempre al servicio del contenido informativo. Y como conviene huir de fundamentalismos extremos, si un día se pone una línea de título más de lo habitual, pues no pasa nada. Cierto en parte, sobre todo si ese día no fuesen TODOS los días, como sucede más de lo deseable, dejando entonces el mensaje sin forma reconocible, sin identidad. Siendo cada día cosas distintas, en vez de siendo "nosotros".
Mi periódico de Alicante, que quiere contar todo en todos los títulos, al final se está quedando... en un periódico de titulares. El texto cada vez tiene menos peso, menos espacio y menos contenido. ¿Un periódico para no leer? Curiosamente, sus titulares de Deportes y de Cultura, con muchas menos líneas y sin nada de track, además de leerse mejor, se entienden mejor. Subí el ejemplo de portada que ilustra este post a facebook desde el mismo lugar donde está tomada la fotografía, en la playa de San Juan en el mes de julio... y desde Brasil me comentó el corresponsal de mi periódico que, para colmo, no se entendía bien el contenido de este título a pesar de tener tantas líneas.
Peleo a veces en vano, a veces no, desde mi triste puesto de "track police" para que nuestros títulos se lean bien, equilibrando entre cuerpos de letra y el temido track. A veces les digo en broma a los redactores, para intentar poner una línea menos en títulos muy desproporcionados, que dejen algo de misterio para que luego el lector quiera ir a la noticia "en busca de algo más". Aunque es mucho mejor el consejo de nuestro amigo y maestro Toni Piqué cuando desde sus clases en la Universidad o en su blog Paper Papers, que no nos cansaremos de enlazar, nos recomienda dedicarle a cada título un poco más de tiempo para pensarlo como garantía de un título mejor. Calidad en vez de track... que equivale a personas cualificadas, tanto en los contenidos como en la forma. Pero en La Información de Alicante se decidió hace unos meses prescindir de la persona que dirigía el departamento de Diseño porque este profesional no aceptó con dignidad rebajar sus condiciones de trabajo. Pues sin responsable, qué más da, así es más barato. Y el resultado... ahí está a la vista, apretujado en cada página como muestra de la apretujada calidad y consideración que alguien ha decidido que merecen sus lectores.
Me explico. El track negativo es esa manera que tienen los programas informáticos de apretujar las letras unas contra otras para que en una línea quepan más caracteres de los que realmente caben si los componemos correctamente para conseguir su máxima legibilidad. El track positivo hace lo contrario. Es difícil conseguir esa armonía entre cada par de letras y entre cada palabra, arte o ciencia al alcance de auténticos maestros tipógrafos cuando diseñan un alfabeto.
Si dejamos los valores del track en 0 (cero) en el programa de autoedición (Quark en nuestro caso, pero todos los demás funcionan más o menos igual), el tipo de letra aparece supuestamente tal y como lo concibió su tipógrafo diseñador. Si damos valores positivos, los caracteres empezarán a separarse, a "abrirse" hasta flotar en la página dificultando así su lectura porque, entre otras cosas, anularemos el efecto de separación entre palabras, y el tono de gris de la "mancha" del texto tendrá un excesivo blanco. Sin saber por qué, un profano en la materia detectará que algo no funciona, leerá peor.
Si hacemos lo contrario y le damos valores negativos (-1, -2, -3...), los caracteres comenzarán a unirse y ese efecto que "casi no se nota" como dicen quienes lo perpetran cada día, pasará a convertirse en un desastre incluso para el profano menos avispado. Es este mal el que más se padece porque abundan los escribidores de noticias empeñados en que quepa todo, pero todo todo, aun a costa de que nadie lo lea después porque todavía no se han inventado las gafas que desapretujan letras. Les da igual, lo importante es que no les corten nada. No escriben para ser leídos sino para que les quepan cuantas más palabras mejor, como si les pagaran por escribir al peso.
Pues bien, aclarado el concepto, lo de mi nueva función de 'track police' sucede porque el nuevo tipo de letra que utilizamos en los titulares, Valencia (la que puede verse en la segunda portada reproducida arriba), soporta mucho menos ese track positivo o negativo -sobre todo este último- que otras tipografías, especialmente que la anterior Helvética (la primera portada). Vaya usted a saber por qué. Y por eso, nuestro director de arte me ha encomendado personalmente que vigile todos los titulares del periódico, todos, cada noche, antes de irme... más que nada porque soy el último en salir en nuestra sección de diseño. Una labor que aunque pueda parecer lo contrario no es nada sencilla, créanme, porque los redactores parecen empeñados en jugar conmigo -ellos pensarán que quien les está vacilando soy yo, supongo- ya que cuando corrigo un título bajando ligeramente el cuerpo para eliminar el track negativo y que siga entrando en esa línea, ellos vuelven a recorregirlo poniendo "otro título mejor" al que invariablemente 'trackean' despiadadamente. Y me dan por detrack. La dinámica del trabajo y la organización de nuestra redacción hacen imposible que las páginas pasen por nuestra sección como filtro final antes de ser enviadas a la rotativa, función ésta que corresponde a la sección que llamamos "mesa", en la que nos repiten con gesto algo hastiado que no pueden dedicarse a "cosas así". "¿El qué?, ¿el track, dices?, sí claro, ahora mismo lo miramos", nos contestan a la vez que telefonean a determinada sección para que cierre sus páginas de una puñetera vez mientras con la otra oreja atienden otro teléfono desde el que un subdirector les encomienda que metan un dato más en ese título de la portada "como sea, le metes track de ese, o habla con maquetas para que lo calcen"... Es una labor prácticamente imposible la mía, e ingrata, esta del 'track police' (evidentemente, no es la única). Pero hago lo que puedo, y algún que otro delito logro evitar, aunque sólo se vean aquellos en los que fracaso.
Reflexioné más despacio sobre todo esto, y por eso este post, junto al mar Mediterráneo, leyendo despacio un ejemplar de La Información de Alicante, un periódico del que soy lector ocasional -a pesar de no coincidir precisamente con su línea editorial- desde hace unos quince años. Es un periódico al que tengo mucho cariño, motivo por el cual no quisiera que se tomaran mis palabras como una crítica negativa, ni mucho menos. Pero... ¡ese track!, ¡esos títulos!, ¡a cinco, seis o más líneas en dos columnas!, ¡o a tres o más líneas en tres columnas!, ¡o incluso dos líneas en CINCO COLUMNAS en páginas interiores! Tengo la impresión de que alguien allí con mando en plaza está obsesionado en que en los títulos se pongo todo, pero todo todo, todo lo que se puede incluso contar en un subtítulo o en el texto de la noticia. Y, hombre, tampoco es eso, ¿no?
Ya en el prototipo del reciente rediseño de La Información de Alicante, un excelente trabajo que nos mostró su autor en su blog Cuatro Tipos (casualmente la misma persona que enlazamos al comienzo de este post, Herminio J. Fernández), se podían ver estos títulos con tantas líneas, con un tamaño y un peso en la página a nuestro juicio desequilibrado, tal vez por lo infrecuente de su uso en la prensa española. Estas suelen ser el tipo de decisiones más o menos consensuadas con la dirección del periódico, que quiere títulos así. Pero, desde luego, lo que no se podía ver es el maltrato de esa tipografía que llevan a cabo ahora, lo que contrasta con el enorme cuidado que pone este diseñador en la elección tipográfica. Utopia, en este caso, es el tipo de letra, y no sé si será una utopía que los lectores lleguen a verla en alguna ocasión tal y como fue diseñada por Robert Slimbach en 1989 (este enlace al sitio web letrag os permite comprobar al instante lo que que sucede con el track). No obstante, entiendo las razones.
Como otra de mis desagradecidas funciones es hacer la portada del periódico casi todos los días, sé de buena tinta lo que se sufre para que quepa en los titulares todo lo que tanto el director como el resto de los responsables quieren que quepa... Y les entiendo porque yo también me he dedicado a escribir y consecuentemente "he sufrido" la famosa "dictadura del maquetariado" de la que mucho nos acusan y en la que ahora soy "dictador". Sucede que ellos no nos entienden a nosotros porque la inmensa mayoría no ha estado ni estará nunca en este "otro lado" dictatorial.
Que se respete la forma está bien (sin entrar ahora en que la forma es parte indisoluble del mensaje periodístico), pero siempre al servicio del contenido informativo. Y como conviene huir de fundamentalismos extremos, si un día se pone una línea de título más de lo habitual, pues no pasa nada. Cierto en parte, sobre todo si ese día no fuesen TODOS los días, como sucede más de lo deseable, dejando entonces el mensaje sin forma reconocible, sin identidad. Siendo cada día cosas distintas, en vez de siendo "nosotros".
Mi periódico de Alicante, que quiere contar todo en todos los títulos, al final se está quedando... en un periódico de titulares. El texto cada vez tiene menos peso, menos espacio y menos contenido. ¿Un periódico para no leer? Curiosamente, sus titulares de Deportes y de Cultura, con muchas menos líneas y sin nada de track, además de leerse mejor, se entienden mejor. Subí el ejemplo de portada que ilustra este post a facebook desde el mismo lugar donde está tomada la fotografía, en la playa de San Juan en el mes de julio... y desde Brasil me comentó el corresponsal de mi periódico que, para colmo, no se entendía bien el contenido de este título a pesar de tener tantas líneas.
Peleo a veces en vano, a veces no, desde mi triste puesto de "track police" para que nuestros títulos se lean bien, equilibrando entre cuerpos de letra y el temido track. A veces les digo en broma a los redactores, para intentar poner una línea menos en títulos muy desproporcionados, que dejen algo de misterio para que luego el lector quiera ir a la noticia "en busca de algo más". Aunque es mucho mejor el consejo de nuestro amigo y maestro Toni Piqué cuando desde sus clases en la Universidad o en su blog Paper Papers, que no nos cansaremos de enlazar, nos recomienda dedicarle a cada título un poco más de tiempo para pensarlo como garantía de un título mejor. Calidad en vez de track... que equivale a personas cualificadas, tanto en los contenidos como en la forma. Pero en La Información de Alicante se decidió hace unos meses prescindir de la persona que dirigía el departamento de Diseño porque este profesional no aceptó con dignidad rebajar sus condiciones de trabajo. Pues sin responsable, qué más da, así es más barato. Y el resultado... ahí está a la vista, apretujado en cada página como muestra de la apretujada calidad y consideración que alguien ha decidido que merecen sus lectores.
2 comentarios:
Otro ejemplo podría ser el titular de la portada de La Gaceta que tenéis dos entradas atrás. Es horroroso.
El Track es Mítico, MI TI CO
Lo usaron para colarnos la reforma laboral, por eso funcionó!
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